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DANTEL La hoja apenas emparejada a la jamba fue la sefal de que me esperaba- Al entrar, el triangulo de luz, que se apagé tras de mi cuando cerré Ja puerta, me dejé cegada @ imposibilitada para dar un paso mas. Yo venia del sol y me topé con la noche ficticia que creaban unos centinelas de cartén aprisionados entre los barrotes de las ventanas. Tuve que acostumbrarme a la oscuridad para poder apreciar el espectaculo que se me ofrecia: hilos de luz, préfugos de la guardia y seducidos por la musica de Liszt, tejfian formas en la penumbra y sobre las paredes. Aromaticos nardos fungian como hisopos, limpiando de olores el aire que se colaba del exterior. Nada de lo que percibian mis sentidos correspondia con la imagen de una casa abandonada. “Hace 20 afos que los Aura se fueron de este lugar." Aunque yo sélo tenia siete afos, recuerdo claramente el escéndalo que se armé en el barrio por el suicidic del sefor, y después, la desaparicién de la sefora ilevandose @ Daniel... No pensé que volveria a verio. Todos comentaban lo extrafio que eray incluso mis amigos se secreteaban cuando jugabamos frente a su casa, y @1 nos miraba desde la puerta... Y sin embargo, lo eché tanto de menos cuando se fue, sobre todo, por nuestro juego secreto. Yo aprovechaba cualquier momento para sentarme a descansar a unos cuantos metros de é1 no muy cerca, porque mi madre me lo tenia prohibido--, separaba las piernas y é1 hurgaba con su mirada en mi vértice. Entonces, comenzaba esa sensacién placentera de hormiguea en mi panza y mi rajite, que aumentaba cuando yo gritaba al aire el color de mis calzones y Daniel asentia a negaba con la cabeza, segiin le gustaran o no. Un dia, me hizo una sea para que fuera a su lado, Me acerqué sigilosamente y escuché Quiero saber cémo tienes adentro." Me eché a correr muy enfadada. su vai Pero como el hormigueo habia sido mas placentero que otras veces, le grité desde lejo iEs rosa y suave!“ Liszt bajé a segundo plano: Ven, aqui estoy, te espero desde hace tiempo-- me dijo con la misma voz aterciopelada que acababa de recordar. Sin darme cuenta, habia echado a volar por el pasado y ahora él me sorprendia. La ausencia de puertas entre las habitaciones y la escasez de muebles, me habia facilitado el desplazamiento sin tropiezos. Al fondo del salén pricipal encontré su lecho. La sabana delineaba el contorno de un cuerpo menudo que me invitaba a su lado. La desnudez de su pecho solicitaba la mia. Me quité la ropa para liberar mis deseos y responder a su gesto de bienvenida. Si nuestros cuerpos habian cambiado, su mirada y mi sonrisa eran las mismas. Su mano calida sobre mis pechos me invitaba a iniciar, con parsimonia, el reencuentro. Pero el deseo voraz, alimentado desde que supe de su regreso, no esperé mas. Me subi a su cuerpo y a horcajadas me sumi en algo que se torné angustiante. Daniel me aprasé por la nuca y me obligd a doblarme sobre su vientre; su pene resorteabs dentro de mi por el esfuerzo que requeria la posicién. Comen: por decirme palabras extrafas al oida que, per el tono de su voz, parecian provenir de alguna practica esotérica. Conforme avanzaba su letania, yo perdia las fuerzas. Algo se hinchaba en mi cerebro y hacia que se aletargaran mis movimientos. Senti miedo de la doable penetracion que estaba experimentando, @ intenté soltarme; pero con el otro brazo me sujeté por la cintura. Mi cuerpo se volvié laxo sobre el suyo y mi mente cedié a las palabras, que cambiaron en ese momento. El poseia un mundo desconocido, y ahora lo recreaba ante mi, prayectando parajes inefables en mi cerebro. Del temor pasé a la fascinacién. Toda mi sensibilidad estaba concentrada en mi cabeza y en mi sexo. Excitada por sus fantasias tenia urgencia de estallar, y comencé a reptar sobre su vientre para alcanzar el orgasmo; entonces mé Tiberé. Con el impulso de su cuerpo arqueado sobre la cama, m2 hizo galoparlo. Sus movimientos se tornaran frenéticos. Liegué a la saturacién del placer y era urgente la distension. El lo sabia: por eso pudo poseerme come lo hizo. Narcotizada por la voluptuosidad de nuestro paraiso, senti un golpe blando en el costado y cai de bruces sobre la cama, seguida por el peso de su cuerpo que me impedia respirar libremente. --Deseo sodomizarte. éVerdad que no te va @ oponer, chiquita? Guiero saber si en las nalgas albergas un espacio tan suave y rosado como el que acabo de conocer. El toque de mustiedad en sus palabras resbalé de mis oidos a mi clitoris convirtiéndole en una burbuja de sangre que estallé cuando su espada atravesé mi conciencia. Me conyulsioné herida de placer. Los estertores de su gozo llegaron entre ecos a mis oidos y enseguida me quedé dormida. Al despertar, no tuve nocién del tiempos; parecia como si se hubiera detenido y sélo tuviera efecto para reponer nuestras fuerzas. A tientas busqué mi reloj, sin encontrario. Mi amante dormia y aproveché la tranquilidad para tratar de poner orden en mis ideas, necesitaba encontrar una explicacién légica a lo sucedido. En ese instante me percaté de que lo vivido con Daniel habia rebasado lo que esperaba. Me senti agradecida por a experiencia, y me incorporé para decirselo, pero seouia durmiendoy en cambio, su respiracién cadenciosa me animé el deseo de tocarle. Sutilmente bajé la sébana hasta su cintura; con las yemas de los dedos recorri la piel suave del torso, y me encontré con su configuracion extraha: espigada y fuerte, al mismo tiempo. Segui hasta el ombligo y circundé la perfeccién de la cicatriz con ganas de penetrar por ella. La fantasia de meterme en su cuerpo desperté mi deseo nuevamente. Pero la mano de Daniel sorprendié a la mia en sus ingles. Me detuvo abruptamente y se levanté de la cama. Entonces aprecié la fineza de su figura entretejida con los hilos de luz, la rectitud de su espalda y la redondez de sus nalgas. Con un caminar elegante y delicado desaparecié en 1a penumbra. A su regreso trajo fruta y vino, y habia cambiado la misica.“Escuchar la obra de Bach 2s como presenciar una ebullicién de duendes que no se sabe si representan al bien © al mal, perc con certeza si al placer", me dijo cuando se metié a la cama. Me quedé callada. En su rostro habia una expresién de ingenuidad que me excité el deseo de poseerla como él habia hecho conmigo. Intenté acariciarlo nuevamente y su negativa fue la misma. Empezaba a molestarme su desigualdad en las entregas, sobre todo porque no la esperaba en un ser que poseia tal misticismo; entonces, atendi el plato de frutas. Sus dedos comenzaron a hurgar en mi sexo, y aunque mi cuerpo le respondio amigablemente, me senti mas contrariada. Daniel se lleva los dedos a la nariz, clisqued la humedad que ie acababa de brindar y se recosté. Con un movimiento gracil me indico que estaba dispuesto a mis caricias, y un monolito de seda exaltado en la comenzar. Esta vez planicie de su cuerpo, me hizo saber que el ritual po yo seria la sacerdotisa. Mis dedos atendieron con esmera su inesperada fragilidad- Calida duna de sudores ligeros me embriago en un ir y venir sobre sus finas ondulaciones. Del pecho me pasé a su vientre y luego a su sexo. Hasta ese momento, su respiracién habia seguido con sintonia mis movimientas, pero después percibi un cambio de ritmo —-més bien angustioso—-, que intentaba revelarme la proximidad del punto mitico en el cuerpo y espiritu de ese ser con quien habia compartido las mieles generosas de la ambrosia. Me abandoné a la busqueda. Acaricié su pene de arriba a abajo y me deslicé por sus piernas que se-wantentan opstinadamente cerradas. Era la actitud de un nifo aferrads al batt] donde esconde tesoros maravillosos, que sélo seraén revelados a quien ofrezca fascinarse junto con él. Lo besé para tranquilizarlo y fue cediendo. Acaricié la cara interior de sus muslos y subi hasta encontrar la fuente de su humedad: un sexo de mujer, henchido de placer y huérfano de caricias, que se abria solicito a mis dedos- La escalada de emociones se disparé en todos los sentidos: horror. repulsién, sorpresa, rechazo, desconcierto, verciienza, lastima... formaron una masa espesa y viviente en mi estémago que presionaba con espasmos, cada vez mas fuertes, para ser liberada. Me fue imposible articular palabra; mover la lengua resultaba una sensacién pastosa que sélo sumentaba la fuerza de las arcadas. Necesité un esfuerzo sobrehumano para contener el vémito mientras encontraba mi ropa para vestirme y salir huyendo de ese lugar. Ahora, que los pliecan arrugas sobre los recuerdos y la memoria descarta los menos importantes, una y otra vez invoco la imagen de Daniel. Tendidos sobre nuestro lecho, le muestro las alas que construi para volar con Danielas pero, enseguida desaparece. TES CORTE tor(a), tu apinién es importante. Si tienes algiin comentario a deseas conocer el resto de mi obra, por favor escribeme a AT’N: Ivonne Cervantes Corte Apartado Postal 70334 Ciudad Universitaria, C.P. 04510 México, D.F. eanrear ALMA Escribo mientras €1 duerme y ella, en un estado de duermevela perenne, acaricia su sueo. Las dos descansan en el mismo lecho: mis visceras. El, mi animal salvaje, idisfruto liamario asi! Ella, mi alma. Y yo, tejedora de palabras, entrelazo los momentos de la experiencia mas reciente con el fin de cabijarlos. Se trata de una historia vivida en comin, pues hay ocasiones en las que sélo ella es tocada sin alcanzarlo a él, y viceversa; sin embargo, Heriberto logré --a simple vista-- acariciar a los dos. De la primera cita con el Lic. Heriberto Hernandez, Subdirector de Proyectos Culturales del CNCA, 1a memoria ya se ha encargado de extraer los hilos con los que he comenzado a tejer. Recuerdo a una secretaria joven pero con mal genio, quien me avis de su retraso a causa de una junta. El rostre de Maria Callas en un poster sabre la pared, al fondo de la oficina, y su interpretacién de La Boheme de Puccini en mi memoria. Primer contacto con el alma..En el librero, perdidos entre varios titulos relacionados con la cultura y el estado, administracién y finanzas, algunos textos eréticos de James Joyce, Anais Nin y Garcia Ponce. Primera llamada al animal. Veinte minutos después, una voz aspera --absolutamente varonil envolviendo una disculpa por la demora. La linea del labia superior desdibujada por el espeso bigote, la barba cerrada y bien cuidada. —-...Ta debes ser la amiga del ollero. La escritora desesperada porque no tiene empleo, écierto? El me ha hablado mucho de ti... Perdén, coustas un café? Hanos masculinas de piel morena, ufas perfectamente recortadas; dedos alargados de toques rotundos pero suaves, que rozaron los mios dejando ls huella de su calidez al extenderme 1a taza del café ipreparado por él mismo! "Es café del bueno, énotas el aroma?" Y claro que lo habia notado; y no sélo el del café, sino el suyo: a madera y tabaco fino. La pipa descansando entre los boligrafos regados en un lado del escritorio. Treinta minutos de charla me bastaron para descubrir en su mirada la melancolia del poeta anclado a una oficina de gobierno. apsyada en la alfombra, desentume los dedos del pie envuelto en una media; en seguida va el otro, escucha la caida en la oscuridad, La cién de placer le reporta al cerebro que, !por fin!, esta en casa. Ei cansancie de la jornada laboral se le agolpa en los musculos de la espaida cuando deja el portafolics en el pisso; el bolso ha quedado desmayado en ef silt ® tientas camina par el pasilio que conduce a la recdémara. £: trayecto se va desabrochando la blusa, el sostén, la falda y el liguero. Al llegar, tantea el borde de la cama con las rodillas y se desploma sobre et colchén. Uno de los botones de la blusa se le clava en el pecho izquierdo --muy cerca del pezén—— y le obliga @ saltar, a moverse de nuevo: aprovecha el impuiso para alcanzar la perilla de la laémpara. El chorro de luz que enciende, descubre un portarretratos caido. De golpe, recuerda el ruido que escuché por la mafana y, paralelamente, el suefo de la noche anterior; no entiende qué relacién pueden tener y sonrie ante la extrafa légica de la mente. Levanta el marco que contiene la fotografia de Jestis —-su amante en turna--, deposita un beso sobre los labios de vidrio y se deja caer boca arriba. Alounas réfacas de aire se cuelan por el resquicio de la ventana semiabierta y llegan hasta sus pezones como notas de una flauta magica que les hace levantarse. Al contacto del vaho nacturno, se le pone chinita la piel; hace falta un Ultimo esfuerzo para desnudarse por completo, abrir la cama y zambullir el frio en la cAlida franela de las sAbanas. Lo hace. Con el cuerpo desnudo, totalmente relajado y tibic, el resimen del dia acorta la distancia al suefo. Una concatenacién de imagenes fluye en su cabeza: el proyecto que tuvo que sacar al vapor, la secretaria que le puso de mala gana las hojas corregidas en el escriterio y la estupidez de su jefe inmediato para comprender sus sugerencias; el placer de libar un mezcal acompafiando al pozole, las horas muertas después de la comida y... la serie de palpitaciones que hicieron engordar su sexo presionado contra el asiento. Una oleada de excitacion recorre el cuerpo de Grecia cuando evaca la causa: ese suefo raro que la ha mantenido inquieta todo el dia. La conciencia, inmersa en un delicioso sopor, se deja seducir por el estimula. La experiencia comienza de nuevo. Una extrafa sensacién de tener el peso de alguien encima invade el cuerpo laxo. Grecia abre los ojos y quiere maverse. No puede. Otra vi ino puede moverse!, igual que anoche; sélo que ahora est& m4s consciente y una leve angustie la lleva a insistir. Es indtil. Parece coma si algo o alguien deseara manteneria cautiva. La sospecha la estremece y una ola de sudor frio le congela la sangre. "jCalma! icalma!, seguramente es cosa de nervios" se repite con afan, tratando de encontrar una explicacién logica. Un par de respiraciones profundas la hacen relajarse. Cede la tensién. El peso que la somete se vuelve mas ligero. Repite la dosis y 1s angustia da paso, inesperadamente, a un sopert que la conforta, como si el halite tibio de un amante la hiciera dormir. Grecia se deja invadir por un repentino estado de placer. La reaccién inicial de temor se transforma en €1 deseo --subconsciente-- de ir m&s alla, de investigar por qué el peso que la mantiene inmovilizada no ha desaparecido; incluso, ha comenzado a moverse. La densidad de algo indescifrable ondea en la superficie de su piel le roza los pezones erectes, el vientre, y se intensifica en el cuenco formado entre sus musles y su sexo. Sea lo que sea, quiere separarle las piernas. Brecia, sumida en el suefo, no cpone resistencia. Sus misculos han recuperado la movilidad y se entregan a la excitacién que los inunda. La cintura se arquea, las nalgas se levantan y las piernas se abren. Un cuerpo intangible se derrama por los pliegues de su sexo, hurga en él, merodea por el centro; busca un arificie por donde penetrar, por donde poseer a quien duerme. Los labios genitales se separan y le revelan la entrada. El los abre --aun mas-- y se hunde hasta el fondo. Un gemido escapa por la boca de Grecia al tiempo que su amante incorpéreo se vierte dentro de ella; ahora, su piel le pertenece, su leche invisible viaja por las venas y se revuelve con la sangre que diluye y debilita. Cada acometida significa: para @1, recuperar un paco de la vida que perdié y, para ella, una disminucién de la misma. £1 irrumpe con mayor fuerza; su espiritu tiene sed de luz y el alma que dormita esta rebosante. Grecia se muerde el borde dei labio inferior como si quisiera contener €l deseniace; como si intuyera, a pesar de su inconciencia, 10 que significaré. Pero 61 avanza en la posesién, acomete sus entrafias, se agita en su sangre y apresura el final. Ella gime, se convulsiona presa del acoso los destellos y estalla, mientras @1 mama ——con sus labios descarnados: , azules y amarillos arrojados por el espectre del orgasmo. Después, el cuerpo de Grecia queda totalmente liberado del peso y respira tranquilamente. El reposa junto a ella, en el espacio vacio que siempre deja a la derecha de la cama; se ira antes de que el alba desgarre la oscuridad que lo protese. Frente al espejo se mira asustada. Esta mafana, ademas de la herida en el labie, tiene una marcada sombra en los parpados y una aguda palides. Hoy, no sabe que explicacién darle a lo vivido, pero sabe que no fue un suefo. El tiempo apremia. Son las 19:39 y atin no esta lista. Sustituye e labial rojo por uno que no acentie e1 tono livido de su piel y que, mismo tiempo, le dé color. Termina de vestirse rapidamente, sin cuidar resto de los detalles y toma sus cosas. Antes de cerrar la puerta del departaments, vuelve a escuchar el ruido de ayer y, aunque sabe que es el portarretratos, el sonido 1a sobresalta. Baja las escaleras del edificio con temblor en las piernas y sudor en las Grecia cruza la oficina, sin saludar, y pasa directamente a su cubiculo. Las secretarias se miran entre ellas y una, coma escogida por las demas, se levanta a investigar lo que le sucede pretextanda el aviso de una llamada telefénica. —Te llamé la Lic. Vazquez. Que te reportes con ella--. Rosario entra sin llamar; ademés de ser su asistente es su amiga. —Si. Gracias --Grecia levanta la cabeza y 1a mira con una sonrisa dibujada débilmente. —-Pero, équé te pase? —-Nada, épor qué? --responde bajando la cabeza enseguida. No te has visto la cara? iGué barbara! Se ve que Jesus te dio mucha ata anoche, ieh! --sonrie cémplice y morbosa. —iAh...! No, no fue eso. Lo que pasa es que tuve insomnio y... iYa! Mira, mejor déjame trabajar, pues estoy muy retrasada. Pero, en —-iEsta bien! Ne te enojes, sélo queria saber qué te pasa- fin... Bueno, pues trata de dormir porque, realmente, traes una cara de muerte fresco que da miedo —-sale del cubicule riendo. La bpema de Rosario llega hasta Grecia transformada en una réfaga de tor(a) tu opinién es importante. Si tienes algtin comentario o deseas condcer el resto de mi obra, por favor escribeme a: UNO Mas UNO Aton: Ivonne Cervantes Corte Apartado Postal 70334 Ciudad Universitaria, C.P. 04510 Mexico, DF.

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