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Introducci6n Un paradigma de pensamiento ético: El Critdn de Platén Uno de los ejemplos mds antiguos, claros y hermosos de pensamiento ético se encuentra en un breve didlogo platonico llamado Critén. Este transcurre cuando Sécrates, condenado a muerte por un tribunal ate- niense bajo los cargos de impiedad (no honrar a los dioses de la polis) y de corromper a la juventud, esta ya en prision. En su discurso de defensa (tal como fue re-creado por Plat6n), Sécrates habja intentado mostrar que era victima del prejuicio generalizado de los atenienses en contra de los intelectuales, y que los cargos que se le imputaban no sdlo eran falsos sino también malintencionados. No obstante, Sécrates no logré persuadir al jurado de su inocencia, y éste lo sentencid a la pena maxima Ya en la carcel, entonc s, mientras espera el cumplimiento de su con- |, sus amigos elaboran detallados planes para que escape y huya de Atenas. Uno o dos dias antes de la ejecucidn, Critén -viejo amigo de Sécra- tes- viene a decirle que ya esta todo dispuesto para la huida. Pero como Criton conoce bastante bien a su amigo, sabe que debera darle razones para que acepte escapar: tendrd que presentarle argumentos que leven a la conclusion de que Sécrates tiene el deber de evitar ser ejecutado. den: No nos interesan ahora los argumentos concretos de Critén, sino el hecho de que Sdcrates exija argumentos, puesto que él es, segtin sus mis- mas palabras, “del tipo de persona que sélo obedece al argumento (Jogos) que, habiendo reflexionado, le parece el mejor”* + Critén 46b. lL LOS BIENES HUMANOS, Etica de la ley natural Esta es una primera restriccién que Sécrates impone a su didlogo con Criton. Posteriormente afade otra: el asunto de su huida no se debera considerar en términos de costo, opinién publica o consecuencias para sus hijos, sino exclusivamente en términos de si es 0 no justo —es decir, moralmente correcto- que él huya’. Este escenario es el que hace que el Critén sea un caso paradigmatico de discusion ética, y en la medida en que invoca principios 0 normas éti- generales, también un paradigma del ejercicio de la filosofia moral. En este punto seria interesante que el lector o la lectora leyera el Critén para los argumentos de Sécrates le resultan convincentes. Su decisién de quedarse en la prision y morir ées una locura o se trata de una decisién razonable y sabia? Estas preguntas son sin duda pertinentes. No obstante, en este contexto, prefiero centrar mi andlisis en la estructura misma de la conversaci6n, para extraer de alli algunas inferencias acerca de la practica 0 ejercicio de la filosofia moral en general. cas ver s Avveces, cuando se le pide a alguien que responda a una pregunta ética (por ejemplo, si un determinado acto es correcto o incorrecto), hay gente que tiende a decir: “Pero équién puede decidir si algo est bien 0 mal?". No es raro que ademas se establezca un contraste entre lo moral y lo legal: en materias legales, los tribunales tienen autoridad para resolver; en materias morales, en cambio, no hay ninguna institucién con una autoridad ana- loga. Y los que estén verdaderamente convencidos de que en lo ético no hay autoridad que valga, dan todavia otro paso: “Por lo demas, équién eres ta para decirme (0 imponerme) lo que yo debo hacer? Tu decide lo que est4 mal para ti, y yo decidiré lo que esta mal para mi”. En otras palabras, se asume rapidamente que la ética es un asunto esencialmente privado y que, ademés, es relativo a cada individuo. Ahora bien, en el Critén ninguno de los dos amigos tendrfa dificultad alguna para aceptar que el dominio legal y el dominio moral son distintos. Ninguno duda de que el tribunal ateniense resolvié la cuesti6n legal sobre Socrates; pero la cuestion moral, sin embargo, no es tratada aqui como si fuera algo meramente privado y subjetivo. Socrates no le dice a Critén: “A ti te parece correcto que yo escape, a mi me parece que no lo es. Para ti es correcto, para mi es incorrecto. Punto final” Todo lo contrario. Frente a la pregunta “¢Quién decide una cuestion ética?” el Critén da una repuesta clara y firme: “Nosotros”. Lo ético no es * Critén 48b-. 12 Introduccion algo que se pueda decidir desde la perspectiva de la primera persona sin- gular, sino desde Ja primera persona plural. No es lo que me parece a mi lo decisivo, sino lo que tt y yo acordemos es lo correcto. La ética implica acuerdos. Puesto que Criton y Sécrates no estan de acuerdo, tendran que iniciar un didlogo en el que cada uno intentara convencer al otro. Para persuadir a alguien como Socrates (0, en rigor, a cualquier persona razonable) no se podrd apelar a consideraciones propias de la primera persona singular. Decir, por ejemplo, “Porque tengo ganas de hacerlo (aunque quizas wt no)” 0 “Porque me produce agrado hacerlo (aunque quizas a ti no)”, no seran justificaciones aceptables. Este tipo de respuesta revelarfa, mas bien, la voluntad de abandonar el esfuerzo por persuadir. Se estaria declarando la intencidn de retirarse de la conversacién. Para seguir participando hay que proporcionar justificaciones que vayan mas alld de los sentimientos subjetivos (que son hechos privados) y que apelen a algo que sea accesible para ambos (y para todos.) La argu- mentacion del Critén, como todo razonamiento moral serio, es publica, lo que equivale a decir que cualquier persona que la considere detenidamen- te encontrara razones, mas alla de sus sentimientos subjetivos, para acep- taro rechazar sus conclusiones. La justificacion ética, por consiguiente, en cuanto esta dirigida a otras personas (en cuanto es interpersonal), debe apelar a razones objetivas No solo es inadmisible dentro del didlogo ético el recurso a los senti- mientos subjetivos. Tampoco lo es el apelar exclusivamente a la autoridad del que habla. “Esto es correcto (0 incorrecto) porque lo digo yo” es un pronunciamiento inaceptable no porque ofrezca razones equivocadas, sino porque en rigor no ofrece raz6n alguna. No presenta nada al interlo- cutor que éste pueda considerar para llegar justificadamente a creer 0 no creer el juicio ético en cuestion. A pesar de lo imponente que debe haber sido su personalidad, $6- crates no quiere que su amigo conceda nada en lo que no crea de verdad (es decir, basado tinicamente en la autoridad de quien lo dice)°. Sécrates pera que Criton presente objeciones y piense por si mismo. La conver- saciOn ética, de hecho, refleja una actitud fundamentalmente igualitaria ‘Todas las personas que participan en ella deben hacerlo en el mismo pie, y 5 Criton 49d 13 LOS BIENES HUMANOS. Ftica de la ley natural nadie puede reclamar para sila posesiOn de autoridad basada en un acceso privilegiado a la verdad. Por otra parte, y aunque en el Critén apenas se sugiere, de este ca- racter igualitario de la conversacién se puede todavia extraer otra conse. cuencia: el resultado © la conclusion del didlogo sera generalizable. Si para Socrates esta mal escapar, también lo estara para Criton o para cualquiera en esas mismas circunstancias. Exceptuarse a uno mismo de esta conse. cuencia equivaldria, una vez més, a reclamar algun tipo de privilegio o de rango superior incompatible a la supuesta igualdad de todos los partici- pantes. La igualdad, entonces, conduce a la exigencia de que el resultado que arroje el debate ético se aplique a cualquier persona enfrentada a la misma elecci6n. Aunque no se la mencione en el Critén, hay otra consecuencia inte- resante del hecho de que de las discusiones morales se puedan extraer principios generales. Se trata de la llamada Regla de Oro de la Moral: “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”. Si para mi fuera correcto robar tu billetera o tu cartera, entonces, en virtud de la generalizacién im- plicita en este principio, también para ti seria correcto hacer lo mismo con- migo. Sin embargo, como yo tengo razones para oponerme a que tu me robes, debo conceder que tampoco seria correcto que yo te robara a ti. Creo que en cuanto extiende los rasgos igualitarios del didlogo, nadie objetaria la Regla de Oro en esta etapa de la conversacién. Tampoco Sé- crates © Criton, si la hubieran considerado, habrian tenido razones para rechazarla. Asi, la leccién que obtenemos del Critén es que el paradigma de la practica de la filosofia moral es un didlogo idealizado, donde dos 0 mas individuos se ofrecen mutuamente razones (del tipo adecuado), en un intento por llegar a un acuerdo acerca de si cierta clase de acciones son moralmente correctas o incorrectas. Todos los participantes admiten, ademas, que el resultado sera, imparcialmente, obligatorio para todos: Debemos recordar, sin embargo, que Platén, el autor de este texto, mando hacer copias de éste para que circularan entre sus amigos de Ate- nas y de otras ciudades. Esta decisi6n permitié a otras personas participar también en la conversacién privada que supuestamente tuvo lugar en la celda de Sécrates a comienzos del siglo w a.C. Los lectore: griegos pu- dieron entender y evaluar estos argumentos; quizas no todos lo hicieron favorablemente. Introduccion De este modo la conversaciOn inicial trascendid los estrechos muros de la carcel de Atenas, y se hizo accesible a individuos distantes en el espa- cio y en el tiempo. Si pensamos que actualmente el Critén puede ser leido en espanol o en cualquier idioma contemporaneo, podemos afirmar que el escenario paradigmatico del ejercicio de la filosofia moral esta abierto a todo tipo de participantes. éQuiénes son, en principio, los que estan incluidos, y quiénes estén excluidos de esta practica 0 actividad llamada “filosofia moral”? Obviamen- te la conversacion no sé limita a los griegos de la Antigiiedad. A través de traducciones adecuadas, los argumentos del texto platonico son accesibles a personas de cualquier tiempo y lugar. Seria un error, también, creer que como en el didlogo no hay personajes femeninos, la filosofia moral debe restringirse s6lo a los hombres. Las mujeres han leido con provecho el Criton y sin duda lo seguiran haciendo. Las minorias tampoco pueden excluirse. En principio, los miembros de cualquier grupo étnico o lingttis tico son capaces de comprender los argumentos de Sdcrates, y por ello pueden participar legitimamente en la discusion ‘Tampoco se puede dejar fuera a nadie por sus convieciones religiosas. A quienes profesan alguna religién se les pediré que no introduzcan afir- maciones basadas en su fe (0 en pronunciamientos de individuos con au- toridad para ensefar dicha fe), y que argumenten limitandose a premisas accesibles a cualquiera. Cuando en una discusién se parte de una premisa aceptada por fe (por ejemplo: “Dios cre6 al ser humano a su imagen y se- mejanza”), se genera otro tipo de practica o conversacion, especificamen- te la llamada “teologia moral”. De ésta, sin embargo, no trataremos en este libro porque no todas las personas comparten su punto de partida. Por otra parte, estan definitivamente excluidos de este didlogo los pe- rros, los gatos, los delfines o los elefantes del zoolégico mas cereano. E la medida en que estos seres no pueden leer el Critén ni participar en una discusi6n critica de sus argumentos, y en que tampoco pueden reconocer deberes ni responsabilidades por sus acciones, no podemos incluir a los animales (ni a los arboles ni a la materia inorgénica) como interlocutores lidos en nuestras practicas de filosofia moral. Con todo, actualmente existe una tendencia a conceder a los animales ~al menos a los mamiferos superiores~ el mismo status moral que a los seres humanos’®. Pero como uno de los maximos defensores de los dere- © Singer (1975). 15 LOS BIENES HUMANOS. Etica de la ley natural chos de los animales reconoce, “Ellos no son agentes morales y no pueden tener los deberes y responsabilidades propios de los agentes morales”. Las cuestiones morales s6lo se pueden discutir con agentes morales, por- que la “agencia moral” -es decir, la capacidad de actuar guiados por los conceptos de lo moralmente recto y lo incorrecto- esta indisolublemente unida a la capacidad de comprender estos conceptos abstractos y de acep- tar o rechazar las proposiciones en las que aparecen. éY qué diremos de los nifios y de los seres humanos con discapacidad mental grave? La condicién de los nifios es sin duda diferente de la de los animales. En circunstancias normales, los nifios pequefios llegan a ser adultos, y llegan, por ello, a ser capaces de entrar en el didlogo ético. Mien- tras crecen, sin embargo, es razonable que estén sujetos a la autoridad moral de sus padres y tutores, pues todavia no pueden comprender por si mismos las razones que se exponen en la conversacion moral, Pero como el escenario paradigmatico de la filosofia moral no esta limitado en el tiem- po, la inclusion de los nifios en el ejercicio de dar y recibir justificaciones interpersonales en realidad consiste en tomar en cuenta las respuestas y objeciones que éstos, en principio, podrian dar més tarde, es decir, cuan- do lleguen a ser adultos. El caso de las personas con discapacidad mental es distinto. A diferen- cia de los nifios, ellos no son solo transitoriamente inmaduros, sino per- sonas con una seria deficiencia con respecto a una caracteristica humana basica. Pero tal como no ¢s licito excluir por principio a un analfabeto que nunca haya leido el Critén pero que podria hacerlo si sus circunstancias econémicas y sociales cambiaran, también los discapacitados, en caso de que fueran seres humanos normales, podrian en principio unirse a nuestra conversaci6n. Con los animales no sucede lo mismo. Si un perro con una severa deficiencia en alguna de las caracteristicas caninas basicas fuera un perro normal, pese a ello no podria formar parte de la conversacién moral Pero una persona con discapacidad mental merece tanta consideraci6n en el debate moral como un campesino analfabeto de Nigeria o Malasia, aunque, por desgracia y en raz6n de sus especiales circunstancias, nunca pueda participar efectivamente en esta actividad. En los casos de analfa- betismo y discapacidad estamos frente a una deficiencia medida desde la normalidad humana. En concreto, tener “consideracién por estas persona: en el debate moral” significa basicamente no aceptar como moralmente licita ninguna accién que un discapacitado habria en principio rechazado, Regan (1983), 357, citado en Regan (1993), 352 | 16 Introduccion en el caso de haber tenido la capacidad normal para discutir con nosotros. Podemos estar de acuerdo en que dafiar 0 perjudicar a un discapacitado es ilicito porque es algo que esa persona no aceptaria si alcanzase la normali- dad requerida para ofrecernos un argumento racional. Nuevamente, équién decide una cuestion moral en el sentido de llegar a una conclusion con respecto a la verdad de las respuestas posibles? So- mos nosotros los que tenemos que decidir, y aqui el “nosotros” se refiere en primer lugar a usted, lector o lectora, y a mi, el autor, asi como también a otras personas que lean este libro, y en general a cualquier ser humano capaz de entender predicados éticos y de usarlos en la formulacion de juicios morales. La practica de Ia filosofia moral es entonces una conver- cin imaginaria en la que tratamos de justificarnos mutuamente ciertas afirmaciones éticas mediante razones objetiv: Plan de la obra Aunque nuestro objetivo ultimo es lograr un acuerdo en materias concre- tas de ética, hay un cierto trecho que recorrer antes de alcanzarlo. Hay que comenzar por los fundamentos. El tratamiento de esta area previa y fundante se realizard entre los Capitulos 1 y $ del libro. En el Capitulo 1 se introduce un principio muy general para la accion humana, que se debe mantener siempre presente. El Capitulo 2 propone una lista de bienes (no se trata de bienes morales, como veremos) que en conjunto definen la plenitud humana o felicidad, que es la meta ultima de todas nuestras acciones. El Capitulo 3 intenta responder algunos asuntos controvertidos que habran ido apareciendo en el capitulo anterior. Luego, en el 4 se formulan ciertas pautas estrategias para el logro efectivo de los bienes, algunas de las cuales proporcionaran el nexo entre este ambito fundamental y otro especificamente moral. El Capitulo 5 interrumpe el curso de la conversacién para examinar algunas cuestiones importantes en vistas a comprender una accion huma- na concreta. A pesar de que esta explicacin es una tarea eminentemente descriptiva, ella contribuye de modo decisivo al pensamiento ético en cuanto proporciona un blanco 0 foco en el cual concentrar la mirada al emitir un juicio moral. Y como para emitir estos juicios se requiere tam- bién de normas morales, en el Capitulo 6 se presenta un esquema de éstas y una estrategia para justificarlas a partir del material fundacional expuesto al inicio. Los Capitulos 7 y 8 aplican las normas ya justificadas a clases de acciones de intenso debate en la actualidad: a ciertas acciones que afectan 7 LOS BIENES HUMANOS, Etica de la ley natural el comienzo y el fin de la vida. Por ultimo, en el epilogo (Capitulo 9) se in- tenta mostrar con claridad las diferencias entre el sistema aqui presentado. y las teorias morales utilitarista y libertaria. Hay autores que sefialan en sus libros qué capitulos se pueden omitir sin pérdida significativa para el lector. Este texto, sin embargo, constituye un unico y extenso razonamiento, por lo que cada paso es importante. Asi y todo, es justo sefalar que si alguien ya ley6 el libro una vez y ahora sdlo quiere repasar los elementos centrales de esta teorfa, convendria que vol- viera a leer los Capitulos 1, 2, 4 y 6. Procedamos ahora al punto de partida de nuestra conversaci6n. 18

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