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LAS FORMAS DEL ORDEN (APONTES PARA UNA HISTORIA DE-LA MIRADA) porEduardoRinesi 4 Ia obstinada militancia de Ricardo Piglia y a una conocida pretensign protagonista de su mejor novela debemos el habito de pensar a Borges a interseccién de un doble sistema de coordenadas. Primero, como oconstruido} heredero de dos linajes: el heroico y el libresco, et de la Hla y el de la biblioteca, e} nacional y el cosmopolita. Después ~pero plementariamente-, como lector e interlocutor del gran legado de la atura argentina del siglo pasado, cuyas lineas centrales st organizarian Porunlado,tatradicién oraly épica ajo que realiza Borges sobre el género gauchesco, Quertia decir, sobre solamente dos cosas. Primero, que este trabajo es exactamenteeso, un ajo, y esté muy lejos de ser una recuperacin inocente 0 pasiva: Borges, ando desfro del género gauchesco, seleccionard, descartaré, comregiré. indo, que ese trabajo puede ser pensado, en lo fundamental, como una oracién sobre el tems de la voz, de lalengua, del idioma, Asf lo ha mostrado Josefina Ludmer en en un sugestivo libro que aqu \ largo siquiera glosar con alguna cotreccién’. Digamos apenas que mer distingue dos movimientos eneste trabajo borgiano sobre el género ‘heseo, yque os dos involucran, enefecto, unareflexiGnsobrelatengua, ‘mero, derecuperacién de i6n gauchesea como material para la oracién de su propio proyecto literaro, implice una reflexién sobre los 3s del género: Borges desecharélo quela gauchesca tiene delamento por lespojos y las injusticias para elaborar, Sobre lo que tiene de desafio y Jencia, una poética urbana que celebrael coraje, el ritmo de guerra de longa y las batallas conversadas del truco, B} otro movimiento ~la de Tos dos episodios centrales del Martin Fierro- implica en n entre lengua y Ley: Borges opone la ley estatal en “Biogratia de Tadeo Isidoro Cruz” y la lgica xto de La vuelta en “EL fin”. c bio una reflexién sobre la relac H. Gonadlez- E. Rinest-F. Martinez ~~ a1 para avélar las conovidas tesis foucaultianas sobre la selacisn entre ta 2 j6n de un poder politico modemo y la inversiin del séntido tradicional de lamirada, Recordemos muy répidamente el centro de esas tesis de Fouca condos que el viejo poder coberano desplegaba en piblicos tenfan, para set eficaces en su ya sefialada funcién ju ir 1a soberat exhibicién de grandeza, de un desplegada ~escribe Fone ceremonias de! supl tual del poder. De una escena aterrorizante ‘Jos ojos de todos”. Adin més: Em las ppersonaje principal ese! pueblo, cuya presencia como espectador, am: subrayar, en esa exhil Soberano realizado y triunfante, Pompa, fastos, magnificencia y exceso, Recordemos ef modo en que Jiirgen Habermas, desde una perspectiva bien diferente de la de Pouca las caracterfsticas de la “publicidad (estoes, en el fenguaje de Habermas: pre-modema),ligada les como “insignias (condecoraciones, armas), habitos 1, discursos solemnes en general soberane es inseparable de sus signos exteriares, de 8 exhibicion 10 bajo las formas més festivas, més ue 10s poderoses producfan la representacién de su poder. Ast, por ejemplo, las ceremonias cotidianes de fevers couchersen tomoa ese verdadero escer Luis XIV, las in real, en fin:el onjunto derutinas queconst la‘mecénica’ dolavidaen Versalles, donde elespectéculade lactiqueta, del esplendor del poder, alcanza —dice Habermas- “la cima refinada de su concentracién soberana”, Olas ceremonias decoronecién de los reyes, o las H. Gonzdlez E. Rinesi - F. Martinez ~ - 93 ‘er visto, sin hacerse notar, arse apresar, a dejarse ver. Porque actiia en las sombras y a través de la del Decreto— se esconde tras la mascara de una igualdad formal entre los simétricos ~ asistentes a la mesa redonda donde ~podriamos decir, parafraseando a “Habermas: sin otracoercién que lacoercién dei mejor argumento—se delibera convertirse en puroejeré ‘miradas en ese perfecto pandptico que es lamesa de la Junta. Las Luces de ‘Moreno concibieron juntas -bien se ve~ la Revolucién y la. : En cuanto a Sarmiento, no es necesatio abvandar: Dardo Scavi mostradorecientemente, en un sugestivo ensayo al que nologradesmerecer cierto acaso excesivo celo por convertir a Sarmiento en un personaje de Vigilar y Castigar (pretensin tanto més observable cuanto queen Foucault, como es notorio, los que faltan son, precisamente, los personajes), la importancia de esteproblemadentro del mésamplio proyecto sarmientinode impugnaci6n del “Leviatén” rosista y de modernizacién de las estructuras sociales y politicas del pats. Es que, en efecto, semejante proyecto esté formulado,enlostextos de Sarmiento, en términos perfectamente asimilables a los que permiten definir el concepto foucaultiano de “ 205, ni tampoco que ésa convivencia se haya producido sin conflictos. Quiero Gevit: de Ia cirounstancia de que las élites gobernantes argentinas del 80 al Centenario hayan sido liberales y también positivistas no puede derivarse ‘encomtin, l pensamiento positivista, por defi ‘mésen a version spenceriana, estoes: bislogicista, que invoca Jitrik), debe ente excluyentes, por lo cual no sorprende advertir smo fue, entre nosotros, ma seun relajamiento de los {Més moderadamente?: ismosen los que puede ver ién decididamente conservedora. Comosiel liberalis- hubiera debido volverse conservador para poder falismo politico hubiera ya perdido st «emancipatorios mas recuperabies™. Estaera a segunda cuestiOn que queria destacar. Segundo, entonces: Que, en la Argentina de la vuelia del sigho, a mayor ientifico, menos énfasis en la ia de los det liberalismo politico. Jorge Salessi ha mostrado, en wn libro reciente y sumamente revelador que nosotros vamos aseguirdecerca®, Jas caracteristicas del movimiento que progresivamente irfa supeditando el rales de las personas “ala necesidad superior hastael momento del ascenso a posiciones fundamentales del Estado Liberal H, Gonadilez- E, Rinesi-F. Martinez, ~~ una “medicalizacién’’ del Estado: Lamirada estatal queel cuadrode Blanes ilustra noes yalamirada conquistadora del militar ni la mirada soli andy, sino la mirada -a del médico, Porotro lado, la tensiGn a eres nd dood oto sa BE BE quent primero— que una y otra de estas dos tendencias se irén acentuando hasta consolidarse definitivamente con el asconso de José Marfa Ramos Mejia a lapresidencia det Departamento Nacional de Higiene en 1892, y~segundo~ ‘que esta profundizaci6n se vincula con la necesidad de tos miembros de la Giie iberal-couservadora, segin ya sugerimos, de conjurarel fantasma de Iamezdla, del caos, dela promiscuiéad, del sinsentido: de la multitud En efecto: La idea de “mezcta” (el pénico frente a las capacitades

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