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Traduccion de SYLVIA MOLLOY José Esrspan Cannenon ACTO DE PRESENCIA La escritura autobiografica en Hispanoameérica EL COLEGIO DE MEXICO FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO 10 AGRADECIMIENTOS sobre un tema que nos interesa a las dos. El apoyo de Enrique Pupo-Walker como editor y amigo fue importante en todo mo- mento. ‘Agradezco a mis amigos y colegas de Yale, a Nicolas Shum- way, Marta Peixoto y James Fernandez, sus lecturas y valiosas observaciones, y a Roberto Gonzélez. Echevarria, las estimulan- tes conversaciones que mantuvimos sobre éste y otros temas. Cito por ultimo, y ciertamente no porque ocupen el tiltimo lugar, a mis antiguos alumnos de posgrado en Princeton, hoy amigos ios, con quienes discuti provechosamente muchas de las cues- tiones tratadas en este libro, en especial Marfa Elena Rodriguez Castro y Antonio Vera Leén. En la preparacién de la traduccién al espafol, que ha sido labor de equipo, agradezco en particular las primeras versiones de Ernesto Grosman y la inteligente ayuda de Jessica Chalmers en la localizacion de citas y en la revisidn, correccién y adapta- «ign del texto. PPartes del libro aparecieron, en primera versién abreviada, en ‘Modern Language Notes, Revista Iberoamericana y Nueva Revista de Filologia Hispinica. Doy las gracias a los editores por haberme permitido volver a utilizarlas, revisadas 0 traducidas, Intentar siquiera agradecer a Emily Geiger su paciencia, su apoyo y su infaltable sentido del humor durante la ardua dlkima etapa de redaccién de este libro supera mis capacidades. Habér- selo dedicado es apenas una muestra de mi carifio y gratitud. INTRODUCCION La prosopopeya, se ha dicho, es la figura que rigela autobiogra- fia, Asi, escribir sobre uno mismo seria ese esfuerzo, siempre T= | novado y siempre fallido, de dar voz.a aquello que no habia, de/ dar vida a lo muerto, doténdolo de una mascara textual.! Escri- bir una introduccién, sugiero, es una forma més modesta pero ‘no menos exigente de esa misma figura. Fl texto terminado nece- sita un rostro, necesita que se lo haga hablar, con la voz de su autor, una titima vez, Una introduccion brinda precisamente la cocasién de hacerlo; constituye la iltima vez en que uno habla en lugar del texto y, también, perturbadoramente, la primera vez en que uno comienza a percibir la distancia que lo separa del text. Igual que las autobiografias, las introducciones también comien- zan por el final. ‘No pretendo Hvar més lejos ese paralelismo. No me siento tentada, como le ha sucedido a mas de un critico al tratar el te- ‘ma, a insinuar que el hecho de cScribir sobre autobiografia sea, en si, una forma de autobiografia. Tampoco pretendo sugerir que la forma en que se organiz6 este libro reflee un itinerario perso- nal. Si decidi escribir sobre autobiografia y, en concreto, sobre autobiografia hispanoamericana, lo hice movida, bésicamente, por curiosidad critica. Quiero reflexionar sobte textos que pre- tenden realizar lo imposible, esto es, narrar la “historia” de una primera persona que slo existe en el presente de su enuncia- ci6n, ¥ quiero observar cémo esa imposibilidad cobra forma con- vincente en textos hispanoamericanos. No me detengo en la na- turaleza paraddjica de la autobiografia en si, ni ha sido ése en ‘momento alguno mi objetivo. Por el contrario, me interesa anali- zar diversas formas de autofiguracidn, con el fin de deducir las estrategias textuales, las atribuciones genéricas y, por supuesto, las percepciones del yo que moldean los textos autobiogréficos hispanoamericanos. En otras palabras, sin dejar de lado los dile- 1 Paul de Man, “Autobiography as De-Facement”, Madern language Nets, 94 (4979), pp. 919-930 u INTRODUCCION mas lingiistcos y filos6fices que necesariamente plantea la es- critura autobiografica, intenté abordar cuestiones que, por su naturaleza, son basicamente culturales ¢ historias. Procuré no tanto averiguar lo que el yo intenta hacer cuando escribe “yo”, sino investigar, de manera més. modesta, cudles son las fabula- ciones alas que recurre la autobiografia dentro de cierto espacio, de cierto tiempo y de ciorto lenguaje, y qué dicen esas fabulacio- ) nes sobre la literatura y la época a que pertenecen. En Hispanoamérica la autobiografia ha sido notablemente des- cuidada, tanto por lectores como por eriticos. Esto no se debe, co- mo se suele afirmar a la ligera, a que la autobiografia sea poco Qfrecuente, oa que los excritores hispénicos, por raogos “acl “les” dificiles de determinar, sean poco afectos a exponer sus vi das por escrito, El escaso mtimero de relatos de vida en primera ‘ persona es, mas que cuestién de cantidad, cuestién de actitud: la autobiografia es una manera de leer tanto como una manera de escribir. Asi, puede decirse que si bien hay y siempre ha habi- do autobiografias en Hispanoamérica, no siempre han sido leidas |\ autobiograficamente: se las contextualiza dentro de los discursos ) hegeménicos de cada época, se las declara historia o ficcion, y | rara vez se les adjudica un espacio propio. Esta reticencia es en si ‘misma significativa, El lector, al negar al texto autobiografico la recepcién que merece, slo refleja, de modo general, una incerti- dumbre que ya esté en el texto, unas veces oculta y otras evi- dente. La incertidumbre de ser se convierte en incertidumbre de ser en (y para) la literatura El desdén o la incomprensién con que se han recibido en His- swveanoamérica los textos autobiograficos los convierten, y no es ‘Sorprendente, en ideal objeto de estudio. Al nq estar limitados ‘por una clasificacién estricta, una validacién ortodoxa ni una cri- (riort®> tica repleta de clichés, son libres de manifestar sus ambigueda- Je yndeyriides, sus contradicciones y la naturaleza hibrida de su estructu- aon Ta. Es precisamente al, en esa indeterminacién, donde el texto autobiogeafico tiene més que decir sobre si mismo; a condicién, por supuesto, de que se lo atienda hasta el final, aceptando las condiciones un tanto incémodas que el mismo texto impone. Ademés, desde la posicién mal definida, marginal a la que ha sido relegado, el texto autobiagréfica hispanoamericano tiene rau- cho que decir sobre aquello que no es. Es un instrumento de in- Centlspen a paslema INTRODUCCION 3 calculable valor para indagar otras formas, més visibles y sancio- nadas, de la literatura hispanoamericana. Como todo lo que se ha visto reprimido, negado y olvidado, la autobiografia reapare- ce para inquietar eiluminar con luz nueva lo que ya esté alli. Deciai restringir mi estudio a los sighos xx y xx, sobre todo, si bien no exclusivamente, por razones genéricas. Los relatos én primera persona abundan en la literatura colonial. Las crénicas de descubrimiento y conquista, en especial cuando interviene cierto grado de autoconciencia por parte del autor, como en los Naufragios de Cabeza de Vaca’ los Comer es del fnca Garcilaso» pueden considerarse ejemplos| remotos fle escritura autobiografica. Del mismo modo, teniendo en cuenta las estrate- gias defensivas que adoptan y la autovindicacién del yo que plantean, documentos autorreilexives como la Respuesta de Sor Juana Inés de la Cruz al obispo de Puebla o las confesiones ante el tribunal de la Inquisicién podrian considerarse—y de hecho se han considerado— autobiografias. Sin negar la preocupacién por el yo que aparece en esos textos, propongo que su finalidad primaria no es autobiografica, aun ctando la autobiografia cons- tituya uno de sus logros involuntarios. Més atin, las circunstan- cias en que se escribieron esos textos excluyen, 0 al menos modi- - fican considerablemente, la autoconfrontacién textual —"yo soy el tema de mi libro” — que caracteriza la escritira Zutobiogratica, Elhecho de que los textos mencionados se destinaran, ante todo, a un lector privilegiado (el rey de Espana, el obispo de Puebla, el tribunal eclesidstico) que ejercia poder sobre el escritor y su tex- to; el hecho de que la autonarracién fuera menos un propésito que un medio para lograr ese propésito; y, por tiltimo, el hecho de que rara vez haya crisis en esta escritura del yo (0 rara vez haya un yo en crisis), hacen que el resultado sea s6lo(tangencial> iene autobivgrdticy.) ‘Al mismo tiempo me resisto a afirmar de modo perentorio que Ja autobiografia en Hispanoamérica “comienza” a principios del siglo xx, y espero poder evitar (queda por ver si con éxito) la idea de que la autobiografia es una forma que progresa desde la torpe hibridez poscolonial del siglo xrx hasta la universal perfeccin estética del xx. Este concepto evolutivo de la literatura en el que siempre aparece Hispanoamérica a la zaga de supuestos mode- los europeos (cuando la literatura hispanoamericena busca des- “ INTRODUCCION viarse de es0s modelos, no alcanzarlos), me parece particular- mente problematico en este caso.” Si decid comenzar mis inves- tigaciones sobre la autobiografia en Hispanoamérica a principios del siglo xxfue porque me interesa especialmente una peculiar toma de conciencia de sujeto y cultura que result de una crisis ideol6gica, y porque siento curiosidad por la forma en que esa is se refleja, mejor dicho, se incorpora en la fextura misma de Ja autofiguracin hispanoamericana. La crisis a que me refiero, producida por la Mustracién europea y por la independencia de las colonias de Espana, es, por supuesto, una ctisis de autoridad. No me parece casual que se cuestione la validez de la autobio- gratia, o se reflexione sobre sus metas, en el momento en que un orden recibido es reemplazado por un orden producido; ¥ tam- poco me parece casual que esa teflexién se dé en el contexto de debates mas generales sobre identidades y culturas nacionales, de- bates en los que las relaciones candnicas con Espafa, y, en térmi- nos mas generales, con Europa, se renegocian forzosamente. Si en el caso de los escritores coloniales la escritura del yo era legitimada por el Otro institucional para quien se escribia (Ia Corona, la Iglesia), en el caso del autobidgrafo posterior a la Co- lonia esas instituciones pierden su funcién. El concepto mismo de institucién, como hasta entonces se habia entendido, se pone seriamente en tela de juicio. Si ya no se escribe para el Rey ni para la Iglesia, gpara quién se escribe? ;Para la verdad? ;Para la posteridad? Para la historia, disciplina que muchos autobidgra- fos convertiran en fuente de validacién? A esta crisis de autori- dad corresponde un yo en crisis que escribe en un vacio interlo- cutorio, Las dificultades det autobiégrafo hispanoamericano, las vacilantes figuraciones a las que recurre, el constante afén por conquistar el aprecio de los lectores, configuran un modelo am- Diguo que siempre apunts a la uuistus pregunta, sin formulatls abiertamente: “;Para quién soy yo un ‘yo'?” 0, mejor dicho, * gpara quién escribo ‘yo'?” La vacilacién entre persona publica y yo privado, entre honor y vanidad, entre sujeto y patria; entre evocacién lirica y registro de los hechos, son sélo algunas de las 2 Willa C. Spengemann propane una concepcisn evolutva similar dea lite ratura norteamericana del xX y del consigulente *padecimiento de insufclencla cultural” en A Ivor for Americans (Hanover y Londres: University Press of [New England, 1989), pp. 7.27 INTRODUCCION 5 manifestaciones de la vacilacién que caracteriz6 ly acaso sigue caracterizando) la escritura-autobiografica en Hispanoamérica, Si bien me interesan los nexos entre autofiguracin, identidad nacional y conciencia cultural, asi como los esquemas represen tativos a que dan origen esos nexos, 0 contaminaciones, no quic- 10 ubicar este libro entre los muchos intentos, dentro y fuera de Hispanoamérica, de elucidar, definir —y en tltima instancia in- ventar— una esencia “nacional” hispanoamericana de la cual la literatura seria una manifestacién no mediada. Tampoco com- parto en forma indiscriminada el punto de vista segiin el cual todos los textos hispanoamericanos, por muy “privados” que pparezcan, son en verdad y de modo invariable alegorfas nacio- nales que especificamente deben leerse como tales.’ A primera vista, este criterio podria parecer adecuado para abordar aque- llos textos autobiogréficos empefiados en fusionar sujeto y na- cin en un memorable corpus gloriosum: los calculadamente me- Binicos Recuerdos de provincia de Sarmiento en el siglo xx 0, en el x el histrionismo nacionalista de Vasconcelos en Ulises crillo, sin duda pueden —pero no necesariamente deben— leerse de <— esa forma. Pero tal criterio supone modalidades invariables en la escritura hispanoamericana, sin tener en cuenta que, al diversi- ficar la politica sus précticas discursivas, la literatura hace otro tanto y, por supuesto, también la autobiografia. El yo habla des- de lugares diferentes. La aceptaciGn de cualquiera de esos crite- rigs —el texto como esencia nacional o como alegoria nacional— suspende la reflexién critica en vez. de fomentarla, canaliza la lectura del texto de modo excluyente. Més provechoso en cam- bio es dejar que la preocupaci6n nacional (sin duda presente en Ia escritura autobiografica) reverbere en el texto camo escena de: ctisis, siempre renovada, necesaria para la retdrica de la autofigu- raclon en Hispanoamérica; ver esa preocupacién nacional tomo espacio critico, marcado por una ansiedad de origenes y de re- presentacién, dentro del cual el yo pone en escena su presencia y logra efimera unidad, La autobiografia es siempre una re-presentacién, esto es, un 2 Fredti Jameson, “Third World Literature inthe Era of Multinational Capi- tall, Soil Tent, 15 (1986), pp. 65-48, Vénse una acertada cca dela posicion de Jameson en Aijaz Abinod, "Jameson's Rhetoric of Otherness and the National Allegory’ Sac Tet, 17 (1987) pp.3-25. 16 INTRODUCCION volver a contar, ya que la vida a la que es, de por si, una suerte de constru siempre, necesariamente, relato: relato que nos contamos a nos- otros mismos, como sujetos, a través de la rememoracién; relato que oimos contar 0 que leemos, cuando se trata de vidas ajenas, Por lo tanto, decir que la autobiografia es el més referencial de los géneros —entendiendo por referencia un remitir ingenuo a una “realidad”, a hechos concretos y verificables— es, en cierto sentido, plantear mal la cuestiOn. La autobiografia no depende de los sucesos sino de Ia articulacién de esos sucesos, almace- nados en la memoria y reproducidos mediante el recuerdo y su verbalizacién. “Mi nombre, més que llamarme, me recuerda mi nombre." El lenguaje es la tinica forma de que dispongo para “ver” mi existencia, En cierta forma, ya he sido “relatado” por la misma historia que estoy narrandbo. ‘Al considerar la mediacién narrativa presente en toda auto- biografia, me interesan algunos de sus aspectos mas textuales; es decir, no sélo el “texto” no escrito (una pulsién, un fragmento, lun rastro) almacenado en la memoria que guia la inscripeién de si, sino también las “formas culturales’® y los fragments de tex- tos verdaderos a los que recurre el autobiégrafo para dat forma a lo que almacené la memoria. El autobidgrafo hispanoamerica- no a menudo recurre al archivo europeo en busca de fragmentos textuales con los que, consciente © inconscientemente, forja su imagen. En ese proceso, se alteran en forma considerable esos textos precursores, no sélo porque se los trate con irreverencia sino porque el archiva cultural europeo, al ser evocado desde Hispanoamérica, constituye ya otra lectura. Dedico considerable atencién a la elaboracion textual del yo y a la escena de lectura (0 de lectura desviada) que tan a menudo le sirve de emblema, pues ent esa escena se manifiesta la diferencia del autobidgrafo. En este contexto, son de especial interés las autobiografias dé auto- res cuya distancia con respecto del canon europeo se debe a algo « Anwonio Porehia, Vacs (Buenos Aires, 194; rimp. Hachette, 1975). 80 i Geert Te Interrelation of Culures (Nueva York: Basie Books, 1973), Ctr “as formas clas puden tatarse como textos, como abras de {maginaion construdas con materles sociales. No son mero els de una sermbitiad preexistenterepresentada analdgicamente; son egentesdinmicos ten la creacsn y conservecin de ea sensiblidad” (p. 448-451) (Todas ls traic= ‘ones son miss slvo indicacin contraria) INTRODUCCION ” més que al hecho de ser hispanoamericanos. A la nacionalidad se afiade el hecho de ser esclavo, como Juan Francisco Manzano, en el siglo x0; de ser mujer, como Victoria Ocampo, en el siglo Xx. Marginados por la institucién (exclusién parcial en el caso de la mujer; total en el caso del esclavo), se valen de recursos particu- larmente ingeniosos para manipular textos a los cuales no tienen acceso directo con el fin de lograr la autorrepresentacién deseada, Las autobiografias hispanoamericanas no son textos faciles. La dificultad con que se afirman como formas viables, las burlas que provocaron y quizas sigan provocando (Recuerdos de provin- cia de Sarmiento, que Alberdi ridiculiza y acusa de frivolidad; el Ulises crollo de Vasconcelos, comparado con los boleros de Agus tin Lara), todo esto hace del autobidgrafo un escritor extremada- mente precavido, consciente de su vulnerabilidad y de un posi- ble Fechazo por parte del lector. La autobiografia es una forma) de exhibicién que solicita ser comprendida, més atin, perdonada. Que me perdonen la vida: mas de un autobidgrafo hispanoameri- ‘cano harfa suya la frase con que Victoria Ocampo cifra su actitud ante el lector. La expresi6n ha de leerse en su doble sentido. Lite- ralmente, que se perdone al autobidgrafo, que se lea su vida con simpatia, Pero también, de modo més dréstico, que se lo perdo- ne como se perdona a un condenado, que se posponga su ejecu- cién. La idea de transgresién evocada por la frase y el poder que fen apariencia da al lector para que conceda un indulto, son fre- ‘cuentes en estos textos. Hay a menudo la sospecha de que ha hecho algo mal, no tanto desde un punto de vista moral sino téc- fico; la sospecha de que, dada la condicién inciecta del género, quiza se lo esté enfocando de modo equivocado. El autobidgrafo hispanoamericano es un eficacisimo autocensor: en su Telato-de vida introduce silencios que apuntan a lo que no Fuede contarse, mientras que en virus textos menos comprometedores a menudo revela lo que considera impropio de ser contado autobiografica- mente. Uno de los silencios mas expresivos de las autobiografias his-&— panoamericanas del siglo xn

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