You are on page 1of 118
UMBERTO JARA EL SENDERO DEL TERROR S Planeta Umberto Jara. ‘Es extitor, priodista y abogado. Eseudi6 en la Universidad Catblica del Perd, donde se graduié en Letras y Derecho y luego se desempefié como catedrético en la Facultad de Derecho. Ha ejercido el periodismo en prensa gréfica, radio y ‘elevisin realizando coberturas sobre terrorism, natcotréfico y campatias clectorales. Ha sido editor de las revistas Debate y Semana Ezonémiea del Grupo Apoyo (1988-1990), editor de la revista culcural Ei Suplemenzo (1990-1992), editor general del diario Bxpreso (1991-1992), director del programa televisivo,Penoniana (1993- 1996) y director del quincenario Gero (2006). Ha ejercido también el periodismo depottivo dirigiendo lis coberturs de los Mundiales ‘de Fitbol Estados Unidos 94 (Panameticana “Televisién) y Feancia 93 (América Televisién) y el semanario deportivo Once (1997-2000), Ha publicado el libro de crénicas Con ojos de restiga (1997) y los libros de petiodismo de investigacién, jo por ojo, ka veriladera bistoria del Grupo Colina (2003, 2017); Historia de dos aventureros (2005, 2017), Seeretos det timel (2007) y Morir dos veces (2016). Sus libros han sido publicados en Peri, ‘Argentina, Colombia y Chile. Actualmente, se desempefia como Consultor en Estrategias Corporativas Legales y Comunicacionales. Onros libres de Umberto © publicados en Planeta La corrupcion del Caso Edita Guerr SECRETOS DEL TUNEL La historia de los wehenes del MRTA en la embajada del Japon 090 POROJO Laverdadera historia “+ del Grupo Colina | HISTORIA DE DOS Toledo y Karp, la politica como engatio © Planeta Abimael Guzman Reinoso es un hombre que el pais tiene presente desde hace décadas, pero equién es en realidad? Poco o nada se sabe de su compleja nifiez y adolescencia, de su oculta intencién de convertirse en oficial de Infanteria del ejército peruano, de sus tres viajes ala China maoista, de su vida en Ayacucho y los largos dieciocho afios que tardé en formar Sendero Luminoso. La vida de su primera esposa, Augusta La Torre Carrasco, camarada Norah, ha estado cubierta de unmisterio atin mayor. Sin embargo fue quien formé la despiadada milicia femenina senderista y el sanguinario organismo Socorro Popular. En este libro se develan diversos enigmas sobre élla; él principal: esta mujer fue quien encabez6 los arrasamientos de haciendas y poblados y dirigié los ‘asesinatos selectivos y los coches bomba, Un manusctito biogtéfico de mas de 400 paginas escrito por el propio cabecilla terrorista,testimonios directos de quienes conocieron a Abimael Guzmin y ‘Augusta La Torre y visitas a los escenarios donde nacié Sendero Luminoso han servido para que Umberto Jara entregue la exhaustiva investigacién que contiene Abimae, el sendero del terror, wa libro Fundamental para conocer por qué surgié el terrorism en el Peri. i Abimael Este liso no poe sor roproducdo, total ni parialmente, sin previo permis escrito de edt. Todos los darecnos reservados Abinae! (©2017, Umberto Jara Disoio de portada: Danita Navarro (Correceién: Rubén Siva Diagramacién: 8-mad Fotograta ‘Abimae! Gueman Reynoso Foto Carnot) Harvard Act Museums/FoggMuseum, Transfer “omthe David Rockefeller Center forLatin ‘Amerean Studies, Hanard Unversity, Estella BogradBodslyFundforLatn American ‘At and Caltre and Gustavo E. Brlembourg Memarai Fund, 2012.133 CCopyghts Photo: ImagingDepariment © President and Felows of Harvard College La etal no asume ninguna respeasaiktad por el contenido del presente taba peredsticn e ievestigacion respect, siendo el Euloreltrco respenate par la veracidad de las sfrmacones y/o ‘omentaries vertios en esta obra, © 2017, Editorial Planeta Pert S. A Av, Sanla Cruz No 244, San Isc, Lima, Pers vw etorallaneta.com pe Premera eccén: agosto 2017 “eae: 6,000 ejemplres ISBN: 978-612-319-188-7 Regio ce Projecto Editorial 3160131170075 Hetho e! Depdsto Legal en itioteca Naconal del Pent N° 2017-08786 Impreso en Corporacién Grtica Navarele S.A. Carotera Carval 759 (km 2) Santa Arita Lina, Pei, agosto 2017 UMBERTO JARA ABIMAEL EL SENDERO DEL TERROR S Planeta A Olga y Humberto, gue tansitaron con centerezael valle de sombre de ets tempos. A mis compateros del colegio Salesian San Juan Bosco y a mis amigos, en Ayacucho, que sas ls aos felices enfrentarom lor pervertor satis del tevorisme. AGRADECIMIENTOS Tave el privilegio de conocer en mis afios juveniles a Felipe Ortiz. de Zevallos y la enorme suerte de aprender trabajando con él en afios duros de terrorismo e hiperinglacién. Me ensefié muchas cosas importantes, entre ellas a tratar de entender el Pert reparando en sus matices. Su intervencién fue fundamen- tal para la publicacién de mi primer libro de investigacién en el 2003 y, esta ver, con este arduo libro, FOZ, siempre solidario y sgeneroso, me permitié llegar a destino. Mi hermano Carlos Jara Flores fue fundamental para que estas péginas hayan sido posibles. Con enorme paciencia y te- sén me ayudé en laboriosas tarcas de investigacién, cl cin de material, revisién de textos, ademés, de intcligentes aportes, A Rafael Aguilar, Gianfranco Castagnola, Luis Cieza de Len y Carlo Reyes Cestti gracias una vez mas. A Marfa Fernanda Castillo de Planera Grupo Editorial, por- que aiin existe alguien en cuya palabra se puede confiar y por- ‘que su respaldo e insistencia fueron fundamentales. Ala paciencia de mi editor Rubén Silva, erudo en sus crii- «as, como debe ser, exigente para mejorar el texto y preciso en sus acotaciones, A Carlos Sotomayor Wendorf, Sengo Pérez, Danitza Nava- 110, Rafaella Castagnola, Antonio Sam, Marcela Jara y Neli Ar- ‘mas, cada uno sabe por qué. Aviat “Tras mis varios viajes a Ayacucho, le debo especial gratitud @ quienes colaboraton generosamente con sus recuerdos y docu- mentos, en especial a Tatiana Pérez Garcfa Blisquez. por permi- tirme molestar duros recuerdos suyos; a Arturo Tineo Cabrera, por sus recuerdos precisos y su buen humor; a Carlos Valdez Medina, por su apoyo incondicional, a Rolando Séez, Edwin ‘Vasquez del Villar, ivan Alarcén Sierra y José Luis Guciérrez. Y a quienes no puedo nombrar; les alcanzo en silencio mi grativud. INDICE Una historia personal (a modo de prélogo) Siempre un forascero El inevitable destino Una boda sin Dios Convertiré en fuego tu esperanza El idolo fatal de Abimael: Mao Bella como una hoguera Somos los iniciadores Las llaves del infierno 13 23 35 7 93 9 145 175 191 UNA HISTORIA PERSONAL (a Mopo DE pR6LoGo) Los momentos que consideramos historicos para wna sociedad o los instantes singulares para una persona no suelen tener un anuncio pico, simplemente suceden y les damas otra dimension una vee que han ocurrido, cuando tomamos conciencia de sus efectos, de su influencia. Es verdad que existen acontecimientos que van anun- ciando la magnitud que pueden llegar a tener pero, incluso ellos, en su origen, tienen la textura de lo usual, de lo cotidiano Fn uno de sus libros mds atractivos, Momentos estelares de la humanidad, ef clebre ensayisea Stefan Zweig se refiere a un hombre que vivia, en la ciudad de Ziirich, en la casa del zapatero remen- din del barrio. Lo describe ast: «Lo que saben de dl os inguilinas de la casa es que no es muy bablador. ¥ poco mds. Que es rusoy que su nombre resulta dificil de pronunciar.(...) no dispone de grandes riquezas, ni esd metido en ningiin negocio lucrative, lo sabe la patrona por las frugales comidas y el gastado guardarropa de la pa- 1eja, Ese pequeno hombre bajo y corpulento es tan poco llamativo y vive tan disereramente como le es posibles, De pronto, en marzo de 1917, ese vecino desaparece y Zaveig anota: cel hombre que antes de «ayer atin vivia en casa del zapatero remendn (...)dirige ou primer ddiscurso al pueblo. Las calles tiemblan. Y pronto empiezan los diez Ammen dias que conmocionaron al mundo». Era Vladimir Illich Ulianov, cl camarada Lenin, el ideblago en el inicio de la revolucién que abria de implantar el comunismo en Rusia. He recordado este pasaje porque en Ayacucho, hacia el ato de 1972, un eatedritico de la universidad San Cristobal de Huaman- ga vivla junto a su esposa en el segundo piso de una casa ubicada en la calle San Martin n.° 216, justo frente a la casa en la que yo vivia con mis padres, mis dos hermanos y un pastor alemdn saltim- bang Fl vecino se lamaba Abimael Guzmdn y atraia nuestra aten- cién por su profunda seriedad. Vestido siempre con un terno bolga- do caminaba minando al vacio o al piso como si estuviese pensando en algo muy distante, No saludaba ni le bablaba a nadie. Nos parecia un hombre mayor aungue, en realidad, tenia 38 aris. En ‘cambio, su esposa, Augusta La Torre, era dstinta, Delgada, atenta, susaba vestidos sencillosy. cuando salta al baleén con su figura de muchacha bonita, no ensendiamos por qué siendo tan joven (26 atios)vivta con ese hombre extra Un dia mi hermana Marcela, que era una nina inguiera, y su amiga Teresa subieron al piso donde habitaba la extraia pareja ‘por la casualidad de ayudar aun simpdtico muchacho que necesi- taba subir unos paguetes con espléndidas chirimoyas. Ena Boris, el hermano de Augusta, que solia vsitarla cuando venta a la ciudad desde la hacienda que su familia tenia en Iribamba, Huanta. Fie dia, a la hora del almuerzo, Marcela conté que los vecinos de en- frente weran pobres» porque no tenian cocina, solo un hornilla que entonces se nombraba por su marca: Primus; no tenian cama sino un colchén en el piso y todo su mobiliario era wna mesita con una maquina de escribir, tes sills y wn pegueto ropero. Mi madre di- rigié la mirada a mi padre y dijo und frase que, para nososrs, fue _ Uno utsroni nensonat (x 4000 bt 461060) sun enigma: «Viven asi porque los comunistas viven a salto de matan 1». com buen iono, nos dijeron que deblanos tener cuidado en no ir a casa de gente gue no conaciamos; pero algo floé en el ambiente y sentimos que habia algo mas, algo extraio. Lo supimos semanas més tarde cuando la calle se alborots con la presencia dela policia, no los uniformados sino los dela Policia de Investigaciones que vestan como civilesy eran temidos por ser «los PIP que trabajaban en Seguridad del Estado», Vimos que se leva barn al profesor Guzman esposado, en pijamay sin zapatos mieneras su esposa Augusta iba deers lewando una muda de ropa y una fra ada. Aprendimos otra palabra, redada: haba ocurrido una gran redada en la ciudad y staban detenidos profisores de la universidad _y otros dirigentes y milisantes comuniaas. La dueria de la casa le cancell. a Guzmén el contrato de alguiler y nos lo cruzdbamos, de cuando en vee, en la Plaza de Armas cuando thamos al colegio. Tiempo después, Abimael y Augusta desaparecieron de la ciudad. Otro personaje fimiliar pero de distinso talante era el rector de 4a universidad que apadrinaba a Abimael Guzman y le dio carta aabierca para el adoctrinamiento en las aulat. Se Uamaba Efrain Morote Best, Era flaco como un lapiz, ceremoniowo al saludar, con sun bigotito euidadosamente acicalado y una corbata pajarita po- pularmense llamada michi. Solta conversar con mi padre porgue se conocian desde las aulas de la universidad San Antonio Abad del Cusco y porque al er rector de la universidad era un personaje notable en la ciudad. Morote Bess —padre de Osman, aios mds tarde dirigemte pri cipal de Sendero Luminoso, y de Katia, luego casada con el diri- gente senderista Julio Casanova— tenia el bienestar de wna casa de campo en la quebrada de Totorilla, a las afenas de la ciudad, con acceso por una carretera propia y con una tranguera para evitar Auiwar, ae las vistas de extras. El predio era un hermoso lugar de descanso, rodeado de verdor,atiosos drboles, eaballos dicles y habia el rumor cde que alli se creunian los comunistas dela universidads, En casa, mis padres solian ironizar refiriéndose a Morote como el comsunista de costumbres burguesas que les ensehiaba marxismo a sus srabaja- doves. Asi de cotidiano fue el tiempo en que se fue tefiendo la fatal uurdimbre senderista, En la Plaza de Armas, junto a los diarios na- cionales, se vendia Pekin informa, el vocero del comunismo chino, libros y folleos de Mars, Lenin, Mao y el difindido manual de Georges Politzer que enseiaba el abc de la dialéctica marxista. Co- rnoctamos a los catedrisicas que solian viajar a la China goberna- da por Mao Tietung —Hildebrando Perez Huarancea, que habria de partcipar en la ferox matanza de Lucanamarca, fue a casa venderle un jarrin chino a mi madre—; vefamos las marchas que organizaban; y ya cerca a 1980, empexaban a preacuparnos las descomunales disputas en la universidad que culminaban en medio de bombas lacrimégenas lanzadas por la policia para controlar los desmanes, Pero, al fin.y al cabo, en la apacible ciudad de Huaman- ga, no pasaban de ser clos excesos de los universitarios» En medio de exe aparense normalidad, nadie podia vislumbrar que se estaba gestando una organizacin terrorista como Sendero Luminoso que terminarta causando la muerte de decenas de miles de personas y habria de destruir la economia del pats con un costo equivalente a la inmensa deuda externa peruanc. Por qué interesa lo escrito en los pdrrafos anteriores? Por una razén dramatica, Un gran sector de peruanos—en especial aquellos aque se supone tienen formaciin— han decidido enfrascarse en la guerra civil de las redes sociales denigniindose unos a otros por pasio- nes sin futuro; y ocupados en gaillarse likes, posts y tits cargados 6 _ Ura msrona masonas ( wove ve rabuoco) Por qué interesa lo escrito en los pdrrafos anteriores? Por una razén dramdtica. Un gran sector de peruanos —en especial aquellos gue se supone tienen formacién— han decidido enfrascarse en la guerra civil de las redes sociales denignindose unos a otras por pasiones sin futuro; y ocupados en gasillarse likes, posts y ruts cargados de excar- nnio, creen que la realidad ocurre en esa burbuija artificial y mien- tras tanto en las calles e cumplen los veinticinco afos de la captura del cabecilla sendersta Abimael Guzmdn Reinoso en medio de una enorme huelga magisterial, y nadie recuerda un dato sombrio: el senderismo, en sus inicio, logré infiloarse en un seetor del magis- terio y siere meses antes de su levantamiento ocurrié una huelga de maestros que duré 118 dias, desde el 4 de junio al 30 de septiembre de 1979, Dos décadasy media después se ouelven a escuchar nom- bres que se creian antiguos: Sendero Luminoso, Patria Roja, Puka Llacta (Terra roja). Cuando no se hace caso a las alertas, cuando todo parece cotidiano, se van gestando malestares sociales que un dia terminan expresindose con las formas que existen cuando la ppaciencia de los desplazados se agota, aH En este libro, el lector hallard un retrato de Abimael Guzmén Rei- nnoso desde el dia de su nacimiento hasta el aio de 1980, que nos permite mostrar las claves que lo levaron a convertinse en el lider de una agrapaciin tan violensa como Sendero Luminoso, Junto a 41 se presenta, por vez primera, (a historia de su primena esposa, Augusta La Torre Carrasco, la camarada Norah, desde una perspec- tiva que siempre fue soslayada: el rol fundamental que tuvo en la sformacién y en el accionar militar del senderismo. Sin la prevencia ‘Annas de esta mujen Gucmds jamds habria podido Uevar adelante su lucha armada» A partir de las vidas de estos dos personajes se narra cémo, de 1962 a 1980, se formé Sendero Luminoso y por qué surgi en Aya- eucho y en una universidad. La informacién ha sido obtenida sras una investigacin de cua so ats que permitié acceder a fuentes de primera mano. En primer lugar, un manuscrito de més de 400 pdginas en el cual el propio Abimael Guzidn relata episodios personales de su rnitez, adolescencia y adultes; de su vida politica —sus viajes a China y su admiracién profunda por Mao—y todas las tareas que, junto a Augusta La Tarr, desarrollaron a lo largo de dieciocho avos ‘para dar nacimiento a Sendero Luminoso x fnalmente, las razones por las que decidib iniciar su «guerra popular» Realict diversos viajes a los lugares que sirven de escenario a los hhechos quse se relatan en el libro, Ademés de buscar tstimonias, la Jfinalidad también fue tener una mirada directa gue permita con- “frontar los aios antiguos con los dias actuales. Al viajar por Aya- cucho (Huamanga, Huanta, Chuschi, Vileashuaman, Vischongo, Pomacocha y el valle del réo Pampas); Arequipa (EL Arenal, Mo- endo y Arequipa); y Cusco (Sicuant) uno siente cudn frigil es nuestro pats y cudn miterables son los gobernantes enriquecides por corrupcién. Una fuente valiosa de informactén han sido los testimonios de ‘personas que tuvieron trato personal con las personajes de esta in- vestigacién. Arturo Tineo Cabrera, cuya formacién intelectual y conocimiento real de la historia ayacuchana, permitieron charlas enriquecedoras sobre todo par la cireunstancia de baber sido primo de Augusta La Torre con quien tuvo trata cercano desde la niviex y asta el momento en que ella se casd con Guzmdn UUs sistonianeasone 0 stono ne pmb.) Otro testimonio importante corresponde al periodista Carlos Valdez Medina, dueto de una visién amplia por haber sido amigo de la familia La Torre, luego companero universitario de Augusta y irigense en el Frente Estudiantil Revolucionario cuando las fururos Uderes de Sendero empezaban sus tareas y, mds tarde, cuando ex- pplotaron los aias més duros del senderismo, un destacado y valiente corresponsal de guerra. Las conversaciones con catedrdticos y alumnos que estuvieron en 1a universidad San Cristobal de Huamanga entre los arios 1962- 1980 permitieron armar un contexto de esos atios; destaco la serena vision de Carlos Valen, afincado en la ciudad y en la universidad desde los ahos sesenta y duetio de una valiosa calidad intelectual Finalmente, hay informacién que proviene de documentos pu- blicades por milisances de Sendero Luminoso; material revisado en La biblioteca de la Universidad San Cristobal de Huamange y en La hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Pert. También fueron consulsados diversos libros que estén citados en el texto y, en especial, los trabajos de Carlos luén Degregori y Ponciano del Pino, dos estn- diosos realmente seriosy acertados en su aproximacién al fendmeno senderista. En lo personal, me fue de enorme usilidad el haber vivido en Huamanga, la eapital de Ayacucho, los primeros diecitis aos de ‘mi vida, Una parte de esos aos coincidieron con el periado en que Abimnael Guzman Reinoso y Augusta La Torre Carrasco fueron -gestando la formacién de Sendero Luminoso (1962-1980). Lego segui vinculado a mi ciudad visitindola cada aio hasta 1985, afas en que brutales acciones senderstas se mezclaban con el violento actuar del eército. Esta circunstancia de vida me permitié incor- ‘porar experiencias sobre episodios oruciales, conocer a varios de los ‘protagonistas, culsivar la amistad de testigns privilegiadas, acceder Anas a historias, suftir el dolor por la muerte de amigos y entender la dificil experiencia de la emignaci6n. WW Hace veinticinco aos, el 12 de septiembre de 1992, la captura de Abimael Guzmdn y su ciipula marci el inicio de la recomsiruccin de sun Pers devastado. Sin embargo, veinticinco aos después existen dos nuevas generaciones de peruanos para los cuales esa fecha no significa (casi) nada y, por su parte, muchos de los que vivieron los cruensos episodios terrorists consideran que es wna historia archivada. No se percibe con claridad que en el pais siguen vigentes los combustibles del malestar social: la pésima distribuciin de la ri- qweza que acensia ta pobreza, la falta de atencién del Estado a la poblacién mds necesitada, la ineptitud o el temor para aplicar ppolttcas pitblicas, la ausencia de institucionalidad y una gran masa de jévenes con expectativas que empiezan a frustrare. En suma, no se ha legado a entender que la violencia se engen- dra cuando la pobreza termina desesperando a los que la padecen. Umberto Jara Ayacucho, septiembre de 2017 Es calamidad de estos tiempos que ls locos fen a los ceges. Winutam SHAKESPEARE Esto ha pasado y, por lo tanto, puede volver a pasar Primo Levi SIEMPRE UN FORASTERO Un dia seré demasiado tarde, y entonces no se sentid ni de agus ni de alld. Se sentra forastero en todas partes, 1 50 6s peor que estar muerto Gaprter Garcia MARQuez Suearas 0 worasreRo A979 KILOMETROS AL SUR DE LIMA, en el n.” 300 de una avenida llamada Independenci con los materiales de la zona: quincha, adobe y madera. Tiene un techo protegido con barro y una leve inclinacién para escu- rir el agua de las gardias tenues que la mojan en los inviernos. existe una casa construida hace un siglo Sus paredes estén tefiidas con un linguido color amarillo y sus dos puertas y dos ventanas, siempre cerradas, en el dia y en la noche, tienen el color marrén prieto de los atatides. Aunque est ubicada en el centro mismo del pueblito, frente a la diminuta plaza, tiene encima la decrépita penumbra del tiempo, Sobre la oscura puerta principal cuelga un largo tubo fluorescente que nadie enciende y, asl, en las noches, parece un fantasma del pequefio poblado. Su antiguo propietario ya no existe y sus actuales poscedores la mantienen intacta. Una leyenda urbana cuenta que el hijo del fallecido duetio habria ordenado conser- varla tal cual fue edificada, Cierta 0 no la leyenda, quienes hoy la habitan, con un mi jo que no saben explicar, han preferido construir su vivienda sobre el patio que existia al fondo y no hhan tocado ni un adobe de la vieja casa. Las gentes de la aldea prefieren ignorarla, No les genera ningiin orgullo; mas bien les ‘convoca liigubres recuerdos. Por eso, los vecinos més antiguos, 25 Aainaes cuando algtin visitante curioso pregunta por ella, dicen, con tono apagado, en voz tenue: «Es la casa de Abimacl», El pucblito se lama El Arenal. Esté ubicado a cuarenta minu- 10s de la ciudad de Mollendo y se desdobla a ambos lados de la Panamericana Sur. A mano derecha estén los modestos campos de cultivo del valle del rfo Tambo y, a mano izquierda, sobre una leve loma, las calles con sentillas viviendas. Lo habitan poco mas de 2500 pobladores que viven de los cultivos de arroz, cebollas y ajos. Atienden la mesa hogarefta con la pesca de consumo 2 cargo de pacientes cordeleras de peiiascos y orilla, laboriosos recolectores de matiscos y uno que otro pescador que, en bores de vieja madera, se aventura alas fas aguas del océano Pacifico. En la desembocadura del rio Tambo, que anega los campos de atro2, se afanan los camaroneros obligados a trabajar de noche alumbrando las aguas con linternas para distinguic el lomo bri- ante de Los camarones, La suma de todos estos oficios prove el pan de cada dia a esa comunidad de la costa sur del Peri. Para sus gentes amables, serenas y laboriosas, solo existe el recuerdo sombrio de la casa de Abimae! Guzmén. Pero, en reali- dad, el dato no. certero porque dofia Blanca Valdivia de Alvarez tiene una precisién guardada en su memoria, Es una anciana moradota del lugar, nacida el 30 de septiembre de 1930 —cua- 110 afios antes que Guzman y con quien, en la adolescencia, compartié un mismo techo en la ciudad de Arequipa—'. Ella, sentada en una banca de la tinica plaza de El Arenal, sostiene que la casa fe construida por el comerciante Abimael Guzmdn jo Abimael Guzmén Reinoso porque la madre, Berenice Reinoso Cervantes, lo alum- brs en la cercana ciudad de Mollendo. No le falta razén porque Silva, pero en ella no nacié ni vivid su 1 Bnevis en El Arenal, 6 de ocube, 2032. 6 el propio Abimael perfecciona el antiguo recuerdo: «Naci el 3 de diciembre de 1934, en el puerto de Mollendo, en La Aguadita para mds sefias, provincia de Islay de la Republica Independiente de Arequipa con bandera, himno e historia propios, parte entra- fable de este Pera y su pueblo del cual soy hijo»? Aquel 3 de diciembre fue lunes ya las ses dela tarde, Berenice, tuna joven muchacha arequipefia de veinticuatto afios de edad, alumbré a Rubén Manuel Abimael Gumén Reinoso asistida por la comadrona Isabel Inca en una casa de la calle Villegas n.* 71 del barrio de La Aguadita, en la ciudad de Mollendo, y, aunque el futuro oficio del niio serfa el de proveedor de violen- cia y muerte, alguien, a quien le era imposible saberlo, le dio en bautizo la ironia de un nombre biblico: Abimael que, en hebreo, significa «Mi padre es Dios» La Aguadita es un malecén de apenas cien metros de exten- sién que da a una pequefia quebrada que termina en el mat y cuyo subsuelo contiene aguas termales de origen inexplicable porque fluyen casi a orllas de las frfas aguas marinas. A inicios del siglo pasado, se construyeron pozas termales cubiertas por hhabitaciones de madera, que alin se mantienen, para recibir a los ancianos en busca de alivio para sus dolencias, Don Héctor Valdivia Aizcorbe, vecino de ochenta y un afios de edad que liegé al lugar «huyendo de una travesura» y se quedé para siempre «por otra travesura con una muchacha del bartio» vive frente al malecén en la calle Melgar 392, y todos los atardece- 18s, abrigado con una bufanda, sale a tomar el aite, a mirar el paisaje de siempre y a fumar parsimoniosos cigarrllos que tiene prohibidos encender en casa. El recuerda la romerfa de enfermos porque «llegaban a las cuatro de la mafiana, iluminados con velas TRbimael Guam Reino, De Pay Lert, Maro ala cir, Lim, 200, pig 27 2 y tenfan que presentar un certificado médico para ingresar a las pozas», pero, al igual que varios de los viejos vecinos, dice no recordar el rastro de Abimael Guzman, Es cierto. Ese rastro no existe porque Guemdn estuvo en La ‘Aguadita apenas los dias necesarios para la recuperacién de su madre; después volvié con ella a El Arenal a casa de la abuela, dofia Esther Cervantes de Zanabria, una mujer alta y de contex- cura grucsa dedicada el dia entero a su oficio de costurera para sostener la ctianza de Berenice y sus otras dos hijas, Orfelina y Yolanda, Para dofia Esther, el nacimiento de su nieto Abimael no fue una noticia de jtibilo porque, ademés de la preocupa- cién por el sustento, la familia tenfa que afrontar el inclemente cestigina de aquel tiempo mojigato porque el nifio que su hija Berenice ttajo en brazos dias antes de la Navidad de 1934, era producto de una relacién furtiva con un notorio comerciante dela zona; entonces, para el Cédigo Civil era un hijo ilegitimos para el rumor de las gentes, un hijo natural; y para quienes pre- ferian las palabras crudas, un bastardo, en un tiempo en que la bastardia, por mandato de un puritanismo implacable, era un estigma social, la marca de un pecado, Ja vergiienza para una familia El padre —que recién accedié a reconocerlo doce dias después del nacimiento segin consta en la anotacién que aparece en la partida— se llamaba Abimael Guamén Silva y era el contador de confianza de don Benito Niiiez Alvarez, tun préspero latifundista duefio de las haciendas El Arenal, FE] Boquerdn y La Pascana, que sumaba a su riqueza agricola Jos ingresos de su ingenio arrocero en cuyas instalaciones se procesaba todo el arroz producido en el valle gracias a que tuvo la pionera idea de instalar la primera piladora de arroz en coda la regién su. Ey : 2 Simons ponasten0 Asentado en esa prosperidad, con la condicién privilegiada de ser el contador encargado de llevar las finanzas de un hombre rico, Guzmén Silva logré convertise en un comerciante acomo- dado con negocios de abarrotes, confecciones y telas en el valle deTambo, en el puerto de Mollendo y en la ciudad de Arequipa. Sus holgados ingresos le permitieron coscearse su mayor aficién: los placeres de la cama. Asi, tuvo cuatro hijos matrimoniales y otros diez en distintas mujeres; una de ellas, Berenice Reinoso Cervantes, una sencilla mollendina que habia culminado con cesfucrzo sus estudios escolares a fa cual conacié a los veintidds afios y convirtié en madre a los veinticuatro. En la casa de la av. Independencia n.° 300, en El Arenal, estaba uno de los negocios de Abimael Guzmédn Silva: un almacén en el cual se expendian abarrores, utensilios de casa, implementos de trabajo agricola, de pesca y todo articulo nece- sario pata atender las necesidades de un hogar o un oficio. Alli donde muchos creen que pas6 su nifiex el futuro Iider errorista, en realidad vivié una mujer que afios més tarde seria fundamen- tal en su vida. Con la memoria nitida de los ancianos para los recuerdos més antiguos, dona Blanca Valdivia de Alvarez, mirando la puerta principal de la casa, rememora que en el afio de 1936 «dos afios después del nacimiento de Abimadl, y al volver de un viaje, su padte aparecié en estas calles con una mujer extranjera al lado. Era la chilena Jorquera que no vino sola, trafa una hija jovencita. La puso a la chilena a cargo del negocio que ademds de local comercial era vivienda. ‘Todos ercian que el interés era por la sefiora, pero resulté que el contador Guzmén estaba pren- dado de la jovencita. Se llamaba Laura, flaquita, de pelo castaiio y ojos claros. Les dio todo, a ella y a su madre, y después se cas6 con la muchacha». Esa muchacha era Laura Jorquera Gémez. » Amos oe EN Los PRIMEROS ANOS, ABIMAEL PADRE DESATENDIO al véstago surgido del amor ocasional, pero después ubied a Berenice como empleada en uno de sus negocios en el cercano puerto de Mollendo y, asf, Abimael hijo pudo asistira la tinica escuelita de la ciudad, cerca al hospital, en la avenida Iquitos. «El aula de mis, fio Jestis de Praga primeros garabatos tenfa una imagen del —ha escrito —y la maestra un guardapolvo celester?, Esa macs- tra cuyo nombre nadie tiene registrado, lo adiestté en la lectura y esctitura y, sobre todo, lo entrend en el arte de la caligrafia sin presagiar, que muchos afios después, cuando la policia habria de incautarle macabros cuadernos llenos de apuntes, la escritura de su alumano conservaria la antigua letra de trazo fino en lineas simétricas, ordenadas con pulcritud sobre el papel Los afios infantiles de Abimael Guzman Reinoso en las calles del puerto de Mollendo no han dejado vestigios de amistades ni recuerdos, Incluso, el propio personaje, ya adulto y en prisién, ‘cuando hubo de referirse a sus afios escolareseligié no un recuerdo infantil sino una remembranza bélica: «De esos tiempos lo més grabado en mi es un radio antiguo de caja de madera, el locutor anunciando la invasién a Polonia y la gente hablando de guerra»*, Era septiembre de 1939 y esa vieja radio anunciaba la «Operacién Fall Weiss», conocida como la invasién de la Alemania nazi a territorio polaco, el detonante de la Segunda Guerra Mundial en Europa y el inicio de las monstruosidades del narismo. Al afio siguiente, Guzman inicié el que seria el primero de viajes de abandono, Su madre se embarcé con él en el ren que cubria la ruta Mollendo-Arequips-Sicuani en un trayecto de mas de 800 kilémetros que le cambié el paisaje marino por 3 Wile, pig 28 4 Maem. 30 Siew us rorasrano las cumbres andinas a 3500 metros de altitud. La ciudad de Sicuani, en las primeras décadas del siglo XX, era una ciudad de comerciantes impulsada por inmigrantes drabes llegados de Argentina atrafdos por el auge del comercio lancro en la regién, Estos mercadetes se establecieron en la zona e introdujeron fas cosrumbres de su estirpe: las habilidades del regateo y las facilidades de pago como herramientas para ganar clientes. Al inicio, esos artificios para ellos tan naturales como sus pobladas barbas, incomodaron profundamente en las ciudades donde se instalaban y en Sicuani el encono llegé a ser tan profundo que los comerciantes locales exigian la expulsién de los laboriosos frabes. Pero el desacuerdo de costumbres fue finalmente supe- rado y los nativos, convencidos de las utiidades de la rebaja y el crédito, adoptaron esos nuevos usos del quehacer econdmico dela mano de esos extrafios hombres de natices grandes, oracio- nes extrafias y peculiar manera de hablar el castellano, quienes, ademés, tuvieron la gracia adicional de aprender el quechua y ‘ofrecer regalos a los campesinos, con lo cual terminaron inte- grandose a la comunidad. Berenice Reinoso, junto a su hijo de seis afios de edad, se trasladé a Sicuani ese afio de 1940, atraida por las promesas de tun palestino que conocié en el puerto de Mollendo. «Fue mi primer encuentro con la sierra —ha escrito Guzmén— la regién. de nuestra patria que he aprendido a amar més y admitar, All{ estudié cn otra escuela estatal, cercana al estadio, pasando el Puente sobre el rio Vilcanota. Conoci las ferias, el negocio de la lana, el campesinado indigena y algo del mundo setrano segura- mente se adentré en min°. 5 Ve Gina, mas Dena, Mons: Slns, Compendia de Hise Foun std er ane Ceti de Resa dal PTE Lina pgs 7778 © Abimael Guzasa Reino, Deputy kn op. cty pig 28 a Estuvieron poco menos de dos aftos porque, a inicios de 1942, la relacién entre Berenice Reinoso y el comerciante de Sicuani empez6 a sucumbir por la presencia del nifio. «Nunca supimos cémo se llamaba ese hombre —acora dofia Blanca Valdivia— porque a la abuela Esther, que a mi me cosia vesti- ditos y mandiles, no le gustaba hablar del asunto; solo supimos ‘que era comerciante arabe y no aceptaba al nifio Abimael y si alguien metia el tema queriendo saber més cosas sobre st nero ella se molestaba y se vengaba negindose a coserle ninguna ropa a la chismosa preguntona, de verdad». Ente las brumas de ese tiempo escondido, un dato minimo patece dar una leve pista sobre aquel érabe que se negé a asumir el papel de padrastro, En un texto autobiogréfico escrito por ‘Mi nombre completo es Manuel Guzmén aparece este pérrat Rubén Abimael Guzman Reinoso, conforme reza le partida de nacimiento del Registro Provincial de Islay; y no esté de mds reiterarlo, pues a alguien se le ocurtié y difundié que mi nom- bre verdadero era Ismael, y que por inquina politica antiérabe Jo cambiés”. Més alld de la probable inquina, lo cierto es que el desencuentro con el comerciante palestino dio lugar al anun- cio de un nuevo viaje para el nifio Abimael, y madre ¢ hijo se embarcaron en el tren de retorno por la ruta ferroviatia cons- truida gracias al provechoso delirio del inglés Henry Meiggs que se atrevié a tender durmientes y rieles en agrestes parajes de las sierras de Cusco y Arequipa con un ejército de veinte mil obretos reclutados entre nativos peruanos, bolivianos, chilenos y una euota de esclavos culies. Partieron de Sicuani hacia Arequipa y, desde esta ciudad, a bordo de un émnibus caletero, tardaron tres dias en llegar al F Widem, pag 27 2 Stewene tn Fonasraac puerto de Chimbote. Fue un viaje que traz6 una linea final con su primera infancia porque Guzman nunea més retornara a las calles de Mollendo, Berenice lo acompafié apenas un par de meses. En realidad, habia elegido Chimbore no para iniciar una nueva vida junto a su hijo sino porque alli vivia el abuelo del nfo y el objetivo de su viaje uc entregarle al pérvulo y retornar a Sicuani ya sin la causa del conflicto que impedia su relacién con el comerciante arabe, Asi ocurrié y Guzmén recuerda que su madre, una tarde, en el htimedo puerto de Chimbore, le pidié que aprendiese a cuidarse: «Hlijo mio, cuida al hijo de tu madre; eres quien mejor puede hacerlo»t, Lo abrazé y se des- pidi6. Abimadl tenia ocho afios de edad y nunca més volvié a verla; cuando cumplié veinte se enteré de su muerte, En el Chimbote del aio de 1942, solo existia una escuela cestatal de educacién primaria para varones, el Centro Escolar 313, pero nadie se ocupé de matricularlo y el nifio, a su libre albedrfo, encontré un refugio con propina en el taller de un relojero que le ensefié a descftar el laberinso de manecillas y mintisculos tornillos. Estuvo dos afios en el puerto pesquero y snuevamente, sin preguntas ni adioses, tuvo que enfientarse a una nueva y obligada excursién, Bsta vez el destino era otro puerto, el tercero en su vida de infante sin rafces. Arribé al Callao a vivir con la familia de un hermano de la madre, consciente de que los adultos no aceptaban darle un cobijo permanente. En estas travesias de abandono fue perdiendo los vinculos afecti- vos con sus lugares de nifiez y se quedé sin el aprendizaje de Ja amistad; por eso, ya adult, solia decir que no tenia amigos, solo camaradas de partido; y, décadas mas tarde, ya condenado a reclusién perpetua, Guzmén habria de recordar de manera muy Tien as Annee cconcisa sus afios de desarraigo al escribir lacnico: «Una serie de desplazamientos por distintos puntos del pais que, obviamente, implicaron cambio de ambiente, hogares y telaciones’. Bl traslado al Callao fue a pedido de su madre para que Guzman pudiese estudiar, pero es probable que ella descono- cera la condicién bajo la cual fue recibido en su nuevo destino porque sus desconocidos familiares aceptaron darle colegio, habitacién y comida a cambio de destinarlo a las tareas de empleado doméstico. Tenia diez aftos de edad. En una antigua casona ubicada en el Jirsn Moctezuma 790, atin hoy funciona el Instituto Educative n.° 5006, Alberto Secada Sotomayor, fundado en 1925 bajo el lema «Dios, Patria y Estudio», En esas aulas, en 1944, Abimael Guzmén reinicié su edlucacién escolar, Sostiene haber sido un destacado alumno pero los archivos con sus notas estin extraviados y no es posible saber con certeza si efectivamente lo fue, més atin, cuando la prucba que aporta es apenas un impreciso y distante recuerdo: «Si los premios son un indice, cabe recordar que en el Alberto Secada, al terminar primaria, recibi una libreta de ahortos, si mal no recuerdo, del Banco Popular”, Su vida signada por la ausencia de raices volvi6 a enfren- tarlo con otto giro. En 1948, al cumplir catorce afios de edad, tuvo que abandonar la calma de la pequefia escuela para ingre- sar al rumulto del Colegio Nacional Dos de Mayo, institucién que més tarde se convirtié en una Gran Unidad Escolar del mismo nombre y en la cual, una década después del paso de Guzmén, estudiarfa, en sombria coincidencia, un futuro colega de estropicios: Victor Polay Campos, el cabecilla del > Wem: 10 Tbidem pig 29 ” Stewons ow roeasinso Movimiento Revolucionatio Tiipac Amaru (MRTA); ambos, Guzmén y Polay, en la década de 1980, habrian de compartir el oficia de terroriscas. Su ingreso a las aulas del Dos de Mayo fue otro cambio drdstico en su vida porque en el barrio chalaco de Chucuito, Abimael era apenas un adolescente timorato que habfa vivido en tres pequefias ciudades de provincia y, de pronto, tenfa que vérselas con muchachos vocingleros, diescros en los cédigos de barrio y duefios de esas calles en las que el adolescente provin- ciano descubrfa, sumido en el desconcierto, pequefios mundos y costumbres ajenas. Fue una experiencia tan intensa que, décadas més tarde, en una sesién de la Comisién de la Verdad, Guzman se permitid, frente a extrafios, la licencia de un breve recuerdo personal: «Todas esas cosas fueron impresionéndome: los autos, las propagandas, los periédicos; yo vivia en otro mundo»! Pero el asombro y la curiosidad ante la gran ciudad tenfa como contraparte la rutina de su oficio obligatorio en la casa: trapear pisos, lavar utensilios y prendas, ocuparse de encargos. Mientras su vida transcurrfa tironeada por dos mundos —el de las calles con sus hechizos y el de la casa con sus labores domésticas—, una noche lo invadié un dolor repentino que se mantuvo sin tregua alo largo de la madrugada hasta dejarlo desfalleciente en el inicio del dia. Los habitantes de la casa al notar que no habia realizado sus labores antes de marcharse al colegio, lo hallaron en su habitacién empapado en sudor de fiebre, lo acomodaron en un taxi y en el hospital ptiblico Daniel Alcides Carrién le salvaron la vida con una operacién de urgencia por un apéndice que habia explorado para convertirse en una peritonitis fatal Habia cumplido quince afios, TT) Archive Comisiia de lx Verdad, Senin del 28 de mayo de 2002, caste 75. 8 Ania. Enronces una prima de su padre, conmovida por su precaria situacién, intercedié para que el muchacho sea recibido en Arequipa, en la casa patema, y nuevamente, Abimael Guzmén, ptivado de raices y afectos, tuvo ante si otro viaje, uno més, ‘Mucho tiempo después, en el aiio 2009, ya recluido en su pri- sién de cadena perpetua, habrfa de referirse 2 la huella que le imprimieron sus peregrinajes y la experiencia de no pertenecer a ningéin lugar: «Pienso que, pese a tener sus desventajas como todo en la vida, sirvié a forjarme en una miltiple y diversifi- cada experiencia, y a desarrollar en mi una tendencia, que con el tiempo se acentuarfa, a vivit voleado al mundo y sus proble- mas y no centrado en hurgar los entresijos de mi almas'?. En esta frase radica una de las claves de la personalidad de Abimael Guzmén. Quienes lo conocieron en distintas etapas de su vida coinciden, de manera undnime, en sefialar como rasgo notorio la impasible reserva de sus emociones y el tenaz silencio sobre su vida personal. A final de cuentas, «no hurgar en los entresijos del alma» significa clausurar la revisién de sentimientos impo- nniendo un cepo de silencio a las emociones; significa optar por de las heridas propias. la duzeza emocional para evitar el as ‘Cuando terminé la convalecencia de su operacién el mucha- cho parti6, desde el Callao hacia Arequipa, una noche de febrero de 1949 «en el entonces tren de las siete». Sus anteriores viajes habian sido travesias de un nifio desconcertado que no sabia a dénde iba ni por qué llegaba, pero, esta vez, el mozuelo era consciente de que iba a encontratse, por vez primera, con el des- conocido que embarazé a su madre quince afios atrés, Cuando llegé a la casona ubicada en la calle Rjercicios 370 —hoy la calle Alvarez Thomas que desemboca en la Plaza de Armas— 12 Abimael Guamin Rsinoso, De puto y lena, op. cic, pig. 28. 36 Sumerns us sonasrano golped el amplio portén de madera con la aldaba de bronce y una criada fo invité a pasar. En la sala principal, una década y media después de su nacimiento, tuvo ante sf por vez primera a su padre, Era un hombre de frente amplia, con el rostto abun- dante en mofletes, dspero y autoritario, Lo habia aceptado por clemencia y no por tardio afecto paternal y ambas comprobaron que el hijo de la relacién fugar habla heredado la apariencia fisica del padre. En efecto, una fotografia de la época muestra a Guzmén Silva con la cabellera firme a lo ancho de la frente, las comisuras de los labios cayendo a ambos lados de la cara como una sonrisa al revésy l rasgo notorio de los cachetes infa- dos, un detalle que, cuarenta y tres afios mas tarde, la policfa, la noche en que habria de capturar a Guzmén Reinoso, utilizaria como clave jubilosa: «Cayé el Cacherén» A los pocos dias de su arribo a la cémoda casa, el préspero comerciante le asigné al adolescente la tarea de ayudatlo con los libros de contabilidad de sus negocios. Los ertores cometi- dos por el muchacho generaban reprimendas, y el trato distante y frio no cambié en ningén momento; pero, a pesar de las asperezas patetnas, los afios vivides en esa casa le entregaron a Guzmén los mejores recuerdos de su juventud porque la mujer desu padre, Laura Jorquera Gémez, aquella muchachita chilena Arenal pata luego convertirse en la matrona de la casa, le dio proteccién y afecto, tal vex sensibilizada por su experiencia de nifa que tuvo ‘que enfrentar la vida sin el amparo paterno. que.a los diecistis afios aparecié en el pueblieo de La primera sorpresa para Guzmén fue descubrir que en la casa arequipefia existfa, bajo la administracién de la sefiora Laura, todo lo que le habia faltado en sus excursiones de tras- hhumante y la estadia en ese hogar significé para él un final de viaje que le dejé una huella tan profunda que, atin a los Ania setenta y cinco afos de edad, al escribir de pufo y letra su antiguo recuerdo, Guzmén se permitié un instante de graticud y melancolfa: «lngresé a un nuevo hogar: el de mi padre, su esposa y mis hermanos, Una vez mds vaya mi mas puro senti- miento agradecido y reconocimiento a la esposa de mi padre, dofta Laura Jorquera Gomez, admirable mujer que supo aco- germe como hijo propio que se reencuentra, a mis hermanas y hermanos que hicieron que su casa la sintiera mia, y a mi padre que me dio esa oportunidad. Un mundo nuevo y mis amplio se abria a mis ojos en nuestra siempre hermosa y tinica ‘Arequipa. Me esperaba una etapa fundamental de desarrollo y tuna larga estadia extendida hasta 1962, casi tantos aftos como tos que tenia al llegar: catorces". La sestona LAURA ERA HIJA DE UN ANDALUZ, Enrique Jorquera, que artibé a Chile a inicios del siglo XX para trabajar en los viriedos del valle de Maule, Alli enconteé el amor en la costuc rera Luzmila Gémez, tuvieron una hija que nacié en la ciudad de Talca el 13 de junio de 1920 y a quien bautizaron como Laura. ‘Apenas ocho breves afios dur6 la alegrfa en ese hogar porque el espafol, a la medianoche del 1° de diciembre de 1928, fue sepul- tado por el derrumbe de una pared en el sismo de 8° en la escala de Richter que devaseé la ciudad de Talea y el valle de Maule Pasado el tiempo de luto, Ia viuda se cas6 con un minero peruano que operaba en Tarapacé y, en el afio 1936, a raiz de la expulsién de los peruanos del territorio que se habia ane~ xado Chile tras la Guerra del Pacifico, la viuda y Ia huérfana desembarcaron en el puerto de Mollendo. No existe ningtin 15 idem, pap 30 3° Sueters ws rongsren0 registro sobre el destino del marido minero ni el motivo por el cual ambas mujeres pusieron pie a tierra en una ciudad que les era desconocida. Lo tinico cierto es que fueron rescatadas por el mujeriego Abimael Guzmén Silva, quien las llevé a vivir a Ja casa de la Av. Independencia n, 300 en El Arenal. La joven Laura tenia diecistis aos de edad y Abimacl hijo apenas dos. Cuando se convirtié en su madre adopriva, en Arequipa, en 1949, ella tenfa veintinueve afios, era madre de cuatro hijos legitimos y tenia bajo su amparo a otros cinco producto de los amores fugaces del marido: Eduardo (médico que integté cl ejército norteamericano en Vietnam); Rail (ingeniero)s ‘Carmen (ama de casa); Filiberto (abogado); Edgard (abogado ¥ fil6sofo); Elizabeth (abogada), Gladys Susana (profesora, residente en los Estados Unidos de Norteamérica); Artemio (abogado y filésofo) y Abimael (abogado). ‘Todos crecie- ron juntos y con igualdad de trato en un hogar en el cual, en confesién de Al acl, wlas necesidades de alimentacién, ropa, estudios, distraccién y propinas estaban bien organiza- das, desenvolviéndose una vida sencilla y ordenada, de poca vida social y celebraciones, donde fos hijos, aparte de cen- trar en los estudios, tenian una tarea especifica que cumplir responsablemente>'s, La familia entera vivié siempre en la amplia casona de la calle Ejercicios 307. Tenia un patio a la entrada con habitaciones alrededor, un segundo piso para el comedos, un almacén de viveres y un par de habitaciones mas; en la primera planta un pasadizo, con habitaciones para las empleadas y; al fondo, un amplio jardin con un afioso arbol en medio. Hoy ¢s el local en 4que funciona el Instituto Superior Stendhal especializado en la ia Wem, » Annee, ensefianza de Gastronomia, Hoteleria y Turismo y todo aquel que se acerca a curiosear es echado por un vigilante presuroso que alcanza una razén para el desalojo del visitance: «Hay gente que viene y después habla que fue la casa de Abimael Guzmén y nos malogta el prestigio». En el aio 1949, el comerciante Abimael Guzman Sila ‘comparcia el alquiler de la casona con Cipriano Alaroén, un com- padre suyo agricultor en las chacras de El Arenal. Paginas atrés la sefiora Blanca Valdivia de Alvarez. adelanté que habia vivido en este inmueble cuando Abimael acudia al colegio y, en esta parte del relato, provista de su memoria de anciana vital, dibuja este recuerdo: «Yo trabajaba en la chacra de Alarcén, como era chi- quilla recogia en mi burro con serén guayabas, higos y plétanos; y después me llevaron a Arequipa para trabajar cuidando @ la hija de Alarcén. Alli conoci a Abimael. Era laquito, bien callado, le hacia caso en todo a la sefiora Jorquera y se encerraba en su cuarto a estudiar, Los sébados y domingos salia a pasear solo, sobre todo cuando su padre volvia de sus viajes». Este cardcter solita- fio y retraido le fue iil cuando, al igual que sus hermanos, fue matriculado en el colegio privado La Salle y se desempefié como tun alumno aplicado capaz de ocupar los primeros lugares en las aulas regentadas por frales franceses y espafioles. En el anuario del tercer afio de secundaria se puede leer: «los diez primeros no se dieron descanso, para al fin tencr la siguiente colocacién: Guzman, Bouroncle, Rodriguez, Ojeda y Diaz Cano». Fue una experiencia positiva la de salir del abandono para encontrar un lugar en el mundo y eso esta reflejado en dos recuerdos en los que Guzman deja asomar cierta emotividad: Ei ccrcer afio de secundaria lo cursé el afio 1950 con el mismo tutor, el hermano Fermin Luis. Este mi segundo aito en Arequipa fue ” Sterne ws eoRasren0 mucho mejor, ya més ambientado en mis estudios obruve mejores resultados, sli # I de la clase asi constaen el palmart del aio 50". Mis condiscipulos en su mayoria eran dela pequefia burguesla acomodada, también los habia hijos de tertatenientes, burgueses y de la burocracia. Tavimos el mismo cutor que nos forjé hasta el cuarto afo, el hermano Fermin Luis, un vasco de ciertas ideas republicanas; y en quinto, cl hermano Justo, prefecto del colegio, nos ayudé 2 rematar el ciclo. Como en toda aula, diversos gru- pos de ainidad se desenvolvian y contendian; yo formaba parte de los setios y estudiosos. Los castigos que recibt fueron por no concurric a la mi o llegar tarde a ella, pues era parte de nuestras obligaciones.(..) A mas de set poco amiguero, mis continucs cambios de residencia, no solo antiguos, no han scrvido a que entablara amistades prolongadas y, at, no sepa hoy qué ha sido de clos ¢ igualmente de mis posteriores condisefpulos y amigos uni- verstarios y profesionales. Considero que el colegio de La Salle no influencié religiosamente en mis i bien vale seialar que mi pocao ‘ninguna preocupacién por las précticas religiosas no implicaron, en modo alguno, ojeriza,represalia oresticcién en mi contra. A mas de lo dicho debo a ese centro bastante de mi formacién en esa saleable erapa dela vida." Cuando acabs el colegio a los dieciocho afios el muchacho dio una sorpresa, Contradiciendo sus inquietudes intelectuales —«No solo estudiaba los cursos escolares; como mis hermanos, considerable tiempo inverti en leccuras de libros de todo tipo, especialmente, obras cisicas y novelas»"”— Guzman le anuncié 115, Muchas delas cts bogrfias provencn de un manusclto ce ms de cuarocentos vein ‘cpg esto por Abimad Guzmin Reinos al que avo aero aut En dean, lis que prowegan de cicho te sconsignarin como Maaco a mens de pga por cut fueron muse de miners conta pt Carmi 16 Abimael Guzen Reinoso, De poy ln, op ci, pgs 31 y 32 17 bidem, pi, 32 a Aumaet a la responsable de su educacién, su madrastra Laura Jorquera, la insdlita decision de postular a la Escuela de Infanteria del Bjército. «Si, es cierto, quise ser militar, oficial del eército y espectficamente de infanteria. Tenia y tengo, y creo que hoy més claramente atin, una idea no solo del papel de toda fuerza armada como columna vertebral del Estado sino, y es insoslaya~ ble, de la funcién de los ejércitos en el surgimiento, desarrollo yy transformacién de todas las naciones; lo prueba la historia del mundo, la del prolerariado, muy claro esti, la del pais y la de nuestro propio partidos". {Dénde pudo originarse su repentina vocacién militar si en la casa familiar uno de sus intereses era discutir con sus her manos las lecturas de la Iliada, El Quijote o las espléndidas biografias de Stefan Zweig?”, En realidad, ese atisbo de voca- ci6n habia surgido por la admiracién que el escolar tenia hacia cl teniente de Infanteria Manuel Reafo, el encargado del curso de Instruceién Premilitar, Pero lo més sorprendente es que la con- fesién de st interés por vestir el uniforme de un ejército al que después se enfrentarfa de manera brutal y encarnizada, se cono- cié recién cn 1993 en una habiracién dei penal de El Frontén cuando, tras su captura como lider de la organizacién terrorista Sendero Luminoso, empe26 a recibir las visitas del jefe de facto del Servicio de Inteligencia Nacional, Vladimiro Montesinos “Tortes. En una de esas charlas, el jefe terrorista recordé st voca- ci6n militar, recité integro el himno de la Infanterfa del Bjército Peruano, «...arma bravia, / es la noble Infanteria, / cuna de valientes / de heroica misién...», y descortié uno de los velos de su memoria escondida para entregar esta confidenciaz 16 ibidem, pig 3 19 Tbider, pig. 32 2 Stone ronasraR0 El tniente de Infaneria Manuel Reaio era un gran oficial. E hombre muy recto ycon mucho aplomo y porte militar Ef siempre 4a Infanceria para alld, Esta arma esl rina de las batallas, nos deci, y eo mare en mi juven- nos hablaba de la Infanteria para aqui tud la admiracién por el arrojo del infance peruano en las guerras, Los sibados porla mafiana, desde muy temprano, paramos en ropa de faena, vestidos con el uniforme beige con cristina y corbara, del colegio La Salle hacia el cuarel Salaverry, ubicado en ef diseivo de Miraflores en Arequipa, Hiaciamos ejerccios de wiangulacién on fusiles Mauser que nos prestaban. Nos tendlamos al suelo en grupos de diez y sobre un caballete estaba el fusil con ef cual debia- ‘mos apuntar pasando el ojo derecho por la linea de mira yal. Recuerdo que en esa época el cuartel Salavery albergaba dos uunidades de Infanteria, os baallones niimeros 13 y 45; cada uno al ‘mando de un comandanee del Bjército, segin recuerdo, pues cada cierto tiempo ingresabamos al interior para tomar desayuno en el comedor de tropa. Luego un oficial nos mostraba las principales instalaciones par [a instruccin de su personal. Desde muy tem- prano estébamos en el cuartel para la ceremonia inicial y lego en el ‘evento destnado a la poblaci. Alas seis de la tarde era el paseo de antorchas y en el que parti- «ipaba la banda de misicosrocando el himno de Infanceria durante todo el rrayecto por las calles de la ciudad. Dernis matchaba la tropa de los dos batallones cantando su himno y portando cada sol- dado una ansorche, y nosotros los acompafdbamos en el recorido, |Realmente era un evento muy bonito y esperado cada a8o por a poblacién arequipetia!™ Ademds de la influencia ejercida por estas vivencias mili- tares, ocurtieron otros dos acontecimientos que hicieron 30 Vndimito Monteinos Tore, Sv Sender alent temprona, Eaer Editors. Lima 2009. pigs 257-285, Annexe germinar el espititu bélico en aquel muchacho que dejaba las aulas escolares. Uno fue la lectura de la novela La hora 25 del rumano Virgil Georghiu que refiere la trdgica historia de un jornalero rumano en la II Segunda Guerra Mundial; la otra influencia provino de los despachos radiales del conflcto. «De es0s tiempos guardo no solo imborrables recuerdos, sino acica- teantes experiencias c ideas nuevas que fueron modelindome. Asi, las noticias de la parte final de la guerra, a toma de Berlin por el Ejército Rojo, la celebracidn del Dia de la Victoria cuando la derrota de Alemania, los periddicos que en primera plana trafan las imagenes de Roosevelt, Churchill y el gran camarada Stalin, los bombardeos sobre Nagoya y la bomba atémica»”. No lo repelfa el horsor de la guerra, le parecia més bien una fuente de ensefianza y una opcién para generar cambios, y esa visi6n no fue un fagaz entusiasmo adolescence sino una convic- cién que lo habria de acompatiar alo largo de su existencia. En julio de 1988, protegido por la bruma de la clandestinidad y con centenares de miles de muertos a causa de sus 6rdenes, Abimael Guzman reiteré su morcal aficién a la barbarie bélica en una célebre entrevista bautizada por sus feligreses como «La entre- vista del siglo» en Ia cual afirmé: «Creo que la Segunda Guerra ‘Mundial me ha marcado profundamente (...) Tuve ocasién de ver en los periédicas a los llamados cinco grandes, al camarada Stalin entre ellos, por eso dirfa que estos hechos han ido mar- cindome e imprimigndome la idea del poder, de las masas y de la capacidad transformadora de la guerra»™. ‘Aunque al final opté por ingresar a a universidad para estudiar Derecho —esimple y coneretamente para tener un 2B Abad Guariin Renovo, De poy lt, op cl, pig 29 22 La enrevita del sigs, pubcada po El Diario Mark, wocero del sendetiso 24 de julio de 1988 “4 Suenene vn ronasreso inscrumento profesional que sustentara mis necesidades y me diera independencia»—®, la vocacién militar de Abimael Guzman Reinoso terminaria concretindose en el afio 1980 al organizar y encabezar una desquiciada milicia propia, Sendero Luminoso, que asolé al pals por mas de una década con feroces ajusticiamientos de poblacién civil en el campo, brutales aten- tados terroristas en las ciudades y salvajes emboscadas al ejército y la policia. Pero atin faltaba un largo trecho, mientras tanto, en 1952, aprobé el examen de ingreso a la Universidad Nacional San Agustin de Arequipa y arribé a esas aulas portando lo que Guzman denominaba vel despertar de su conciencia social» en referencia al impacto que habia tenido sobre él un episodio que Ja historia peruana tiene anotado como el levantamiento de Arequipa. Ocurtié el 12 de unio de 1950 con el esallido de una huelga de Jos escolares del Colegio Nacional dela Independencia Americana aque las auroridades decidicron sofocar enviando un pelotén mili- tar que rermind agrediendo alos menoresy alos padres de familia, La reaccién inmediata fue la solidaria protesta de los estudiantes universitarios que ya venian encendidos contra la dictadura del general Odria que, tras haber propinado al pais un golpe militar, pretendia legitimarse a través de una farsa electoral. De modo que los univers tomaron [as calles con una enorme mani- festacién repelida a sablazos por la policia montada y, entonces, se sumaron las organizaciones sindicales de empleados y obreros ¥; en pocas horas, la poblacién civil inundé las calles. El centro de la ciudad de Arequipa se llené de barticadas levantadas con los adoquines de las calles y una masa compacta de estudiantes, trabajadores y ciudadanos tomé por asalto el casino militar, los 235, Abinacl Gusnuin Reinow, Deputy lars, op. ck. pg, 34 6 Anna Sieur ws sonasren0 locales del municipio y la prefectura, capturé el aeropuerto para cevitar la legada de tropas de refuerzo y se adueié de varias esta- ciones de radio para avivar la erifulca. Toda la sermana iil, entre dl lunes 12 y el viernes 16, ls calles mistianas fueron escenario de una contienda feroz y desigual entre civles y el ejército des- plegado por todas las calles. Al finalizar la madrugada del viernes 16, un armisticio acordado entre un grupo de parlamentatios y el mando militar, apagé las hostilidades, las gentes enterraron a sus muertos, atendieron a sus herids y el dictador Manuel A. Odria, que habia ordenado la sepresi6n, proclamé su candidatura tinica y los peruanos, ejerciendo su tenaz vocacién por el disparate, lo cligieron como presidente constitucional ‘Aquella sangrienta revuelta arequipefia fue una epifania para Abimael Guzman Reinoso. Esos dias de fuego cruzado, de calles erizadas de violencia, de victimas tendidas en las calles con ori- ficios de balazos, tajos de sables y heridas abiertas a pedradas, marcaron, en sus palabras, «el desarrollo de mi conciencia social y principalmente de clase», Entusiasmado por el fervor de los dfas de revuelea, solicits su afiliacién al Partido Comunista de ‘Arequipa, pero tropezé con un requisito de burocracia clasista: se requerfa la condicién de obrero y Guzmén era, para esa orga- nizacién, apenas un pequetio burgués. Sin embargo no acepté dar media vuelta porque estaba convencido de que all se hallaba la seftal de identidad desde la cual expresar todas las protestas ‘que habitaban en él. Esperé con paciencia y logré convertirse en milicante. «Entonces habia una tendencia obrerista, no querian fo no debian ingresar personas que no fueran parte del movi- miento obrero. Eso me llevé a tener que estar esperando buen 2 idem, pig 35 Gempo»®, «;Por qué ingresé al Partido? Concretamente: la lucha de clases que me forjé y mi desenvolvimiento ideol6gico me hicieron devenir marxisca, y si uno es marxista verdadero, necesariamente debe militar, ser miembro del partido y no se detendré hasta conseguirlo; no cabe marxista fuera de filas. Por 50 decidi libre y voluntariamente ser comunistas™, ‘Su acceso a fa militancia comunista lo inicié en la admi- racién hacia Josef Stalin, el tirano de la antigua Unién de Repiiblicas Socialistas Soviticas, Fue una devacién que se man- tuvo invariable a lo largo de su vida, incluso en 1989, con el Perdiensangrentado por las acciones senderistas, Guzmén recor- daba con orgullo haber participado en las disputas ideol6gicas defendiendo con vehemencia 2 Stalin frente a los seguidores del ico, Vladimir Illich Ulianov, camarada Lenin, ‘Tenia una frase que resumia el motivo por el cual defendia otro lider sovi con furor a Stalin: «Quitérnoslo entonces era como quitamnos el almas*; pero, en realidad, mis que una frase fervorosa es un sombrio trazo del espirieu de Guzmén porque aquel hom- bre, al que admiraba desde el alma, era el sanguinario dictador que aniquilé 2 millones de personas enviéndolas a campos de concentracién y presidios, ordenando fusilamientos y asesina- cos; habia sido también el aucor del programa que impuso la sustitucién de las granjas de propiedad individual por gran- jas colectivas, un irracional experimento agricola que terminé ocasionando una hambruna tan insondable y barbara que «los campesinos desesperados devoraban los cadaveres de sus hijos muertos de inanicién»”*, Ese individuo admirado desde el alma Toms de la Vendad, sin del FA de mayo de 2002, case 75 26 Abitnal Guz Reinso, De puto y Lint, op. ce p35, 27 anew del sgn 28 Ver Rober Secvce, Stalin. Une bigs Siglo XXt, Madeid, 2006

You might also like