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fiowprss per andnuad.
el. que en Dolores proclamé, y que por temor de malograrlo,
exponiéndolo 4 la reprobacién de un pueblo acostumbrado
4 respetar & los soberanos que se le hab(an impuesto, sélo
manifests el plan de derroear al mat gobierno sin desco-
nocer la autoridad de Fernando VII, y tomando por es-
tandarte é Ia Virgen de Guadalupe, que era Ia imagen mis
generalmente venerada por el pueblo, hizo que este no vie
se en la insurreecidn més que una idea que lo era simpétin
Y que estaba al alcance de su comprensién y de sits ten-
Gencias, que eran atacar 4 los europeos, hacia los euales
sentia un odio instintivo y tradicional, que le hizo arryjarse
sobre ellos sin respetar vidas ni haciendas.
Si el pueblo mexicano, como el de Norte América, hu-
biese estado « Ja alturade la grandiosn iden que sin saberlo
ejecutaba, se habria alzado terrible pero ordenado y dig-
no inspirado por la justicia y no por una venganza extem-
porinea, .
‘Mas siendo imposible que la moderacién pueda unirse &
Ja-exaltacidn, que es la motora de las masas, udemis de que
no puede haber paralelo alguno durante el periodo de sa
independencia entre estos dos pueblos tan diferentes por
origen, naturaleza y civilizacién, por todos conceptos, ha-
bria sido ingensato exigir do las pobres y abyectas hordas
de esclavos que acaudillaba Hidalgo, el buen juicio, or-
den y diseiplina del ejéreito de ciudadanos que acandillé
Washington.
Quiz no hay dos ejemplos en la historia de esta clase
de guerra Ia mds santa, la més eivilizada, por decirlo asi,
quo se registra en la edad modema; guerra quo ne 11606 &
cabo con Is ley y In equidad en la mano, sin tocar nuiiea&
Jos intereses particulares de nadie, respetaudo siempre el
derecho de amigos y enemigos, y marchando rectamente
por el caming de la justicia y la legalidad.
‘Washington pudo disponer de un pueblo ilustrado que
comprendia sus-prerrogativas y sus deberes, de un pueblo
animado por los mismos pensamientos y sentimientos que
él, de un pueblo que le secundd en todo, y faé siempre sn
poderoso brazo en la guerra y su noble corazén en la paz.
Hidalgo, por el contrario, sélo tuvo nna parte del pueblo, y
esta la clase infima, ineapax no sdlo de seeundarle sino
de comprenderle; ineapaz de defender por conviecidn su
causa, como lo prueban las denuncias hechas por Galviin,
Garrido, Arias y otros. Este pueblo fu también el braze
que ejecuts Ia iden de su jefe, pero un braze rebelde mn
chas veces 4 seguir su impulso, que sedesvinba de la linea
por él proyectada, y al que tenia que dejar obrar asu ma-
nera coneretindosé moditicar en vex de divigiy sus movi-
mientos, y teniendo que apoyar la prosecucidn de su idea,
no en la fuerza moral que produce él eonvencimiento, sino
en Ja fuerza automdtica que produce la ignorncin,
En cuanto 4 las depredacfones que ol pueblo cometié
contra los espaitoles pacfficos, mexieanos ya por nacimien-
to, no fueron sino truto de Ia mala edueacidn que ellos mis-
mos habian dado aquel puoblo, y de Ia tirania y menos
precio con que le habian tratado.
Siendo Hidalgo uno de los hombres mis ilustrados de su
tiempo, es evidente que pudo apreciar en su verdudero pun-
to de vista los elementos con que contaba, y que so resig-
né & usar de ellos por ser los tinicos de que podia disponer,
Entre estos el ‘inico completamente propicio & Ia revol
cidn, fué la tendencia que para atacar 4 los espatioles abri-
gaba el pais en general, por lo cual desdo luego la marcha
de aquel caudillo de Dolores 4 Gelaya fué una verdadera
marcha triunfal; pues todas las poblaciones le abrian no s6lo
las puertas sino sus brazos, y se aglomeraban su paso en-
grosundo sus filas, de manera que el que pocos dias antes
habfa emprendido su peregvinacién seguido de un poque-
fio putiado de indios, al presentarse en Guxnajuato, sin ha~
ber tenido que derramar una sola gotade sangre, so enci
traba & la cabeza de un verdadero ¢jéroite popular, desigual
y desorganizado, pero potente por su erecido néimero.
Alli fag el memorable sitio donde por primera vex los
dos partidos se encontraron, y las armas del pueblo reei-
bieron su bautismo de fuego en el terrible asalto de la Al-
héndiga de Granaditas; all{ fué donde la plata y el oro de
Ja América quedaron manchados con In sangre de aquellos
que & costa de tantos’afanes habian logrado poscerlos, y
donde los oprimidos, libertados de improviso, tomaron so-
bre sf la responsabilidad de su venganza, erigiéndose jue-
ces ejecutores.
Alli volvievon & lueir por un momento las proczas del si-
tio de México: los descendiontes de Cuahutemoczin y de
Cortés manifestaron que no habian degenerado en valor.
-Aquel dia'se mostraron grandes tanto los que murieron
sosteniendo sus intereses y el honor espaiiol, entre los eua-
les descollaban los Riafio, Marmolejo, Gonzslez, Castilla,
Valenzuela y Berzsbal, como aquellos héroes sin nombre,
hijos del pueblo, que casi desarmados, después de tres si
glos volvieron 4 presentar al fuego de las carabinas euro-
peas In compacta inasa de sus descubiertos pechos!
4Qué pensuba entonces Hidalgo, el pacifico anciano, el
inofensivo sacerdote, e! timorato jefe, perdido como un ato.
mo entre aquella desenfrenada miuchedumbre que no escu-
chaba su voz, y de euyos actos posteriores al combate es
completamente irresponsable? Debe haberse extremecido
de horror, como los Girondinos el 2 de Setiembre, ante la
implacable feroeidad del pueblo, que él habia convocado
para la lid y que se entregaba al asesinato; debe haber tem-
Ulado su eorazén ante aquel especticulo de sangre! Mas era
preciso apurar el eéliz del suftimiento: el gran salvador ex-
taba destinaio 4 ser martir moral y fisieamente: tenia que
pasar por ef Calvarié de Ia agonfa antes de llegar al de la
muerte, para clevarse al Tabor de la posteridad!
(Continuard).
Lavneana Waicur pr KiEmvnans,
LA MUIDR CRLOSA
Bl amor es 1a poesia del sentimiento y el celo razonable,
apacible, desinteresado y tierno, que emana del consejo
sincero, de la advertencia amiga, del ejemplo abnegado,
do la persuasién tranquila y suave; es un encanto que tras.
forméndose en cadena de flores, acerca més y mnds los aes