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ALEJANDRA LAERA EL TIEMPO VACIO DE LA FICCION Las novelas argentinas de Eduardo Gutiérrez y Eugenio Cambaceres a e Fonpo DE CurTura ECONOMICA MExico - ARGENTINA - BrasiL - COLOMBIA - CHILE - EsPANA Estapos UNiDos DE AMERICA - GUATEMALA - PERU - VENEZUELA Escaneado con CamScanner 1. Novelistas del ochenta: el profesional y el amateur Los hombres de letras no existen atin en nuestro pais, y los literatos ~entiendo por esto los que casi viven de su pluma~ son plantas exéticas en estas regiones, y no ha habido ejemplo de escritor alguno que -sin apelar ala prensa diaria~ haya podido vivir exclusivamente de sus producciones, sea que estas revistan la forma de libros, folletos o revistas: de ahi que el dilestantismo literario sea la regla dominante, que imprime un cardcter peculiarisimo a las obras argentinas, pues son pocos los, que -como don Juan Maria Gutiérrez~ pueden consi- derarse como verdaderos y genuinos literatos, en la mis noble acepcién de la palabra. Ernesto Qussapa, “El periodismo argentino (1877-1883)", Nueva Revista de Buenos Aires, 1883. En 1880, sutiértez -proveniente de una tradicional familia de hom- Sires de letras volcada a la empresa periodistica— escribié el folletin Juan Mareixa, del cual se hicieron, enseguida, varies eficiones que superaran losdice mi vo- imenes, Con poco més de un afio de diferencia, Eugenio Cambaceres ~miem- bro de la mas aristocratica elite portena— publicd en 1882 Pot-pourri y vendié frisima para la Argentina si tenemos en cuenta que Emile Zola comenta que en Francia una buena venta se daba cuando se alcanzaban los tres mil o cuatro mil libros (Zola, 1972: 147-180). Con estas publicaciones, se inauguraron may {émicas literarias de las ultimas décadas del siglo xix: ick y.el-naturalismo, En ellas se establecieron al mismo tiempo posiciones de la critica y del piblico, pero, ademés, se pusieron de manifiesto -en los textos y en el debate~ actitudes que cuestionaban la previsible relacién del escritor con su grupo social de pertenencia. Pese a la desproporcién cuantitativa ~Cambaceres escribié a lo largo de la década cuatro novelas mientras Gutiérrez escribié més de treinta folletines—, ambos se dedicaron, casi exclusivamente, i novelas y mantuvie- 31 Escaneado con CamScanner LA CONSTITUCION DEL GENERO inua y exitosa, Desde el cuarto de trabajo o |g uid aT dia send i i ‘ . do, ‘sala del diario, desde la mansién urbana o rural y la residencia Parisina 4. * : fe ; ~donde se acostumbra a imaginarlos— fueron, por distintos motivos, un foco de pers 7 7 i bacién para sus contempordneos, hasta la muerte repentina de ambos en T8a9 acausa de una enfermedad tan decimonénica como novelesca, la tubercul, Ree : losis.t La historia que comienza con la publicacién de sus primeras novelas term). na cuando, tras su_muerte, se inicia una discusién acerca de la hecesidad g la historia de Ta novela argentina: como si solo el conjunto de sus cuatro Bros ‘iatficara la deccion de Cambaccts como “el primer novelista argentino”; como si uno solo de sus relatos, Juan Moreira, valicra por las treinta historias que conté Gutiérrez en sus folletines. Estas coincidencias me llevaron a pensar en otras relaciones —bastante menos azarosas— que habfa en su trayectoria como escritores y en dos propuestas ficcionales que os distingufan, decisivamente, de los dems hombres de let cas de sud Porque pese ala fuerte diferenciacién que de ellos se hizo en el siglo pasado y que la critica literaria del siglo xx ha heredado, mbos retratos de escritor son u sintoma de las nuevas condiciones de posibilidad del campo cultural entinoen fos ochen: acién de periédicos, aparicién de una figui editor, aumento. tiblico ializacién gradual de funcion (Altamirano y Sarlo, 1983). Se renuevay amplia, asf, el repertorio de estrategias a disposicién de los esctitores que, en este Primer momento, son intercambiables Y provocan entrecruzamientos entre dos series que en Principio parecen darse la espalda: la novela popular y la novela moderna de la alta cultura, Posiciones Escaneado con CamScanner NOVELISTAS DEL OCHENTA: EL PROFESIONAL Y EL AMATEUR 33 yeh? rayectorias publicas con otros intereses. Si bien esto no cambi: : a ast WP" enre, el momento en que se roduce ese encuentro so tenido del es: rast 16 ire se Ia ficcion ndola en apuesta personal es de una ductividad: en_el proceso, ‘Gnovela ye novelista se constnuyen y reciprocament Porque esto es fundamental para la instancia de emer- Zcia: SLD Amprevisto algunas veces y casi siempre glarmante, el éxito logrado hace que, tras una serie de debates, la figura del novelista sea reconocida como tal tanto por sus contemporaneos (escritores, qriticos ylectores) como por el incipiente mercado de bienes culturales (Ia prensa y ls nuevas casas editoriales). Aunque para ser novelista no es suficiente nila gutoproclamacion ni el mero reconocimiento de los contempordneos, ambas declaraciones no son aleatorias sidan cuenta tinicamente de ciertas trayectorias ytienen un cardcter inaugural; si la coincidencia entre la imagen del escritor y la que le devuelve la critica es problemética y est4 atravesada por disputas y polémicas; si, por ultimo, tienen un efecto fundacional y nacional al mismo tiempo. Entre los primeros gestos textuales de los propios escritores (en sus ficciones, en los paratextos, en la escritura privada) y el reconocimiento genera- lizado de su condicién de novelistas (notas periodisticas, resefias, articulos criti- cos), tienen lugar otras instancias decisivas: el pasaje por la polémica entablada por los demas hombres de letras; la lectura retrospectiva de su trayectoria a la luzde la “obra, y el decisivo paso por la prensa en tanto espacio de publicidad y modo de intervencién en el mercado de bienes culturales. Eugenio Cambaceres y Eduardo Gutiérrez atraviesan todas estas instancias. Solo que, al hacerlo, combinan de maneral personal sus propias condiciones con las posibilidades disponibles, produciendo muy distintos efectos. En_esas n pro) le Gutiérrez jones que no se presentan de manera jomogénea y sin fisuras, pero desde las cuales es posible asumir puntos de vista diferenciales que orientan el disefio de una poética. Si _me interesa destacar las diferencias entre Gutiérrez y Cambaceres, no es pata abordarlos como si perte- ieran a Tisintos mundos ni tampoco para oponetlos ~sean se To hascho gue hay entre ambos en tapto navelistas, cuando se los considera en ¢] ialogo polémico que entablan con el resto de los integrantes del campo cultural de la itse conside- ~) t década de 1880. En ese marco, la figuta de novelista puede defini ; tando tres jicas: Ja renuncia acu Escaneado con CamScanner TTUCION DEL LA CONS Mi La importancia c llamo renuncia. do ion de una opcion revisible ca, como actuar en politica —ya sustitucion de los organos parlamentarios como Cambaceres o de las fuerzas ae : G ee una opcién que entonces solo era apendic respecto dela actuaclon PY SSS aun de In spucns . 10) ‘ca de Eduardo Gutiérrez por el autonomismc 80 | elie Julio A. Roca como presidente y ala capitalizacién de Buenos Aires, es ci . S_— hoélog ala deilsién de Camssscs sn onesssoanté- prop pada ‘Fimediados de la déeada de 18707 gn ambos 1a-consecuencia es Ja senuncia.a toda modali icipacié: i frica, agtitud que los dis tingue de piros escritores contemparaneos. La carrera de Gutiérrez en él gjército alo largo de la década de 1870, en la cual toma parte de la revolucién mitrista de 1874 contra Avellaneda y de la guerra de frontera al lado de Alsina, no serfa tanto un “paréntesis” ala actividad periodistica en la que se habfa iniciado en su adolescencia (Rivera, 1967), sino mds bien la realizacién de una de las dos vertientes de la opcién previsible para su grupo social de origen: las cémaras legislativaso la milicia (matizadas, sobre todo en la etapa juvenil, con la colabo- racién en la prensa). La nota presentada por Gutiérrez ante la Inspeccién Gene- ral de Armas en 1880, por la cual se da de baja del ejército del que se habia retirado meses atrds, practicamente coincide con el enfrentamiento entre los autonomistas liderados por el gobernador de Buenos Aires Carlos Tejedor y el sector tepresentado por el presidente electo Roca, enfrentamiento del que pes ge aman Si bien es Sierto ue “en este ax ~€S_un_dato_casual o meramente le Ta vida politica licas cuando, en 1874, iones debi- Escaneado con CamScanner res que logran abandonar el resto de sus actividades porque han publicar sus textos y a vivir de ellos, ena década de 1880 cuando abfa novelistas argentinos— no_se ede ser un novelista sino se ha. o la escena de la politica. Como si para dedicarse a las representacio- — Jes hubiera primero que ‘dejar las representaciones priblicas (en el ‘0 diputado o en la Frontera territorial como militar). Ahora 9 com yal fament . e hace que esta caracterfstica sea una propiedad constitutiva de la p bien: fo qui . : sicign del novelista -y no un simple dato biografico 0 sociolégico— es que, figurar una de sus imagenes iniciales como escritores, Gutiérrez _y i alguna de sus pi i para con! yade 1880” en la que narra, en folletin y también en 1882, los acontecimientos dela “revolucién de Tejedor” y en cuyas paginas iniciales el autor-narrador se confunde, ambiguamente, en la subjetividad del personaje histérico al que se refiere. Por eso, Ja separaci6) la. escé olitica es para am también, una estrategia textual: vivida como renuncia personal y publica a la vet ¢s la zon ccién, es donde se puede empezar a cons- tuirla posicién de novelista. De ahi que los relatos sobre la vida politica se produzcan en el umbral de la ficcién (introduccién autobiogrifico ficcional en un caso, crénica novelada en otro), y entre una identidad “teal” y una “ficticia”. Que Rot-pouri.Slbidos de wn 2800 eve nombre de autor resulta funda- mental para leer esa especie de introduccién a la novela que hace Cambaceres. Fundida la identidad del autor en el narrador de su ficcién a través de la asimi- ato de la novela a la seudon sugerida por el subtitulodla, oducci6n nare eva renuncia ala vida piblica en lazona Stas ign entre la realidad y a ficcién. El narrador-autor cuenta primeso su inci tcin juvenT al earo; en segundo lugar, su reencuentro con las expectativas eae a través de la carrera de Derecho pero eambis co poser alee tel le foro; después, el ingreso a la vida publica y ala politica, y a a renuncia a ambas en tanto reivindicacion «ndividual frente a la corrup’ Rene: « — tal de los partidos y las cémaras representativas: Escaneado con CamScanner LA CONSTITUCION DEL GENERO %6 Una ilusién menos, un desengafio més. ’ -B! acceso de la Tribuna y del Capitolio, como las puertas del foro, quedaban vara sempre cetradas ami paso! Decididamente, no hacfa carrera. nee : Postrado hasta la humillacién, con la conciencia mds completa de mi inutilidad, jadénde dirigir los ojos? La respuesta implicita a este ilcimo interrogante resulta ser la propia novel, enmarcada por este texto introductorio que, a través del recurso del anonimato y del subtitulo, asimila la autobiografla real ala autobiografia del narrador ficcional, resente un_corte_entre actividad publica y actividad Si la novela practica en el fa historia que cuenta la novela, ina-zona i nida que non nente se, con el tiempo cronolégico real (los afios entre 1876 de la renuncia y 1882 vincwa.con.¢! tempo cronolegKos i de la publicacién de Pot-pourri) ) sino. que se-configura en la ficcién, Se trata de un tigmpo vacio ¢ imaginario, ep-el.que [a ficcidn se canstituye precisamente-en-esa yciacién entre lo real y lo ficticio. Ese tiempa imaginario, que la novelapo.nassa— pimsnconespesa.cn cl cual ela se geste al ella se gesta, se vincula ya no solo con la trayectoria fel individuo (y sus opciones fallidas) sino con su posicién social de origen, que— sibien adopta distintos matices en estos pasajes~ hace posib! ties la posicién del rentista, ques la que le permite a Cambaceres También Eduardo Gutiérrez, aunque con importantes diferencias, da cuen- ta del corte en La muerte de Buenos Aires, especie de crénica novelada de los sueesos de 1880 que se desatan por la eleccidn presidencial de Julio Argentino Roca Y que convierten en un enfrentamiento armado la oposicién de los auto- Sar neo con el oficialismo.5 Gutiérrez empieza su novela con una ae a N Soe sh ole entre 1874 y 1880, y con la ex: latura de Roca, jefe del Estado argentino ato, 2000: 181-1 83,y ipordneos entre los que Escaneado con CamScanner NOVELISTAS DEL OCHENTA; EL PROFESIONAL Y EL AMATEUR 7 cuando se escribe el texto, Es decir que, en medio de la publicacién de sus folletines populares, escribe un folletin que integra la misma serie, en el que narra el ultimo enfrentamiento politico nacional, noveléndolo con similares recursos (también hay heroes, enemigos, traidores) y manteniendo la tercera persona que caracteriza sus demds novelas. A través de un uso precario del indi- recto libre, el narrador-cronista Gutiérrez confunde, sin embargo, su propia subjetividad con la del protagonista de la historia: Desde aquel dia el general Roca medit6, consulté y vio que la cosa no era tan descabellada. El Presidente, con un talento de Mefistéfeles, habja despertado en aquel militar sencillo y humilde a ambicién més desenfrenada. Alfin y al cabo, pensaba, zno es Presidente él? {No subié al poder contra la voluntad de todo el pats, que protesté con las armas en la mano? Al fin y al cabo yo soy un soldado de la Patria, por la que he i i iuventud. ~ Esto siquiera constituye en mi un mérito que él no tiene.S La ambigiiedad del fragment: ce un efecto desestabilizador: gquién es el saldado de la patria?, zquién tiene méritos que el otro no tiene? Como si la subje- tividad de Roca contaminara la del propio natrador cronista, parece configurasse tuna zona entre la realidad y la ficcién donde la determinacién se pone en suspen- so. Porque, efectivamente, también Gutiérrez se considera “soldado de la Patria” (aspecto que manifestaré cuando escriba sus Croguis y siluetas militare), también ha “sactificado” su juventud y, finalmente, también cree que todo eso constituye un mérito, Casi se podria leer la propia trayectoria de Gutiérrer hasta que empieza a escribir novelas en ese desliz textual. Mas todavia: Gutiérrez se separa de la vida politica y militar precisamente antes del enfrentamiento e, incluso, a causa del giro que estaban tomando los acontecimientos. En definiriva: narra.cn tercera persona, pero con deslices que lo implican disecramente, os sucesos politicos de los que él decidié no participar. En cambio, en ese mismo mamento se puso a -csctibir-sus novelas populates. No aparece aqui, en la instancia fccional, un tiempo imaginario como en Cambaceres, un salto “cronolégico” en el corte entre vida militar y vida litera~ tia. Todo se cuenta en el presente, y la discontinuidad entre la vida militar y la nueva vida (la actividad gubernamental para Roca o la literatura para Gutié- 6 Guiérrer, 1959: 43, énfasis mfo. De aqui en més cito las novelas de Gutiérrez inicialando su titulo; en este caso, MBA. Escaneado con CamScanner LA CONSTITUCION DEL GENERO trez) resulta apenas una bisagra que se configura en la caren de los dos “ >) be on eniiuvencal” tipos de presente utilizados: “soy un soldado” / “he sacrificado i ae La juventud ha quedado atrds en el mismo momento en que se realiza el pasaje (como corte y exclusién 0 como transformacién): todo entre 1879 y 1880, La el que emerge la ficcién se co, ae ausencia de ese tiempo imagi eg L Gutiérrez por la emergenciay presin de un tiempo de la necesidad —con toda la carga econémica que no tiene el tiempo del rentista~, que orienta y rige su pro folletinesca desde_el_mism: ento en que Aa abandonado ida_militar. Si entre fines de la década de 1830 y principios de la de 18 “podemar habit ane “Ticeratura de Ta urgencia” marcada por los aconteci- IGientos polices, guradele peerapdal politicos, que desde Ia prensa apelaba al ensayo o a la ficcién (Laera, 1998), enlos afios de 1880 Gutigrrez tiene esa misma premura pero impulsada por una necesidad econémica que lo lleva, también en la prensa, alr constru- ccidn de neg a realidad y [a imagin yendo_una ficcién de negociacién entre |; i aimaginacién. Con esa ese a las diferencias entre el relato de Pot-pourriy el de La muerte de Buenos Aires, me interesa subrayar un aspecto de los cortes con la politica que es comtin a ambos: siempre se trata de enfrentamientos Politicos ocurridos en la década de 1870, especialmente entre 1874 y principios del ao 1880, e¢ decir que coinciden con la presidencia de Avellaneda (pese a apoyar a Avellaneda, Cambaceres se opone as partido en el Congreso y renunciay pete na apoyar- to, Gutiéres lo representa en la fronteray después renuncia), Bn exe produce una importante distincién con ottos Punto, se " P —— STINCION escritores de la épo. guel Cané y Lucio V. Lépez, qu nes—en Juveniliay La gran al , oem, como h las diferencias politicas de la década ade 1860, es decir les Gap ee al perfodo juvenil posterio) oe ee olegio, “due corresponden, no i s istido como testi; ral cn ie como juegos infaniles de los que parrcion $1861 escuela jugando con sus compatieron elder los soldaditos con el sirviente mulaee) ¢< a wnciacién, por lo ten # )y lo hacen, nar tador JSuvenilia en i gran aldea en syn.” : Sessaltean, Sed to, la dé, a= El ; a deca ‘Spezseiniciana por distnes vias en la vida pare Se wu 7 Basta pensar en Juvenilia, donde se nara mica, eee se ering contando dl retorno a len crite de Pee Oh ele oS lespla. tun salto temporal cuando el protagoni ‘ofesor, ent Protagonista ests en Yen La gran alden 1863, el colepiy Be Cane 195 gg NES produce 5) Escaneado con CamScanner NOVE| ISTAS DEL OCHENTA: EL PROFESIONAL Y EL AMATEUR x9 zamiento cronoldgico no es menor en funcién de la constitucién del género-, Jos novelistas cuentan los enfrentamientos politicos y militares de la década de 1870, de los que han participado en su juventud y en los cuales han tenido una representacion seria (en el patlamento 0 como militares); es decir: son enfrenta- mientos que corresponden a la época en la que ellos mismos intervinieron en la escena politica y terminaron renunciando a ella por sus diferencias. Segiin Josefina Ludmer, Cané y Lépez narran en sus autobiografias “reales” 0 “Gccionales” las diferencias polfticas y sociales del pasado, mientras convierten las diferencias del presente posterior al ochenta en “puramente culturales”: los escri- tores “despolitizan la escritura” al cruzar ese umbral (Ludmer, 1999: 39-46); pese ano ser un “patricio” como los otros dos, también Cambaceres “en 1880 separa dlaramente la parte politica de su vida, que pone en el pasado como farsa y fraca- so, de la parte literaria y ‘teatral’ que es el presente y Por-pourr?” (Ludmer, 1999: 530-53). En efecto, tanto Cané y Lépez como Cambaceres cuentan las diferencias politicas del pasado en sus textos, pero la manera de hacerlo que tiene cada uno no parece subsumirse en el mismo proceso de “despolitizaci6n” (0 de “reformulacién de o politico”) que implicaria presentarlas como cuestiones culturales. El hecho de que Cambaceres ubique las diferencias politicas en la década de 1870 yo er lade 1860 es fundamental, porque, como no lo hacen ni Lépez.ni,Cané, vincula directamente esas diferencias con el pres de la escritura. En ese punto, el efesta de “despolitiza jn” se convierte en_c ion para configurar una zona tnds auténoma donde se hace posible crear laficcidn. Sise lee la representacién de Tas diferencias politicas en el pasado y su superacién en el presente en términos de laconstitucién del género, antes que en funcién de larelacién entre la literatura y el Estado de la década de 1880, se ponen de manifiesto distinciones irreductibles en el modo como ingresa la polftica en los textos de Cané y de Lépez y en la novela de Cambaceres, que son decisivas también en el momento de definir sus posiciones como escritores. Mientras en Juveniliay La gran aldea la narracién de las diferencias politicas en la década de 1860 y en la de 1880 da lugar a una confrontacién de los contenidos y su modo de representarlos pero nunca se vin- cula con el propio acto de escribir, en la novela de Cambaceres sucede algo com- pletamente distinto. + Ja discontinuidad entre los tiempos no esté da i Je pas: és > Sino por la renuncia personal datada precisamente en esa-dé 1 Sutory el narrador de Janovela coinciden, La discontinui wn ms re cronologica. si d i fogréfico ata vez (el “diferenci itis ue. tituye en una instancia fundacional de la escti Jas. De ese modo, la confrontacién entre las fécadas de 1870 y de 1880 pone de manifiesto, mas que un cambio en la repre- Escaneado con CamScanner LA CONSTITUCION DEL GENERO 40 en la posicién del escritor que Construye, pop ell mo novelista. En ese sentido —y esto es lo que Principalmente aya E 1 ! via, su pesiién osicién de novelista de Cambaceres, al igual que la de Eduardo me interesa— Ia p en los textos, su posicién social, aspecto que los distingue a ray a Gutiérrez, super: ambos de sus contem| Eugenio Cambace! iento sentacién, un desplazamie! pordneos y sus opciones narrativas. res y Eduardo Guriérrez ocupan los dos extremos de ung = aceres (de ori - iérrez (hijo de una su st — vies colaborador diarios y militar). Ambas posicio. nes Se caracterizan porque son extremas, liminares y, por lo mismo, méviles: ellos pueden moverse adentro o afuera de la clase social de origen, estar adentro © afuera del grupo de pertenencia, ser excéntricos o populares, y seguir siendo uitse el novelis i, el gé- ia izacién dond i nero: la novela moderna de Ia alta cultura Vv ular, que son las dos sibilidades de la novela nacion: i Los novelistas por si mismos: trabajo y ocio éCudl es la imagen que slescritor de novel ce de sf, en cuanto 4 construe i s an ta enladécada de 1 BO? ;Se presenta al publica como un profesional expla Te assis? {Bora acaso los rasgos del “novelista” 0 los at > adénde dictt ee también: zdénde disefia su ima en: en Tos texto: ficcion, en la escritura privadanen es contac Aca, €N teXTOS periodisticos? Por lo Pronto, en el momento de in del —- = OF ‘ ‘ Benero, la posicién de novelista requiere de algtin tipo de definicién textu: =“ novelista no es, en este c fi fe ‘ontexto, algo dad ’ al: ser novel; i Escaneado con CamScanner Novel ISTAS DEL OS FIEISTAL EE REN SSVONAL VEL AMATEUR 4\ 4 Jo haces aseay el anonimato, el sul eft n ounrh Silbi we novela (Pot-pourri. Silbidos de un vago) como un vago. Las connota- opi imagenes iniciales son fund: = qe estas dos image ‘on fundamentales porque, con ellas, los cones inician la cogstruc ; ertores intctan tas en relacién 1 su posicid ‘ial: el investi ador-cronista es un trabajador del periodismo a ast otra de las propiedades del novelista: inversion de tiempo en fa narracién, Si por un lado esta propiedad se vincu- Jaba con Ja renuncia previa a fa actividad politica (la aparicién de un tiempo disponible), por otro lado s vincula directamente con su posicién social de origen, que Jo ubica, en el interior de la misma clase, en el extremo del trabajo penel dela renta. Estas posiciones soci definen por su condicién econd- gia van ec ea Ronny material en la cual se juega la construccién simbélica de la figura del novelista y se propone un tipo particular de relacién entre la literatura de ficcién y el mer- cado). El dinero es un supuesto (para el rentista) y un objetivo (para el trabaja- dor de las letras), pero siempre, en estas combinaciones entre tiempo y dinero, eltiempo del escritor se asocia con el tiempo de la narracién. Porque en los dos casos, y debido precisamente a sus diferencias, hay una zona en comin Ja situa- cién de disponibilidad para la escritura en Ja que se juega siempre algun tipo de recompensa: un “beneficio material” o un “beneficio simbélico” (Bourdieu, 1995: 27), que se unirdn, en el final del recorrido, en el espacio de la prensa. Asi, en estos modos de nombrarse, en estas autoconstrucciones parciales pero inaugurales, Gutiérrez y Cambaceres ya se definen como escritores de novelas a lavezen relacin con las condiciones de produccién, con el espacio social y con el mercado literario. Para encontrar la imagen inici os ion capita i ntonio Larrea) tadas a partir de la transforma velesca de ciertos géneros periodisticos, su Proceso de produccién marca en prof —Fidad Ia imagen que da Guriérrez de si lade investigador y cronista, De ahi que la “centacion inicial del novelista re: ae. ‘eriodismo no implique una aradoja y, mds Bien, Jgunos diario onde redactor, en La Patria redactor y st incipiente fun- ¥ que retoma esa actividad, con. 13 oo Fi @ superposicion entre la tarea ¢ : cién como folletinista, que se produce a fines de 1879, explica que tanto el “Hiticos, como el mismo Gutiérrez, en el hic, @ trav 4 Roar s de sus sueltos perio’ ; 7 velista a partir de la del interior de sus relatos, construyan la imagen del ni Escaneado con CamScanner LA CONSTITUCION DEL GENERO 42 investigador-cronista. ESentonces, mientras empieza : gi Antonio Larreg Un capitan de ladrones en Buenos Aires, que dl diario abla de su tedactor espe. cial” y de las tareas de investigacién y los viajes que realiza para recabar informa. cién. La caracterizacién coincide con la que da el propio Gutiérrez en el inte. rior de la narracién y, también, con la que dara en Juan Moreira, La entrevista su protagonista, la investigacién en el propio terreno de 105, la recopila. cin n en el texto y constituyen, paradéjicament rincipal sostén de lo no’ Esta imagen de investigador-cronista tementa Con otra, que no apare- ce &plicitada pero puede reponerse considerando distintas instancias de la escti- tura, y que, gradualmente, se impone a la anterior: el novelista propiamente di cho. En primer lugar, esto se observa porque Ja insistencia en la caracterizacién_ como periodista se debilii desapa ines posteriores, como lormiga Negra o Pastor Luna, donde los pro tiod{sticos paulatinamente y los testimonios recopilados aparecen a la manera de historias ‘enimarcadasy dé onéedorss (larelacién entre los testigos y el cronista se desplaza a las relaciones entre personajes). En segundo lugar, porque en el pasaje de la publi- cacién folleti iétrez realiza un tral complemen, ajo de edicién que salta ala Yistwen-el-cotejo entre ambos (retitulacion y reorganizaci it correc- cidn de erratas, modificacién y supresién de fragmentos, en Cuando allibro, termina de cubrié las tres etapas que atraviesan sus novelas la preescritura (investigacién y recopilacién de fuentes), Ia escritura (ocupar el espacio diario del folletin) y el proceso de edicién (el circuito del folletin al libro). imégenes, el cronista lista, formal lasnismacons- tuccisnay el hecho de que la que aparece mas claramente delineada sea la que- Vincula la escritura de novelas con figuras propias del periodismo no debe llevar ala suposicién de que para ser novelista es necesario disimularlo. Si tenemos en cuenta que estamos hablando de un momento constitutivo, se trata mds bien de acudir como presentacién inaugural a una figura disponible (el eronista) ave, aunque problematica en relacién con la literatura, es previamente identific cable en el campo cultural. El reconocimiento —en el sentido débil- de Ia ima- gen del novelista se busca asi en el propio espacio de producci (én de las novelas (la prensa) antes de encontrarlo ~y yaen un sentido fuerte— en el éxito ante el Pablico que consume los folletines. Por la via del recurso 4 la figura del investi- gador-croni 0 traby iodismo, Ta imagen del novelista apare- Se--desde-el-principia, asociada con una profesionalizacién. jes la_prensa, Sees stdiarismo, el lugar donde Ja profesionalizaclon del exrror = cn esta caracterizaci6n inicial del novel slit viable en Tos afior ae Escaneado con CamScanner NOVELISTAS DEL OCHENTA: EL PROFESIONAL Y EL AMATEUR 43 estd implicito su 7 fesional, en el cual la dedicacién constante a la escri- Ade novelas se vincula con la participacién en el mercado de bienes cultura- Jee donde esa esctitura adquiere un valor econémico. La produccién folletinesca mplica la doble faz de Ja profesionalizacidn: rapide para escribir, ritmo cot- Sener eee ha de todo ese trabajo ya queya través del folletin, la escritura de f novela se cotiza en el mercado. Ahora bien: esta profesionalizacién del escritor de novelas modifica notable- i 1 Por un lado, enfrenta ares”, desde el momento en que estos sostienen —al menos hasta me-- con sus “| ‘Eeipe de wabsjoy demande sciue Por otro lado, Jo identifica cada vez \itiscon Tos nuevos grupos de lectores (secrores medios y populares) que consu- ‘ern Wari ions as son escritas. Ese acerca nae produce por via de un éxito que, convertido asi en propiedad sine qua non del novelista, es también visto como sefial de una claudicacién y un desvio respecto de las ex- Profesional y popular, la posicién Ty con la octubre de 1879 y marzo de 1880, Gutiérrez franquea dos limites: primero, el que va del libro al periédico (como si alterara el circuito tradicional de la fic- cién, hace del folletin la condicién de su escritura); segundo, el que va de la publicacién folletinesca a la escritura folletinesca (donde adecua al formato el ritmo de la narracién). Si ya la publicacién fragmentaria en el folletin es consi- derada como el primer paso hacia la mercantilizacién de las letras, la escritura fragmentada de la novela-folletin es la sumisién al espacio mercantilizado de la prensa, donde las “letras” se encuentran (jy son legitimadas!) con todos los lec- tores que los escritores de la elite no desean para sus textos.® Existe una famosa carta de Miguel Cané en la que narra la reaccién de Eduar- do Gutiérrez cuando aquel le solicita a este que le envie sus novelas. El breve relato, en el que Gutiérrez pide disculpas por las historias que escribe, ha sido considerado generalmente para ratificar el dramatismo de la situacién de quien esctibe folletines y la conciencia de la poca calidad de sus escritos (Prieto, 1988: 103). Mas que esa “mala conciencia’, lo que me interesa es el modo en que Cané presenta su relacién con Gutiérrez: ® Aunque en el siglo xix era frecuente publicar las novelas primero en folletin, eso no quita la violencia con la que el escritor vive ese tipo de publicacién: “Hagame el favor de no leer Nanaen folletin: ¢s horrible en folletin, ni yo mismo la reconozco”, le escribfa Emile Zola a Flaubert, mien- tras le pedia que aguardara la salida del libro (carta del 14/12/1879; cit. en Huysmans, 1953: 35). Escaneado con CamScanner 4 LA CONSTITUCION DEL GENERO Desde muy jévenes habiamos sido amigos con ee Gutiérrea, Mi gran amistad con su hermano Ricardo nos habia aproxima lo, aa simpatia por su talento tan original y can artistico habia hecho el resto. E 1 escribia en ta Nacién Argentina y yo en la vieja Tribuna. Mas de una vez hicimos campafias juntos para obtener de algtin empresario recalcitrante la representacién de algu- na obra de arte que ansidbamos ofr. Recuerdo, entre otras, la perseverante bata- Ila que dimos hasta hacer subir “Fausto” a la escena del Colén. [] ; Después del 80, parti para el extranjero y, luego de una rapida gira Por América, se me envié a Viena, donde no pudiendo ocuparme de politica, ni de comercio, maté el tiempo escribiendo y publicando dos o tres librillos. Natural- mente, asi que iban apareciendo, los enviaba con carifiosa dedicatoria a Eduar- do Gutiérrez. En cambio, a pesar de que los diarios me habfan informado de la aparicién de “Juan Moreira” y algunos otros congéneres debidos a la pluma de Eduardo, nunca llegé a mis manos ninguno de ellos.? la suya propi; de amistad primero, colaboraciones rigdisti afias culturales que hacian juntos para que los empresarios tra- jeran compafifas de épera al Coldn.1” De ahi en més, “después del 80” las histo-~ porakolaviieniicnd: Gutiérrez y su propio ingreso a la vida puiblica): Cané parte al extranjero como diplomatico (como representante del Estado) mien- tras escribe en los ratos de ocio “dos o tres librillos” que oportunamente le envia a su amigo de juventud, quien permanece en Buenos Aires donde escribe los folletines sobre los cuales él solo tiene noticias por los diarios.! é exactamente lo que separa a Eduardo Gutiérrez de Miguel Cané en esta version condensada que presenta la carta? Que en el ochenta, el pri sigue en el diario pero ahora escribiendo folletines (haciendo ficcién seriada), epe————_— ro ere oa 3 "Eletiolismo” (cartaal Dr, Ernesto Quesada), La Nacién, 11/10/1902 (en Rubione (comp.) 1983: 231-239), 1° Por ejemplo, el Fausto de Gounod, que se estrena el 24 de agosto de 1866 en el teatro Colén y en el que se “inspira’ Estanislao del Campo, concuiade de los hermanos Eduardo y Ricardo Gutiérrez, para escribir su Fausto “ctiollo”. Los mie grandes y los mds jévenes asistieron Ia spense ssentaciones: los Gutiérrez, del Campo, Cané, todos juntos en sus paleos aplaudiendo a 6peraextranjera que os j6venes les pidieron alos empresarios teatrales que uno de los mayo- Tren Pats escribir, con la lengua de la gauchesca, el argumento de uno de loe dlasicos de la Titeratura nacional, " ae encom ot les diarios, cabrfa preguntarse: zpor los diarios argentinos, entre los que no se snconttaba,evidentemente, La Patria Argentina), zpor los diarios extranjeros, y entonces Gutié- anata internacionalmente conocide? Mas que hablar de Gutiérren, le fran parece subrayar el anes de informacién con que se presenta Cané: lector de libros y de diarios (pero no de “tines, siempre al dia con la actualidad, ya sea en su pats, en Latinoamérica 0 en Europa. Escaneado con CamScanner NOVELISTAS DEL OCHENTA: EL PROFESIONAL Y EL’AMATEUR AS el segundo se ha ins mientra definitivamente en el “mundo” com: Jomatico, como viajero, como literato ’ (yen el “mundo” escribe, en el primer fustro de Ta decada, un libro de viajes y un libro de memorias juveniles). Presio- nado por la necesidad del presente, en la cual el futuro es siempre inmediato y fugaz (un “continuara” permanente), Gutiérrez est4 simbdlica y materialmente atado ala sala de redaccién de La Patria Argentinay asus angnimos Tectores- En Tas capitales latinoamericanas y las europeas en el libro de viajes, y también la eraeeet i lmeecneieae cltnat ec ene Ae aquello mismo que destaca en el prélogo a Juvenilia: escribe contra el spleen parasus amigos, a quicnes les envia sus libros desde el extranjero, Bl relato expone dos trayectorias posibles e mconciliables de los hijos de la elite criolla. A és de su contraste, Cané presenta, implicitamente, ritura, pel ne de manifiesto la constituci sspacio de relativa autonom{a con respecto a la clase de origen: En mi primer viaje ala tierra, alld por 1883, la primera vez que me encontré con Gutiérrez, le reproché amistosamente su falta de reciprocidad y le anuncié que pensaba comprar sus libros para leerlos en el viaje de regreso. Fue entonces cuando un poco ruborizado y tomandome la mano, me dijo textualmente: “No le he mandado esos, porque no son para usted ni para la gente como usted. Le uego que no los lea, porque si lo hace, me va a tratar muy mal. Yo le prometo a usted que asf que esos abortos me aseguren dos o tres meses de pan, me pondré ala obra y escribiré algo que pueda presentar con la frente levantada a todos los hombres de pensamiento y de gusto”. Dos.o otros meses de pan para aquel perfecto bohemia que nunca supo del valor del dinero, ni del tiempo ni del Arabajo, era un suefio lucuniano. Puesto en el yunque, en el yunque seguira hasta la muerte, dejando ese farrago de folletines, que no he lefdo, que no leeré jamds, porque son muy inferiores a los que su autor valia. (Cané, en: Rubione (comp.), 1983: 231-239). La confrontacién entre el tiempo de la juventud y el tiempo de la vida seria se resuelve, desde la perspectiva de Cané, en la capacidad individual por realizar tina opcién acertada, El principio de seriedad, o “esa apticud para ser lo que se ©” —podriamos decir con Bourdieu-,'? se resume en la funcién publica. P £0, cuand ».suando la opcién por el periodismo como actividad central ocupa el “tier © Lo serio o la seriedad es la “forma social del principio de identidad Puede fundamentar una identidad social inequivoca’ (Bourdieu, 1995: 32). que es la tinica que Escaneado con CamScanner

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