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Santiago – Chile
Noviembre de 2007
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ÍNDICE
1. Resumen 3
2. Introducción 4
3. Marco Teórico 8
3.1 La función del Padre 8
3.2 Masculinidad y Paternidad 11
3.3 Paternidad y Apego 13
3.4 La posición del padre en la Constelación Maternal 17
3.5 Paternidad y la expresión masculina de afectos 20
3.6 Pareja y Parentalidad: ¿simetría y/o complementariedad? 21
3.7 La impronta del propio Padre 26
4. Objetivos 28
5. Metodología 29
4.1 Tipo de Estudio 29
4.2 Técnica de Recolección de Datos 28
4.3 Caracterización de la Muestra 30
4.4 Procedimiento de Registro y Análisis de Datos 32
4.5 Presentación de los Resultados 33
6. Resultados 34
Análisis descriptivo 34
Significado del tiempo compartido 34
Funciones de la paternidad 46
Percepción de sí mismo como padre 72
Tensiones y gratificaciones de la paternidad
activamente involucrada 80
Codificación axial 87
7. Discusión 92
8. Bibliografía 97
9. Anexos
Anexo 1: Criterio de selección de padres 98
Anexo 2: Guión temático de entrevista 99
Anexo 3: Entrevistas codificadas
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1. Resumen
El tema de la Paternidad se ha constituido en un objeto teórico de gran interés. El propósito de
la presente Tesis es aportar a la comprensión de la experiencia subjetiva de hombres que viven
su paternaje perteneciendo a un nivel socioeconómico bajo, ubicados en la ciudad de Santiago
de Chile y que conviven con hijos e hijas entre los 7 y 12 años de edad. Se exploraron las
percepciones de los padres en torno de los elementos que facilitan o dificultan el ejercicio de
su Paternidad, en el núcleo de la vida familiar cotidiana. Para ello se utilizó una metodología
cualitativa, cuyo enfoque está basado en Grounded Theory propuesta por Strauss y Corbin
(1990). Se realizaron 5 entrevistas individuales y como resumen se encontró que el padre
activamente involucrado con su hijo/a hace esfuerzos por conciliar el trabajo con su vida
familiar, y busca integrar funciones afectivas, normativas y lúdicas; además de gratificarse
construyendo una relación de apego seguro con su hijo/a.
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2. Introducción
Casi la totalidad de los ciudadanos/as chilenos/as estiman que la familia sigue ocupando un
lugar central en sus vidas, otorgándole más importancia que a los amigos, el trabajo y la
religión; por otra parte, se observa una brecha entre las expectativas que se hacen las personas
respecto de la familia y de la manera como esta las satisface (Tironi, Valenzuela y Scully,
2006, pp. 13 - 38).
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En diversos estudios se sugiere que cuando los padres son más participativos e implicados en
la crianza de sus hijos, esto trae beneficios para el hijo/a, la madre y el propio hombre. La
calidad de la presencia del padre en el desarrollo integral del niño/a, así como su participación
en el cuidado de los niños y en las tareas del hogar favorece el desarrollo de la mujer mediante
el trabajo y otras actividades positivas para ella y su hogar. Además, involucrarse
significativamente con sus hijos ofrece a los hombres una de las fuentes más importantes de
bienestar y felicidad (Barker, 2003, en Aguayo y Romero, 2006).
Durante la segunda mitad del siglo anterior, las mujeres incrementaron fuertemente su ingreso
al mercado laboral, lo que ha generado cambios en las actitudes hacia los roles parentales, las
responsabilidades del hogar y la participación en la crianza y educación de los hijos/as. Las
madres fueron siendo consideradas la figura de apego primario y fuente primordial de
socialización en la infancia, y los padres fueron siendo ampliamente ignorados en su rol
parental; ellos aumentaron gradualmente su interés y participación en la crianza de los
niños/as, y las madres acogieron y demandaron ese cambio de actitudes (Carrillo, 2003).
Según Elsner y otros (2006), la incorporación del hombre a las tareas domésticas y de cuidado
de los niños se ha observado particularmente en los sectores medios y en matrimonios de
profesionales jóvenes.
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En las sociedades occidentales urbanas de la posmodernidad se aprecia una diversidad de
modelos vinculares y de estilos de organización familiar que aumentan los grados de libertad
de los sujetos, al tiempo que generan nuevos fenómenos que deben ser explicados y atendidos.
En efecto, existen estilos diversos de crianza y, por ende, de subjetivización.
Pruett (2001) plantea que la mayoría de las habilidades parentales perdurables probablemente
no dependen del género. “En rigor, la esencia misma de la crianza –capacidad de ser abnegado
y paciente, amante y coherente, tolerante pero con expectativas y, sobre todo, la capacidad de
compartir y sacrificar los propios activos emocionales, espirituales, materiales e intelectuales–
en última instancia transciende el género. Nuestra historia personal, preparación cultural,
religión y valores familiares pueden predisponernos a favor o en contra de la expresión de tales
capacidades y, en consecuencia, no es un dominio exclusivo de género” (p. 37).
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Ser padre es una experiencia llena de contradicciones y complejidades entre los códigos
tradicionales y los contemporáneos, entre los deseos y las obligaciones, entre la
responsabilidad y el abandono, entre las demandas y las posibilidades, entre los mandatos de la
cultura y las expectativas familiares y personales. Los cambios y demandas que impactan en la
vida cotidiana de las parejas y las familias han traído tensiones para mujeres y hombres, tales
como la del trabajo remunerado y el proveer v/s criar y las tareas y trabajo doméstico y de
crianza y cuidado. La paternidad y sus tensiones van teniendo particularidades según el grupo
socioeconómico al cual se pertenezca. El mandato de proveer y ser jefe de familia ha sido
señalado como más fuerte para los sectores populares.
Esta Tesis se propuso describir las percepciones de los padres en torno de los elementos que
facilitan o dificultan el ejercicio de su derecho y responsabilidad de paternar en el núcleo de
la vida familiar cotidiana. En ella se aborda el significado que para los hombres tienen las
actividades de cuidado del hijo/a, identificando emociones ligadas al ejercicio de la paternidad
del día a día. Asimismo, se buscó caracterizar modalidades específicas de estructuración de la
pareja que favorecen prácticas de paternidad comprometidas. En esta Tesis nos propusimos
explorar el cómo los padres chilenos de nivel socioeconómico bajo perciben los elementos que
facilitan o dificultan el ejercicio de su derecho y responsabilidad de paternar en el núcleo de la
vida familiar cotidiana.
Para los profesionales de las ciencias sociales y la salud, así como para los actores de las
políticas ligadas al ámbito de la infancia, la familia y el trabajo, este estudio puede representar
un aporte para ampliar la comprensión y contribuir a la orientación de su labor.
Los contenidos del documento van dando cuenta de aspectos teóricos que inspiran las
preguntas que en el estudio se formulan en relación con la Paternidad. Se describe, además, la
metodología utilizada para investigar sobre el tema, relevando el análisis de la voz de los
padres y la discusión de los resultados.
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3. Marco Teórico
El marco teórico se refiere fundamentalmente a los conceptos de masculinidad y paternidad; la
función del padre y la posibilidad de representar una figura de apego; la impronta que deja en
los hombres la biografía con el propio padre y los modelos vinculares de pareja en que puede
insertarse la paternidad.
a) “El padre es el encargado de poner límites y ser figura emocional; los niños tienden a
sentir que el amor de la madre está garantizado, lo que no ocurre exactamente con el amor del
padre. Lo anterior se manifiesta en el hecho de que ante situaciones de desconcierto los niños
van a tender a acercarse a la madre, situando al padre en un lugar de mayor autoridad en lo que
al cumplimiento de normas, disciplina y control de la conducta se refiere. En íntima conexión
con lo anterior se encuentra la contención de impulsos, afectos y necesidades que le cabe al
padre; se trata de un papel complementario al rol receptivo de la madre. El padre adecuado es
aquel que ni se asusta, ni se ve seducido por las necesidades del niño, y responde de un modo
que es apropiado a la relación padre-hijo, favoreciendo el control de impulsos y el desarrollo
de una adecuada tolerancia a la frustración” (p. 64).
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rivalizar, lo que reafirmaría su posición de varón. La niña, a su vez, necesita ser confirmada en
su femineidad por su padre.
c) “Se ha observado que los padres son importantes en el rendimiento escolar de sus hijos,
tendiendo a favorecer el desarrollo cognoscitivo de sus hijos hombres y a no estimularlo en las
niñas. El padre es también el encargado de presentar un nuevo mundo al niño, diferente a
aquel que le presenta la madre, incentivando el desarrollo de nuevas habilidades perceptivas y
motoras, así como el desarrollo de actitudes diferentes de vinculación con el mundo y las
cosas” (p.65).
En los años noventa, Badinter (1993) planteaba que a medida que avanzaba el siglo, los
manuales familiares citaban cada vez menos los deberes paternos y, cada vez más trataban a
las mujeres como si estuvieran providencialmente dotadas de todas las cualidades necesarias
para educar a los niños de ambos sexos (Badinter, 1993)
Winnicott (1973, en Badinter, 1993) plantea que hay padres que nunca llegan a interesarse por
su bebé y el hijo puede considerarse afortunado si el padre está presente y desea conocerlo.
"En términos generales, la mayoría de los psicoanalistas clásicos considera que el padre no
puede ni debe sustituir a la madre. Debe ser la encarnación del principio de realidad, ser el
representante de la ley, representante de la cultura y antes del primer año el papel del padre
sería prácticamente nulo. Esta concepción de la paternidad, acorde desde todo punto de vista
con la tradición patriarcal, contribuye a reforzar la díada madre/hijo" (Badinter, 1993, p. 114).
Olavarría (2005) plantea que el espacio de la familia es uno de los pocos ámbitos en que los
varones reconocen que hacen frecuentemente actividades que no les satisfacen –como tomar
decisiones de autoridad y controlar comportamientos de los hijos/as–, pero que igual las
efectúan y las asumen; algunas veces las asumen solos y otras con su pareja; la autoridad
aplicada por los padres es, según ellos –tal como muchos lo aprendieron de sus propios
padres–, una demostración de cariño y de protección.
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ejes o espacios subjetivos y prácticos donde los hombres la despliegan. Las siete relaciones
son las siguientes:
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subjetivamente de diferentes fuentes, tales como el aporte de dinero, la fuerza física y
emocional, el conocimiento y la violencia.
• Relación de protección: este es otro espacio de relación entre los padres y sus hijas/os.
Los hombres dan seguridad a su familia ante posibles agresiones, peligros y amenazas.
Pensando en los niños y niñas de los padres entrevistados y cuyos hijos cursan la educación
básica, Pruett (2001) plantea que por lo general los padres más reacios se rinden ante el intenso
deseo que tienen los hijos a esta edad de incorporarlos en sus vidas. “En este estadio, el
compromiso paterno tiene especial importancia para construir el cuidado de sí mismo, del niño
y una sensación de competencia general, dado que es mucho más probable que ahora la
especialidad paterna en aspectos instrumentales sea valorada en la escuela, tanto académica
como socialmente. Los estereotipos sexuales, que estratifican y categorizan tan rígida e
inadecuadamente a varones y niñas como opuestos entre sí, estaban significativamente
suavizados en los niños de mi estudio cuyos padres se comprometían con ellos” (p.133).
3. 2 Masculinidad y Paternidad
Hoy día se observa una urgencia por replantearse la masculinidad. La masculinidad, cualidad
del hombre, es a la vez relativa y reactiva. En cuanto cambia la femineidad –lo que sucede
cuando las mujeres deciden redefinir su identidad– se desestabiliza la masculinidad.
Especialistas de los Men's studies constructivistas coinciden en rechazar la idea de una
masculinidad única, un modelo masculino universal, válido para todos los tiempos y todas las
latitudes (Badinter, 1993).
La masculinidad se aprende y construye y esta corriente pretende superar el dualismo de los
géneros, basado en oposiciones ideológicas que establecen la opresión de uno sobre el otro.
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elementos complementarios cuya intensidad varía de un individuo a otro. Una vez
interiorizada la identidad sexual, cada uno maneja la dualidad a su manera" (p. 274).
Ocurre que niño y niña deben pasar por las mismas etapas de separación e individuación, pero
el niño requiere separarse de la femineidad y de la condición de hembra de su madre, para
estar en condiciones de desarrollar su masculinidad o identidad de género. Villagra de Ramírez
(1999) plantea que el padre debe pertenecer a la familia como él mismo (desde su
interioridad); con los dones que puede aportar, su presencia asegura la pertenencia, su
disposición total para dar y recibir, estar y permanecer, participar comprometido y observar su
trascendencia. Esta misma autora (1999, p. 97) sostiene que “el padre merece reconocer que su
esencia paternal nace de él mismo y por lo tanto, en su propia capacidad afectiva prevalece su
capacidad humana de trascender. Lo anterior niega la materialización que la sociedad moderna
quiere imponer al hombre con su distanciamiento, con el desapego, el trabajo, el dinero, el
apuro, la cosificación y la negación del afecto y de la ternura que son precisamente la esencia
fundamental de la paternidad ejercida cara a cara con la niña y el niño”
Espejel (1990, p.101) plantea que “hay un factor histórico representado por la aparición
progresiva de la masculinidad en la personalidad del padre, condicionada por la historia de su
vida y por su tipo particular de preparación emocional para las tareas especiales de la
paternidad. Las influencias actuales se reflejan en la responsabilidad de los roles familiares
que se dan en la pareja; la integración emocional del hombre a las relaciones entre marido y
mujer, padre y madre, padre e hijo y la reacción adaptativa del hombre a la configuración
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psicosocial de su familia como una unidad; por último, la integración de las capacidades
masculinas en los roles extramatrimoniales de trabajo y de otras funciones de roles sociales”
Los teóricos del apego han enfatizado la importancia de la calidad de las relaciones tempranas
en el niño y el cuidador para el desarrollo socioemocional del niño dentro de la familia y en
otros contextos. Aunque han reconocido la importancia de miembros de la familia diferentes a
la madre en la socialización de los niños, son todavía escasos los estudios en que se evalúan
las conexiones específicas entre las interacciones padre-niño y el estilo de apego que adquirirá
su hijo en la niñez y los años posteriores del desarrollo. “Las emociones juegan un papel
central; muchas de ellas surgen durante los períodos de formación, mantenimiento, ruptura y
renovación de las relaciones de apego. Pero también están presentes procesos cognitivos. La
organización del sistema requiere la conformación de representaciones mentales de las figuras
de apego, de sí mismo y del contexto, todas ellas fruto de experiencias concretas” (Casullo y
Fernández, 2005, p.14).
Mary Ainswort (1991) define el apego como un vínculo afectivo en el que, al igual que en
otros vínculos afectivos, hay una necesidad de mantener proximidad, así como estrés ante la
separación inexplicable, el placer o gozo por la reunión, y el duelo por la pérdida. Plantea que
existe, sin embargo, un criterio de apego que no está necesariamente presente en otros vínculos
afectivos; este es la búsqueda por obtener una experiencia de seguridad y confort en la relación
con el otro. Siempre y cuando esta seguridad y confort estén disponibles, el individuo es capaz
de moverse desde esta base segura provista por el otro, con confianza para comprometerse en
otras actividades. Se podría decir que un padre puede interactuar con su hijo o hija como
cuidador, compañero de juego y/o profesor; pero es el componente de cuidado el que se
relaciona directamente con las funciones protectoras que se creen indispensables para que haya
apego. El patrón de apego seguro caracteriza al niño que busca y recibe protección, seguridad
y comodidad cuando está estresado. Los patrones inseguros (evitativos y ambivalentes) se
desarrollan cuando la conducta de apego está marcada por el rechazo, la inconsistencia o
incluso la amenaza por parte de la figura de apego, dejando al niño ansioso respecto a la
responsividad del padre cuando surgen problemas.
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Como plantean Casullo y Fernández (2005), el sistema de apego se activa en momentos de
peligro, estrés y novedad y su finalidad es propiciar y mantener la proximidad y el contacto
con la figura de apego; en consecuencia, las manifestaciones conductuales son específicas de
un contexto (evidente en tiempos de peligro y ansiedad), aunque se mantiene activo durante
todo el tiempo y está continuamente monitoreado por el ambiente y por la disponiblidad de las
figuras de apego. “Ainsworth y sus colaboradores (1969, en Casullo y Fernández, 2005, p.15),
denominaron fenómeno de base segura a esta interacción entre el niño y el cuidador y lo
postularon como central en la teoría del apego”.
Villagra de Ramírez (1999) plantea que "cuando el hombre asume y vivencia la presencia y la
pertenencia desde su deseo, se convierte en un genitor-dador de vida, haciendo sentir al hijo,
como a su pareja, su derecho a paternar. Este verbo compromete su propia historia como hijo
que fue o no paternado e implica esclarecimiento de un camino hecho de intersubjetividad en
el cual se convoca la aceptación del nacimiento de ese hijo como persona aparte y quien, desde
el momento de su excorporación, ofrece su mirada para el encuentro, su cuerpo indefenso para
ser acogido, su habilidad para ser acunado y abrigado. La piel del recién nacido ofrece todo el
territorio sensible para la percepción exquisita de los sentimientos del progenitor y es desde
ese momento que el fluir paterno compromete su sentimiento, su sensibilidad, su apego y su
respuesta atenta, oportuna y coherente a la comunicación sin palabras, comprensiva, serena, de
soporte y de límite frustrante, separador de la madre y dispuesto a ser ignorado y reconocido,
retado e imitado, odiado y amado para la identificación. La respuesta justa del padre capaz de
paternar es acorde a la evolución del hijo o hija y ocurre en un momento de necesidad muy
especial en la experiencia de cada niño y niña en el cual busca seguridad diferente a la de la
madre. El cuerpo masculino del padre le ofrece un límite para la relación, el orden para la
identidad, el juego para el conocimiento, el aprendizaje de valores y normas y el amor para
confirmarse en la diferencia" ( Villagra de Ramírez, 1999, p. 48). Además, conviene tomar en
cuenta que “los que investigamos en el campo de la paternidad consideramos que los niños son
una fuerza poderosa para modelar la conducta paterna de los hombres” (Pruett, 2001, p. 39).
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Espina (1995) plantea que la relación de excesivo apego entre dos limita la entrada de un
tercero que la rompa y permita la autonomización y el acceso a lo social; la función continente
de la madre puede ser adecuada, pero hace falta otro tipo de contención, que es la contención
normativa. El poner límites implica, por una parte, el aceptar que yo no puedo tener todo, que
no soy omnipotente, que puedo hasta aquí y de aquí para allá no puedo. Olivier (1995, p.142)
llega a plantear que “al dar lugar únicamente al deseo de la madre, hemos hecho de estos niños
eternos embobados indiferentes que rechazan el combate de la vida o, al contrario, seres
violentos y vengativos que siempre buscan la confrontación con una autoridad distinta a la
madre”.
"La teoría del instinto materno plantea que sólo la madre puede hacerse cargo del hijo puesto
que está biológicamente programada para ello. La pareja madre/hijo formaría entonces una
unidad ideal que nadie puede ni debe perturbar. Al sostener la idea de que el hijo tiene un
apego exclusivo por su madre, y que ésta tiene una predisposición natural a ocuparse de él, se
legitima la exclusión del padre y se refuerza aún más la simbiosis madre/hijo" (Badinter, 1993,
p. 113).
El retrato de una madre ideal, totalmente consagrada a su pequeño, y la idea de que desde un
instinto especial la madre sabría darle en cada etapa de desarrollo lo que necesita, se han visto
cuestionados. "El amor materno es infinitamente complejo e imperfecto. No sólo no es un
instinto, sino que está condicionado por tantos factores independientes de la ‘buena naturaleza’
o de la ‘buena voluntad’ de la madre y que se necesita más bien de un pequeño milagro para
que sea tal como se nos ha descrito. Sus características dependen de la historia personal de
cada mujer (se puede ser mamá mala o mediocre de generación en generación), de lo oportuno
del embarazo, de su deseo de tener un hijo, de su relación con el padre, así como también de
muchos otros factores sociales, culturales, profesionales, etc.". "Existen desde luego, aquí y
allá, madres admirables que le dan a su hijo lo necesario para ser feliz sin convertirlo en un
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prisionero de ellas, que le evitan la frustración y culpabilidad excesivas que, como se sabe, son
frenos de su desarrollo. Si se le pregunta a hombres y mujeres sobre su madre, casi siempre se
refieren a ella en términos de ‘demasiado’ o de ‘no suficientemente’. Es hora de acabar con la
maternidad exclusiva de la madre. Hoy día sabemos que los hombres pueden cumplir la
función de madres tan bien como las mujeres cuando las circunstancias lo exigen. El padre es
tan sensible, afectuoso y competente como la madre cuando saca su feminidad. Sólo se
necesita que aquélla, libre ya del mítico instinto, acepte compartir su papel con el padre, y que
éste no le siga temiendo a su feminidad maternal" (Badinter, 1993, p. 116). ¿En este contexto
no sería mejor empezar a hablar de la “masculinidad paternal” y dejar de caracterizar al
hombre-padre en función de la mujer?
Es posible que existan varias figuras de apego, aunque Bowlby (1988, en Casullo y Fernández,
2005, p. 15) destaca el concepto de monotropía, entendido como el sesgo a tener una
jerarquía de preferencias en la que existe una figura central y principal de apego. Por otra
parte, Badinter plantea que las ventajas que el padre/madre tiene para el pequeño son
considerables: "Es el padre quien más se entrega al bebé –el que se convierte en el principal
objeto de apego– sin distinción de sexo - y esta relación preferencial no excluye otras.
Además, las preferencias cambian con la edad. Aunque la mayoría de los niños están más
apegados a la madre durante el primer año, en el curso de los dos siguientes cambiarán varias
veces de preferencia por uno u otro. Depende de las etapas psicológicas, del sexo, del niño y
de las circunstancias exteriores" (Ehrensaft, 1987, p. 295). "Pero independientemente de la
forma como evolucionan sus sentimientos, el niño interioriza a sus dos padres disponibles en
vez de estar limitado por una asfixiante relación entre dos" (Badinter, 1993, p. 295).
16
3.4 La posición del padre en la constelación maternal
Antes, para el niño, el padre no era más que voz haciéndose oír a través del cuerpo de la
madre... (This, 1996, p. 270)
17
Sostiene Stern (1997) que cuando el propio marido forma parte de esta matriz, aparecen
temores asociados especiales. La esposa puede sentir temor de que su marido compita con ella
en calidad de progenitor o compita con el bebé para captar la atención de la madre (el
síndrome-del marido-segundo-bebé-); así como también puede sentir aprehensión en cuanto a
excederse en sus cuidados maternales hacia el marido o temer que huya o busque la
satisfacción de sus necesidades en otro sitio. Esta sería una ecuación difícil de resolver para
una pareja. Dice el autor que el marido es necesario para hacer de protector y amortiguador
físico y práctico, de apoyo psicológico y como hombre, mientras que la esposa ocuparía los
papeles complementarios. Según Stern, estos roles no son necesariamente compatibles y a
menudo están desincronizados en los dos componentes de la pareja. La capacidad de ambos de
negociar los cambios frecuentes de rol constituirá el mecanismo que permita establecer
adaptabilidad y capacidad de imitación futura de la pareja (Stern 1997, p.219).
El autor se pregunta ¿ por qué el marido no puede cumplir el rol de apoyo psicológico como
marido y como hombre ? ¿ Por qué este papel es parental e incluso maternal ? Teóricamente,
el padre podría cumplir ese rol, pero en la medida en que la nueva madre recibió los primeros
cuidados de una mujer (su madre), cuando tenga su propio bebé necesitará y buscará la figura
materna como parte esencial de la matriz de apoyo. Se produce un proceso de transmisión
intergeneracional, una experiencia de recordar desde el contexto presente lo que la mujer
experimentó directamente como bebé mientras interactuaba con su madre, y la experiencia
empática de la madre en su interacción con ella. Los actos diarios de los cuidados maternales
probablemente evocan constantemente recuerdos de la infancia de la madre y al mismo tiempo
los cuidados maternales que recibió de su propia madre. En consecuencia, nos preguntamos:
¿estaría el hombre impedido de hacer una completa inmersión empática y una identificación
primaria?
Stern (1997) plantea que después de nacido el bebé, la relación psicológica principal y más
activa de la madre (aparte de la que tiene con el bebé) se produce con las figuras maternas de
la vida, aquellas personas que en la realidad o en la fantasía (para lo bueno y para lo malo)
ofrecerán los aspectos educativos y psicológicos de la matriz de apoyo. Sostiene que el
marido, aunque se le necesita más para determinadas cosas como protección y apoyo, queda
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relegado frente a otros temas como la experiencia de la madre. También se refiere a que
muchas parejas "nuevas" (en el sentido que comparten los roles) se sienten más unidas y en
mayor igualdad si el marido ha tenido un gran papel práctico y psicológico y ha sido
maternalizado.
• Conviene hacer la distinción entre los “nuevos padres” que creen, buscan y a veces
consiguen establecer un nivel de igualdad entre los cuidados prodigados por la madre y
el padre, y los “padres tradicionales” que valoran menos esta igualdad y por
consiguiente no son conscientes de ella.
• Ambos tipos de padres pueden brindar el apoyo práctico que encuadra y protege a la
madre en su primera relación con el niño. El “nuevo padre” también puede participar
prestando cuidados y puede hacer ambas cosas de forma correcta. Sin embargo, hay
dos cosas que no puede hacer bien y que el padre tradicional ni siquiera intenta.
• Primero, no puede aconsejar, enseñar y servir de ejemplo válido y experto para la
madre sobre una amplia gama de información, actitudes y técnicas relativas a los
cuidados infantiles, porque es tan inexperto en el ejercicio de padre como ella (o más).
Por lo tanto, será inapropiado en este aspecto de la matriz de apoyo.
• Segundo, aunque pueda valorar y apreciar el papel de la madre en la función de brindar
los cuidados, no puede hacerlo tan bien como una figura materna “legítima”
seleccionada personalmente por ella. La historia y la experiencia sencillamente no lo
permiten. Su apreciación desde su posición de marido, padre y hombre tiene una gran
importancia, pero pertenece a un orden diferente y solo puede satisfacer una parte de la
necesidad de “sostén” de la madre.
Stern concluye que la constelación maternal sigue siendo por lejos la organización psíquica
predominante en las madres en un futuro inmediato, de modo que lo que ahora hay que tener
en cuenta a nivel terapéutico es el hecho de que sea deseable desde el punto de vista
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sociocultural. En esta tesis se busca integrar la dimensión psicológica con una óptica
sociocultural, ya que en la vida cotidiana de las familias ambas operan imbricadas.
Espejel (1990, p. 99) plantea que “en la pareja, cuando encontramos un hombre con capacidad
de expresar sus afectos, encontramos también –en la consulta– a una mujer que se lo impide o
le reprueba que lo haga, logrando con ello una complementariedad que de todas maneras niega
los afectos, ya que no es posible que éstos desaparezcan, porque están ahí por lo menos en
fantasía o arquetipo; sí pueden disminuir, aumentar, expresarse en forma de bienestar (amor,
alegría, placer) o de malestar (rabia, coraje, enojo) o bien desplazarse a las atenciones, los
regalos, los regaños y golpes. No obstante, a nivel consciente, encontramos que la pareja desea
buscar su realización y desarrollo personal y conyugal y que lo desea hacer en forma
conjunta”.
Esta misma autora (1990, p.105) se refiere a que en su trabajo clínico con familias “los padres
en México, cuando ejercen su rol ante los demás se muestran muy razonadores y verbales; no
obstante, sabemos que detrás de esa fachada está la ternura y la necesidad de dar y recibir
afecto. Cuando con ayuda de la esposa y de otros miembros de la familia, como las hijas o un
hijo pequeño, promovemos interacciones de afecto y bienestar, estamos en posibilidad que los
afectos de ternura se muestren sin tapujos y sin inhibiciones”.
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3.6 Pareja y Parentalidad: ¿simetría y/o complementariedad?
…no hay pruebas de que, con idéntica experiencia y apoyo, los progenitores de un género
necesariamente se destaquen por su excelencia en la tarea de cuidar a sus hijos. La
convención social, no los imperativos biológicos, están en el fondo de la división tradicional
de las responsabilidades en la crianza de los hijos (Lamb, 1997 en Pruett, 2001).
Badinter (1999) plantea que hay mujeres que han roto el diálogo con su cómplice y por otra
parte se puede afirmar que la solidaridad entre los sexos ha sobrevivido incluso a los períodos
de discusión más agudos. “…la mayor parte de mujeres y hombres tienen deseos de vivir
juntos, y de vivir mejor” (Badinter, 2003, p. 121)
Se puede buscar las semejanzas entre los sexos o focalizar las diferencias y la oposición entre
ambos. La heterogeneidad de los seres impone destinos y derechos diferentes. Se establece
una dicotomía de los mundos masculino y femenino o una complementariedad, pero no
necesariamente con "igualdad en la diferencia". En términos de la parentalidad, resulta
interesante que los angloamericanos, para evitar caer en la trampa del lenguaje, hablan de
parenting (que no tiene sexo) y no hablan de maternaje. Ya es hora de que se introduzcan en el
idioma español el verbo paternizar y el sustantivo paternizaje.
Meler (1998) plantea que las parejas más jóvenes o innovadoras, provenientes de sectores
medios urbanos y con un nivel educativo superior, han disminuido notablemente la asimetría
de poderes propia del contrato matrimonial tradicional, pero de ningún modo la revirtieron por
completo. Estos varones suelen estar menos identificados con el personaje del hombre
dominante y tienen el deseo de diferenciarse del modelo de sus padres. En cuanto a la
participación en la crianza de los hijos, esta es comparativamente mayor que la observada en
parejas tradicionales, aunque no alcanzan el grado de especialización que caracteriza a las
madres, quedando en el rol de ayudantes; en los casos en que se ha producido la separación,
se advierte una fuerte reinvindicación del vínculo paterno y una creciente tendencia a adquirir
las habilidades antes delegadas a las madres, a fin de ejercer la paternidad sin su asistencia
cuando están solos con los niños (Meler, 1998).
Espejel (1990, p. 101) sostiene que “ la imagen del padre ha sido despojada de toda apariencia
de autoridad arbitraria sobre la familia. Ya no es más el gobernante indiscutible que debe ser
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temido, respetado y obedecido. Su poder se ha reducido y en México lo comparte con el de la
madre, como lo hemos visto en diversas investigaciones”.
• Pese a que en lo discursivo los hombres manifiestan una amplia aceptación, cada vez
mayor, por las demandas de las mujeres, al momento de evaluar lo declarado no se
observan cambios significativos en lo atinente a relaciones más justas y paridad en los
trabajos domésticos.1 Los varones/padres no han hecho del trabajo doméstico una
actividad permanente, compartida con su pareja; en el espacio de lo doméstico los
cambios son mínimos. Los escasos cambios efectuados por los hombres para ingresar
al mundo doméstico se pueden asociar a la resistencia que oponen a perder derechos y
ventajas, manteniendo una posición privilegiada.
• según los propios testimonios, los varones se involucran en mayor o menor medida en
lo doméstico cuando hay una destacada autonomía alcanzada y demostrada por la
mujer
1
Según Olavarría (2005), lo doméstico tiene dos planos: lo doméstico referido a la reproducción generacional (la
crianza y acompañamiento de los hijos) y lo doméstico referido a la autorreproducción de la familia
(alimentación, vestuario, aseo y ornato, etc.)
22
inicio de la relación de pareja le permiten a la mujer negociar de mejor manera la
participación del varón.
Elsner y otros (2006, p. 66) plantean que “mientras los roles laborales tienden a ser claramente
delimitados y formalmente definidos y enseñados, el rol del padre es un rol complejo, más
fluido, no sujeto a pautas determinadas ni a un aprendizaje formal. De esta forma la
maternidad resulta como de exclusiva competencia de las mujeres, que evitan la intromisión
del padre, conservando para sí una esfera de poder en las relaciones familiares”.
Se observa una resistencia de las madres a compartir la crianza. "Todos los estudios muestran
que para que el padre se involucre, es necesario que la mujer ponga algo de su parte" (Radin
1983, en Badinter 1993, p. 297). Badinter (1993, pp. 300-301) habla de dos modelos de
colaboración de los padres:
23
otro. Los mayores inconvenientes de este modelo se producen cuando entre los
padres no está claro a quién le corresponde hacer qué. La constante doble
responsabilidad conduce a un exceso de atención sobre el niño, que produce niños
que demandan constante atención. A su vez, cuando los padres siempre le dan
prioridad a los hijos, pierden intimidad de pareja relegando sus intereses personales
y sexuales. Practicar la parentalidad igualitaria requiere de negociaciones;
b) los padres y madres se reparten el trabajo por mitades: igual participación, pero con
tareas diferentes. Esta es una forma de organización que permite economizar
tiempo, lo que permite que el niño tenga acceso a ambos padres.
La autora plantea que los hijos no son mucho más hijos de la madre ni del padre: son de
ambos dos en filiación patrilineal y matrilineal. Los lazos genealógicos son con la familia
materna y paterna. No tiene fundamento que siga dominando el principio masculino o
viceversa. Tampoco se justifica el paternocentrismo de un lado y el maternocentrismo del
otro. No tiene lugar la autoridad del mando, la subordinación de las mujeres y la
dependencia de los niños. Los mundos calificados como "sensible" de las mujeres e
"inteligible" de los hombres necesitan integrarse. La familia afectiva de nuestros tiempos
está buscando nuevos modos de parentalidad.
• son hombres provenientes de las clases medio-altas, con formación e ingresos que
corresponden a los del ciudadano medio
• tienen una profesión que les permite, como a su mujer, disponer con mayor libertad
de su tiempo
• su satisfacción paterna está ligada a la libertad de elección
• están dispuestos a "compartir" con la madre, pero no a invertir los papeles
• tienen un sentimiento de rechazo por la cultura masculina tradicional
• por ningún motivo quieren reproducir el comportamiento de su propio padre "frío y
distante"; quieren reparar su propia infancia
• viven con mujeres que no están interesadas en ser madres de tiempo completo
24
Más que un ajuste de cuentas entre mujeres y hombres, se trata de definir y practicar una
relación cotidiana de igualdad y reconocimiento mutuo profundo cuando se establecen roles
complementarios. Una de las conquistas del período histórico que les toca vivir a hombres y
mujeres hoy día consiste en la libertad de elegir cómo quieren vivir; son sujetos de su propia
historia (sujeto biográfico) y van tejiendo su biografía a través de múltiples pequeñas y
significativas decisiones cotidianas. Hombres y mujeres tienen voz y son parte de un
movimiento cultural, psicológico y social constante. No tienen porqué responder a
estereotipos y mandatos, especialmente cuando los hacen infelices.
Pueden coexistir modalidades de pareja y familia diferentes, siempre que respeten los
derechos humanos fundamentales. Se trata de rescatar
el abordaje singular que cada pareja construye en su espacio privado, tratando de conciliar
necesidades individuales (proyecto personal), de pareja (proyecto de pareja) y las necesidades
del niño.
Dentro de una misma cultura y para qué decir en el abanico de diferentes culturas, coexisten
una variación indefinida de modalidades de organización familiar. La familia ya no se apoya
en un orden inmutable.
Pruett (2001, p. 37) sostiene que si bien una lista de conductas no puede abarcar todos los
aspectos importantes de la paternidad comprometida, esta debería incluir las siguientes
características cotidianas que pueden considerarse indistintamente propiedad de ambos
géneros:
25
ii) Sentirse emocionalmente comprometido
iii) Ser físicamente accesible
iv) Ofrecer apoyo material para sustentar las necesidades del niño
v) Ejercer influencia en las decisiones relativas a la crianza del niño
Badinter (1987), anuncia el fin del modelo complementario, caracterizando la relación basada
en el modelo de semejanza como ventajosa, en cuanto se gana en la calidad de la
comunicación y la solidaridad. Meler (1998) plantea que muchos conflictos conyugales
encuentran una clave explicativa en la incómoda coexistencia entre lo que deseamos hace
conscientemente y nuestros modelos identificatorios provenientes de generaciones anteriores.
Sentirse hijo del padre es tan fundamental para el desarrollo del individuo como el hecho
mismo de serlo (Arminda Aberasturi)
Pruett sostiene que, en términos prácticos, la paternidad implica ayudar con las cuentas o
pagarlas, participar en la atención del bebé cambiando pañales, bañándolo y dándole de comer;
establecer disciplina, vendar una herida, ayudar con los deberes escolares, llevarlo y traerlo de
la escuela y de las actividades de fin de semana, acompañarlo al pediatra, conocer a sus
amigos, las pasiones, los temores y amores del hijo. Como decía un paciente, “la paternidad es
casi todo lo que yo deseaba que papá hubiera hecho conmigo, pero no lo hizo” (p. 38).
Olavarría (2001) plantea que el padre es un personaje que está siempre presente en la
subjetividad de los varones, incluso en aquellos que no lo conocieron y lo vieron en contadas
ocasiones. "En torno a esta figura se construye una persona con una identidad con la que se
dialoga y se compara. Los propios padres, presentes o ausentes, activos o inactivos, van
configurando referentes y modelos más cercanos en el aprendizaje de la paternidad. A través
de ellos y de los significados que transmitieron y / o siguen transmitiendo y –particularmente
por la mediación de la madre–, los varones se identifican con una paternidad que "les
corresponde", modelo a imitar o, por el contrario, con la que desean diferenciarse" (Olavaria,
26
2001, p. 53). El hecho de convertirse en padre puede gatillar una lucha de identidad en un
hombre que, careciendo de modelos en el pasado, no tiene ninguna certeza acerca de cómo ser
padre estando presente para sus hijos (Osherson, 1993).
Interesante resulta el planteamiento de Dor (1989), que desde el psicoanálisis plantea que la
dimensión del Padre simbólico trasciende a la contingencia del hombre real, lo que hace que
no sea necesario que haya un hombre para que haya un padre. Basta que el padre exista en el
discurso de la madre en forma tal que el niño pueda oír que el propio deseo de la madre está
referido a él o que lo estuvo al menos durante cierto tiempo.
27
4. Objetivos
Objetivo General
Describir las percepciones de los padres en torno de los elementos que facilitan o dificultan el
ejercicio de su derecho y responsabilidad de paternar en el núcleo de la vida familiar
cotidiana.
Objetivos Específicos
a. Describir cómo perciben los padres el significado de las actividades rutinarias de
cuidado del hijo o hija.
Preguntas directrices
• ¿Cuáles son las actividades que el padre comparte con su hijo o hija?
• ¿Cuáles son los obstaculizadores y facilitadores para involucrarse en actividades de
cuidado diario del niño o niña?
• ¿Cómo experimentan los hombres las actividades relativas a la crianza de su hijo o
hija?
• ¿Existe un compromiso emocional con el cuidado y desarrollo del niño o niña?
• ¿Cuáles serían algunas características de la (s) modalidad (es) de pareja que favorecen
un paternaje activamente implicado?
28
5. Metodología
Para un estudio exploratorio abierto a reconocer las cualidades emergentes, resultó adecuado
ocupar la Teoría Fundamentada. En esta última, el planteamiento básico de investigación
en las ciencias sociales consiste en que la teoría se elabora y surge de los datos obtenidos en la
investigación (Álvarez-Gayou, 2003). La teoría se enfoca en la manera en que los individuos
interactúan con el fenómeno que se estudia; es descubierta, desarrollada y provisionalmente
verificada a través de la recolección y análisis sistemático de información relacionada con el
fenómeno estudiado.
29
países. Se hizo una aproximación naturalista en la recolección de los datos. Está en
construcción una pauta de entrevista.
30
educacionales y con acceso directo a los apoderados: profesor/a jefe, orientadora,
coordinadora de ciclo y/o encargado de la pastoral.
En 5 casos el lugar de las entrevistas fue la consulta privada y con un padre se realizó en su
hogar. Cada una de las 5 entrevistas tuvo una duración de 90 minutos.
Edad
Entrevista Estado Total de Nivel
Edad Ocupación Hijo
Padre civil hijos Socioeconómico
Foco
Varones
René 7 años
42 años Casado trabajador 15 y 7 Bajo
(I)
años
Varón 21
Roberto
años
(II) 47 años Casado trabajador 12 años Bajo
Mujer 16
Mujer 12
José
Varones
(III) 10 y 11
45 años Casado trabajador 17, 11 y Bajo
años
10 años
Francisco
Varones
(IV)
42 años Casado trabajador 6 años 19, 17 y 6 Bajo
años
Mujeres
Juan Convi-
43 años trabajador 8 años gemelas Bajo
(V) vencia
de 8 años
31
Se solicitó un consentimiento informado a cada participante, en que este autoriza a la
investigadora para entrevistar a los sujetos que requiere la muestra. El guión temático de las
entrevistas se encuentra en el Anexo 2.
Se aplicó una entrevista semiestructurada que se focalizó en una lista de preguntas con las que
se sostuvo la entrevista, sin contrastar con una teoría, modelo o supuesto determinado como
explicación del problema. Sí se tuvieron algunas ideas fundadas en las que se desea
profundizar y hallar algunas explicaciones/pistas que facilitaron la implicación del hombre en
la crianza de los hijos. Algunas preguntas pudieron permitir que el entrevistado clarificara sus
propias ideas.
32
Se utilizó grabadora, ya que permite registrar con fidelidad todas las interacciones verbales
que se producen entre entrevistadora y entrevistado; y posibilita, además, prestar mayor
atención a lo que dice el informante, favoreciendo así la interacción entrevistador-entrevistado
(Rodríguez y otros, 1999). Cada entrevista se transcribió de inmediato, para revisar los datos
recolectados e identificar áreas que requerían ser consideradas para las próximas entrevistas.
Para los fines de esta investigación los resultados serán descriptivos, orientados a tipologías
descriptivas y también analítico-relacionales, tendientes a crear un modelo teórico.
33
6. Resultados
Análisis Descriptivo
“Para mí no es suficiente trabajar y aportar con el dinero. Necesito aportar con las cosas
fundamentales de la familia. Si voy a una reunión o se solucionan problemas de mi hijo mayor
o menor, yo creo que es un aporte. O cuando me cuenta algo que para él es algo muy
importante o muy privado, entonces siento que hice algo muy importante, que pude llegar a él;
ya sea por la comprensión, el amor, la paciencia o por la forma en que uno tiene de actuar” (
I, 115)
I. 1 Los padres activamente involucrados con sus hijos/as valoran el tiempo compartido
En la vivencia del tiempo, los padres activamente involucrados establecen la paternidad activa
como una prioridad. Desde la necesidad propia y la necesidad que perciben por parte del
niño/a, se hacen física y psicológicamente presentes. Es un deber y también un gusto compartir
tiempo con su hijo/a. Su presencia se relaciona con actividades dentro y fuera de la casa: con
prácticas de cuidados diarios, tareas educativas, actividades recreativas y/o religiosas. Para los
padres, las horas que comparten recreativamente con su hijo/a tienen una connotación
especialmente gratificante. Asimismo, valorizan el trabajo y las actividades que él y/o su
pareja realizan en el interior del hogar.
34
I.1.a Los padres activamente involucrados sienten la necesidad y el deber de compartir
tiempo con sus hijos/as:
Necesitan Plantean que Como sea el papá tiene que estar en todas y darse su tiempo III,
compartir “hay que” 82
tiempo con hacerse Al ser papá hay que hacerlas de mamá también V, 22
su hijo/a presente Los padres no pueden abandonar a sus hijos III, 64
No es nada del otro mundo estar todo el día con las hijas V, 10
Visualizan que Su hijo menor es el más beneficiado por el tiempo que le dedica
el hijo/a IV, 30
necesita de su Lejos de él, en las vacaciones, las hijas se enfermaron y
tiempo preguntaban por él (adelantó sus vacaciones y se reunió con ellas).
La familia en el sur se dio cuenta de que las hijas tenían “papitis”
V, 162.
Si él faltara, echarían de menos su alegría, la conversación y su
presencia que da seguridad III, 212
El padre activamente involucrado con su hijo e hija siente la necesidad de compartir con su
hijo/a y hacerse presente física y psicológicamente. Perciben que padre e hijo/a se benefician
mutuamente del tiempo que pasan juntos. Los hijos foco de las primeras 4 entrevistas son los
hijos/as menores, con los que el padre trata de revertir la falta de tiempo que tuvo con los
mayores.: “ …estoy mucho más conforme ahora, al tiempo que yo le estoy dedicando en este caso, al menor,
que a los anteriores”(IV, 30). No dedicar suficiente tiempo es interpretado como una forma de
abandono y en ese contexto aparece también un “deber estar” con su hijo o hija, un “deber
estar” que está ligado a un sentido de responsabilidad paternal.
35
I.1.b Los padres activamente involucrados comparten actividades con sus hijos/as:
pasar muchas horas con sus hijas gemelas y asume múltiples tareas de cuidado diario: “De
repente estoy todo el día con ellas, desde el desayuno hasta la once, también tengo que lavarlas, yo baño a mis
hijas, si no son cosas del otro mundo” (V, 10). También da cuenta de que acompaña o se hace cargo
de las tareas escolares de su hijo/a y lo va a buscar al colegio: “de repente hay un día o a veces dos
días a la semana que tengo libre y tratamos de compartir lo que son las tareas” (II, 30).
El padre destina tiempo para actividades recreativas dentro y fuera del hogar, actividades que
tienen una connotación muy positiva para él y su hijo/a: “las veces que yo salgo a jugar con él a los
juegos me gusta harto jugar con él, es lo que más me gusta, no me cansa ni me da lata llevarlo a jugar, ni a los
columpios ni a correr” (IV, 44). Para un padre ir a la iglesia con su hija es una actividad relevante:
“…los momentos que más compartimos con ella son en la iglesia, ella es acólito, yo recuerdo su primera
comunión, cuando hemos compartido retiros, siempre como muy regalona del papá, muy a la par conmigo” (II,
14; II, 16). Suelen ser actividades que realizan con su hijo/a sin presencia de la madre, es un
36
I.1.c Los padres activamente involucrados con sus hijos/as valoran el trabajo “puertas
adentro” de la casa:
El rol dentro Resalta el rol Ella se lleva el mayor peso de la casa I, 137; I, 151
de la casa es de su señora El rol más importante de su señora es ser madre II, 140
valorado Ser dueña de casa debe ser motivo de orgullo III, 82
Valora que su señora se haya quedado en la casa IV, 173
Un padre cuya esposa también trabaja fuera del hogar dedica tiempo al trabajo doméstico: “En
este minuto desgraciadamente ella tiene el peso. Lo que sí yo puedo aportar cuando yo llego.
Adelanto la parte escolar, si hay algo que planchar yo plancho, si hay algo que lavar, o la
espero con once para que este tiempo no se pierda o voy a buscar a una persona que me cuida
el pequeño. Cuando yo llego temprano, lo voy a buscar antes y adelanto tareas. Vivimos
desgraciadamente de la hora, de un tiempo corto, pero igual hay tiempo para todo” (I, 137).
Otro padre que de día está a cargo de sus hijas gemelas mientras su señora trabaja, se siente
orgulloso de revertir el concepto de masculinidad tradicional: “Dentro de la casa yo hago todo lo que
hace una mujer dentro de la casa, desde aseo para arriba, hasta camas. Porque yo también me coloco en el lugar
de mi señora, que ella trabaja en el casino y trato de que cuando ella llegue a la casa, que llegue a descansar no
más” (V, 37). Se pone en el lugar de ella y busca no recargarla de deberes domésticos.
El padre activamente involucrado con su hijo/a valora el rol que cumple su esposa en la casa:
“…yo estuve tres días al cuidado de mis hijos y no quería más, ahí yo pude apreciar lo que es
ser dueña de casa…que el planchado, que el lavado, que tener preparado listo para lo del
colegio, la ropa, que peinarse, que calentar la comida, que hacer el aseo, que la cama, oiga, es
constante” (III, 82, III, 84).
Un padre se percibe que de día no es bienvenido en casa: “la mayoría de las veces es el
hombre que sale de la casa, la mujer está más en la casa. El día que el hombre está más en la
casa con permisos que ha peleado, qué se yo, son cosas que a mí me pasan y le pasan a
muchos…estando en casa como que uno molesta …no hay espacio para uno, será que uno
37
mismo a lo mejor se lo cierra, no sé” (II, 132; II, 134). A ratos siente que incluso podría ser
reemplazable como padre.
I.2 Los padres activamente involucrados buscan maneras de conciliar el trabajo con el
tiempo dedicado a sus hijos/as.
Los padres activamente involucrados con su hijo/a buscan la forma de conciliar su actividad
laboral con el tiempo dedicado a sus hijos. Aunque en ocasiones el trabajo puede absorber
mucho tiempo y energía, plantean que el rol de proveedor económico principal o
complementario no basta para percibirse como padres suficientemente buenos. Su identidad
integra la función proveedora con la función de paternaje vinculado a la dinámica familiar.
El padre activamente involucrado con su hijo/a no concibe que su aporte a la familia sea
solamente como proveedor económico. Los padres buscan aportar lo necesario para el
mantenimiento de los hijos, al mismo tiempo que manifiestan que no basta con cubrir las
necesidades materiales para ser un buen padre; se deben cubrir otros aspectos de la paternidad,
como el cuidado, el afecto, el dedicar tiempo a los hijos para compartir una serie de
actividades: “con los años que he vivido, yo creo que hay formas y formas de demostrar el cariño. Hay
personas que se dedican a darle en el gusto en todo y otras personas que se dedican a compartir con los hijos, yo
prefiero eso, aunque hago de todo un poco” (I, 32). Aquí compartir tiempo con los hijos es sinónimo de
cariño.
Un padre trata de dedicarle casi todo su tiempo libre a la familia y los hijos: “…yo no soy una
persona que voy a carretes, voy a asados con mis amigos, porque en realidad, creo que si lo he hecho ha sido en el
trabajo, un ratito después de la hora de trabajo, no más allá de una hora prudente tampoco” (IV, 58). La
38
familia”. Aunque este padre en otro momento de la entrevista expresa que su señora es la que
domina dentro del recinto de la casa, ello no ha significado que se reste de ese ámbito. Este
padre incluso se cambió de trabajo para estar más presente para los hijos: “En realidad yo llevo
casi veinte años trabajando en esto y antes los veía menos todavía y tenía casi el mismo cargo, pero tenía menos
tiempo y ese fue uno de los motivos porque yo me cambié de trabajo” (IV,26). Los horarios de trabajo son
fluctuantes y muy absorbentes: “lo que pasa es que yo tengo un puesto de responsabilidad y por eso no
tengo horario. Horario de entrada y salida no tengo. O sea, yo normalmente estoy llegando a las doce de la noche
a la casa; los fines de semana que han sido ya casi un mes y medio que estoy, trabajo igual los sábados pero me
voy más tarde o me programo y trabajo hasta las dos, tres de la tarde y me voy a almorzar con ellos el día sábado,
en lo posible” (IV; 20). Además, trabajo y vivienda se sitúan a larga distancia. Este padre trata de
ir compatibilizando lo mejor posible el tiempo de trabajo con el tiempo para su hijo menor: “
…en lo posible he mejorado los tiempos, sobre todo los fines de semana para estar con él. Antes, con mis otros
hijos yo difícilmente podía ir al cine con ellos, con este sí voy al cine, voy a ver todas las últimas películas” (IV,
28). En contraste con la situación que vivieron con él sus hijos mayores, siente que su hijo
menor se beneficia del tiempo que hoy día puede dedicarles: “…él bien lo sabe, a su corta edad uno le
va explicando y tratando como papá de no cometer los mismos errores por la necesidad, no porque no haya
querido con los anteriores. El primero, después el segundo y el tercero que yo creo que es el más beneficiado de
esta situación. Entonces, yo creo que estoy mucho más conforme ahora, con el tiempo que le estoy dedicando en
este caso al menor, que a los anteriores” (IV, 30). Ese tiempo que fue ganando para estar con su hijo, lo
padre plantea que es su señora la que está dedicada a los niños, él no se resta y da cuenta de un
compromiso activo con la crianza y educación de sus hijos.
39
I. 3 Los padres activamente involucrados con sus hijos/as pertenecen a modalidades de
relación simétricas y/o complementarias
Un padre plantea que por la situación económica tuvieron que salir a trabajar ambos y armaron
un sistema de trabajo compatible con el cuidado de las gemelas: “ahora estoy trabajando en lo que es
seguridad, normalmente por las niñas estoy trabajando de noche” (V, 32). El padre, cuya esposa también
trabaja fuera del hogar, muestra una relación más simétrica con tendencia a igualar su
conducta recíproca en un contexto de respeto, confianza y confirmando el self del otro. Él
conversa con ella: “…conversamos las cosas que le han pasado a ella esta mañana o me dice ella si la puedo
acompañar a lar reunión para que vayamos los dos, porque igual yo me considero una persona tímida” (I, 51). Es
una pareja que a la par invierte recursos y tiempo en la educación formal e informal de los
hijos: “él me despertaba a mí o a mi señora para que lo fueran a dejar al colegio” (I, 71).
Otro padre da cuenta cómo comparten a la par la ida al médico: “Cuando el niño está enfermito,
resfriado, yo voy al trabajo, a la oficina y me vengo, salgo y yo puedo salir porque tengo hartos eventos fuera… y
lo voy a buscar, con mi señora lo llevamos al médico. Participo igual de la compra de remedios, de su ropa …y
con él haciendo tareas” (IV, 36). Este mismo padre también siente que su señora es la que domina
dentro de la casa, pero rescata las instancias en que logra incorporarse a algunas actividades
domésticas: “Mi señora es la que domina dentro del recinto de la casa, sus espacios están todos dados, ella sabe
40
lo que hace y yo ahí quedo pagando, poco tengo que hacer ahí yo; entonces trato de hacer cualquier cosa, a veces
cocinamos juntos o hacemos el desayuno” (IV, 80).
Desde la preocupación por el bien–estar del hijo, él nota y le comenta a su señora que el hijo
está aproblemado y ella reacciona proponiendo que lo lleven ambos al psicólogo: “incluso nos
hicieron la parte familiar y con el tiempo fuimos a varias sesiones” (III, 38; III, 40). El padre activamente
involucrado se hace el tiempo para buscar ayuda externa para su hijo y hace alianza con su
señora por el interés común de sacar adelante al niño.
El padre intercambia diferentes conductas con su pareja. Frente a ciertas situaciones del hogar
y los hijos/as, los padres toman posiciones diferentes, sin que una sea mejor que la otra y el
comportamiento de uno favorezca la conducta del otro y viceversa: “… si a mi señora se le acaba la
paciencia, continúo yo, ya sé que ella tiene más cosas que hacer y yo puedo aportar” (I, 149). Este padre trata
de no recargar a su señora con el trabajo que implica la vida del hogar; se da cuenta que puede
aportar estableciendo así un balance que no sobrecargue a su pareja.
A la señora de otro de los padres no le gusta salir a jugar con el niño: “está bien, ella está de lunes a
viernes y a veces los sábados con él y al final ella necesita su tiempo, su espacio y hay momentos en que a veces
sí me ha acompañado…” (IV, 50). Este padre se pone en el lugar de su señora y entiende que ella
necesita un tiempo para ella, así como él necesita un tiempo a solas con su hijo. Resulta
interesante lo que este padre manifiesta en relación con el tiempo y espacio individual: “ Claro,
uno necesita estar solo, uno necesita su tiempo, su espacio, pero que uno lo puede manejar y lo puede hacer en
ciertos horarios. Pero es que va en la persona, su personalidad, su carácter, como uno puede hacer las cosas y para
mí el tiempo que yo pueda darle a mis hijos yo se lo doy (IV, 56). “El espacio que es para uno, yo casi no me lo
doy…solo cuando veo fútbol, ocasionalmente voy al estadio, pero me siento incómodo…llevo veinte años casado
y ha sido un esfuerzo superarse y tratar de alimentar a los hijos…no reclamo ese espacio porque a mí los espacios
que yo tengo y disfruto son con la familia” (IV, 58).
41
El padre que está todo el día a cargo de la casa y las gemelas, plantea que toma roles de madre
y padre: “cuando nacieron mis hijas mi vida cambió, o sea, el papá es papá y si hay que hacerlas de mamá hay
que hacerlas de mamá también…” (V, 22). Este hombre trata de que los roles complementarios no se
vuelvan rígidos como para que él se resienta con su señora y por momentos busca introducir
mayor simetría en la relación: “…no tampoco que se me suba al piano, también hay cosas que tiene que
hacerse cargo ella, de repente chocamos en eso” (V, 38).
Un padre plantea que para los niños/as es mejor cuando ambos padres no están fuera de la
casa:
“…Yo les quiero dar una buena educación, quiero darles buenos principios; ahora la juventud, por parte de los
padres no hay interés, el hecho de que estén trabajando los dos, se apartan y yo me he dado cuenta que muchos
padres están separados, que los hijos están con problemas porque están trabajando los dos, no hay preocupación
para el hijo, que le pasa hijo, qué le ocurre ¿algún problema?, porque yo he disfrutado a mis hijos” (III, 14).
Para otro padre también aparece como esperable esta repartición de trabajo: “La mayoría de las
veces, el hombre es el que sale de la casa, la mujer está más en la casa. El día en que el hombre está más en la
casa con permisos que ha peleado - son cosas que a mí me pasan y le pasa a muchos –, estando en la casa como
que uno molesta” (II, 132).
42
siempre le dije que él tiene que confiar, cualquier cosa estoy yo o si no su madre. Mi señora siempre … a veces
estamos los dos presentes” (I, 77). Este padre no delega la relación con el sistema escolar en la
Cuando se produce un desbalance en las responsabilidades que cada cual de la pareja asume en
el hogar, él o ella hacen su reclamo. Aquel padre que está de día a cargo de las gemelas: “ …me
costó mucho con mi señora llevar adelante la parte higiene de la casa, hemos peleado varias veces por eso. Es
muy dejadita en cuanto a eso y también muy dejadita en cuanto a las niñas, en cuanto a la higiene” (V, 128; V,
130). Se irrita cuando debe recordarle lo que tiene que hacer: “Aquí hay diferencias de repente …que
haz esto, haz lo otro, de repente me llega a dar rabia porque estoy todo el día con las niñas y de repente tengo que
andar diciendo las cosas que ella tiene que hacer y sabiéndolas que tiene que hacerlas (V, 134)…normalmente no
alcanzo a plancharles la ropa a mis hijas y eso me ha pasado varias veces, entonces de repente a mí como hombre
me da lata” (V, 136). Desde la perspectiva de él, la mujer que tiene varios años menos que él se
pone en una posición que le exige a él un rol protector que le produce cierta ambivalencia.
Otro padre recibe el reclamo de su señora en cuanto a que debiera asumir más tareas
domésticas y de crianza: “ El aseo a mí no me gusta …son tantos años ya, que al final uno se acostumbra, se
habitúa a un sistema que le parece que está bien así (IV,157)…a veces cuando ella reclama, yo entonces ya, yo
cocino y ¿qué vamos a hacer de almuerzo?” (IV, 159). Bajo cierta presión de la mujer, este hombre
trata de darle en el gusto y colaborar un poco más en aquellas tareas que no le agrada realizar
43
I.3.e Para los padres activamente involucrados con su hijo/a, no es fácil conciliar una
paternidad (maternidad) comprometida con un espacio de pareja:
Un padre parece tener pocos momentos de espacio exclusivo de pareja; priorizan el subsistema
parental por sobre el conyugal: “Nos dedicamos 100% a ellos, a pesar que nos dejamos a un lado a nosotros
como pareja; porque como le digo uno va enfocado a los hijos, uno quiere lo máximo para los hijos” (III,190).
Otro padre le propone a su señora que salgan juntos y le recuerda que su primera lealtad es con
su familia actual y no con su familia de origen: “ Es que de repente en ese sentido mi señora es un poco
fome, le digo que salgamos y dice no, no quiero (II, 142)…claro, yo no estoy para rogar a nadie, de repente por
ejemplo digo: acuérdate que cuando nos casamos fue bien claro, tú tienes que dejar a tu padre y a tu madre para
formar una familia. Tu padre y tu madre dejan de ser tu familia para empezar a formar otra” (II, 144).
En otra entrevista el hombre busca junto con su señora un momento para conversar en
privado, especialmente cuando no quiere hacer partícipe a sus hijos de ciertos temas que
debilitarían el rol de padres:
“Cuando estamos conversando en privado con mi señora, vamos a conversar afuera, tal vez
ellos no están al tanto de la situación, de lo que pasa y esas debilidades son peligrosas porque
los niños manejan a los padres” (III, 142).
Los padres activamente involucrados con su hijo/a tienen la capacidad de recordar el impacto
que, desde su propia biografía, tuvo la cantidad y calidad del tiempo compartido con su propio
padre. Valoran enormemente los recuerdos que abrigan de momentos compartidos con su
padre. Aunque en ocasiones se duelen cuando recuerdan el poco tiempo que pudieron
compartir con su padre, rescatan el esfuerzo que este realizó vinculado con el trabajo fuera del
44
hogar; los padres activamente involucrados con su hijo/a revierten esta historia, mostrando
voluntad e iniciativas concretas para dedicar mejor y más tiempo a sus hijos.
“Yo sé que mi madre estaba poco tiempo conmigo, porque ella tenía que trabajar, mi padre igual” (I, 183)
Los padres se duelen y sienten rabia cuando recuerdan el poco tiempo que sus propios padres
dedicaron a ellos. Refiriéndose a su propio padre, un entrevistado menciona la molestia que le
producía que su padre le quitara tiempo de atención por ver tanta televisión, pero atenúa esa
sensación afirmando que era una persona sacrificada y trabajadora: “Yo creo que nadie quiere ser
malo a propósito (I, 117), “…era de normas, una persona de sacrificio y trabajo. Lo que yo detesto y a lo mejor
por eso yo quedé traumado, es que era muy televisivo (I, 123; I, 125)…El poco tiempo que él tenía se lo dedicaba
a la tele, creo que se perdió mucho tiempo y la otra es que me habría gustado que hubiera estado presente en el
colegio…él siempre delegaba a mi madre y al último los mayores nos encargábamos de los más pequeños de una
asistencia permanente. En la ausencia…me he dado cuanta que uno puede tener muchas cosas que hacer, pero
uno puede programar, puede ser media hora que esté con el hijo …mi papá tenía un restaurante y tratábamos
todos de ayudar y entonces no había mucho tiempo, todos teníamos responsabilidad” (I,127).
Resienten la ausencia del ámbito escolar: “Mi padre jamás fue a una reunión, pero él siempre era una
persona esforzada, que a pesar de que se separó…(I, 36)…me recuerdo que allá en el sur nunca a nosotros mis
papás nos tomaron un cuaderno” (V, 97).
En general, logran movilizar cierta comprensión por la ausencia paterna, cuando la razón está
relacionada con la necesidad económica y el tipo de trabajo que tenía: “Él prácticamente no vivía
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en la casa, venía cada quince días y las veces que venía era por tan poco tiempo…que yo lo veía cuando llegaba
en la mañana y cuando se iba. Entonces, así me fui criando y creando una imagen ausente de mi padre y yo nunca
reproché eso. Yo jugaba solo, siempre solo” (IV, 62).
Por otra parte, rescatan que ese padre bastante ausente al menos no se dejó ver borracho, ni les
dio un mal ejemplo: “…pero tengo que ser lo más honesto posible, ya que a mi papá nunca lo vi llegar
borracho …nunca nos dio un mal ejemplo, por el contrario” (II, 172).
Los hombres entrevistados tienden a mostrar una lealtad con la imagen del padre y una
capacidad de ponerse en el lugar de este. A pesar de esa comprensión por las razones de su
ausencia, no niegan el dolor que les provocó y son capaces de hacer un cambio en la relación
con sus propios hijos/as.
Los padres activamente involucrados valoran a su pareja como madre, tal como pueden criticar
algunas actitudes o pautas de crianza con las que no concuerdan. A su vez, reportan que su
pareja los retroalimenta positivamente como padres, especialmente en lo referido a la
responsabilidad, la protección, la enseñanza y el cariño que brinda a sus hijos.
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II.1.a Los padres activamente involucrados captan y perciben características particulares
de su hijo/a:
Valida su De alguna forma siempre los va a ver como niños III, 235;
percepción del III,233
hijo/a Sabe lo que vale su hija II, 40
Se da cuenta de que su hija es parecida a él II, 20
Los padres activamente involucrados observan la forma de ser de su hijo/a y dan cuenta de las
percepciones que tienen en relación con sus características personales. En sus hijas mujeres
valoran especialmente que sean cariñosas y lo expresen con palabras o gestos. Son valorados
aquellos rasgos que les permiten una “llegada” más fácil con su hijo/a.
Frente a la acusación de que su hija puede ser una mala influencia para otros niños, el padre
valida su percepción, distinguiendo entre una conducta específica reprobable y la
descalificación que puedan hacerle como persona: “Si me dicen que quebró un vidrio, ya,
correcto…que digan que botó un compañero porque estaba jugando, bueno; pero de ahí a decir eso… sé lo que
vale, lo que pesa mi hija, ahí si que no” (II, 40).
Este mismo padre se identifica con algunos rasgos de su hija: “Ella es muy parecida a mí, es de las
personas que si en este momento estuviera acá, en esta misma entrevista, estaría conmigo, no le quepa la menor
duda que estaría pegada a mí (II, 20). Y pone en palabras cómo la percibe: “Es muy cariñosa con la gente
que quiere, con la gente que ella quiere para ella (II, 22)…llega a ser pegajosa de demostrativa, lo contrario de
mis otros dos hijos” (II, 26). Mientras hacen las tareas ella de repente lo abraza y besa: “de la nada,
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ella es así con la gente que ella quiere (II, 68)…es muy dada, muy sensible (II, 70)…por ejemplo, si se le levanta
mucho el tono de voz altiro como que se pone alerta…también es muy dada a sus ideas, de repente hay que
decirle las cosas más de una vez para que las haga (II, 72). También se da cuenta que su hija tiene
rasgos que son comunes a todo niño/a: “Como todo niño de mente normal, no vaya a pensar que pasa todo
el día estudiando ni mucho menos, flojea como todos, pero tiene claras sus cosas (II, 36).
Aparte de lo afectiva que puede ser la hija, observa rasgos que tienen relación con un aspecto
de autoafirmación de la niña: “…de repente, cuando ella tiene la razón y sabe que tiene la razón, es cosa
seria. Sabiendo que tiene la razón, jamás se va a quedar callada (II, 100)…es muy defensora de sus principios, a
pesar de sus doce años, yo no le voy a contar cuentos a ella (II, 34) …tiene muy claras las cosas…ella sabe cómo
obtener su dividendo conmigo, su resultado (II, 108). …cuando me enojo con ella, se amurra y se queda para
adentro (II,90) …se taima un poco y se va a su pieza y se encierra (II, 92). Otro padre se da cuenta de que
sus hijos son astutos para tratar de ganar en las discusiones: “…ellos se dan cuenta, sí saben, son
vivarachos, a veces me contradicen y con base, me sacan ejemplos…” (III, 142).
El padre de las gemelas va haciendo distinciones en la forma que las percibe: “Diana es la niña
más pasiva, más introvertida, más inteligente, se guarda mucho las cosas de repente (V, 2)…en cuanto a
personalidad son distintas. La Jennifer es más como que le da lo mismo todo (V, 6)…puede andar cantando…la
Diana no, la Diana por cualquier cosita llora, es más sentimental, es más delicadita y esa es la única diferencia
que tienen (V, 8)… La Jennifer es más amorosa conmigo o de repente es media rezongona, sí” (V, 154).
Este padre se da cuenta que un rasgo de su hijo le permite tener mayor acceso a lo que le pasa:
“Trato de ponerme a la altura de él. Se acercan a mí buscándome la forma de poder llegar; mi hijo más pequeño
es como más extrovertido, entonces es como más fácil llegar a él” (I, 81). El temperamento del niño puede
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II.1.b Los padres activamente involucrados empatizan y captan las claves emocionales de
sus hijos/as:
Identifican lo Perciben las Se da cuenta que las hijas tienen “papitis” V, 162
que le pasa a claves Se da cuenta cuando sus hijos están alegres I, 91
su hijo/a emocionales de Se da cuenta que el niño necesita reconocimiento I,24
su hijo/a Identifica la rabia del niño III, 44; III, 30
Percibe las reacciones emocionales de su hijo I, 48; III, 38, 40
Se da cuenta que su hijo se angustia al ir al colegio III, 38
Aceptan que el
niño sea sensible Puede ser considerado con la sensibilidad de su hijo I, 73
y se exprese No se complica con que el niño exprese lo que siente I, 58
Los padres activamente involucrados con su hijo/a logran percibir la experiencia subjetiva del
niño/a, comprendiendo su punto de vista y sus estados emocionales; en una situación de
conflicto no sacan una conclusión sin antes ponerse en el lugar de su hija/o: “Un malentendido con
la profesora y aunque mi hija tenga razón o no, yo me pongo en un punto de vista de ella y a raíz de eso, saco una
conclusión” (II, 34).
Desde su propia experiencia de niño, puede empatizar con su hijo: “Octavio tiene 11 y Diego tiene
10, entonces lo que pasa es que yo me preocupo mucho porque yo recuerdo mi etapa, entonces yo sé que hay
ciertos problemas, va en su desarrollo” (III, 18).
En relación con la capacidad de captar las claves emocionales de sus hijos, un padre se da
cuenta cuando su hijos están alegres y puede llegar a sentir lo que se siente cuando ellos lo
pasan bien: “…juegan, cantan, yo no lo hago, me encantaría y a veces lo he hecho, pero tengo otra forma; ellos
cantan, dicen payasadas, salen corriendo” (I, 91). Este mismo padre se percata de que su hijo necesita
un reconocimiento de su buen desempeño escolar: “él salta si se saca una buena nota, yo lo salgo
persiguiendo, le hago un verdadero show, porque yo sé que son cosas para algunas personas tan insignificantes,
pero son tan importantes para él, porque aunque somos adultos igual expresan de alguna forma el cariño”. El
padre sabe que cuando hay visita, al niño no se le puede hacer esperar demasiado tiempo para
celebrarle su logro escolar: “…entonces prefiero hacer el show, lo salgo persiguiendo, lo beso, he aprendido
a ser más despierto” (I, 24).
Otro padre percibe que su hijo es de reacciones fuertes frente a situaciones que lo van
contrariando o angustiando: “Octavio tiene una reacción fuerte, como por ejemplo desde el año pasado con
la directora del colegio, no quería irme al colegio, hacía caso omiso” (III, 30)…me sentía preocupado, como
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padre uno se preocupa por el bienestar de los hijos…le dije a mi señora que el niño tenía algún problema, algo
está gatillándolo…(III,38) …yo noté que era muy angustioso para él y de a poco pasó el año, yo muy cerca del
colegio y al niño lo trataban con mucho cuidado, como él es muy sensible…” (III,73).
El padre de las gemelas da cuenta de una experiencia en que durante una separación y
distancia geográfica con sus hijas, se produce una intensa activación de los mecanismos de
apego. Actúan una suerte de protesta ante la separación de su padre; como figura vincular, él
se las arregla para hacerse rápidamente accesible para sus hijas: “Las hijas se fueron al sur un mes
antes y las hijas se enfermaron, no comían y decían que cuándo llega el papá; entonces ahí yo me di cuenta
cuando los hijos están allegados al papá. Yo tuve que adelantar mis vacaciones e irme para allá ¡Si no se iban a
enfermar! (V, 162).
Pensando en los rasgos distintivos del apego en comparación con otros vínculos afectivos, el
padre activamente involucrado con su hijo/a obtiene y busca la cercanía de la relación y, si el
niño la encuentra, ésta despierta sensaciones de consuelo y seguridad; se preocupa de que el
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niño/a mantenga esa cercanía y seguridad sentida. A este padre le interesa estar disponible
cuando su hijo/a lo necesita. Es receptivo, respondiendo a la necesidad de apoyo y protección
del niño/a: “…soy un padre muy protector y preocupado de mis hijas; por ejemplo, sé que si le pasa algo a mis
hijas, yo sea como sea llego donde ellas (V, 104). Auxiliarlas es su primera prioridad.
para que vuelva a recuperar seguridad y confort, soslayando el hecho de que desde el
establecimiento escolar pudiesen percibirlo como un padre conflictivo:” Si defender a mi hijo
resulta complicado, yo voy a hablar con el Papa, con el Presidente de la República; le dije a mi hijo que recién
cuando se sienta bien, fuera al colegio y gracias a Dios, tenía días libres, me tomé 4 o 5 días libres (I, 71)…Nadie
le dice lo que uno tiene que hacer, tuve el impulso de hacerlo, o sea, sentí lo que debía hacer. Primero la
protección de él, o sea, si el niño no quería entrar al colegio, me iba a buscar si quería que yo estuviera ahí con él
para ver cómo funcionaban las clases; el darle seguridad yo creo que lo tranquilizó mucho, además con amor” (I,
79). El sentir lo que debía hacer, da cuenta de una integración entre un impulso, una emoción y
un pensamiento propio. Y le preocupa que su hijo cuente con él y su madre como figuras de
confianza: “…siempre le dije que él tiene que confiar, cualquier cosa estoy yo o si no su madre” (I, 77).
Otro padre usa la palabra para hacerse disponible, generar confianza y tratar de tranquilizar a
su hijo: “…tengo que estar preocupado por lo que le sucede, qué le ocurre y yo le digo: hijo, si te ocurre un
problema cuéntamelo; incluso soy capaz de ayudarle y decirle: no tengas miedo, no tengas vergüenza por lo que
está ocurriendo en cuanto a la hormona, lo que está sucediendo es normal, a mí me ocurrió” (III, 20). Se podría
afirmar que el padre actúa como un regulador emocional del niño. El padre reflexiona acerca
del comportamiento del niño y responde de una manera que calma su angustia, promoviendo la
intimidad emocional. Por momentos, se observa una mentalización por parte del padre que
provee o confronta al niño con una presentación de los contenidos suyos como padre, que es
al mismo tiempo de igualdad y diferencia de los contenidos de la mente del niño.
Un padre tiene un patrón que puede generar apego seguro en la medida que da cuenta de cómo
calma a su hijo cuando está en una situación apremiante: “Hay que atenderlo, darle los auxilios si es
muy grave o no es muy grave y hablar con él, decirle que ya va a pasar, en brazos y eso…cariño, ya va a pasar…”
(IV, 106).
Otro padre se aflige enormemente cuando a su hija la operaron de urgencia: “…la niña tuvo un
momento crítico, yo casi me desmayé cuando la sacaron de donde se opera, llena de máquinas; me iba a tirar por
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la escala para abajo…es que es algo que a uno le duele, uno vé a alguien tan chiquitito, enfermito, sufriendo…es
jodido” (V,108). Puede ponerse en el lugar de la niña y, por un momento, se inunda con la
Los padres activamente involucrados con sus hijos son capaces de explicitar el amor a su
hijo/a a través del contacto incondicional y la palabra.
El padre le expresa a su hijo que aunque tenga la edad que tenga, lo va a querer igual y él va
seguir siendo padre y su hijo va seguir siendo hijo: “…lo abrazo y le digo: tú aunque tengas 30, 40, 80
años en el futuro, te voy a querer igual, te voy a mirar como hijo” (III, 233). Su cariño parece ser protector
e ncondicional: “no van a perder mi cariño, aunque tengai 40, 50 igual vai a ser mi hijo, igual te voy a ver
como guagua, aunque te moleste” (III, 235).
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II.1.e Los padres activamente involucrados se gratifican cuando su hijo/a les manifiesta
cariño y preocupación:
Cuando él llega, lo están esperando y se ponen contentos III, 212
Aprecia las Aprecia el abrazo, beso III 106; III, 233
expresiones Sus hijas siempre están a su lado abrazándolo V, 154
corporales de Una de sus hijas se queda dormida tomándole la oreja V, 154
cariño Se colocaba su hija en el pecho y ella chupaba como mamando
V, 154
Su hija se pega a él II, 20; II, 26
Le gusta cuando sale a su encuentro I, 95; I, 97
Viendo las tareas, lo abraza y le da un beso II, 66; II, 68
Valoran que Le gusta la Es rico que su hijo le diga que lo quiere y ama III, 92; IV, 110;
su hijo/a les expresión III, 106; III, 233
manifieste verbal de Lejos de él, las hijas preguntaban por él V, 162
cariño y cariño El niño busca el refuerzo de su padre I, 56
preocupación Le encanta cuando le traen un poema o escrito amoroso I, 101
por ellos
Los padres activamente involucrados valoran y disfrutan con las expresiones de afecto de su
hijo/a.
“…hay tantas cosas que me han conmovido, por ejemplo, lo que me emociona siempre a cada minuto, es que él
me salga al encuentro, a lo mejor parece ridículo, pero me gusta eso (I, 95)…él sale con pantuflas, con pijama,
chascón, como esté” (I, 97). Lo conmueve que su hijo lo haga sentirse bienvenido en casa y casi se
avergüenza por este hecho. A este mismo hombre le encanta que su hijo lo sorprenda para el
día del Padre con un regalo que contiene un mensaje de cariño. “Me encantan las sorpresas, como
por ejemplo, cuando llega el día del Padre y me trae un poema o algo escrito por su mano, unas frases de amor”
(I, 101).
Otro padre es capaz de explicitarle a cada uno de sus hijos el sentimiento de gratitud y
felicidad que le producen sus muestras de cariño y el solo hecho de su llegada al mundo: “…y
me lo dice, papá te quiero mucho, te amo, te adoro. Yo le digo: hijo, sabí, lo más que yo quiero es tu forma en que
me lo estás expresando, con eso para mí es mucho. Ustedes cuando nacieron, yo se lo digo siempre a cada uno
independiente: ustedes cuando nacieron para mí fue un regalo, fueron bienvenidos, yo salté hasta el cielo cuando
nacieron” (III, 96).
53
El padre recibe la expresión corporal de cariño constante por parte de su hijo: “…lo abrazo, lo
beso, me dice papá, te quiero (III, 106)…donde vaya me dice constantemente papá, te quiero mucho, te quiero
harto y me abraza” (III, 233). Y en medio de una actividad, el padre recibe un gesto amorosos de su
hija: “De repente uno está viendo las tareas, por ejemplo, hago cosas junto a ella y de repente ella se para así, me
abraza y me da un beso” (II, 66).
Otro padre relata una experiencia que da cuenta de que desde los inicios de su paternidad, no
ocupa un lugar secundario y complementario. La conducta de su hija también va influyendo en
los patrones de interacción actual. Se siente complacido cuando la hija, que no estaba siendo
amamantada, lo busca como padre en una función materna.
“ No sé, será la parte del hombre con la mujer, mis hijas siempre están al lado mío abrazándome, hay una que me
vé y se va al tiro a la oreja o se queda dormida con la oreja, al igual que los chanchos muerden la oreja …. Diana
tomó pecho hasta los cinco años, la Jennifer hasta los tres meses…pero lo divertido es que Jennifer dormía aquí,
me la colocaba arriba del pecho y ella en vez de mamar, me mamaba a mí y me hacía cualquier chupete. Jennifer
es más amorosa conmigo también” (III, 154). Este mismo hombre relata que cuando se le muere su
padre, llora cuando vuelve a su hogar y da cuenta de cómo sus hijas lo ayudaron a salir: “tratan
de distraerme y yo pensaba ¿Qué hubiese pasado si no hubiese tenido a mis hijas?” (V, 122).
54
Los padres activamente involucrados con su hijo/a valoran a su pareja como madre de sus
hijos/as.
Refiriéndose a un problema de salud del hijo, el padre relata que con su señora se movilizan
para que se atienda y que su señora representa para él un referente para consultar asuntos de la
crianza y educación de los hijos: “…si yo estoy más cerca del colegio puedo pasarlo a buscar, si ella está
más cerca va a buscarlo, ella me ayuda, es un 7, siempre le ando consultando todo a ella” (I, 151). Valora su
paciencia con él, resalta sus habilidades y se da cuenta que actualmente asume más
fuertemente el peso del ámbito doméstico; al mismo tiempo reconoce su capacidad de
expresarle cariño: “Me tiene mucha paciencia, me conoce y eso para mí es cariño, ella sabe que yo tengo
muchas formas de demostrar el cariño. De repente uno vive como mecanizado, pero nos demostramos el cariño.
Tiene mucha habilidad, es rápida en cosas manuales, en cosas de organizar la familia, ella ahora se lleva el peso”
(I, 153)… Cuesta. Porque el ritmo de trabajo es un ritmo agotador; entonces uno tiene que sumar una disposición
de cariño y a mí me gusta hacer cosas siempre que estoy en la casa y esto de estar en la cama viendo tele, no” (I,
159).
El padre de las gemelas opina que tiene una buena madre para sus hijas y valora especialmente
su rol de proveedora complementaria: “la preocupación por las niñas, en el mismo caso de ponerse a
trabajar, salir de la casa para ayudarme con las hijas, porque cuando quiero comprar un par de zapatos al tiro todo
es doble; entonces se hace pesado, así como están las cosas…ahora la vida está difícil, menos mal que somos
pocos, somos cuatro no más” (V, 92).
En relación con su manera de ser con el hijo/a, el padre valora que su señora sea menos
temerosa que él cuando el niño sale a la calle: “la mamá es más relajada, eso me gusta de ella y le da
más soltura” (I, 89).
Otro padre relata que ocasionalmente su esposa ha hablado positivamente de él con sus hijos y
él le valora especialmente su opción por la familia: “…el hecho de ser fiel, estar en la casa sin reproche
alguno, siendo mujer joven, dedicada, toda su juventud se dedicó a la familia, yo creo que esa es la mejor
respuesta que yo puedo tener” (IV, 173). Además de alterada, la percibe como poco comunicativa y
no las trata como a él le parece adecuado: “No conversa mucho con ellas. De repente me las grita y no
puedo meterme porque es desautorizar la orden de la mamá” (V, 72).
Los padres tienen algunas críticas con respecto a su pareja como madre. Un padre le reprocha
no haber reaccionado a tiempo cuando el niño se enfermó: “Eso fue despreocupación de la mamá, ese
día le dije Hija, lleva a la niña al médico porque no está bien. Prefirió dormir y no llevar a la niña al hospital”
(V, 108). Este padre comenta que su pareja es muy alterada y le complica que sus hijas escuchen
las peleas que tienen como pareja: “…de repente no sé si están escuchando cuando discutimos con mi
55
señora…es que mi señora es muy alterada; si yo digo que el agua es negra, para ella es blanca, me lleva la contra,
mi señora tiene ese problema” (V, 110). Tampoco le gusta que ella diga insolencias: “A mi señora de
repente le salen algunas y yo trato de que no se den cuenta las hijas” (V, 86); trata de conversar con ella
después de acostar a las niñas y lamenta que solo algunas veces su pareja le hace caso: “…de
repente me hace caso o de repente no y se va para arriba (V, 88). Este hombre reflexiona acerca del
comportamiento de ella, buscando comprenderla: “…mi señora es más fuerte, es que la vida y la crianza
de ella fue más dura; mi señora es mapuchita, la vida del mapuche es muy dura, es muy rústica, le da lo mismo si
yo tengo un montón de loza ahí, ellos no se van a preocupar de lavar un plato. ¡Esto me costó mucho con mi
señora llevar adelante! La parte de la higiene de la casa, hemos peleado varias veces por eso. Es muy dejadita en
cuanto a eso y también muy dejadita en cuanto a las niñas en la parte higiénica (V, 12)…por eso yo comprendo a
mi señora, es media enojona de repente (V, 202). También le molesta tener que andar diciéndole a su
pareja lo que debe hacer: “Aquí hay diferencias, normalmente yo tengo que andar protegiéndola, que haz
esto, haz lo otro, de repente me llega a dar rabia porque estoy todo el día con las niñas y de repente tengo que
andarle diciendo las cosas que ella tiene que hacer, sabiendo que tiene que hacerlas” (V, 134).
II.1.g Los padres activamente involucrados con su hijo/a son valorados por sus parejas
como padres:
Los padres activamente involucrados con su hijo/a afirman que sus parejas valoran de ellos
algunas características que muestran como padres.
Un padre plantea que su señora percibe que sus hijos lo quieren tanto, porque le ha dado
mucho cariño y enseñanzas: “Los tres nos quieren y mi señora dice a veces: es así, porque usted ha querido
mucho, les ha enseñado mucho, demuestra su cariño, ese carisma; y es rico para mi” (III, 110).
Cuando se le pregunta a un padre cómo cree que lo percibe su señora como padre, releva la
responsabilidad y el hecho de que es macriador: “…ella va a decir que yo soy un buen papá, que soy
responsable –estoy claro que va a decir eso–, pero también va a decir que soy un padre malcriador, porque a lo
mejor no hablo con tanta violencia, ni digo las cosas en forma brusca” (IV, 100). El que lo califique como
56
respuesta: “Es que ella se ha dado cuenta cómo soy yo, ella sabe como soy de protector con mis hijas. Yo creo
que tendría una re buena respuesta” (V, 138).
Los padres activamente involucrados ejercen un rol de autoridad cuando necesitan generar
respeto y establecer límites y exigencias. Buscan o aceptan la horizontalidad cuando se ponen
en una actitud de protección, apoyo y cariño con su hijo/a. Las reglas y normas que privilegian
en la educación de su hijo/a tienen relación con los hábitos, buenos modales, actitudes de
respeto y medidas de protección.
Con el objetivo de que se cumplan las reglas, los padres ven la necesidad de tomar medidas
disciplinarias que ejecutan a través de castigos, estrategias comunicacionales y el ejemplo por
imitar. Buscan la forma de no ejercer el control a través de medidas violentas o represivas e
incorporan valores en el ejercicio de su función normativa. Los padres observan algunas
reacciones del niño/a a los límites, que pueden activar la memoria de experiencias relacionadas
con la forma en que el propio padre ejercía la función normativa; valoran cuando los padres
actuaban sin violencia.
En pareja, los padres activamente involucrados distinguen actitudes más estrictas de actitudes
más blandas y aunque en ocasiones les resulta difícil ponerse de acuerdo en la forma de
establecer normas y límites, están conscientes de los costos de la desautorización entre adultos.
Y en el contexto de pareja, tratan de que el niño/a respete el espacio de pareja y respete a su
madre como figura de autoridad.
II.2.a Los padres activamente involucrados buscan conciliar una relación de “amigo y/o
autoridad” (horizontalidad y jerarquía) con sus hijo/a:
Como padre puede enojarse, exigir y poner límites III, 58; III, 56
Se vé como padre, a veces como amigo de su hijo III, 54
Buscan ser amigo y/o Como amigo puede competir, dialogar y jugar III, 56
autoridad para su Se puede ser amigo de los hijos, pero sin perder el rol protector y
hijo/a formativo V, 104
Si pierde firmeza, puede perder autoridad II, 84
Su hija es muy regalona de él y a la par de él II, 16
Los padres activamente involucrados con su hijo/a tratan de separar o complementar la función
afectiva y lúdica con su función normativa y formativa.
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En una de las entrevistas, un padre da cuenta de cómo distingue entre una relación horizontal y
una relación que se define desde un rol jerárquico que le permite generar respeto, exigir y
poner límites.
“ Como amigo trato de aconsejarle y que pregunte cosas, porque como amigo puedo compartir con él, dialogar
igual con él y como amigo es posible decirle: mira, en este momento voy a dejar de ser tu padre, como amigos
podemos jugar, mírame como a los amigos; pero cuidado, que después como papá te voy a exigir. Para que así
haya un respeto como papá, porque los niños se suben (III, 56)… Hay que poner un límite, yo soy tu padre
cuando me enojo y tú eres mi hijo, o sea refrescándolo, es la única forma que él analice” (III, 58).
Uno de los padres considera que un padre no puede situarse en una posición horizontal con
sus hijos, si no rescata su rol formativo y protector: “…es rico ser amigo de los hijos, pero si dentro de
esa amistad no hay una formación y no hay una preocupación y el papá solamente llega a casa diciéndose que es
amigo de sus hijos y lo demás lo deja de lado…Yo creo que soy un papá muy protector y preocupado de mis
hijas. Sé que si le pasa algo a mis hijas, yo sea como sea llego donde ellas” (V, 104).
Otro de los entrevistados considera que su hija es muy regalona y muy a la par de él: “…siempre
como muy regalona, muy regalona del papá, muy a la par conmigo en ese sentido” (II, 16). Este mismo padre
se debate entre el registro normativo y afectivo: “Es complicado, porque de repente uno dice ¿qué
hago?: si le digo que no pasa nada, voy a perder la autoridad y si me mantengo firme y deja de gritar, el papá es
un…entonces lamentablemente a uno no le enseñan a ser papá. No hay ninguna universidad que enseñe a ser
papá” (II, 84).
58
II.2.b Los padres activamente involucrados exigen buenos modales, hábitos y respeto a su
hijo/a:
Enseña buenos modales II, 185
Les importa que Quiere criar a las hijas como señoritas V, 170
adquieran Le gusta que vayan ordenadas y con buena presentación personal
buenos modales al colegio V, 16
y hábitos Evita que digan groserías IV, 84
No saben de insolencias V, 86
Le importa el lavado de dientes IV, 84
Deben aprender a extender la cama IV, 84
No comer cosas a cada rato IV, 84
Exigen respeto Le importa que respete el espacio de pareja I, 50; II, 185
por la madre y el Enseña a respetar su turno I, 150
espacio de pareja Le interesa que el niño respete a su madre II 187; III 188
A los padres activamente involucrados les importa que sus hijos/as adquieran buenos modales
y hábitos, como también se dan cuenta que a los niños no les resulta fácil asimilarlos:
“…digamos que mi señora le dice que tiene que lavarse los dientes, que en lo posible tiene que extender la cama
¡Y lo hace! Ya está aprendiendo a hacer su cama. Reglas de la casa son no a la grosería, que tiene que lavarse los
dientes, que tiene que hacer sus tareas y no andar frijoleando a cada rato y comiendo cosas. Hay reglas que tiene
que respetar aunque le cuesta, porque uno sabe que es regalón y tiene más atribuciones por ser un niño, él se da
cuenta, los niños son muy inteligentes, hay que formarle hábitos y él se tiende a aprovechar de esas cosas” (IV,
84).
Este padre inculca a los hijos lo que él mismo aprendió de niño; él lo aprendió en el colegio y
ahora es él mismo quien se hace cargo de transmitir este aprendizaje a su hijo: “…esas cosas a
nosotros nos las inculcaron en el colegio, dar el asiento…si siempre mis hijos han visto que yo he sido así, de
repente ellos lo hacen, no sé si por darme el gusto a mí o es que realmente lo ven así”. No está seguro si los
hijos imitan su comportamiento desde una motivación extrínseca o intrínseca. Y destaca que
no tolera cuando su hijo se mete en discusiones de los padres y le habla inadecuadamente a la
madre: “Yo me acuerdo que la única vez que le levanté la voz a un hijo fue cuando una vez estaba discutiendo
con mi señora y se metió y le habló mal a ella. No hay cosa que me enerve más y me caliente la sangre, me
enferma” (II, 185).
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En una de las entrevistas también aparece la necesidad de que el niño aprenda a respetar su
turno y no irrumpa en la conversación de sus padres: “…uno a veces llega en otra y conversando con
mi señora y él se enoja porque no le han puesto atención y hay que convencerlo, pedir disculpas, decirle que
estamos conversando, que no es su turno”.
A otro padre le importa que sus hijas adquieran buenos modales, pensando en un modelo de
comportamiento femenino y asumiendo que no tiene el control sobre el curso que tomará el
desarrollo de sus hijas: “Yo quiero criar señoritas para el futuro. Porque son tan chiquititas ¡uno nunca sabe
cómo van a ser!”.
El hábito de estudio aparece como un tema con exigencias más o menos marcadas. Uno de los
padres promueve el hábito de estudio: “Siempre estoy recalcándoles que estudien. Les ayudo a hacer
tareas” (V,96); otro padre piensa que no es necesario: “pensar que pasa todo el día estudiando ni mucho
menos, flojea como todos, pero tiene claras sus cosas” (II, 36). Este mismo padre se preocupa de
controlar las salidas de su hija: “Sobre todo en esta época la invitan a fiestas, yo le dije una vez ¿a dónde
vas a ir? ¿ dónde vas a estar? ¿dónde vive?. Yo soy así: bueno, si quieres ir, a la una y media acá, llegó a la una
treinta y seis, llegó corriendo, hola papito, le digo oye, no tengo nada que hablar contigo” (II, 116). Los padres
perciben que viven en un entorno riesgoso: “…yo soy muy estricto en eso, en estos momentos el pasaje
está calladito, pero comienza a las cinco de la tarde y hay que taparse los oídos de repente” (V, 82); cuando
este padre parece referirse al ruido, también se está refiriendo al mal ambiente que hay a esa
hora en su barrio. Quieren proteger a sus hijas de aquello que puede dañarlas.
60
II.2.c Los padres comprometidos con su hijo/a ejercen autoridad por medio de
estrategias diversas
Creen que el Los hijos imitan los buenos modales del padre II, 185
niño aprende Hay que dar el ejemplo, porque de otra forma se desautoriza como
por imitación padre V, 170
Los padres activamente involucrados con su hijo asumen una función normativa, buscando
diferentes estrategias para lograr que asuman ciertas reglas y límites.
Los padres toman medidas disciplinarias que tienen como objetivo lograr que el niño/a
cumpla ciertas reglas:
Un entrevistado sostiene que tratar a los niños con agresividad tiene un impacto negativo sobre
ellos: “ Si se trata a un niño con agresividad, ese niño psicológicamente crece con otra mentalidad” (V, 170).
Este padre considera que poner ciertas normas es parte de su rol formativo con sus hijas: “salgo
a pasear con ellas, juego con ellas y de repente también les aprieto las clavijas, porque también está la formación
de un niño” (V, 10).
Sus medidas disciplinarias no incluyen castigo físico: “…un palmetazo de un hombre a un niño es algo
muy chocante, que le quede la carita coloradita ¡yo a mis hijas nunca! (V, 168). Este mismo padre opina que
si da un mal ejemplo a sus hijas, pierde el derecho a exigirles lo que él mismo no cumple: “…si
yo les doy el mal ejemplo aquí en la casa ¿con qué valor yo después les voy a criticar algo más adelante?...no hay
que dejarles hacer todas las cosas que ellas quieran, hay cosas que hay que quitarles a los niños” (V, 170). A
otro padre le cuesta llamarle la atención a sus hijos y como el entrevistado, también reprueba
61
la violencia como forma de disciplinar al niño, aunque en algunas ocasiones parece recurrir a
la palmada: “…de repente hay que llamarle la atención y a mí no me gusta llamarles la atención…hay veces
que hay que hacerlo de la forma que corresponde, sin ningún tipo de agresividad, eso no me gusta (IV, 78)…a lo
mejor yo he malcriado a mi hijo, porque a mí en realidad no me gusta retarlo, me cargan los gritos, yo no quiero
ser un padre violento, así como no lo fueron conmigo…las cosas a veces no se hacen hablando, sino que ahí hay
que apretar fuerte y de repente le da su palmada en el poto ….cosas normales, pero no más allá…por el mismo
carácter de los hijos” (IV, 90).
Este padre también apuesta al ejemplo que le da a sus hijos para que adquieran ciertos modales
y es estricto cuando su hijo se porta mal con la madre, amenazándolo con una cachetada:
“…esas cosas a nosotros nos las inculcaron en el colegio, dar el asiento…si siempre mis hijos han visto que yo he
sido así, de repente ellos lo hacen, no sé si por darme el gusto a mi o es que realmente lo ven así (II, 185)…de
hecho le dije: mira Felipe, te puedo aguantar muchas cosas, pero la próxima vez que le vuelvas a hacer eso a tu
madre, me importa un pucho que tengai 20, 30 o 40, la cachetá de payaso te va a llegar igual, que te quede
clarito. Nunca se le olvidó y a mí tampoco” (II, 187). Este mismo padre, cuando se trata del aspecto
religioso no obliga, sino sugiere : “Nunca obligando, creo que siempre como sugiriendo ciertas cosas,
entonces ellos lo toman o no lo toman, está en ellos querer hacerlo o no, pero ellos felizmente lo toman” (II, 199).
Otro padre opta por dejar al niño un rato solo cuando quiere mantenerse firme con una
sanción: “…al final lo dejo solo, yo al menos trato de ignorarlo en esa parte” (IV, 104). Este mismo padre
explica a su hijo el motivo del castigo, apelando a su entendimiento: “…debo hacerle entender que
el castigo por no ver los monos fue por tal o tal motivo y punto, eso es todo y no salirse…” (IV, 102).
Un padre entrevistado trata de enojarse solamente cuando las situaciones sobrepasan lo que a
él le parece soportable y se propone no incurrir en el castigo físico: “Se les pasó la mano, pocas
veces yo me enojo con ellos, yo casi soy puro cariño y cuando veo que ya es como mucho me enojo y para no
castigarlo y pegarles, los meto a la ducha” (III, 126). Otra forma de lograr que obedezcan es quitarles
algo que les gusta: “...cuando se enoja es porfiado, es la edad en que se ponen porfiados, no hacen caso, que
vuelven a hacer esto; la única forma es apagar el televisor, porque están viendo mucha televisión, que se
concentren en el cuaderno” (III, 136).
Los padres apelan a algunas estrategias de comunicación verbal y no verbal:
Recurren a la mirada y el tono de voz para hacerse escuchar: “Si se levanta el tono de voz altiro como
que se pone en alerta, también es muy dada a sus ideas y hay que decirle las cosas más de una vez para que las
haga (II, 72) …de repente se me quieren enchuecar, yo las empiezo a mirar en serio y les hablo un poquito
golpeadito y ellas contestan al tiro, no me hacen atados, ni tampoco me responden (V, 66). En este mismo
sentido, otro padre acompaña un tono distinto de voz con una pregunta que intenta comprender
lo que está pasando: “Hay que llamar la atención y levantar un poquito la voz, sin gritar mucho para no crear
62
un escándalo ni mucho menos…hay que preguntar porqué, el motivo” (IV, 88). Este mismo padre asume
que algunos retos pueden tener más relación con un estado de ánimo suyo que con una
situación que generó el niño: “…también como padre se cometen errores cuando se está estresado, está
preocupado por el cuento del trabajo, las cuentas, de repente todos andamos medios justos con el tema plata…y
hay cosas que a veces uno no controla, no se da cuenta, entonces hay veces en que uno reacciona de una forma
que no corresponde, por ejemplo, llamándole injustamente la atención a uno y al otro no por ser más grande …y
ahí se trata de solucionar el problema sin pasar a mayores, no a grandes discusiones, porque eso sí que no me
gusta a mí “ (IV, 88).
Los padres activamente involucrados con su hijo/a desaprueban los garabatos e insolencias:
“Me siento bien satisfecho en cuanto a que voy logrando la meta de que ellos sepan valorar la vida, porque
gracias a Dios no han visto peleas ni garabatos; yo no digo garabatos, pero ellos dicen igual, por el contorno;
aunque uno vaya contra la corriente, uno mira tele y ahí dicen cualquier garabato” (III, 104). Este mismo
padre no quiere repetir lo que vivió con su propio padre: “…yo evito que me vean curado” (III 178).
Otro padre desaprueba las insolencias y busca ser ejemplo en ese sentido: “…a mí en la casa jamás
me van a escuchar una insolencia, a mi señora de repente se le salen y trato de que no se den cuenta las hijas” (V,
86); asimismo trata de no involucrar a las hijas en las peleas de pareja: “Yo trato de no
involucrarlas en las peleas (V, 112).
Cuando vé televisión, el padre responde educativamente las preguntas del niño: “…le gustan las
noticias o un programa y siempre me pregunta a mí ¿ por qué hay niños que no tienen dónde vivir, por qué
duermen en la calle, por qué en África son tan pobres…si yo tengo todo aquí? …esas son cosas que estremecen y
cuesta como explicar en el minuto” (I, 101).
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Otro padre considera que en lo que más se ha diferenciado como padre de su propio padre es la
formación religiosa que le da a sus hijos: “Lo más diferente que he hecho es más que nada alimentarlos
en la fe a mis tres hijos” (II, 191).
II.2.e Los padres activamente involucrados dan cuenta de algunas reacciones de su hijo/a
a los límites impuestos
Cuando le da un grito, su hija se pone a llorar II, 80
Dan cuenta de Cuando su hija siente que tiene razón, no se queda callada II, 100
reacciones del niño/a a Son vivarachos, ya que lo contradicen con fundamento III, 140
los límites impuestos Hasta los siete años, se resistieron a dejar de dormir con los papás V, 148
A él las hijas le obedecen V, 68
Los padres dan cuenta de que su hijo/a reacciona a los límites que se le ponen con llanto u
oposición: “…de repente hay que darle un grito y ahí ya se pone a llorar sencillamente (II, 80) …y cuando ella
tiene la razón y sabe que tiene la razón, es cosa seria; sabiendo que ella tiene la razón, jamás se va a quedar
callada” (II, 100). Otro padre también da cuenta de cómo sus hijos se autoafirman frente a él:
“…lo importante es que hagan caso…ellos se dan cuenta, son vivarachos, a veces me contradicen y con base”
(III, 140).
En este caso, padre y madre hacen una concesión que los desplaza de su territorio, cediendo su
espacio de pareja a las hijas: “ Al final hacen lo que tienen que hacer” (V, 68) y reconoce que les costó
mucho tiempo sacar a las hijas de la cama de pareja y que la solución que encontraron fue la
de que ellos como padres durmieran en el dormitorio de las hijas y las hijas permanecieran en
el dormitorio de ellos: “…¡es que no podíamos sacarlas de la cama! (V, 148)…Logramos nosotros salir de la
cama y dejarles la cama de dos plazas; aunque usted no lo crea, mis hijas ocupan la cama de dos plazas de
nosotros, no hay caso que ocupen su cama” (V, 150).
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II.2.f Los padres activamente involucrados con su hijo/a recuerdan a su propio padre
representando valores y actitudes deseables
Los padres activamente involucrados con su hijo/a rescatan los valores y las actitudes que dan
cuenta de buenas enseñanzas, autocontrol, esfuerzo y responsabilidad.
Uno de los entrevistados tomó el ejemplo de sus padres que no fueron violentos con él: “ A lo
mejor de repente yo he malcriado a mi hijo, porque a mí en realidad no me gusta retarlo, me cargan los gritos; yo
no quiero ser un padre violento como tampoco lo fueron conmigo” (IV, 90). Otro padre rescata que tenían
paciencia con él: “…jamás un golpe, aguantaban mi mal genio y ahora me río, porque le pasa lo mismo a mi
hijo” (I, 177).
A través de órdenes por parte de sus padres, un padre entrevistado aprendió a realizar tareas
domésticas y a acatar órdenes: “Sabíamos tender una cama, sabíamos barrer porque teníamos que hacerlo,
eran órdenes que teníamos que acatar. Yo vengo de una enseñanza más o menos formada. Si hay que ser papá, el
machista no existe. Tampoco estoy de acuerdo con ese papá o mamá que pegan” (V, 64). Este padre rescata
como positivo que sus padres exigían estos aprendizajes a mujeres y hombres por igual. “Era
bonito estar con el papá, de repente nos retaba por enseñarnos cosas que uno no sabía” (V, 56). Valora que su
padre nunca ejerció la violencia física: “…me gustaba andar con él y nunca me colocó la mano encima (V,
58)…no lo vi castigar a mi mamá, no sé si alguna vez pelearon, es que ellos eran muy reservados para sus cosas,
con decirle que nosotros ni siquiera entrábamos al dormitorio de ellos; eran un poquito chapados a la antigua (V,
60). Tuvo como ejemplo a un padre sacrificado y muy trabajador que conversaba con sus hijos
mientras trabajaban juntos en el campo: ”fue un hombre muy sacrificado, muy trabajador y todo eso a él
le costó (V, 50)…fue un hombre que conversó mucho con nosotros, porque en el campo un papá normalmente
sale a las siete de la mañana y llega en la noche, entonces el tiempo que tenía con nosotros era cuando andábamos
trabajando con él en el campo” (V, 54).
Este entrevistado valora no haber visto borracho a su padre: “A mi papá nunca lo vi llegar borracho.
Lo podría haber hecho perfectamente, llegar alegre. Nunca nos dio un mal ejemplo, por el contrario” (II, 172).
Otro padre rescata que su padre representaba el valor del esfuerzo y la responsabilidad: “Mi
papá jamás fue a una reunión, pero era una persona esforzada (I, 36)…de él aprendí muchas cosas; por ejemplo,
65
la responsabilidad, la llegada en las noches (I, 38). Su padre era estricto cuando se trataba de que los
hijos practicaran buenos modales: “era estricto, pero no excesivo, le importaba la forma de sentarse en la
mesa, sentarse a comer era como una ceremonia, peinado, manos limpias. Yo creo que es bueno y saludable. A lo
mejor lo hizo de una forma medio prehistórica, pero creo que es bueno. Yo trato eso, de enseñarles a mis hijos,
aunque la juventud es como más espontánea” (I, 40).
II.2.g Los padres activamente comprometidos con su hijo/a tienen algunas dificultades y
logros con su pareja cuando se trata de hacer equipo parental en la función normativa
Expresan que Ella domina al interior de la casa IV, 80
su señora pone Ella es la que tiene que mostrar la parte más exigente de la
la mayor parte crianza III, 112; III, 42
de las normas Él es malcriador y ella más estricta IV, 90
Los padres activamente involucrados, cuya pareja no trabaja fuera del hogar, sostienen que es
su pareja la que ejerce una autoridad más estricta con los hijos; ello puede ser un acuerdo
consensuado o generar ciertos roces:
“Lamentablemente mi señora tiene que mostrar la parte más exigente, igual es cariñosa” (III, 112). Nosotros nos
ponemos de acuerdo entre pareja (III, 114)…Ahí también hay una enseñanza por parte de los padres; porque si yo
castigo porque le hizo pasar un mal rato, no cumplió con algo o le hizo pasar rabia y ella castigó, no pueden
pedirme que interceda ante la mamá y yo le digo: perdóname, yo no soy tu mamá –cosa que exista respeto” (III,
116). En el caso de otro entrevistado, la mujer también hace el papel más estricto: “Es más
estricta, hay cosas que de repente entre los dos tenemos problemas (IV, 90)… Yo trato de estar en un punto
central…mi señora tiene un carácter mucho más fuerte que yo, porfiada y a veces los hijos salen iguales a los
padres en algún tipo de genio…y si dos personas son del mismo carácter –de genio rápido– nunca van a poder
entenderse (III, 92)…Mi señora es la que domina dentro del recinto de la casa…sus espacios están todos dados,
ella sabe lo que hace y yo ahí quedo pagando, yo tengo poco que hacer ahí” (IV, 80).
La desautorización es considerada una práctica parental no validada y opinan que el niño
necesita criterios consistentes: “Si ella castiga, yo no tengo porqué quitarle el castigo; para que respeten a la
66
mamá también, yo no puedo decir hijo no, hijo ya (III, 114)…también cuando ella castigó, yo no me meto nada,
para que sepan que ahí el castigo va por ambos lados (III, 118)…entonces ellos ya saben que hay un parámetro”
(III, 122)…De otra forma los niños pueden sacar partido de las diferencias entre los padres:
“…los cabros se aprovechan y después dicen: si tú me dices una cosa y ella otra, tienen que ponerse de acuerdo
ustedes primero” (IV, 98). Son los mismos niños quienes a veces reclaman consistencia en el
roces con su pareja por criterios normativos diferentes: “Hemos chocado en muchas partes en eso (V,
74)… Mi señora de repente les grita y yo no puedo meterme, porque es desautorizar la orden de la mamá, ya que
a mí tampoco me gustaría que si yo estoy dando una orden se meta mi señora…excepto que hay órdenes y
órdenes; por ejemplo, si yo veo que las está castigando, hay gritos injustos, hay que intervenir.…no le digo nada
delante de las hijas, normalmente espero hasta cuando se van a dormir (V, 86)… O si yo estoy haciendo algo
injusto con mis hijas, retándolas injustamente, que mi señora me aclare” (V, 72).
II.2.h Los padres activamente involucrados con su hijo/a buscan delimitar el subsistema
conyugal respecto del parental
Le importa que el hijo respete el espacio de pareja I, 50; II, 185
El espacio de pareja se lo dan cuando las niñas duermen V, 144
Buscan delimitar el Busca intimidad de pareja cuando los niños están ocupados III, 92
subsistema de pareja Las niñas duermen en la cama matrimonial y los padres en la cama de las
respecto del conyugal hijas V, 150
En las peleas de pareja trata de no involucrar a las hijas V, 112; II, 185
Le interesa que el niño respete a su madre II, 187
Enseña al hijo a repetar su turno cuando ellos, como padres, hablan I, 150
Los padres buscan establecer ciertos límites entre el subsistema de pareja y el subsistema
parental:
Les importa que el hijo aprenda a no entrometerse en las conversaciones o discusiones de sus
padres y establecen alianza con su esposa cuando consideran que el niño la está tratando mal:
“…conversando con mi señora, él se enoja porque no le han puesto atención y ahí hay que convencerlo, pedir
disculpas, que estamos conversando, que no es su turno” (I, 50). Otro padre también le pone un límite a
su hijo cuando se entromete en una discusión de pareja y más encima trata mal a la madre: …
“yo la única vez que le levanté la voz a un hijo fue cuando estaba discutiendo con mi señora, se metió y le habló
67
mal a ella. No hay cosa que me enerve más y me caliente la sangre, me enferma” (II, 185). El padre de las
gemelas también trata de no involucrarlas en las peleas de pareja: “Yo trato de no involucrar a las
niñas en las peleas” (V, 112). A otro entrevistado también le altera cuando su hijo se insolenta con
la madre, que podría entenderse como otra forma de defender la alianza de pareja: “…podemos
estar de acuerdo en muchas cosas, pero la próxima vez que le vuelvas a hacer eso a tu madre, me importa un
pucho que tengai 20, 30 o 40, la cachetá del payaso te va a llegar igual, que te quede clarito. Nunca se le olvidó
y a mí tampoco” (II, 187).
Otro padre se asegura de que cuando tienen intimidad sexual con su pareja, las hijas no se
enteren; por otra parte, solo han podido lograr parcialmente que las hijas duerman en su propia
pieza: “la parte privada de la pareja. Tratamos, cuando las niñas se duermen, de tener de repente
intimidad…que mis hijas no se den cuenta…(V,144)…Logramos nosotros salir de la cama y dejarles la cama de
dos plazas. Aunque no lo crea, las cosas son así: mis hijas ocupan la cama de dos plazas de nosotros y no hay
caso que ocupen su cama” (V, 150).
Sin descuidar a los niños, uno de los entrevistados espera que estén ocupados para acercarse a
su señora y proponerle un espacio de intimidad: “A veces estamos conversando con ella, dialogamos: ya
Nancy, preparemos un traguito, conversemos. Ya están los niños solitos y ahí uno, usted sabe la parte íntima,
compartiendo, es la única forma de tratar, a veces con una rosita, demostrar que la quiero, que la amo; sin
descuidarse de los hijos, yo quiero tanto a mis hijos, yo los abrazo, los agobio y ellos gracias a Dios me dicen
¿qué te ocurre?. Cuando a veces estoy ocupado, Octavio me dice te quiero, te amo mucho, eso es rico” (III, 92).
Los padres activamente involucrados suelen tomarse tiempo para compartir alguna actividad
lúdica con su hijo/a. Es un espacio que puede estar asociado al humor, la diversión, la libertad
y el disfrute de ambos dos. La actividad lúdica consiste en actividades que ocurren dentro o
fuera de la casa y constituyen un espacio donde la madre no está presente; en este sentido,
viene a fortalecer el subsistema padre – hijo/a.
Los padres activamente involucrados con su hijo/a tuvieron muy poca ocasión de jugar con su
padre. Se criaron en familias de esfuerzo, en que ya el niño era introducido precozmente al
trabajo y el concepto de buen padre no incluía la función lúdica.
68
II.3.a Los padres activamente involucrados con su hijo/a disfrutan jugando con él/ella.
en la que disfruta también con su hijo: “…además, como me gusta la pintura, me entretengo yo y se
entretiene él y le dejo su espacio” (I,44).
Le importa que sus hijos sean felices y hace algunas concesiones con respecto a la
televisión:… “la tele no me gusta, prefiero leer un libro, pintar cosas que me llamen la atención, pero si hay
algún programa que a ellos les gusta, lo compartimos (I, 18).
Por sus hijas gemelas, el padre rompe su creencia de que un hombre no baila ni juega con
muñecas: “Bailar con ellas o que juegue con ellas a las muñecas y yo les digo: pero hijas, esto no es juego para
mí …pero a mí me gusta” (V, 80). Sus hijas solamente pueden salir a la calle en compañía de un
adulto:…“Salimos de repente donde mi hermana, las saco a pasear, normalmente las saco a los juegos o a la
plaza, porque ellas tampoco salen a la calle” (V, 82).
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La actividad que más disfruta este padre con sus hijos es el juego: “En realidad, yo las veces que
salgo a jugar con él a los juegos, jugamos a la nieve, me gusta jugar harto con él, es lo que más me gusta…jugar,
no me cansa ni me da lata llevarlo a jugar, ni a los columpios, ni a correr …me gusta verlo bien … y creo que es
una de las cosas que más disfruto con él” (IV,44).
Este entrevistado se sobrepone a un posible juicio externo negativo con tal de darse el gusto de
jugar con sus hijos como cabro chico. Cree que compartiendo ese espacio con sus hijos dejará
una huella positiva: “Antes jugaba mucho con ellos, jugaba a las escondidas, en la calle con los vecinos,
parezco cabro chico a veces, pero son mis hijos y aunque me vean jugando a la pelota, corriendo, chuteando, no
estoy ni ahí con lo que digan, porque son mi familia….porque ellos van a compartir con uno y ellos tienen que
tener una buena visión de uno como padre en el futuro” (III, 156).
II.3.b Los padres son reacios a jugar juegos computacionales con su hijo/a
Uno de los entrevistados trata de incorporarse a los juegos computacionales de su hijo, pero se
siente torpe y no disfruta esa actividad:
“La actividad que he desarrollado muy poco con él es la de los juegos play; en un principio lo hacía, pero me
ponía muy nervioso y no resultó…ahora lo hace con los amigos; no me gustaba, aunque trataba de ser agradable,
aparte de que no me gustaba, no sabía hacerla, era torpe” (I, 61).
Otro padre plantea que le molesta cuando los juegos computacionales implican que su hijo esté
mucho tiempo quieto y prefiere que experimente otras actividades: “No me gusta jugar al
computador, porque no me gusta que juegue con el computador, no lo hago…no me gusta verlo quieto mucho
tiempo. Me gusta tenerlo suelto, feliz, jugar, incluso las tareas” (IV, 78).
70
II.3.c Los padres activamente involucrados con su hijo/a no tuvieron padres que jugaran
con ellos.
Los padres tuvieron poca oportunidad de ser niños y recrearse jugando. Tempranamente
tuvieron que asumir responsabilidades y trabajo junto a los adultos:
“Mi papá tenía un restaurante y tratábamos todos de ayudar y entonces no había mucho tiempo, todos teníamos
responsabilidad (I, 127)…a lo mejor fue muy temprano, pero creo que igual uno madura, es importante tener
tiempo ocupado. Todos estábamos en el mismo círculo” (I, 129).
“Desde que tuve conocimiento de que podía hacer algo, ya me largaron para el trabajo y yo a la única parte donde
salía del lado de mi papá era cuando iba al colegio y en la tarde tocaba ir a buscar los chanchos, trabajar el campo,
tratar a los terneros, la leche de la semana, los fines de semana cuidar los sembrados para que los chanchos no se
metieran, de repente nos quedábamos dormidos (V, 178)… Es que yo tengo la experiencia con mi papá, yo fui
muy allegado a mi papá, no es mucho el tiempo que nos dedicó, pero el tiempo que nos dedicaba siempre me
acuerdo que éramos chicos y había un boldo y hacíamos columpios nosotros y mi papá. Mi papá era super alto,
mi papá medía un metro ochenta y cinco, si nosotros somos bajitos es porque mi mamá es baja; él se divertía
mirándonos, miraba a mis hermanas también, porque siempre fue super allegado a sus hijas también” (V, 206; V,
208).
“Yo viví otra realidad en la casa, fue más esfuerzo, yo de niño a los diez años o antes faenaba un animal,
esquilaba…mi papá tenía una ovejitas y después con el tiempo mi madre sola no podía atenderlos, ni picar leña;
en realidad al final uno lo toma como un juego, como niño yo lo recuerdo así…(IV, 70; IV, 72; IV, 74))…él no
vivía en la casa prácticamente, venía cada quince días…así me fui criando y creando también una imagen ausente
de mi padre y yo nunca reproché eso. Yo jugaba solo, siempre solo” (IV, 62).
Uno de los padres recuerda que sus padres sobrevaloraron el aspecto normativo y de orden,
por encima de la actividad lúdica; él rescata el juego y la diversión con sus propios hijos: “A mí
no me interesa el orden, me interesa que seamos familia, porque mi familia igual era con normas, las cosas eran
como muy en su lugar y uno con los años se da cuenta que eso tiene cierta importancia no más; nos gusta el
orden, la limpieza y las cosas en su lugar, pero tampoco me molesta que nos pongamos a tirarnos cojines, me da
vergüenza decirlo” (I, 167).
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III. PERCEPCIÓN DE SÍ MISMO COMO PADRE
III.1 Los padres activamente involucrados con su hijo/a tienen deseos y creencias que
sustentan la imagen de un padre afectivo y con competencias parentales.
Creen en su capacidad Uno se forja el futuro como puede y como quiere IV, 76
de superación Mirando su trayectoria, vé que ha salido adelante V,212
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Los padres activamente involucrados con su hijo/a no aprueban al padre machista, relevan la
función afectiva del padre, creen en su capacidad de superación y lamentan los desaciertos que
pueden cometerse como tal:
El padre de las gemelas plantea que se puede ser papá y mamá indistintamente:…“si hay que ser
papá, el machista no existe (V, 64)…el papá es papá y si hay que hacerlas de mamá hay que hacerlas de mamá
también…” (V, 22). A otro entrevistado le parece que ser dueña de casa es motivo de orgullo y
que por machismo hay hombres que no quieren reconocer que los hijos necesitan a padre y
madre: “…diga con orgullo que es dueña de casa, es importante estar educando a personas. Lamentablemente,
en los hombres existe mucho machismo y no quieren reconocer que hay necesidad por parte de los hijos de contar
con padre y madre, tienen que ser ayudados por los dos, después tendrán como descansar” (III, 86).
Uno de los padres explicita y destaca especialmente la función afectiva del padre, en cuanto a
que es necesario quererlos, comprenderlos, tener paciencia y entregarles enseñanza: “…muchas
cosas pasa n por la comprensión a esa edad, en todas las edades más que cuestionar a los hijos es comprender, en
eso estoy tratando de trabajar (I, 113)…cuando mi hijo me cuenta algo que yo sé que es algo importante para él o
algo muy privado, entonces ahí siento que hice algo importante, que pude llegar a él, ya sea por comprensión, por
la forma en que uno tiene que actuar, pero yo creo que la comprensión, el amor y la paciencia… (I, 115)…Hay
cosas que para uno como adulto son insignificantes o básicas, pero son importantes para los hijos, los marcan;
entonces yo creo que es ahí donde ellos dicen mi papá es bueno o malo y no se refieren a que le dé menos o más
cosas materiales. Yo creo que el tiempo y la atención, el afecto, la forma en que se exprese…al final los hijos
igual se dan cuenta (I, 183).
Otro padre plantea la necesidad de repartir la atención entre sus hijos y da cuenta de cómo ha
ido ganando conciencia en relación con el curso del desarrollo de su hija menor: “Toda la vida
por mis hijos…de repente siento que no tenemos tiempo…de repente uno no se da cuenta que los hijos crecen y
ahora con la chica uno ha vivido más conscientemente su desarrollo. A los otros dos sutilmente lo hago, porque
tampoco puedo desembocar todo por su lado y dejar la otra parte” (II, 60).
Los padres no quieren hacer sufrir a sus hijos: “Si los padres traen hijos al mundo, no es para hacerlos
sufrir, porque yo soy muy sentimental, a mí me duele. Yo me comprometí al casarme, yo no los traje para que
vengan a sufrir, quiero darles todo lo que pueda; igual van a sufrir, ya sea un dolor, un golpe, una caída, es un
dolor igual” (III, 102).
Otro padre lamenta que durante el duelo por la muerte de su padre, sus hijas lo vieran bajo los
efectos del alcohol: “…hay algo que yo no habría hecho y sé que no lo logré…que mis hijas me vieran
curado…de repente las iba a buscar curado al colegio; pero todo esto me pasó cuando falleció mi papá, solamente
en esa etapa sucedió esto (V, 180) …y era peor, al otro día amanecía…soñaba con mi padre, llegaba la mañana y
73
de repente al vaso de vino. Gracias a Dios mi señora me ayudó en parte a escapar (V, 182) …las críticas de
repente duelen, pero sirven” (V, 184).
Un entrevistado da cuenta de cómo ha ido experimentando un proceso de aprendizaje,
adquiriendo competencias parentales a partir de diferentes vías: “Yo he aprendido, yo he leído libros
de psicología que me han recomendado para poder, de alguna manera, aportar. Para mí no es suficiente trabajar,
aportar con el dinero; necesito aportar con las cosas fundamentales de la familia. Por ejemplo, si yo voy a una
reunión o se solucionan problemas de mi hijo mayor y menor, yo creo que es un aporte” (I, 115). Este padre
74
III. Los padres emocionalmente comprometidos con su hijo/a sostienen que a ser padre
se aprende
Los padres activamente involucrados con su hijo/a dan cuenta del proceso de aprendizaje que
han experimentado como tales:
Uno de ellos plantea que: “…en todas las edades, más que cuestionar a los hijos es comprender, en eso
estoy tratando de trabajar” (I, 113). Otro padre sostiene que se aprende desde la experiencia como
hijo: “…yo creo que lo primero que aprendemos es a ser hijos” (II, 154). El padre de las gemelas plantea
que experimentó una educación en que aprendió a no ser machista: “…yo vengo de una enseñanza
más o menos formada, para mí el papá machista no existe (V, 64)…ayudábamos siempre a mi mamá, sabíamos
tender una cama, sabíamos barrer porque teníamos que hacerlo” (V, 62).
Un entrevistado va relatando la manera en que fueron evolucionando su prioridades y la forma
en que fue aprendiendo a partir de la observación a otros padres:
“…cuando nació mi hijo mayor éramos cabros jóvenes, sin ninguna experiencia y yo me hice el propósito –y
hasta hoy lo mantengo– de mantenerme con ellos y darles lo mejor en todo el sentido de la palabra; tal vez en un
momento yo sí me dedique más a lo material, porque yo dije de ahí viene lo otro y tuve que ponerme un escudo,
75
una coraza y hacer cosas aprendiendo de los errores de los demás que uno va viendo. Yo creo que aprendí de los
errores, yo tuve la posibilidad de ver muchos padres que a mí no me gustaba como eran con sus hijos” (IV, 171).
Los padres activamente involucrados con su hijo/a han sacado aprendizaje de la experiencia
con sus hijos mayores:
“…ahora con la chica uno ha vivido más conscientemente su desarrollo; he tratado de darle a ella de mi persona
hacia ella” (II, 60). Otro padre no se siente culpable de los errores cometidos anteriormente, ya
que sabe que fue por desconocimiento y no desde la falta de voluntad y buenas intenciones:
“…uno va tratando como papá de no cometer los mismo errores que con los anteriores, por la necesidad y no
porque uno haya querido” (IV, 30). A otro entrevistado le cambió la mirada sobre la familia, cuando
76
III.3 Los padres emocionalmente involucrados con su hijo/a tienen auto-conciencia y
son capaces de percibirse como persona y padre
Los padres activamente involucrados con su hijo/a tienen una autoimagen positiva de sí
mismos.
Cuando se pone en la situación de que él faltara a sus hijos, señala que su presencia les haría
falta: “Si yo faltara, sinceramente decaería en cuanto a lo anímico, porque soy alegre, decaería en cuanto a la
presencia, porque ellos ya están acostumbrados que yo les esté conversando, dialogando. La presencia da
seguridad también. Yo noto que cuando llego, ellos feliz, ya papá, te estaba esperando, porque ellos saben el rato
que yo llego y cuando yo no llego, mi papá no ha llegado mamá, piensan altiro en desgracia (III,212)…ahí veo
yo lo que les estoy dando a ellos” (III, 208).
Este padre valora haber cumplido con el propósito de mantener una presencia continua y
darles lo mejor de sí a sus hijos: “…yo me hice el propósito y hasta hoy lo mantengo, de mantenerme con
ellos y darles lo mejor en todo el sentido de la palabra (IV, 171) …y creo estar convencido de no estar actuando
tan mal” (IV, 141).
El padre de las gemelas opina que ya es un padre en edad madura y que por ello le resulta fácil
ser papá: “…pensándolo bien, a la edad que tengo, ser papá no es difícil (V, 142)…yo a mis hijas las tengo bien
educaditas, estoy contento con la formación que tienen actualmente” (V, 10). Percibe que le obedecen: “Sí,
77
obedecen, con la mamá son un poquito diferentes y no le hacen caso de repente” (V, 68); se siente capaz de
hacer de papá y mamá: … “el papá es papá y si hay que hacerlas de mamá, hay que hacerlas de mamá
también” (V,22).
Los padres pueden autodescribirse a través de algunos rasgos que dan cuenta de la forma de
ser como hombres: “Yo soy una persona que tiene muy mal carácter” (I, 147). El padre de las gemelas
plantea que está atento a lo que ocurre en la escuela de su hijo: “…yo soy una persona muy
observativa y no me gusta divulgar mucho las cosas” (V, 100); también se define como un padre
preocupado por la apariencia física de sus hijas: “…yo soy una persona bien detallista con mis hijas, tal
como soy en mi casa también; también tengo mis peros, como todos los hombres” (V, 14). Asimismo, se
encuentra sentimental cada vez que se emociona durante la entrevista: “…fue muy duro cuando yo
salí de mi casa (familia de origen)…por eso no me gusta mucho hablar de eso, porque también soy un poco
sentimental” (V, 46). Trata que su señora no se dé cuenta cuando él se conmueve: “…trato de que no
se dé cuenta, porque mi señora es más fuerte, la vida de ella fue más dura…” (V, 128). Relata que no es un
hombre egoísta: “…yo nunca fui egoísta con mi señora ni con sus papás…mi suegro me agradeció que no
fuera muy exigente y no le dijera a ella “tú te quedas en la casa conmigo” y que no fuera a la casa de ellos. Pero
por el contrario, él se dio cuenta que a veces yo dormía en mi casa y ella dormía en su casa, él observó todo” (V,
200).
Los padres activamente involucrados con su hijo/a muestran una autoimagen realista de sí
mismos, sin sobre-valoración ni sub-valoración:
Pueden dar cuenta de sus limitaciones: “…como padre, se cometen errores cuando se está estresado, estás
preocupado por el cuento del trabajo, que las cuentas, de repente andamos medio justos con el tema de la
plata…entonces hay veces que uno reacciona de una forma que no corresponde” (IV, 88). Otro padre admite
que a veces se le puede pasar la mano cuando se trata de reprender a su hija: “…de repente a uno
también se le puede pasar la mano obviamente” (II,76).
Un entrevistado admite que se siente torpe cuando no entiende los contenidos que le enseñan a
su hijo en el colegio: “ Soy torpe en esas materias, ahora las materias son diferentes, entonces a veces como
que me dejan en jaque mate, eso es molesto para mí como padre” (III, 192).
Otro padre se pregunta si está en su esposa y/o en él que no logra realizar su motivación por
participar más en la vida de su hogar: “…de repente me cuesta y es complicado, porque a mí me gustaría
hacer más cosas en la casa de las que hago, pero tengo la convicción de si me dice esto, ya correcto, yo lo acepto
(II, 126)…es estar de día, pero resulta que como que no hay espacio para uno, será que uno mismo a los mejor se
lo cierra, no sé” (II, 134).
78
III. 4 Desde su propia experiencia, los padres emocionalmente comprometidos con su
hijo/a pueden dar sugerencias útiles y valiosas a otros padres
Dan sugerencias Aconsejaría que trabajen menos y estén más con sus hijos II, 204
en relación al Que privilegien el cariño por sobre lo material III, 231, 222
tiempo para los Si tienen poco tiempo por el trabajo, que se lo expliquen a los hijos III,
hijos/as 226
No descuidarse de los hijos III, 222
Ponen énfasis en Que sean más cariñosos y sepan enseñar a sus hijos V, 172
el rol formador Que respeten la privacidad de los hijos IV, 169
del padre Hablarles de la sexualidad IV, 169
Los padres activamente involucrados con su hijo/a dan sugerencias útiles y valiosas a otros
padres.
Algunas de estas tienen relación con el tiempo entre el trabajo, las satisfacciones materiales y
la atención a los hijos/as. Los padres llaman a establecer prioridades y lograr que el niño/a
sienta que cuenta con ellos e intentar por diferentes vías usar la voluntad para hacerse
presentes: “Que trabajen menos y estén más con ellos, tratar siempre de no proveer tanto, de no darles tanto en
lo material (II, 204)…si no por el contrario, darse uno mismo, compartir con ellos porque las cosas materiales van
y vienen. Estar ahí con ellos, estar en el momento que el chico se cae, estar ahí en las buenas y en las malas, estar
siempre con ellos. Tratar siempre, bueno si no me resulta por este lado, vea más por este otro, jugárselas por ellos;
no pensar que si son jóvenes la decisión que tomen no tiene valor, sino que por el hecho de ser sus hijos eso ya
tiene un valor” (II, 206). Otro padre plantea que no hay que descuidar a los hijos, porque hoy día
se está sembrando lo que puede cosechar mañana: “Yo dentro de mis pensamientos que tengo, no es
que yo crea ser un gran padre, pero lamentablemente noto que los padres están muy dejados y ahí es donde están
todos los problemas. Hay interés en lo material, ese es el grave error que cometen…son cosas, pero el cariños es
otro (III, 231)…lo ideal es ponerle empeño, todo el empeño a sus hijos como padre, ponerle atención a su hijo, no
descuidarse de los hijos. Como papá hay que tomarle ese carisma como padre, sentirse como padre y que se
sientan como hijos. Darle ese cariño para que sea retroalimentado, que haya unión. Después, ir notando a lo mejor
el resultado cuando estén grandes y lleguen a uno después; porque muchos chicos abandonan, porque realmente
79
no le dio el tiempo necesario a sus hijos: que papá necesito esto, no hijo no, aunque sea un mínimo detalle vale,
porque se le dio un empujón” (III, 222).
Otro padre sugiere que si el padre verdaderamente tiene obstáculos laborales para compartir
más tiempo con su hijo/a, lo converse con este: “Tiene que conversarlo con sus hijos. Cuando son
chiquititos no lo van a notar, pero ya cuando tengan razón, uso de razón, ahí explicarles, conversarles; mira hijo,
yo entiendo, mira…yo te daría tal cantidad de oportunidades de ponerte atención, pero en este momento yo
solamente te puedo dar el mínimo tiempo. Conversarle, dialogar, darle expresión, que el niño diga: ah ya, mi papá
me dijo eso y yo lo entiendo. Porque los niños son inteligentes, te captan cuando das una respuesta a lo que digan,
cosa que note la razón del poco tiempo que el papá le dio (III, 226)… y va a notar que el papá tiene su quehacer y
necesita descansar, entonces va sentir que lo conversó, lo dialogó” (III, 228).
Los padres ponen énfasis en su rol formador y sugieren que estos sean cariñosos, sepan
enseñar y respeten la privacidad de sus hijos/as.
El la vida cotidiana, los padres activamente involucrados con su hijo/a experimentan algunas
tensiones ligadas a las condiciones de trabajo y la dinámica intrafamiliar. Los horarios
laborales y/o las exigencias del trabajo en sí resultan desgastantes e influyen en la cantidad y
calidad del tiempo compartido con los hijos. También aparece la presión económica, aunque se
preocupan de no sobrevalorar la importancia del aspecto material. Las exigencias laborales
dificultan pero no impiden que el padre se acerque al estilo de paternaje que desea tener.
En la dinámica intrafamiliar, no siempre resulta fácil dividir la atención entre los hijos y la
pareja.
Entre el trabajo y los hijos, los padres activamente involucrados con su hijo/a parecen tener
poco tiempo para atender el subsistema de pareja; puede haber uno u otro que manifiesta con
mayor énfasis la necesidad de equilibrar de forma distinta estos dos ámbitos. Esto mismo
puede influir en el hecho de que cuesta buscar el espacio para dialogar y negociar las
atribuciones que cada cual tiene en la estructura familiar y particularmente en la relación con
los hijos. Los conflictos mayores se producen en la forma de poner límites y ejercer la función
normativa.
80
IV.1.a Los padres activamente involucrados tienen condiciones de trabajo que les
impiden estar más tiempo con su hijo/a
Los padres activamente involucrados con su hijo/a se sienten tensionados entre los
requerimientos del trabajo y el deseo de compartir más tiempo con su hijo/a:
“…tengo un trabajo que es un poco agotador, que me requiere de muchas horas en el día, pero las horas que
aprovecho sobre todo como papá, son las horas que compartimos los días domingo” (II, 8). Piensa que si
dispusiera más tiempo con ellos, sería más fácil ganarse su confianza: “A lo mejor si estuviera más
metido en el cuento, si estuviera más con ellos, a lo mejor tendría hasta más confianza con ellos o me la ganaría
mejor” (II, 128). Por los horarios de trabajo, le cuesta participar más en la escuela: “Me cuesta por
los horarios, pero mi señora es muy participativa, a ella le gusta el deporte e incluso tiene un equipo (II, 48)…está
dedicada completamente al hogar” (II, 50). El trabajo es lo que le impide estar más tiempo con sus
hijos: “El hecho de estar trabajando, porque lamentablemente me requiere muchas horas. Uno se ve envuelto en
deudas, que hay cosas que pagar y la única manera de hacerlo es trabajando un poco más para poder llevar una
vida un poco más holgada” (II, 130).
Otro entrevistado da cuenta de lo largos que son sus horarios laborales actualmente y se siente
responsable de proveer para mantener el hogar en pie: “…en este minuto es un trabajo en que estoy 12
horas, por ciertas razones de mi trabajo yo trabajo de 7 a 5 de la tarde y en este minuto es de 7 a 7 (I, 20) …a
veces me vengo antes, pero igual es largo, entonces vemos las tareas con mi señora y ayuda al más grande porque
requiere más experiencia (I, 22)…es que trabajo en una empresa y me siento responsable; y creo que va a ser por
un par de meses no más, porque tampoco me obligan con una pistola en el pecho, pero en cierta medida sí,
porque para mí el trabajo es la fuente y si no hay ingresos, todo se derrumba” (I,26).
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IV.1.b Los padres experimentan tensiones en la dinámica intrafamiliar
IV.1.b.1 Los padres involucrados activamente con su hijo/a se sienten divididos entre la
atención a sus hijos/as y la atención a su pareja
Los padres activamente involucrados con su hijo/a pueden encontrarse tensionados entre el
tiempo y la atención que se destina a los hijos y/o la pareja:
La pareja de uno de los padres le reclama porque se preocupa demasiado tiempo por los hijos;
“…ella de repente se me pone…porque dice que yo me preocupo mucho de los niños (III, 88)...Yo trato de estar
con ella, compartimos, porque no hay que dejar a un lado a su señora” (III, 90). Otro de los entrevistados
quisiera que su esposa le diera más espacio a la pareja y familia nuclear y restringiera el
tiempo que pasa con la familia de origen: “…de repente en ese sentido mi señora es un poco fome, le
digo que salgamos y no, no quiero (I, 142)…claro, yo no estoy para rogar a nadie. De repente soy majadero y le
digo acuérdate que cuando nos casamos fue bien claro, tú tienes que dejar a tu padre y a tu madre para formar
una familia” (II, 144).
A un padre le cansa tener que atender a su hijo, cuando está conversando con su esposa: “Por
ejemplo él llega, me muestra sus pruebas, estamos hablando con mi señora, y él muestra las notas así como todo
eufórico, entonces rápidamente reviso, veo un 7 y pide un show o si no le da pena. Yo creo que es una etapa,
espero que sea una etapa, porque sería como muy cansador que llegara a los 10 años así” (I, 55).
IV.1.b.2 Los padres involucrados activamente con su hijo/a viven tensiones de poder y
atribuciones en la estructura familiar
Por los niños han tenido algunos problemas de pareja IV, 175; V, 128
Choca con su señora cuando “se le sube al piano” V, 38
Quisiera participar más en la casa, pero acepta los límites que le pone
Viven tensiones de su esposa II, 126; II, 134
poder y atribuciones Cuando pide permiso en el trabajo para estar en casa, se siente
en la estructura molestando II, 132, 134
familiar El rol más importante de su señora es ser madre II, 140
Cree que a lo mejor podría ser reemplazable como padre II, 138
A su señora le gustaría que se metiera más en lo doméstico IV,157,
158
La hija maneja mejor a su esposa que él II, 108, 111
82
Los padres activamente involucrados con su hijo/a viven algunas tensiones con su pareja,
relacionadas con elementos de rasgos de personalidad y estructura familiar:
“Porque mi señora es más fuerte, es que la vida de ella fue muy dura…la parte higiene de la casa, hemos peleado
varias veces por eso…(V, 128)…de repente me llega a dar rabia, porque estoy todo el día diciéndole las cosas que
ella tiene que hacer y sabiendo que tiene que hacerlas (V, 134).…tampoco quiero que se me suba al piano,
también hay cosas que tiene que hacerse cargo y chocamos en eso” (V, 38).
Uno de los padres se pregunta porqué no logra ganar más presencia y atribuciones en su casa:
“…de repente me cuesta y es complicado, porque me gustaría hacer más cosas en la casa de las que hago, pero
tengo la convicción de si me dice esto, ya correcto, yo lo acepto (II, 126)…es estar de día, pero resulta que como
que no hay espacio para uno, será que uno mismo a los mejor se lo cierra, no sé” (II, 134). Otro entrevistado
plantea que a su señora le gustaría que se involucrara más en las tareas domésticas: “A ella le
gustaría que yo me incorporara y metiera más aún todavía en la casa, en las cosas que hacer y con el niño” (IV,
155).
Un padre plantea que, en comparación con él, la hija maneja mejor el carácter fuerte de su
esposa: “…de repente mi señora, aun estando equivocada, sabiendo que está equivocada, insiste (II, 104) …para
mi hija es más fácil manejar a la mamá (II, 108) …mi señora tiene un carácter más fuerte quizás que el mío…”
(II, 110).
El orgullo a veces podría estar salvaguardando la propia posición para no quedar disminuido
frente a la pareja: “Hemos tenido problemas como matrimonio y ha sido por los niños, porque ha llegado un
momento estresante en que uno no sabe qué cresta hacer o qué más hacer para acelerar o para no estar ahí. Pero
uno comete el error, a lo mejor por el estrés, por estar apurado, a lo mejor una mala palabra o dijo esto otro y
después el orgullo es lo primero que uno tiene; se calla y al callarse comete el error en vez de decir: oye, la cagué,
la embarré. Pero yo creo que la mejor respuesta de mi señora es que hasta el día de hoy está conmigo” (IV, 175).
IV.1.b.3 Los padres activamente involucrados con su hijo/a se conflictúan con su señora
en el tema normativo.
83
Uno de los entrevistados se da cuenta que cuando entre padres se desautorizan y no son
consistentes entre ellos, esto puede afectar a los hijos: “…lamentablemente los hijos se aprovechan y
después dicen si tú me dices una cosa y ella otra, tienen que ponerse de acuerdo ustedes primero…los más
grandes no pueden vernos titubeando, hay que tener de frentón una postura muy clara ante ellos y si no quédate
callado no más, tendré que decírselo después o tendré que ver la forma de intervenir en la conversación de una
forma bien diplomática para que no se den cuenta que…para que no se ventile la situación…es lo que he tratado
de hacer muchas veces” (IV, 98).
Otro de los padres reconoce que no siempre comparte los mismos criterios normativos con su
señora: “…obvio que hay cosas que no comparto con ella en el tema del control, cómo llamarle la atención a un
hijo o cómo decirle las cosas, es un tema…como tiene cualquier matrimonio que no concordamos en algunas
cosas” ( IV, 94).
El padre de las gemelas desaprueba cuando su pareja se violenta con las hijas y busca
conversarlo con ella una vez que las hijas no están presentes: “Hemos chocado muchas veces en eso
(V, 74)… No conversa mucho con ellas…de repente les grita (V, 72)…yo converso y le digo quiero conversar
contigo después que las niñas se vaya a acostar, de repente me hace caso o de repente no y se va para arriba (V,
88) …es que mi señora es muy alterada; si yo digo que el agua es negra, para ella es blanca, me lleva la contra, mi
señora tiene ese problema” (V, 110).
Desde su paternidad activa, los padres viven fuertes gratificaciones en la relación con su
hijo/a. Los hijos generan sentimientos de gratitud y felicidad. Los padres se alimentan con el
contacto cercano con su hijo/a y se alegran cuando representan para el niño/a una figura
significativa de apego. Sentir que van ganando competencias parentales y que son capaces de
ir siendo padres suficientmente buenos, produce un sentimiento de gran satisfacción. Se
produce un circuito interaccional en que padres e hijos se retroalimentan positivamente,
construyendo una relación sólida, confiable, amorosa y duradera.
84
IV.2.a Los padres activamente involucrados con su hijo/a sienten felicidad y gratitud por
ser padres
Los hijos son suyos y de nadie más, son sus ojos III, 148
Lo han hecho feliz por el solo hecho de haber nacido III, 98
Sienten felicidad y Para él los hijos son algo sagrado y no hay mejor regalo que los hijos
gratitud por ser padres IV, 56
Lo importante es darle las gracias a Dios padre por tener hijos y
quererlos III, 146
Los padres comprometidos con su hijo/a valoran la existencia de sus hijos y el hecho de
haberlos hecho padres. Es como si no tuvieran que hacer ningún mérito especial para ser
queridos. El solo hecho de que hayan nacido, produce felicidad. Uno de los entrevistados lo
expresa de la siguiente manera: “…yo quiero demasiado a mi familia, ellos tres son míos y de nadie más,
para mi son mis ojos” (III, 148) y les dice a sus hijos: “ustedes fueron un regalo para mí, me basta con que
ustedes hayan nacido, ustedes me han hecho feliz” (III, 98). Aprovecha de agradecer la paternidad como
un don que Dios le dio y no parece ser del todo obvio quererlos: “Lo importante es darle gracias a
Dios Padre por tener hijos y quererlos” (III, 146).
Para otro padre los hijos representan algo sagrado, siendo estos la principal fuente de felicidad:
“…para mí son algo sagrado, no hay mayor regocijo que los hijos” (IV, 56).
Disfruta sentir que las hijas son muy allegadas a él y tiene una muy
Gozan de la intimidad buena relación con ellas V, 114
emocional con su Quiere mucho a sus hijos, los abraza y es rico para él que su hijo le
hijo/a diga que lo quiere y ama III, 92
Lo que más le gusta es jugar con su hijo IV, 44
Los padres activamente comprometidos se gratifican con la cercanía emocional con su hijo/a,
que se produce en diferentes situaciones, como por ejemplo en el juego. El juego no representa
un esfuerzo especial y padre e hijo comparten gozosamente actividades lúdicas diversas: “Me
gusta jugar harto con él, eso es lo que más me gusta, no me cansa ni me da lata llevarlo a jugar…me gusta verlo
bien…y esa yo creo que es una de las cosas que más disfruto con él” (IV, 44).
85
Los hombres entrevistados se reconfortan cuando el hijo/a se apega a ellos; valoran que el
niño/a muestre interés y necesidad de compartir con ellos ( y no solo con la madre) y se
contentan con una buena relación con su hijo/a: “…las niñas son muy allegadas a mí, cien por ciento, o
sea cincuenta por ciento…tenemos una muy buena relación con mis hijas” (V, 114).
IV.2.c Los padres disfrutan ver crecer con bienestar a su hijo/a y sentirse capaces como
padres
Disfrutan con Lo que más necesita un padre es el bienestar de sus hijos III, 52
Disfrutan con el crecimiento Lo hace dichoso verlos crecer III, 104
su y bienestar de La mayor satisfacción es estar con ellos y ver cómo los hijos van
competencia su hijo/a avanzando, queman etapas y van bien II, 208
parental y el
crecimiento y
bienestar de Les satisface Lo satisface percibir que con esfuerzo se pueden cambiar errores
su hijo/a sentirse que cometió el propio padre y errores que se cometieron con los
competentes otros hijos IV, 71
como padres Aprecia sentirse capaz de mantenerse con los hijos y darles lo
mejor IV, 71
Los padres activamente involucrados sienten la necesidad de visualizar que sus hijos gozan de
bien-estar: “…el padre lo que más necesita es el bienestar de sus hijos” (III, 52). Verlos crecer y observar
cómo van logrando expectativas con respecto a la crianza, genera satisfacción y dicha: “Me
siento satisfecho en cuanto voy logrando la meta de que ellos sepan valorar la vida…lo que más me hace dichoso,
es que voy viendo cómo crecen, es lo mejor para un padre” (III, 104). Los padres van siendo testigo de los
86
CODIFICACIÓN AXIAL
1. El padre activamente involucrado con su hijo/a, busca conciliar su vida laboral con una
plena presencia cotidiana en la vida del niño/a.
Contexto
Contexto
Sobre la base de lo expresado por los padres entrevistados, se puede deducir que para ellos ser
padres suficientemente buenos compromete energía, tiempo y presencia cotidiana para los
hijos. Tienen conciencia de que la cantidad y calidad del tiempo dedicado a los hijos deja
huellas. Aportar económicamente representa solo una parte de la responsabilidad que compete
87
al padre. El aspecto material no sustituye la función afectiva y formativa del padre. El padre
activamente involucrado con sus hijos toma iniciativas concretas para ir pudiendo conciliar lo
mejor posible su vida laboral
con su paternaje. A partir de la experiencia con sus hijos mayores, tiende a buscar la forma de
dedicar más tiempo al niño/a menor. Su vida cobra mayor sentido en la medida que alimenta el
vínculo con sus hijos.
El padre activamente comprometido con su hijo/a, es consciente del valor que tiene para
ambas partes el tiempo compartido. Desde la experiencia con su propio padre, sabe que la
ausencia puede convertirse en una carencia dolorosa. Su hijo/a lo necesita de “cuerpo
presente” y por ello compromete suficiente energía y tiempo para la vida familiar. Para lograr
este propósito, decide cambios de trabajo o pide permisos para atender a su hijo/a en
situaciones que lo ameritan. Está presente en algunas actividades prácticas de cuidado diario y
se hace el tiempo para compartir tareas educativas y recreativas. A través de estas actividades,
el padre construye un vínculo que los transforma a ambos en protagonistas de una misma
trama familiar y en que se constituyen como un padre e hijo/a capaces de crecer juntos desde
la posición que a cada cual le corresponde. Junto a su pareja, el padre va lidiando con un
contexto sociocultural que a menudo no facilita la conciliación satisfactoria entre la vida
laboral y la vida familiar.
88
2. El padre activamente involucrado con su hijo/a practica una Paternidad que busca integrar
múltiples funciones ligadas entre sí y motivadas por el amor profundo al niño/a.
Aman a su hijo/a.
89
El padre activamente comprometido con su hijo/a es capaz de integrar momentos lúdicos con
momentos en que debe actuar el registro normativo. Cuando juega con el niño/a, lo suele hacer
desde una posición horizontal y cuando actúa el registro normativo, busca hacer valer su rol
complementario desde las posiciones diferentes que ocupan en la jerarquía familiar. En el
espacio lúdico, comparte actividades que a él y al niño/a le gustan y experimenta en el presente
lo que no pudo vivir con su propio padre.
2.1 Integra la realidad 3.1 Capta las claves 4.1 Se acerca al niño cuando
interna y externa del emocionales del niño/a. está perturbado por algo.
niño/a.
90
El padre activamente involucrado con su hijo/a vive su compromiso en el contexto de una
relación de pareja estable y en que ambos son los padres biológicos del niño/a. Actúan en
conjunto en función del bienestar de los hijos, independientemente de si han construido una
relación de más complementariedad o mayor simetría. En todos los casos, el padre busca
representar un adulto altamente significativo en la vida de su hijo/a y se resiente cuando no
puede estar presente de la manera que quiere y siente que debe hacerlo.
91
7. Discusión
La tradicional distribución de los roles dentro de la familia comenzó a modificarse hace años,
aunque la gran mayoría de los datos disponibles evidencian que tras el nacimiento de un bebé
se produce una fuerte “tradicionalización” en la distribución de papeles dentro del hogar.
Rodrigo y Palacios (2004) sostienen que en el proceso de ir asumiendo las funciones de padre
y madre, una gran cantidad de bibliografía da cuenta de las importantes diferencias
individuales que ocurren. Pareciera que convertirse en madre o en padre no significa lo mismo;
estas diferencias se enraízan en unas historias de socialización distintas para hombres y
mujeres que, en la mayoría de los casos, les hacen afrontar la llegada de un hijo con actitudes,
valores, ideas y conocimientos distintos; el impacto que la maternidad tiene sobre las mujeres
es de mayor magnitud que el que la mayoría de los hombres experimentan al convertirse en
padres. Mis entrevistas con los padres activamente involucrados con su hijo/a dan cuenta de
que la paternidad los ha re– movido profundamente.
92
Los autores antes mencionados plantean que en la etapa del ciclo vital correspondiente a la
edad media, la madurez y estabilidad emocional parecen facilitar la adaptación de hombres y
mujeres a la paternidad (Rodrigo y Palacios, 1998), lo que se confirma con estas entrevistas en
que hombres entre 42 y 47 años de edad dan cuenta de su experiencia paternal asumida. Estos
han ido adquiriendo conocimientos y expectativas sobre lo que implica y significa ser padre y
afrontan la paternidad con bastante seguridad.
Aparte de las características propias del hombre, la relación entre los padres, la estabilidad de
la relación y, sobre todo, la calidad de la relación conyugal son de tal magnitud que, según
Rodrigo y Palacios (2004), han sido muchos los investigadores que han considerado las
características de la relación entre los padres como el mayor determinante de la adaptación a la
paternidad. El apoyo percibido del cónyuge, y el apoyo externo a los propios recursos
personales parece de vital importancia. Y no se trata de un apoyo exterior cualquiera, sino que
procede de alguien muy especial, de la persona con la que se comparte la vida (Rodrigo y
Palacios, 1998).
Badinter ( 1993) afirma que los hombres pueden cumplir la función de madres tan bien como
las mujeres cuando las circunstancias lo exigen; también plantea que el padre es tan sensible,
afectuoso y competente como la madre cuando saca su feminidad. Sostiene esta autora que
“sólo se necesita que aquélla, libre ya del mítico instinto, acepte compartir su papel con el
padre, y que este no le siga temiendo a su feminidad maternal." ¿En este contexto no sería
mejor empezar a hablar de la “masculinidad paternal” y dejar de caracterizar al hombre –
padre en función de la mujer? En términos de la parentalidad resulta interesante que los
angloamericanos, para evitar caer en la trampa del lenguaje, hablan de parenting (que no tiene
sexo) y no hablan de maternaje. Por otro lado, los términos “maternitud” y “paternitud” se
refieren a la calidad de percepción y sensibilidad y designan la sensación afectiva sentida por
un individuo cuando expresa ser completa y profundamente padre y madre (Ochoa-Torres y
Lelong, 2002). Ya es hora de que se introduzca en el lenguaje español el verbo paternizar y el
sustantivo paternizaje.
93
Las investigaciones sobre el uso de tiempo que impone la economía moderna dan cuenta de la
presión o aceleración del tiempo, asociada a las sensación de premura y escasez que se
identifica con la condición de vida actual; la sociedad de consumo expande el acceso a los
bienes, pero a costa de volver escaso el tiempo y la presión temporal sigue la línea de
distribución desigual del uso del tiempo que atraviesa la estructura social y los ciclos de la
vida (Valenzuela y Herrera, 2006 en Valenzuela y Tiróni, 2006). En comparación con otros
países, la evidencia chilena muestra tasas de tiempo de trabajo remunerado, con jornadas
extensas y mucho trabajo extraordinario.
Aunque los datos revelan que el compromiso doméstico del hombre es particularmente bajo en
Chile y es frecuente la inclinación de hombre a justificarse a través del trabajo fuera del hogar
(Valenzuela y Herrera, 2006), el padre de nivel socioeconómico bajo activamente involucrado
con su hijo o hija parece genuinamente afectado por condiciones de trabajo y presiones
económicas que no le permiten participar más en el trabajo doméstico referido a la
reproducción de la familia.
Olavarría (2005, en Valdés y Valdés, 2005) plantea que son los padres más jóvenes, cualquiera
sea su condición social, quienes se estarían involucrando más en la crianza de sus hijos; “los
padres populares jóvenes dicen realizar frecuentemente más actividades de crianza y
acompañamiento que los mayores, en cambio en el sector medio alto esas respuestas son más
frecuentes entre los de edad intermedia y los jóvenes” (p. 223). En este estudio se da cuenta
que también en un sector socioeconómico bajo, hombres en la edad mediana de la vida
practican una paternidad activamente involucrada. Ellos realizan un esfuerzo enorme por estar
física y emocionalmente disponibles para su hijo/a, cuando las condiciones de trabajo pueden
atentar contra ese deseo de ser un padre presente.
Olavarría (2005, en Valdés y Valdés, 2005) alude a varias investigaciones que coinciden con
los datos de este estudio, en que los padres optan por actividades que permiten un “estar con
sus hijos/as” en espacios de convivencia como el juego, ayudarles en las tareas, comprarles
ropa y, entre los jóvenes, bañarlos y lavarlos. En esta tesis, esta última actividad aparece en
padres que están en la edad media del ciclo vital. En las investigaciones mencionadas
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anteriormente, los padres de sectores populares participan menos que en el sector medio-alto
en actividades relacionadas con la alimentación, mientras que en este estudio el padre sí
comparte esta actividad con su hijo/a. En las investigaciones mencionadas por Olavaria, los
padres de sectores populares participan poco en actividades que requieren establecer contactos
con terceros fuera del hogar y que suponen tiempo para llevarlas a cabo, sobre todo relativas a
la educación y la salud. El padre activamente involucrado con su hijo/a tiende a buscar alguna
participación en el colegio de su hijo/a y lamenta cuando no le resulta hacerlo. Esto puede
explicarse, ya que para estos padres la calidad de la educación que reciben sus hijos e hijas
tiene importancia.
Durante las entrevistas los padres entrevistados muestran su “yo reflexivo”, vale decir, su
capacidad para comprenderse a sí mismos de acuerdo con sus intenciones y motivaciones. Se
activó la Función Reflexiva como recurso para reflexionar y develar comprensión de las
experiencias internas de sus propios hijos y responder de acuerdo con eso, facilitando en ellos
la construcción de un sentido viable del sí mismo. “La aparición y el desarrollo completo de la
Función Reflexiva depende de la capacidad de la persona que cuida para percibir más o menos
precisamente la intencionalidad en el infante. La capacidad de reflexión se ve como
influenciando la calidad de la realidad psíquica por el individuo y da cuenta de la riqueza y la
diversidad de la experiencia interior” (Fonagy, Target y otros, 1998, p. 4-5).
De acuerdo con Moneta (2003), el apego es fuertemente influido por el contexto social; al
menos para los estudios realizados en Estados Unidos, la seguridad del apego se relaciona con
las desigualdades sociales, ya que solo una pequeña parte de los niños pertenecientes a
familias de bajos ingresos tienen un apego seguro, mientras que la mayoría de los niños de
clase media tienen un apego seguro. Se podría pensar que los padres entrevistados están
generando apego seguro en su hijo/a. Una de las razones para suponerlo es que estos hombres
muestran una capacidad para reflexionar en la intencionalidad del comportamiento de sus
niños, aumentando –quizás– en ellos su propio control y regulación de afectos (Fonagy, Steele
y Steele, 1991 en Fonagy, Target y otros, 1998). Así como Bowlby habla de “sensibilidad
materna”, estos hombres dan cuenta de una “sensibilidad paterna”. Cuando hablan de querer
“llegar” a su hijo/a, se podría pensar que están buscando una mutualidad y sincronía propia de
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los adultos que pueden brindar apego seguro a sus hijos e hijas. El juego con un padre provee
otra vía de desarrollo para la mentalización, porque aumenta y mejora la integración de la
realidad interna y externa del niño. En el juego, por ejemplo, el cuidador le puede dar al niño
ideas y sentimientos (cuando están “solo jugando”), una conexión con la realidad pero
mostrando que ellos pueden compartir el juego a pesar de que el cuidador pertenece al mundo
externo adulto (Fonagy, Target y otros, 1998, p. 5).
En relación con el apego adulto, se puede observar que estos hombres entregan relatos
sinceros, bastante coherentes y consistentes de sus recuerdos de infancia, buscando integrar
diferentes experiencias en un todo. No minimizan la importancia del apego, como una manera
defensiva de protegerse del surgimiento de recuerdos dolorosos (Moneta, 2003). “El discurso
seguro es la capacidad para realizar un cambio fluido de la atención entre los recuerdos y la
mantención de un discurso coherente con el entrevistador. Lo que lo define es lo verdadero del
discurso”(Moneta, 2003, p. 13).
Los padres muestran capacidad de insight, logran hacer atribuciones más o menos precisas de
estados mentales de su hijos/a, reflejan conciencia de las interacciones diádicas y familiares, y
durante la entrevista hacen esfuerzos explícitos por aclarar y ayudar a que la entrevistadora
reciba sin interrupciones la información.
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