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110 eSTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA ca aparece como una dimensién esencial del hospital, entendiendo pos aclinican este respecto la organizacién del hospital como lugar Ae formacién y de transmision del saber. Pero, ademas, con la intro- Guceion de la disciplina del espacio hospitalario —que permite cu- ran as{ como acumular conocimientos y formar—, la medicina ofre- ce como objeto de observacién un inmenso campo, limitado, por un lado, por el mismo individuo y, por otro, por toda la poblacién. ‘Con la aplicacién de la disciplina del espacio médico y por el hecho de que se puede aislar a cada individuo, instalarlo en una eama, prescribirle un régimen, etc,, nos vernos conducidos hacia na medicina individualizante, En efecto, el individuo sera obser Vado, vigilado, conocide y curada. El individuo surge como objeto del saber y de la practica médica. Pero, al mismo tiempo, por el sistema del espacio bospitalario disciplinado se puede observar a un gran niimero de individuos. Los registros obtenidos diariamente, cuando se comparan con los de otros hospitales y con los de otras regiones, permiten estudiar Jos fenomends patolégicos comanes a toda Ls poblacién. Gracias a Ia tecnologia hospitalaria, el individuo y Ja poblaci6n se presentan simultaneamente come objetos del saber y de Ja intervencién de la medicina, La redistribucién de esas dos medicinas sera un fenéme- no propio del siglo x1x. La medicina que se forma en el sigle xvm es una medicina tanto del individuo como de la poblacién. Gracias a la tecnologia hospitalaria, el individuo y la poblacién se presentan simulténeamente como objetos del saber y de la inter- Vencion médica, 1a redistribucion de estas dos medicinas seré wn fenémeno propio del siglo xix. La medicina que se forma en el transcurso del siglo xv es, a la vez, una medicina del individuo y de la poblacién. 5. LA FILOSOFIA ANALITICA DE LA POLITICA «Gendai no Kenryoku wo tour («La filosofia analitica de la po- IMticas), Asahi Jaanara, 2 de junio de 1978, pags. 28-35, (Conferen- cia pronunciada el 27 de abril de 1978 en Asahi Kodo, centro de conferencias de Tokio, sede del peri6dice Asati) Entre los posibles temas de una conferencia, habfa propuesto una conversacidn en torno a las prisiones, y sobre el problema concreto que suponen. Pero mie vi obligado a renunciar a ello por varias raz0- nes: la primera es que desde que estoy en Jap6n, hace tres semanas, me he dado cuenta de que el problema de la penalidad, de la crimi- nalidad, de la prision, se plantea en términos muy diferentes en su sociedad y en la nuestra. También he constatado, al pasar por la ex- periencia de una prisién —cuando afirmo que he tenido la experien- cia de una prisién, no quiero decir que estuviera encerrado, sino que visité una, més exactamente dos, en la region de Fukuoka—, que en relacion a lo que conocemos en Europa, no solamente representa un perfeccionamiento, un progreso, sino que es una verdadera muta- ‘ci6n sobre la cual serfa necesario reflexionar y discutir con los espe- cialistas japoneses en estos temas, Me sentiria ineémodo hablindo- Jes de los problemas que actualmente se plantean en Europa, cuando ustedes estén realizando experiencias tan importantes. Y finalmente, el problema de las prisiones no es, en definitiva, més que una parte, una pieza, ef un Conjanto de problemas mas generales, También, las conversaciones que he mantenido con varios japoneses me han con- vencido de que, quiz, seria mds interesante evocar el clima general en el que se plantea la cuestién de la prisién, Ia cuestién de la penali- dad, asf como cierto mimero de cuestiones tan actuales como pre- sentes y urgentes. Desde esta perspectiva, me perdonardn si me rer to a un planteamiento mds general que si me hubiera limitado al problema de la prisién. Si no estén conformes, héganmelo saber. u2 ESTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA, Seguramente salen que en Francia existe un periédico llamado Le Monde, al que habitualmemte se le Slama, con mucha solemnidad, el «gran periddico de la tarde». En este «gran periddico de la tar- de», un periodista escribio un dia algo que me extrafié y que me hhizo meditar. «Por qué —escribia— hay tanta gente que se plantea en la actualidad la cuestién del poder? Un dia —continuaba— nos extrafiaremos sin duda de que este problema del poder nos haya in- quietado tanto en este fin de siglo xx.» No creo que mestros sucesores, si reflexionan un poco, puedan extranarse durante demasiado tiempo de que precisamente en este final del siglo xx la gente de nuestra generacién se haya planieado con tanta insistencia la cuestion del poder. Porque, después de todo/ i'se ha planteado la cuestion del poder fa hayamos plantéado. Se ha planteado, si se nos ha planiteado y por muesiro pasado, un pasado muy reciente que apenas ha termi- nado. En ultima instancia, el siglo xx ha conocido.d08 grandes en- fermedades del podey dos grandes fiebres que han Mevado muy le- ‘fos las -manifestaiones exasperadas de un poder. Estas dos ( enfermedades, que han dominado \ corazén, vi centro del siglo xx, son, evidentemente, s IsMa=Por supuesto que ambas respondjan a Una Coyuntura muy precisa y muy especifica. ‘Sin duda, el fascismo y el estalinismo han extendido sus efectos a dimensiones desconocidas hasta entonces y de las que cabe al me- Nos esperar, si no pensar razonablemente, que nunca més se volve- ran a conocer. Por lo tanto, son fenémenos singulares, pero lo que no se puede negar es que, en lo que respecta a aspectos concretos, el faseizmo vel estaliniso no hau hecho sino prolongar una serie dé mecanismos que ya existfan en los sistemas sociales ¥ politicos ‘de Oecidente. Déspiiés de todo, la organizacin de los grandes par- ‘TOs, el desarrollo de los aparatos policiales, la existencia de técni- cas de represién como campos de trabajo, todo esto era una heren- cia, pura y dura, de la estructura de las sociedades occidentales liberates, que el estalinismo y el fascismo se limitaron a retomar. Esta experiencia es la que nos ha obligado a plantear la cuestion del poder. Porque no podemos evitar interrogarnos y preguntarnos: gno eran el fascismo y el estalinismo, y no son todavia, alli donde subsisten, simplemente la respuesta a unas coyunturas 0 a unas si- tuaciones particulares? O, por el contrario, hay que tener en cuenta que, en nuestras sociedades, existen de modo permanente como Mirtualidades, en cierta manera. estructurales, intrinsecas a nues- tos sistemas, que pueden ponerse de manifiesto a la menor oca- EA FILOSOFIA ANALITICA DE LA POLITICS 3, sién, haciendo posibles perpetuamente esta especie de enormes ex- crecencias del poder, excrecencias de las cuales son ejemplos in- contestablés él Sistema de Mussolini, el hitleriano, el de Stalin, o los actuales sistemas de Chile 0 de Camboya. ‘Creo que el gran problema del siglo x1, al menos en Europa, era la pobreza y la miseria. El gran problema que se plante6 a la mayo- ria de pensadores y fildsofos de comienzos del siglo xnx fue el si- guiente: ¢cémo explicar esta produccién de riqueza, cuyos efectos espectaculares comenzaban a ser reconocidos en todo Occidente, ‘como esta produccién de riqueza pudo ir acompanada del em- pobrecimiento absoluto o relativo (ésta es otra cuestién) de los que a producen? Fn el siglo xx no se ha resuelto completamente el pro- bbleme del empabreci sfoduccion dea FigUeZay TE} tién no se plantea con la misma urgencia. Es coino si estuviera re- cubierta por otro problema que ya no es la escasez de riqueza, sino el excesivo poder. Las Sociedades occidentales, y de forma mds ge- neral las sociedades industrializadas y desarrolladas de este fin de siglo, son sociedades atravesadas por esta sorda inquietutd, o inclu- so por revueltas totalmente explicitas que ponen en cuestién esta especie de superproduccién del poder que el estalinismo y et fas- cismo sin duda manifestaron bajo su forma més descarnada y monstruosa. De manera que, del mismo modo que en el siglo xXx fue necesaria una economia que tuviera como objeto especifico la produccién y distribucién.de la riqueza, as{ también podemos decir ‘que necesitamos ufe-econoriifa que no se refiera a dicha produc- cion y disteibucion de las riquezas, sino que aborde las relaciones de poder, oa = “iia de tas funciones mas antiguas del filésafo en Occidente —digo Tilésofo, pero deberia decir, mAs bien, culto e, incluso, utili- zando ese incomode términe contemporaneo, intelectual—, uno de los papeles principales del fil6sofo occidental fue ponerun limite, poner un limite al exceso de poder. a.estastipetproduccién déD»- rods y-cada m0 de [os casos en que COrty el vesgo dé con- Fértirse en una amenaza, E) filosofo en Occidente tiene siempre el perfil del antidéspota y esto bajo distintas formas posibles que se perfilan desde el comienzo de la filosofia griega: —EL4il6sofo ha sido el anuidéspodjen Ja medida en que ha defi- nido el sistema de Teves SegUIT Tas tales, on una ciudad, se debia ejercer el poder, definiendo los limites legales en cuyo ambito se puede ejercer sin riesgos: es el papel det Gilasoto legisladorsEste fue ~ 114 ESTETICA, ETICA Y HERMENGUTICA el papel de Solén. Después de todo, el momento en que la filosofia griega empez6 a separarse de la poesfa, el momento en que la prosa, griega comenzé a perfilarse, fue el dia en que Solén formuld, con un vocabulario todavia poético, las leyes que se convertirfan en la prosa de la historia griega, de la historia helénica, —En segundo lugar, segunda posibilidad: el filésofo puede ser antidéspota convirtiéndose en el consejero del principe, ensefian- dole esta sabidurfa, esta virtud, éSta verdad, que'serén capaces de impedirle, cuando gobierne, abusar de su poder. Es efilésofo pe- .dagogo; es Platn peregrinando hacia Dionisio el Tirano. ~~ =Por tiltimo, tercera posibilidad: el filésofo puede ser el an déspota afirmando que, después de todo, cualquiera que sean los abusos que el poder pueda cometer sobre él o sobre los demas, él, fil6sofo, en tanto que fildsofo, en su préctica y en su pensamien- to filos6fico, se mantendré independiente con relacién al poder, se reird del poder. Se trata de los cinicom> Soldn legislador, Platén pedagogo y los cinicos JET Eisoto mg. Get potter, ct HtosofosmmascaTa EE ante el poder. $i mos dirigir tind mirada etnologica sobre Occidente desde Grecia, veriamos turnarse a estas tres figuras del filésofo, sustituir- se unas a otras; verfamos dibujarse una oposicién significativa en- tre el fil6sofo y el principe, entre la reflexion filosdfica y el ejercicio del poder. Y me pregunto si esta oposicion entre reflexi6n filoséfica y el ejercicio del poder no caracteriza mejor a la filosofia que su re- lacién con la ciencia, porque, después de todo, la filosofia hace ya tiempo que no puede desempefiar el papel de fundamento. Por el contratio, quizé todavia merece la pena que juegue el papel de mo- derador con relacién al poder. Cuando se contempla, desde un punto de vista hist6rico, la ma- neta en que el filésofo ha desempefiado o ha querido desempedar su papel deinoderador del podé® nos vemos abocados a una con- clusién un tanto amiarga. La antighedad conocié filésofos legisla- dores; conocié filésofos consejeros del principe; sin embargo, nun- ca existié, por ejemplo, una ciudad plat6nica. Alejandro tuvo el privilegio de ser discfpulo de Aristételes, pero el imperio alejandri- no nunca fue aristotélico. Y aun siendo cierto que en el Imperio ro- mano el estoicismo impregné el pensamiento del mundo entero, al menos de sus élites, también es cierto que el Imperio romano no fue estoico. El estoicismo fue para Marco Aurelio una manera de ser emperador; no fue ni un arte, ni una técnica para gobernar el imperio. les a partir de proposicioniés Tilosoficas, en el seo de sistemas filos6. ficos y como la verdad filos6fica de la historia Nos mos ante un tendémeno evidentemente éxtrafio y que todavia resulta mAs fia i st LA FILOSOFIA ANALITICA DE LA POLITICA 115 Dicho de otro modo, y éste es un aspecto importante, a diferen- ina Filosofia que fuera CapaZ Te ‘ica, una prdtica moral de toda una sociedad. Occidente nunca co- fvaleMé al confucianismo, es decir, una forma de pen- Sar que, a la vez que reflexionaba sobre el orden del mundo o lo establecia, prescribiera, al mismo tiempo, la estructura del Estado, Ja forma de las relaciones sociales, las conductas individuales, e in- cluso las prescribiera realmente en el seno de la historia. Cualquie. ra que haya sido la importancia del pensamiento aristotélico, cual- quiera que haya sido su influencia debido al dogmatismo de la Edad Media, Aristételes nunca_ha jugado un papel semejante al que,jugé Confucio en Oriente(No hav existto ei Ossidente tn Esta) Eee HO las cosas, y creo que esto es un acontecimiento importante, cambiaron a partir de la Revolucion francesa, a partir de finales del , siglo xvi y principios xax. En exe momento, | obesrames como s cansitayes reginenss policos Gué lenen los, po solMienIe TAR. | 2 Ifa Organizativos) con _las filoso. Pe er podemos decir que el Imperio napolednico, establecieron con Rousseau y, de una forma mas gene- ral, con la filosofia del xvi, lazos orgdnicos. Lazo organico entre el Estado prusiano y Hegel; lazo ongéntico, por muy paradéjico que sea, ero ése es otro asunto, entre el Estado hitleriano, Wagner y Nietzs- che. También, evidentemente, lazos entre el leninismo, el Estado so. jes a sgt NIX aparece of Europa algo que no existié}) i podriamos decir, Estados filosofias, filo-}, ee del siglo xvam, pei de Marx. Ahora bien, estas {ilosofias de la libertad han producido, a formas de poder GeV Gil la Torina del taeoi- Bao | i forma de la burocracia o incluso bajo la forma detferror burs} | et fara oon eget ae Timea de la Nbertad inclu- 6 rarlg de Ta Nberract convertiaaen historia. ~~ 116 ESTATICA, ETICA Y HERMENEUTICA Hay algd(cémico y amargo que Bs especifico de estas filosofias occidentales miodernias: han pensado, incluso se han pensado, en funcién de una relaci6n de oposicion esencial al poder y a su ejerci- cio ilimitado, pero el destino de su_pensamiento ha hecho que ya es ee cas se mprezan desu onsamiento, nds se preston a legine) formas excesivas de podesr Eni Ultima instancis-ése treet tado tragicémico de Hegel transformado en el régimen de Bismarck; lado tragicémico de Nietzsche, cuyas obras completas dio Hitler a Mussolini con ocasién de su viaje a Venecia, para justificar la ane- xion (Anschluss). La filosofia legitima los poderes irrefrenables en mayor medida que el apoyo dogmatico de la religién. Esta parado- Ja se convierte en una crisis aguda con el estalinismb, el estalinis- ‘mo que se presentaba, mas que ningtin otro, como un Estado que era, al mismo tiempo, una filosofia, una filosofia que precisamente habfa anunciado y predicho la desaparicién del Estado, y que, transformada en Estado, se convirtié verdaderamente en un Estado privado, separado de cualquier reflexién filoséfica y de cualquier reflexién posible; Es el Estado filoséfico convertido literalmente en inconsciente bajo la forma del Estado pura. Anite esta situacion que nos es claramente contempordnea y con- temporanea de una forma acuciante, hay distintas actitudes posibles. Se puede, y es perfectamente legitimo, e, incluso, dirfa que recomen- dable, interrogarse desde el punto de vista historico sobre las extra- has relaciones que Occidente ha establecido entre estos fil6sofos y el poder: gen qué medida estos vinculos entre la filosofia y el poder se Pudieron establecer en el mismo momento en que la filosofia se daba como. ineinic Fp de Contrapedm, si, al menos, de modexacion del G@acnen L momento en que la Filosofia debia decirle al poder: «Aqut {e Paras, yao THis Ths Igor Se trata de Gna aicion de la floso- fa? acento “““Ya hace mucho que sabemos quel tarea de la fi 0.0m) fiste en escubrir HIE STE oe, hacer visible lo que, iprétisamente, es visible, es decir, hacer aparecer lo que es tt ximo, tan inmediato, 10 qué gS1A (al intitnamente Nzad6 a Pots soe ‘perelbimosy Mientras qu Ira ae (cia &3 Ta ce io que no vemos, la de laiflosof msiste et hacer ver lo que vemos Despugs de todo, desde este je vista, Ta tarea de la Filosofia se podria formular asf: cen qué consisten estas relaciones de poder en las que nos sentimos atrapados y en las que, desde hace al menos ciento cincuenta afios, la filosoffa se ha visto enredada? Ustedes pueden argumentar que esta tarea es muy modesta, bien por empitica, bien por limitada, pero tenemos cerca, en la Josofia analitica angloamericana, un modelo semejante en la mane- ra de usar la filosoffa. Después de todo, la filosofia apalitica anglo- sajona no se plantea Ja tarea de reflexionar sobre Ja Jeng eae, sus @iructuras)profundas; reflexiona sobre @& 150 cotidiad jue hacenios dé ella en los diferentes tipos de discurS6" Para la 118 ESTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA filosofia analitica anglosajona se trata de realizar un andlisis criti- co del pensamiento a partir de la forma en la que decimos las co- sas, Crea.que, en igual medida/Podriamos imaginar una filosofia i¢ tuviera como tarea analizar lo que ocurre cotidianamen las Telacionés de una filosofia que intentara mostrar en qué Sip Pelictones te poder sus Tormas, sus de. consisten, cuales salios, sis Obst ié tratara, po¥ Consiguiente, no sobre Tos juegos de lenguaje, sino mas bien sobre fas relactones in ALSOP HES GI in el cuerpo socialfeit vez dé rata’ Tos electos de Tengiaje que atraviésamr amiento, Podriamos imaginar una especie fe filosofia analitico-BolftigA>En ese caso, tendriamos que recordar Que Ta Hlosofia analitica del lenguaje de los anglosaj se cuida mucho de caer en esa especie de calificacin-descal masiva del lenguaje que encontramos en Humboldt 0 en Bergson —para Humboldt, el lenguaje era el creador de toda relacién posi- ble entre cl hombre y el mundo, creador incluso tanto del mundo como del ser humano; la devaluacién bergsoniana no cesa de repe- tir que el lenguaje es impotente, que estd fijado, que est4 muerto, ‘que el lenguaje es espacial y que por tanto no puede‘traicionar la experiencia de la conciencia y de la duracién—. A pesar de estas ca- lificaciones y descalificaciones masivas, la filosofia anglosajona i tenta decir que el lenguaje nunca engafia ni desvela. El lenguaje se juega. De ahf la importanciade la noeién de juego. ima aiSloga, podriamos decir que, para atalizar 6 GriticaN Tas relaciones de poder no se trata de someterlas a una calificacin peyorativa o laudatoria de forma masiva, global, definitiva, absolu- ta y unilateral; no se trata de decir que las relaciones de poder se li- mitan a constrefir y a forzar. Tampoco debemos imaginar que po- Jdemos escapar repentinamente,. global y masivamente de las relaciones de poder a través de una especie de cuptura radical o de, ST fon juegos de poder que abra que estudiar en terminos de tact 'y de estrategia, en términos de regla y de azar, de apuesta y de obj PEn cieria niedida, intento trabajar en esta lines y quiSTera su- rles algunas de las lineas de andlisis que se podrian abordar. Estos 10s de poder se pueden abordar desde distintas pers- fanos 0 con los otros Estados, prefiero —debio, sin duda, a una | tendencia de carac “0, quizds, a una tendencia neurdtica obsesi- va— interesarme por los juegos de poder mas limitados, mas humil- des, que no tienen en la filosofia el estatuito noble GUeSe recorioce a LA@ILOSOFIa ANALITIDA DE LA POLITICA 19 los grandes problemas§ juegos de poder en torno a Ig Jocura, en tor- Ta medicina, en torno a la eafermedatt-€M iio al cuerpo en ferme; juegos de poder en torn al Sisienia penal y ala prision. Est Sleqachasta aMora tie ha THleiesad6, 9 Por dos Fale ene como, bite wntal Jos hechos de poder en simi mies, mucho mas que algo asi come una explotac fseonomicao/ imma desigtiak Be eR Suen coesias fachas es ol Scho de que cierto poder se ejerza y de que el solo hecho de su ejercicio resulte insopottable. Pondré como ejemplo una anécdota que pueden tomar en broma o en serio: en Suecia existen prisiones en las que los detenidos pueden recibir a sus mujeres y hacer el amor con ellas. Cada preso tiene una habitacién, Un dfa, una joven sueca, estudiante y militante apasionada, vino a buscarme para gue le ayudara a denunciar el fascismo de las prisiones suecas. Le pregunté en qué consistia ese fascismo. Ella me respondié: las ha- bitaciones en las que los presos pueden hacer el amor con sus mu- jeres no se pueden cerrar con Ilave, Por supuesto, es gracioso; pero también es muy significative de que, realmente, lo que esté en cuestion es el poder. De la misma manera, la serie de reproches y de criticas dirigidas a la institucién médica —pienso en las de Illich, pero hay otras muchas— no se dirigen, en esencia, al hecho de que las institucio- nes médicas conciban la medicina como fuente de beneficios, pesar de que se denuncien las relaciones que existen entre los labo- ratorios farmacéuticos y ciertas practicas médicas o ciertas institu- ciones hospitalarias. Lo que se reprocha a la medicina no es el dis- poner sélo de un saber fragil y a menudo erréneo. Lo que se le critica es esencialmente, desde mi punto de vista, que se ejerce un poder incontrolable sobre el cuerpo, sobre e] sufrimiento del enfer- mo y sobre su vida y su muerte. No sé si ocurre lo mismo en Jap6n, pero me sorprende que en los pafses europeos se haya planteado el problema de la muerte no bajo la forma de un reproche contra la medicina por no haber sido capaz de prolongarnos la vida, sino, al contrario, por el hecho de prolongarnos la vida aungue ne lo que- ramos. Le reprochamos a la medicina, al saber médico, a la tecno- estructura médica, que decide por nosotros sobre la vida y la muer- te, que nos mantiene en una vida ciemtifica y técnicamente muy sofisticada, pero sin que nosotros la deseemos: EI derecho a Ta mmucrte vonsiste én el derecho a decit’ «na» al saber médico y su (Gjeteicio.’No se trata de una éxigencia para el saber medicd. El ‘planco'es, sin duda, el poder. En el asunto de Narita, también encontramos algo semejan- te; los agricultores de Narita habrian obtenido ventajas conside- rables si hubieran aceptado algunas de las propuestas que les hicieron. Su rechazo tuvo que ver con el hecho de que s¢ ejerciera EA FILOSOFIA ANALITICA DE LA POLITICA 123 sobre ellos una forma de poder que no deseaban. Lo que estaba en juego en el asunto de Narita no era tanto la cuestién econémica, ‘sino el modo en que el poder se ejercié sobre ellos, simplemente, el hecho de que se tratara de una expropiacién, fuera de la manera ‘que fuera, decidida desde arriba; a este poder arbitrario, se respon- de con una inversién violenta del poder. La tiltima caracterfstica de estas luchas sobre la que me gustaria insistir es el hecho de qugson Iuchas Inmedinay. Y esto en dos senti- dos. Por una parte, conciél is de. ler_ mas pr6xi- mas; conciemnen a todo To que se ejerce de forma Sette ste fa sobre los IngIGRMOe Dicho-de oils wera en estas hicas no Se rata deSe- guir' a principio general del leninismo sobre el enemigo principal 0 sobre el eslabén més débil. Estas luchas inmediatas tampoco espe- ran Ja llegada de un momento futuro que seria la revolucién, la libe- racién, la desapariciGn de las clases, la disolucién del Estado, la so- j6n d¢ los peoblemas/Podemos decir que; rarqata tebrica de explicaciones o con un orden revolucionario que } lariza la historia y que jerarquiza sus momentos, estas luchas son/ ‘nscriben en el seno de una historia que es i. w qu se acepia ¥’se reconoce come indcfin i he referido antes. Creo que el paj fe dicha filosofia analftica del poder deberiagonststit. Greanbee winporiancis de Sota TOMAS / los Tenomienos a Tos que, hasta ahora, nose les ha Concedida is| jarglly Serta néceSario Mostrar hasta qué punto es- S05, estas agitaciones, estas Juchas, oscuras, mediocres, a wagon diferentes de Tas formas de Tacha quesbato cL> Ss i > Ggno de la revolucisn, han sido tan valoradas ent Seckdenteret- ments evidente que, Sea cual sea el vocabulario empleado, sean cuales sean las referencias te6ricas de los que participan. en estas lu- chas, tienen que ver con un proceso, que aun si ndo mt my rian, te, ng est absohulo un proces de Torta, de morfologfa revolucio~ Sitter dl sennido dlasieo dal termina, en Ta Tedida ‘enque Ja revohiciondesigna una Jucha global y unitaria de una na- cién entéra, dé todo un pueblo, de tox que 1a revohucién designa una lucha que promete transformar de| arriba a abajo el poder establecido, aniquilarlo en su origen; en el sentido en que la revolucién expresa la lucha que conduce a la libe- raci6n total, a una lucha imperativa, ya que cnges en ini das-demas luchas se subordinen y supediten all : ‘Estamos viviendo én este fitiattetsiglo XX el fin de la época de Ja revolucién? Este tipo de profecfa, esta condena a muerte de la re- ‘atid clase;'éh el sentido def, 124 ESTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA volucién, me parece un poco disparatada. Quizés estemos viviendo «final dé un perfodo histérico que, desde 1789-1793, ha estado, al menos en Occidente, dominado por iionopolio, con los efectos despsticos que c 6, Sst desaparich revolucign signifi revalorizaci6n del reformismo, En efectg, en las luchas a las"que Imig ay FeTOHAISMPN, Va que el reformismo tiene (como funcién estabilizar eT sistema de poder a través de cierto ni- mero de cambios, mientras que en estas luchas se trata de desesta- bilizar los mecanist : Estas luchas descentradas en relacion con los principios, con las prioridades, con los privilegios de la revoluciéngtii-Son fendmenos einstanctates TigadGs a covumt Se in ida “en Tas sociedades occi- realidad histérica que existe de 1 Tiencia, sino que es profundamiente cs los. Creo Giie eens ‘esencial en_nuestra soci dentales lertas Tormas dei ejercicio del poder son totalmente visibles y en- gendran luchas que también se reconocen rapidamente, puesto que tienen un objetivo visible: contra las formas de dominacion coloni- zadoras, étnicas, lingiiisticas, existen luchas nacionalistas, luchas sociales cuyo objetivo explicito y conocido son las formas econémi- as de explotacién; han existido luchas politicas contra las formas juridicas y politicas del poder, formas bien visibles y conocidas. “GUie ie FeRETS, CayS ANUTW es ates cado que el de las luchas revolucionarias, conciernen a un poder que existe en Occidente desde la Edad Media, una forma de po- der que no es exactamente ni un poder politico 0 juridico, ni un poder econémico, ni un poder dedominaeian Y que, sin em- bargo, ha tenido enormes efectos estiacha nuestras, ‘rata Ue tit poder de < sine En querer Scupaise ) hombres ¥ desu desar todo ello pareobitgart fifiada forma, a conse icamente, tomando los términos al pie de la letra, el wv poder pastoral es el poder que el pastor ejerce sobre st rebafio. Asi ues, un poder de este tipo, tan atento, tan solicito, tan preocupado LA FILOSOFIA ANALITICA DE LA POLITICA 125 por la salvaci6n de todos y cada uno, no fue conocido en las socie- dades antiguas, las sociedades griegas y romanas, y seguramente no les hubiera gustado. Con el cristianismo, con la institucién de la Iglesia, con su organizaci6n jerarquizada y territorial, asf como con el conjunto de creencias relativas al més allé, al pecado, a la salvaci6n, a la economia de los méritos y con la definicién del pa- pel del sacerdote, sdlo asf aparece epCIOH de iain08 OTS BERG, ero d idu gozan\ de un estatuto particular, tienen el derecho y el debe. oe itt psa desarrolla a lo largo de la Edad Media, man- teniendo ones estrechas y dificiles con la sociedad feudal. Se desarrolla més intensamente atin en el siglo xvi, con la Reforma y la Contrarreforma. A través de esta historia que comienza con el cris- tianismo y que contintia hasta el corazén de la época clasica, inclu- so hasta ia vispera de la Revolucién, el poder pastoral conserva un caracter esencial, singular en la historia de las civilizaciones: el po- der pastoral, a pesar de ejercerse, como cualquier otro poder de tipo religioso o politico, sobre todo el grupo, tiene como misi6n pringi- pal culdarde a salasign de indo orupdndose declan ep ticular, de cada cordero del rebafio, de cada individuo, no solamen- ie bara apremlaiiea aciuar de sal osual manera, sine é poRcerle, descubrinie, para haces merger su subjetividady estruce ig Pas técntcas> (ara Ta'rélaciGi consigo mismo_y.con su concienci Sermon cilasee a la direceton de la conciencla, al Turdado de las almas, a su cura, todas esas practicas que van del examen a la confesién, pasando por el reconocimiento (aveu), com- portan esa relacién obligada de uno cosssigo mismo en términos de onda y de AGUS TaRSEIES obligade J ceed que SS SUMO Te Tos puntos fundamentales @el poder past que To detine come (poUer ndiviawalizantepel poder en Tas ciudades giiegas y en el Immperio Fomrano Wo ‘ecesitaba conocer a cada uno de los indivi- duos, no necesitaba constituir en torno a ellos un pequefio niicleo de verdad que la declaraci6n (aveu) debja sacar a la luz y que la escu- cha atenta del pastor debia recoger y juzgar. El poder feudal tam- poco necesitaba estatcOtionita Individuahizante del padss) La mo- nargufa absoluta y su aparato administrative todavia no sentian esta necesidad. El poder se efercia, bien sobre toda laciudad, bien sobre los gruy NOE Ta GHGS o soe categories de indy Nbre Tos Territorios o sobre Categorias de indivi- duos, Fh estas sociediades existian grupos y estatutos; todavia no se HiaBia llegado a una sociedad individualista. Mucho antes del gran momento del desarrollo de la sociedad industrial y burguesa, el {- 126 ESTETICA, 6TICA Y HERMENEUTICA podeF Féligioso del’ tianismo trabajé el cuerpo social hasta Cons") {\ituir individuos ligados a s{ mismos bajo la forma de la subjetividad, } 3 la cual se le pide que tome conciencia de sf misma en términos de/ verdad y bajo la forma de la confesign (aveu),4-— = °° ras Rs Observaciones con Tespecto al poder pasto- ral. La primera es que serfa interesante comparar la pastoria, el poder pastoral de las sociedades cristianas con lo que ha podido ser el papel y los efectos del confucianismo en las sociedades det Extremo Oriente, Habria que seftalar la practica coincidencia cro- nolégica de los dos, y advertir en qué medida el papel del poder pastoral fue importante en el desarrollo del Estado en los si- glos xv1 y xvi en Europa, de la misma forma que el confucianismo lo fue ent el Japén en la época de Tokutawa. Pero también existen diferencias entre e} poder pastoral y el confucianismo: la pastorfa es esencialmente religiosa y el confucianismo no lo es; 1a pasto- a espiritual se dig a un objetivo que esta nds allay sOlG Tutor viene aqutabajo en fuhci6n det mids allay Sin €rbbargo el confucta- nismo (eit Un papel esencimeNte tertenal; el confucianismo apunta a una estabilidad general del cuerpo social a través de un. conjunto de reglas generales que se imponen ya sea a todos fos in- dividuos, ya a todas las categorias de individuos, mientras que la pastoria establece relaciones de obediencia individualizadas entre el pastor y su rebafo; finalmente, la accién pastoral tiene, en fun- cién de las técnicas que emplea (direccion espiritual, cuidado de Jas almas, etc.), efectos individualizantes que el confucianismo no conlleva. Se abre un campo de estudios muy importante que se po- dria desarrollar a partir de los trabajos fundamentales realizados en Japén por Masao Maruyama, Mi segunda observacion es la siguientes una forma paradOyca, fe ihesperads, a partir def siglo xvi, tanto las sociedades ° Jeoptalists ¢ industriales, como las formas modemas de Estado jque las acompofiaron y sustentaron, necesitaron_procedimientos, ' mecanismos, esencialmente procedimientos de individualizacion que Habran' sid puéstos Sri préctica por la pastorfa religiggg-rUeTA cuatflicra eT desalacts de cierto niimers de instituciones religiosas, fueran cuales fueran Jas mustaciones, que Hamaremos por abreviar » El término confession se refiere expresamente al sacramento. Aveu Implica en ‘ua dinico gesto fa declaracién en la que alguien se reconoce y confiesa, se declara autor. Reconocimiento, declaracién y conlesion que se vierten en cada caso en el texto. Este tipo de confesion (aveu) resulta decisivo para la construccién de indivi duos bien determinados. (. del ed.) LA FILOSOFIA ANALITICA DE LA POLITICA m7 ideologicas, y que realmente modificaron profundamente la rela- ign del hombre occidental con las creencias geared my) e implaniacioi, Tichiso Ta multiplicacion y difusion de técnic: ‘iorales én él ambito Tatco del ap ato del EsladoyDe cso se 5 Se abiis poco si Gude biG y Gus Tas Brandes formas estatales que se desarrollan a partir del siglo XVIII se justificaron mucho mds ninos de libertad asegu je de mecanisinos de poder im- piantados y quiz iambién porque esos pequefios mecanismos de poder teniasalgo de humilde y de inconfesable que hacia que no fueran considerados dignos de andllisis y de discurso. Como dice un escritor en esa novela llamada Un hombre ordinario, el orden prefie- re ignorar la mec4nica que orgartiza su realizacién cuando es tan sordida que destruye to stick ee ‘cisamienmté Soh estos pequefios mecanisiios, humildes y casi) sordidos los que hay que hacer emerger de.la saciedad enla-que’ funcignan {Durante los siglos xvili ¥ xix, en Europa, hemos asistido Wura Teconversion, a un trasvase de lo que habian sido los objeti- vos tradicionales de la pastoria espiritual. A menudo se dice que el Estado y la sociedad moderna ignoran al individuo. Cuando se Teac inks coven, somprende fy contrario, la ateseionrqde'el ESTO" de & “a a los indiyidugs: sorprenden las técnicas puestas sn marcha y desarrolladas para que el individuo no escape de nin- guna manera al poder, ai a la vigilancia, ni al control, ni al saber, ni (Lal adiestramiento, ni ala correccion Wodas Tas grandes Gaquim arias (cuartéles, esctielas, falleres y prisiones) son maqui = permiten cercar al individuo, saber lo que es, lo que hace, Jo que puede hacer, dénde es necesario situarlo, como situarlg ens, los gtros fencias Ruma i iat Mhifen conocer qué son los individuos, quién es normal y quién no lo es, quién es razonable y quién no lo es, quién es apto y para qué, cudles son los comportamientos previsibles de los individuos, cud les hay que eliminar. radISHOs radica en que ite medir cuantitativamente los efectos de.masa de_los com: rtamientos individuales Agémas, es preciso afadir qu Ficla y de sepUrIGAD, asi como sus objetivas de cay GE etabilizacion politica, tienen efec~ tos individualizantes: hacen del individuo, de su existencia y de su comportamieno, de la vida, de la existencia no sdlo de todos, sino| je cada uno, un acontecimiento que es pertingnte, que es inclu: Inecesario, indispensable para el ejercicio del poder en las socieday sm Tndividuo ha llegado A ser unefite esericial pars, Paradojicamente, el poder es més individualizador en Ia 128 ESTETICA, ETICA Y HERMENEUTICA, Miedida 6h qué eS Mas DUTOCTATICO y mas estaa}. La pastoria es tual, al Raber perdido ei su forma esiiictaniente cetigiosa lo esen~ cial de sus poderes, ha encontrado en el Estado un nuevo soporte y un principio de transformacién. Quisiera terminar volviendo a esas luchas, a esos juegos de po- der a los que me he referido antes y entre los cuales, las huchas en torno a la prisién y al sistema penal no son sino uno de los ejem- plos y casos posibles, Estas luchas, ya sean las relativas a la locura, ala enfermedad mental, a la raz6n y ala sinrazén, ya se trate de las concernientes a las relaciones sexuales entre individuos, las rela- ciones entre sexos, ya sean Iuchas en torno al medio ambiente y a Jo que se lama ecologia, ya afecten a la medicina, la salud y la muerte, tienen un objeto y unas miras muy precisos que les confie- ren importancia, miras completamente diferentes de las que persi- guen las luchas revolucionarias y que merecen al menos que se las tome en consideracién tanto como a éstas. Lo que denominamos, desde el siglo xx, la Revolucién, lo que persiguen los partidos y los llamados movimientos revolucionarios es esencialmente lo que constituye el poder econémico... 6. SEXUALIDAD ¥ PODER «Sei to Kenryokus («Sexualité et pouvoirs; conferencia en la Uni- versidad de Tokio, el 20 de abril de 1978, seguida de un debate), Gendai- shis6, julio de 1978, pags. 58-77. En primer lugar, quisiera agradecer a los responsables de la’ Uni- versidad de Tokio que me hayan permitido venir aqus y mantener esta reuniGn con ustedes; me hubiera gustado que hubiera sido un seminario en el transcurso del cual hubiéramos podido discutir unos con otros, plantear cuestiones, intentar responderlas —con fre- cuencia més plantearlas que responderlas—. Quisiera dar las gracias, especialmente a M. Watanabe quien, después de tantos afios, ha que- rido seguir en contacto conmigo, tenerme al corriente de los asun- tos japoneses, verme cuando viene a Francia, ocuparse de mf con un Cuidado paternal —o maternal— cuando estoy en Jap6n. No s¢ realmente c6mo expresarle toda mi gratitud por lo que ha hecho y por lo que contintia haciendo. Habfa pensado que esta tarde tendriamos la ocasién de discutir asf, unos pocos, alrededor de una mesa que se llama redonda —in- cluso cuando es cuadrada—, quiero decir, de una mesa que permita las relaciones de intercambios continuos y en igualdad. El gran nd- mero de participantes —de lo cual, por supuesto, me alegro— tiene el inconveniente de obligarme a adoptar el papel de profesor, una Posicién distanciada y también me obliga a hablarles de una forma continua, aunque intente evitar el posible dogmatismo. De todas formas, no quisiera exponerles ni una teorfa, ni una docirina, ni si- quiera él resultado de un trabajo de investigacion, puesto que —ya Jo ha recordado M. Watanabe — tengo el privilegio de que la mayo- rfa de mis libros y mis articulos estén traducidos al japonés. Seria, por mi parte, indecente y poco educado retomarlos y_lanzatselos ‘como un dogma. Prefiero explicarles en qué estoy ahora, qué tipo

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