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El papel de la literatura en la vida de los nifios En 1981, la International Association of School Librarianship me invit6 a dar la conferencia inaugural en una seccién de su coloquio anual tifulada “;Bibliotecas escolares para todos? El nifio especial”: Ese aiio se celebraba el décimo aniversario de la Asociacién en el, Colegio de Biblioteconomia, en la Uni versidad de Aberystwyth, en Gales. Mi tarea era tesumir de manera directa y para una audiencia conformada por biblio- tecarios de escuelas de varios paises que hablaban muchos idiomas, las ideas generales sobre la literatura y los nifios que la mayoria de nosotros conociamos. La conferencia se-inclu. ye aqui por la misma raz6n: es un punto de partida, una sin tesis de los pensamienitos claves que se presentan a lo largo de todo el libro. ‘Tengo un amigo que es un incansable coleccionista de histo rias graciosas. El otro dia me envié una que escuchs en la radio mientras yo grufia sentado en mi escritorio. Dice que Yo trabajo justo cuando por la radio se transmiten las anéc dotas més divertidas. £1 puede escuchar la radio en esos mo. ‘mentos por una razén que quiz podria interesarles. Mi amigo fue maestro durante algunos afios y luego re- nuncié porque no pudo soportar una extraordinaria ironia de la escuela secundaria briténica. Fl ensefiaba inglés y creia fervientemente que ensefiar literatura era una ocupacién del més alto valor. Pronto descubrié, igual que yo lo hice antes, 13 «(ue las exigencias de nuestro sistema escolar implicaban que ebia ocupar su tiempo en un trabajo que, de hecho, lo ale. saba, tanto a él como a sus alumnos, de leer literatura, Nunca vo tempo, en la escuela o fuera de ella, de hacer algo mas ue extraer lo esencial de los pocos libros que comprendia cl plin de estudios para poder preparar a sus alumnos para los eximenes. La lectura personal, de placer egoista, quedé relegada a los rincones mas alejados de sw vida. El sabia gue un maestro de literatura sélo puede ensefar bien si lee amplia y profundamente para si mismo, de manera que aca- bo renunciando, Ahora trabaja un turno en una fébrica y tie- ne todo el tiempo que quiere para leer —y ademas le pagan mejor Como decia, mi amigo me envid una divertida historia contada por un taxista que recogié a Bertrand Russell. El ta- vista dijo: “Supe que era Bertrand Russell de inmediato. En ento me volteé y le dije: ‘Bueno, Sr. Ruséell, genton- se trata todo esto?’ :Y saben qué...? jNo supo qué cuanto se ces, de qu decirme!” Ahora mismo tiemblo frente a ustedes ante la inminencia dle esa atroz pregunta: “;De qué se trata todo esto?” Previen- slovel caso de que,tuviera que responderla —y como no quisie- " verme gritando “jNo sé qué decir!”—, he dividido lo que “ine en dos partes. Esto lo decidi después de darme cuenta de uc el titulo de mi conferencia implicaba dos tipos de rol: cl que juega la literatura en la vida interna de los nifios —lo «ue la literatura les hace— y el que puede jugar en su vida exterior —el lugar que la literatura deberia Ocupar en el am- biente en el que viven— ‘a primera parte esté llena de teorias y suposiciones que arecen dificiles de demostrar concluyentemente. No es que se requiera de un acto de fe para aceptarlas, pero atin nos queda un largo camino que recorrer antes de que podamos probar 14 todo lo que creemos saber. La segunda parte es tan prictica y facil de resolver como las instrucciones para abrir una lata de frijoles: Sin embargo, cualquier asunto practico merece atencién s6lo cuando uno acepta la teoria, el motivo y el va- lor de hacer algo. A quién le interesan las instrucciones cuando no se quieren los frijoles de la lata. El folleto de este encuentro dice que examinaremos las nece- sidades de algunos grupos especiales en la comunidad escolar. Pero en un sentido, todos somos especiales. Cada uno cuenta con necesidades propias: dotes, impedimentos, particularida- des, dificultades. Por muy cierto que sea todo lo que se afirme sobre las personas “especiales” —adultos y nifios—, somos iguales en un sentido fundamental y avasallador: todos so- mos seres humanos. Y lo importante de la literatura es que tiene que ver con uno de los pocos atributos que nos hacen humanos: el lenguaje. No sélo el lenguaje en si, pues los paja- ros y los delfines parecen tener algun tipo de lenguaje —in- cluso puedo decir por experiencia propia que algunas criatu- ras pequefias como las abejas también Io tienen—, sino el lenguaje usado de esa manera particular que nosotros llama- ‘mos narrativa, en la que incluyo relatos, poemas y dramas, asi como todo tipo de escritos que intenten decir qué suce. did, a quién y por qué. Podria ir mds lejos y decir que este uso particular del len- guaje —el uso i lo “narrar”— £s lo que nos define como humanos. Podria decir que esta forma particular del lenguaje y nuestra habilidad para usarlo nos hace lo que somos y, ademas, hace posible pensar que es- tamos capacitados para ser aun més de lo que ya somos. Sin embargo, estas sugerencias se acercan a ese poco bienvenido acto de fe que prometi no pedir, de modo que dejemos dé la- do por ahora esta insinuacién. 45 Ya se han escrito libros sobre el valor de la literatura. Me parece imposible que yo pueda capturar ese valor aqui, en uno o dos parrafos. Algunas personas han tratado de con- densarlo en una frase atractiva, y aunque ninguno de ellos ha tenido éxito, una de esas frases me agrada. Es de Ezra Pound, y dice: “La literatura es la noticia que siempre es noticia”. Pound se estaba metiendo con ese aspecto de la literatura en el que me quiero concentrar, porque es especialmente perti- nente para nuestro tema. Sin perder de vista que la literatura es.una relacién especial entre el lenguaje y la forma, me voy a ermaitir engrosar las filas de aquellos lo suficientemente ton- tos como para tratar de hacer una frase que lo explique tod la literatura nos ofrece imagenes con las cuales pensar. Imaginense cémo es la vida para un recién nacido, Toda esa aglomeracién de sensaciones de tacto, gusto, olfato, oido, vista. Caos. Un asalto. La supervivencia consiste en dar un sentido a toda esa informacién, Vivir mas allé del nivel de supervivencia para llegar a ser uuna especie capaz.de construir cultura requiere no sélo que le demos sentido a nuestro entorno y a nosotros mismos, si no que comuniquemos nuestros entendimientos y, mas im- portante atin, desarrollemos la capacidad de proyectar hacia delante de nosotros mismos, de predecir causas y efectos an- tes de que se vuelvan reales en nuestras vidas. Hablando con crudeza, esto significa que tenemos que encontrar una ma- nera de nombrar la informacién que recibimos y, luego, orga nizarla en diferentes patrones que nos ayuden a ver qué se puede hacer —y cudles son las consecuencias—. En pocas pa- labras, debemos volvernos no sélo manipuladores, sino crea- dores de nosotros mismos y de nuestro entorno. 4Cémo lo hacemos? Como en todo lo humano, la respues- taes tan simple como complicada. Mi enciclopedia para ni- fios dice que los antropélogos reportan que “dondequiera 16 que haya hombres, hay lenguaje”, y dondequiera que haya personas, ellas usan el lenguaje para contar historias, El chisme es la forma més basica de relatar historias; es la historia de nuestras vidas contada por nosotros mismos en episodios diarios. El chisme puede ser como una telenovela, entretenido pero trivial; sin embargo, a veces posee una sig- nificacién curiosamente poderosa que va mis alla de un Ju- gar y una época, transmitiéndose afio tras aio de persona a persona, cambiando un poquito aca, puliéndose un poquito allé. Entonces se convierte en lo que hoy en dia llamamos cuento popular. Cuando este tipo de chisme versa sobre Dios, (0 dioses, si se prefiere) se vuelve un mito, Cuando versa so: bre los extrafios fenémenos de la vida, se llama cuento de ha= das. El chisme que trata de llegar a la esencia de algo, de con- centrar nuestra experiencia en vez de desplegarla, tiende a convertirse en poesia —lo que Auden, en mi opinién, llama- ba “discurso memorable”. Mas alla de cémo clasifiquemos esos usos del habla, la verdad fundamental es que todos la practicamos. De una u otra manera, todos nos contamos y les contamos a los demas historias de nuestras vidas. Los adultos también pueden pen- sar en el mundo en otros términos, desde luego; pero hay algo importante en torno a los nifios y los relatos en lo que de- bemos poner atencién. James Moffett lo decia asi en Teaching « the Universe of Discourse Mientras que los adultos diferencian sus pensamientos @ travé de tipos especializados de discursos, generalizaciones y teo tias, los nifios deben, durante mucho tiempo, hacer qué la na- rativa funcione para toda. Ellos se expresan casi enteramente a través de relatos —reales 0 inventados— y aprehenden lo que otros dicen de la misma manera. Es decir, el joven principiante no habla y lee explicitamente categorias y teorias de la expe- 7 riencia; él habla y lee de personajes, sucesos y espacios que es- tan cargados de significado simbélico, porque son sefiales que epresentan categorias y postulados inconscientes de la expe- riencia, “Los niftos deben hacer que la inarrativa funcione para todo.” Si esto es cierto, dificilmente necesitamos hacer otro pronunciamiento sobre el papel primordial que juega la lite- ratura en la vida de los nifios, sean cuales fueren sus necesi- dades individuales especiales. Tampoco necesitariamos hacer hincapié en la importancia de las bibliotecas, aunque la cita anterior también nos dice algo sobre el tipo de bibliotecas que necesitan los nifos. Quisiera decir algo mas antes de que dejemos la teoria: mi frase breve dice que la literatura nos ofrece imagenes con Jas que pensar. Al igual que el resto de las sentencias, requiere una ampliacién y por ello hay tres aspectos que quiero explo- rar: materia prima, inteligencia y el paso del tiempo. Como cualquier otra actividad creativa, pensar requiere de materia prima, No sé ustedes, pero yo nunca puedo obte- ner suficiente material en mi mismo. Tomo la mayor parte de Jo que necesito de otras personas. Solo no me basto —en ex- periencia, conocimiento, capacidad imaginativa o lenguaje— Por decirlo de otro modo: pensar no es en absoluto una ac- tividad auténoma e individual. Es un proceso compartido. Todos somos miembros del gran grupo de expertos que es la humanidad. Cualquiera que haya pasado un periodo en confinamien- to solitario sabe que esto es verdad. Hablo por experiencia propia. Yo he estado aislado en muchas ocasiones. Las autori- dades de la prisién Haman a esto castigo; algunos tipos de monje lo llaman vocacién: Pero hay una diferencia esencial entre el papel punitivo y el vocacional del aislamiento. Las au- 18 Me 8 a a 2 es toridades de la prisién no te permiten tener ningiin tipo de comunicacién, Resultado: castigo. Las autoridades monaca- les no te dejan hablarle a nadie pero insisten en que leas la Biblia. Resultado: alivio. (La Biblia, como algunos de ustedes recordaran, es una biblioteca conformada por relatos, poe- mas y libros histéricos, filoséficos y biograficos.) Hay una frase de C. S. Lewis que lo sintetiza. A través de la literatura, escribié, “me convierto en miles y sigo siendo yo mismo’. Las autoridades de la prision saben que lo peor que le pueden hacer adas personas no es tanto aislarlas fisicamen- te de los otros, sino impedirles que comuniquen sus vidas interiores;arrojarlos totalmente dentro de su propio yo. Mien- tras le podamos contar a otro lo que est sucediendo dentro de nosotros mismos y se nos cuente lo que sucede dentro de otras personas, seguimos siendo humanos, sanos, optimistas, creativos. En pocas palabras, seguimos vivos. Una vez que se detiene la narracién, estamos muertos Para este ex monje, que cuando salié del monasterio se evé consigo la profunda experiencia del confinamiento soli- tario, la oracién con la que inicia un gran libro todavia suena indudablemente cierta, como quiera que la interprete el lec- tor. “En el principio fue la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios” Es con palabras, por medio de palabras, a través de palabras que nos damos sentido. Y como cualquier gran novela poética, El Evangelio segiin San Juan ofrece suficiente materia prima y de una riqueza tal que nun- ca se agota y nos ayuda a construir y reconstruir una vida in- terior elaborada y poderosa. Todo esto est muy bien, dicen algunos, si eres inteligente y gozas de ciertas ventajas; pero la literatura es elitista. Re- cientemente di una conferencia inaugural sobre literatura para nifios en una escuela de bibliotecologia (la conferencia de Woodfield, p. 33). Poco después recibi una carta de un ad- 19 mirador desconocido que estaba entre la audiencia. El escri- bid: “Querido sefior Chambers, quiero decirle que su confe- rencia fue una total pérdida de tiempo... al tratarse de una industria que tiene muy poco impacto en la vida de noventa por ciento de la poblacién’. Mi admirador pudo haber tenido raz6n en cuanto a mi conferencia, pero estaba muy equivocado en las éstadisticas. En algunas partes del mundo, la literatura para nifios no tiene impacto alguno. En Gran Bretafia, la cifra es de cerca de se- senta por ciento. En algunas aulas que conozco, no obstante, el porcentaje es demostrablemente cero. En esos lugares, la literatura toca la vida de las personas cada dia que pasan en el aula, De modo que lo primero que hay que decir sobre el ar- gumento elitista es que la literatura en si no es elitista, La gente la hace elitista en un acto deliberado de privacion. Sialguien_ no cree en la importancia del acto Titerario 0 si ve que es po- derosamente importante y no quiere que otra gente tenga ese poder, entonces no hace ningtin acopio financiero ni ambien- al por ella, no construye un sistema educativo que la ponga en cel centro, no ibines ae gic tlnerstare eral iepton de que literatura oral o impresa sea barata y de facil acceso. Lejos de ser elitista o accesible sélo para las personas in- teligentes, la verdad es que la literatura es demética. Es de la gente. La literatura —palabras en prosa 0 verso que no tienen el propésito de comunicar un hecho, sino de contar una his- toria aplicando la inventiva de la imaginacién (una definicién dada por David Daiches en su Critical Approaches to Litera~ ture)— se deriva de la humanidad que compartimos. Una de las grandes virtudes de la literatura es que puede trascender las diferencias humanas, como los grados de lo que llamamos in- teligencia, grupos sociales, creencias o cualquier otra barrera, artificial o natural, que separa a los individuos. En parte, la visién de que la literatura es elitista y buena 20 sélo para determinados tipos de personas ihteligentes pro- viene de nuestra sobrevaloracién de una especie particular de obras literarias —aquellas que tienden a ser largas y delibe- radamente complejas de un modo intelectual— y una subes timacién de las obras cortas, aparentemente simples y meno: cerebrales. Yo no renuncio, déjenme agregar, al placer que obtengo de la literatura larga, compleja e intelectualmente desafiante, Pero ése no es el punto. El punto es que la literatu- ra contiene todo, y es més profunda, incluso en su forma mé + simple, que cualqyier otra forma construida con palabras. ‘Tomemos un ejemplo y veamos un poco qué puede sig nificar lo anterior. LA ZORRA ¥ EL GALLO El gallo se asoleaba sentado en la ventana. La zorra lo vio y pens6: “Qué rico se ve ese gallo para la cena’, De modo que se eché detrés de un arbusto a esperar su oportunidad. “Qué hermoso soy’, cloques el gallo para si mismo. Alisé sus plumas ¢ inflé el pecho. Luego canté fuerte para que el mundo supiera qué grandioso era, La zorra se levanté y troté hasta la ventana, —Buenos dias, gallo —dijo—, estas cantando muy bien hoy. —Gracias, zorra —dijo el gallo—. En efecto tengo una bo- nita voz, aunque lo diga yo. —;Cantarias algo para mi? —pregunté la zorra —Con gusto —dijo el gallo, Cerré sus ojos, eché atras su cabeza y volvié a cantar. La zorra vio su oportunidad. Dio un salto, atrapé al gallo por el cogote y huyé. —iBéjame! —grité el gallo—. Socorro, auxilio! —chillé. 2 El granjero oyé al gallo y vio lo que estaba pasando, —iDetente, ladrén! —grité y salié detras de la zorra. Todos los animales de la granja escucharon el grito del granjero y lo siguieron. Los cerdos, las vacas, los gansos y, des- de luego, todas las gallinas del gallo. ¥ —Te estan persiguiendo —grité el gallo, Pero la zorra continué corriendo. Ella sabia que podia co- rer mas répido que cualquier animal de la granja. El gallo también lo sabia. —iOh,zorra! le dijo—. ;Qué buena corredora eres! Nun- ca te van a alcanzar. Deberias decirselos. A La zorra se sintié halagada, Volvié su cabeza y grité: —;Son muy lentos! jEste pajaro es mio! Pero cuando la 2orra abrié su boca, el gallo abrié sus alas y vol6 a un drbol. La zorra no se atrevié a detenerse y corrié al bosque. —Qué tonta soy —se dijo—. A veces es mejor mantener la boca cerrada. No necesito decir que se trata de una versién de la fabula de Esopo. Un dia, hace algiin tiempo, un nifio de cinco afios de edad que no sabia leer escuché esta y otras historias de Esopo que le leyeron en voz alta. Al nitio le encantaron y se podia que- dar horas viendo las ilustraciones del libro. E] se desarrollé tarde y no aprendié a leer fluidamente hasta que tuvo ocho afios de edad, entonces ley6 por su cuenta las fabulas de Eso- po y le gustaron atin més. Muchos afios mas tarde, cuando se le pidi6 que preparara algunos relatos para nifios de seis y siete aftos, supo de inmediato qué historias escoger, pues el placer que le habian brindado cuando era un nifio no lector permanecia vivido en él. De modo que escribié sus propias versiones de tres de las fabulas de Esopo sobre la zorra y Ila- A 22 mé al libro: Fox Tricks. (No se necesita ser Sherlock Holmes Para adivinar que el nifio del que estoy hablando soy yo. Des- de aquellos dias, he descubierto el problema real de tener un desarrollo tardio: uno se desarrolla demasiado tarde.) Aqui, entonces, tenemos una prueba del hecho de que la nos da imagenes con las que pensar, porque eso es Jo que hicieron las fabulas de Esopo con este pequeiio nifo. Como nifio tardiamente desarrollado, con frecuencia en mis momentos de abatimiento me vi reconfortado y animado por Jas historias de Esopo, especialmente la de “La tortuga y la lie- bre” (a propésito, desde que escuché esta historia he tenido el deseo irracional, y hasta ahora no satisfecho, de tener una tor- tuga de mascota. Aunque, ahora que pienso en esta confesin, me doy cuenta de que ésta es en si otra prueba del potencial de laliteratura, Crea necesidades y deseos que antes no existian). bargo, es que se trata de una historia que dificilmente podria ser mas simple. Toma aproximadamente dos minutos leerla en voz alta y tiene menos de trescientas palabras. Yo los invito a escribir en no mas de trescientas palabras igualmente simples yen oraciones igualmente sencillas todo lo que sucede en ella. Lo sabemos demasiado bien como para intentarlo. No tendria caso de todas maneras, excepto como una especie de ejercicio original de critica literaria, Sabemos que vamos a fracasar porque en cualquier uso literario del lenguaje las pa- labras siempre dicen mas de lo que parecen decir. Los usos no literarios intentan decir precisa y solamente lo que signifi-

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