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Tu eres el protagonista etal mele tml ar acs) 25 soluciones diferentes. SUPERVIVENCIA ae OW by Wy. PR ee) ee Bee I Ue net ELIGE TU PROPIA AVENTURA® - 18 SUPERVIVENCIA EN LA MONTANA EDWARD PACKARD lustraciones: LESLIE MORRILL TIMUN MAS ADVERTENCIA No leas este libro de corrido, desde el principio hasta el fin. Estas paginas contienen muchas aventuras que puedes vivir mientras intentas salir de la soledad de la montajia. Tu avion se ha estrellado en las montafias. Tu Gnica esperanza de supervivencia consiste en abrirte paso hasta el puesto del gquardabosque si- tuado 15 kilémetros al este. Todo depende de que tengas la suerte y la capacidad necesarias para sobrevivir. Estas a punto de descubrirlo. De vez en cuando, a medida que avanzas en la lectura, encontraras que debes hacer una eleccién que puede conducirte al éxito o al desastre. Una vez que hayas escogido, sique las instrucciones para ver qué te ocurre después. Piensa cuidadosamente antes de actuar. Cual- quiera de tus movimientos podria ser el tltimo... o podria permitirte salir de la soledad de la serra- nia. 1 Ta y Jake McKay, tu piloto, estais sobrevolando las Montafias Rocosas canadienses cuando el mo- tor comienza a fallar... Stbitamente quedais atrapados en medio de una cegadora tormenta de nieve. Lo que parecia un maravilloso dia de prima- vera se ha convertido en una fria pesadilla. —jEstamos perdiendo altura! —arita Jake. Pasa a la pagina 2. 2 Jake logra posar el avién en una zona Ilana y herbosa situada a la altura del limite forestal. El aparato choca con fuerza contra el suelo, re- bota y se desliza ante un bosquecillo de pinos enanos. El ala izquierda topa con un Arbol, el avidn gira violentamente y de pronto se detiene. Afortunadamente no estais heridos, sélo un poco aturdidos, aunque parece que Jake se ha torcido un tobillo. No soporta el menor peso so- bre el pie. Para colmo de males, la radio dejé de funcionar a causa del choque. Os acurrucais en vuestros asientos. Jake se ha vendado el tobillo lesionado con una bufanda de cuadros rojos. cho que nos hemos desviado bas- tante de nuestra ruta —comenta, mientras es- cudrifia el mapa con la mirada—. Nuestra tinica esperanza es que logres llegar hasta el puesto del guardabosque que vimos desde el aire. Diria que esté a unos quince kilémetros al este. Aun- que desde arriba parecia abandonado, si es igual que la mayoria de los puestos de esta zona, tiene que contar con latas de alimentos y un transmisor de radio para emergencias. Pasa a Ja pagina siguiente. 3 Observas a Jake. Sabes que intenta darte aliento. —lIré —declaras. Escuchas atentamente mientras Jake te ex- plica cémo enviar por radio una sefial de so- corro. : dake hace todo lo posible por sonreir. —Nos alcanz6 una tormenta frontal. Mira, sale el sol. Sera mejor que partas ahora para llegar al puesto antes de que anochezca. Revisas la mochila, que contiene un saco de dormir ligero, un capote, provisi6n de alimentos para un dia, cerillas y un botiquin de urgencia. Vistes una cazadora con capucha, calcetines de lana, guantes y un buen par de botas de ex- cursionista: vestimenta adecuada para una larga caminata. Luego de comprobar que Jake esta cémodo, te cargas la mochila a la espalda, te despides y empiezas a caminar. Pasa a la pagina siguiente. 4 Atraviesas a paso rapido el terreno alto y es- carpado. Casi es mediodia: el sol debe encon- trarse al sur. Si lo mantienes a tu derecha, te estards dirigiendo hacia el este. Quince kilé- metros no te parecen una distancia tan larga. En un sendero uniforme y bien cuidado, te resul- tarfa facil cubrir la distancia en tres horas, pero aqui puede llevarte mucho més tiempo. Una hora mas tarde, el cielo vuelve a enca- potarse. Se ha levantado un frio viento del norte y la temperatura disminuye. Te subes el cuello de la cazadora para mantener caliente el cuerpo. Ahora ves, ante ti, algo que parece una senda de animales que corre de norte a sur. A su lado, cerrandote el paso, se eleva una ba- Trera rocosa demasiado escarpada para esca- larla. El camino mas corto para rodear la barrera consistiria en cruzar la estridente coriente de agua que aparece a tu derecha. El agua de la corriente, de unos tres metros de ancho, bulle formando un blanco torrente. No puedes cal- cular su profundidad. Probablemente podrias atravesarla saltando de roca en roca, aunque un solo resbalén serfa fatal. Lo mas seguro seria seguir la senda de ani- males que se adentra en el pinar de tu izquierda, pero asi avanzarias en direccién norte y pro- bablemente te alejarias mucho de tu camino. Si decides sequir la senda de tu izquierda, pasa a la pagina 8. Si intentas cruzar el torrente de aqua, pasa a la pagina 7. 5 Con el sol a tu izquierda, sigues el sendero que atraviesa la elevada meseta salpicada de pi- nos achaparrados que han logrado sobrevivir en tan riguroso clima. Avanzas con dificultad por ese paisaje extrafio y hermoso hasta que fi- nalmente distingues, a lo lejos, una mintscula choza. jTiene que ser el otro puesto del guar- dabosque! Corres hasta la choza y examinas su conte- nido: cerillas, maderos, un hornillito de lefia, ali- mentos en abundancia, una mochilla provista de equipo de emergencia y radio. Rapidamente enciendes fuego y empiezas a calentar un bote de sopa. Pronto te dards un festin de sopa caliente y galletas con miel. En- tretanto sigues las instrucciones para emitir por radio sefiales de socorro, El equipo es muy sen- cillo y s6lo permite transmisiones de emergencia en una direccién. Envias un mensaje de soco- tro, pero no sabes con certeza si captan tu men- saje. Pasa a la pagina 10. 7 Bordeas el encrespado torrente de agua y buscas un punto por donde cruzar. Poco des- pués te topas con una parte cubierta de cantos rodados. Te cifies la mochila a la espalda y sal- tas de roca en roca. Casi has terminado de cru- zar cuando tu pie derecho se posa sobre una piedra suelta, lo que te hace perder el equilibrio y caer a las gélidas aguas. La espuma rocia tu rostro mientras te agarras frenéticamente a un tronco atascado y luego siques, un poco a nado y otro poco vadeando, hasta llegar a la orilla opuesta. Pasa a la pagina 9. 8 Al seguir la senda de tu izquierda, te diriges hacia el norte, bordeando la barrera de granito que te impide avanzar hacia el este. Subes cada vez mas; es una ascensién larga y agotadora, pero parece el tnico modo seguro de cruzar la montafia. Finalmente llegas a una meseta situada muy por encima del limite forestal. Tu camino hacia el este ya no esta cerrado y emprendes la mar- cha a través del terreno alto y yermo, contento de encaminarte hacia el puesto del quardabos- que. Aunque ahora el camino esta expedito, te azota un fuerte viento. Pocos instantes después, espesos nubarrones cruzan la montafia. Subi- tamente, la tormenta te alcanza. Intentas con- servar la calma. Lo Gnico que distingues en me- dio de la nevada torrencial es el terreno que pi- sas y el difuso contorno de las rocas cercanas. Utilizando el viento como brijula —ya que pa- rece mantener constante la direccién norte—, intentas no perder el rambo. Entonces ves un hueco entre las rocas, casi una caverna, un re- fugio para protegerte del viento y de la nieve. Tal vez deberias ponerte a resguardo hasta que el tiempo mejore. En ese momento te acuerdas de Jake y de que cuenta contigo. Estas tan ate- rido y apenado que te resulta dificil pensar con claridad. Te preguntas si a pesar de la tormenta deberias seguir adelante. Si sigues adelante, pasa a la pagina 12. Si te pones a cubierto, pasa a la pagina 37. 9 Estas calado hasta los huesos y tiritas de tal manera que te cuesta trabajo respirar. Intentas entrar en calor caminando y te diriges hacia el sudeste, siguiendo la base de la ladera rocosa. Si logras encontrar un sitio por donde escalarla, podras dirigirte de nuevo en linea recta al este: hacia el puesto del quardabosque. Pero el re- mojén en la corriente de agua te ha provocado un frio atroz. No estas sequro de poder seguir adelante. Cerca ves lefia menuda y ramas de pino se- cas. Quiza fuera buena idea encender una ho- guera y secarte de la cabeza a los pies. Pensabas que tenias suficientes cerillas, pero una de las cajas esta empapada y en la que no se mojé s6lo queda una. éDeberias utilizar la Gltima cerilla? Tal vez sea mas importante proseguir la marcha. Si te en- tretienes encendiendo una fogata y entrando en calor podrias no llegar al puesto del guarda- bosque antes de que anochezca. Si te detienes a encender una fogata, pasa a la pagina 11. Si sigues tu camino, pasa a la pagina 14. 10 Esa noche, una violenta tormenta brama fuera, en la intemperie, pero ti duermes a pierna suelta. Después de haberte desayunado copiosamente, te sientas junto a la radio e in- tentas enviar mas sefiales de socorro. Si pudie- ras saber con certeza que alguien las capta... jes demasiado aventurado esperar! El mapa pe- gado a la pared muestra una carretera que sélo se encuentra a veinticuatro kilémetros al este. Pero en esas montafias no lograras cubrir dicha distancia en una sola jornada. Tendrias que pa- sar la noche al raso. Y si te perdieras, es posible que ni Jake ni td lograseis salir con vida de la montafia. Si decides caminar hasta la carretera, pasa a la pagina 31. Si prefieres esperar a recibir ayuda, pasa a la pagina 59. 11 Amontonas algunas ramas de pino secas y otras ramitas. Enciendes el fuego con sumo cui- dado, protegiendo tu tinica cerilla del viento. Lo logras. Poco después tienes una buena ho- guera. Tardas un par de horas en entrar realmente en calor y secarte. Ahora debes darte prisa. El cielo se ha encapotado, el viento sopla con mas fuerza y una nevada ligera y suave aguijonea tus mejillas. Avanzas unos cientos de metros y descubres un sendero que sube por la barrera rocosa: una abrupta hondonada. La parte central de la hon- donada parece el sitio mas facil de escalar, pero te preocupan las grandes rocas préximas a la cima, ye que algunas parecen estar sueltas. Tal vez deberias ascender por un costado, aunque sea m4s escarpado y resulte menos facil de mantener el equilibrio. Tienes un vago recuerdo de que alguien dijo que no se debia escalar la parte central de una hondonada. gO que no habia que escalar por el costado de una hondonada? No logras re- cordarlo. Si asciendes por el costado de la hondonada, pasa a la pagina 21. Si escalas la parte central de la hondonada, pasa a la pagina 25. 12 Aprietas los dientes y luchas por avanzar. Es- tas decidido a seguir en movimiento. Logras lle- gar a un saliente protegido de la embestida del viento. A partir de este punto tendras que es- calar una escarpada pendiente a través de una alta loma que conduce a la cumbre de la mon- tana. Aunque escalar es dificil, no te costara tra- bajo mantener el equilibrio. La nevada amaina y mejora la visibilidad. Progresas por la larga la- dera, trepando y trepando hasta encontrarte por encima de las nubes que flotan sobre el va- lle. Mires hacia donde mires, los picos cubiertos de nieve se alzan hacia el cielo cristalino. jJamas has contemplado semejante vista! Contindia ascendiendo, pero ahora te cuesta mucho mis esfuerzo respirar. Empiezas a toser. Poco después te duele la cabeza y te sientes ma- reado. Sin embargo, estas bastante caliente gra- cias a la escalada y no corres peligro inmediato de sufrir hipotermia (0 sea, que tu cuerpo sufra un enfriamiento grave). éDeberias seguir esforzandote para llegar a la cima? No puede haber mas de nueve metros hasta la cumbre de la loma. ¢O seria mejor que retrocedieras montafia abajo y renunciaras al te- treno que tan penosamente has conquistado? Si sigues escalando,’ pasa a la pagina 96. Si retrocedes montafia abajo, pasa a la pagina 15. 14 Reanudas la marcha, bordeas el extremo su- doriental de la barrera rocosa y buscas un sitio para subir. El viento helado penetra en tu ropa hameda, Te castafetean los dientes mientras avanzas penosamente, encorvado para prote- gerte del frio. Tu vision se enturbia y empiezas a quedarte sin resuello. Tienes la impresién de que tus piernas son de goma. Tropiezas con una piedra y caes. Haces esfuerzos por levantarte, pero das violentos bandazos y vuelves a caer. Yaces acurrucado en el suelo, tiritando, dema- siado débil para buscar refugio. Comprendes vagamente lo que ha ocurrido: tu temperatura corporal ha disminuido peligrosamente. No cabe duda, ya que presentas los sintomas de una hipotermia avanzada: tu cuerpo pierde ca- lor mas rapido de lo que puede generarlo. Si hubieras encendido una fogata y entrado en ca- lor... pero es demasiado tarde. Fin 15 Contrariado, vuelves sobre tus pasos y descien- des por la montafia. Cuando has bajado cerca de trescientos metros, te sientes mucho mejor. Desde tu nueva posicién, mas ventajosa, divisas un campo de nieve que ocupa un amplio valle, de aproximadamente un kilémetro y medio de an- cho, que se extiende entre dos altas cumbres. Es- tudias la direccién del sol y llegas a la conclusién de que la mejor ruta para llegar al puesto del quar- dabosque probablemente consista en atravesar el campo de nieve hacia el este. Por fortuna la nieve esta firme y tu peso no que- brard la capa solidificada. En pocas horas consi- gues atravesar la mitad del campo nevado. AGn existe la posibilidad de llegar al anochecer al puesto del quardabosque. Sin embargo, el clima se esta convirtiendo en un problema. Sabes que en las montafias el clima puede variar con inquietante brusquedad. Y eso es precisamente lo que esta ocurriendo. El sol ha desaparecido. Ha empezado a nevar y sopla un fuerte viento que hiere tus mejillas y tu nariz y em- pafia tu visién. Avanzas con dificultad y la tor- menta arrecia. Poco después tienes que afrontar una ventisca. Si sigues adelante, pasa a la pagina 63. Si cavas un refugio en la nieve y te proteges en su interior, pasa a la pagina 22. 16 En cuanto esta libre, Chauncey se apodera de la escopeta y declara: —Sé usarla. Gino regresa unos instantes después. Chaun- cey le apunta con la escopeta y lo arrincona. Mientras Chauncey vigila a Gino, intentas co- nectar la radio. Luego de varios intentos falli- dos, consigues ponerla en funcionamiento y al anochecer estableces contacto con la Real Po- licia Montada de Canada. —Evitad que el prisionero se mueva —acon- sejan los policfas—. Llegaremos en helicoptero al amanecer. Chauncey y ta os mirais. Sera una noche larga y tensa. Gino empieza a ponerse nervioso. Tal vez deberiais intentar atarlo para que no pueda atacaros. Si pides a Chauncey que apunte a Gino mientras intentas atarlo, pasa a la pagina 99. Si ordenas a Chauncey que vigile a Gino, pasa a la pagina 104. 18 Con el sol a tu derecha, sigues el sendero. De vez en cuando aparece marcado con monton- citos de piedras, |Debes de estar llegando a la civilizaci6n! Con un poco de suerte, arribards al proximo puesto del quardabosque antes de que anochezca. Al mediodia te encuentras bastante por de- bajo del limite forestal. Ahora el sendero esta sefialado por marquitas blancas pintadas en los pinos achaparrados que bordean la senda. Como tienes mucha hambre, te acomodas en una roca y te das un festin a base de galletas saladas y manteca de cacahuetes. Te gustaria echarte a dormir la siesta, pero sabes que debes seguir andando. El viento arrecia, el cielo se esta encapotando y la temperatura disminuye a un ritmo creciente. Pasa a Ia pagina siquiente. 19 Reanudas la marcha deprisa. A juzgar por lo mucho que has avanzado, el puesto del quar- dabosque no puede estar a mas de cinco o seis kilémetros. El cielo se encapota y comienza a nevar. Al principio sélo se trata de unos copos pequefios dispersos, pero poco después nieva copiosamente. El viento aiilla y las rafagas he- ladas se cuelan por tu cazadora. No sélo em- piezas a enfriarte sino también a preocuparte. Abres la bolsa con alimentos y comes un poco mas de manteca de cacahuetes. Necesitas mas energias, calorias adicionales. Hasta la manteca de cacahuetes te resulta fria. Cargas raépidamente la mochila a tu espalda y te pones en movimiento. No puedes perder tiempo. La visibilidad empeora a medida que la nieve se espesa. Pero mantienes el ritmo, bor- deando la ladera de la montajia. A esa altura estés bastante seguro de que has recorrido la mayor parte de la distancia que te separa de la Ultima cabafia. No puede faltarte mas de un ki- l6metro y medio para llegar al refugio... y a la radio. A través de la nieve, que cae torrencial- mente, divisas un arqueado saliente rocoso que forma algo parecido a una diminuta cueva. {Te tefugiards alli y esperaras a que amaine la tor- menta o seguirds adelante? Si te pones a cubierto, pasa a la pagina 37. Si contindas la marcha, pasa a la pagina 27. 21 Subir por el costado de la hondonada se con- vierte en una ascensién larga y agotadora. Aproximadamente en la mitad, un inmenso canto rodado cae violentamente por la parte central y te asusta casi hasta enloquecer. Por suerte estas al margen de su trayectoria y media hora después llegas a la cima. Contemplas la elevada meseta. Gran parte del terreno esta po- blada de pinos enanos y en otros puntos sélo hay roca desnuda con manchones de nieve aqui y alla. Son casi las tres. Sabes que el puesto del guardabosque esta al este, pero como las nubes tapan el sol no sabes con certeza hacia dénde queda el este. Crees que te orientaras en esa direcci6n si sigues el riachuelo que pasa a tu iz- quierda. Siempre pensaste que tenias buen sen- tido de la orientacién, pero recuerdas que en esta regién, por lo general, riscos y lomas van de norte a sur. Quiza ahora te estés encami- nando hacia el este, aunque esta direcci6n pa- rezca estar a tu izquierda. Si es asi y siques el curso del riachuelo, jiras hacia el norte y no ha- cia el este! Si avanzas en linea recta, pasa a la pagina 56. Si confias en tu sentido de la orientacién y sigues el riachuelo, pasa a la pagina 28. 22 Sabes que tienes que buscar refugio. No pue- des llegar muy lejos en medio de una ventisca en la montafia y, aunque lo intentaras, jamas conseguirias avanzar en la direcci6n correcta. Miras a tu alrededor y reparas en un saliente rocoso en que ha quedado atrapada una abun- dante bolsa de nieve. Es tu Gnica posibilidad de salvarte de la tormenta. Con las manos enguantadas, empiezas a ca- var un tanel en el cimulo de nieve. Afortuna- damente la nieve esta firme pero no helada y progresas, abriendo lentamente un tanel lo bas- tante grande para reptar de cabeza en su inte- nor. Agotado por el esfuerzo pero satisfecho de estar a salvo de la nevada y el viento arrasa- dores, contintias cavando hasta ensanchar el ta- nel lo suficiente para darte la vuelta y quedar de cara a la entrada. No ignoras que has de man- tener abierto un conducto de aire, pues de lo contrario te ahogarias. Como necesitas conservar el calor corporal, te comes el chocolate que te queda. Te sientes mejor. Al menos de momento estas ganando la batalla al frio. Te metes en el saco de dormir y cierras los ojos. Mientras la ventisca brama en medio de la noche, duermes a ratos y ocasio- nalmente compruebas que el conducto de aire siga abierto. Pasa a la pagina 24. 23 Probablemente nadie ha pescado nunca en ese arroyo. Las truchas no son desconfiadas. Te quitas la botas y los calcetines y vadeas el arroyo con suma lentitud, y procuras no asustar a los peces. Estiras tu capote como si se tratara de una red y gradualmente lo acomodas bajo la trucha mas grande. Te dispones a pescarla y a sacarla del agua. El pez se escabulle de un salto. Vuelves a intentarlo varias veces. A cada intento, la trucha se escapa. Si tuvieras una red de verdad, seria facil. Pasa a la pagina 64. 24 La tormenta ha cesado al amanecer. Un sol brillante resplandece sobre la nieve recién caida. Deberias ponerte en camino, pero no sa- bes si tendras fuerzas para llegar al puesto del guardabosque o si podrds encontrarlo. Quiza seria mas sensato consumir tus ener- gias de otro modo: escribiendo a pisadas en la nieve la palabra SOS, en letras lo bastante gran- des para que las vea cualquier avin que so- brevuele la zona. Te llevara una par de horas y agotara casi todas tus energias, pero probable- mente sea el mejor plan. Si escribes a pisadas la palabra SOS en la nieve, pasa a la pagina 49. Si sigues tu camino, pasa a la pagina 33. 25 Asciendes por el centro de la hondonada. De vez en cuando tropiezas con un esquisto suelto, pero avanzas sin cesar. Estas a mitad de camino cuando oyes un sonido atronador por encima de tu cabeza. Un inmenso canto rodado de co- lor gris ruge barranca abajo y se dirige en linea recta hacia ti. Trozos de roca y esquisto salen disparados a su paso y levantan nubes de ‘Oo. Intentas gatear hasta el costado de la hon- donada, pero te faltan esos poquisimos segun- dos adicionales... Fin 27 Llegas a la conclusi6n de que lo mejor es acercarte a tu meta. Aceleras el paso, conven- cido de que la caminata esta a punto de tocar a su fin. Pero la visibilidad se reduce y el violento viento ailla a tu alrededor. Ya no divisas el per- fil de la loma. Ahora no tienes posibilidades de encontrar el camino de retorno hasta el refugio rocoso. Has de seguir moviéndote, aunque sélo sea para mantener el calor corporal. Caminas dificultosamente; aprietas los dientes mientras se te hielan las majillas y la nariz. Tal vez haya alguna posibilidad, no cesas de alentarte. jNo puedes darte por vencido! Aunque parezca dificil que la tormenta pu- diera arreciar, es lo que ocurre. El viento azota tu nariz y tus mejillas semicongeladas, Tus ojos quedan cegados por la nevada torrencial que ataca tu rostro como un enjambre de airados avispones. El frio penetrante encierra tu cuerpo en su abrazo mortal. Caes rendido: una valiente victima de la furia de la naturaleza. Fin 28 Llegas a la conclusién de que has de confiar en tu sentido de la orientacién. Giras a la iz- quierda y sigues el riachuelo. Tras caminar du- rante otra hora, divisas una loma mas adelante. Te encaminas impaciente hacia ella. Abrigas la esperanza de divisar el puesto del guardabos- que desde la cumbre. iDe pronto notas que a unos cuarenta metros y mirandote a la cara se encuentra un enorme oso! Se trata de un oso pardo, una de las bestias mas grandes, malas y peligrosas del mundo. Avanza un paso hacia ti, da otro, se detiene y te observa como si estuviera decidiendo qué hacer, Se levanta en dos patas y se yergue en toda su altura: jdos metros! ¢Esta a punto de atacarte? Si permaneces inmdvil para no alarmar al oso, pasa a la pagina 34. Si corres para salvarte, pasa a la pagina 61. 30 —No, Jake, te has lastimado la piema y ne- cesitas atenci6én médica. — Gracias, chico —responde—. Jamas olvi- daré esta actitud. No te preocupes, dentro de pocas horas vendrdn a recogerte. Ayudas a Jake a acomodarse en el soporte que pende del helicéptero. Segundos después esta en el aire. Observas mientras lo izan hasta la cabina. Te alegras de que esté a salvo, pero no puedes dejar de pensar en ti. Parece que te has convertido en una especie de héroe, aun- que pronto podrias ser un héroe muerto. En el preciso momento en que Jake desa- parece en el interior del helicoptero una espesa masa de niebla cubre la montafia y dificulta la visibilidad. Apenas distingues el avién caido a corta distancia, De repente oyes un ruido sordo. Una sombra obscura ha chocado contra la nieve, algo que cayé del helicéptero mientras subia verticalmente y se alejaba. Pasa_a la pagina 36. 31 Guardas en la mochila el sa i | : co de dormir, dos cajas de cerillas a prueba de agua, un tarro de miel y algunas chocolatinas. Pones rumbo al este. El primer dia cubres mas o menos la mitad de la distancia que te separa de la carretera Agotado por el paso rapido que te has fijado, te preparas una cena rapida de galletas, frutos secos Y Manzanas secadas. Tomas una choco- _ de postre y te acuestas. _Al_amanecer, te despierta una lluvia torren- cial. Tu saco de dormir esta empapado. Estée ae, tiritas y te has enfriado peligrosamente odrias sufrir hipotermia. Debes encender una logata de inmediato, Los Arboles que te rodean son especies j6venes de hoja perenne. Las ra- ~ y las ramitas secas escasean, pero encuen- : oo Poco después has encendido una quefia, TO necesi Ssequi abundante lefia. = mone Xe : No la encuentras. Tien 0 . es que buscar de pino y acumularlas sobre tu pequejia Sous ees conseguir una buena llama. [Si tuvieras un = a! Te frotas las manos, procurando man- enerlas calientes. En pocos segundos tu ho- ome — y se apaga. Encuentras mas ra- — nciendes otra fogata, pero ocurte lo oo la nevisca es abundante. Te das cuenta Hae a es esta echada. Te encuentras de- mal para seguir adelante. ogra Tas salir de esa montafia. —_—_ Fin 33 No te decides a apostarlo todo a escribir a pisadas una sefial de socorro, por lo que deci- des terminar de cruzar el campo de nieve. Por fortuna consiques llegar hasta una loma rocosa practicamente despejada de nieve. Sabes por el sol que estas en el camino correcto, en direc- ci6én este, y tus expectativas crecen. Casi un kilémetro y medio mas adelante la loma se inclina algo hacia el sur. Hacia el este la barrera montafiosa cae tan cortada a pico que sdlo podrias descender con cuerdas. Tendras que seguir el camino més largo a fin de bajar por la ladera de la montafa. El viento ha acu- mulado grandes montones de nieve. Das mu- chos pasos de mas para rodearlos. Finalmente tienes una buena panoramica de una ladera abierta que desciende hasta el linde del bosque y, a un kilémetro y medio de dis- tancia, mas o menos, ves algo que te provoca escalofrios. Se trata del avidén que te llevé a esta montafia desierta. Has estado caminando en circulos. Pasa a la pagina 38.

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