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Chile en cuentos Antologia del cuento infantil IBBY-Cile sracones do Andes, CHILE EN CUENTOS Antologia del cuento infantil IBBY CHILE Compilacién de Héctor Hidalgo llustraciones de Andrés Jullian HISTORIA DE IBBY CHILE ORGANIZACION INTERNACIONAL PARA EL LIBRO JUVENIL Entodos los paises del mundo existe una organi- zacidn que promueve los libros infantiles de calidad llamada IBBY. Esta es una sigla en inglés que signi- fica International Board on Books for Young People es decir: Organizacién Internacional para el Libro Juvenil. En inglés y en alemén el término genérico es “juvenil”, en cambio en espafiol, es “infantil”. Ast, se habla de literatura juvenil o biblioteca juvenil para Jo quic en los pafses de habla hispana llamamos “in- fantil’: literatura infantil o biblioveca infantil: Esta Organizacién, cuya sede principal esté en Pasilea, Suiza, fue creada en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, a iniciativa de la perio- dista alemana Jella Lepman (Stuttgart 1981- Zurich 1970) quien realzé el buen libro infantil como inte- grador de los nifios del mundo educados a través de los libros para preservar la paz. a autora de otigen judfo habfa escapado a In- glaterra donde se refugié tras la persecucién judia por los nazis. Después de la guerra, retorné a Ale- mania, radicdndose en Miinich donde comenz6 a gestar una asociacién para el fomento de los libros infantiles de calidad literaria. A partir de su iniciati- ‘va se crearon diversas instancias, como un centro de investigacién de la literatura infantil, actualmente en servicio en el Castillo de Blutenburg en Baviera,” ‘Miinich, donde funciona la Biblioteca Internacional de la Juventud (Internationale Jugendbibliothek). Esta Biblioveca coleccichha libros infantiles y ju- veniles de todos los pafses del mundo y de todas las épocas para que los especialistas de diversos pafses del mundo puedan allf investigar sus materias de es- tudio. También custodia y preserva las ilustraciones de los libros infantiles y atesora importantes libros para nifios editados en el pasado. Son los libros his- ‘t6ricos que permiten analizar los contenidos de los libros infantiles de otras épocas, su forma de edi- cién y de ilustracién, Esta Biblioteca otorga becas a Jos especialistas internacionales que quieran perfec- cionatse en esta rama de estudio durante un lapso de tiempo entre uno y tres meses. A partic de las iniciativas de Jella Lepman en tor- no al coleccionismo de libros infantiles, Ia investiga- cidn y la promocién de la lectura, en cada pals del mundo a partir de los afios 50, se formaron filiales que tuvieron como objetivo primordial velar por la cteacién, el estudio la ilustracién y la difusidn del li- bro infantil de calidad. Asimismo se creé el Dia In- temacional del Libro Infantil que es el 2 de abril, fecha! Pe nacimiensa de Hans Christian Andersen, el autor danés del siglo XIX, autor de El patito feo y El soldadito de plomo entre otros cuentos, a pent) cn sus obras literarias la tolerancia, el respeto, la be- Ileza, y la consideracién a los més débiles. Er todo el mundo, ese dfa se lee a los nifios un cuento de Hans Christian Andersen 0 se realiza una actividad especial en torno a los libros infantiles, tal ‘como una lectura en vor alta, una dramatizacién. 0 una actividad liveraria en la biblioteca como la visita de un esctitor o una exposicién de libros infantiles especialmente seleccionados. “También se comenzaron a desarrollar las Perias del Libro Infantil en todo el mundo, siendo la mds destacada fa Feria del Libro Infantil de Bolonia, al norte de Italia, un punto equidiscante a muchas ciudades de Europa, donde las editoriales de todo el mundo presentan todos los afios, en el mes de abril, lo més destacado de su produccién de libros infantiles, Esta no es una feria para comprat libros sino cue es una muestra internacional para que los editores compren derechos y los profesionales del libro infantil (bibliovecarios, profesores, escrivores, ilustradores, promotores) conozcan las ‘iltimas ten- dencias y actualicen conocimientos. Cada dos afios se realiza un Congreso IBBY en ‘un lugar del mundo para reunir a todos los especialis- tas dal libro infantil. En estos Congresos se analizan Jos diversos temas que atafien ala literatura infantil, se comentan las recientes tendencias y se crean alianyzas para el mejor fomento del libro infantil en cada pals. En los ltimos atios, el Congreso BBY ha tenido lugar en Cartagena de Indias (Colombia), Sud Affice y China. En 2010 fue en Espafia en la ciudad de Santiago de Compostela, en el mes de septiembre, IBBY Chile libro infantil, Algunas de estas primeras escsitoras que integra. ron IBBY Chile fueron Maité Allamand, Alia the tel, Chela Reyes, Gabriela Lezaeta, Marfa Siva Osea y Amalia Rendlic. En un comicnzo, ls escritoras de IBBY Chile se reunfan en las actividades como concursos de cuentos infuntiles y uss @ colegios para conversar con los nifios acer, 1 8 libros. Por esos afios, y al igual que ahons cl libro Papelucho (1947) se ela en todos los colegios, dle modo que era todo un acontecimiento onan esctitora Marcela Paz visitab i uelas junto con Alicia Morel, ‘muita Cantoray El Duende Melodia (1956), los afios 70 se impuls6, durante tres afios con- seaurivos, la creatividad literatia de nifios y jévenes, a tavés de un concusso nacional de cirentos ¥- poesias. ELresultado fue la publicacién del libro Los nitias cuen- tan (1977) editado por el Ministerio de Educacién. All escribieron nifios que con el correr del tiempo se convirticron en importantes narradores nacionales como Arturo Fontaine Talavera. En 1979 vino a Chile lacscritora y especialista es pafiola en literatura infantil Carmen Bravo-Villasante adicar conferencias en cl afio Internacional del Nifio revitalzando el ambiente y dando nuevas fuerzas, Ella querfa saber también cémo habfa funcionado la seccién chilena de IBBY que habfa impulsado desde Espafia. ¥ para ello, se uni con log autores quc cn Chile escribfan libros para nifis, intercambiando im- presicnes y estimulando a los autores, A partir de esta visita, el nticleo inicial de IBBY Chile comenzé a ampliarse hasta llegar a cerca de 20 profesionales del libro infantil que comenzaron a destacarse a nivel nacional en la creacién y difu- si6n ce libros para nifios y jévenes. Y no sélo escri- tores. También integraron IBBY Chile pedagogos, bibliotecarios, promotores del libro y la lectura, editores, personas vinculadas a la investigacién, 2 los talleres e ilustradores, En esta etapa de modernizacién y renovacién, a pattir de los afios 80, coincidente con un auge del buen libro infantil en Chile, se integraron a IBY Chile diversos autores profesionales que aportatoit nuevas ideas y experiencias. Entre ellos, los escri- tores Cecilia Beuchat, Sail Schkolnik, Ana Marfa Glliraldes, Jacqueline Baleells, Manuel Pefia Mu- fioz, Manuel Gallegos, Victor Carvajal, Marfa Eu- genia Coeymans, Marfa Luisa Silva, Héctor Hidalgo ¥ otros autores. También se integrarortilustradores como Carlos Rojas Maffioletti, editores como Ve- rOnica Uribe y promotoras de la literatura infantil en sus medios de trabajo, principalmente colegios y bibliotecas, como Teresita Lira, Marfa Teresa Ira- rrdzaval, Marfa Graciela Bautista y Carmen Lucla Benavides, entre otros participantes. Un aporte de IBBY Chile en esta época fue Co- bri, una revista especializada de literatura infantil, dirigida por Luca Gevert que se distribuy6 a los profesores y bibliotecarios a través del Ministerio de Educacién, y en forma directa a los interesados en diversas conferencias. De aparicién semestral, Colibri inclufa critica de libros, entrevistas a escti- ‘tores, cuentos, noticias, artfculos sobre literatura o educacin, sugerencias para estimular el hébito de lectura ¢ interesantes experiencias pedagégicas, en- tre las que se cuentan la difusién del teatro infantil, las actividades de cuenta cuentos, la realizacién de talleres de poesia en los colegios y las experiencias literarias en colegios de nifios ciegos. Junto a las publicaciones individuales de los in- tegtantes en los génetos de poesta, cuento, novela, teatro y ensayo, hay que destacar las antologfas que petmiten difundir la creatividad de sus miembros, cada uno con su estilo diferente. Ta primera fue publicada con motivo de cum- plirse los 21 afios del IBBY en Chile y se ticuld Cuentos y leyendas iberoamericanos (1985) en Edi- torial Andrés Bello, que va en la tercera edicién. El siguiente Cuentos cortos de la tierra larga (1989), fue posible gracias al aporte de Fundacién Andes y Edi- torial Andrés Bello. Este libro no solamente es una antologla de los principales autores que escriben para nifios, sino también de ilustraclores. Enseguida vino Cuentos de principes, garzas y manzanas (1991) publicado por Ediciones $.M. Chile, y Cuentas del fin del mundo (1992) por Editorial Andrés Bello, ‘con motivo de la celebracién de los 500 afios del Descubrimiento de América. Diversos escritores del IBY participaron tam- bin en la edicién del libro Cuentos chilenos para los nifios del mundo (1992) de Salo Ediciones, que se publicé como una contribucién a los 500 afios del Descubrimiento de América, Otro aporte de IBBY Chile fue la publicacién del libro 19 entrevistas a a imaginacién, Escrivores Liveratura Infantil-Juve- nil IBBY Chile, (1994) Ediciones SM-Chile, que contiene informacién biobibliogréfica de autores 13 nacionales que escriben da con una entrevista a ahora Chile en cuentos. A Publicado en 2011 por MN Editorial, __ Asimismo hay queamencionar las visitas a cole- Bios de todo el pats y principalmente ferias de libros Que se han celebrado en Iquique, Antofagasta, La Serena, Coquimbo, Ovalle, Rancagua, Santa Cruz, Chillén, Talca, Concepcién, Constitucién, Vald Vie, Puerto Monte y Coyhaique, Estas ciudades han fontado con la presencia de autores de la seccién, hacigndose presentaciones de libros y dando char sobre diferentes aspectos dela literatura infanil di tigidas tanto a nifios como a Profesores, seit marzo de 1998 se inauguré en el Museo de Ciencia y Tecnologfa de la Quinta Normal de Sew. tiago la Sal clel Libro y la Semilla que contiene una ‘muestra histérica de libros infantiles y juveniles nny blicados en Chile. aera En los iltimos afios y a impuls ; sltin pulsos de IBBY Chile, ls editoriales chilenas se han esmerade por Publicar ediciones bellas muy bien ilustraday, fee hace unos veinte afios era muy dificil publicar ya que existia la idea de que no se vendian libros para nifios. Hoy, esta situacién se ha revertido porque los libros més vendidos en la Feria del Libro de la Estacién Mapocho son los infantiles, ‘También se ha creado la Feria del Libro Infantil del Parque Bustamante con invitados internacio- nales y diversas actividades en pro del libro infan- til Y en la provincia, el escritor Manuel Gallegos, integrante de IBBY Chile, cred la Feria del Libro Infantil en Pucrto Varas que lleva varias ediciones consecuitivas, durante cl mes de noviembre, ‘También se ha observado un creciente interés, nosélo de parte de los nifios involucrados en el libro infantil, sino de padres y profesores que solicitan un asesoramicnto més profesivual invitando a los escri- tores a dar chatlas a los colegios 0 a participar como jutados en concursos literatios, presentaciones de libros y disertaciones en las ferias del libro. Biblio- tecatios, ditectores de colegios, profesores, ediores, padres y apoderados, piden ahora la opinién espe. cializada del esctitor de libros para nifios, cosa que antes no ocurria tan frecuentemente. Por otto lado, los educadores estén interesados en especializarse en el tema, prueba de ello, es laasis- tencia a cursos y seminarios de la especialidad, mu- ches de ellos auspiciados por el Consejo Nacional del Libro y Ja Lectura, Es muy interesante observat 15 que los profesores de pedagogia bdsica especialmen- te se interesan en perfeccionar estas materias para estar al dfa y compartir mejor con los nifios, éomis-” nicéndose con ellos a través de libros de calidad. TBBY-Chile afianza permanentemente activida- des en pro del libro infantil y juvenil y promueve Ia calidad literaria y los valores relacionados con la paz, el respeto, la sensibilidad y la tolerancia. Actividades de IBBY Chile Las actividades de los integrantes de IBBY Chile son numetosas y entre ellas, podemos mencionar: ediciones de libros, colaboraciones con el Ministerio deEducacién y editoriales, visitas a escuclasy centros culeurales; direccién de talleres litcratios, encuentros litetatios con los nifios en colegios, actividades de cuenta cuentos, orientacién literaria a nifios y jve- nes, diteccién de cursos, talleres a profesores y bi- bliotecarios, participacién de sus integtantes como conferenciantes en seminarios, panelistas en mesas redondas y jurados en los concursos que tienen lu- gat en colegios y en las ferias del libro infantil. IBBY Chile oftece sus servicios como otganiza- cin de profesionales del libro infantil a directores de colegios, profesores, bibliotecarios, padres y apo- derados, a través de charlas, visitas a colegios, con- ferencias a profesores, padres y apodetados, talleres de creatividad literaria y; en general, todas aquellas actividades de apoyo al desarrollo del hébito de la lectura y al disfrute del buen libro infantil. Han sido presidentes de IBBY Chile los escri- tores Marcela Paz, Lucia Gevert, Ana Marfa raldes, Héctor Hidalgo, Victor Carvajal, Mauti cio Paredes, Marfa José Gonzilez y Marfa Eugenia Coeymans, entre otros, En la actualidad, [BBY Chile se ha abierco a recibir a nuevos integrantes que quieren colaborar en la difusién del libro infan- Uil desde distintos dmbitos. Un detalle de las actividades de IBBY Chile, en los tiltimos afios consigna entre otras, la edicién de muchas publicaciones recientes, tanto creativas como de textos especializados ¢ informativos. Integrantes de la Organizacién fundaron la re- vista Habla una vez destinada a difundie articulos especializados, entrevistas y noticias relacionadas con la LIJ, También se registran en los titimos afios cursos de formacién impartidos y la intervencién, de sus integrantes en congresos y seminarios. Entre Jas mds importantes, hay que mencionar la partici- pacidn de IBBY Chile en el proceso de seleccién de los libros para bibliotecas escolares que forma parte de un proyecto del Ministerio de Educacién para abastecer de libros a 900 escuelas de todo el pals ast como en el Programa de MECE (Mejoramiento, Equidad y Calidad de Ia Educacién) del Ministerio de Educacién. wv Asimismo, integrantes de IBBY Chile han me- recido importantes distinciones en el Ambito.del libro infantil y juvenil tanto nacionales como ex- tranjeras. Diversos integramtes de IBBY Chile participa ron activamente en el Primer Congreso Iberoame- ticano de la Lengua y la Literatura Infantil, cele brado en el mes de febrero del 2010 en Santiago de Chile. En la actualidad, IBBY Chile tiene reuniones mensuales en el Café Literario de la comuna de Pro- videncia, en las que se afianzan permanentemente actividades en pro del libro infantil que promuevan la calidad literatia y los valores relacionados con la paz, el respeto, la‘sensibilidad y Ia tolerancia, tal como lo deseé Jella Lepman, Manuel Pefia Mufioz. Esctitor y Especialista en Literatura Infantil. La poza de la juventud Pampa del Tamarugal. Primera Regién de Tarapaca. En la Primera Regién de Tarapacd, hacia el interior deIquique, se extiende la Pampa del Tamarugal. Hace tiempo, en wna gruesa capa de caliche se instalaron las oftcinas salitreras. También existen allé grandes salares, como el de Pintados; todos son espacios sipices de la zona, De distancia en distancia, se aprecian algunos purblos que dan vida al desierto, como el de Tirana, donde en julio de cada afto se celebran las fiestas a la Virgen. En los primeros contrafuertes cordillenanos nacen algunas quebradas que no aleancan a llegar con sus aguas hasta el mar. Sin embargo, som suficientes para formar hermosos oasis, donde han vivida, desde siempre, algunos pueblos andinos. Hoy son lugares chi- lems, como Pica y Matilla, que entregan ricos frutos sropicales Es corsin dé a princesa Matilla—fusta! que'd minaba las éridas ticrras del desierto en Tarapacé y los primeros contrafuertes cordilleranos~ se estreme- cié cuando le contaron el terrible destino de un pe- quefio nifio de su pueblo. Se llamaba Chuqui y tenfa apenas un afio, Habfa perdido a sus padres en el terremoto que recientemente azotara la regién. Aho- 1a estaba solo en el mundo, porque toda su familia desaparecié bajo la avalancha que cayé sobre el pue- blo desde los cerros. Sélo los vecinos se ocupaban de ly un dia llegaron hasta el pucaré? a pedir ayuda, Alf habfa vivide siempre la familia que gobernaba esas extensiones desérticas, atravesadas s6lo por que- bradas fértiles, Matilla dio drdenes de que lo trajeran ante su presencia. Al ver su cara pura y limpia y sus ojos oscuros y brillantes que la miraban fijamente, tomd de inmediato una decisién: lo dejarfa a su Indo. El nifio se quedarfa a vivir con ella, ya que no tenfa hijos. Sintié que su dios Inti se lo habfa enviado y se lo agradeci6, 1 Niusta: (Vou quechua), princesa-sacerdotisa, En ocasiones, go- bernanta. 2. Pacard: (Vor quechua), lage fortificado, fortaleza. La gente se emocioné al saber la noticia. Algu- nos salieron espontdneamente con zampofis, casca~ beles y tambores a las calles para celebrat, puesto que su muy querida fiusta ya no vivirfa tan sola. Sus padres y hetmanos habfan muesto en una epidemia. ‘Los festejos alegraron su alma, hasta entonces depri- mida por los itimos acontecimientos teliricos. ‘Matilla estaba radiante de alegrfa con la celebra~ ida, y se asomé a la terraza a ver emo su pueblo se divertfa, Cuando la vieron la encontraron asombto- saraente juvenil y radiante. Hacta mucho tiempo que no la observaban de cerca y la recordaban ctan- do su padre se aparecfa para las grandes ceremonias dela comunidad en su compafifa y desde eso habfan transcurrido tantos afivs. Pero parccfa que cl tiempo no pasaba por la fusta, Cul serfa el secreto que la coaservaba ast? Con la cafda del sol se hizo sentir el frfo del desierto y la mtsica y los bailes comenzaton a decli- nat, El calor del dia habfa escapado para dar paso a las bajas temperaturas de la noche. Pero esa vex el pueblo durmié contento. ‘Al dfa sigaiente, justo con el comienzo de la au- rora, cuando el sol apenas se adivinaba detrés de las altas cumbres que rodeaban las viviendas, salié Ma- tilla acompafiada de su fel criada. Se dirigian muy. at sigilosas hasta.un lugar donde las rocas eran de un extrafio colorido, entre verdes y anaranjadas, Las dos-~ mujeres anduvieton por caminos secretos, subiendo y bajando, hasta llegar a una cochaS de aguas tibias, rodeada de paredes de piedra. La princesa se sumer. gid de inmediato, con fruicién, cumpliendo as{ con un diario ritual que la rejuvenecfa. Lo hacia desde adolescente, cuando su viejo amigo hechicero le ha- bla confiado el secreto, con la condicién de que no se lo contara a nadie, salvo, claro, a su criada, quien siempre la acompafiaba y la cuidaba, Estuvo bafidndose en ese manantial fortificante hhasta que sintié sus fuerzas renovadas y ella dispues- ta.a comenzar el trabajo diario de ditigir su comu- nidad. Debfa aplicar justicia y resolver probleias administrativos y econémicos. En especial, se pre- ocupaba de la reparticién del agua, un bien tan es- caso en el desietto. También organizaba las labores agticolas que daban el sustento a la gente, Hasta debfa intervenis, a veces, en problemas domésticos que surgéan por celos y envidias. Matilla salié de la poza tan agradable y el aite fifo de Ja matiana la hizo tiritar, pero su criada la vistié "4pidamente con su manta de vicufia. Luego, ambas 3 Cocha: (Voz quechua, laguna cemprendicron el viaje de regreso sin que nadie advir- tiera su misteriosa y extrafa salida matinal. Un tiempo después de estos acontecimientos, al volver al pucaré vio a Chuqui corriendo por los pa- sillos de piedra para salir a recibislas. El pequefio ya tentfa cerca de cuatro afios y'crecfa feliz. rodeado del carifio de la fiusta, Ella lo tomé en brazos y le dijo: —Eseés muy grande y bello, Luego me alcanzarés. Dijo esto sin pensar que el tiempo yuela y que la nifiez va dando paso, casi sin advertitlo, a la ado- lescencia. La comunidad vivla feliz y las guerras que ator- mentaban a otros ayllust eran desconocidas para la gente de Matilla. Todos la respetaban, y la tietra da- ha ricos frutos bajo las indicaciones aprendidas de st padre. Ahora ella debia ir ensefiéndole a Chuqui sus conocimientos para que, a su vez, os transmitie- ra cuando le Ilegara la hora de guiar al pueblo. Pen- 86 que ya era tiempo de ir formindolo en sus futu- ros deberes. Las costumbres en esas comunidades andinas cran seguidas sin vatiaciones de generacién cn gene~ tacién, Constitufan sus leyes, que aunque no estaban 4 Ayllu (Vor quechua), comunidades sociales y religiosas, de una ‘misma estirpe. ‘esctitas, todos las acataban, Y si alguien cafa en falta, la fusta, con gran sabidurfa, resolvfa las dificultades. Comenzé entonces a llevar a Chuqui a todas partes para que conociera bien a su gente y sus usos, y también para que lo fireran aceptando como st. futuro gobernante. Bl nifio fue creciendo y apren- diendo de todo. Conocia el nombre de los érboles que daban sombra en las quebradas y en el oasis: tamarugos, algarrobos, chafiares y colas de zort0. Supo de los inttincados sistemas de regadfo y de las rerrazas agricolas, necesarias para cuidar el agua y la tiesra fértil, asi como también de la importante la- bor de los pastores cuidando los rebafios de alpacas, vicufias y llamos. Pasaron los salsticins, sina tras atro, y lentamen- teel joven fue madurando, Estaba convertido en un mozo fornido y atractivo, Con inteligencia arreglaba las disputas que ahora le Hlegaban més a él que a la fiusta, Su buen ctiterio y sentido de Ja justicia fue tomando fama en toda la regién, incluso, més allé de los limites de sus tierras. Todos lo respetaban tan- tocomo a ella. Un dia, al atardecer, después de una larga jorna- da, se pusieton los dos a comentar los sucesos del Uitimo tiempo. Entre otros, la temida plaga de vin- chucas que habfa azotado las viviendas, con la con- 25 siguiente enfermedad que ellas transmitfan, En un momento el sol del crepiisculo iluminé de una ma. ‘era especial el lugar donde se encontraban, y Chu ui crey6 llegado el momento para confesaile algo «que hacfa tiempo querfa salir de su pecho. Sin pen- sarlo dos veces exclamé: ~—Estoy enamorado de una nifia, hija de pastores, Maxilla lo miré con su cara llena de felicidad y pregunté: ‘Te quieres casar con ella? El joven sintié un estremecimiento que le reco- r1i6 todo el cuerpo, No podta imaginar que ella re- accionara con tanta generosidad. Al fin y al cabo, €so significaba que la dejarfa mucho tiempo sola. Si formaba una familia, ésta serfa su primera preocu- pacién. Pero desde luego que nunca abandonarfa sus responsabilidades en el reino. No podia ni debla traicionar a Matilla, a quien le debfa tanto. No sélo 'o habfa adoptado como hijo, sino también se habla csmerado en hacerlo un individuo de bien, y con co- nocimientos para administrar sus tierras. —Cémo se llama? —Su nombre es Auca. —Le has hablado ya de tu amor. —No, porque querfa decfrtelo a ti primero, Pe- 10 yo sé que Auca me cotresponde. —Me agradarfa conocerla, Piensa que soy mu- cho mayor que td y que si le es necesario aprender algunas cosas para que te acompafie en el manejo del rein, yo se lo puedo ensefiar. Al fin yal cabo ti vyas a ser mi heredero. A tiya te preparé, Ahora debo hacerlo con tu futura mujer. i Chuqui habfa aprendido a dominar sus senti- mientos. Un gobernante no debe dejarse levar y perder el control. Pero esta reaccién de Matilla fue demasiado para él. Se levanté de su asiento, le abra- 2 fuertemente y hasta le dio un beso en la frente, mientras le daba las gracias. Un gran silencio se apoderé del aire. Hasta cl viento dejé de soplar y los péjaros permanevicion callzdos. Ni su piar se escuchaba. Peto un tiltimo pensamiento subié a la mente de Chuqui y le dijo: —éLe mostrarés a Auca dénde queda la miste- rosa cocha que te dio tanta juventud? Matilla no pudo dejar de lanzar una gran carca- jada, mientras lo tomaba del brazo y se alejaban am- bos 20r los corredores de picdra del pucard. Mafiana serfa otro dfa y estaban por comenzar tuna nueva vida. La ciudad perdid del desierto Salar de Atacama, Segunda Regién de Antofagasta. EL desierto es un paisaje envejecido, pedregoso y ds- pero, casi metdlico en su ocre y violdcea policromia. El desierto es una inniensidad drida de arena y sol, donde los trayectas, peregrinados sblo por un hdlito cd- Udo y callado, se expanden interminables. Menudos oasis derduscos salpican sus quebradas sarrastrdéndose hacia los salares, Exuna consinuidad de montes, alumbrados a lo lejos ‘por un arco iris seco y suave, que cobijan en sus entrafias ocultas riquezas. Altiplanicies cortadas por barnancos oundidos por el desgaste, en cuyas simas discurren leves as aguas de exiguos riachuelos que hacen emerger elaro- may el frescor de flores y arbustos destrticos Pero eldesirto tambitn son esos arroyuelos que como una esperanza sélo admisible por su milenaria lon- sevidad, desaftan la hambruna de aldeas igualmente antigutsimas, fecundando a la Paatcha -la venerada tierra fluencia y comienzo de la vida, leyenda y flo- recimiento, porque ese desierto, ademds, son los casertos ‘y albergues de piedra levantados en estériles territorios donde el hombre cobabita con el sol. Sail Schkolnike Co tit ine can, Tasca arenba el eto de cabras por ente los dridos valles y colinas que bor- dean la llamada cordillera de la Sal, la que encierra cl Salar de Atacama por el poniente, mientras que la imponente cordillera de los Andes lo hace por el oriente. Se dice que en el lugar que ocupa actualmente este enorme salar, antes existia un lago de aguas cris- talinas y que en los mérgenes crecla una verdadera selva poblada de todo tipo de Arboles, de animales y de muchas aves, Cuentan las viejas historias quee una rata de hombres de grandes dimensiones, de carfc- ter alegre y muy saludable, vivla en hetmosas ciuda- des consttuidas alrededor del lago. Pero poco a poco dicho lago se fixe secando has- tallegar a convertitse en lo que es ahora: una enor ime extensién de sal en la que tinicamente se divisan, ala distancia unas cuantas lagunas. Por ese desolado 29 Iugat andaba Lucas. Habfa salido muy temprano de Su casa y, entre correteos y canciones, se fue alejaiidd? hasta llegar a Jos faldeos de una colina. A pesat de que era verano, la neblina escondi6 el valle y una enorme nube negra comenz6 a cubrit el cielo, Lucas comprendié que se aproximaba un. fuerte aguacero. Por eso trep6 por el certo hasta lle- gar a un sitio seguro. Allf buscé refugio entre unas rocas mientras sus cabras se apifiaban presintiendo Ja inminente Iluvia, Pero lo que Hlegé no fue una simple Iluvia, sino una fuerte tormenta con relAm- ‘Pagos surcando el cielo, formando en Ia imaginacién del nifio retorcidas,figuras de aspecto siniestro. Entonces, enfrente de ly a la luz de los relm- Pages apareciés una enorme y mistcriosa montafia. Asustado, cerr6 los ojos para no seguir mirando y recordé lo que su abuelo le habla contado: “Si crece el temporal y tt andas por las cercanfas de la mon- tafia encantada de Kimal, podrés verla transformar- se en una hermosa ciudad que brilla como si mil fuuegos estuvieran ardiendo en la noche”, Lucas no se atrevfa a mirar. Sin embargo, su cu- tiosidad fue mds grande que su prudencia y absié los ojos. ¥ ya no vio la montafia. Si, allf estaba la ciudad! No cra una idea suya. Luminosa como el sol, resaltaba entre nubes negras. Como aquello sucedia en medio del fragor de la tempestad, el terror se apoderé del muchacho. En- tonces s¢ frot6 los ojos con la esperanza de no seguir viendo aquellas magnificas, aunque para él aterrado- ras construcciones. Pero al volver a abritlos su es- panto aumenté, Allf seguia el resplandor, tal cual su abuelo se lo habia descrito. Desde donde se encontraba pudo ver el riachue- lo que bordeaba la ciudad, en cuyas mérgenes cre- clan verdes y exuberantes arbustos. También distin- guié las casas con sus torreones y techos de oro. Las callejuelas, que se vefan frescas y limpias. Incluso alcaizé a divisar a hombres y mujeres que camina- ban por las aceras doradas de la ciudad. ‘A pesar de la Iluvia, Lucas se anime y se encami- 1né hacia la ciudad. Cruzé el arroyo y penetté en ella, Estaba tan maravillado contemplando las belle- zas que lo rodeaban, que no se dio cuenta de que allt, al interior de la ciudad misteriosa, no llovla, sinc que un sol espléndido lo iluminaba todo. ‘Lo ms curioso fue que nadie parecié extrafiarse al ver a Lucas, La gente segufa su camino, conversa- ba, se refa o bien se detenia frente a los vendedores pare comprar ropa, alimentos o algunos adornos pa- ra engalanarse. Lucas estuvo recortiendo la ciudad durante un largo rato. Y el sol ya comenzaba a po- 31 nerse cuando vio aun hombre encuclillado que ex- hibfa unas pocas joyas sobre un pafio tendido en él suelo. Las joyas eran de oro y plata, pero una entre todas ellas lamé poderosamente la atencidn de Lu- cas. Era una reproduccién de la figura de una nifia hecha en plata. Sin duda, la estatuilla més hermosa que jamés pudo haber visto. Era tan pequefia, que sila tomara apenas cabrfa en su mano. La estatuilla estaba vestida con una fina manta tejida y en su cabeza llevaba un tocado de plumas, —dEs una miufieca? ~pregunté el nifio, con ad- miracién, —iNo, no! Es nuestra diosa Pachamama. —La Pachamama? —Ast es, Ella cs la diosa de la tierra [a protex- tora de la vida. —ala puedo mirar? Sin contestatle, el vendedor le pasé la figura, Lucas la tomé con mucho cuidado, dispuesto a observatla de cerca, pero, de pronto, todo comenrs a disiparse. El nifio mité en torno suyo y ya no ha- bfa nadie. Los techos y callejuclas fueron perdiendo el brillo, las paredes de las casas se fueron borrando; |e ciudad entera desaparecta frente a sus ojos. El nifio experimenté un gran cansancio y al apoyarse en el muro noté que el hombre de las esta tuillas también se desvanecta, Entonces apreté con. fuerza la reproduccién de la Pachamama y sin podet resistir mas se recost6 en el suelo y se quedé comple- tamente dormido. ~ Desperté cuando el sol ya estaba alto, Hacta ‘mucho rato que habfa dejado de llover. Se encontra- ba cerca de las piedras que la noche antetior lo ha- bian protegido de la Iluvia. ¥ suspiré aliviado cuan- do se dio cuenta de que todo habla yuelto a la normalidad, ‘Todo? Lucas descubrié que 2 menos de un paso de donde se encontraba se abria un profundo precipi- cio; de haber avanzado tan sélo un poco més, hubie- a caldo en él, Después miré su mano y naté que la tenfa cerrada, Cuando la abrié pudo ver que en la palma extendida reposaba una hermosa estatuilla de Plata cubierta con una manta muy fina y en la cabe- 2a exhibfa un vistoso sombrero de plumas. Mientras, las cabras pastaban tranquilas, abajo, en el valle, Florinda, nifia de flores Chacrilla, entre Vallenar y Copiap6. Tercera Region de En Ia Region de Atacama, Tercera Regién del pats, «al norte de la ciudad de Vallenar y al sur de la ciudad de Capiaps, se hallarta con seguridad Chacrilla si es que todavia permanece allt. Es la zona de arides.y altas presiones, que, sin em- bargo, recibe precipitaciones invernales, Aqui se diferencian zonas de desierto costero con nubosidad y camanchacas que penctran los valesy se- rranies. Ocasionalmente, y cada cierta cantidad de afos, que pueden ser tres, cinco 0 dies, ocurren precipitacio- nes mayore a las habituales, ransformando el paisaje Arido y desolado en un tapiz. verde y multicolor. Vietor Carvajal FPocinda no siempre abe los ojos al despeta: La nifia se queda muy quieta en la cama, con los ojos atrapados en la oscuridad de los pérpados para que en ellos entre la claridad del desierto. Los Ifmites de su cuarto y de sus parajes estén sgrabados en Ja memoria de su corazén y cada mafia- na da gracias a Dios por ser duefia de tanta riqueza. Florinda suefia con flores que crecen en el vien- to, mientras el silencio arrastra latas vaclas en la so- ledad del paraje. La nifia vive en Chacrilla, una vie~ jfsima estacién ferroviaria, al norte de Vallenat, donde e! desierto comienza o termina. ;Quién pue- de saberlo? Chactilla fue la parada de wi Wen que ya ao. rraquetea por allf. Permanecen porfiados los ticles de trocha angosta, el estanque del agua para las lo- comotoras, el viejo edificio de la estacién, un chafiar de cien afios que crecié més de lo que crece un rbol del arenal, y que con su tronco de 60 centimettos de didmerzo y cotteza gtis hizo crecer hojas verdes y caducas para florecer en primavera con flores ama- rillo-anaranjadas que dicron paso luego a sabrosos frutos, redondos como una avellana y rojizos de piel. En invierno don Florencio suele deleitar a su hija con el arrope que sabe preparar con el fruto del cha- far, Junto al dcbol que sorprende, se levanta de mi- agro un vetusto muro, que apenas se sostiene y que enfrenta con valentfa cl paso del viento, que junto al tiempo desplomé la antigua bodega que ain re- sistfa, Don Florencio era el encargado de la estacién Chacrilla hasta que el tren con su traqueteo dejé de cenderezar y mantener los tieles en Iinea perfecta. —;Dénde podemos it ahora? —hab/a dicho en- tonces a su mujer, dofia Florentina. “Cla buena esposa, que por aquel tiempo espera- ba el nacimiento de Florinda, opté de buena manera por petmanecer en Chacrilla hasta que la nifia nece- sitara ir a la escuela, porque allf no habfa, y porque atin faltaba mucho para eso. Cuando Plorinda nacié, el desierto se cubris de una luz que enceguecfa. Dofia Florentina cerré los ojos por el intenso reflejo del dfa y los dejé cerrados pare siempre. Don Florencio le conté més tarde a Plorinda que su madre dormfa en algdn rincén flo- rido del desierto. Debfa de ser un rineén muy espe- cial, pues era el tinico lugar que florecfa afio tras afto. {Serd por esto que Florinda tuvo Ia costumbre de no abrir los ojos al despertar? La niffa ya sofié despierta lo que suefia cada ma- fiana, Florinda sofié con flores. ¥ no tardé ms de un suspiro para estar en pie, en medio de los enmoheci- 37 dos rieles del tren, mirando el lejano punto donde Jas extensas lineas se hacen una. Vacfa. Nada. Silencio profundo. Si el silencio pudiera atesorarse, Florinda serfa la nifia mds rica del mundo. Lo sabe. Cierra los ojos por una vex mds frente a la inmensidad. Los of- dos de la nifia se Ilenan de sonidos y un solo ritmo, Pronto Ilegarfa la fiesta y Chacrilla se lenarfa de gente, La nifia se vestiria de acentuados colores y bailarfa como una més en la diablada, Ojos abiertos, desierto. Ojos cetrados y los are- nales se vuelven un jardin por demds colorido que obliga a cerrar los ojos con més intensidad., Hlortensias em las praderas, blancas, azules y to- sadas. En las extensas llanuras desnudas, crecen rosas amarillas, verdes y violetas; en los roquerios abruptos se abren pétalos de azaleas y rododendros rosados, ojos de fuego y morados de tinta como tinteros, Entre esas flores andarfa su madre, dofia Florentina, La nifia abre los ojos repentinos y el suefio se csfuma en la profunda resolana, Florinda monta en su destarcalada bicicleta y chirrfa el 6xido acumulado en las ruedas, Pedalea ha. cia el desierto y por sus ojos desfilan uno a uno los florecidos vestidos de la préxima diablada, cuando el baile colectivo, con su colorido y alegra, espante la monotonfa de los arenales. —Bailaré para la fiesta de San José —dice Hlorinda, Y la nifia hace gitos y mas giros con las negras ruedas de su bicicleta y va dejando huellas de sol, como si la luz.no cayera del cielo, sino que brotara desde la oscuridad profunda de la tierra. —Bailaré a cara descubierta para Semana Santa y mil personas verdn el lindo colorear de mi vestido. DeAndacollo vendré nuestro cacique y nos har bai- lar tan alegres, como si de pronto cada una de noso- tras fuese el jardin del desierto que ha florecido. Los sones brotan del aire caliente, desde el cielo asoleado, llevando el aire silencioso del pensar de Florinda. Nitia dulce y callada que riega de corazones encendidos las pardas pictus del camino. Florinda hace un par de giros con las ruedas de caucho y atin no piensa regresar a casa, cuando una nude de polvo, movediza y corredora, se levanta en cl horizonte y se va encima, hacia la nif. —Parece un tropel de burros locos —dice la nifia y pedalea para ponerse a resguardo en la sombra de su casa. Y al legar descubre que a uno de los cauchos se le ha ido el aire, —iQué desastre! -exclama don Florencio muer- to de la risa. Y con la agilidad de los viejos hombres del desierto pone la bicileta ruedas arriba Después de comida la reparamos, Florinda. 39 Enseguida, la nifia se duerme en la placider de, lanoche. Sabe que al dfa siguiente la bicicleta éstard reparada y otra vex a dar vueltas sobre la arena en- durecida. Bajo el parpadear tenue y nervioso de sus ojos certados, la nifia observa el bello especticulo que se abre més alld de la ventana de su cuatto. Por- que de dfa el desierto seré lo que todos esperan que veamos, pero de noche el desierto se las ingenia pa- ra que veas lo que has sofiado, No fue una noche tranquila, Las sombras oculea- ron la lindura del pensar de Florinda. El cielo negro se catgé de nuubes amenazantes de tormenta. La nifia des- pertd en mitad de la noche con los estruendos encade- nados de truenos y reldmpagos. En el corredor de la casa las rucdas libres de la Licicleta rodaron en el aire negro y don Florencio calmé a la nifia diciéndole que era la luna que pedaleaba para espanta la tormenta, La lluvia inesperada se dej6 caer como un detta- me de agua. Hl techo de la vieja estacién parecié des- plomarse. Llovié sin pausa la noche completa. Por la mafiana, Florinda comprobé que el desierto no en- traba al cuarto para despertarla, El cielo segufa oscu- 10 como la noche, como si la noche se hubiese traga- do ala estacién Chactilla, —Es dl invierno boliviano ~dice, don Florencio, calmando Ia inquietud de la nifia. Si, Florinda, La tormenta viene desde Bolivia y cruza ka cordillera y se estaciona en el desierto. Vie- ne a quedarse, con su ventisca y Iluvia intensa, au- mentando el caudal de los rfos de cauce esttecho y mezcuino. Don Florencio escucha el ir y venir del tren, El estangue del agua se desborda a chorros como si llena- tala capacidad de diez locomotoras. Durante la noche, don Florencio oyé el chirriar de las ruedas del tren y los pitazos de la locomotora, avanzando entre los plie- gues de la ventolera. Durante el encierro obligado, don Florencio repara el neumtico pinchado, mientras lcido no repara el mal talante del invietno. Florinda no puede salir a pedalear en su chorrea~ da bicicleta y piensa que la diablada escaparia del tiem3o de tormenta y ls faldas brillantes de las bai- latinas dejarfan descolorida la piel de los arenales. Pasan los dias. El invierno boliviano se desplaza hacia la costa y vuelve a brillar el sol en los parajes de Forinda. —Ahora sf puedo salir con mi bicicleta dice, la nifiay se levanta més qué contenta. Florinda siente el llamado del desierto, como si Javor de su madre le hablara en las ondas del viento, La niifia contempla el paisaje que cree conocer de sobra. Pero, gqué ven sus ojos? iQué maravilla contempla! Un paraje jamés visto. Un paraje cubierto de un colorido recién nacido~Mantos de colores pintan el desierto. El falgor del sol pone acentos sobre las man- chitas, manchas y manchones que ciegan la mitada, Tal ver la madre de Florinda, durante la noche, habfa cubierto los arenales con esas bellas flores de lata que pintan los cementetios del desierto, Las manchas coloridas se extienden desde la It nea férrea hasta los lejanos faldeos de los cettos, Mi- les de Hillis blancos crecidos sobre sus débiles tallos verdes ocultan los afenales de siempre. Aquel jardin explosivo se cubre de Malvillas de blanco y aztlosos colores. Crecen las Coronillas del Fraile con su in- tenso amarillo; amarillo también los Cartuchos y amarillos los Litios y amarillas en verde las Cuerno de Cabra. Los Quiscos blancos y violets, los Suspi- ros del Campo, rosado intenso crecen las Pata de Guanaco y rojas entre los cactus las Gara de Led y, or sobre todo, amatillas y rojas las preciosas Afiafiu. cas, que sorprenden la mirada y sobrecogen el alma, El desierto revienta en flores diversas, Corretean lagartos y sobrevuela de risco en flor 'a sorprendente Vaquita del Desierto, con su capa t226n pintada de rojo y de negro. Aparecen los Me- loides, preciosos coleépteros de inquietante vuelo. Frdgiles mariposas cubren pétalos y corolas; abejo- ros van de néctar a polen y entre los esmirriados tallos aéreos se desplazan las diminutas lagartijas, surgidas de las madrigueras de la nada. Don Florencio, radiante de alegrfa, dice: —Esto dura muy poco, hijita. Disfruta esta lin- dura, como si nunca la volvieras a disfrutar. Y la nifia piensa en su madre. ¥ en lo més pro- fando de su alma, sabe Florinda que dofia Florentina duerme en todos los lugares floridos del desierto, el jardin del asombro y la maravilla, La nifia del volantin Valparaiso. Quinta Region de Valparaiso. Valparatso es una de las pocas ciudades del mundo que tene fsonornta propia, rasgos inconfiendible. Su ‘blo nombre evoca un lugar exbsico y lejano, leno de rrincones misteriosos y pasajes silenciosos con fragan- cia a pan de ants, Nos asombran sus cerras dande los iporteios ban colgado sus casas que parecen de papel ‘Para subir a ellas hay funiculares lentos que hacen el record penosamente entre los balcones con maceteros 5 jules de canarios. Arriba, a vista a la babla nox sorpronde con sus lanchas y barcos zarpando al hori- ‘zonie, Si tenemos suerte y hace bien tiempo, veremas Ta covdillera nevada a lo lejos, las montafias y las sua- ves colinas,. Mas acd estén las cipulas de las iglesias, los miradoresy las casas maravillosas gute hace mds de tun siglo construyeron los alemanes avecindados en este bell puerto. Valparato enamora y encanta, sobre todo si lo re- corremos una tarde de septiembre, cuando arrecia el ‘caracteristico viento que sopla por las tardes y reme- ce les vidrios de las ventanas. Valparaiso tiene sonidos 45 istinsivos: el del timbre eldctrico del trolley que atin . circula muy lentamente por las calles de la ciudad: el de las campanadas del reloj Turri o de la iglesia San Francisco, ctyas campants tienen una alianza de om pana el tate perfecto; el ragido del mar en noches de temporal; el sonido tristlsimo del cuerno del heladero, trodes los veranos, bajando por Playa Ancha, vendien. do belados de canela; el murmullo de las conversacio- mete bie 7 Cafe Riquet,eltintineo de sus tazas y cucharillas a la bora del te y el acento extranjero de dus damas inglsas que bajaban del cone de Con cepcibn, Hay que recorrer la ciudad, sin prsas, ojald subien- do wna escalera que trepa al cerro sin saber adénde nos conduce, Es la tinica manera de conocer la geografta mdgica de la ciudad, perdiéndonos en sus laberintos J encontrando wn Valparatso para cada cual, Hasta Pablo Neruda construyé su casa palomar en lo alto de uno de sus cerros para mirar de cerca las estrellas Manuel Petia Mufioz OD aie ete sigan aac tite do sobre los cerros de Valparaiso, arrancando graves acordes a los tejados. Era un viento furioso que siemp:e rugfa anunciando el término del invierno y dejaba las casas lavadas con perfume de océano. Los nifios del certo Alegre salian ansiosos a recibirlo por- aque sabfan que ese viento preludiaba el sonido de las bandas de los citcos y trafa os primeros pétalos ana- ranjados de los dedalitos de oro que getminaban en los ric’es del ascensor Marfa del Mar caminaba en contra del viento ob- servando las casas, todas iguales, que colgaban del mirador. Una de ellas era la suya y en un pequefio torteén estaba su dormitorio con cortinas ceestes que miraban a la bahfa, {Cudnto le gustaba permanecer all{ mirando las gaviotas que remontaban vuelo o el vaivén de los barcos meciéndose en el muelle! Muchas veces, después del colegio, la nia bajaba pot los peldafios del cerro e iba al negocio a saludar a ‘sus padres que siempre estaban vestidos de azul detrés del mostrador. A Marfa del Mar le gustaba conversar con los dependientes, Otras veces se asomaba a mirar cen lavitrina los juegos de loza y las ollas de altuminio cn las que relampagueaba el sol de Valpara(so, Después, cuando regresaban todos juntos, por la noche, serpen- a teando por las calles del certo, Marfa del Mar sofiabay. se extasiaba mirando el anfiveatro de la ciudad en el que parecfa que hubiesen cafdo todas las estrellas. Muchas tardes, desde el ventanal de su dormito- tio o sentada en un escafio del pasco, la nifia contem- plaba los buques que se perdfan en alta mar por una senda dorada. A Marfa del Mat le agtadaba pasearse por esos miradores en donde siempre encontraba un ‘motivo para sentatse a sofias, escuchando el rugido del viento, {Bl viento de Valparafso! Ese viento que sacudia las ventanas de las casas y remecfa las vidrios como si fuera un violento temblor. Ese viento que anunciaba un temporal en noche de invierno y le trafa hasta su cama el ruido del oleajeo de la campana de un buque pidiendo ayuda. Ese viento alado que dispersaba en claire el silbido de los obreros al salir de la maestran- 2a la sitena de los bomberos anunciando incendio. Ese viento que tocaba la guitatta en los cables del teléfono y que a veces era como el soplo de Dios so- brea tierra... Ese era el viento fifo que sentfa en su rostto Ma ta del Mar. La nifia cerré los ojos porque sabfa que en dlas especiales como ése, el viento le brindaba un regalo prodigioso: un perfume desconocido, la ban- dada de unas golondrinas que pasaba répido por la balausttada o algo mucho més milagroso atin como un volantin cafdo en el ramaje de un cerezo. ‘Un niffo, junto a la iglesia luterana, lo habfa esta- do encumbrando toda la tarde y, de pronto, se le ha- bia cortado el hilo. Aquel volantin, después de errar por al cielo, cayé en las ramas de un rosal, junto al banco donde estaba sentada Marla del Mat. La nifia se levants y fue hacia el pequefio jardin- cillo donde florecfa un cituelo. Miré hacia todos la- dos, se subié al escafio, pasé las manos por la reja y rescat6 el volantin desde las ramas, como si fuera un péjaro herido. Luego lo observé con detencién, advirtiendo que tenfé severos rasgufios. Se senté otra vez en el banco, sin saber qué hacer porque era la primera ver que tenfs un volantin en sus manos. ¥ tenfa un poco de temor de que la vieran, ya que una ver le dijeron que las nifias no encumbraban volantines... ‘Como estaba sola en el paseo, no tenfaa quién acudir.. Ese volantin venta oloroso a viento, quizés haya estado feliz-de mirar el puerto desde la altura, tal ver le haya hablado a las gaviotas o se haya enamora- do de una nube... Quizés. ‘Marfa del Mar se levanté y caminé por el paseo. ‘Arriba, subiendo por la calle en pendiente, estaba la casa del volantinero. Por la calle solitatia fue subiendo 49 esa tarde fragante a viento y a pan de miel. Fue avan- zando por oscuros pasajes donde goteaba la ropa col- gada.al sol y se entibiaban rubios gatos solitarios. Més alld, vio agitarse unos globos en una mampara anun- ciando un cumpleafios. Vio también nifios felices contemplando cémo el viento jugueteaba con los re- molinos de papel del organillero. —~Dénde vive el fabricante de volantines? -pre- gunté. —Al llegar al-obelisco —le respondié el nifio de mirada transparente, La nifia lleg6 por fin, después de cruzar plazoletas silenciosas y callejtelas por donde caminaban los ma- rineras tristes. All{ estaba la casa, alta, de dos pisos, con fachada de metal oxidado y grandes ventanales asomados al mar. La nifia sintié un sibito temor, pe- ro en un gesto decidido, abrié la puerta entreabierta y subié las escaleras. —Adelante. En el taller estaba el hombre de bigote canoso, mirando desde su balcén el cielo rosa como si fuera un mapa inveros{mil por donde iban a navegar sus aves de papel de seda, Parecfa que tuviera curtido el rostro de tanto mitar el sol. —¢Se puede arreglar? ~pregunté la nifia, mos- tréndole aquel volantin perdido, Sentado en su taburete, el fabricante de juguetes recibié el volantin que le extendia la nifia y con pa- cieacia antigua, examiné las varillastrizadas, mientras el vientecillo fifo golpeteaba en los vidrios de la ven- tana como si quisiera reclamar su juguete perdido, No se ha dafiado mucho —dijo finalmente-. Hay que volver a encolarlo. Ademés, necesita un buen hilo. En sus manos, el artesano portefio sostenta las vatillas de peral que iba encolando. Lego, extendfa los pliegos de papel de color violeta, prirpura y azul {que se tensaban y parecian rasgarse en la penumbra tibia de la habitacién. Alla afuera estaban los nifios y también los adultos que volvian a ser nifios cuando tiraban de aquellos hilos como si quisieran bajar las nubes a la tietra. Mientras esperaba, Marfa del Mar se dedicé a observarlos. Unos encumbraban aquellos volanti- nes en las escalinatas de la iglesia, compitiendo pa- ra yer quign los elevaba mas alto. Otros estaban en a explanada, adivinando de quién era ese volantin cor. una larga cola plateada que se alzaba y cule- breaba detrés de los tejados. Allé en el ciclo se cim- braba un volantin hermoso con el rostro de un dra- g6n. Més alld, coleaba uno timido y pobre, de papel de diario. —Es una fieclat ~dijeron los nifios mirando o6-, mo se elevaba también, queriendo jugar en el cielo con los otros... Unos atifios venta deslizdndose por la calle de adoquines, sentados en un cartetén, para llegar més pronto al taller del jugueterd. Por unas pocas mone- das, recibfan a cambio uno de aquellos p§jaros men- sajeros que aleteaban en sus manos, temblando como matiposas recién atrapadas, En lo més alto del puerto, la tarde se poblaba de gemidos cuando los muchachos tensaban los hilos y cotrfan por las laderas sembradas de malvones. ‘Marfa del Mar esperaba pacientemente en el bal- én, porque sabla que los volantines eran mégicos como los duendes y los tesoros. Lo intufa esa tarde en que el mar y el viento le habfan hablado al corazén. Quizs, por un oscuro y salvaje motivo o presenti- miento, ella también querfa elevar su volantfn. Aun- que ninguna muchacha encumbrara tino, ella querfa tener esa experiencia, sin saber por qué. ‘Mientras en el cerro los demés nifios elevaban sus volantines al pausado ritmo de la brisa, pasé el ven- dedor de helados tocando su cuerno. Una pequefia banda entoné un vals alo lejos. Los nifios no la velan, 1 Neder volandin pequto, pero escuchaban las notas débiles con el aroma‘de la primavera y el perfume de un aguaceto. En Io alto del certo, un nifio llor6. Su volantin también se fue sin rumbo fijo, despidiéndose en el aire teftido de oro y cayendo después en las ramas de tun damasco. Era como si el alma de un nifio hubiese entrado al cielo... En otto bartio, cerca de la iglesia, habfa otro muchacho triste en el cerro Alegre... Tam- bién su volantin se habla despedido esa tarde y, sin sabetlo, habfa cafdo un momento antes en las manos de Marfa del Mar, alld abajo en el paseo que miraba al océano... . El muchacho bajé por una escalinata en busca de su volantin perdido, asomandose a los barrancos, sin saber que la nifia que muchas veces vefa sentada en el sirador lo tenta en esos instantes sobre la mesa del volantinero, que era también una mesa de curaciones de volantines heridas, EL pequefio siguié bajando, mientras alld lejos, en. tuna casa del cetro, el artesano tetminaba de reparar su volantin, No lo encuentro —les conté a sus amigos. Nosotros vimos que iba cayendo hacia el mi- rador. —Yo vi que una nifia lo llevaba en la mano. —ila nifia del Paseo Atkinson! 54 —Yo la vi que se perdié més alld del Paseo de los Catozce Asientos. —Subié con tu volantin en la mano ~exclama- ron los nifios~. Estamos seguros porque tenfa una franja azul. —Y tenfa la cola larga como un cometa. El nifio subié de vuelta por la calle y prosiguié hacia artiba por la escalinata derruida, en tanto que por los mismos peldafios venta bajando Marla del Mar con el volantin en la mano, —JEs mi volantin! -exclamé el muchacho, reco- nociéndolo. ‘Marfa del Mar conocfa también al nifio. Lo habfa visto otras veces patinando con sus amigos del pa- seo. —Venfa cayendo y lo rescaté le dijo la nifia, pa- sdndole el volantin con un nuevo carrete de hilo. —Si quieres me acompaiias —Ia invité el nifio, feliz con su volantin en la mano-. Vamos a cncum- brarlo otra vez. Por el cerro caminaron los nifios hacia una expla- nada, Al llegar al centro, esperaron que soplara cl viento de la tarde. ‘Marfa del Mat tomé con cuidado ese juguete del viento y fue retrocediendo con él en las manos. ‘Al llegar al borde de la quebrada, lo sujeté firme- 55 ‘mente de las puntas y déndose un impulso, fo lanzé vertical al cielo. El volantfn vacilé un poco, El nifio tensé el hilo, hhasca qué el volantin;-rasgando el aire, emprendié el vvuelo ciclo artiba, haciendo ondear la cola. ‘Marfa del Mar se acercé al nifio y con una mano sobre la frente contemplé su volantin que subfa, en medio del viento alegre. EL pequefio miré también hacia lo alto. Cuando el volantin se detuvo, calmadamente entte las nubes, miré a su amiga. —Marla del Mat... quieres probar? Ella sontié, Estaba feliz, Iba a poder al fin cum- plir su suefio. Contenta tomé el hilo, Alld en lo alto estaba el volantin, que, como el mar y el viento, le susurr6 una cancién suavemente al ofdo. ¥ al tirar aquel hilo tenso, parecié que en las yemas de sus de- dos la nifia del Paseo Atkinson sintiera también, muy en el fondo, el Iatir del corazén de los angeles. Aventura en el mar Caleta Higuerillas, Concén. Quinta Regién de Valparaiso. Eleamino costero se extiende como una cinta super- puesta entre Vitta del Mary Concén, Es el recurso mds ‘promocionado por el turismo debido a su belleza entre cerras y dunas, mary roqitertes..A través de los afios se ha ido poblando de residencias de verano, y asl como en d.caso del Jardin del Mar, hasta hace poco un mon- teulo desierto, hoy estd Ueno de torres de departamen- tos, Pero las hermosas playasy el acéano iluminado por elsol ola buna no pierden la poesta del lugar. Por las laderas y casas reina la hiedra cardenal, mds colorida quela de la capital. Entre Refiaca y Comein estd Caleta Higuerillas, el lu- gar mds pintoresca de la Quinta Regién, barrio de pes- cadores en donde bajo los toldas de sus puestos cuelgan cortinas y congrias y se extienden tentadores los mariscos. A le pequefta playa Uegan los botes con su preciosa carga mientras los pellcanos con su apetito insaciable merodean en busca de las sobras y del alimento que desde el pequetio puente les lanaan los turista. La festa mas importante dela caleta es la de San Pedro, el 29 de junio. El invierno estalla aqut ch flores gracias al Santo Patrono que muy adornado es paseado en lancha en vez de en andas, Este dta también lo aprovechan los pequesios co- merciantes como feria libre, extendiendo en el suelo su varidda mercaderta por donde va a pasar el deyile de los bailes nortinos com sus instrumentosy comparsas de disfrazades, encabesado por un sonore bombo. Gabriela Lexaeta 2 9 dle junio, mal dia para nacer. Pleno invierno, “Los nifios no podfan venir a mi festa de cumplea. 50s, porque estaban resfriados o porque las calles inundadas parecfan rfos. Escuché con terror al hom. bre del tempo que pronosticaba lluvia, Hasta po- dria haber una posible nevada, dijo ayer. Al amane. cer espié por la ventana las nubes amenazantes Pensando que como siempre tendrfa que comerme solo la torta. El Peque, en cambio, se celebraba en diciembre, Todos llevabamos traje de bafio, nos ‘manguereébamos en el pasto y el entusiasmo duraba hhasta las nueve, porque todavia estaba claro, 58 Este afio ser diferente, —Vamos a celebrarte con tu Santo Patrono, San Pedro, Iremos a la Quinta Regién ~anuncié papd. —Es una locura ir a la costa en pleno invierno i¥ con estos tempotalest ~exclamé la abuela. Pero cuando su hijo decide algo, nadie lo hace cambiar de idea. Por lo que igual partimos. Bien forrados en lana, por supuesto, A pesar de mis reclamos, la abuela me metié un gorro hasta las orejas. Zatmbaban las plumillas del limpiaparabrisas para que pap pudiera divisar el camino. Casi parecia que navegébamos por un rfo. Mi mamé, asustada, iba re- zando. Yo me encomendé al santo de mi nombre. Nu podia fallarme si bamos a visitaslo y éramos tocayos. Accada embestida del temporal el auto se remecfa. —Es bien llorén tu santo -dijo pap. —Van a tener la oportunidad de ver la procesién de San Pedro, que se celebra de caleta en caleta, em- pezando por la del Membrillo en Valparafso, luego la de Higuerillas en Concén, y a la cual nos ditigimos ahora, para tetminar las celebraciones mafiana en la Boca, la desembocadura del rfo Aconcagua. Siempre admiro lo mucho que sabe mi paps. Nos conté luego la leyenda de la “fiusta”, la prince- sa incaica que fue llamada La Tirana por tratar in- flexible y cruelmente a los prisioneros extranjeros, Pero se enamoré de uno de los conquistadotes por Jo que fixe condenada por su propio pueblo a morir junto a él, Todos los.afios se la recuerda en el norte y se hacen celebraciones en su honor en Ia iglesia Mamada La Tirana, con los bailes t{picos del altipla-~ no, en que se representa con disfraces y mascaras bolivianas la lucha del diablo con el pueblo. Dijo que nos lo contaba porque aqui tendrfamos ocasién. de ver esos bailes tipicos nortinos que practican du- rance todo el afio en las escuelas de Concén. Los aman Los bailes chinos. Después de traspasar un socavén negro que era el segundo tine, nos encon- tramos con un letrero que decfa: “Bienvenidos a la Quinta Region”. ‘Ab{ mismo la lluvia empezé a hacerse més débil hasta que se detuvo completamente. Se fixe aclarando eldia y entre las nubes empezé a brillarel sol. Bajé el vidtio. Poco a poco fui sacdndome la ropa que tanto me abrigaba: la parka, el gorro, la bufanda y hasta el suéter. Desde el alto de una loma pudimos al fin divisar el mar en dondé se balanceaban grandes barcos y otros més chicos. Desde ahf a Vifia del Mar para continuat en un interminable desfile por el borde costero hasta caleta Higuerillas, nuestro destino. El mar es una gran poza azul que est4 en movi- miento continuo. —jNunea se cansa de agitarse? —pregunté, pero no me respondieron. so quiere decir que el mar es ast y no hay vuel- ta que darle. ‘Ya era mediodfa. Ni una nube. Tuvimos que es- tacionar el auto y entrar a pie a la calle porque el trifico estaba cortado. Una multitud de vendedores de mercancias diversas —imégenes teligiosas, meda- Ilas, artesanfas, juguetes plésticos— se habla instalado en las calles. Mientras, extendido a los pies de los puestos colgaban tiesos y hiimedos los pescados so- bre montones de mariscos. — Qué son? ~pregunté-. Porque como sicmpre los vela cocinados no los reconocta. —Machas, almejas, cholgas, picorocos, etizos ~di- jo el ducfio del puesto, dndoles unas palmadas para ‘que vigramos cémo se movian, recién salidos del mar. Hice la prueba de meterle un palito a una alme- ja. Lo apreté tan fuerte que no pude sacatlo, —No se te ocurra poner tu dedito ~dijo don Chicho, que ast se llamaba el pescadero. Mi mamé se volvié loca comprando toda clase de conchas, mientras yo me conformé con una més- cara del ratén Mickey, un gran cucurucho de manf

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