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ESTUDIOS MONOGRAFICOS El concepto de causa en el negocio juridico LUIS DIEZ-PICAZO FONCE DE LEON Scxaxio: I. Planteamiento—IL Causa en ef Derecho romano—ilL Domat y Pothier. Casa en los ordenamientos latinus—V, Causa en los ordena- micntos germénicos—VI. Replanteamiento. Necesidad de una diferenciacién. ‘VII. Causa de ta atribucién—VLLL, Causa de la obligacion—IX, Causa del negocio, 1. PLANTEAMIENTO El concepto de “causa” en Ja teorfa del negocio juridico es, segu- rantente, uno de Ios conceptos mas oscuros y dificiles de aprehender, dentro de Ia doctrina y la técnica del Derecho civil. Es justa y mere- cida esta fama de oscutidad que Ja teoria de Ia causa viene tradicional mente arrastrando consigo. ‘Tratar de esclarecerla, 0, por lo menos, con tribuir, de alguna manera a esclarecerla, ¢s wna finalidad plausible. Desde este punto de vista, las Hneas, que a continuacién se insertan quieren ser solamente una aportacién, una modesta contribucin a este necesario esclarecimiento de la teoria de la causa. Pero no es solamente sti tradicional dificultad Io que dota a la teo~ ria de Ja causa de un relieve singular dentro de lis instituciones juri- dico-civiles. Ms que, aunque otra cosa a primera vista pucda crecrse, lo que esté empefiado en ella no es un mero juego conceptual, sino algo que tine una honda repercusién préctica. Una pluralidad de conflictos tipicos de intereses tiene, en Ja teoria de Ia causa, el centro de gravedad de su solucién normativa. _ Mencionemos, o recordemos, finicamente por via de cjempio, los siguientes: _ a) El problema de la admisibilidad o inadmisibilidad de los neyo- cios abstractos—Se habla de negocio abstracto para designar a un ne- gocio juridico yue aparece desligado ¢ independizado de sti “causa” y que funciona con completa independencia de ella, es decir, que funcio- na abstraceién hecha —de aqui su nombre: “abstracto”— de cual sea esta causa. EL negocio ahstracto constituye un intento de independizar un cfecto juridico de Jas posibles vicisiindes, anomalias o irregulari dades de que pucda adolecer el iter negocial cansante de esie efecto. Se trata, en definitiva, de que el efecty juridiey se produzca, a pesur de estas irregularidades, anomalias o vicisitudes y que cl destinatario o 4 Luis Diez-Picazo Ponce de Lebn beneficiario del efecto juridico no tenga que contar con ellas, ni pueda quedar afectado por ellas. Se comprende, en segtida, ne desde este an- gulo el llamado negocio abstracto no es una sinmple entelequia o un juego de conceptos, sino cl eje cardinal de toda una manera de conce- bir el trfico juridico que quiere fundarlo sobre wna idea de seguridad. Cuando hablamos, por ejemplo, de wna transmisién abstracta del do- mninio, significamos que el dominio se transmite por medio de un ne- gocio formal y abstracto de transmisién, sin tener en ettenta los actos juridicos a que esta transmisidn, en definitiva, obedece —v. gr.: compra, donacién, ete--, de tal manera que, aunyuc en estos negocios ama anomalia, una irregularidad o un vicio, el efecto traglativo se produce ; y el accipiente adyuiere el dominio y 1 tradente Jo pierde. Cuando ha- jlamos, por ejemplo, del cardcter abstracto de un titulo valor signifiea- mos que el portador legitimo del titulo puede esigir el crédito o ejer- sitar el derecho incorporado en e! titulo con independencia de los actos © negocios yue dieron lugar a la creacién de dicho titulo, v. gr.: aun- que ol “dendor cartéceo” no esté, segtian ellos, obligado a pagar. Todo el problema de la admisibilidad del negocio abstracto y de sts relaciones con el Iamado “negocio causal” depende —la razin és obvia—- del concepto de causa en el negocio juridico, b) El problema de la tipicidad y de la atipicidad de los contratos. ‘ipicidad significa adecuacién del negocio juridico concreto celebrado ‘en la vida real, del negocio real, por tanto, con el negocio juridico tal y como es contempladg por el ordenamiento juridico -~el que po- driamos llamar “negocio hipotético normative”. Lo que define y lo que delimita Ios tipos contractuales g los tipos negociales es la funcién que realizan, la finalidad que desempefian dentro de la vida social, el restitado o los resultados empiricos que con ellos tratan las partes de obtener. Se comprende, en segnida, que la tipicidad —por tanto, también Ja atipicidad— se encuentran en funcién de algo que, entre nosotros, se viene denominando “causa del negocio”. El mismo entronque con el tema de la “causa” presenta Ja figura del negocio juridico indirecto, donde se utiliza 1m tipo negocial para obtener ana finalidad diversa o un resultado empiric distinto del asignado a dicho tipo. c) El problema de la relevancia juridica de la intencién individual persequida con el negocio y st tratamiento juridico-—Es sabido que cision determinados negocios juridicos en los cuales el ordenamiento juridico uccesita dar relevancia a los fines o a las motivaciones indi duales con el fin de condenarlos a la ineficacia, porque por otro cami- no estos negocios gozarian de plena y completa validez, Es cl caso de Jas donaciones 0 atribuciones patrimoniales realizadas para obtener 0 para recompensar tna unién sexual ilicita o para obtener o para re compensar un acta ilfcito (v. gre: cohecho, soborne, pacto con un cario, ete.). Se habla en este caso, para justilicar li incsigibilidad de la promesa, de una inclicacia def negocio. Pero como los presupuestos y los reqtisitos —voluntad, declaracién, capacidad. objeto, forma, et- HL concepto de causa en el negocio jurtdico 5 cétera— se encuentran en regla es menester hablar entonces de un yicio causal y asi se dice que hay en ellos una causa inmoral o una causa ilicita yue es determinante de la ineficaci d) El problema de la simulacién—Con ta simulacién las partes pretenden crear, para sus propios fines o intereses, una apariencia ne- gocial, qe puede encubrir un negocio real —caso de Ia Hamada simula~ cién relativa (v. gr.: se encubre una donacién simulando que es tna ompraventa) —o que puede no cnebrir ningim otro negocio, sino simplemente ta sittacién real— caso de la simulacién absoluta (v. gra- cia: se simula vender para no aparecer como propictario). Una parte importante de la doctrina del Derecho civil ba tratado de situar el problema de Ja simulacién dentro de la teoria del consenti- inienty negocial y de sus vieios, como un caso de discordancia entre ta volumtad ¥ la declaracién o entre lo querido y Jo declarado. Pero, con mayor rigor, se ha observado que aqui no hay realmente un yicio de consentimicnto, ni tm consentimiento viciado, ni tampoco una discor- dancia o una diyergencia entre la voluntad, y la declaracién. Existe lo que podriamos Hamar Ia “voluntad negocial de crear Ja apariencia” y yoluntad enteramente libre vy sin vicios. Io declarado con~ ruerda perfectamente con esta voluntad. EL problema no radica en la yohintad, sino en Ia “causa”. Lo que las partes no han querido —ms adn, lo que han exchtido de una manera expresa— es la efectiva pro- duccién del resultado empirico que normalmente de su negocio debia derivar. No hay causa en el negocio. Fl negocio se funda, segtin esto, en una “causa inexistente”. c) Toda una serie de cuestiones, muy amplia y compleja, que seria prolijo enumerar, guarda una relacién, directa 0 indirecta, con el con- cepto de causa. Pensemos, por un momento, en los contratos sinalag- miticos, donde es tradicional decir que cada prestacién o que cada obli- gacion es causa de la prestacién o de Ja obligacién reciproca, y, por lo tanto, en la resoluciin de los contratos sinalagnsiticos por incumpli- miento, que se produce. segin tna vieja maxima, “causa data causa non secuta””. Pensemos también en el equilibrio de las prestaciones y en los mecanismos ideados por el ordenamiento juridico para resolver las cnestiones que suscita la ruptura de este cquilibrio (lesién, resci- sin, etc.). Toda esta gama. amplisima de cuestiones, tiene sit centro de grave- dad en Ja idea de causa. Lograr wm concepto claro de lo que la causa, Sea, parece esencial para fundar adecuadamente la solucién de todos es- tos problemas practicos, de todos estos conflictos de intereses. Se js- tifica, también de esta manera, el retorno al problema secular de la cau en el negocio juridico, I. CAUSA EN EL DERECHO ROMANO _ Em as fuentes romanas la palabra “causa”, utilizada en un sentido juridico o referida a un fenémeno oa una situacidn juridica, ofrece una variedad de significaciones y de matices, qte apenas permiten Hegar a 6 Luis Diez-Picazo Ponce de Leén resultados detinitivos sobre una idea unitaria. Las fuentes no han sido, en realidad, objeto de un estudio definitive en este punto. Contamos, sin embargo, con tma serie muy estimable de datos recogidos en el Dic- cionario de HetmaNn SECKEL y con los referidos en un trabajo de Gnorcsco, de los que, entre nosotros, se ha ocupado U. ALvannz, al estudiar el tema de la causa en Ia tradicién (1). No es posible, repito, ron base en estos textos, Hegur a unos resultados definitivos, pero es su- mamente conveniente tm esamen de los mismos, aunque sea somero, porque puede arrojar alguna luz sobre el debatido y coniuso problema con que nos cnfrentamos, ;Cudles son estos significados de In palabra en ios textos romanos ‘ a) Causa es, 0 puede ser, ante todo, tm supuesto de hecho 6 una “facti species”, que asigna u ocasiona uma consecuencia juridica a una situacidn juridica. La sitnacién juridica o la consecuencia juridica son entouces un efecto que el ordenamiento juridico liga a la produccion del supuesto de hecho. Desde este punto de vista se dice. por ejemplo, que el contrato es causa de la obligacién y en un texto famosismo de Gayo entre las “fuentes” de donde proceden las obligaciones o rela- ciones obligatorias se mencionan “varias figuras de causas” (“ex variis causarum figuris") (2). La causa de la “obligatio” es el hecho pro- ductor, el hecho constitutive, la fuente: aquel o aquellos supuestos de hecho, a los cuales cl ordenamiento liga ¢l nacimiento de una relacién obligatoria y que, por tanto, se presentan como fuente a la que se atribuye el valor de evento creador de Ja obligacién. b) En materia de servidumbre se habla de una “causa perpetua servitutis”. Ia seryidumbre ha de tener, se dice, wna “causa perpe- tua” (3). Ahora bien :a qué ohecede esta perpetuidad de la servi- dumbre y, sobre todo, cual es la “causa de Ja servidumbre”? Parece claro que al hablar de “causa perpetua” de la servidumbre se quiere indicar que la necesidad que viene a Llenar y el fin empirico 0 practico, que con ella se trata de obtener, ‘no puede Ser transitorio, ni temporal- mente limitado, sino, por el contrario, eminentemente duradero, intran- sitorio. Causa de la servidumbre sera, por tanto, la finalidad practica que Ia servidumbre viene a Menar, la funcién econémica que ha de desempefiar y a la que sirve (4). c) Obras veces “causa” ¢s un motivo subjetivo, de entre los que impulsaron a las partes a verificar wn acto 0 un negocio juridico, ‘pero qtte no siempre tiene que poseer transcendencia para el derecho. A ‘veews' este motivo impulsor del acto o del negocio juridico es tina repre- i ntacién mental, es decir, una “vorstellang”— ad us ‘FL proflema de la cansa en tradicién”, Madd, 1945, p pags. 17 y sigs. a quien semaimos ex este pinto. 2) Dig. 44, 7, 1, pr.: “Obligationes any contract: nascuntur ant ex"n leficio aut proprio qnodam jure ex variis causarum figuris” @) Cir, Broxv1, “Istituzioni di Diritto Romano”, Milano, 1956, pags. 289 y sigs. (4) Cir. Broxpr, loc. cit, pig. 281. an El concepto de causa en el negocio juridico a dle un restiltado juridico. Asi, por ejemplo, un aforismo muy conocido repite seciilarmente que “falsa causa non nocet™ (5). Cuando este motivo impulsor influye de alguna manera o posee transcendencia en Ia stierte del acto o del negocio juridico este influjo ‘0 esta trascendencia tampoco son uniformes. En ocasiones la “causa” asi entendida, es una cattsa irregular, que hace al negocio nulo 0 antu~- lable; otras, en cambio, la causa Jo hace invulnerable a toda impugna- cién. En el primero de estos sentidos se habla en las fuentes de un negocio “quod metus causa gest erit” (6), es decir, de un nego- -cio que fue realizado a causa del miedo. V1 miedo puede ser asi la causa de la celebracién o de la realizacién de un negocio juridico. Es una causa irregular, inadmisible y el negocio puede por ello ser im- ptgnado. Eu ol segundo de los ‘sentidos antes mencionados, se dice también en las fuentes de algo que vale y es invulnerable “quia insta et honesta catsa est” (7) porque esté fundado, porque ohedece a una cattsa justa y honesta. d) Fn algtin momento “causa” en Jos textos es lo que en lenguaje moderno denominariamos base 0 fundiunento del negocio (8), es decir, aquella situaciéu que ha sido tomada cn cuenta por las partes al cele- brar cl negocio y también Ia finalidad perseguida o Ia finalidad que se ha tratado de obtener. Pavto, al distingwir las diversas posibilida- des de un “dare”, menciona la figura de un “dare ob causam”, es de- cir, de una “datio” o entrega, que se hace con el fin de obtener una contraprestacién 0 teniendo a la vista, contemplando 0 esperando wn evento futuro (9). e) En una relacién muy estrecha con la idea anterior se encuen- tra el sentido’ de la palabra cattsa, cuando es amplia y reiteradamente utilizada dentro de Ja teoria de Ja “condictiones”. Los tipos de “con- dictio” relacionados con la idea de cattsa son vario: 1° Condictio causa data causa non secuta—Tratandose de nego- cios “do ut des” y “do ut facies”, la parte que ha cumplido la presta- cién puede pedir, se dice, a la parte incumplidora que restituya la cosa prestada o entregada y cuyo correspectivo 0 contraprestacién no ha recibido, ejercitando una condictio que recibe el nombre de “condictio causa data catisa non secuta”, La contraprestacién, que se habia de re- cibir, segtin lo pactado 0 Io estipulado, actuaba como causa de la “da~ tio”. Al faltar la efectiva realizacién de la contraprestacién falta sobre- venidamente Ia causa (causa non secuta) ¥ por eso puede repetirse lo entregado (10). (8) Atvaxrz Sudnnz, op. cit, pig, 18. (6) Dig. 4, 2,1: cfr. Anvannz SuAnuz, op. cit, pig. 18, (Dig. 24, 3, 20: cfr. Anvarez SuAnnz, idider. (8) Sobre el tema, Larenz, “Base del negocio y cumplimiento del contrato”, ‘trad. esp,, Madrid, 1955, (9) Anvarrz SuSnez, op. cit, pag. 19; D’Oxs, “Elementos de Derecho Pri- vado romano”, Pamplona, 1960, pig. 287. (10) Ictastas, “Derecho Romano—Instituciones de Derecho Privado", Bar- eelona, 1953, vol. 2°, pag. 99. 8 Luis Diez-Picazo Ponce de Leén 2° Condictio ob causam datoriin—Arnyue a veces coincide y sé confunde con la anterior, puede de alguna manera distinguirse de ella. Catisa es aqiti lo «tte antes nosotros Hambamos base o fundamento del negocio. Scrrurz ofrece el siguiente ejemplo de aplicacién de Ia “con- dictio ob causam datorum” (11). Ticio entrega a Cayo tna suma de dinero en concepto de dote y reclama después la restitucin, ejercitan- do la condictio, porque el proyectado matrimonio no ha Megado a c lebrarse. La cclebracién del matrimonio actita aqui como cattsa de la dacién dotal en el sentido de que es Ja base de la celebracién del ne~ gocio, la situacién tenida en cttenta o contemplada al celebrarlo. Si el matrimonio no llega a celebrarse, falla o desaparece dicha base y el negocio pierde todo su sentido, Se habla también, en tales casos, de wna, “condictio ex cattsa finita” (12). 3° Condictio ob turpem vel ininstam carsan.—Cuando el que recibié la “datio” actuaba™ adversus honos mores (13) 0 contra una. prohibicién legal, el autor de Ja datio podia reclamar Ja restitucién de Jo dado mediante wna “condictio™. Causa es aqui también la contra prestacién ilegal o inmoral prometida o recibida a cambio de la en- trega. 4° Condictio sine causa—Cuando tm enriquecimiento 0 una atri- bucién patrimonial carece de un fndamento que ¢l ordenamiento ju- ridico considere bastante para justificarlo, con caracter subsidiario y siempre que no exista una accién especial y tipica, se dispone de este tipo de condictio para obtener In restitucién o el resarcimiento. De un modo general, mercce recordarse aqui (14), que la “condic- tio” —de “condicere”, emplazar para un juicio— es una accién civil que sanciona una obligacién crediticia, es decir, una “‘actio certae cre- ditae pecuniae” de cardcter marcadamente restitutorio. Por eso la idea de cattsa en la teoria de las condictiones hay que referirla siempre a una “datio”, a tna entrega. Causa es causa de Ja “datio”, es decir, lo que modernamente conocemos 0 denominamos como fundamento ju- ridico de una atribucién patrimonial. f) En un sentido hasta cierto punto scmejante al anterior se em- plea de tna manera frecuente y reiterada en las fuentes Ia palabra “causa” en materia de “traditio”. ‘‘Sive venditionis catsa, sive ex do- uationis sive quavis alia causa’, se dice en wn texto de Gayo, tam- bién famosisimo (15). ¥ en otro texto, igualmente famoso, de Paur.o, se dice que “nunquam nuda traditio transfert dominiun, si ita, si ven- ditio aut aliqua insta causa praecesserit” (16). Cattsa de Ia “traditio” es un hecho antecedente que justifica an traslado o uma transmisién del dominio y que determina la eficacia o Ja ineficacia de csta transmi- (1) Scuviz, “Derecho romano clisico”, trad. esp. de Sasraceen 'T Barcelona, 1960, ‘pig. 590. (12) Teusias, op. y loc, city pag. 118, 7 (13) Scurxz, op. cit, pag. 591. (14) D'Ors, ‘op. cit, pligs. 57 y sigs (18) Inst, Tt, 26, (16) Dig.’ 41, 1, 31. JHIRO, El concepto de causa on el negocio juridico 9 sién (17). Prescindamos ahora de si este hecho antecedente, que se toméd como justificacién del traslado del dominio, es alguno de tos tips negociales clasicos (“solutio”, “emptio”, “donatio”, “dos”, “credi- tum”) o simplemente el acuerdo ‘sobre Ia transmision (“animus trans- ferendi et adquirendi dominium”). Lo que parece cierto es que causa de Ia “traditio” es un cierto negocio juridico antecedente que determina y justifica esta especial forma de “datio” en que la traditio consiste. x oe * Hl Derecho romano no Uegé nunca mis alld. La idea de “caus: no parece haber tenido nunca, ni parece haberse utilizado en un sentido técnico definido. Por el contrario, la impresién que se extrac contem- plando Jos textos con imparcialidad y sin prejuicios doctrinales, es precisamente la coutraria, esto es, Ja de una absoluta falta de fijeza, la de una total carencia de significado téenico y ta radical equivocidad o plu rivocidad del término. Causa es, a veces, causa eficiente (v. gr.: causa de Ja obligacién) ; otras causa final (v. ¢ ais Non sectta”) ; otras motivo impulsor (v. gr.: “metus causa”); otras en fin, hase dd ne- gocio (v. gr.: “causa finita). Causa es, a veces, cattsa del coutrato o del negocio (v. gr.: “mortis causa”) y, otras, causa de una atribucién patrimonial (v. gr.: “datio ob cautsam”). ¢Cabe extraer de todo ello in sentido unitario? La respuesta es dudosa, pero parece en principio que ese sentido unitario no puede encontrarse cn Jas fuentes romanas,, sino en la claboracién Llevada a cabo por la doctrina posterior. Il. DOMAT Y POTIER » El Derecho romano, como habiamos dicho, no Hlegé nunca axis all del punto ea que Io hemos situado. Y en los intérpretes del Derecho comin Ia idea de causa y los problemas en torno a la causa contintian girando alrededor de los mismos polos, hasta que Doma, como sefiala agudamente PLANIL, proveca un cambio subversive en la doctrina. El nombre de Dosta, dice Duarpe, marca una era en fa historia de Ia doctrina de la causa (18). A dl se le ha atribuido Ia cualidad de creador de esta doctrina por él explicada o sustentada, y lo cierto es, afiade el autor citado, que es, por Io menos, el responsahie del mal giro que Ja teoria toma, zCual es la razén de este hecho sorprendente? Heuri Caprrayz, en st clasica monografia, lo explica de una manera brillante (20) Domar es uno de los mis ilustres representantes de Ja esettela del Derecho natural racionalista, hasta el ptinto de haber sido 7) Sobre este sentidy también Goyens, *Concordancias, motives y comen- tarios del Cédigo civil”, Madrid, 1852, vol. 3°, pag. 31. (18) “Conceptos deta cattsa’ en tos contratos”, Ba (19) Thid., pag. 72, _ (20) “De fa causa de las obligaciones”, trad. esp., Madrid, 1922, pag. 160. Vid el pasaje también recogido en Boner Rawon, Notas a la traduccién espaiiole de Danty, “La teorfa de la causa”, Madrid ,1955, pag. 23. ‘eelona, 1949, pag. 72. 10 Luis Diez-Picazo Ponce de Leén Hamado el restaurador de la razén en la jurisprudencia (21). Sus pre- decesores, se dice, se habian contentado con interpretar, glosay y co- mentar los textos y las leyes romanas, pero sin emprender la tarea de separarse del Corpus Luris Civilis, ni intentar un sistema nuevo y ra- cional de Derecho civil (22). Domat, en cambio, trata de exponer las Jeyes civiles “dans un ordre naturel”. Ls, pues, el racionalismo carte- siano aplicado a la Ciencia del Derecho lo que constituye la novedad metodolégica que Dowr aporta y, de paso, lo que stbvierte el pro- Dlema de la causa en el Derecho civil (23). Exaninando los textos clisicos (24) Doma Hega a la conclusién de que la catisa —la existencia de una causa— es un requisito esencial de toda obligacién, hasta el punto de que puede decirse que no hay obligacién sin causa: “nulla obligatio est sine causa” (25). Reten- 21) Cartranr, Op. cit, pig. 160. (22) “Doxtar ha sido, dice Prastou en su *Traité elementaire de Droit Ci- vil”, 84 edic., Paris, 1921, tomo 2°, pig. 343, el ereador de Ia teorfa de la cantsa, Antes de él Doumovian y D’Arcentee Ja ignorahan y los tratadistas de Derecho constetudinario mAs antiguos, que hablan de causa alguna vez, toman esta palabra en un sentido completamente distinto, como, por ejemplo, Heacxanore cuando dice que todos log convenios prodncen obligacién salvo ayuellos que son hechos por malas causas. (23) Sobre la obra y la figura de Jean Doxa, vid. Wi Derecho Privado de Ia Rdad Media”, trad. esp., Madrid, 1957 y las obras alli citadas, de Vorsrzet, “Jean Domat”, Paris, 1936 y de Bauvetor, “Un grand jurisconsulte du XVII siécle: “Jean Domat”, Paris, 1938. (@}) Sobre la doctrina de Domar sobre la causa vid. cumptidamente Danes, ‘op. cit, pig. 174 y sigs. (25) ‘Vid. “tes lois civiles par leur ordre naturel”, Paris, 1756—Domar trata de esta materia en la Parte primera de su libro, que dedica a las obliga- ciones (des engagements), en el Libro primero (des engagements volontaires et mutuels par les conventions), tittlo primero (des conventions en genéral), sec- cién primera (de la nature des conventions ct des manigres dont elles se for ment). En esta seccién se suceden tres epigraies (nimeros 4, 5 y 6) donde el cantor enscila sucesivamente: “cuatro clases de convenciones por cuatro comhi- naciones del uso de las personas y de las cosas”; “ninguna convencién obliga sin causa”; “las donaciones tienen su causa”. El texto litcralmente transcrito dice asi: . Les communications et les commerces pour I’'usage des personnes et ce- ui des choses sont de quatre sortes, qui font quatre speces de conventions. Car ceux qui traitent ensemble, ot se donnent reciproquement tne chose pour une auere, comme dans une vente et dans ine échange: on font quelque chose Pun pour Pautee, comme siils se chargent de Vaffaire de fun et de fautre; ow bien Yun fait et Pantre donne, comme lorsqué wn mercenaire donne son travail pour un certain prix; ott enfin an seul fait ot donne, Tantre uc faisant ot ne donnant rien, comme lorsqiane personne se charge gratuitement de Vaffaire d'un antre; ot que Ton fait une donation par une pure liheralité, "5, Dans ces trois premiéres sortes des conventions, i se fait un commerce oi rien n’est gratuit, et Pengagement de Lon est fe fondement de celui de Ft dans es conventions méme uit un seal paroit chligné, comme dans le pré @argent, Pobligation de celui qui emprante, a éié précéée de la part de 1 de ce quill devoit donner pour former Ix convention, Ainsi Tobligation qui se forme dans ces sortes de conventions au profit de Pun des contractants a tou jours sa case dans la part de Vautre; et Vobligation serait nuile si dans ta verité ella etait sans cause. cxmr, “Historia del Bl concepto de causa en el negocio juridieo 1 gamos esto porque cs muy importante: lo que a Domar Je interesa fun- damentalmente es la “causa obligationis”, la causa de la obligacién. Lo que ocurre es que en Domar la diferencia conceptual entre obliga- cién y contrato —entre “contractus” y “obligatio contracta”— es confusa. Por ello causa de Ia obligacién’ y causa del contrato parecen ideas sindnimas. Se confimden. Se produce asi por obra de esta con- fusion Ia gran novedad conceptual. La idea de causa, que hasta enton- ces ha vivido fundamentalmiente en el terreno de las atribuciones pa- trimoniales (adquisici‘n, datio, traditio, etc.), penetra y sc sittta en la teoria general del coutrato. El defecto de origen estd prohablemente, como decia hace tn mo~ mento, en la confusién entre obligacién y contrato, de la que Domar no se ha liberado todavia, de ta que no se liberaré facilmente Ia doctrina posterior y de Ja que atin on nuestros dias hay mutestras abundantes a Jo Jargo de nuestro mismo Cirigo civil. Bastaria recordar ef art. 1,098, cuando habla del “tenor de la obligacién”, el articulo 1.100 —“cnando Ja obligacién lo declara”— o el articulo 1.104 -—‘‘cuando la obligacién Ro exprese...”- =, etc. Se confunden, asi, como deciamos “contractus” y “obligatio contracta”, es decir, el contrato como negocio juridico bi- lateral creador de la relacién obligatoria y la relacién juridica que deriva 0 que emana de este acto, pero que puede nacer de actos dis- tintos. La confusidn, sin embargo, se produce y catisa de la obligacién y cattsa del contrato serdn en adelante Ja misma cosa 0, por lo menos, cosas cttya distincién no es facil ni se realiza nitidamente. Ta solucién que Doxvr da al problema de cual sea la causa de una obligacién es la siguiente (27). En Jos contratos, dice, en los que dos individuos sc dan reciprocamente cosa por cosa o se prestan mutua. mente algtin servicio, la obligacién de cada una de las partes constituye el fundamento 0 la causa de la obligacién del otro (28); en aquellos contratos en que una sola de las partes parece obligada, como en el préstamo, pero en que ha precedido wna entrega, esta entrega es la catisa de la obligacién de restituir; en las donaciones y en los demds contratos, en que uno silo hace o da, es decir, aquellos contratos donde hay una obligacién finica, la causa de ésta no puede consistir en el hecho actual del otro contratante, cuyo papel se limita a la mera acep- tacién. ;Cual es entonces la causa? La causa, dice Domat, es “un mo- tivo justo y razonable” (29). Este motivo hace las veces de causa. Domar sefiala algunos ejemplos de estos posihles motivos: tn servicio "6. Dans les donations et dany les autres contrats oft Tun send fait on donne, et oit autre ne fait ct ne donne iva, Pacceptation forme la convention. Ht Pengagement de celui qti donne a son fondement str qtelate motif raisonable est juste, comme um service rend ou queqiatttre mérite du donnataire om le seul plaisir de faire du bien. Ft ce motif tient fiew de canse de te part de celui qui regoit_ et ne donne rien, (26) Cir, “Tos amados contratos fory 27) Dowar, supra cit, aim, §, 428) Donat, ibid. @9) Dowar, supra cit, atm. 6. sos”, en ADC, 1956, pigs. 88 y sigs, 12 Luis Diez-Picuzo Ponce de Leén prestado al donante, cualquier mérito del donatario y, finalmente, “el mero placer de realizar un bien” (30). La critica del pensamiento de Doxar sobre Ja causa ha sido tan reiterada y exhaustivamente realizada por la doctrina, que no parece necesario repetirla en este lugar. Aparte su error inicial y més grave —a aplicacién de la idea de causa a Ia figura del contrato, que es lo. que trasiorna completamente toda la teoria—, cabe hacer a Ia construc- cién de Dosar las siguientes observaciones a) No hay un concepto unitario de causa, sino tres conceptos enteramente distintos, como son la préstacién y la contraprestacion cn los contratos sinalagmaticos, la entrega en los contratos 1 pecto de ta obligacién de restituir y, finalmente, tn motivo justo y ra- zonable en las donaciones y en los dems contratos con obligaciones unilaterales. b) No hay paralclismo ninguno entre los tres tipos de causas asi delineados. Por ta parte se subjetiviza radicalmente la idea de causa en Jos negocivs gratuitos, basta el punto de poder considerarse como: causa cualyuier motivo, con tal que sea justo y razonable. Y por otra, cn cambio, se objetiviza totalmente cuando se sefiala como causa de una obligacién la obligacién reciproca cn el contrato sinalagmitico. c) La tipificacién de las causas se hace atendiendo a una clasifica~ cién que no guarda interna armonia. Hubiera sido Hcito oponer la causa. de los contratos sinalagmaticos a la causa de los contratos unil terales; la catisa de los contratos onerosos a la causa de los coutratos gratuitos: y Ia causa del contrato consenstial a la causa del contrato real. Lo que no es licito es implicar y mezclar, confundiéndolas, tres clasilicaciones distintas y escalouar unidos contratos sinalagmaticos,, contratos reales y contratos gratuitos. d) LEsisten todavia algunos contratos que escapan a Ia tipifica~ cién. Pensems, por ejemplo, en el contrato de sociedad, en el de tran- ccién o en ef de compromiso en arbitros, Zn los mismos contratos unilaterales la cosa no es tan sencilla como parece pensar Domar, Un mandato sin retribucién puede ser hecho por pura liberalidad del ge tor 6 mandatario, pero puede ser hecho también en atencién a otros fines (v. gr.: en atencién a un interés del mandatario). ¢) Cabe qtte coincidan en tn mismo supucsto dos de lds tipos con- tracttales enunciados. Por ejemplo, que el contrato sea real y sinalag- miatico. Fu tn depésito retribuido, 2Cual seria ta causa de la oblige ciéu de restituir cel depositario?, gla anterior entrega de Ia cosa de- posit o la retribucién que va a obtenerse a cambio del servicio de depésito? f) La clasificacién o tipilicacién proptesta sélo comtenspla los con tratos constitutives de relaciones obligatorias, pero no los contratos modificativos 0 los contratos extintivos, :Qué decir de cllos? iE. qué no tienen catsa? Y, si la tienen, zcudl es esta causa? (30) Donat, ibid, El concepto de eauaa en ol negocio juridico 13 Pormizn recoge & interpreta fas ideas de Doar en su “Traité des obligations” (31). Comienza alli Pormrr exponiendo “lo que per- tenece a Ia esencia de las “obligaciones “(capitulo 1) y dice: 3s de esencia en las obligaciones, 1° que existe una causa de donde nasca la obligacién (32). Y afiade, a renglén seguido : “Las causas de las obligaciones son los contratos, los cuasi contratos, los delitos, los cuasi delitos y algunas ve- ces Ia ley o ta simple equidad.” Nosotros trataremos —sigue diciendo Pormmr—- 12 de Jos contratos que son la causa més frecuente de donde na- cen las obligaciones ; 2.° de las otras “catisas de obligacio- nes; 3.° de las personas que contratan entre si, y 4.° de Tas cosas que pueden ser objeto del contrato” (33). Con base en este razonamiento inicia Porm el estudio de lo que es un conitrato, de en qué difiere de la policitacién y de las cosas que principalmente deben distinguirse en cada contrato; enumera aqui los “esentialia”, “naturalia” y “accidentalia negotii”, pero no menciona para nada Ia causa (34). Pasa después a estudiar (art. 2) las diferen- tes divisiones de los contratos y mas tarde (art. 3) los “vicios genera- les que pueden encontrarse et los contratos”, mencionando el error (§ 1), el defecto de libertad (§ 2), el dolo (§ 3), la lesién entre mayo- res (§ 4), la lesion entre menores (§ 5) y el defecto de causa en el con- trato (35). Todo compromiso —dice Porirmr, desarrollando este filtimo pun- to— ha de tener una catisa honesta. En los contratos onerosos, la catt- sa del compromiso —afiade— que contrac una de las partes, estd en Jo que la otra parte le da, 0 se compromete a darle, 0 en el riesgo que asume. En los contratos de beneficencia, la liberalidad que una de las partes quiera ejercer para con la otra es una catisa sttficiente del com- promiso para con ella, Cuando tm compromis no tiene causa. o, lo que es la misma cosa, cuando la causa por la cual ha sido contraido es falsa, el compromiso es nul y el contrato que lo conticne es nulo también (36). Y deduce Portier el siguiente ejemplo: “$i creyendo Iitcidamente deheros 10.000 Jibras, que os habian sido legadas en 1 testamento de mi padre, pero que habian sido revocadas en un codicilio del que yo no tenia Bb Port Traits des obligations” (32), Por op. y loc. cit, pig. 5. (33) Pormige, ibid, Ga) Porm, pag. 6 y sigs, (35) Porsnme, pag. 20 y sigs (36 Porum, pig. 39. trad, esp, Barcelona, 1878, vol. 1". 14 Iaiis Dies-Picazo Ponce de Leén conocimiento, me he comprometido a daros cierta. heredad en pigo de dicha suma, ese contrato es mulo, por cuanto que la causa de mi compromiso, que era el saldo de dicha deuda, es tna causa que ha resultado falsa; y por eso mis- mo, wna vez acreditada 1a falsedad de la causa, no sdlo no podéis tener accién alguna para haceros entregar Ia here- dad, sino que, si os la hubiese ya entregado, yo tendria en- tonces accién para hacérosla devolver y esa accién se Hama condictio sine causa” (37). La doctrina de Porimr sobre Ja causa presenta los mismos incon- venientes, ya apuntados, que la de Doma, de donde deriva, Pero, en aquella parte en que Porunex modifica of pensuniento de Doxtxr, me- rece su tesis alguna consideracién 0 algrna observancia adicional : a) Por de pronto resulta muy curioso que Poritier distingue ya entre Ia causa de Ia obligacién y la causa del contrato. “Es de esen- cia de la obligacién —decia Povnner— que exista una causa de donde nazca la “obligacién”. Ln este sentido ,afiadia, las catsas de las obli- gaciones son los contratos, los cuasicontratos, los delitos, fos ettaside- litos, y en algunas ocasiones Ja Ley o la simple equidad, Se equiparan asi las ideas de “causa” de la obligacién y de “fuente” de la obliga- ciéu, Causa —en el sentido de catisa cficiente— de una obligacién es cl supuesto de hecho constitutive, al cual el ordenamiento juridico liga el nacimiento de la relacién obligatoria. 4) Como algo enteramente distinto de la causa de la obligacién, entendida en el sentido que queda expuesto, aparece la causa del con trato. La idea de causa se liga ya —a pariir de este momento— defini- tivamente con la teoria general del contrato. Pero es muy curioso et este punto ohservar yue pata Portier la cattsa no es un clemento integrante del contrato, ni tampoco un requisite o un presupuesto del mismo, No menciona Ja causa entre los “esentialia negotii”, Unica- mente el defecto de causa es un vicio del contrato, como el error, el dolo o la lesiénu. En relacién con este problema Portrrer nos dice dos cosas que son, a mi jiticio, enormemente sugestivas: una, que todo compromiso ha de tener una causa honesta, con lo cal, implicitamen- te, se esté, admitiendo Ja posibilidad de una causa no honesta o desho- nesta, que, sin embargo, seria cansa fambién: otra, qne la causa puede ser falsa y que esta falsedad de Ja catsa provoca la uulidad det con- irate, ©) 1a idea de Powsirer sobre Ia falsedad de la causa es también profindamente aleccionadora, Recordenos el ejemplo. Hay cartsa falsa —dice - cuando tma dacién on pago se hace sobre la presuposiciéte errdnea de Ta existencia de Ta denda, lo eral parece dara entender que Ta cantsa de Ta dacién on pago es ta detda anterior —cl legado en cl jemplo de Pornrek ~ Ello es incongraente con stt propia doctrina, ples tna catisa semejante no restilta, de ningtin modo, de la tipifica- (37) Doris, pig. 39. El concepto de causa en el negocio juridico 15. -ién que el mismo hace. Y demuestra, adenvis, el sutil nexo, qite to- dayia contintia existiendo, entre Ia idea de la causa y la teoria de Jas. “vondictiones”. Puede reclamarse, por ‘‘condictio”, dice Porsier, lo dado en pago de una deuda inexistente, porque no existia causa 9 la causa era falsa. dj En cuanto a la tipificacién de las causas Pormuer trata de per- filar y modifica sustancialmente las ideas de Dost. Por de pronto en. los contratos de beneficencia, en las donaciones, la causa no es ya “un motive justo y-razonable”, como habia dicho Doar, sino abstracta- mente la liberalidad del donante o del bienhechor. ¢) Ademds, ya no se habla, como hacia Domar, de contratos en los que dos individuos “se dan reciprocamente o se prestan mutua- mente”, es decir, de contratos sinalagmiticos, sino de contratos one- rosos. Y yale la pena recordar que el cardcter sinalagmiatico y Ia one- rosidad son cosas enteramente distintas ; que onerosidad significa cam- bio © irueyue de prestaciones, mientras que el sinalagma afecta a la reciprocidad de las obligaciones y, por tanto, a la estructura y al fm- cionamiento de la relacién obligatoria (“exceptio inadimpleti: contrac- tus”, etc.). Caben, por ello, contratos onerosos que no sean al mismo tiempo sinalagmaticos (v. gr.: mutuo con interés, ete,). f) Respecto de los coutratos onerosos ya no se dice que “la obli- gacién de cada una de las partes constituya el fundamento o Ja catsa de la obligacién del otro”, como habia dicho Domar. In Jos contra- tos onerosos, dice Porstmr, la causa del compromiso, que contrae wna de las partes, esté en lo que la otra parte le da, 0 se compromete a darle o el riesgo que asume. En la primera parte de esta proposicién —lo que le da, lo que se compromete a darle—- se encuentra todavia la idea del juego de las prestaciones, pero en la segunda parte —el riesgo que asume —aparece un elemento enteramente nuevo—. Con ello pa- rece haber querido Pormyer aludir a la subdistincién, que ustialmente © cfecttia, dentro de los contratos onerosos entre contratos conmu- tativos y contratos aleatorios. Tero, de momento, retengamos esto: que para Pormoe “el riesgo que se asume” también puede ser la cattsa de un contrato. gy) Vinalmente, se puede observar, que en su estructura interna, Ja clasificacién de Porrrter es mds Idgica que la de Domar. Ya no se ponen tres subtipos diversos de contratos (sinalagmiatico, real vy grantito), sino que la tipilicacion se realiza con’ base en la dualidad de lo overoso y Io gratuito que es, en si misma, enteramente ldgica. Desaparecen de Ia tipilicacién los contratos reales, euva catsa seo de- fermin en cada caso, con arreglo a stt caracter oncroso o gratuito, Tlasta aqui, muy sucintamente expues sobre ta cats, que stministrard Jos mate ordenatmnientos eiviles del gripo latino, In doctina de Pornner iales cou yne se tejen los 16 Luis Diez-Picazo Ponce de Leén IV. CAUSA EN LOS ORDENAMIENTOS LATINOS La teoria de Ja causa de los cuntratos ha sido hasta este momento finales del siglo XVIUL y principios del siglh NIX— una mera opi- pidn o construccién doctrinal. Sin embargo, el influjo que, tanto Do- ar como Poraier, ejercen en los redactores del Cédigo civil fran. cés (38), hard que esta construceién doctrinal se convierta en wm cle- mento normative y que lo que hasta ese momento fue sdlo postura sicntifica pase a ser ta norma juridica de indeclinable aplicacién. il Cédigo il francés, en stt articulo 1.108, establece que Cuatro condiciones son esenciales para la validez de una convencisn: EI consentimiento de Ia parte «ue se obliga, Sti capacidad de contrata Un objeto cierto que forme “la matiére de Tengage- ment”, Una cansa licita en Ta obligacién (“dans Sobligatién") En los artictlos 1.131 a 1.133 dentro de una Seccién que fleva por rétulo “De Ia causa”, se desarrolla el tema muy Drevemente, en estos tres puntos : 1° La obligacién sin causa, o sobre una causa falsa, 6 sobre tna cattsa ilfcita no puede tener ningtin efecto (ar- ticulo 1.131). 2° Ta convencién no es menos valida, atmque Ja causa no se expree en ella (art. 1.132). 32 La causa os ilicita cuando esta prohibida por la ley 0 es contraria a las buenas costumbres 0 al orden. pit- blico (art. 1.133) ‘Vampoco el Codigo civil francés Heya més alld. Hay una evidente, ua indudable influencia de Domat y de Porrisex, que Heva a los codi- ficadores, como antes deciamos, a introducir ku idea de causa como elemento normativo, y a clevarla a la categoria de requisito legal del contrato. Pero el Codigo civil francés se mantiene todavia dentro de anos limites muy moderados, Como observaciones generales cabe ha- ceer las siguientes G38) Tico Presatener (Diseours nim, 59), *Esposé des motifs de la loi sar les contrats on les obligations conventionels en genéral", dice refiriéndose a los preceptos correspondientes del Code, yte “uo hay obligaciéa sin cattsa: artes o et Ja ene] at Tribanat” (Diseorrs, cr-Prmanunee. Sobre tos, finde — en ef interés reeiproce de las apport fait Ta causa esté de wna de clas”, Vid también Favann, aun. 60), quien no afwle mis a la idea de I Dajos preparatorios del Codigo civil francés: Mazeviae, “Analyse raisonné de la discussion da Code Civil”. Paris, 1804; Paver, “Recueil complet des travanx preparatoires du Code Ci Paris, 1830. El concepto de causa en el negocio juridico 17 w tin el C. C. francés no se define, con muy buen acuerdo, lo que se cntiende o debe entenderse por causa del contrato y se deja este punto a Ja elaboracién docirinal y jurisprudencial. ‘Tampoco se recoge la tipificacién de Douar y de Porminr, que, sin embargo, aflo- ar mas tarde en nuestro Cédigo civil. b) EL Cédigo civil francés vuelve a confundir las ideas de causa del contrato y de causa de la obligacién, pues, si por una parte la cat- sa se considera como requisito de validez del contrato, este requisito se concreia en que existe una “causa leita en la obligacién”. ¢) EJ problema fundamental que el legislador franeés parece ha- ber querido resolver a través de la idea de causa es el de la repulsion © condena y, por tanto, de Ia invalidez de Jos contratos ilicitos 0 in- morale Del Code Napoledn pasan los preceptos sobre Ia causa de nuestro Proyecto de Cédigo de 1851 (391, al Cédigo civil italiano de 1865 (40) (29) Hn ef Proyecto de 1851 (cir. Goxexa, op. x loc. cit, pig. 31 y. sigs) disponfa su articnio 983 que “para la_validez de ios contratos son indispen- sables los requisitos siguientes: 1”, Capacidad de los contrayent a consetimiento; 3°. Objeto cierto que sirva de materia a la obligacién;’ 4°, Cau- sa licita de la obligacién; 5°. La forma o solemnidad requerida por la ley”. Mas tarde dedicaba el Proyecto al problema de la causa como reguisito de los contratos cuatro preceptos, los artfeulos 997-1.000, en los cuales disponia su- cesivamente: a) gue “en los contratos onerosos ‘se entiende por causa para cada parte contratante la prestacién o promesa de tua cosa 0 servicio hecho por Ia otra parte; em los remuneratorios, el sorvicio o beneficio que se remu- nera y en los de pura beneficencia, Ja mera lberalidad del bienhechor (art. 997); b) que “la obligacién, fundada cn ma causa falsa o ilfcita, no pri duce efecto legal” y que “la causa es ilfcita, cuando es contraria a las leyes 0 Jas buenas costumbres (art, 998); ¢) gue “el contrato serA valido, aunque la causa en él expresada sca falsa con tal que se funde cn otra yerdadera™ 999); d) y que “atnque la causa no se exprese en el contrato, se pre- sane yue existe y qe es licita mientras cl deudor no pruce lo contrario” art. 1.000). Por Jo que se refiere a ta definicién de la causa del articulo 997 que, como hemos visto, no se cncontraba en ef Cédigo civil francés, Govena (op. y loc. cit, pi. 39) confiesa que este articulo fué tomado del “Discours niuncro 59 de Bigot bx Preawee;, reiundiendo en él confsamente ideas de Poruu, Con ello se convirtié en uormatiya tna definicién o una tipificacion hasta entonces slo doctrinal y curiosamente en normativa y vineulanle excla- sivamente para el Derecho espafiol y nu, en cambio, para cl francés, donde nacid y de donde fue recibida, que conserva en este punto su libertad doctrinal y jurisprudencial. Sigue las ideas del Proyecto, Grrvteniz, *Cédigos o Estudios fundamentales sobre el Devecho civil”, 32 edie, Madrid, 1877, vol. 4°, pig. 47. CO) Seguia fieimente al Codigo civil fran a) “Los reqttisites eseneiales para Ja dem contrato 5 upateidad de contratar; ol conscutimiento vélido de log contratantes; im objet Seterminady. que pueda ser anateria de conveneién; uma cansa Tieita deta obliguelia (art, 1.104). b) Ta obligacién sin cansa o fundada en una catsa falsa o ilicita: no puede tener ningtn efecto” (art. 1119), ©) “El contrato ¢s vilido aunque no se exprese en él la casa” (art. 1.120). d) “La causa se presume hasta que no se prucbe lo contrario” (art. 1.121).

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