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NOTAS 1 Mafud, Julio, Le vide obrera en la Argentine, Buenos Aires, Proyeccion, 1976, p. 139. 2 Storm, Pablo, Le industri y l situacin de las clases obrevas cen la Capital de la Republica, Buenos Aites, Facultad de De Fecho y Ciencias Sociales, p. 287 3 La Unién Gremial, 31 de octubre de 1895, 4 Boletin D.N.T., N° 4, marzo de 1908, pp. 70-73 5 La Organizacién Obrera, N° 9, abril de 1902. © La Acelon Socilista, N° 11, enero de 1906, Bolerin D.N.T., N° 19, diciembre de 1911, p. 777 5 sider, pp. 770-771 cbastin, op. cit. pig. 14 4 Storni, Pablo, op. cit, p. 288, 1 Le Protest 6/4/1908. © Boletin D.N.T, N° 4, marzo de 1908, p. 6. 8 Memoria de Inmieracion, sho 1874, op. cit, p. 26 M Bolerin D.N-T.pp. 497-499, N° 24, agosto 1° de 1913. S Ibidem,p. SOL 4 Boletin D.N.T.iciembre de 1911, pp. 1912-1919, © Ioiaem. La Provesia, 13/10/1904, Discurso leido por el Dr. Manuel Quintana ante el Congreso Nacional el 12 de octubre de 1904 en el acto de prestarjura ‘mento como presidente de la Republica, Bs. As, 1908 La Vanguard, 27/8/1913, 2 bide La Vanguardia, 25/8/1904, Castro, J. Alberto y Garcia Balsas, C., Critica al proyecto Gonzéiez, BS. As. Falcon del Grupo La Aurora. SF % Ibidem, p28. Ingenieros, José, La Lepiltion du tava dans ta République Argentine Pais, 1906. % La Organizacién Obrert, 25/8/1904, 2 La Acci6n Socialist, N° 2, 21 de julio de 1905, 82 Vv LAS ORGANIZACIONES OBRERAS Sin duda y por muchas razones, las organizaciones obreras vinculadas directamente con el mundo del traba- jo mas importantes de la época fueron las Sociedades Resistencia, es decir las organizaciones sindicales. Aun- que las mas importantes, no fueron las Gnicas. Cémaras y Bolsas de trabajo, sociedades mutuales, cooperativas, ate otras, tuvieron también relacién eos populares ent Con efmundo del tabalo Histicamente en Argentina las sociedades de resis tincciacion en el sono de las socedades mutualistas ce comenraron sure desde los afos 1850 fueron ls ‘ifoera organvaciones cbreras, en la media que see dials “os primeros sindicatos fueron na timos anos dela decada del setenta sobre to. a ae te oe den aiumos shoe del ockent lad Siente, al mmo empo que se van extendiendo ‘ Tienies estaban vinculadas a partidos 0 endo desde los Gl do en Ia cit snupos polit Durante los primeros afios, mas de una vez estas orga nizaciones tenian vide efimera, scediéndose veces Vx Sco °° °° °xi<«_ - . ne No obstante ya a fines del ochenta encontramos por lo menos dos ofganizaciones que mantuvieron continuided sin interrupciones: “"La Fraternidad” que agremiaba a Tos maquinistas y foguistas ferroviarios y la de los obre- ros panaderas. En 1896, alo en que después de los efectos de la erie sis, cl movimiento huelguistico registrd un importante Tenicet, of petiddico La Unidn Gremial editado por un Conjunto de sindicatos publicaba en todos sus nimeros la lista completa de las organizaciones de ese tipo exis tentes en Buenos Aires, Sabemos asi que habia en ese momento 30 sociedades de resistencia en la Capital. ‘Sin embargo, es bastante posible que entre 1897 y 1900 —afos de desocupacion y de disminucion de la ac tividad del movimiento obrero~ el nlimero de sociedades naya disminuido o al menos que muchas de ellas haya re ducido notablemente si actividad, Lo mismo podemos ssuponer del nimero de socios. Estas oscilaciones serar tina constante en todo el periodo que nos ocupa. En la medida que la Tuerza y la capacidad de convocatoria de las organizaciones obreras dependian de os avatares de la lucha de clases, aquéllas fueron saramente estables dur rante €508 ais. ‘No es facil considerar un fendmeno de ese tipo en una sociedad como la Argentina de fines del siglo XX, en la cual existe desde hace casi cuarenta anos ua movimiento sindieal euyo porcentaje de afiliacién es uno de los mis tlevados del mundo y con sindicatos iinicos por rama y tun grado de estabilidad bastante alto a pesar de los fre- ‘cuentes periodos de ilegalidad o de semilegalidad, El ané- lisis del sindicalismo argentino desde sus origenes hasta 1945 ha estado frecuentemente influenciado por la re- presentacion contemporinea que se tiene del sindicalis mo argentino Es cierto que una mirada ripida sobre las principales ccaracteristicas del movimiento sindical de los primeros tiempos hace aparecer numerosas contradicciones y fe nomenos de poco ficil explicacion. Es siempre sorpren- dente ver la capacidad de convocatoria que esas organiza ciones alcanzaban en ciertas coyunturas, arrastrando a decenas, ¢ incluso, centenas de miles de trabajadores a las huelgas generales o parciales. Ademis, no hay dudas de que desempeiaron un papel muy importante en la ob- a i tencidn de una serie 4 reivindiaciones por part de los He ego este periodo, al mismo tiempo trabadores rar aye fueron transformando cada gue por divers las principles instancias reguladoras ver mis en 004 Shajo urbuno. No obstante, en os pefo- @ os de estancamiento. reflujo del movimiento obrero, al- co a de estas orzanizaciones legaban hasta so casi dest fetgon tl san tents Maca 3 Tan Gennes “Eco niente a1 apreci sin mes a oiro, aumenta en época de ead de comprension del cuotas monsvales en a U.G.T An Mes aa SCoembre 7016 setubre 4.190 Sovientre 4522 > Aiciembre 4027 we febrero abn julio Setubre . noviembre Cuotas pagadas Fuente:? En efecto, las oscilaciones en el nimero de afiliados ‘no son dificiles de comprobar ni de vineular con las al temativas de las Iuchas sociales. Tomemos por ejemplo la evolucién de las cuotas sindicales pagadas mensual- mente en la U.G.T. entre agosto de 1905 y noviembre de 1906. El cuadro precedente nos permite verificar as varian- tes signficativas que se productan frecuentemente de un mes al otro on el nlimero de los aportes mensuales de los sindicalizados. Como hemos dicho, una de las razones principales en esas oscilaciones eran las alternativas que fen las luchas obreras. Las afiliaciones su- nnufan cuando el nivel de las luchas descondia, Sin embargo, no en todos Ios casos las disminuciones en el nimero de obreros que pagaban sus cuotas mensua- les explican por si solas las variantes que se registraban en el némero global de aportes. En ciertos casos, las dis- ‘minuciones provenian de que algunos sindicatos se desa- filiaban de la federacién a la que pertenecfan o hasta se disolvien, (Otro factor distorsionante en la apreciacién de la evo- Iucion de las cuotas sindicales esté dado por el hecho de ‘que segiin una tradicién clisica del movimiento obrero argentino, los trabaiadores afiliados estaban dispensados de pagar ‘sus aportes cuando se encontraban en huelga. Esto también se daba en el caso de la U.G.T. que hemos analizado.> No obstante, las alternativas globales por las que pasa- ba el movimiento obrero en su conjunto eran sin duda el factor principal. Una prueba de ello Ia tenemos en la di- ferencia de 21.024 afiliados de més, es decir una supera- cién del 50%, que registra una encuesta realizada en 1912 por el Departamento Nacional del Trabajo, con res- ecto a otra precedente de 1908.4 De todas maneras, el nimero de obreros que pagaban sans cuntas sindicales no da cahalmente una ides de It fuerza real de esas organizaciones. Con aparente razén, los sindicalistas de la &poca establecian una diferencia entre los “cotizantes” y los miembros normales. En gran medida la diferencia entre el nimero de obre- ros “organizados”, es decir aquéllos que de una manera u 86 Le ee Namero de obreros organizados y nimero de cuotas ;agas en enero de 1907 en algunos gremios sexi fuentes sindicales Cuotas pagas Gremio Obreros organizados. Estibadores 15.000 3.000 Conductores de vehiculos 4.000 2.000 Ebanistas 1.500 1,200 Gréficos 11500 600 Herreros ‘400 300 Zapateros 2.000 400 ‘Tranviarios 4.000 500 Panaderos 1.000 300 Albailes 800 200 Pintores 900 Fuente: otra participaban en las actividades de In organizacién y ott Prmaimente nubian adherdo y que en consecuencia ae ofan ens Ustas de miro, ¥ el nmero rea! de da cabegs manmules pagas er el resultado de as dificul is cuota abr ls apores en los periodos de rtoce a fe las cuotas Aunque 1s tarea de cobrar regularmente 186 © fuels patieularmente diffel en cerioe momentos, evk tae ae iacoas maneras esta acvidad no fa fc ent ous Mpetfodos “normale”. Las sociedades Jefe ampoce funcinaban bao la rexponsubldady el imp setcih grupo de activates y no contaban en general x we su hs con Tunctonatios prfesionales. A veces, os tr ear de confanea que se encontraban temporaria miltantss rapa, 2 cambio de Una pequeha remunera Clan encargnban de obra as cts sia 5 nfo los verodicos. Aunas sociedades, que funcio aa oe yecer de hast tes o cuatro en un mismo Leal aban ann secetarioo un eobradorcolectvo ence whee eras tareas admunistativas. Como lo demuestra el cuadro precedente, la diferen- cia entre el nlimero de cuotas pagas y el de abreros adhe- Fentes es menor en los gremios centralizados en los luge- res de trabajo 0 pertenecientes a oficios semiartesanales mis calificados y con una mayor tradicién corporativa Ese es el caso de los ebanistas que tenfan un total de ccuotas pagas que aleanzaba el 80% de Los afiiados. Pe- ro, los albariles, muy dispersos en numerosas obras de la cildad, no alcanzaban mas que al 25%, La prensa obrera informaba regularmente sobre las di- ficultades que tenian los dirigentes sindicales para cobrar las cuOtas. A titulo de ejemplo, es interesante mencionar tun articulo enviado por un militante y que aparecio en 1908 en £l Obrero Grafico: Va siendo un serio proble- ma el conseguir en ciertos talleres, un compafiero que quiera contribuir al bienestar de la organizactén, cobran- do los recibos » haciendo la entrega del importe a su debido tiempo... También muchos companteros te excu- san de aceptar la cobranza, por miedo « las represalias {que ejercen los capataces; validos de la poca educacion solidaria en algunos y la mala interpretacion de los otros, en las contiendas del capital y el trabajo”. Cobrar las cuotas puntualmente cuando los talleres estaban dispersos en distintos Iugares de Ia ciudad, sin funcionarios rentados, y cuando los sindicatos no esta ‘ban reconocidos por los patrones y sometidos a una constante presién de parte del Estado y a una situacion de ilegalidad de hecho o de derecho, se aparecia como uuna tarea harto dificil Por lo tanto, el nimero de cuotas pagadas no mide coon exactitud la fuerza real que podian tener los sindica- tos. EI nimero de obreros “organizados” es un indicador mas fiable de la influencia que las sociedades de resisten- cia podian tener sobre el conjunto de los trabajadores de uuna rama. Pero no es tampoco un indicador definitivo, ya que en ciertas coyunturas la audiencia de los sindica tos aumentaba notablemente, alcanzando también a lo Estos datos més allé de las imprecisiones que even- tualmente pudieran contener en la medida que provienen de fuentes sindicales, hacen aparecer porcentajes muy dlesiguales de sindicalizaciOn. Varian desde menos de un 10% en el caso de los alballes, obreros navalesy sastres, 88 Obreros sindicalizados y obreros huelguistas durante la huelga general de 1907 en Buenos Aires. ‘Algunos gremios. Gremio Totalde —Sindica-_Huelguistas, obreros Tizados Estibadores 18.000 15.000 18.000 Conductores de vehiculos 8.000 4.000 8.000 Ebanistas 3.000 1-500 1,500 Gréficos 18,000 1.500 15.500 Herreros 3.000 400 2.500 Carpinteros 2.500 400 1000 Mecinicos y metalirgicos 8,000 4.000 5.000 ‘Tranviarios| 5.000 1.000 2.000 Panaderos 6.000 1.000 4.500 Navales 15.000 1.000 8.000 Albafiles 25.000 800, 10,000 Sastres| 6.000 400 1300 Pintores 3.500 600 2.000 Fuente:? pasando por algunos que alcanzan el $0% como los eba- histas y los conductores de vehiculos, hasta llegar en a funos extremos al 70% como los estibadores. Frecuentemente, el porcentaje de huelguistas es supe- rior al de los obreros miembros de los sindicatos. Ese es €l caso por ejemplo de los albaniles, en el cual el nimero fe huelguistas alcanza al 50% del total, al mismo tiempo {que es diez veces superior al nlimero de sindicalizados. Es evidente, que en épocas “normales” el niimero de sindicalizados blo alcanz4 a un pequefio porcentaje, Gunque sijeto a variaciones, Una estadistica hecha en 1908 —periodo de reflujo de las luchas obreras— por el bepartamento Nacional dei Tra de sindicalizados no superaba el 10% del total de trabar jadores de la Capital, En efecto, sobre 214.370 trabaja- lores censados, s6lo 23.438 eran miembros de alguna de fas 45 sociedades de resistencia registradas en ese mo- mento. Que estas cifras no son representativas de todo 89 es cl periodo sino solamente de un momento determinado, lo prueba el hecho‘que un poco mis de un aio antes la misma institucién gubernamental habia detectado més de 100 preanizaciones sindicales en actividad? [a ampliacion de su campo de accién y el fortalect- miento del grado de compromiso de sus adherentes fue luna preocupacién constante de las sociedades obreras. Este esfucrzo las obligaba en algunos casos a adoptar me- didas bastante estrictas. La asamblea del 31 de enero de 1906 del gremio de obreros portuarios de Buenos Aires decidia no favorecer con las tradicionales amnistias a los afiliados que no hubieran pagado las cuotas sindicales durante los tres meses que habia durado el filtimo Esta- do de Sitio.10 Pero la tarea de los militantes mas activos no se limi taba a cobrar las cuotas mensuales, debian dar vida en su Conjunto a la organizacion. E1 periddico de la federacién de los grificos lanzaba, en 1908, un llamado a sus miem: bros para que la reactivaran participando en su vida coti- diana:"“Recomendamos, pues, a todos los asociados cao- perar con los delegados a robustecer la orgenizacion fa Ciltar su obra. Quien niegu su concurso a ta organtzacion ‘raiciona su propia causa”)! En efecto, las informaciones que se disponen sobre la vida sindical de la época parecen confirmar que salvo un nficleo de activistas, generalmente politizados, las soci: dades de resistencia, fuera de los periodos de huchas, no constituyeron un polo de concentracién de trabajadores, ‘Apelando a diversos métodos, las comisiones directi ‘vas ensayaban algunas formas de'desarrollar la participa cién obrera en el seno de esas orzanizaciones. Uno de esos métodos fue la realizacion de actividades recreativas ¥ sociales. Se realizaban baileg en los locales de las socie- ades obreras 0 en otros locales, pero bajo su organiza cion. Sin embargo, estas pricticas generaron una serie de resistencias entre los propios militantes sindicales. La ‘oposicion a estas actividades recreativas provenia parti- cularmente de los sectores anarquistas, aunque no les era probablemente exclusiva, Un ejemplo de la oposici6n anarquista a la realizacibn de bailes lo tenemos a través de un articulo publicado bajo el seudénimo de “Antropon” en el periddico La Protesta del 15 de octubre de 1904, titulado “El baile en 90 Ey las sociedades obreras”.!? Después de haber afirmado ue los bailes en las organizaciones sindicales se “habian puesto de moda”, el autor trata de refutar los ergumen- tos favorables a esa prictica esesimidos por sus organize ores, Agrega que algunos de sus companeras argumen: taban que los bailes permitian atraer a los obreros “no conscientes” y al mismo tiempo favorecian la realizacion de la propaganda en una més grande escala, Finalmente, ‘Antropon” conclufa que este argumento carecia de fuerza real porque un lugar donde se consumian bebidas alcoholicas no era el mejor para las actividades de propa. ganda y que en consecuencia nada justificaba la organi zacién de bailes y fiestas de ese tipo por parte de las sociedades obreras Fl caso de “Antropdn” no es aislado: por regls gene. ral, dotados de un fuerte moralismo, los anarquistas se opusieron 2 ese tipo de actividades en el seno de las orga nlzaciones obreras. Ese ferviente moralismo los llevaba & establecer una estricta diferencia entre las Sociedades de Resistencia —organismos exclusivos para la lucha y por lo tanto “no contaminados"~ y otto tipo de sociedades, Otra publicacion anarquista, La Organizaciin Obrera, organo de la FORA, tenia una posicion mas 0 menos similar. En un articulo titulado "Sociedades de recres cidn y sociedades de Resistencia", despues de haber elo- jado a las segundas porque representaban la lucha de los trabajadores, critica duramente a las primeras porque rienen como objeto final y tnico el divertimento mutwo, el que sirve de base para fomentar el espiritu fantoche gratuito en esos carnavales que todos los aFios se realizan”.' Otra actividad que se trataba de insertar en las socie dades obreras eran las bibliotecas. Pero esas bibliotecas Por su composicién e intencién eminentemente formati va y que suponia lecturas previas, no podian interesa ‘mas que a un sector de obreros bien determinado. Por ejemplo, el periodico de los conductores de carros llama: a a sus asociados a recurrir a la biblioteca que habian creado con la preocupacion de dotarla de buenos agradables e insrructivos.'* Sin embargo, un resus los principales autores que contenia el catélogo de la blioteca, evidencia que su concurrencia debia estar sariamente limitada un reducido niicleo de trabajadores a | Maisto, Kant, Lamenais, Rousseau, Bakunin, Spencer, Voltaire, Zola, Rech, Kropotkin, Marx, Victor Hugo tte. A.excepcién de algunos eemplares de “literature focal en su mayoria¢tataba Ge textos filosofcosy politicos sidades de ipo cultural que tenfan i costumbre de rea list las socidades oberaten ls cuales lo pedagosico" predominaba sobre toto oi tipo de eiteia Otro probleme fundamentalcn el funcionamiento de sos prmerossindicatos era el cariter no profesional de Ie mayoria de mis Grigentes. La necesigad de tener o no funcionarios pagos en ls sociedades obreras fue un tema muy. ebativo, pero ue generaizago a eitero de no toner burberatss ol que pimabs generaimente, Sera sola monte desps de 1910 que los seretaros rentados co a agudos debates. na Cina de la mis antiguas polémicas sobre este tema se remonta a 1906, En seiembre de ese ano, un conocido miltantesindicalite dela Epocs, Emilio Bastersica, pu bid un artculo sobre a cuestion apareci en £7 Obre roven Madera.‘ julio era categérco: "Como obrere, furura libre de exploradores explotadas, debe tener en Los argumentox de Baseria eran ls siguientes: los sindicatosestaban bandos sobre el principio dela solder Fidad y de la buena fey eros principoe desapareerian amo Por encanto con is eperteién de dirgentes pasos. El secrtaro profesional velaria necesariamente pot su propio interés no porel del conjunto dela masa dea Imientos para mantener ss superiorided, tratando de arre- farse el don de i inflibidad, Ademis, esos funcions- meros en oponerse sls inicacin de los movinientos de lucha porque psnsan sobre todo en sa tranquildad Ora dicusion, pero que esta vez cortespondia a org nizaviones de mayor envereadura, tuvo lugar en el nal ato de los picapedreron de Tandl, en la provincia de Buenos Air EI lI de noviembre de 911, el penotice Sindicalsta revolucionario La Accién Obrera publicd un Erticulo en el cual manifestaba haber fecbido diversas ‘bservaciones de miitanessindicales dela zona que pro- fentaban contra la eapnacion de un “Welegado general”, 2 quien se pagaba mensualmente la suma de 180 pesos speraba reobi la informacion ofa dl sindicato antes de dar una opinion mAs eategbrica® En el numero siguiente el petibdico weve sobre la cusstién, informando que habia reibido una nota de “oltos comparers” de Tandil que af estaban de acuerdo ‘on ef nombramento del funcionaro, Finalmente, La dcion Obreraexpresa su propio puato de vista sobre el tema en debate, Aunque prudentemente, para prescrvar te facaltad de decision de cada sindicato, se opone con Clanidad al nombramiento de dirgentes pagos "Cada or lente. Pero es sabido el eritero general exstente en frac en cl empleado se pierde al obrero para dar vida Etro que redamine durante todo ex ptfodo Gisatos ¥en consecuencia toda la vida dela asociaion segue reposando enlss manos de un ncleo de activistas. ‘Otros don problemas que deben ser tenidos en cuenta pata una coreeta evaluecon del peso real de las soieda desde resistencia y para el andi del grado de participa {in de ls trabajadores, son los relativosal hecho de que SP teataba de sndicatos definidos Ideolépicamente yen muchos. casos adheridos a federacones. poitcaniente efinides y también & que eran orgaizaciones “semie- ne we aanaoe ‘no siempre figurara en sus estatutos, en la prictica buena parte de ior sindvatos tenian de wna & Stra manera una definiién politicoideologica y mante- Conrients del movimiento obrezo dela época:anarguir fas sinicalistasrevolcionarios y socalistas. Es cierto ven algunas épocas ve manifest durante algin tiempo dna storginica coriente_de sindiclistasindependientes 93 Naeeeeereeeeeeeeeeeeeeeeeeeeereereeeeeeeee rere que trataba de marginarse de las tendencias en pugna, pero finalmente casi siempre eran obligados a aproximar: $e a uno u otro bloque. Ademés, los distintos bloques politico-sindicales Mevaban entre si una muy aguda hicha gue en mas de un momento debia parecer a sectores de Ja masa de trabajadores como un obsticulo para la plena uunidad obrera. Una prueba de que los conflictos entre las federaciones obreras de distinto signo alejaban de ellas en ciertos mo- mentos no s6lo a sectores de los trabajadores sino inclu- s0 4 niicleos de militantes sindicales Jo tenemos en el crecimiento que experimentaron hacia 1908 las socieda- des de resistencia “autonomas”, es decir, no alineadas en ninguno de los bloques representados entonces por la UGT, sindicalista revolucionaria y socialista, y Ia FORA, anarquista Sociedades de resistencia por bloque sindical en 1980 Onganizaciones Sociedades _Aoclados FORA, 6 3.335 UGT 8 2387 Auténomas 2 14.152 Federacion Nacional de Rodados 2 1.600 Federacion Grafica Bonacrense 7 1974 Fuente? Esta situacion era constatada también por las propias federaciones afectadas, Es interesante cémo el peribdico sindicalista revolucionario Accion Socialista. afirmaba en Junio de 1908: “dia a dia la organizacién decae... la divt sion facitita esta situacion”:3 El periédico afirmaba que la division se basaba en el hecho de que la FORA y la UGT juntas no alcanzaban a tener la mitad de las cuotas sindicales que tenian las sociedades autnomas. Y agregaba que las asociaciones fobreras més importantes eran autonomas y que eso se explicaba por la benéfica preocupacion de conservar la uunidad en el nivel de los sindicatos de base, frente a la division imperante en el nivel de las federacicnes.# Es cierto que en los periodos de mayor auge huelguis tico numerosos trabajadores no vacilaban en seguir alas federaciones, pero en general podemos suponer que en la vida cotidiana el cardcter altamente politico de la mayo- ria de las sociedades de resistencia debia actuar como un freno relativo para una participacion mas asidua, tenien do en cuenta particularmente las Iuchas existentes en el seno del movimiento obrero. 1 segundo factor que hemosmencionado, y que tenia sin dudas una importancia mayiscula, estaba dado por fa situacion de “semilegalidad” que vivian normalmente las asociaciones obreras. Salvo muy escasas excepciones, fentre las cuales resaltaba el caso de “La Fraternidad”, la gran mayoria de las sociedades de resistencia no tenian ‘ni querian tener la personeria juridica. Para este tramite debian someterse a una serie de observaciones que el Po- der Ejecutivo haria a los estatutos y que dificilmente serfan aceptadas por las organizaciones obreras. Ademés, la mayoria de los sindicatos y particularmente los anar quistas y sndicalistas revolucionarios rechazaban cual duier vinculacion con el Fstado. Los sindicatos carecian de cualquier reconocimiento cho y solo eran admitidos “de hecho” en deter minadas circunstancias. La Union Industrial mantuyo durante largo tiempo una politica tendiente a no recono- cer a los sindicatos, ain cuando se viera obligada a nego- lar con ellos en determinadas circunstancias. Por otra parte, la represion estatal se abatia abierta- mente sobre los miitantes sindicales en los periodos de huelgas generales y de enfrentamientos agudos con el Es- tado, Pero, también en los periodos mis “calmos”, las fuerzas policiales ejercian una estricta vigilancia sobre los activists sindicales, que se transformaba en represion selectiva en determinadas acasiones. Los militantes sind cales estaban sometidos ademas a la presion que signifi Constantemente como una amenaza de expulsion para Jos extranjeros, que constitufan una proporcion significa tive entre los activistas, Como lo revelan las listas de expulsiones de 1902 y comienzos de 1903 y las denun cigs constantes de la prensa anarquista y socialista, una LL Iwona parte de los expulsados no eran dvigentesnoto- os, sno simples ritantes. Het retomamos fos dstintos apectos que hemos visto hasta thors de i vida sindical do Ia €poca,podemos in fetzar algunas conclisiones. En primer ugar, que el nic mero. de cuots sindicales pagada mensvalmente no dan Aina idea definida de las eraas dela socledades de rea tencia, La categoria de “organisados" 0 “adherents fms vasa que lade fos obreros qu pagaton sis apores fn un mes determinado, mesa tna mayor expansion Ge fos sindicatos. Pero, todavia su influenca era mayor én la medida en que, en ceria ocasiones, los indicatos fevelaban tna capaciiad de convocatoria mucho mds am- pil, arastrando a una franja importante de low no sind Calladoe En este sentido, pocas dudas hay de que en todo ese pertodo los andialos constitayeron una fueres soc desdehable. Esto no lo fue menos en el émbito de los gates de trabajo. Poco a poco los sndictos fueron impo: endo sv presnciaen os tallresyfabricas se cont tal en las relaiones entre patrones y obreros y estuvie- rom en a bse de la gran mayoria de lor movinientos rei indicativos que impusieron alginas de lar demendas Obreras md importantes de a época, ero, por olfo lado, parece evidente que esos sindis- tos sblocanalizaon muy. parciaimente in efectiva y Constante participacion obrera como fendaicho de inte tzacidn sonal y politica de lov trabajadores El carder Ge organismos fundamentalmente para la licha que lee tra impreso pot sus oranizadores, a hostidad patronl Y las perscclones peridicas que recibian de parte del Eutado influyeron para que las sciedades de resistencia tuvierin en este segundo sentido un papel relativamente reduido, ‘Ademis, las sociedades de resistencia debfan “compe- mente unas de las mis importantes en ete sentido fueron las sociedades mutualesY recreativas o hasta a veces las con fines politicos delarados de las comunidades nacio- nes extranjeras¥ cuyo papel noha sido aun totalmente tsclarecido, 96 pr tra de las caracteristicas de las sociedades sindicales de fines del siglo XIX y de los primeros aos del siguiente fue el evidente antipoliticismo del discurso de sus diri- gentes, al menos en muchos casos. Esto fue evidente tan- to para los sindicatos anarquistas como para los orienta- {dos por los sindicalistas Tevolucionarios. En cambio los socialistas tuvieron otro tipo de concepcién, en la cual el sindicato aparecia estrechamente ligado a la activided politica partidaria e incluso a su accion parlamentaria, No obstante, la concepeién socialista de la vida sindi- cal fue variando a fo largo del tiempo. Las primeras ten- tativas socialistas de construir federaciones gremiales en Jos primeros afios del noventa estaban concebidas en una estrecha relacion con la construccion de un partido po- litico.* Desde 1894, los grupos socialists iran cambian- do esta concepcién, pero todavia en el Congreso Consti- tutivo del partido, en 1896, participaron delegados de sociedades de resistencia, aunque para discutir nicamen- te sobre los problemas econdmicos del programa. A pe- sar de estas paulatinas modificaciones, siguié imperando entre los socialistas una concepcién que establecia una estrecha relacion entre la actividad sindical y la politica, Esto no dej6 de provocar numerosos puntos de tension rn el seno de los sindicatos socialistas y que, por lo me- nos en das oportunidades, en 1898 con los Colectivistas, y en 1904-1906, con Ia corriente que daria luego maci- miento a los Sindicalistas Revolucionarios, fue uno de los factores que contribuyeron a escisiones partidarias. Una fuente importante para conocer algunos aspectos fundamentales de la vida de los sindicatos de la época, son sus estatutos, En muchos casos estos presentan coin’ cidencias entre si, en la medida que unos servian de mo: delos para la confeccion de otros; pero en ciertas opor- tunidades hay matices diferenciales que no dejan de ser interesantes, Un sindicato que sin dudas tuvo rasgos bastante dis tintos fue ‘La Fratemidad” que congregaba a los maqui- luna especie de “aristocracia obrera”, profundamente corporativista, reformista, apolitica, pero combativaen el nivel de las ‘reivindicaciones corporativas, Fue, como hhemos dicho, una de las escasas sociedades de resisten cia que obtuvo la personeria juridica a través de un de cxeto del Poder Eject en 1889, poco después desu Se PedeeT ta Trateridad” fue una delasprime 9s of jroo Felativamente nacional, lo que la diferen- sional ncayoria de Tossindiea(on que tenian una e+ ‘atturscign prodominantemente local Lie eatatutos de “La Frateridad” tenian por objeto a) Propender al mejoramiento de las condiciones de vi- ‘day trabajo de todos lox maquinistas y foguistes de Tocomotoras de la Reptblica b) Adelantar y difundir tos conocimientos técnicos y pnicticos neceserios a las personas de este gremio. Propender a la union entre los socios y que ¢stos se ‘ayuden y sostengan reciprocamente en todo aquellos propositos Irettos que en nada contradigan a los este ftos y reglamentos aprobados por las diferentes Ii nneas ferreas del pais. Socorrer a los enfermos, a los que quedaran invdlidos ror aceidentes ocurridos en el ejercicio de su profe- Non y acordar socorrot pecuniarios ala esposa « hijos del socio que falleciera, ampliando las bases del soco- fro a medida que lo permitieran los fondos de ta 30: cledad. 2) Fomentar los hibitos del trabajo y de economia, @ cuyo efecto podnin crearse cajas de ahorro, academitas de instruceiin y tomar aquellas dispostciones que te fin" 4 condyuven ae: “La Fraternidad” constituia un caso relativamente. excepcional entre las organizaciones obreras de ese periodo, Inciuso el Departamento Nacional del Trabajo {a definis como “conservadora” y que utilizaba medios acificos” en las negociaciones con las empresas ferro- ‘varias, Esa ceracteriatica no le impidi6 ser protazonista de huelgas de envergadura, aunque frecuentemente sin coordinar sis hichas con ei resto de ios ferroviatios agra pados en la Confederacion de Ferrocarileros. En 1908, “La Fratemnidad” detentaba uno de los porcentajes n altos de sindicalizacion, cifra que se mantuvo siempre alia, Tenia 4.780 afiliados que pagaban sus cuotas sobre 5.300 maquinistas de todo el pais. Los estatutos de Iz mayoria de las organizaciones obreras eran bastante diferentes de los de “La Fratemni- 98 ad”, Vemos por ejemplo el articulo 1 de los estatutos de la Federacion Grafica Bonaerense, que reunia el con- junto de los obreros de esa industria: anarquistas, sindi calistas revolucionarios, socialistas e indepen “art, 10, —Teniendo por objeto la Federacion Gritica Bonserense buscar el mejoramiento material y moral de los obreros que la forman, capacitados para la rea lizacion de una lucha inteligente y amplia en favor de sit emancipacion completa, aceptando el principio de lucha de clases, declarard que intervendri en ella util zando los medios de acibn que son propiosy espcia- roposito manifiesta su solidaridad con todss las aso- ones de trabajadores, sean del gromio 0 no, que pten y mantengan iguales principios, excluyendo Esos dos modelosrepresentan casi dos polos opuestos, En el medio, un vasto conjunto de asociaciones, incluso sie reclamaban en general del principio de accion diree ta, no exclufan el ejercicio de actividades de instruccién de ayuda mutua y otras.* Una de las grandes preocupaciones de I de resistencia fue lt propaganda. De las 45 sociedades breras sefaladas en su oncuesta de 1908 por el Depar- tamento Nacional del Trabajo, 27 publicaban un perid- ico ® Aunque eran generalmente mensuales, suponian de todas maneras, un verdadero esfuerzo para los nlicleos reducidos de activistas encargados de publicarlos. Son es ceasas las informaciones sobre sus tiradas, pero podemos Suponer que éstas no debian ser muy importantes en Muchos casos. En efecto, la profusion de drganos de prensa obrera limitaba las posibilidades de venta, ya que Ademés de los periddicos de las sociedades por oficio, fetahan aauellos de las federaciones y también los de los partidos y tendencias a los cuales pertenecian muchos de los militantes sindicales. Las dificultades bign la citada ps hecho de que mis de una vez . haya sido efimera o al menos esporadica. Sin embargo, aquellos de algu aa y trade sociedades n de periddicos afines, explica el i NOTAS bn conocieron una existencia prolongada y desempe ron un importante papel de organizadores 1 Botenin D.N.T.N® 5, junio de 1908, p. 254 En lo gue conciemne a susnormas de funcionamiento, > cuaro Contreso General de la Union General de Trabeiado | orzanizaciones obreras prevefan casi siempre en sus es, Buenos aires Imp. Sshenone, 1906. tatutos y programas, e incluso en sus pricticas habitua- f. mecanismos democtiticos y participativos: asam cas periodicas, comisiones, delegados. No obstante, es 4 Boletin D.N, T., N° 2S, diciembre de 1913. p. 768 stante probable que por el conjunto de razones que mos expuesto precedentemente, en numerosos casos \ 3 Bbidem. 5 La Organizecion Obrera, marzo de 1907 6 £1 Obrero Grifco, | de junio de 1908, fecisiones fundamentales hayan sido adoptadas de cho por un nitcleo de militantes actives. Es cierto que, ‘La Organizacion Obrera, marzo de 1907, sleviascrunstancis, prtiulamente en os momen 9 poletin DN. T., NOS junio de 1908, pp. 254-255, Js de huelvas, las asambleas eran multitudinarias. Pero } 9 poletinD.N, TNO marzo de 1907, P probable que la vida cotidiana de las organizaciones ioletin BLA TNO Lowman 81907, ya quedado frecuentemente en manos de un grupo 10 £1 Trabejo, 1 de febrero de 1906, Inés 0 menos extenso segin lot mementos probable 1 £1 Obrero Grifieo, 16 de mayo de 1908. ent pea de sm prope convicooe most 12 La Protest 15 de octubre de 1904. ondiciones de represion y semi-legalidad por la que aa 8 vmo un Tactor que acentuaba esas condiciones de fun- 1 Et Létigo del Carrera, 1S de enero de 1906, Prantiento is biden Sin embargo, en cierios casos, algunas organizacion b. como fue ei caso de los grdficos> Las comisiones 2 oti rectivas funcionaban regularmente, revelando ademés 1 La Accion Obrera, 11 de noviembre de 1911 ha constante preocupacion por dar publicidad a todas 18 La Accion Obrera 18 de noviembre de 1911 5 resoluciones, las que aparecian en el periddico de Ia comes que api | periddico de I 20 polerin D. Ne T.,N® S, junio de 1908, ‘Otro aspecto demoariico del vide de as oraiza 21 1a Accibn Sociaista, 1 de junio de 1908, ones sindicales se verficaba en ocasion de debates in- " 2 Ibidem nos. Frecuentemente estos debates se reproducian en : prensa sindical, dando lugar a veces a polémicas entre stintos militantes pertenecientes a diversas corrientes colésicas 0 independientes, sobre diversos temas, es Indo el derecho de repli . 23 Ver nuestro trabajo Lot origenes del movimiento obrero 118571899), CEAL, Biblioteca Politica Argentina, N° $3, Buenos Aires, 1984. 8 Boletin D. N. TNO 4, mazzo de 1908, p. 68. generalmente garantizado, Ioidem, pig, 10. 6 1 Obrero Grifica, | de lio de 1907 | 27 Ver on el Boletn delD. N. ., NO 4, marzo de 1908, i» Nee is siguientes organizaciones: Conductores de Carros, Pao aios, Constructores de Rodados, Conductores de Cx recor ete tambien EL Obrero Penadero, 20 de stiembre fe 1595. 28 Boletin D. N. T, NOS, junio de 1908, p. 285. 101

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