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La derivacién a acompafiamiento terapéutico es rea rada por los profesionales tratantes, con el objetivo de incluir una figura externa en la dinémica familiar, ¢ ins- trumenta una estrategia de trabajo que incidiré en lo co- tidiano, especialmente en los vinculos. Testo provocard movimientos emocionales entre los in- tegrantes, cuando no estallidos, que debern reencauarse desde la supervision del acompafamicnto terapéutico, afin de ser conducidos dentio del cratamiento de Ia cura. Caracteristicas del acompafiante que trabaja con sujetos con una discapacidad En el émbito de la discapacidad cognitiva, las interven- ions mas comunes que s¢ realizan desde el acompaiia- miento cerapéutico se orientan a consolidar el mayor grado posible de autovalimiento,arestablecer rutinas hibicos, a lograr adherencia 2 los tratamientos 0 la realizacién de actividades a favor de la inclusién en ambitos puiblicos y/ o privados. ELAT no intervendri en lo orgénico de un paciente, cen su discapacidad, en su disfuncién. Esta limitacién estd dada desde la genética y deberd aceptarla. La dimensi6n. de la falta se le hard presente de una manera particular. Segiin cémo resuelva el atravesamicnto de sus propios l- mites, favoreceré o entorpecerd la implementacién de una cestrategia terapéutica, Es comiin encontrar algunos mecanismos 0 posiciones, dlefensivas que se activan cn los AT y deben ser supervisados ns ara evitar que obstaculicen el abordaje, tornandose ne- gativos para el paciente. Mencionaremos dos de ellos: 7 Discurso del saber: el AT se ampara en sus cono- | cimientos académicos o se at en cic Ha clinics, djando al sjto en lard ale sa osibilidad de escuchar nada de lo particular. En este | caso, el AT puede reconocer lo especifico del diagnés. | tico orginico, operar sobre éste, pero oftece una solu 2a cia contemplar lo particular del sujeco. | El sujeto queda red in posibil (3s i st Gates |a falta sin posibilidad de J Discurso romantico: desde un discurso amoroso, | hipertierno, el AT compleca de manera’ilusoria al su, Jeo, negando el déficit orgénico c invisibilizando su | impacto. De esta manera, el sujeto queda destituido de su posicién particular como sujeto, Un testimonio Presentaremos el restimonio de Diego acerca del acom- pafiamiento que realizé con Roberto (2), paciente de mis de 80 afi diagnosticado con un cuadeo de depresion severa. Este cuadro se habia desencadenado a partir de ‘a ceguera parcial del paciente, que afectaba su visién, Petmitiéndoledistingui slo sombras. No puede leer nj diferencias colores o rosros. Es como si hubiese queda. do atrapado en un mundo de sombras En su manifestacién paroxistica dela depresion, R. ha- bya sido encontrado un dia en la terraza del edificio, en lo que fue considerado un intento de suicidio que puso cn alerta a la familia y la movilizé en direecién de la con- sulta psiquidtrica, en la que se le indica acompafiamien- to permanente. La familia se organiza de manera tal de cubrir las 24 horas, incluyendo, por sugerencia médica, acompafiamiento terapéutico, aunque R. no estaba con- vencido de la propuesta. Primeras dificultades. En el primer encuentro, el AT) cs atravesado por una pregunta: équé hago frente a un sujeto que desconozco y que no me convoca? En el es- cenario familia, los integrantes se encontraban impac- tados ante el eambio, sin poder aceptarlo. Parecian estar suftiendo el duelo del padre, del marido y del abuelo que R. haba sido, Querfan que volviera a ser el que ya no era, ni serfa. Por su parte, R, recibié con desgano al AT. Se encon- traba perfectamente ubicado en tiempo y espacio, man- tenia una conversacién coherente y conservaba un crite tio de realidad mis que razonable, R. no perdié el tiempo y Ie formulé al AT su propia demanda. Notaba que su memoria estaba deteriorada y, puntualmente, queria tra- bajar sobre este problema, El punto de partida del AT fue entonces evaluar qué pasaba con la memoria dle R, Para ello, se abocé a la biis- queda de bibliografia espeeifica sobre trabajos de evalua- cidn y cjercitacién de la memoria, ne El material obtenido presenté un doble obstéculo: por un lado, la mayor parte de los ejercicios para la memoria. alos que accedié requerian el empleo de la visibn, y por Lotro, el resto de las tareas que, con una leve adaptacién podian emplear, como completar refranes 0 memorizat una lista de palabras asociadas a un determinado rubro, resultaban simples al punto que el paciente le pregunta ba sise la “hacia ficil” a propésito. Poco duraton los ejercicios premoldeados, y el AT se encontré de golpe con las manos vacias, desconcertado y dubitativo, como un pintor frente a la tela en blanco én el instante de la primera pincelada. Mientras tanto, sentia que R. escudritiaba su sombra como diciendo: “Y, pibe, épara cudndo?”, El siguiente paso consistié en buscar el material apto, no s6lo para poder cumplir con los requerimicntos expli- citos del paciente, sino que, a su vez, permitiera sondeat los territorios posibles de exploracién. Por dénde y has- ta dénde podian transitar no sélo sin causar dafio sino, ademés, procurando un aporte que mejorata la calidad de vida del paciente, puesto que un acompaiiamiento efi ciente pero ineficaz deviene en un esfuerzo estéril y noci- vo, tanto para el AT como para su acompafiado, Se introduce, enconces, la erapa de los cuentos —cor- tos, medianos, largos, cortisimos, fantasticos, graciosos, icos—, recurso al que el AT acude, aunque con otra finalidad que la pensada inicialmente, Yano se trataba de evaluat la memoria del paciente, sino de abrir fa puerta a determinados temas que, encarados en forma directa, podrian generar resistencia. _ "Nos viene bien como ejemplo un cuento policial am- bientado en el Medioevo europeo, en el que una mucha- chita de condicién humilde es encontrada en cl rfo, ase- sinada por su noble amante luego de que éste se hubiera cnterado de que ella llevaba en su vientre el fruto de un amor clandestino. Q {Qué tiene que ver este relato con la problemética ac- tual del paciente? La mortalidad. Ya sabemos que, siem- pre que el paciente habla, lo hace respecto de sf. Enton- ces, sis etemenniaiaadei El tiempo corti, y el AT se encontraba ahi, cara a ca- racon R,, desafiante en su insolente desgano. Los cuen- «os inicialmente se incluyeron para evaluar su memoria y permitieron secundariamente conocer su capacidad de simbolizacién. “Recuerdo la tranquilidad que me invadié cuando cons- taté la capacidad simbélica de R, Ya ni me acuerdo qué ceuento estabamos leyendo, pero sila timidez.con la que tne acerqué ala primera mexafora: arracimados en el suelo. —Digame, Re {qué significa arracimados en el suelo —Bueno—respondié R—, que estaban todos juntos, amontonados, tirados en el piso. : Fue como poner en marcha un eren a vapor. No dja- mos metéfora en pie. Las anotamos en un cuaderno e hi- cimos otaciones, no sin dificultad, pero la cosa salfa” Iniciaron el periodo de lectura de los cuentos, tarea que demands un esfuerzo considerable. El paciente no se a- cordaba de lo que se lela y pretendia que el AT se detuviera en cada parrafo para que lo repitiera de memoria, como quien estudia una cancién patria. EI AT intervino con una negativa a su demanda porque considleraba que, en ese momento del acompaiiamicnto, se suscitaba un doble juego en el que el paciente disputaba ccon ¢ un saber respecto de si que se emperiaba en demos- trar: su irremediable problema de memoria, a la par que desafiaba al acompaiiante pidiendo una solucién, El acompafante percibid que R. comenzaba a inves- tirlo de cierto supuesto saber. Empezaba a preguatarle cosas sueltas que averiguaban por Internet, charlaban de noticias antes de comenzar la tarea, le peda opinién, La transferencia asomaba timidamente. Con los cuentos, vinieron las quejas. 2: "ZVe que no me acuerdo de nada? Usted me lee y yo no me acuerdo, ademés yo no tengo el nivel intelectual que usted tiene’. En rigor de verdad, no era asi. La informacién estaba y cemergia. Con un gran esfuerzo, finalmente se conseguia evar anclas. En cada encuentro, esta tensién se centraba en el “por qué?” “La respuesta vino casi azarosamente, de la mano de un libro de cartas de amor de Fernando Pessoa a su tini- co amor conocido, Ofelia. Deliciosas y sencillas eartas de amor, Paralelamente, comencé a dar por sentado que la informacién respecto de lo que lefamos estaba incorpo- rada (para no poner de relieve la falta y llamar con ella a 1h angustia), y nos dedicamos a hablar de los temas que proponia el material escogido. En el caso de este libro, las cartas de amor de Pessoa a Ofelia nos vinieron como anillo al dedo porque faltaban las respuestas a esas cat tas (que al dia de hoy no se han encontrado), y eso nos dio la oportunidad de recrear la historia’. El acompafiamiento siguié transcurriendo un tiempo is, buscando autores y temas mis acordes al interés de R. Ante la sorpresa del AT, un dia llega a la casa de R. y se encuentra con diarios y revistas de opinién al lado del sillén en el que se sentaba habitualmente. Por si el mensa- jeno era claro, el pedido era bien explicito: “Quiero que hoy leamos un poco el diario”. As{ fue como empezaron un tercer periodo de lectura de diarios y revistas. La depresién se habia desencadenado con la ceguera yva partir de entonces, R. no pudo ver nunca mas una puesta de sol, el rostro de sus hijos, el de sus nietos, ni el desu mujer. Su movilidad y su autonomia se resintieron seriamente, pero éeran acaso estas pérdidas las determi- nantes de su depresién? ELAT pudo evaluar que en parte s, tal vez, pero 96- Jo.en parte, En este pedido de leccura sobre la realidad actual, nacional ¢ internacional, politica y cientifca, R. estaba pidiendo que le prestara sus ojos para volver ase un hombre informado, puesto que“un hombre puede se padre, esposo y abuclo, en tanto y en cuanto sepa sobre la realidad de su tiempo y espacio circundantes’, Respecto de la familia, la relacién del AT con ella fue fundamental, La puerta de la casa la abria y la cerraba ka esposa de R. Algunas intervenciones del equipo apunta- ron también a mejorar la calidad dle vida de la sefiora de de manera directa, instindola a que su mundo no gi- ‘ara exclusivamente en torno a la patologia de su marido Y a que preservara espacios propios.

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