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Juan José Hernandez “La senorita Estrella” y otros cuentos Se incluye una seleccién de poesias Aunque mi, tia Leocadia no Jo sepa, la sociedad de nombres espirituales la que sirve es el reverso de esa Sera que el Abuelo me dio por familia, La violenta pose Sion del presente necesita alianza de to sobrenatural, She jamds desdend expresarse en un Lenguaje autoritay Ho. similar al nvestro, Es gabido que ante 1a ia del Todo~ poderoso Sefior de los Ejércitos sblo cabe el temor, la sumision, 70 ASI ES MAMA No he conocida a nidie que posea le blaneura de ma- ad, Como exteaharse de que se lame Blanca? Vana- ents, las. pensionistas de mi casa pretenden imitara: f¢ pintan de azul los pérpados, eaminan sobre tacos Luis XW, enuzan las piernas y fuman con aire languido. Como ingce mama, Sin embargo, qué lejos estin de alcanzar su ‘Nuostre casa, aunque su frente es de ladrillos sin re- vocar, no puede compararse con las demis viviencas del Bernd. A pocos metros de la esquina'se levantan tas bax rreras del paso a nivel, y crazando ol terraplén corre una facequia de aguae servidas, El cuarto de mamé tiene un baleon_ que da a los naranios de la vereda, pero sus per- sianas estan siempre cerradas, (Cuesta imaginar, dotrés de esas persianas, un cuarto tan lujoso como ef de mami. Cuadros de diferentes t3- Iaflos tapizan las paredes: algunos son recuerdos de sus snajes, (mamé posanda junto 4 Ja ex piedra movediza de andi, o ea Mar dol Plata, apoyada en un enorme lobo ‘maring); otros, estampas religiosas (Sen José con ol Ni- fo, oun angel con una vara de azucenss, a los pies de la Virgen); otros, palsajes de almanaque y retratos de artistss de cine, Me gusta contemplar algunos objetos preciosos entre el desorden de los frascos de perfume y {is remas de belleza de su tocador: hay alli una artistica polvera cuya tapa es una ballerina con pollera de tul, y Bran nimero de snimalitos de porcelana que no tienen fmayor valor, pero que a mamé le trsen suerte, Cuando tuno de ellos se niega a favorecerla, mamé lo encierra por tun tiempo adentro de un eajon, # manera de penitencia El tocador de mama. Nunes me canseré de admirar sus adomos, Debo decir que cada dia sumentan, La se- ‘hana pasada le regalaron una museca Lenci vestida de fespariola, que ella se apresur6 a colocar al lado de otra, también de palo Lenci, pero ataviada de, criola. Una ‘venus de alabastro le sirve para colgar sus collaes. Mi cuarto, en cambio, es ua altllo situado encima de Ja cocing, Como hasta el dia de hoy mama no ha conse- guido dinero suffeiente pare hacer construir una escalera n aA de material, para subir a mj cuarto debo emplear una escalera de mano que ella retira por las noches mientras duermo. Este aislamiento forzoso tranquiliza a mama y le permite atender a sus invitados sin la preacupacion de que a mi se me ocurra aparecer en lo mejor de a fies ‘ta, y desmerecer su prestigio. Porque a pesar del barrio apartado y de tos chareos de agua pantanosa que se for- ‘man en 1a calle cuando llueve, mamé acostumbra a orea- nizar reuniones a las que aculden personas importantes de la ciudad: doctores, escribanos, funcionsrios, Una vez que se han ido ios invitados, mamd vuelve @ cotocar en su sitio Ia escalera; en un papel que deja sobre Ja mesa de la cocina, escribe la lista de compres para el mercado y otras tareas que debo eumplir por le mafians, ‘mientras lla y las pensionistas deseansan, Antes de las nueve bajo de mi altilo, prepara el desa- uno, riego las plantas, y después de letr varias veces la lista hasta sprenderla de memoria salgo a la calle pro- visto de-una red, Llevo conmigo una libreta de tapas az les para el almacén; otra, ofa, para la camiceria, y una tercera, negra, para el verdulero. Mamé detesta comprar al contado. Prefiere hacerlo crédito; de ahf su agita- cién, a fin de mes, cuando junto con la cuenta dela luz recibe cartas que le recuerdan Ia cuota del tepado de piel, de fa heladera, o de la licuadora. Otra caracteristica de mamé es regatear el precio de las mereadertas, por in significante que sea. Basta que el frutero le diga: “Trein= ta pesos el quilo de uvas, seforas”, para que ella invaria- blemente conteste: "Muy caras, 1s doy veinticineo.” Si el vendedor se resiste, mama, como Gltimo recurso, le ‘entrega un billete de quinientas pesos ala espera de que el hombre no tenga dinero sulicients para el vuelto, Cuando asi sucede, el vendedor acaba por Tesignarse ¥ exclama: “No importa, patrona; me psga mafana, Es igual.” Entonces ella sonrfe, satisfecha de haber conse- guido postergar por un dia ‘el pago de las uvas. Asi es “Mientras. hago las compras en el mercado puedo ob servar con detenimicento a la gente del barrio. Con Ia m= rada sin brill, Ia ropa manchada, los zapatos rotos, las ‘mujeres tienen un aspecto lamentable. Suelen ix acom- pafiadas de sus hijos, unos chicos igualmente desalinedos, de tez morena y ojos oblicuos. Quiz por eso mama los ama “chinos”, y me prohibe jugar con ellos. Tampoco quiere que habie con las vecinas, esas arpias que no ha- ‘cen otra cosa que ocuparse de la vida palvads de los de- ms, Ast dice mamd, ‘Las mujeres del ‘barrio deberian prestar ua poco de atencién a su arregio personal y al de sus hijos. No al ex- n ‘temo de mamé, que se balla dos veces por dia, va a la Peluqueria del centro, y se pasa las tardee recostada, lr ‘méndose las was, 0 Sacandole brillo a sus esclavas’ de plata (tiene veinte, y le cubren el antebrazo). Tampoco, 63 necesario gus sxaperen, como hace mami conmigo, y ondulen el pelo de sus hijos con una tera caliente, o fe compren pantalones de terciopelo y botas de charol. Pe- ro el olvido de its mas elementales normas de aseo resul- ta en verdad intolerable. EI barrio entero, que abandona- remos pronto si los planes de mamé se’ realizan, es un Conjunto de hombres en camiseta, mujeres sin dientes, ‘chicos descalzos. ‘Cuando vuelvo, mamé ya esté levantada, pero les pen- sfonistas continian durmiendo. Ai principio mama me advirtio que si alguien me preguntaba en la calle quiénes fran, esas sefloritas, yo debia contestar: “son Tis pri mas”. Sin embargo, como después de un tiempo las s- Puestas primas se iban y eran reermplazadas por otras, lla juzgo conveniente laznarlas pensionistas, Las pensionistas de esta temporada me parecen desa- gradabies. La Cristina y la Yoli, tales son sus nombres, uusan el misino peinado en forma de cola de caballo, # tamudean y bostezan sin parar: 2 la noche, como’ por arte de magia, conversan animadamente, rien 2 carcaja: das, cantan. A menudo oigo sus voces desde mi altllo Solo mamd permanece silenciosa, Para eclipsaras le bas: fa su blancura y su corpulencia. Siempre recordazé la feseena que presencié hace algunos aos mama estaba en el patio, a medio vestir, rodeada de mujeres que tia ‘ban de lazos y cintas con el propésito de cen su cuerpo dentro de un corsé. A cada tiron brusco de las cintas, se hundia el vientre de mamé, pero al mismo tiempo subfan sus pechos, inflados como globos, y por los in- tersticios del corsé aparecfan rombos de ‘carne deslum- Drante Mami prepara el almuerzo y guarda on la heladera jana suente con rodajas de salame y enselada para las pensionistas, “Es suficiente para esos esperpentos", dice Luego, con un gesto de complicidad, saca de su bolsillo luna Ilave con Js que abre un armaric donde esconde tn rasco de higos en almibar. En el armario, ademas, hay lun juego de t€ chino que le zegalaron para su casamlento, No eonoci a mi padre. Murié 0 desaparecié poco despues que yo naciera, pero por algunas conversaciones he de- ducido que debio de ser un hombre sin inquietudes, un fracasado. Todavia ahora, cuando las deudas apreniian mami recuerda con tristeza un terzenito de su propic- dad, en el cerro, que se vio obligada a vender por culpa ded, "y que hoy valdria une fortuna” 3 Una vez que terminamos de comer el postre, ayudo a mamé_a poner en orden la cocina; después subo a mi Cuarto ¥ me visto para asistir a clase. Ignoro si el ao proxima volveré al mismo colegio. Mamé dice que piensa {nscribirme en otto, como alumno pupilo. Todo-depende de un amigo suyo, un abogado que costeari mis estudios 8 condicion de que ella abandone esta ciudad y atienda tun negocio en Rosario dela Frontera, [Asi nos explicd el domingo pasado. Estabamos reuni- ‘dos en el comedor: 1a Yoli se depilaba una ozja; la Cris- tina hojeaba Tevistas de mods; yo dibujaba un mapa en. fai cuademo, De pronto, mamé leg muy agitada de la alle, se quitd los zapatos, suspird de alivio, y empez® a contamos sus proyectos. Cuando termind de hablar, hu- borun silencio, Después se oy6 le vor dela You Blanc rte dijon, estés loca. Eso es sepultarse en vida." Mamé te contest que la plata es plata en cualquier parte, que Te preoeupaba mi parvenir, y que el negocio se abriis fen una zona prospera, lena de chacareros ricos y sem bradores de papas. “Nosotros no te acompanamos”, di- jeron al unisong las penstonistas. “No las necesito. Como lstedes, sobran”, contest mama con desden, ‘Ese noche, en mi altillo, me conmovid pensar en los, sactificios a que mamé se\resignaba pura Tabrerme un porvenir, Abandonarfa sa dormitorio, sus reuniones. Yo Bra un obstéculo en $2 vida, y con el tiempo lo seria aun tals. ha Rosario de la Frontera, donde vaya a saber uno {Qué peligros la aeechan, iré perdiendo su bellezs. El nom~ Bre de ese pueblo me sugiere un ambiente de violencia ‘como el de las peliculas dei Lejano Oeste: ciclones, in- ‘dios enfureeidos, paisanos borrachos. Quiz por es0, al dormirme, tuve un sueio extravagante: habia un incen- dio en el cuarto de mamé, y ella, sujeta a los barvotes de la cama, amordazada, no podis hacer ningiin movimien- to ni articular palabra, Horrorizado, vi que las lamas era- pecaban a trepar por los flecos de la colcha tefida. En Fonees corri ala cocina en busca de un balde de agua, pero sibitamente mo asaltd el imperioso deseo de comer fiigos en almfbar. E1 armario estaba abierto: retiré el frasco, ¥ con le mayor tranquilidad me puse a satisiacer ‘i pula, no ignorando que mama corria el peligro de ser alcanzada por las lamas, "Se salvard”, me decia mientras Gevoraba grandes cucharadas de dulce. "No sé cbmo, pe- ro we saivari. Es demasiado fuerte para moris. No morizé Con Jos primeros calores han florecido los narenjos de ta yereda; el viento trac el olor de los azahares mezciado al de las aguas podridas ce ls acequia. Al atardecer, he 14 caminado por las calles del barsio, En un zaguin estre- ho, un hombre iaflabe las ruodas desu bccista; debe de tina morera, una vieja desplumae ura galling; en un bere, unos chicos au jgsbun a peat me secon ‘eron y me arrojaron piedras, Luogo eorreron a escon- serge d'un abut, jo. puedo tolerar la Idea de entrar pupilo en un col io y separarme do mamé. Lejos de ella, nabra de repe- Tire to que sucedib hace tres aos, cuando viaj6 ala es- ital: enferme do tristeza, Mientras duro su ausencia las Petsonsas gue tabi em cas por ag gpoct 2 Eonsguleron que probase bocado; querian oblgarme @ comer, pero Yo les escupia la sopa caliente en la cara. Extraladas por mi conduct, tuvieron que serra con la eel dormitorio de mema para imped que me arojara ae braces en su cama, sollorando, Sin maméy el siundo 8 opaco y aburido;Tanguidecen las plantas del patio, 4a Sn énfer so conirte cn unin expel de rina cot Sabidos de trenesy childos de mujeres vulgare, Pina. das genie Pieles Rojas. 2 Coen ‘Al volver de savaje, mamé me trao de regalo un me- ano pera hacerse pordonar st ausencia, pero yo, que éslabs ofencido, adopt una expreiontereacnando els re alzb en brados, "jAst ee como eateingel del Senor Teibea Sgdre quel quite toh medio, Patone Ges me eché a lorr, al rismo tempo que le besaba las ‘ells Te suplicaa que no me abandonara tn sone Ee is ean cata See eee nn col En saci ge et Din Srila ite tendancy et ta la mesa, con botellas y piatos de sindwiches. seus Bee tees pa cals Bean Hani ncaa SNC IRSNE CPS a eens 15 + OS. Mamé, toméndome de tos hombros, me levé hasta el ugar donde estaba sentado el doctor Monasterio ~Mucho gusto, caballerito ~dijo el abogado. Y me tendio una mano linguida, cubierta de vello oscuro, que 4solté de inmediato. El abogado vestia con sencilex: so10 Ia perla del alfiler de cortata revelaba su prosperided. Despugs de un momento prosiguio. Con que el caba- Usrito quiere estudiar, ser un hombre de provecho? Muy bien, muy bien. Ya arregleremos ese asunio con su mama, ‘La voz autoritaria del sbogado contrastaba con sh a5: ecto insignificante; sus piernas, cruzadas, no llegaban al suelo, Hice un esfuerzo para dominar mi timider y tmirario a la cara: una cicatrz, que le bajaba desde ef Po- ‘milo izquierdo hasta la comistra del labio superior, le lUraba hacia arriba Ia piel de la mejilla, dando a su fiso- nomia una expresion ir6nica. El abogado me acaricid el pelo, me sonrié con simpatia. Yo hubiera querido do- cirle que no me importaba estudiar ni ser un hombre de srovecho, que mi ideal era continuar al lado de mam ero enmiudeci, sofocado por el calor del cuarto, y atur- digo por el ruldo de la misica y las conversaciones. Ma- ‘mi considero ofensivo mi silencio y me pellized con disi- ‘mulo, Mi reaccion fue autoraétes:

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