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re ee ee ee ey ene tere mck posibilidades de labor. Como todos los escritores y docentes de remarked eee eet creme ellos, Gerardo Pisarello lo menciond una y otra vez como el docente severo, critico y de entusiasmos medidos, cuando el ‘mundillo literario se hallaba conmovido de "modernidades", Ese espiritu despegado de modas es, sin duda, el que manifiesta en su "Almafuerte", publicado en 1921 y cuyo acierto en el anélisis del vate platense hizo a Borges ponerio entre los mas Pe ce oe eeu ts por muchedumbres de admiradores. Era, no olvidemos, la época en que a conferencias y recitales asistia mucha gente, Roe eee Ray NC Morea ea Poet acter eee anne aes vvas de la vida correntina hoy demasiado olvidadas, es libro de estricta mocedad, cuya edicién lament6 siempre, al parecer, Pe eee Lee een eune rT sagaz observador de su tiempo no podia pasarle desapercibido Seer etree omc teat Seem tener er meen) Ediciones puede reeditarlo hoy, rescatando del olvido a esta biografiade Desiderio Sosa, hombre de su tiempoy de una his men mee ect nr oy Pe remem e Cetettunu ) preeretne en eer ae ee Berenice cites rer) ice eros ALB. Ki eS 3 = Tee ed PEDRO BONASTRE a eee 1) -(03 fo 7-<3 1: ee Ory KIT) Desiderio Sosa Pay PEDRO BONASTRE El Coronel Desiderio Sosa (Con referencias de la Guerra del Paraguay y de las luchas civiles de Corrientes) CORRIENTES 1899 CORRIENTES 2002 1S.B.N N° 987-1085-01-2 ‘Queda hecho el depésito que previene la Ley 11.723, Probibida su reproduccién Foto de tapa: archivo de Fernindo Gonuile: Accoaga. Control de Edicion: Arturo Zamudio Barrios Editado por MOK = Impreso en MOGLIA S.R.L. La Rioja 755 tes - Repiiblica Argentina ‘ioglin@gigared.com Octubre de 2002 SENOR DOCTOR Don Juan Eusebio Torrent (miembro de la Suprema Corte de Justicia) Como el recuerdo de su noble y valeroso amigo debe serle grato, me permito dedicarle esta humil- de biografia, que no persigue més ideal que el del recto magistrado argentino: verdad - justicia PEDRO BONASTRE Corrientes, Agosto 28 de 1899, Seftor Pedro Bonastre. Después de leer el manuscrito det libro, en que bio- grafia a uno de nuestros hombres de accién guerrera y social, me he convencido una vez mas de sus bien ponde- rados estudios acerca de la historia provincial y nacio- nal. No diré que la biografia del coronel Sosa, viene a lle- nar un gran vacio, pero si, me ratifico en el juicio de que viene a ocupar un merecido sitio en la historia de Co- rrientes, el nombre de un varén que supo honrarla en la guerra y en la paz, con la accién proficua de los que han nacido para realizar el bien en su medida relativa, puesto que en absoluto cabe siempre la negacién y como el humano respira mucho mal, no le cabe llegar a inma- culado, por mas que asi se pretenda o se afirme. Si bien es verdad que el nombre de Sosa vive en pagi- nas sueltas y en las tradiciones populares eso no consti- tuye una estabilidad més remota que las paginas del li- bro, sobre todo cuando él se ha escrito, por un joven de montos 18 aitos, a la luz de los hechos y documentos fehacientes que garanten [a imparcialidad y la Indepen- dencia de criterio aunque en ocasiones sé encuentren frases excesivas - en el sentido del realce; pero que de- saparecen en el conjunto del escrito que tiene, muchas veces sinceridad y Ia vigorosa légica de los hechos con que Mitre ha abierto la escuela sana y robusta para los que se dediquen a la historiografia racional. ‘Su libro significa reivindicar el nombre del Coronel Sosa, incorpordindolo como no se ha hecho todavia con tantos otros, a la historia, que no es poca recompensa, y 4 la que tal vez no fue aspirante por exhibicionismo, co ‘mo hay tantos sino por intuicién, por una tendencia nati: va de ser digno del recuerdo de su pueblo. Que Sosa haya sido mal apreciado por los que no le conocieron bien usted Io reconoce mejor que el que estas lineas escribe. Y afortunadamente hay un compatriota que explorando la regién del pasado y estudiando los hombres y el medio ambiente de la sociedad en que Sosa ‘actuara, ofrece al juicio puiblico el protocolo de sus mé- ritos acompaftado también de los hechos de que se le ha- bia responsabilizado exclusivamente. Hoy en su escrito, desde la descripcién viril de una generosa valentia hasta el detalle nimio al parecer, pero que complementa su propésito y converge a la idea fun- damental, haciéndola aparecer como un relieve en el fondo de la narracién, Enel sentido de la enseRanza que encierra y la justi cia con que reclama un nombre de valor real, como el de Sosa, los ensayos honran a su autor, a la vez que Henan la aspiracién popular no permitiendo que, el olvido en- wuelva a los que por las libertades piblicas han realizado inconiables sacrificios y han puesto con desinterés todos sus afanes para el bien colectivo presente y futuro. La Presentacién profusa de documentos histéricos cestdé hecha con buen acopio de reflexiones, y una critica tan facil que, el que no lo conozca a Sosa y leyere su li- bro lo conocerd bien pronto y los que con él han vivido centraran a darse exacta cuenta de lo que valia aquél hombre, a quien describe usted: leonesco en el campo de batalla, caballeresco en una sala, de tertulianos, leal con ‘sus buenos amigos, inspirado por la Patria como ciua: dano, un nifio en los afectos intimos de! hogar, un cora: zén grande y noble y una cabeza bien intencionada en todas partes y en todo terreno. No tema de los juicios desfavorables ni de la eritica que padiera suscitar su trabajo, de todos modos, ellas no aportardn més utilidad que la que presta usted a nuestra juventud presenténdole un ejemplar de nuestra glorias militares y ciudadanas al par que el conocimiento de va- rias décadas de a historia local y nacional, ignoradas por muchos que balbucean versos de Homero y capitulos de Tacit. El pueblo de Corrientes es el que juzgaré exactamente las paginas de su libro, y con esa creencia le auguro un éxito brillante, tanto mas merecible por cuanto que le ha demandado su realizacién una ardua tarea, una investi- gacién dificil, salvadas felizmente por su fuerza volitiva y por el patriético entusiasmo de hacer justicia péstuma para el nombre del bravo guerrero del Paraguay y cam- pedn esforzado de nuestras grandes luchas civicas. Su afmo. AGUSTIN E. SOLIS. Muchas veces he tenido presente el consejo de Técito, de lo muy peligroso que es escribir la historia del siglo que corre y del tiempo que ha poco pasé, por estar vivos los descendientes de las personas de quienes se trata; ‘mas, he reflexionado que yo no me propongo injuriar a unos ni ser panejirista de otros: procedo con mi espiritu libre de preocupaciones de amor ii odio: nada espero ni nada temo, por que mi dnimo lo conducen la buena fe y el patriotismo, PAZSOLDAN. No se sirve a la libertad manteniendo los odios del pasado, ADOLFO SALDIAS PROLOGO Presento a quienes recogerlo quieran el fruto de mis trabajos, correspondiente a la recoleccién de datos respecto a la vida del Coronel Don Desiderio Sosa, Mi papel no es més que el de abreviar el trabajo del futuro historiador a quien queda la tarea més ar- dua, peligrosa y dificil; pues, a decir del mismo doctor don Juan Eusebio Torrent, sobre Sosa se pue- de escribir una historia como la de Belgrano La vida de Sosa, por otra arte, se halla vinculada a las glorias mis puras de nuestra provincia y al es- tudiarla se estudia a éstas, se tropieza con hombres dignos del recuerdo de la posteridad. De aqui que se sirva el suelo de nuestra recuerdo eterno, escribiendo una biografia como la presente, aunque muy imper- fecta; presentando a los hombres, con todo el brillo de sus méritos servir de ejemplo a la juventud, como sus errores de fecundas lecciones. PEDRO BONASTRE CAPITULO I Consideraciones generales SUMARIO: | Defectos de le Historia Argentina. I! Sosa os vietina de ‘estos defectos. Ill Cémo fue siempre juzgado el coronel ‘Sosa. IV lla! (oueblo del nacimionto de Sosa) Porqué teste pueblo esa] mas feliz entre los dems de la provi la V Nacimiento de Sosa: sus padres. VI Asisto ala es ‘vole: Jo que aprende en la escuela. Vil Cardctor de la Sp0ca en que nacis Sosa: Tandencle miltar:Instinto mi ar en nino, De lo que corresponde a la Historia de Corrientes, tenemos co- nocimientos muy imperfectos por muchas causas, siendo las prin- cipales: 1° Porque la Historia Argentina ha sido tinicamente escrita por bonaerenses que se creen capaces de escribir lo que corresponde a nuestra provincia sin tomar el trabajo de ausentarse de la ciudad de Buenos Aires, sentados en sus gabinetes revolviendo los periddicos de la época en que se ocupan (aparecidos también alli) sin moles- tarse en venir a esta ciudad para consultar, aunque no sea sino so- meramente el archivo, buscar documentos que duermen en cajas viejas o ver a personas curiosas, de respetadas palabras, que les puedan proporcionar datos preciosos. 2° La pasién que domina a los autores de las obras histérica: sa pasién que es una verdadera ola, nacida en tiempos de dlgidas cefervescencias, destinada a ahogar todo lo que hay de bueno en los hombres del pasado. Parece que al escribir las obras, sus autores olvidan la misién del historiador, y se conducen sélo como escritores brillantes y hé biles que, aprovechando de esa misma habilidad, tratan de hacer 3 pasar una cosa por otra, resultando asf que el juicio y In razén se hallan subordinados a la pasié Esto no es respetar la verdad histérica; es disfrazar los hechos, y si las narraciones de esos autores feran respetada convertiria en una leyenda. 3° La poca actividad que se nota en nuestros historiadores: En esta época de Rosas, por ejemplo, todo es i bre por més, que corresponda ésta a los tiltimos tiempos. Al hablar de los trata~ dos de Alcaraz, nos dicen nuesttos hisioriadores: Parece que en esos tratado se consignaron cliustlas de alianz: ilgnorarse esto cuando el general Urguiza hace poco fall ce imposiblel. Victima de estas deficiencias de nuestra historia, es el coronel don Desiderio Sosa. Desiderio Sosa es uno de aquellos hombres que nacen con el destino de la celebridad; pero que a causa de haber sido siempre juzgado con acentuada pasién politica (pues, sus jueces son sus an- ‘tiguos enemigos, sus perseguidores de hoy) no se le hizo justici Los que juzgan al coronel Sosa apasionadamente despojan a un hombre de sus mas puras glorias 4 la vez que roban a la historia de Corrientes sus mis brillantes paginas, No importa "Llegaré un dia en que desapareciendo las sombras, queden sélo las luces"; entonces el muerto con su silencio habré vencido las habladurias de los vives; ja justicia y la razon se habrén sobrepuesto a la calumnia; y mientras lss iltimas letras que guar- dan el sepulcro de los perseguidores del coronel Sosa se pierdan con el transcurso del tiempo, el nomtbre del Giltimo quedara grabado por siempre en la mente en Ios buengs hijos de nuestra provincia! la historia se A unas quince leguas de la ciudad de Corrientes, sobre la mar- gen izquierda del Rio Parana, se encyenira el Departamento de Itati cuyo silencio peculiar es a veces interrumpido por las numerosas 4 personas que, de toda la provincia acuden en peregrinacién para rendir tributo a la venerada e histérica Virgen que alli existe. Es un departamento pobre y triste, 1a miseria parece haber ten- dido alli sus descarnadas alas, pero a pesar de todo esto, relativa- mente el pueblo italiano es el mas feliz de todos los de la provincia, porque es el més religioso, y sus habitantes encuentran a satisfac- cién de sus buenas acciones, el perdén de las malas, la resignacién de sus penas en la venerada imagen objeto de sus amorosos cultos, de donde resulta que alli nadie padece. En el paraje de este departamento llamado Curuzti, nacié el que mis tarde debia ser Coronel Desiderio Sosa, el 31 de Diciembre de 1832'. Hijo natural de Anjela Sosa y Anjel Corrales, fue, sin em- argo educado por la hermana de aquélla, Clara Sosa, sefiora res- petada en todo el departamento de San Cosme por su buena posi- cién social y material y apreciada por lo muy noble de su corazén. Como se ve, Desiderio Sosa no vino precedido de ese alto re- nombre, que ahorra a las personas la mitad del camino para llegar a la gloria y a la grandeza: nombre, fama, gloria, todo lo debia hacer su espada guiada por su inteligencia y sostenida por su fuerte bra- 20. Sosa pas6 sus primeros afios observando las pobres aldeas de Itatf y San Cosme y mas atin los espesos montes de estos departa- mentos, "No son aos los que aferan que Sosa nacié en San Cosme. De la inexactnd y a causa que dio eigen si esta creenia, se deducen las explcaciones que vamos a dr ‘Una vez que la familia de Anjela Sosa (radre de Desierio) not que esa alimenaba en sus en- trafas.a un nfo la mando a Curuzi donde también tenia un campo, aunque su interes princ- pales se encontaban en San Cosme donde ella mora. Alli, en Curzi, mac el nio Desderc: a providencia parece haber queido qu éxte se gloria eat. ‘Cuando ct nfo conté ato y meio poco mis 8 menos, silo entonces fea San Cosme, donde se cencontraban susabuelos. Antes de tener eta edad, ninginmiembro desu familia, exceptuando a Jatin Clara lo haba visto, Cuando la madre contajo macimonio con Ojeda, la hemmana Clara solicité de ela el hacerse ‘argo del no, sien ésta quien le dio la edveacin y x6 como a tn hij, iendo a amor tan ‘grande que Ile hasta mori cuando, en épocas dela guera del Paraguay, supo que la sera de 5 sobein flocs ene ls paraguayos,despuds de haber sudo toda case de misera, (Gatos suministados por la sera Trinsito de Meza, hermana del Corone). 15 Nadie que lo viera jinete en graciosos caballos, muchos de ellos amansados especialmente para él, hubiese sospechado que ese niffo hecho hombre., serfa obedecido por los paisanos que cruzan los montes en distintas direcciones. Llegado a una edad conveniente fue enviado por su familia a la lad de Corrientes, donde inicié sus estudios en escuelas parti- culares, que se reducfan a contar; leer y escribir. Contaria entonces unos doce afios. Entre sus condiscipulos pue- de mencionarse al que hoy es distinguido doctor don Juan Eusebio Torrent, por quien Sosa sintié una especial afeccién que crecié en Proporcién directa al tiempo, pudiendo afirmarse sin temor de caet en error, que es ésta la persona a quien més aprecié nuestro prota- gonista, En ésta escuela Sosa recibié los rudimentos de la educacién. Nada mas podian darle las escuelas de aquella época, pero los im- perfectos conocimientos que alli adquirid, le sirvieron de base para ilustrarse mis tarde, cosa que consiguié mediante el roce social, y sobre todo, ayudado por esa inteligencia ficil que le caracterizaba, Porque hay que reconocer que Sosa tenia gran caudal de inteli cia natural, Como se pudo apreciar en el transcurso de esta narracién, Sosa nacié en la época mas terrible por que pasé la Repiblica Argentina, €poca a la que, con razén se llamé: la noche de veinte afios. Las luchas que aumentaban tanto en niimero como en lo barbaro de sus caracteres, es lo que distingue a aquella aciaga época. Y la sangre corre... siempre corre...! Los militares sobresalientes apare- cen y desaparecen continuamente: unos se distinguen por sus no- bles sentimientos; otros por su espiritu destructor, y los primeros son casi siempre victimas de los ultimos. EI nifio que nacia en aquella época, no veia més que militares ccuyas espadas sembraban la ruina, y la desolacién, mientras hacian correr a raudales la sangre. Y como el instinto militar es innato en el nifio, es ldgico y natural que este instinto se acentuara en aquella época, adquiriendo dimensiones colosales, pues el infante concibe “inicamente Jo que ve, lo que palpa y lo que siente. 16 Asi se explica que en la nombrada época se vea en las filas de los ejércitos a nifios de catorce afios de edad, llegando muchas ve- ces a contarse entre los més decididos birbaros. Porque aquellas Juchas eran verdaderamente barbaras. En el campo de Pago Largo a Ber6n de Astrada, después de haber sido lanceado, se le quita una faja de su piel para manea del caballo de Rosas; después de Ven- ces, al meritorio coronel Marcos Paz. se lo fusila sin causa alguna que justifique este hecho; a Saavedra se le da traidora muerte en Irubucud; a Castor Deleén se lo lleva a Entre Rios para ultimarlo; al teniente Manuel Vallejos se lo persigue hasta Itati donde salva éste vadeando el Parand con caballo y todo. iQué tiempos aquéllos! Ya no volverdn como las oscuras go- londrinas; la sangre que corria, corrié para siempre, juntamente ‘con su época. Desiderio Sosa no es una excepcién de esta regla: dotado de un valor que no se hace, que sélo tiene aquél que con él naci6, habia nacido militar y no se extrafie la expresién pues se habla del militar americano, estudiado en una época anormal, y no del militar a la europea como nos diria Sarmiento. Por esto es por lo que Sosa amé siempre la carrera de las armas, amor que lo demostré practicamente cuando la abrazé, y que no lo desminti6 jamés en todo el tiempo de su larga carrera militar, CAPITULO IL Juventud ‘SUMARIO: | Sosa atraza la carrera de las armas. II Su carécter Ju Veni. Corrientes s0 prepara para combat @ Rosas: la Juventud se apresta para hacer la camparia: salisfacctin de la juventud. IV Balalla de Caseros: conducta do Sosa: ‘0 satisaccion después del triunfo, V Sosa y el Teniento olen, Habiamos dicho que Sosa sintié desde muy niflo una predilec- cién por la carrera de las armas, y predileccién que se acentué mas cuando sus conocimientos se ensancharon descubriendo en la ca: mera indicada un seguro porvenir sobre ser la mAs gloriosa, le dec dié a cefir una espada, y el 27 de Febrero de 1849 era Porta estan- darte, segin registro nacional, dandosele este grado atendiendo a ‘su preparacién personal y a la clase social de que dependia.” E118 de Abril de 1850 era ya Subteniente be bandera, En estos tiempos, la conducta de Sosa fue la de un joven alegre, travieso, de cardcter independiente. Estas cualidades le valieron ‘buen nimero de arrestos; porque aunque tenia gran amor por la ca- rrera, hacia empefios por llegar a ser un verdadero soldado, lo que consigui6, odiando toda clase de servidumbre como las a veces desmedidas exigencias de los jefes. Sosa protestaba con fuerza, au- dacia y hasta atrevimiento contra todo acto abusivo. No podfa ademés ver que los jefes, ofendan la excesiva bondad © la menor jerarquia de los soldados, cabos, sargentos it oficiales, y en estos casos él, como que ya era especie de tinterillo, gritaba por a prensa de la localidad. * La distinguida familia de Coraes le reconocié siempre como pariente, y tniendo aquella c- «ama patente con el Gberndor Virasoro, ete vinculoaleanzaba también a Sosa 18 Entre todas sus cualidades sobresalieron, la generosidad para el amigo, la laboriosidad y el valor que demostré entre sus compafie- ros més de una vez. Estos le tenian un amor entraflable porque era el que defendia sus derechos aun a costa de arrestos; era el que ha- fa algunos bailecitos de que era el més gallardo doncel, y el més amante de estas jaranas, amor que conservé Sosa hasta el titimo momento de su vida, y era él, por fin, el que les facilitaba alguna pequefia suma de dinero para salvarles de apremiantes necesidades. Y para esto, Sosa no echaba manos a su sueldo que, siendo de muy corta cantidad, no podia darle para estas cosas; es que él tra- bajaba muy particularmente trayendo o haciendo traer por medio de personas de su entera confianza,’ maderas de los campos de sus padres donde, con su trabajo, daba de ganar a éstos mientras gana- ba él también. Asi pasaron los dias, los meses y los aflos hasta llegar el 51, en que Corrientes se preparaba para combatir contra esa tirania ver- gonzosa que amenazaba ser eterna. La cafda del tirano todos la presentian; la juventud andaba ale- habia algo que le decia que la victoria se obtendria sobre los verdaderos salvajes, los verdaderos unitarios, y nadie trataba de es- quivar su contingente pues todos querian asistir al fin de la tirania; esa tirania que sacrificara a los més nobles, y preclaros hijos de Co- rrientes, padres a la vez de la juventud que ahora se preparaba para abrir campafia contra Rosas, su sistema, sus sicarios, estos “indig- nos del nombre de argentinos” Y cuando el dia de la marcha se aproximaba, los jévenes de la clase de Sosa rogaban porque llegase de una vez, preguntindose mutuamente si iban y con quien, y quiénes eran sus jefes respecti- vamente, haciendo todos ellos 1a iarga campaiia de Caseros, con la mis ardiente satisfacci6n; pues iban inspirados y alentados por las. memorias de los padres y demas miembros de sus familias que ha- bian muerto 0 padecido bajo el estandarte de la libertad. El dfa 3 de Febrero de 1852 la juventud correntina en las pam- pas de Caseros ocupaba su puesto en la Ifnea de batalla, formada * Pos el orignal de un documento de 1850 en el. que Sos pide por un soldado José Vargas persona desu entra confianza para que se vaya a abgjr en ui establecimieno 19 frente a 25.000 defensores de la tiranfa, estando nuestro Subte- niente Sosa (como siempre en el Batallén Defensores de la Inde- pendencia, mandado por el Sargento mayor Wenceslao Martinez) sosteniendo la gloriosa ensefia de su cuerpo. Cuando el fuego comenzé, este batallén avanzé grave ¢ impasi- ble haciendo fuego mortifero contra los enemigos mientras el es- tandarte al frente flameaba sostenido por los brazos robustos de nuestro héroe. El fuego que hacia el enemigo era enloquecedor lanzado contra los artilleros del muy bravo coronel Chilavert; y poco después una bala agujereaba el estandarte y otra pasaba por entre las piernas del que lo llevaba rozdndole los pantalones. No importa, Sosa se siente con la serenidad de los bravos; avanza, sus manos parecen de hie- ro, el estandarte va firme, no tiembla. Asi se condujo Sosa en Caseros, y su bizarria, més asombrosa si se tiene en cuenta que alli recibié su bautismo de fuego, fue admi- rada por sus compafieros y jefes,* siendo hecho Teniente 1° sobre el campo de batalla La satisfaccién de Sosa por haber obtenido la victoria el ejército de que formaba parte, no reconocié limites pues miembros de su familia habian perecido combatiendo a la opresién y se imaginaba estar en el seno de ésta para tomar parte en el regocijo general. El dia 20 cuando su ejército efectué su entrada triunfal en la ciudad de Buenos Aires, pudo, ain, palpar mejor todo el inmenso bien que para la Repiiblica importaba el triunfo de Caseros. Alli vio a sus jefes ser abrazados, aclamados por personas de todas clases, edades y sexos; alli los vio interrumpir la marcha porque el paso de los caballos era obstaculizado por innumerables personas; alli vio.... jmucho viol.... ;Y él era uno de los tantos oficiales ensorde- cidos por las aclamaciones populares y bafiados por las flores que Jas damas portefias les arrojaban! ‘1 tenente General Mive, Comandante dearer en esa tala hecho Coronel sobre et ‘campo de I acién, ama que Sosa en Caseros comencé a dstinguise,(Véase Cara de este General en Capitulo Utne). 20 Amante como somos de las anéedotas, no nos privaremos del gusto de narrar una correspondiente a Sosa, sucedida al otro dia de la espléndida victoria de Caseros. Sosa andaba a caballo e iban, no sabemos dénde, en apacible trotecito, ostentando en los tientos del montado un par de magnifi- cas boleadoras. El teniente Modesto Rolén se encuentra con él, y al observar las boleadoras, para de stibito y le dice en Guarani, pues, como buenos correntinos ambos hablaban esta lengua: - Che Desiderio, ha mamé re rahé rehina upea? (Ti, Desiderio y {donde Mevas eso?) Refiriéndose a las boleadoras. Sosa replicé con indiferencia - Che mbacha es. (Son mias) Rol6n repuso con entereza: - Che mbacha catu co és, a erit mandiqué. (Mias si que son, y ‘tréemelas ya) Sosa con la misma naturalidad de antes dijo: - Che fue ayuhit. (Yo las encontré). - Ha éma nico ndebe que es che mbaeba a cri: méndique, nde rey potayro a mboi nd ebul. (Ya te digo que son mfas, y dimelas ya, sino quieres que te las quite). - Che reyape Rolén, aguaté coagii, nde re noeseyro tei sablea- da (Déjame Rolén; anda de aqui, si no quieres sacar una sableada). Dijo nuestro teniente con calma; porque en verdad que era paciente sin que esto impida, que sus resoluciones nacieran con impetus. - Eris hé éma nicé ndebe. (Ya te digo que me pases). Volvié a decir Rolén y esto diciendo se lanz6 sable en mano sobre Sosa, quien a su vez salté de su caballo y desnudé su arma para dar con ella cabal respuesta. ‘Ambos eruzaron sus armas con animacién y fuerza. A os primeros golpes Sosa hizo saltar el arma de su adversario, a quien aplico enseguida unos golpes, para seguir luego su camino ‘con la misma indiferencia de antes. Valiente es ese itatiano, decia mucho tiempo después Rolin de su castigador; “si a mi, ya me castigé” agregaba como si se tratase de un invencible. a Una vez que tan particular lance se conocié en el ejército la fa- ma de valiente que Sosa tenia conquistada crecié al cien por ciento centre sus compafieros, mientras era mirado con sumo respeto por Jos que no tenian amistad con é1.* * En el mismo da de este lance, Rol fusid al Coronel ¢ wperor, Un pre oso documento acera dela muerte de tan valiente iia no ara, digi historador Angel Carranza, en In qu describe os ati to do Clave Esta valiowa carta a publed cl ser Carranza en £1 Nacional el} de Febrero de 1899 “EL mertrio servior del pa, dice el histor rel aio 1870. consecuencia de las enfermedades que co CAPITULO II El 11 de Setiembre SUMARIO: 1 Urquiza piensa roconsttuk la Repiblia: invita a todos los gobernadores de las provincias para reunirse en San ‘Nicolas: dstas se rednen en el punto indleado, 1! Opost- ‘ci6n que levanta en Buenos Aires el acuerdo de San Ni. ‘olis: Urquiza de un gojpe de estado y se reta @ Santa Fe. Ill Revolucion dol 11 de Setlembre. IV El gobernador ‘Aisha mande una doble expedicion sobre Conientes y Entre Rios. V Arroyo de la Ohina El general Urquiza al pronunciarse contra Rosas, invocé la im- prescindible necesidad de reconstituir la Repiiblica, tomando por ‘modelo el organismo federal de los Estados Unidos de Norte Amé- rica. Pero de esta grande obra el no debia ser Autor, pues su figura politica encontraba innumerables oposicionistas; ya porque habia sido general de los ejércitos de Rosas; ya porque estaba acusado por la opinién piblica de actos de severidad; ya porque se descon- fiaba de su lealtad a los principios que proclamaba; ya, en fin, por- {que se sospechaba que su ambicién era apoderarse de la Dictadura Personal, para seguir el camino que siguié Rosas. Consecuente con sus principios, el general Urquiza invitd a to- dos los gobemnadores de las provincias, para reunirse en San Nico- ls de los Arroyos, para conferenciar y concertar todo aquello que deberia ser de previos acuerdos a la convocacién del Congreso Constituyente, Reunidos los gobernadores, convinieron todos en el Mismo pro- pésito, designandose al general Urquiza, como persona més apta y autorizada, para que se hiciera agente y responsable del cumpli- miento de lo convenido, 2B Lo resuelto en San Nicolis de los Arroyos levanté una Buenos Aires donde se haba formado un partido fuerte y hostil al general Urquiza, mucho més, cuando éste era nombrado Director Proviso- tio por el mismo acuerdo de San Nicolis, La mayoria de Ia junta de Representantes se puso a la cabeza de la oposicién; pero el general Urquiza, dando un golpe de estado, disolvié la cdmara y desterré a los principales miembros como Mi tte, Ortiz, Vélez, Portela y Caro Pareja, encargando luego el Go- biemo Provisorio al general Galén y embarcéndose é1 para Santa Fe, con el fin de instalar el Congreso. Aprovechando 1a ausencia de Urquiza, los descontentos se amotinaron el dia 11 de Setiembre de 1852, dia en que dos batallo- nes correntinos, fuerzas entrerrianas y portefias al mando del gene- ral Pirn declararon caduco todo influjo de Urquiza sobre el pueblo de Buenos Aires, El teniente Desiderio Sosa actué en esta revolucién, a ella se lego, y tomé parte en Ia algazara general en la plaza de la Victo- ria, donde oy6 con gusto y aplaudi6, frenéticamente 1a proclama del bravo general Piran. Sosa habia simpatizado con la causa de Buenos Aires: pues, como joven mismo que era, de caricter in- quieto, entonces simpatizaba con las revoluciones y habia también simpatizado mucho con los opositores de Urquiza, como Mitre, jo- ven coronel entonces, fogoso y audaz, leno de arrogancia y mar- cialidad, altivo e6mo el solo, tribuno y orador lleno de fuego y es- critor valiente que defendia sus convicciones con fuerza en las co- lumnas de “Los Debates”; Velez Sarsfield, él viejo conservador, el espiritu reposado, Sarmiento, Pirdn y otros hombres conocidos ¢o- ‘mo los citados, Victoriosa la revolucién, sus miembros elevaron al gobierno al general don Manuel Guillermo Pinto, a quien sucedié el 31 de Oc- tubre del mismo afio el doctor don Valentin Alsina. 24 Este iltimo crey6 conveniente mandar una expedicién sobre Co- rrientes y Entre Rios para derrocar las autoridades existentes y res ponder las citadas provincias a los planes de la revolucién del 11. Esta doble expedicién que tuvo por resultado un doble desastre, no tiene justificacién de ninguna clase. Madariaga y Hornos, encargados de llevar a la practica este plan, el primero con dos batallones de correntinos, entre los que venia él teniente Sosa, y el segundo con una divisién entrerriana, navegaron el rio para lanzarse, como se lanzaron osadamente, el je- fe correntino sobre la ciudad de Concepcién o Arroyo de la China, y el entrerriano sobre una pequefia fuerza de caballeria que guarda- ba las margenes del rio. Decepcién inmensa suftieron los correntinos en aquella accién tristisima, donde nuestro protagonista asistié hasta el iltimo mo- mento estando condenado por las circunstancias a observar la des- truccién de su cuerpo sin que é1, por su misma condicién de oficial subalterno, pudiese corregir la confusién aunque hiciese como hi- Zo, uso de toda su energia y {Cémo padecié nuestro oficial, cuando vio a sus compafieros ser muertos, en el agua donde buscaban la salvacién en el nado, mientras el cobarde jefe, sin participar de los peligros, ponia en marcha el buque, abandonando a los que préxi- ‘mos a embarcarse, habian llegado hasta asirse de las cadenas!. 1h, Arroyo de la China, viviris eternamente en las tradiciones correntinas! Alli donde los soldados se lanzaban a nadar para ser en su ma- yor parte detenidos por algtin maldecido plomo que les llevaba la vida; alli donde las ondas de! ensangrentado rio al dar esa especie de saltito chocando sus aguas contra las aguas, y produciendo aquél ruidito penetrante, parecian pedir clemencia por las victimas; allf donde podria convencerse el incrédulo que el hombre es el més fiero de todos los animales; en fin donde todo es tristeza, desespe- racién y cruel amargura; alli se iluminé la coneiencia de los co- 25 rrentinos, que a fuerza de engafios asistieron a la hora y el lugar cruel del sacrificio, para darse cuenta de que eran engafiados ya cuando se revolcaban entre propia sangre, sangre generosa que pe- sard por siempre sobre la memoria de Alsina y Madariaga.! Aun el nifio correntino oye con cierto horror nombrar: Arroyo de la China, es que sentado sobre las rodillas de sus venerables pa- dres, en aquellas noches de luna oyé de los labios de éstos, el triste recuerdo de aquella accién, que, por la esterilidad del sacrificio vi- vird, indeleble en la mente de los correntinos.® * Las conseeuencias de la revolucién de Setembe, hemos credo innecesaro enunsarlas pues cllas son demasiado conoid 26 CAPITULO IV Caida del Gobierno de Rolén ‘SUMARIO: | Divorco entre la opinisn del pueblo corentno y a de su ‘gobiemo. II Por qué debia caer l gabemadar Rotén. Il los correntinos dsponen derocar al goblemo; designan ‘a Sosa para presentarse a Mire y solkitar so ayuda. IV 1 puobio se levanta y Rolin se ve on la necesidad de ronuneiar. V Combates do Costa dol Timbo! y Laguna Pucd. VI Grattud de Jos amigos a fos trabajos do Sosa para hacer tunfar la revolucén. Vil Consecuencia do a ‘rovolucion. Vil Mire an la prostiencia; Sosa lo fol: Contestacion de Mito A fines del afto 1861 1a opinién del pueblo correntino y la de su gobierno se hallaban divorciadas: el primero veia en el General Mitre, cuya persona le era en extremo simpatica al futuro organiza- dor del pais y lo acompafiaba en sus ideas, sus pensamientos, mientras el segundo respondia a los principios de Urquiza. Era pues natural que el Gobernador, que lo era el canénigo D. José M. Rolén, debfa caer teniendo en cuenta que no hay resisten- cia contra el pueblo en bien de este mismo, cuya fuerza se opondria a él y todos sus actos. La caida de Rolin se presenta més inevitable, si se tiene en cuenta que él no fie elevado por la voluntad del pueblo, sino por la de su antecesor, el Dr. D. Juan Pujol’. Y para que un gobernante sea impuesto por la voluntad de otro, es necesario que tenga aquél cardcter enérgico rigido y levantado que le permita imponerse al * Bt disingudo profesor D. Manuel Figuereo, poseedr de cuantiosos documentos histricos Jmpertantisimos no tardark,quiag en dejar defiaitvamentesentada su fama de hstrador,ba- ‘endo conocer a personal politica y gobierno del Dr Pujol 27 pueblo de su mando y sobreponerse a toda revolucién u obstéculos que surgieren en su camino, aplastar toda dificultad que los hom- bres le crearen y sentar su gobiemo sobre bases de granito. Pero Rolén no era un hombre de estas condiciones: sin esa energfa que da a un gobernante la fuerza inapreciable de la autoridad moral, débil como hombre, aunque sin carecer de otras cualidades envi- diables como la de inteligencia y nobleza, su gobierno carecia de base sobre la cual descansar, estaba en el aire, y seria llevado por el influjo de la primera réfaga de viento. Los correntinos se dispusieron a derrocar el gobierno de Rolén, para ayudar a Mitre y sus partidarios en le obra de la organizacién del pais, cosa que no podrian efectuar mientras Rolén ocupara el puesto de Gobernador, por corresponder éste al partido de Derqui y ‘Urquiza. Para llevar a la practica la idea de la revolucién, se creyé con- veniente buscar el ahogo de! General Mitre, enviando una persona que lo hablara personalmente. El teniente* Sosa fue el designado para el cumplimiento de tan dclicada misién, a fines del afio 1861. Sosa conferencié con el ge- neral Mitre; pero este se negé al pedido, lo que dio lugar a que nuestro oficial le diese una contestacién llena de arrogancia y alti- vez. Sin vacilar ante el primer fracaso, solicitalo al general Flores como elemento, Ilendndolo de ofrecimientos halagiiefios. El presti- gioso General Flores cree ver abierto el cielo y dice a Mitre que si no esta dispuesto a ayudar el levantamiento de Corrientes él, Flo- " Después de "Arroyo de a China Soa no said de provincia Habiase casio el 21 le Agosto de 1855 y, desde esa época se ocupaba pura y exclusivamente de SU familia, trabajando pare Sestenimiento de ét, enol comerco, Paso tienda, sucesivamente en Corients (Ia ciudad, lat, stant sirvié como soldado del Gabiemo de Pujol, endo ‘amas no habe, an Coame y Monte Cases, no revolucién de Clewes, Hechos de 28 estaba decidido a ello. Entonces fue que Mitre expuso a Sosa que la revolucién de Corrientes podia contar con su concurso. La revolucién, qué estallo a fines de afio 1961, no se hizo espe- rar, y el pueblo entero respondié a su voz con mas razén cuando el Gobernador dejéndose Hevar incautamente por su ministro Gondra, hombre de sentimientos corrompidos, llené las oscuras cérceles con personas distinguidas de la talla de D. Juan E, Torrent, D. Fer- min Alsina, Fidel Cavia, y tantisimos otros. El Gobernador Rolén, encontrandose aislado abandonado por sus mismos correligionarios politicos, se vio en la necesidad de re- nunciar al cargo que desempeftada, explicando al pueblo de la pro- vincia que lo dimitia jpor no ver derramarse la sangre de sus com- patriotas por causa suya.! No obstante, se libraron dos combates, el de la Costa del Timboi (Noviembre de 1861) donde el teniente Sosa por su bizarria fue he~ cho capitin sobre el campo de la accién, y el de Laguna Pucii (3 de Diciembre de 1861) donde el Coronel Juan C. Romero, el muy bravo y noble mayor Basilio Acufia y el capitin Desiderio Sosa vencieron y derrotaron completamente con 456 voluntarios a mis de 1000 hombres, que defendian el gobierno del clérigo Rolén, En esta diltima accién, Sosa no sélo brillé alto por su bizarria y abnegacién, lo que le valié su grado de Sargento Mayor sobre él campo de batalla, sino que hizo conocer la cualidad que le caracte- rizo més tarde: la generosidad para con el enemigo. Véase esta angedota: En la persecucién que subsiguié al combate, Sosa hizo prisione- ro a un elegante oficial, cuya vestidura estaba de perfecto acuerdo con el rico herraje de su espléndido montado. El capitén Sosa, sin quitarle las armas, ni hacerlo custodiar, con- fiado en su palabra que se hizo dar, lo dejé solo para seguir a los derrotados. Pero no bien anduvo unos pasos cuando dio vuelta con el rostro desencajado. {Qué pas6? El prisionero, cobarde, desagra- decido, traidor, le hizo fuego por la espalda .... sin conseguir herir- lo. Cuando Sosa dio vuelta noté que el Coronel Romero estaba pronto a ultimarlo por su mala accién; pero el generoso Capitin le 29 grit: “Dejalo a ese canalla, no mancharse por el” ¥ dirigiéndose al prisionero agregé: “Ven canalla” Le increpé su mala accién, le prohibié hiciera uso de su caballo, por su calidad misma de prisio- nero, y esto fue todo jVenganza de un valiente!? Como se ve, Sosa hizo mucho por la revolucién que volted al gobierno de Rolén, sirviendo ya como ciudadano, ya como solda- do. Esto nadie lo desconocié y como prueba de reconocimiento sus amigos le felicitaban sinceramente manifestindole su gratitud, efectudndose con este motivo reuniones en casa de Sosa, dandose a veces alguna comida donde pasaban momentos agradables. Una de estas ocasiones, los jviva él mayor Sosa! se dejaban sentir “Casi les digo un grado mds” dijo Sosa en tono de broma, pues se hallaba entre amigos de su entera confianza entre los cudles se puede mencionar a Juan C. Romero, Basilio Acufia, Fermin AL sina y Calvo. Estas palabras retratan fielmente al mayor Sosa: Joven Ileno de arrogancia, de ambicién y esperanzas. Agregada a estas cualidades la de ese grande amor que profesaba a la libertad, nacido alld por los afios de 1810 hecho hombre el afio 40 hubiese acometido em- presas tan grandes como las de Lavalle y quizé con mejor suerte, porque é1 mértir glorioso de las libertades argentinas, hay que re- conocer en honor a la verdad, no tenfa todo el talento militar que requerian aquéllas. La caida de Rolén, trajo por consecuencia directa el gobierno laborioso de D. José Pampin. Pero el més apreciable fruto es 1a paz qué, sobrevino y que fue interrumpida ya cuatro afios més tarde por la guerra del Paraguay. Si la revolucién hubiese sido vencida, cosa es fuera de duda que la Provincia no contaria con un solo momento de paz, pues, divor- ciada la opinién del pueblo con la de su gobierno, ambos tendrian que sostener guerras continuas, guerras que finalizarfan con la vic toria del pueblo, aunque para ello este hubiera tenido necesidad de revolearse dos o més veces en su propia sangre. * Referencias del Dr, Juan Busebio Tarek. 30 EI partido de Urquiza perdia con Corrientes una provincia mas que hubiera podido servirle de mucho para obstaculizar la marcha triunfante de los mitristas. Pero éstos debian vencer, porque la misma providencia les reservé la grande obra de la organizacién del pais; y su misién pudieron cumplirla una vez obtenida la victo- ria de Pavén (17 de Setiembre de 1861) que alzé a Mitre a la presi- dencia, dandole la ocasién propicia para llevar a la practica todo lo noble y grande que concebia bien su cerebro en bien del pais. Los ciudadanos admiradores de Mitre y mucho més los que conté Sosa no ahorraron sacrificios por ayudar a Mitre en sus pla- nes, y sintieron lenos de satisfaccién, viendo coronados sus de- seos, y asi lo manifestaron al mismo General. ‘Sosa, por su parte le felicité sinceramente, con fecha 22 de Oc- tubre de 1862 y Mitre le contestaba aceptando las felicitaciones “con tanto més placer cuanto conocta la sinceridad con que lo eran presentadas” agregando: que no omitiria esfuerzo alguno por asegurar la felicidad de sus compatriotas correspondiendo ast a la confianza con que lo distinguieron los pueblos y de las esperanzas que en él tenian fundadas patriotas tan recomendables como So- sa. xa del General Mize de fecha 21 de Setiembre de 1862, rg al Sargento Mayor Deside- ‘io Sos. original en mies pode. (Véase el apédice) 31

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