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LOM rataura De LA LENGUA VARANA QuESiGNITICA SOL, A Sonia, con amor ‘esta novela dela época en que nos buscdbames, com nuestros manuscritos bajo el braze Yn fro por compartir. 5 namon plaz EreRovIc (© 2000 LOM, seponda edeisn Primera Edin, Eitri! Sin Frontera, cotubre 1987 Registro de Propiedad ltlecaal N° 117011 Motiv de tn ener: 1 feliz donate, 1966, Rent Magrite Batra! LOM. Corey Tore 23, Satago Inpeso en oe tales de LOM Miguel de Ate 268, Quits Noma Fanon 7169684 = 716 96951 Fat 716 #308 Imprso et Sanage de Chile Dime Tom, gpor que ests triste? Por ol mundo entero ~£Quién no est triste por ef mundo entero? Se pone cada vez peor. Pero na puedes pasar la vida entristecid por ello, No hay ninguna ley que fo prob. Exysst Hexavcway, Islas en el Golf Pensaba en la tristeza dela ciudad cuando golpea- ron a la puerta En las luces que es tarde de invierno vela encenderse paulatinamente a través dela ventana y cen las calles donde acostumbro @ caminar sin otra com- pata que mi sombra y un cigtillo que enciendo entre fas manos, reconociendo que, o™ola ciudad, estoy solo, experando que el bullicio cotidinno Se extinga para resp rar ami antojo, bber un par de tragos en alg tin bar de ca monta y regzesar a mi ofiina con la certeza de que To tinico real es la oscuridad y el resuello de los lobos agazapados en las esquinas. Fabia sido un dia malo, on momentos llenos de tedio y ganas de ser otra persona, en otro oficio y otro ‘mundo. Aesa hora dela tarde 20 alentaba un cambio de suerte ni la llegada de mi hadi madrina. Un dia malo, Como tantos desde hace tanto tiempo. Por la mafana, la esaca;al mediodia, caminar urs docena de cuadras has- ta sentirla humedad comiendo™is pes:y al final, egar al despacho a estudiar el progr4m@ hipico 0 leer una no- ‘ela polical adquiridaa a rapid en unalibrersa de viejo. En definitva, Io de siempre. Dias pasar otro cia sin ha- cer mucho esfuerzo porque se note mi presencia. Ya hay omasiadiosen el euedo que quieren matar al toro y mur chos més que ni siquiera alotnzan a ubicarse en los asientos Los golpes se repitieron y Iuego de unos segundos Ia puerta se abrié permitiendonté observar a una mucha- huideunos veinteafios Morena decabelleralargay negra, {unos pantalones vaqueros que s@ceflan sugerenies asus ‘muslos. Su rostro no era feo y, se8uramente, acompafiado de una sonrisa habria llamado a atencion de muchos. 9 TE > ee ee EI senior Heredia? pregunt6 deteniéndose jun- toala puerta, El mismo, adelante -respondi al tiempo que arre- ‘glaba el nudo de mi corbata, recordando el nombre escrito ‘en la placa de acrilico que habia hecho colocaren la puerta, diez afos atrés, con un agregado de “investigaciones lega les" bajo él, sin saber hasta esa fecha qué clemonios queria decir con eso. De seguro provenia de los afios en que dejé de estudiar leyes, porque comprendi que la justicia se mo~ ‘via por otra parte, amparada porla complicidad del dinero y el silencio. Entonces instalé el negocio. Nada importante {que me haga ocupar portadas de revistas, Maridos celosos que quieren saber de sus mujeres mientras ellos estén en. sus trabajos © con sus amantes; muchachas descontentas {que se escapan de sus easas y aparecen a los pocos dias en lade alguna amiga; en.el mejor de los casos, algcin robo al que la policia no le presta atencién. No es demasiado en. verdad, pero no me quejo. Me gusta lo que hagoyy creo que ‘no son muchos los tipos que pueden decir lo mismo. Sino fuera asi, habrfa puesto llave ami oficina,regalado la pisto- lacalibre cuarenta y cinco, y desde hace unos ats vegetaria| en un empleo piiblico, esperando los fines de semana para salira pasear en un auto cancelado con interminables cuo- tas mensuales. Sm gusta lo que hago, y mas atin, es grato| sentir la libertad que poseo, sin que nadie me dé 6rdenes 0 ‘a quien poner caras simpsiticas por las mavianas. -Necesito su ayuda ~dijo la muchacha acercén- dose hasta mi escritorio atestado de papeles. Temblaba bajo su ropa y no era preciso ser mago para adivinar ‘que habia caminado largo rato en medio de la luvia que ‘empapaba la ciudad, Le dije que tomara asiento y Ie ofreci café. Me le- vanté y junto ala cafetera eléctrica busqué sin éxito un paquete de grano molido para preparar la bebida. Con- trariado, revisé mis bolsillos y encontré en ellos sélo un par de arrugados billetes de a mil pesos. Era todo mi capital hasta la noche en que, con un poco de fortuna, me devolverian un préstamo. “Se termin6 el café. La invito al boliche de la es- quina y ahi me cuenta su problema -le dij. 10 Ella miré con recelo y titubed. Es s6lo una taza de café insist, y mientras me in- ‘corporaba observé mi rostroreflejado en los vidrios de la ventana. Clamaba por una navaja, y mi cuerpo por una ‘ducha caliente de quince minutos y una camisa limpia, No podia quejarme si mi aspecto no daba confianza, Jamis ha- bria entregado una moneda de diez centavos alcuidaclo de tun tipo con mi facha. No quisiera molestar, senor Heredia ~contest6, Le regalé la mejor de mis sonrisas y me puse el im- permeable No es molestia. Hace frio y a los dos nos vendra bien beber algo caliente -Ie dlije y enseguida agregué: Por favorno me llame serior. Con Heredia a secas basta y sobra, El café era malo, pero al menos entibiaba el cuerpo. En el lugar me conocian bien ponque todas las mafanas ppasabaa desayunar y a comprar una cajetilla decigarrillos, yy cuando sentia hambge, bajaba de mi oficina a comer una Salchicha con abundante mostaza o a beber un corto de co- ‘hac Tes Palos que, a pesar de saber mal, me alentaba hasta lalma, suponiendo que la tuviera. “La escucho, tiene toda mi aten tiempo que encendia un cigarrillo. Bueno, sefor. “Heredia, s6lo Heredia ~interrumpi. La verdad es que no sé cémo empezar, Heredia. —Comienza por decirme tu nombre. Td ya cono- ces el mio. Me llamo Marcela Rojas y el problema que tengo se relaciona con mi hermana. Su hermana se llamaba Beatriz y era dos afios ‘menor que ella. Marcela tenia veinte y trabajaba de dac- tilégrafa en una oficina de contabilidad. Beatriz, ‘estudiaba medicina y al parecer era la tinica que hal tenido la oportunidad de estudiar en un grupo com- puesto por cinco hermanos y un padre viudo que intentaba llegar a viejo como funcionario de un Servi- cio Pablico. ‘Todo se daba mas © menos normal en Ia familia. ‘Quejas por el dinero, que nunca sobraba, y de vez.en cuan- do una discusién familiar para mantener activos los mn -le dije al un nnervios, aunque segtin Marcela el ditimo tiempo eran mas frecuentes las disputas entre Beatriz y su padre, las que fariablemente terminaban con una amenaza de expul sién de la casa por el lado del papé o de fuga porel dela final boté la esponja tu hermana y se fue de la interrumpiendo un relato del cual creia cono- cer el final Eso pensamos, aunque en verdad no hemos ave- riguado nada, Le preguntamos a sus amigas del bazrio y no lahan visto, =zHablaron con sus compareros de estudios? Ella conversa. poco de sus cosas en la universi- dad, y con excepeién ce su amiga Teresa, no leconocemos amigos universitarios. ~2¥ qué dice Teresa? -En su casa estuvo.durmiendo las dos primeras noches. Durante la segunda le cont6 que estaba en pro- blemas y qued6 en retirar sus pertenencias al dia siguiente. Pero no apareci6. =2Y In idea de una fuga con algtin pololo? Lo sabria. Ella me cuenta dle esas cosas. Otras tal vez no, pero de sus romances me lo dice todo, lo que por lo demas no es gran cosa. ~{Como asi? -pregunté mientras reunia valor para. terminar de beber el café y trataba de descubrir un dato {que sirviera para atrapar Ia madeja. No era muy polola, Anduvo con un compaftero durante el primer aho, pero a l le fue malen los estudios y volvié a su casa en San Aurelio. “La isla de San Aurelio esta lejos y sélo se puede. egar a ella en barco o en avién ~pensé, en voz alta. Nose me ocurria qué demonios seguir preguntan- do y hubiese preferido estar en el "Zingaro’, donde siempre encontraba un par de conocidios con quienes con- vversar de cosas sin importancia. {Qué otra cosa han hecho para saber de ella? ~pregunté finalmente. jimos a la Posta Central y avisamos a la policia de Investigaciones. eee B Entonces aceplat Dame unos dias y te informaré lo que averigue le dije,y luego de sacar una arrugada tarjeta emi impermea- ble, agregué:En ese carn esti escrito mintimerotelenico. Si aparece tu hermana, limame, Marcela se fue y quedé en el boliche con la imagen de su rostro pallido y sus eabellos mojados. Era una bella ‘muchacha. Diez aio atris me hubiera enamorado de una :mujerasf, pensé, y me respondi que diez altos era mucho tiempo. ‘Necesitaba pensar en el caso y dejar pasar unas horas hasta que Hlegara el momento cle dirigirme al "Zin~ garo». Llamé a Garefa, el mozo del lugat, y le pedf un’ cofac al fiaco, Me trajo el pedido, probé un sorbo y me supo a veneno. Vendrén tiempos con marcas mejores, me dije como consuelo mientras el alcohol quemaba mis entea- fas, Una vez repuesto, saquuéde mi chaqueta una libre- ta de apuntes. Sus hojas estaban en blanco y eso significaba el transcurso de varias semanas sin ocupar- -mede un trabajo. En verdad no necesitaba abrirla libreta para saberlo. En mi oficina se acumulaban las cuentas y ‘ada vez costaba mas convencer ala casera que le cance- lasfa los meses de renta adeudados. Pensé que la investigacién seria faci. Por un lado cstaban los amigos de Beatriz y el antiguo pololo de San “Aurelio; por otro, tratar de conocer sus actividades en la universidad. Anoté en la libreta el nombre de la herma- ra, y bajo €l, San Aurelio con maytisculas. Leflo escrito y me di cuenta que empezaba mal el trabajo, pues ignoraba el nombre del pololo de Beatriz y| ‘no se me habia ocurrido preguntérselo a suhermana. No importa, pensé, abservando mi rostro reflejado en los es- ‘pejos que colgaban de las paredes del restaurante; lo que necesitaba era saber si ella se mantenia en la ciudad y ppara eso lo primero era informarme en la oficina naviera yen laslineas areas existentes. Después conversaria con “Teresa, El plan de accién estaba trazado. Para movili- zarme, s6lo me faltaba recuperar el dinero que habia “ ee ee ee LUlUlUtCCSY prestado. Tomé el vaso de licor; lo miré fijo, como ami [peor enemigo y, sin pensarlo dos veces, bebi su con- tenido. Mis tarde, en la calle, tuve que reconocer que el aire fio del invierno me sentaba bien. Se refrescaban los pulmones y podia caminar sin temor de acalorarme las quince cuadras que me separaban del "Zingaro’. 18 EI "Zingaro" era lo de siempre. Un atolladero de humo, ruido y borrachos. En algunas mesas se jugaba al dominé y en otras, la mayorfa, solo se tomaba. Un mes6n Jargo-unia los extremos delbar y a uno desus costados se formaban tres o cuatro hileras de clientes que pujaban ppor alcanzar sus copas. ‘A la hora que legué no era facil conseguir un tra- {g0, pero tampoco venia con el dnimo de esperar ‘demasiado. Los pies me pesaban y algo del frio de las vyeredas se filtraba por los hoyas dle mis zapatos. Sin nin- guna suavidad aproveché la ventaja de mi metro ochenta dleestaturaparaintroducirme a empujones entre los clien- tes. Uno de ellos traté de reclamar, pero le puse cara de ‘malas pulgas y el tipo, luego de mirarme, prefirié guar dar silen®io. Le levaba varios centimetros de ventajay el hombre se dio cuenta. ‘Ya junto a la barra, acomoclé mi humanidad sobre Jamadera oscura y sucia, Necesitaba algo para entrar en calor y se lo pedi al mesonero, esperando que mi amigo ‘cumpliera sus promesa y llegara a tiempo con el dinero. [Bebila copa de un trago y llamé al mozo para que la repi- tiera. Mientras lo hacia busqué en mi chaqueta los Cigarrllos. Quedaba uno. Me lo llevé a los labios y luego de la primera bocanada de humo me dispuse a esperar ‘observando a los demas bebecores. La mayoria eran ros- tros extrafios, y los que conocia eran especimenes de los cuales no hay mucho que conta. Repasé mentalmente las anotaciones de mi libreta yestuve de acuerdo en que las acciones a seguir eran las ‘orrectas. Recordé a un amigo que trabajaba en la policia y que a menudo me proporcionaba informacién. Todos ” los detectives privados tienen un amigo tira y yo no po- dia ser a excepeién. Fue una de mis primeras ppreocupaciones cuando instalé el negocio, y por esas ca- Sualidades de las que uno nunca sabe, tropecé con ‘Dagoberto Solis, mi mejor y mas antiguo companero de liceo que, deseando hacer lo mismo que yo, habia deci do inse por el lado donde a uno le entregan una placa de detective, y cada teinta dias, un cheque medianamente jugoso. Con esos elementos se movfa en la batea sin ma- yores sobresaltos,dejando que el trasero se le pusiese gordo y lento, como el de los politicos. En todo caso era ‘mi amigo, y aunque mas de una vez nos habiamos tren- zado a golpes y puteadas, prevalecia un pacto amistoso ue en numerosas ocasiones me habia servido para salir de unaputo. Con una moneda en las manos me dirigi al telé- fono instalado @ un costado de la entrada del bar. Marquié la siete cifras cle rigor y desde el otro lado de Ia linea eseuché la voz de Solis. Lo salude con un par de frases apropiadas para dorasle la perdiz y él escuché pacientemente esperan- Go el momento en que dejaria caer la peticién. Al fina, apremiado por los tres minutos que concedia el teléfo- no, le conté el problema “Quiero que investigues si por tu lado hay in- formacidn sobre la joven ~dije al término de mi historia. Me respondié que lo harfa y le di las gracias, colgando el fono en el mismo momento en que el maldito apara- to.comenzaba a pitear como una suegra cascarrabias. ‘Apenas dé el teléfono vi que entraba al bar mi amigo Pony Herrera, que debia aquel apodo a su afi cién por los burros. Se acercé a mi lado, sontiente, y yo crucé los dedos deseando que el dinero que Te ha- bia prestado para jugar se hubiera multiplicado. “Todos llegaron donde debian, viejo y querido Heredia ~dijo a modo de saludo y enseguida sacé un _grueso fajo de illetes desde el bolsillo derecho de su chaqueta, {Qué te parece esto, Heredia? ~pregunt6,abani céndose con los billetes, todos verdes y dea mil pesos. 18 Si te los pasas por la cara te puedes pegar una infeccién -le contesté aparentando indiferencia. ~Puros aviones, compadre. No fall6 ninguno de los datos y tuve que conseguirme un saco para traer la plata, “Me alegro, asi puedes pagar lo que me debes, ya que estoy con los bolsllos planchados, “Por supuesto, vigjo y querido Heredia. Aqui est lo tuyo -aijo alargéndome veinte billetes. Luego tom6 ‘otros cinco y agregé: Estos son los intereses que te co- rresponden. No, eso no me pertenece -le respondt rechazan- do el dinero. ~Quedamos en que éramos socios, Heredia. Te equivocas. S6lo era un préstamo y yo un sucio y vil prestamista que nunca haré sociedad con nadie. —Tiino cambias. Siempre tratando de ser honrado. -Honrado es una palabra que ya no usan nien los libros. De eso no sé nada, Heredia, Pero si ta lo dices, te creo. -No lo dudes ni te amargues, Tampaco te pongas {iste ni se te ocurra dejar de invitarme un par de tragos. Los que quieras. Y esta noche en mesa, como ca- balleros, ya que por algo tu amigo tiene plata. 'Y claro que la tenia, aunque no sé si bebimos como. ‘caballeros. Popy pidi6 una botella de JB, y mientras le dabamos e! Bajo, fue contando con pelos y sefiales cada luna de las carreras acertadas. Lo escuché con atencién, a ;pesar que en mi estémago algo se inquietaba y no era el alcohol. ‘Cuando Herrera termin6 de revivir las carreras, ddecidi6 que el licor no bastaba para celebrar tantas ga- nancias e insistié en que fuéramos a buscar un par de ‘mujeres para pasar la noche. “Tal ver. otro dia, Pony -le dije-. Hay cosas por las. ‘que no me gusta pagar. ~Tonterias, Heredia. Sino aceptas me embarras la noche. “Nada de eso. La botella se acab6, asi que ahora, {tia lo tuyo,y yo por mi ado. 19 Al menos acepta que te invite un Gltimo tragoen. labarra, Contra eso no tenfa argumentos para oponerme. Fuimos a la barra, pero no bebimos una copa sino tres. ‘Cuando nos separamos, Pony estaba apoyado en el me- s6n tratando de conciliar un buen suefio. Sali tambaleando del "Zingaro’, prometiéndome no beber mas. Sabia que cera mentira, pero decirlo me daba la idea de poder man- tenerme mejor en pie, ‘Miré a mi alrededor y no habia nadie, La ciudad sigue triste, pensé y escupsal suelo mi pena. No importa- stigar, y aunque a ba. Era un ebrio con un ¢aso que in nadie le importara, eso me hacia feliz. ‘Ala manana siguiente desperté con el ruido del felefono, Estab tendo sobre un silo defelpa y cuar- do abr los ojos me cost6distinguir que las campanadas Yenian desde fuera de mi cabeza, Tom el fon y pasado Blgumos segundos reconoct I vor de Sols “Tengo un hacha enterado en la cabera ~contesié fasu pregunta sobre mi estado de salu No vas por buen camino ~djo Solis. El alcohol se sient desde tc. Las préicas das paa el domingo. Me intere- sa saber de la muchacha, No tenemos nada “Diantres, no es noticia para esperar aun flan de madrugada “Sor las once yayerentend que la informacién te apuraba contest Sais siempre de buen humory de se- ure con untaza de cae ala mano Sino lo empefaste anoche, mira tu reloj. —Confio en tu palabra y si quieres hacer bromas ‘espera a que desentierre el hacha. ~Seria darte ventaja, Heredia. Prefiero dejarte solo. Si aparece algo nuevo, zte acordarés de tu amigo? Desde luego, y lo mismo vale para ti. Te lo agraclezco. Sino fueras tan feo te llevarfa un samo de flores y te daria un beso ~le contesté y él di algo irreproducible, relacionado con mi madre. Ensegui~ dda colgé el teléfono y quedé con el fono en la mano sin saber qué demonios hacer. ‘Sin embargo lo sabia. Me di una ducha y bajé a tomar café al boliche de la esquina, Mi cabeza no dejaba a de girar y el fuerte sol de la mafiana me golpe6 con Ia suavidad de un martillo. $i Dagoberto no contaba con informacién podria ser que lo de Beatriz no pasara de un susto familiar. Pero tenia mis propias pistas y trabajar un poco en ellas no me provocaria catarro. Lo primero era agotarel dato del antiguo pololo y para ello me dirigi a la Gnica oficina naviera existente en laciudad, Después de aguantar una docena de preguntas y malas caras, logré llegar a una oficina que se dedicaba al control de los pasajeros. Me atendi6 un tipo que parecia ro tener nada que hacer Explicé que los registras de pasa. jeros se Hlevaban en forma computacional, y e30, por la expresién de su rostro, debia impresionarme. Pero para tentonces ya conocia a muchos taraclos que creian que con ‘un computador se arreglaban todos los problemas del ‘mundo. Ni como tema de conversacién lo soportaba, r3- z6n por la cual decidir al grano. Deseo saber si una persona viaj6 a San Aurelio uno de estos iiltimos dias, “Uno de estos dias es muy vago. El sistema necesita, datos precisos. Barco, dia, hora ~Si supiera todo eso no necesitarfa venir al 20olégi- co, Sé que pudo viajar durante la tiltima semana, No tenemos tiempo para un trabajo as{-contesté el funcionario sin ninguna intencién de trabajar por primera vez.en su vida. Puede ser, pero también puede ser que salga de aqui ¥y vaya a conversar con su jefe, y si él io me atiende, siem- pre exist un gorco mas arriba quien plantearle una queja “Esti bien no se sulfure ~contest6, ponigndase de pie para buscar unos listacos que se hallaban en un armario. ~Aqu{ esté la informacién del tltimo mes -dijo, al tiempo que me mostraba los papeles. {Los revisa usted 0 yo? Usted parece estar apuraco ~contest6 y tuve que reconocer que habia dejado un buen blanco para que pro- pinara el mandoble que acababa de darme. Emprendf la revisién de los listados y al cabo de media hora llegué a la conclusién de que Beatriz. no ja vijado en barco. Se los devolvé al funcionario y ste pregunt6 si estaba In informacién de mi interés. “No -le respondi,cortant,y el tipo ensay una onrisa de oreja a ore. 72 para qué deseaba ese dato? -pregunt6 que- riondo revolver tn poco més Ia herida, “Eso no te importa Ie contesté decidido a de- Yolverle Ia mano. El hombre se enfureeié y antes que Iratara de echarme de su oficina, me dispuse a salir [por mis propios medios, m2Que se ha creido? 2Quién es usted? gels, enojado “El Llanero Solitario -respondi, cerrando con fuerza In puerta de la oficina, Cuando el fulano eeac- ciond ya me encontraba en Ia calle dispuesto a ontinar Ia investigacin en las linens aéreas. En 65- fas el trabajo fue mas fcil pero con idéntico resultado Recorr las cinco aerolineas que ofrecian viajes hasta San Aurelio y el nico avance fue rayar un par de pa- Jaros en mi libreta, Caminé un rato por las calles cescanas a la iti ‘ma oficinavisitada, evitando aplastara los numerosos ryendedores callejeros que desparramaban sus merca- Alera por el suelo, y cuando descubri un restaurante {que offecia precios convenientes entré a comer algo. Mientras fimorzabe, soportando el tfillo vine- s0 que impregnaba el lugar, decid aceptar que Beatriz fo habia salido dela ciudad. Al menos no por los can ‘uictos habituales, Debia entonces recuret a la amiga Iencionada por Marcela. Revisé mi libreta y aprendi tle memoria In direccin desu casa. Vivia en un depar- famento dela Villa Resignacién,y para legar a ella en bus necesitaba a lo menos de tres cuartos de hora. Mi Tint 600 estaba descompuesto y no tenia los pesos que fe requerian para sacario del taller mecénico a donde habia envindo a reparar “Teriné de almorzar y me puse en camino. Por mera vez en el dis la moneda cayé por el lado de mi na, ya que logré encontrar a Teresa en su casa, Nes los antes de que se marchara ala universidad “Tengo que devolver unos libros en la biblioteca. Si quiere me acompana y conversamos en el camino dijo, sin preocuparse de saber quién era yo. ~Conforme -respondl,y ecordando que mis héroes favorites acostumbraban a ser galantes me ofreci para He- var los libros. Salimos del departamento y en el ascensor le expli- 4quélosalcances dle mi investigacn. Noté quese inguietaba almencionarle mi actividad, perologré tranquilizarlay que ‘me contara fos detalles de ls dos noches que Beatriz habia pasado en su casa. Saber es0 no era novedad, slo sorvia para corroborar lo dicho porMarcela. Lo novedaso fue en terarme que antes ce partir, Beatriz le habia pedico que se deshciera de algunos papeles dejados en lahabitacién que ‘ocupara.Interesado, le pregunté mas sobre lo mismo. ~Papeles -contestsy luego clemostrando preocupa- in, agreg6 Seguro que usted noes del polcia ode otro ‘organismo similar? Seq. Ando mal, pero atin no lego tan bajo. In- vestigo por mi cuenta y por encargo de la hermana de Marcela “expliqué “Documentos politicos ~dijo mirandome a los ojos enbusca de un gesto de confianza. Te contd si estaba metida en algtin embrollo? -Sélo me pidio que destruyera los papeles, cosa que hice el mismo dia queella se fue. ~Alparecer tenemos algo que puede dar seatidoasu dlesaparicion. dBi qué esta pensando? ~Aainennada concreto, élo tio un poco de hum al ~Paxece preoeupade. “Lo estoy, pero ese es otro cuento, Ti que estudias conella, sabes tenia un amigoen la universal en quien confiara a os cerrados? —Nosotras somos muy amigas. Enel iltimo tiempo ime cont6 lo de sus peleas en su casa. La noté tan afligida que le suger’ venirs ala mia. Al principio no acept6, pero Ja semana pasada leg con sus cosas, sin expliarme nada en especial. 24 -2¥ ottos amigos? “insist. “Alguna vez hablo de un companero que le gusta- ‘ba y que le hacia los puntos. {Usted entiende? La verdad es que no mucho. Quiero decir que él pretendia conquistarla. “La cortjaba, es es0? “Supongo que as se dirfa en su tiempo. Tan viejo no soy. Ain me faltan muchos os para Icogerme a jubilacin. “No quise ofenderlo, pero se ve dstnto, “No me ofendes. A veces sobrevivir no es cil y es0 5 nol. “St imagino que tiene raz6n. “Ya es algo, porque estoy cansado de explicar mis motivos Sin embargo no estoy aqupara contarmi vida ni fobarte mis tiempo del necesario. Creo que no es mucho tis lo que puedes decirme, ast que te dejo y espero ta Tlamada'en caso de que se fe ocurra algo revo “le res- Ppondi al tiempo que le entregaba tna tarjeta de visita. “{No se interesa por el nombre del amigo de Bea- tz? -Demonios, claro quest, Parece que con el tema de nied se me esfumaron las idens “Se llama Pancho ~dij rsuena ~zPancho qué mas? “Francisco Valverde. Ffudia en nuestra carera y fs inconfundible. Alto, coloriny nose saca nunca deenei- gna una chaqueta de coteé verde. “Seri una gran colaboradora le dje a modo de despedida ‘Al djara Teresa eran mas de as seis de atarde. Me hullaba cerca dela sede universitara donde estudiaba Be friz, pero a pesar de eso deciisuspender el trabajo. Inta ue las cosas se darian con algcin grado de dificultad y era Dreferible dejar um hilo suelto para tener de dé jase ak tia siguiente El vijo lemingway aconsejaba a los ese fores jovenes no secar el ozo de una vez, y aunque no fescribia cuentos, aplcaba su consejo a mi ofici, Por To dems, cl cansancio se hacin presente y deseaba beber {una buena copa de algo fuerte yreponedor.

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