Professional Documents
Culture Documents
2º ESO
- IN MEDIA RES
- IN EXTREMA RES
ESTRUCTURA CLÁSICA O AB OVO
Final circular
Se había escapado de la escuela. Era la primera vez, y le pareció que la mejor manera de
pasar el tiempo sería viendo una película. Depositó su bolso escolar en un tenducho, llegó al
cine y compró una localidad barata, listo para sumergirse por noventa minutos en un
mundo apasionante. Ya estaban apagadas las luces de la sala, y a tientas buscó un sitio
vacío. Los mágicos letreros de la pantalla daban el título de la cinta, la que comenzó de
inmediato. En la película, un pequeño actor hacía el papel de un escolar que, por primera
vez, se escapaba de la escuela. Pareciéndole que la mejor manera de llenar el tiempo era en
un cine, compra una localidad barata y entra a la sala cuando en la pantalla un actor de
pocos años hacía el papel de un escolar que, por primera vez, se fuga de la escuela, y decide
ir al cine para pasar el tiempo. El actorcito tomaba asiento en el instante en que, en el film,
un niño escolar, fugado de la escuela, entra a un cine para pasar el tiempo. Al frente se
proyectaba la imagen de un niño que, por primera vez, faltaba a su escuela y llenaba su
tiempo viendo una cinta, cuyo argumento consistía en un chico, por primera vez…
Álvaro Menem Desleal
Final abierto
Una desapacible noche de noviembre bajé al sótano en busca de una estufa. Cada
tanto escuchaba ese goteo que poco a poco se convirtió en unas pasos sobre la
tarima del pasillo. Se cerró la puerta de golpe. Estuve horas atrapado.
Cada vez que intentaba abrir la puerta, se sentía una sacudida en la madera y ese
alarido medio animal medio humana. Tras varios intentos desistí. Al poco vi que el
picaporte se movía haciendo un chirrido espeluznante. Apareció una cara pálida sin
rostro, flotando en una bruma sombría. La temperatura bajó todavía más y sentí una
ráfaga de viento helador en mi espalda.
partes…
Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le
dijo la madre:
-El amigo se murió. Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar.
El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. «Él volverá», pensó.
Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no
andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a
cenar.
Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la
pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni
en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los
zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos y pensó: «Qué tontos y pequeños son
esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada». Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha
hambre. La madre le abrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido». Y le compró
un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.
Escena
Mi padre estaba en el borde de la carretera, junto a su automóvil. Esperaba, con un bidón de plástico en la
mano, que alguien lo recogiera. Yo iba en moto, con un casco que me ocultaba la cara. Me detuve junto a él sin
identificarme.
-Sí -respondió.
-Sube.
Mi padre subió a la moto sin haberme reconocido. Hacía cinco años que no nos veíamos, ni nos hablábamos. La
última vez que nos habíamos dado un abrazo fue en el entierro de mi madre. Después, sin que hubiera sucedido
nada entre nosotros, habíamos ido espaciando las llamadas telefónicas hasta que se cortó la comunicación.
Noté cómo agachaba la cabeza para protegerse del aire. Sin duda, reparó en el alza de mi zapato derecho, pues
tengo esa pierna un poco más corta que la izquierda. Mi padre me había hablado muchas veces del disgusto que
se habían llevado cuando, tras mi nacimiento, el médico les dio la noticia. Yo nunca lo he vivido como un
drama, pero siempre me pareció que ellos se sentían culpables por aquellos centímetros de menos, o de más,
según se mire: jamás conseguí averiguar cuál de las dos piernas consideraban defectuosa. Juan José Millás
Escena
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía
historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se
llamaba Armando. Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los
dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió.
Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no
supo qué hacer, pero después se rehízo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Éste no dijo
nada, pero a la mañana siguiente ...
El texto empieza con el recuerdo de uno de los personajes que relata toda la
historia.
TIEMPO DEL RELATO
ELIPSIS
RESUMEN
ANALEPSIS PROLEPSIS
AB OVO
PAUSA FLASH
FORWARD
IN MEDIA RES