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La corroboracion. 247 sién va mas alla de lo que esta dado en las premisas»?. Asi pues, no se gana nada con sustituir la palabra «verdadero» por «probable», ni la palabra «falso» por «improbable». Sdlo si se tiene en cuenta la asimetria entre verificacion y falsacién —la asimetria que procede de la relacién ldgica existente entre las teorias y los enunciados basi- cos— es posible evitar las celadas del problema de la induccién. Los creyentes en la légica de la probabilidad pueden tratar de frustrar mis criticas afirmando que provienen de una mentalidad cata- da al marco de la ldgica clasican, e incapaz —por tanto— de seguir los métodos de razonar que se emplean en la légica probabilitaria: admito, desde luego, que soy incapaz de seguir tales métodos. 82. Teoria rosrtiva DE LA CORROBORACION: COMO PUEDE «DEMOS- TRAR SU TEMPLE» UNA HIPOTESIS &No podran volverse, quiza, contra mi propia tesis las objeciones que acabo de plantear a la teoria probabilitaria de la induccién? Po- dria muy bien ocurrir que asi fuera, ya que estan basadas en la idea de una evaluacién: y —sin duda— t mgo que emplear yo también esta idea. Yo hablo de la obo in»-de-una yyésta sdlo vyyés puede. expresa ste bién yo mantengo que de afirmarse que las hipétesis sean enun- ciados «verdaderos», sino solamente «conjeturas provisionales» (0 algo semejante): tesis que también puede sélo expresarse en forma de evaluacién de las hipétesis. . Es facil responder a la segunda parte de esta objecién. La eva- luacién de hipotesis que, ciertamente, me veo obligado a emplear, y que las describe como «conjeturas provisionales» (0 algo analogo), tiene el estatuto de una tautologia: por tanto, no da lugar a difi- cultades del tipo originado por la légica inductiva. Y ello porque tal descripcién solamente parafrasea o interpreta la asercion (a la que por definicién es equivalente) de que los enunciados estrictamente universales —esto es, las teorias— no pueden deducirse de enuncia- dos singulares. La situacién es parecida en lo que respecta a la primera parte de Hermans, Gesetze und Elemente des wissenschaftlichere,Denkens (1890, 1894), paginas 290 y sig.; *3.* ed., 1915, pag. 272. El argumento de Heymans habia sido expuesto con anterioridad por Hume en un folleto andnimo, An Abstract of a Book lately published entitled a Treatise of Human Nature, 1740. Apenas me caben dudas de que Heymans no conocia este opusculo, que fue descubierto y atribuido a Hume por J. M. Keynes y P. Sraffa, y publicado por estos autores en 1938. Tampoco yo sabia nada acerca de los anticipaciones de Hume y de Heymans de mis argumentos ccntra la teoria probabilistica de Ja induccién, cuando Presenté éstos en 193], en un libro anterior —no publicado atin— que fue leido por varios miembros del Circulo de Viena. El hecho de que Hume se habia adelantado al pasaje de Heymans que cito me ha sido sefialado por J. 0. Wispom; cf. sus Foundations of Inference in Natural Science, 1952, pag. 218. Citamos el pasaje de Hume més abajo, en el apéadice *VII, texto correspondiente a la nota 6, 248 La légica de la investigacion cientifica la objecién, que se refiere a las evaluaciones que enuncian que una teoria esta corroborada. La evaluacion corroborante no es una hipo- tesis, sino que puede deducirse en cuanto se nos den la teoria y los enunciados basicos aceptados: aquella evaluacién afirma el hecho de que estos enunciados no contradicen a la teoria. y su afirmacion tiene debidamente en cuenta el grado de contrastabilidad de ésta y la du- reza de las contrastaciones a que se la ha sometido —hasta un mo- mento determinado. Decimos que una teoria esta «corroborada» mientras sale indemne de dichas contrastaciones. La evaluacién que afirma la corroboracién (esto es, la evaluacién corroboradora) establece ciertas relaciones fun- damentales, a saber, la compatibilidad y la incompatibilidad. Con- sideramos a esta ultima como equivalente a falsacién de la teoria; pero la compatibilidad por si sola no puede hacer que atribuyamos un grado positivo de corroboracién.a aquélla: el mero hecho de que una teoria no haya sido falsada aun no puede considerarse suficiente, como es claro; pues no hay nada mas facil que construir una canti- dad cualquiera de sistemas teéricos que sean compatibles con un con- junto dado de enunciados basicos aceptados (y esta observacién es aplicable, asimismo, a todos los sistemas «metafisicos» ). Podria sugerirse tal vez que deberia concedersé un grado positi- vo-de corroboracién a una teoria si es compatible con el sistema de los enunciados basicos aceptados y si, ademas de esto, cabe deducir de ella parte de dicho sistema. O bien —si se considera que los enun- ciados basicos no son deductibles de un sistema puramente tedrico (aun cuando sus negaciones si pueden serlo)— podria sugerirse que se adoptara la regla siguiente: ha de concederse a una teoria un grado positivo de corroboracién si es compatible con les enunciados basicos aceptados y si, ademas, una subclase no vacia de estos ultimos es deductible de la teoria en conyuncién con los demas enunciados ba- sicos aceptados **. - ee * La definicién provisional de «corroborado positivamentes que doy aqui (y que rechazo por insuficiente en el siguiente pérrafo del texto, ya que no se refiere expli- citamente a los resultados de contrastaciones exigentes, esto es, de tentativas de refu- tacién) tiene interés al menos en dos sentidos. En primer lugar, guarda una relacion muy estrecha con mi criterio de demareacién, especialmente con la formulacién de éste a que se refiere la nota *1 del apartado 21: en realidad, estan de absoluts acuerdo, Ia restriccién a enunciados bésicos aceptados que forma parte de la pre- én; ésta se convierte, pues, en mi criterio de demarcacién si omitimos la restriccién citada. En segundo término, si en lugar de omitir lo que bemos dicho restringimos sin mas Ia clase de los enunciados basicos aceptados deducidos —pidiendo que se acepten como resultado de tentativas sinceras de refutar la teoria—, entonces [egamos a una definicién adecuada de «corroborado positivamentes (aunque no, desde Inego, de «gra- do de corroberacién»): en el texto que sigue inmediatamente esta implicito el argu- mento en que se apoya esta aseveracion. Y, ademas, los enunciados basicos aceptados de esta forma pueden designarse por cenunciados corroboradores» de la teoria. Debe advertirse que no es posible describir de un modo suficiente los «enunciados ejemplificadoress (esto es, los enunciados bisicos negados: véase el apartado 28) di- ciendo que son enunciados corroboradores o confirmadores de la teoria de la que La corroboracién 249 rias que hacer a esta ultima formulacién, salvo que me parece insuficiente para caracterizar edocusdeneo ts el grado positivo de corroboracion de una teoria. Pues queremos decir que unas teorias estan mejor o peor corroboradas; ahora bien, su grado de corroboracion, sin duda alguna, no puede establecerse sin mas que contar el numero de casos corroboradores (0 sea, el de enun- ciados basicos aceptados que sean deductibles del modo indicado): pues puede ocurrir que una teoria resulte estar mucho peor corrobo- rada que otra, aun cuando hayamos deducido muchisimos enunciados basicos con ia primera y sélo unos pocos con la segunda. Como ejem- plo podemos comparar las hipétesis «todos los cueryos son negros» y «la carga del electrén tiene el valor determinado por Millikan» (que habiamos mencionado en el apartado 37): aunque ¢s de presu- mir que hayamos encontrado muchos mas enunciados basicos corrobo- radores de la primera hipotesis, juzgamos que la hipdtesis de Millikan es la mejor corroborada de las dos. .. Esto hace ver que lo que determina el grado de corroboracién no es tanto el mimero de casos corroboradores cuanto Ja dureza de las diversas contrastaciones a las que puede someterse —o se ha someti- do— la hipétesis en cuestién. Pero dicha dureza depende, a su vez, del grado de contrastabilidad, y, por tanto, de la sencillez de la hi- pétesis: la que es falsable en un grado mas alto —o sea, la hipétesis mas sencilla— es también la corroborable en grado mas elevado *. Como es natural, el grado de corroboracién aleanzado de hecho no depende solamente del de falsabilidad: un enunciado que sea falsa- ble en gran medida puede estar corroborado sdlo muy ligeramente, e incluso puede estar falsado en realidad; y quizi —sin que se le haya falsado— pueda estar superado por una teoria mejor contras- table, de la cual podria deducirsele —u otro enunciado suficiente- mente aproximado a él— (y, en este caso, su grado de corroboracién disminuiria ). Del mismo modo que el grado de falsabilidad, el de corrobora- cién de dos enunciados puede no ser comparable en todos los casos: no podemos definir un grado de corroboracién calculable numérica- mente, sino sdlo hablar aproximadamente de grados positivos o nega- tivos de corroboracién, etc.*?. Pero podemos asentar varias reglas: No tengo objeciones se ofrecen ejemplos, debido al hecho de que sabemos que toda iver: cata jem- plijicada casi en todas partes, tal como’ se ha indieede en la wea tT Gel agartade 28 (véanse. esimismo, la nota *5 del rtado 80 y el texto correspondiente). * be: Este es otro punto en que mi nocién de la sencillez y la de Weyl estan de acuer- : cf. la nota 7 del apartado 42. * Acuerdo que es consecuencia de la tesis —debida Fl Jeffreys, Wrinch y Weyl (ef. la nota 7 del apartado 42)— de que cabe emplear la parvedad en pardmetros de una funcién como medida de su sencillez, en conyuncion con Ia tesis mia (cf. los apartados 38 y sigs.) de que dicha parvedad puede utili- "arse como medida de la contrastabilidad o improbabilidad —tesis rechazada por los autores pencionsdaa—, (Véanse también las notas *1] y *2 del apartado 43). rm ; que aqui digo me parece exacto en lo que se refiere a la aplicacin pré Le ie era ees pero ahora pienso que cabe definir el agrado de corrobors. 1» de tal modo que podamos comparar varios entre si (por ejemplo, los de las teorias gravitatorias de Newton y do Einstein). Ademés, esta definicién hace posible 250 La légica de la investigacién cientifica por ejemplo, la de que no seguiremos atribuyendo un grado positivo de corroboracién a una teoria que haya quedado falsada en virtud de un experimento contrastable intersubjetivamente y basado en una hipétesis falsadora (cf. los apartados 8 y 22) (pero podemos, con todo, conceder bajo ciertas circunstancias un grado positivo de corrobora- cién a otra teoria que siga un modo de pensar cercano al de aquella : tenemos un ejemplo et la teoria einsteiniana del fotén, con su cerca- nia a la teoria corpuscular de la luz de Newton). En general, consi- deramos que una falsacién contrastable intersubjetivamente es defi- nitiva (suponiendo que esté bien contrastada): éste es el modo en que se hace sentir la asimetria entre la verificacién y la falsacion. Cada una de estas cuestiones metodolégicas contribuye de un modo peculiar al desarrollo histérico de la ciencia, que sigue un proceso de aproximaciones sucesivas: una evaluacién corroborativa realizada posteriormente —esto es, una evaluacién hecha tras haber aiiadido nuevos enunciados bdsicos a los ya aceptados— puede remplazar un grado positivo de corroboracién por uno negativo, pero no vicever- sa—. Y aunque creo que en la historia de la ciencia es siempre la teoria y no el experimento, la idea y no la observacién, lo que abre Paso a nuevos conocimientos, creo también que es siempre el expe- rimento lo que nos saca de las sendas que no evan a ninguna parte —lo que nos ayuda a salir del atolladero y nos desafia a que encon- tremos una nueva ruta. Asi pues, el grado de falsabilidad o de sencillez de una teoria cuenta para la evaluacién del grado en que esta corroborada ; evalua- cién que podemos considerar como una de las relaciones légicas exis- tentes entre la teoria y los enunciados basicos aceptados, y que tiene en cuenta la dureza de las contrastaciones a que ha sido sometida aquella. 83. Corroporasiuipap, CONTRASTABILIDAD Y PROBABILIDAD LOGICA *! Al evaluar el grado de corroboracién de una teoria tomamos en consideracién su grado de falsabilidad: cuanto mas contrastable es una teoria, mejor puede ser corroborada. Pero la contrastabilidad es lo contrario del concepto de probabilidad légica, de modo que pode- mos, asimismo, decir que al evaluar la corroboracion se tiene en cuen- ta la probabilidad légica del enunciado en cuestion ; la cual, a su vez, esta en relacién con el concepto de probabilidad objetiva —la pro- babilidad de eventos—, segiin vimos en el apartado 72. Asi pues, por —__. ‘ freluso stribuir grados numéricos de corroboracién a hipétesis estadisticas, y ja, (abenhng einciades, con tal de que podamos atribuir grados de probabilided 16. gica (absoluta y relativa) a ellos y @ los enunciados corroboradores. Véase también el apéndice *IX. Si se acepta la terminolo, A gia que he ex it i ir seria menester imerian set oe ee ge he expuesto por primera vez en Mind, 1938, como en los apartados 34, etc.) la palabra aabsolutas légica» —a continuacién de esta expresion—, La corroboracién 251 el hecho de contar con la probabilidad légica, el concepto de corro- boracién esta ligado —aunque sea sélo de una forma indirecta e im- precisa— con el de probabilidad de eventos. Y puede ocurrirsenos que tal vez haya aqui una conexién con la doctrina de la probabili- dad de hipétesis que hemos criticado mas arriba. Cuando tratamos de evaluar el grado de corroboracién de una teo- ria podemos razonar poco mas o menos del modo siguiente. Dicho grado aumentara con el niimero de casos corroboradores; y a este respecto solemos conceder a los primeros ejemplos de corroboracion mucha mayor importancia que a los ultimos, de suerte que, una vez que una teoria esta bien corroborada, sus ultimos ejemplos aumentan muy poco su grado de corroboracién; sin embargo, esta regla no es valida si tales nuevos ejemplos son muy distintos de los anteriores —esto es, si corroboran la teoria en un nuevo campo de aplicacién—: si ocurre tal cosa, pueden hacer crecer considerablemente el grado de corroboracién. Por tanto, el correspondiente a una teoria que tenga un grado mayor de universalidad puede ser mas grande que el de otra que lo tenga menor (y, por ello, menor también de falsabilidad); y, de un modo anélogo, las teorias de grado de precision més elevado pueden corroborarse mejor que las menos precisas. Una de las razo- nes por las que no concedemos un grado positivo de corroboracién a las tipicas profecias de los quiromanticos y adivinos es que sus pre- dicciones son tan cautas e imprecisas que la prohabilidad légica de que resulten exactas es sumamente elevada; y si se nos dice que se han confirmado yaticinios de esta indole, si bien mas precisos y, por tanto, légicamente menos probables, lo que ponemos en tela de juicio —por regla general— no es tanto su éxito cuanto su pretendida im- probabilidad légica: como nos inclinamos a creer que tales profecias no son corroborables, tendemos a inferir en tales casos su pequeiio grado de contrastabilidad de su pequeiio grado de corroborabilidad. Si comparamos estas tesis mias con las que estan implicitas en la légica probabilitaria (inductiva) Iegamos a un resultado verdadera- mente notable. Segun lo que yo defiendo, la corroborabilidad de una teoria, y el grado de corroboracién de una que haya sobrepasado real- mente contrastaciones muy duras, se encuentran algo asi como ** en razon invecrsa de su probabilidad légiea, ya que ambas aumentan con su grado de contrastabilidad y de sencillez. Pero la tesis implicada Digo en el texto walgo asi como», porque no creia realmente en probabilida- des légicas (absolutas) numericas, y, por ello, oscilaba al escribirlo entre la opinién de que el grado de corroborabilidad es complementario de la probabilidad ldgica (ab- soluta) y la de que es inversamente proporcional a ella; 0, dicho de otro modo, entre definir C(g) —esto es, el grado de corroborabilidad— por medio de C(g) = 1 — P(g), con lo cual se haria la corroborabilidad igual al contenido, o mediante C(g) = 1/P(g (siendo P(g), en ambos casos, la probabilidad légica absoluta de g). En realidad, posible adoptar definiciones que leven a una u otra de estas consecuencias, y ambos caminos parecen ser bastante satisfactorios desde el punto de vista intuitivo: lo cual explicard, tal vez, mis vacilaciones. Pero existen razones poderosas en fav jor del pri- mer método, o bien de aplicar al segundo una_escala logaritmica; véase el apéadi. co *IX, 252 La légica de la investigacion cientifica por la légica probabilitaria es justamente la opuesta: sus mantene- dores hacen que la probabilidad de una hipotesis crezea en razon directa de su prohabilidad légica —si bien no cabe duda de que entienden por «probabilidad de una hipotesis» poco mas o menos lo mismo que yo trato de designar con «grado de corroboracién» *. Entre los que razonan de tal modo se encuentra Keynes, que em- plea la expresion «probabilidad @ priori» para lo que yo llamo «pro- babilidad légica» (véase la nota 1 del apartado 34). Este autor hace la siguiente ohservaciin ! —que es entcramente exacta— acerca de una «generalizacién» (esto es, una hipstesis) g que tenga una «condi- cidn» (o antecedente, 0 prétasis) 9 y una «conclusién» (0 consecuen- te, o apédosis) {: «Cuanto mas comprensiva sea la condicién @ y me- nos la conclusién /, mayor probabilidad @ priori ** atribuimos a la generalizacién g; con cada aumento de 9 aumenta tal probabilidad, y con cada incremento de f habra de disminuir». Como he dicho, esto es absolutamente exacto, aun cuando Keynes no traza una distincién tajante *5 entre lo que él Jama la «probabilidad de una generaliza- ** Las ultimas lineas de este parrafo, especialmente a partir de Ia frase en cursiva (que no estaba marcada de este modo en el original), contienen el punto crucial de mi critica de Ja teoria probabilitaria de la induccién: punto que pucde resumirse como sigue. Queremos tener hipstesis sencillos —o sea, de mucho contenido, de un grado de contrastabilidad muy elevado—, las cuales son también muy corroborables, ya que el grado de corroborabilidad de una hipétesis depende principalmente de la dureza de sus contrastaciones, y, por tanto, de su contrastahilidad. Ahora bien, sabemos que contrastabilidad es lo mismo que gran improbabilidad ldgica (absoluta), 0 que pe quefia probabilidad légica (absoluta). Pero si dos hipétesis, fi y hz, son comparables con respecto a su contenido —y, por tanto, con respecto a su probabilidad légica (absoluta)—, se cumple lo siguiente: sea mas pequefia la probabilidad Idgica (absoluta) de hi que la de hz; entonces, cualesquiera que sean los datos d. la probabilidad légica (relativa) de hi dado d no puede nunca exceder de Ia de h: dado d. Por tanto, la hipdtesis mds contrastable y co- rroborable no puede nunca tener mds probabilidad —-a la vista de unos datos d— que la menos contrastable: pero esto entrafia qué el grado de corroboracién no puede ser lo mismo que la probabilidad. Este os el resultado crucial. Las ultimas observaciones que hago en el texto no hacen més que sacar Jas conclusiones del mismo: si se aprecia mucho una gran pro- babilidad, ha de decirse muy poco —o, mejor atin, nada en absoluto—, de modo que las tautologias siguen conservando Ia maxima probabilidad. 1 Keynes, A Treatise on Probability (1921), pigs. 224 y sig. La condicién 9 y conelusién f de Keynes corresponden, respectivamente (ef. la nota 6 del aparta- do 14), a nuestra funcién de enunciados condicionante, 9, y funcién de enunciados consecuente, f; véase también el apartado 36. Conviene observar que Keynes decia que la condicién —o la conclusién— era mds comprensiva si su contenido o inten- sin no su extensién— era mayor. (Yo me refiero a la relacién inversa existente entre la intensién y la cxtensién de un término.) ™ Keynes sigue a otros eminentes légicos de Cambridge al escribir una y otra vez «& priori» y ad posteriori»: uno diria, @ propos de rien —si no es a propésito de «a propos». * En realidad, Keynes tiene en cuenta Ia distincién entre In probabilidad a prio- ri (0 aprobabi logica absoluta», como yo la llamo ahora) de una «generalizacién» lad con respecto a unos datos determinados h, y lo que enuncio en el texto pide una correccién en tal sentido (establece Ia distincion al asumir en La corroboracién 253 cién» —que corresponde a lo que aqui hemos Iamado la «probabi- lidad de una hipétesis»— y su «probabilidad a priori. Asi pues, y frente a lo que ocurre con mi concepto de la corroboracion, la proba- bilidad keynesiana de una hipétesis aumenta juntamente con su pro- babilidad idgica (o falta de contenido); mas el hecho de que su «pro- babilidad» aumente con el numero de casos corroboradores, y el (mas importante) de que también lo haga al aumentar les diferencias en- tre ellos, indican, sin embargo, que Keynes entiende con aquélla lo mismo que yo hago con mi ccorroboracién». (Pero este autor no se da cuenta de que las teorias cuyos ejemplos corroboradores pertene- cen a campos de aplicacién sumamente diferentes suelen tener un gra- do de universalidad elevado; y, por ello, sus dos requisitos para tener gran probabilidad —la menor universalidad posible y la mayor diver- sidad de casos corroboradores— serdn, por regla general, incompa- tibles.) Expresada con mi terminologia, la teoria de Keynes implica que la corroboracién (o la probabilidad de las hipdtesis) decrece al aumen- tar la contrastabilidad, tesis a que le leva su creencia en la légica inductiva **, En efecto, la tendencia de ésta es hacer las hipétesis cientificas lo mas seguras posible: se atribuye importancia cientifica a las distintas hipétesis sdlo en la medida en que pueden quedar justificadas por la experiencia, y se consiuera cientificamente valiosa una teoria solo debido a la estrecha proximidad légica (cf. la nota 2 del apartado 48 y el texto correspondiente) entre ella y los enuncia- dos empiricos. Pero esto no significa otra cosa sino que el contenido de una teoria debe trascender lo que se encuentra asentado empiri- camente lo menos posible *", tesis unida estrechamente a cierta ten- dencia a negar el valor de la prediccién: «Las virtudes peculiares de la prediccién —escribe Keynes*— ... son enteramente imagina- rias. Los puntos esenciales son el numero de casos examinados y la analogia existente entre ellos; la cuestién acerca de si se ha propues- to una hipotesis concreta antes o después de semejante examen no hace al caso». En lo que respecta a las hipotesis «propuestas a priori» —esto es, propuestas antes de que tuviésemos bastante fundamento para ellas desde un punto de vista inductivo— Keynes dice: «...si lo unico la pagina 225 del Treatise —de un modo correcto, pero quizd sélo implicito— que si 9 = 9,92, y si {=/fif, entonces las probabilidades a priori de las diver. sas g son: g(9f,) > (pf) > BP, f))3 y¥ demuestra correctamente que las pro- babilidades (a posteriori) de las hipdtesis g (con respecto a unos datos h cuales quiera) se encuentran en la misma relacién que sus probubilidades a priori. Asi pues, demuestra que las probabilidades de hipotesis estin en relacién unas con otras como las probabilidades Iégicas (absolutas); mientras que el punto capital para mi era —y sigue siendo— que los grados de corroborabilidad (y de corroboracién) de aquellas hipétesis we encuentran entre si en la relacién opuesta. “* Véase mi Postscript, capitulo *II. Frente a lo que ocurre con las teorias de la probabilidad de Keynes, de Jeffreys y de Carnap, en mi teoria de la corroboracién ésta no decrece al aumentar la contrastahilidad, sino que tiende a crecer con ella. Que podria expresarse también por medio de la siguiente regla inaceptable: «Elige siempre la hipotesis mis ad hoc». * Kerns, op. cit., pig. 305. . 254 La logica de la investigacién cientifica que se habia hecho es tratar de adivinar, el hecho afortunado a haberse anticipado a algunos o a todos los casos que verifican lo dicho no afiade nada en absoluto a su valor». Sin duda, esta teoria de la prediccién es coherente; pero le hace a uno asombrarse de por qué generalizariamos nunca. Qué razones puede haber para que cons- truyamos teorias e hipétesis? El punto de vista de la logica inductiva hace incomprensibles todas estas actividades: si lo que mas valoramos es el conocimiento mas seguro posible, y si las predicciones no contri- buyen como tales en nada a conseguir una corroboraci6n, 4 por qué no hemos de quedarnos satisfechos con nuestros enunciados basicos? *%. Otra tesis que da lugar a preguntas muy parecidas es la de Kaila *. Mientras que yo creo que las teorias sencillas —y justamente aquéllas que emplean pocas hipétesis auxiliares (cf. el apartado 46)— son las que pueden corroborrarse bien, precisamente por su improbabilidad légica, Kaila interpreta la situacién exactamente del modo opuesto, por razones andlogas a las de Keynes; también él ve que solemos atribuir una elevada probabilidad (0, en nuestra terminologia, una elevada «probabilidad de hipétesis») a las teorias sencillas, y, espe- cialmente, a las que necesitan pocas hipotesis auxiliares, pero sus razonamientos son opuestos a los mios. No adscribe la gran proba- bilidad mencionada a tales teorias como hago yo, porque éstas sean contrastables.con mucha dureza, o logicamente improbables (esto es, porque tengan a priori —por decirlo asi— muchas ocasiones de cho- car con enunciados bdsicos): por el contrario, considera del modo dicho a las teorias sencillas y con pocas hipétesis auxiliares porque cree que un sistema que conste de pocas hipotesis tendra, a priori, menos ocasiones de chocar con la realidad que otro en que entren muchas. Y ahora yolvemos a asombrarnos de que nos molestemos en construir tales teorias, siempre arriesgadas: si rehuimos todo con- flicto con la realidad, ;por qué ponernos en trance de que surja ha- ciendo afirmaciones? Como nuestra meta es la seguridad, el modo de proceder mas seguro seria adoptar un sistema sin hipétesis. Mi regla segin la cual deben emplearse lo menos posible las hi- pétesis auxitisres (el «principio de parquedad en el uso de hipote- sis») no tiene nada en comun con consideraciones tales como las de Kaila. No me preocupo simplemente por conservar reducido el nu- mero de nuestros enunciados: me importa mucho su sencillez —en el .” En su Logical Foundations of Probability (1930) Carnap cree en el valor practico de las predicciones; y, sin embargo, saca parte de la conclusién aqui men- cionada (a saber, la de que deheriamos contentarnos con nuestros enunciados basicos) : puss dice que las teorias —él habla de cleyesy— no son cindispensables» para la cnami sda, iauiera para hacer predicciones, pues podemos arreglrnoslas siempre con i ares. «Sin embargo —escribe (pig. 575)—, es cdmodo, desde luego, bres bares universales en libros de fisica, biologia, psicologia, etc.v. Pero la cues- explicar of de cpmodidad, sino de curiosidad cientifica: algunos cientificos quieren (bien niet 7 me & decir, irs es encontrar teorias explicativas satisfactorias . esto en, We a y de mi Postscript, el Rea me) y contrastarlas. (Véanse también el apéndice *X Aboensis, 1526)" Prinzipien der Wahrscheinlichkeitslogik (Annales Universitatis > pag. 140. La corroboracién 255 sentido de gran contrastabilidad—, y ello lleva, por un lado, a la regla de que las hipotesis auxiliares han de emplearse lo menos po- sible, y, por otro, a pedir que mantengamos el numero de axiomas —o sea, el de nuestras hipotesis mas fundamentales— lo mas peque- fo que podamos. Pues este ultimo punto procede del requisito de que se elijan los enunciados de un elevado nivel de universalidad, y de que siempre que sea posible se deduzca un sistema que conste de mu- chos aaxiomas» de otro con menos «axiomas», y éstos de mayor nivel de sniversalidad (y que, por tanto, se explique aquél a partir de este). 84, OBSERVACIONES ACERCA DEL USO DE LOS CONCEPTOS DE VER- DADERO Y CORROBORADO En la 16g empleo pueden elaciones de deduc- “ Poco después de haber escrito esto tuve la buena fortuna de conocer a Alfred Tarski, que me explicéd las ideas fundamentales de su teoria de la verdad. Es una verdadera listima que siga malentendiéndose y tenigndose una idea equivocada de su teoria —que es uno de los dos grandes descubrimientos hechos en el campo de la logica desde los Principia Mathematica—. Nunca subrayaremos demasiado que la idea tarskiana de la verdad (para cuya definicién en el ce dewlos jes 1 ie zados ha dado Tarski un método) es la misma en que p i i cepto los pragmatistas): la de rd on la realidad). Pero, zcual gnifica lene 0 a realidad)? Una la tarea do elucidarla parece vana; y, en consecuencia, quevellcanteptoudalverd not resulte sospechaso y prefiramos no emplearlo, Tarski ha resuelto (con respecto & lenguajes formalizados) este problema aparentemente desesperado, en virtud de haber * ducido la inmanejable idea de correspondencia a otra més sencilla (la de «satisfac. cién» o «cumplimiento» ). — Gracias a la doctrina de Tarski, , 2 nore ala SEE YY, como ha ocurride con las opiniones de todo tista), resulté que mis opiniones eran ooberentgagesstiamenrini de Wiaaki dap tural; asi pues, si bien teoria revol ‘mis filosofia, las correspondientes a la ciencia y su filo- tes sofia no sufrido altei esencial, si bien han quedado més claras. La critica hoy habitual de la teoria de Tarski me parece fuera de lugar. Se dice que su definicién es artificial y complicada, pero, puesto que define la ver dad con respecto a lenguajes formalizados, ha do basarse en la de una formula bien formada de uno de estos lenguajes; y tiene, precisamente, el mismo gra- > e esta Ultima definicién. Se dice tam- n ingl., propositions, statements, res- no las cléusulas [en ingl., senten- do de «artificialidad» o de «com bién que sdlo pectivamente ces]; posiblemente, tarskiana original (personalmente, yo ccléusulay: véase, por ejemplo, mi «No! y 1955, P 1); pero Tarski mismo dejé sentado de modo perfectamente claro que tar (0 de una sarta de simbolos) no cabe decir érminos son aplicables tinicamente a férmules sew Mférmules con sentido», como dice la traduccién—. Vengan en bue- interpretadas . nN oo tos de la terminologia; pero criticar una teoria por razones na hora perfeccionamient ¢ Torminolégicas no es mis que un obscurantismo desatado, 256 La Logica de la investigacion cientifica tibilidad. Asi pues, no necesitamos decir, «la prediccién p es verda- dera si la teoria ¢ y el enunciado basico b son verdaderos»; en vez de ello, podemos decir que el enunciado p se sigue de la conyuncién (no contradictoria) de ¢ y b. Y cabe describir la falsacién de una teoria de un modo semejante: no cs menester que digamos que una t ino solamente que la i j e nos vemos 0. que ciertos Sicos son «verdaderos» o son «falsos», ya que podemos interpretar su aceptacién como el resultado de una decision convencional, y considerar los enunciados aceptados como resultado de tal decisién. Ciertamente, esto no quie uso ¢ su empleo origine dific es especiales : mismo que podamos eludirlos indica que no pueden dar lugar a ningun nuevo problema fundamen- tal. Su utilizacién es enteramente andloga a la de conceptos tales como «tautologia», «contradiccién», «conyuncién», «implicacion» y otros por el estilo: no son conceptos empiricos, sino logicos '; descri- ben o evaliian un enunciado independientemente de cualesquiera cam- bios en el mundo empirico. Mientras que suponemos que las propie- dades de los objetos fisicos (los objetos «genidénticos» en el sentido de Lewin) cambian con el paso del tiempo, nos decidimos a emplear estos predicados légicos de tal modo que las propiedades légicas de los enunciados se hagan intemporales: si un enunciado es una tauto- logia, lo és de una vez para siempre. Y a ado, queef ¢om. en falso; si corriente : er evaluamos como verdadero un enun e afi 3: que el enunciado era falso incluso ayer Podemos ver aqui muy claramente \alilgiappiganetmerrerdiad y-co~ uacién de un enun troborado o no mente—, pero ‘orroborado es también una evaluacién ldgica, y, por tanto, intem- poral, pues afirma que se cumple cierta relacion légica entre un sis- tema tedrico y cierto sistema de enunciados basicos aceptados. Pero no podemos decir nunca que un enunciado esta «corroborado» como tal, o en si mismo (a la manera en que podemos decir que es «ver- dadero»), sino unicamente que esta corroborado con respecto a algun sistema de enunciados bdsicos —sistema que esta aceptado hasta una fecha concreta—. «La corroboracién que una teoria ha recibido hasta ayer» no es Idgiéamente idéntica con «la corroboracién que ha recil do hasta hoy»; asi pues, podriamos afiadir algo asi como un subindice a toda evaluacion de la corroboracién, subindice que caracterizaria el 1 (Aiadida en 1934, al corregir las pruebas.) Carnap diria probablemente «con- ceptos sintacticos» (ef. su Logical Syntax of Language). La corroboracién 257 sistema de enunciadvs basicos a que se refiere la corroboracién (por ejemplo, indicando la fecha de su aceptacién) **, Por consiguiente, la corroboracién no es un avalor veritatiyo»; © sea, no puede equipararsela a los conceptos de «verdadero» y «fal- so» (que estan libres de subindices temporales): pues para uno y el mismo enunciado puede existir un numero cualquiera de valores dis- tintos de corroboracién, todos los cuales serén, sin duda, «correctos» © averdaderos» simultaneamente; pues seran valores deductibles de la teoria y de diversos conjuntos de enunciados basicos, que estarian aceptados en fechas distintas. Las observaciones anteriores pueden servir también —tal vez— para elucidar el contraste entre mis opiniones y las de los pragmatis- tas, que proponen definir la «verdad» a base de los éxitos de una teoria —y, por tanto, de su utilidad— o de su confirmacién 0 su corroboracién. Si meramente pretenden afirmar que una evaluacion légica del éxito de una teoria no puede ser sino una evaluacion de su corroboracién, estoy dispuesto a admitirlo. Pero me parece que identificar el concepto de corroboracién con el de verdad distaria mucho de ser «titil» **; y en el uso corriente se evita hacer tal cosa: pues cabe muy bien decir de una teoria que apenas estd corroborada por ahora, o que todavia no esta corroborada, mientras que normal- mente no diriamos nunca que una teoria apenas es verdadeta por aho- ra, 0 que todavia es falsa. 85. La RUTA DE LA CIENCIA En la evolucién de la fisica puede discernirse algo asi como una direccién general de su evolucién, que partiendo de teorias de un ni- vel reducido de universalidad iria hacia teorias de nivel mas elevado. A esto suele Mamarse la direccién «inductiva»; y podria pensarse que el hecho de que la fisica avance en esta direccién permite ser utili- zado como argumento en favor del método inductivo. Ahora bien; un avance en direccién inductiva no consiste nece- sariamente en una sucesién de inferencias inductivas: en realidad, hemos hecho ver que puede explicarse de un modo enteramente dife- rente, a saber, teniendo en cuenta los grados de contrastabilidad y de corroborabilidad. Pues slo cabe superar una teoria que esté bien corroborada por medio de otra de nivel de universalidad mas alto; esto es, por una que sea mas contrastable y que, ademas, oontenga la teoria antigua y bien corroborada (0, al menos, una buena aproxima- cién de ella). Por lo cual, seria mejor designar semejante tendencia —el paso a teorias de nivel de universalidad mas elevado— diciendo que es acasi inductiva». © CE. Ia nota *1 del apartado 81. Por tanto, para definir «verdadero» como «itil» (de acuerdo con lo propuesto r algunos pragmatistas, especialmente por William James), o bien por acon éxito», Peoafitmador G*acorrobesadae, tendriamos que introducir ‘un nuevo eaneepto tsbec- luto» o cintemporals, que desempeiiaria el papel de «verdad». 258 La Logica de la investigacién cientifica Los procesos casi inductivos deberian mirarse del modo siguien- te. Se proponen teorias de cierto nivel de universalidad, y se contrastan deductivamente ; después se proponen otras de un nivel de universa- lidad mas elevado, que se someten a contraste valiéndose de las corres- pondientes a los niveles anteriores; y asi sucesivamente. Los métodos de contrastacién estan apoyados invariablemente en inferencias deduc- tivas que van de un nivel a otro mas bajo *?; mientras que, por otra parte, en la sucesién temporal se Mega a cada nivel de universalidad pasando de un nivel inferior a otro mas elevado. Puede plantearse ahora la cuestién siguiente. «;Por qué no in- ventar directamente teorias del maximo nivel de universalidad? gPor qué esperamos a esta evolucién casi inductiva? £No sera, tal vez, por- que, al fin y a la postre, haya algun elemento inductivo contenido en ella?». Yo no lo creo asi. Una y otra vez se proponen ciertas suge- rencias —conjeturas, o teorias— de todos los niveles posibles de universalidad; las teorias que se encuentran en un nivel de univer- salidad demasiado elevado, como si dijéramos (esto es, demasiado le- jos del nivel alcanzado por la ciencia que en aquel momento es sus- ceptible de contrastacién), daran lugar, quizd, a un «sistema metafi- sico». En este caso, incluso si son deductibles enunciados que perte- necen al sistema cientifico vigente (0 solo semideductibles, como, por ejemplo, en el sistema de Spinoza), entre ellos no se encontrara nin- gin enunciado contrastable nuevo: lo cual quiere decir que no podra idearse ningun experimento crucial con el que someter a contraste el sistema en cuestién **. Pero si, por el contrario, cabe idear un experimento crucial con el fin indicado, el sistema contendra —al menos como primera aproximacién— alguna teoria bien corrobora-. da y, ademas, alguna otra cosa que quepa contrastar: no sera «meta- fisico», naturalmente, y cabra considerarle como un nuevo paso en la evolucién casi inductiva de la ciencia. Esto explica por qué, por regla general, séle las teorfas que se proponen con una pretension de re- solver los problemas a la vista en el momento —esto es, las dificul- tades, contradicciones y falsaciones con que se esta enfrentado en el momento— establecen un contacto con la ciencia de la época: al proponer una solucién para tales dificultades, tales teorias pueden indicar el camino hacia un experimento crucial. Para tener una imagen o modelo dé esta evolucién casi inductiva de la ciencia podemos representarnos las diversas ideas e hipstesis como particulas suspendidas en un fluido. La ciencia susceptible de contrastacién es el precipitado de dichas particulas en el fondo del recipiente, donde se depositan en capas (de universalidad); el es- * Las ainferencias deductivas que van de un nivel a otro mas bajo» son, natu- ralmente, explicaciones (en el sentido del apartado 12); y de ahi que las hipétesis de nivel superior sean explicativas con respecto a las de nivel inferior. ™ Convendria advertir que lo que quiero decir cuando hablo de experimento eracial es un experimento ideado para refutar una teoria (si es posible), y, mas en particular, aquél que se pretende aporte’una decisién entre dos teorias en competencia al refutar (al menos) una de ellas —sin demostrar por eso la otra, desde luego— (véanse, asimismo, Ia nota 1 del apartado 22 y el apéndice *IX).

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