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A pesar de Ia Historia de la Cultura y de la moderna Etnologia, sabemos todavia poco sobre cémo se han creado desde dentro las fiestas de caza o de recoleccién de los primitivos, las «fiestas eleusinas» de los griegos 6 las fiestas seculares de la Roma augustal, Y aunque hhoy compartamos como testigos de vista las fiestas de los dioses de culturas ajenas, no nos engafiamos al per- catarnos de qué impenetrables nos resultan en el fondo. No quiere decir esto que la Sociografia y la Estadistica no puedan Hegar a percibir algo de Ia fiesta. En altima instancia, Ia fiesta es de carécter piblico, es cosa de la comunidad, precisamente su «autopresentacién ', y por ello es necesariamente un acontecimiento visible, Evangelisches Sociaexikon, edit, Fr. Kannensrno, Stata 954, art Sonntagshelligung, col. 9125. biden. * Remito sobre todo a ta interna controversia protetante en tye Joachim Becxwan (Der Feteriag in der Geschichte. der Kirche) y Dieter Mowscirto (Das Verstindnis des Feiertages in" der Bibel), recogida. en «Kirche in. der Zeit, 12 (997. Manscueip constata’ En fa tcolofe uterana no hay consenso ‘ular sobre lo que signifigue ef dia de fiesta» (p. 211) "Kart KenéavrVont Wem des Psten, ps 6S" Fieich Scntrtenwacren habla en su Prakiische Theotogie (Obras Com 60 JOSEF PIEPER cidn de enzarzarme en una controversia teoi6gica, ni siquiera de hacer teologia. Antes bien, el nico motivo para mencionar estas cosas es el deseo de manifestar Jo més claramente posible Ios propios supuestos, que de modo inevitable son igualmente de naturaleza teo- logica. Estos rezan asf: primero, al introducitse el sé- bado veterotestamentario en el domingo cristiano, aquél ha sido «abolido»; segundo, que tanto el sébado como el domingo no son, dicho con precaucién, una inst cin simplemente humana. En ambos dias se alude al biblico «séptimo dia», a la requies Domini Dei tui (Deut. 5, 14), al dfa det descanso del Sefior, en el que no sélo han de descansar el amo y el siervo, sino tam- bign el ganado, sobre lo que ademés se afiade algo en el Decélogo que hoy especialmente estamos en condi- ciones de comprender: la referencia 4 los trabajos for- zados por motivos politicos. «Recuerda como trabajaste como esclavo en Egipto, y el Sefior te sacé de allfs (Deut., 5, 15), El «séptimo dia» trac ademés ef recuerdo, no s6lo dle 1a conclusi6n, sino también de la aprobacién de la obra de Ja creacién. Ese es el dia en que se pro- noncia la palabra no escuchada de que todas las cosas son buenas». No puede pensarse una fundamentacién més radical, més yendo a la rafz, de la bondad exis- tencial de todo To real que la de Dios mismo, pues al plots, (15. Berlin. 1850) de 1a atendencia do la Iglesia pro- festante a reducir al minima tas festividades» (p. 843). Y quien quisiera consullar el magniico e invprescindible Theologisches Werterbuch zum “Neuen Testament, fundado. por Gerhard Karras el toma sfleson se vera srprendido al no eh UNA TEORIA DE LA FIESTA 61 trace las cosas a la existencia, afirma y ama eses mis- ‘mas cosas, sin excepci6n. Y también es ésa para el hom: bre, en la medida en que la acepte, la dltima legiti- macién y, podria decitse, el tnico estimulo permanente que le permite egar a encontrar buenas las cosas, @ pesar de todo; en ultima instancia, también la legit ‘maciGn y estimulo para celebrar festivamente una fiesta. Durante las grandes fiestas de otofic en Bengela he formulado a no pocos la pregunta de si sabrian decirme cel motivo de la presente alegrfa festiva, La respuesta de tun ortodoxo hindi rezaba: «Es 1a alegria de ser una criatura, de que Dios nos haya creado movido por Ia alegrian. Precisamente es0 mismo, «el don de haber sido crea- do», beneficium creationis, «el primero y més excelso» de los dones divinos, como dice Tomés de Aquino’, es lo que se celebra el domingo, interpretado asi, verda- deramente, como el paradigma de todas las celebracio- nes. Ese dfa se celebra lo que por lo demés sirve de fundamento de todas las demés festividades: Ia afirma- cin de la creacién. ‘Asimismo ha sido entendido siempre el «séptimo ia» como un simbolo premonitorio, incluso como un anticipo del «iiltimo y més sublime» ® de los dones que Dios tiene preparados para el futuro: el descanso eterno de todo ser en Dios. Que es0 se espere en verdad es precisamente el «motivo de la fiesta» que se celebra * Summa theologica, 111, 100, 5 ad 2. ® Summa theologica, 1-15, 100, 5 ad 5. 62 JOSEF PIEPER el domingo. Ese dia mismo es «imagen del eén futuro», una imago venturi saeculi ® EI dia de culto de ta cristiandad, todas las semanas reiterado, esté en condiciones de realizar ambas cosas: el retomo al inicio creador y la actuslizacién de laf cidad futura. Y al poner ante los ojos del alma el tiem- po inicial y el tiempo final ”, se abre el horizonte infi- nito, necesario para que se desplieguen las grandes fiestas Es evidente 1a extraordinaria pretensién con que tal interpretacién del domingo sale al encuentro del hom- dre medio. Quizé se creerd irrelizable, aunque no en cierre otra exigencia que la de realizar To humano mis- mo. Y quiz esta exacta interpretacién, que difumina Jo opaco de ta realidad de forme en modo alguno ro- miéntica, despeja la mirada al ponerla en una posibi- lidad, claramente esbozada, de la propia existencia, Quiad el hombre medio, en un momento en que se en- cuentre arrojado de su sltimo peculiv, no podré otra cosa que, con corazén libre, reconocer como suya esa posibilidad. Sin embargo, no es el domingo, dies Dominica, «dia del Sefior», una fiesta especificamente eristiana por rea- lizar plenamente el «dia séptimo» del sébado vetero- testamentario, sino por ser un dfa referido # Cristo, conmemoracin de la Enearnacién de Dias que, en la Resurreceign, aleonzs (odo su fruto y se manifiesta en * SAN BASILIO, De Spirit Sancto, cap. 2. Cir, Die Religion in Geschichte snd Gegenwart (RG), 52 ed. tomo 2, col 908, sitesi ea UNA TEORIA DE LA FIESTA 65 plenitud. El domingo cristiano en un dfa pascual, una irradiacién de la Pascua. ‘Tampoco podria ser la Pascua, aunque en ese dia se conmemore un acontecimiento histérico, una fiesta au- téntica, es més, «la fiesta» de la Iglesia, a secas, si no fuera nada més ni otra cosa que una conmemoraci6n. En realidad, se trata de una misteriosa actualizacién de €s¢ acontecimiento, que ileva a cabo una presencia in- ‘comparablemente mas real que Ia permitida por el re cuerdo (aunque también es cierto que la alegria «se realiza primero en el recuerdo»). EI motivo y fund mento de esta fiesta es también que con el acontec miento de la Resurreccién de Cristo cemienza algo me- diante lo cual la vida del hombre experimenta hoy y para siempre esa elevacién inconcebible, denominada, en el lenguaje teoldgico, «gracia» y «vida nueva>. Por eso en ia fiesta pascual de la Cristiandad, precisamente en ella, se vive y celebra Ia afirmacién de la vida, mis fundamentada, plena y profunda que pueda pensarse. El don de Ia creacién, la promesa de la felicidad plena, la participacién en la vida divina ocurrida me- diante Ia Encarnacién y la Resurréccién, todo eso son cosas, podria decirse, que, si 10s cristianos estén en lo cierto, determinan cada hora de la existencia humana. EPor qué se «celebran», pues, de cuando en cuando, cada siete dias o en las contadas grandes fiestas? Como se ve, aparece de nuevo el tema de Ia «fiesta incesante. De hecho, no podria darse la fiesta common dla espe- > Odo Caset. Art und Sinn der altesten elvstichon Oster- Ieier, p46 WP's Lewis, Jenseits des schweigenden Sterns, edicin Ro- 010, 1988, p. 6. os JOSEF PIEPER ial, exclusivo, excepcional—al menos como un dia vi vido sin tensién ni violencia—, si nc se mantuvieta permanentemente y sin pausa, y se experimentara tam- ign como tal (el regalo de algo amado), el motivo de Ja fiesta. Si puede eelebrarse como fiesta un dia espe- cialmente elegido, es en cuanto manifestacién de una fiesta, aunque oculta, nunca interrumpida. Ese pensamiento no se reduce al ambito cristiano, ‘aunque en él se formule expresamente: «Pasamos nues- da entera como un dia de fiesta» ®; «tenemos siem- pre fiesta» "*; «nuestra fiesta es eterna» ”; in domo Dei Jestivitas sempiterna est ®, etc. Pero también Pitégoras ha calificado Ia vida humana de panégyris, fiesta”. Cuando Platén, en uno de sus siltimos dilogos, el de Jas Leyes, aborda el tema de las fiestas en la ciudad ideal y pregunta por su néimero, responde el «ateniense» (Séctates): «No deben ser menos de trescientas sesen- ta y cinco» ®, a fin de sactificar cada dfa a uno de los. dioses (sobre lo que, casualmente, una moderna edicién Ruexre pe ALEINDRIA, Siromata, 7, 38, 5; oft. tam IWAN Cnisdstomo, De sancta Pentecoste, hom. 1; Mione, 30. 454. Igualmente en fm Maithacum, hom 40s, Move 51, 437: De fide Annae, hom. 5; Miené. PO St, 669 Jehovisio, Fpisiola fad’ Algasiam), 121, cap. 10; MIGNE, 22, 1031. Similares formulaciones en Traruttane, Adverse 60D. 4: Adversus Psychicos, cap 14. le. taneien Caesar Barons, «Annales Eeclesiasticin, 1 (Bars Duc taesy paginas 488 4, AGUSTIN, Enarrtiones in Psalmos, 41, 9; MicNe, PL 36, Scustto/Starman, Geschichte der griechischen Lites ratur, Ersier Teil: Die klassische Periode det aricchicehen Gi, feratur, tomo I, Munich, 1929, p. 720, noia & Leyes, £281 UNA. TEORIA DE LA FIESTA 65 alemana de las obras de Platén observa que se trata de una «gentil ocurrencia»), La misma concepeién bé- sica se encuentra también en la antigua Roma: se con- sideraba a uno de los sumos sacerdotes, el Flamen Dialis, como cotidie feriatus, como uno que celebra la fiesta dia tras dia. La actualidad de todo esto reside en que Ia presencia latente de la fiesta incesante constituye, a pesar de las apariencias, uno de los elementos de este tiempo nuestro. Oi, Ary nein de Plphisce itek fli Mlncr Vela), Lap 1548, p. (Se Gsbrg Wissown Religion "and. Kaitus der Romer, pégina 452, nota 7, En la misma frase en que Platén considera de origen divino el respiro que suponen las fiestas, dice también ‘esto: «Nos han sido dadas las musas como “compafieras” de la fiesta’. Apenas puede imaginarse una fiesta sit canto, misiea, danza, sin ceremon sible, sin signos externos y plistica, Es méltiple la in- sospechada relacién que vincula las aftes @Ta festa. Ta nspiraclOn”& Tas muses ya es en s{ no Thenos que 1a misma fiesta, algo no corriente, anormal, que no se somete sin més a la reglamentacién del mundo Iaboral. Fsto no es s6lo cierto para el quehacer creador del artista, mediante el que se produce la obra de arte, sino también para el acto conchusivo que supone, pot ejemplo, de modo pottico, una poesfa. Ambos hechos "eyes, 695 d 4. 68 JOSEF PIEPER reposan en la «repentina conmocién producida por lo contemplado», «sacada del rio de la vida, como lo es la fiesta de Ja cadena de los dias apenas diferentes» > Ambos son inusitados o, incluso, lo més inusitado; am: bos tienen cardcter «insular» Claramente, ademés, lo invisible de Ia fiesta—ta ala- banza del mundo clevada desde Ia célula més recén- dita—s6lo puede adquirir forma corporal en el ambien- te de las artes. y de ningiin otro modo. También el efecto de Ia fiesta—salirse del curso del tiempo y el sosiego que se adentra en el fondo del alma—alcanza a quien celebra la fiesta como una embajada escrita en el Ienguaje del arte, mencién de lo que es, también ese hecho diferen- cialmente humano del lenguaje surge en el mismo es- pacio libre creado y abierto por la fiesta, «El lenguaje nace de fa fiesta»: es ésta una idea sorprendente y, sin embargo, ha sido defendida con argumentos muy dignos de consideracién ". De nuevo se intuye aqui la teama de la reefproca relacién entre ta fiesta y las ar- ® Tbidem. p. 50. ® Cheenox Oraior, 57 = | Doovan The festal origin of human speech, «Mind» 16 (Last), 498306, y «Mind», 1 (ouoya serie) (1892), 325339. Debo le informacion de este estudio samamente importante al libro de Susanne K. LaxckR, Philosophy in a new Key, Harvard Univ. Press, 1957, cayo extraordinario copiulo sobre ef Ie lnje (pp. 105 20 desarrolifdeas similares. R JOSEF PIEPER {es, que son s6lo «acentos» diversos de aquel slenguaje» hhumano que canta en Jo secreto. ‘Alli donde se rebtise la afirmacién del mundo de forma expresa y, lo que no es fécil, consecuente, alli se destruye en el mismo momento ia raft tanto de la fiesta como de las artes. Ya se ha dicho hace tiempo en sombrios diagnésticos que en una existencia funds da sobre la negaci6n Ia fiesta termina por ser una cari catura de s{ misma. Nietzsche afirma que la fiesta no & generalmente otra cosa que «un espectéculo sin es pectadores, una mesa Hlena de manjares sin comensa- les» ”. Schopenhauer habla de «mera aparienciay; «fal ta La medula del asunto»; Ta alegrie «no se encuentra Jas més de las veces: es la tinica que ha renunciado fa Ia fiesta. Y el genial cuanto confuso panfleto, eS crito por Kurt Eisner en 1906, cuyo titulo es casi todo ©, al menos, Jo mejor, incluye también esta frase: + Quizé no esté leiano el tiempo en que Ia fiesta como despliegue dle masas de elevada vitalidad s6lo aparecerd ‘como una rarera constatada por viejos cuadros y cacha- 10s en los museos etnoligicos» ". Contra tales decla- raciones puede mostrarse también mucho «positive»; sin embargo, no son superfluas y. al menos, su valor sintomético es indiscutible. También Ia situacién de las artes presenta muchas ccaras, por lo que no es facil de penettar ni menos de juzgar. Es indudablemente cierto que la negacién del asentimiento hace imposible el ecanto». Sin la aproba Nuerasca, Onis. tomo 9, p. 480. * Aphorisiwes sur Lebensweisheit. p- 480, tsar Fes der Festlosen, p. 10 UNA TEORIA DE LA FIESTA cién del mundo no puede en mode alguno vivirse ya festivamente; todas las artes quedan sin patria, se hacen inétiles, ociosas, hipécritas y, en el fondo, imposibles. Por supuesto, cabe mantener 12 negacién junto con la mayor perfeccién en el dominio de las técnicas. Mas alli donde se realiza una forma verdadera, aunque sea excesivamente «formals, alk hay ¢0 ipso, en algin sentido, «acorde», conformidad con un orden dado y, por ello, inevitablemente una pizca de afirmacién, La negacién radical carece de forma; supone Ja destruc- ci6n de 1a forma; mientras que un «no» proclamado en la edebida forma» es sélo un «no» a medias, que se contradice: sta es de hecho 1a complicada estruc- tura de la situacién de las artes en nuestro tiempo, sin tener en cuenta por lo demés que mucho de lo que se tiene por metafisico «inconformismo» se apoya en realidad en Ie afirmacin de un orden técito, No obs- tante, se da indudablemente, a través de todas las artes, la clara y decidida negacién de aceptar este mundo «absurd». Un conocedor tan profundo como Erust Ro- bert Curtius ha dicho que la literatura de los sltimos cien afios «ha cultivado el vituperion, sea el que sea el concepto bajo el que quicran reunirse «todos los cargos acumulados contra el hombre, la vida, el ser, por Yeinte © (ceinta naturalismos, expresionismos, existen- cialismos de todos los pafses y continentes» ', Nadie discutiré que el callején sin salida en que se han metido las artes, asi como su estricta carencia de realidad, ra dican en esa incapacidad de afirmar o en una expresa En la introduccién a la traduseién, por é1 editada, de poe sas de Jorge GUILLEN, Zurich, 1982, p: 8 JOSEF PIEPER sea cual sea en concreto Ja causa o el motivo Peor, no obstante, que el rotundo «no» es e! menti- roso «si», Peor que el enmudecimiento o la extincién de la fiesta y de Jas artes es st scudorrealizacion. Y nuevamente se cumple que a Ja fiesta aparente sigue, de modo diverso, el arte aparente. El simulacro con- siste en que se falsean la afirmacién y aprobacién—que sélo la verdadera realidad merece y a ia que estén des- tinadas—por la cémoda condescendencia de quien a toda costa quiere darse buena vida; en que se simula Ja Tiberacién de 1a estrechez de la utilidad cotidiana mediante un mero «distracrse» y un «olvido de las pre- ‘ocupaciones»; también esta embajada mentirosa de los, hombres se instala en el centro de las artes y seduce, ya sean esas artes triaviales o pretenciosas, agradables © divertidas o adormecedoras como una droga. El «otro» mundo, que el hombre quiere por naturaleza franquear, sélo es alcanzable cuando tiene lugar la verdadera fies- ta: esa otra dimensién de Ja realidad parece reprodu- cible a voluntad, parece estar siempre a disposicién de quien, triste 0 aburrido, necesite «diversién». Y el so- fista como productor de realidad ficticia ” tiene ya una larga historia, Mas el hombre, prisionero en un mundo del trabajo trucado en divertido, ya no echa de menos la auténtica fiesta, no echa en falta un lugar vacio, Asi enmudece * Pinion. en, su ultimo dilogo propiamente dedicado a ta solistican. es decir, el ttulado Sophistes, ha hablado de la men tirosa ereacién de imdgenes tomadas de la realidad: precisemen- te se os el arte de los sofisas, que 61 califica de falsoe ima ores de 19 realidad UNA TEORIA DE LA FIESTA 6 42 queja por su pérdida, que por ello se hace definitiva En tales visiones terribles se evidencia qué es lo que hhace de una época un «tiempo indigente». El maravi- oso poema de Hélderlin Brot und Wein da también a entender esto en versos de una belleza casi lacerante " Se interprete como se interprete en concreto, el sentido de las estrofas es muy claro: la pobreza existencial del hhombre consiste en que le resulta imposible celebrar festivamente una fiesta. Y no hay duda de que Hélderlin alude a Tas fiestas Ttirgicas, presididas por los doses Por lo que hace a la pregunta: «2... para qué poetas fen un tiempo indigente?», queda patente que no es tuna pregunta, como tampoco lo serfa la que alguien formulara en estos términos: «2... para qué “compa: fleros" en Je fiesta, si ya no hay fiesta?» Brot und Wein, ctrofas 6 y 7 vu Ya que, en expresién de Lao-tse', uno no esté en- fermo en la medida en que Ia enfermedad le ofende, To mejor no se ha perdido todavia mientras «ofenda» al hombre la carencia existencial de fiesta. Por el mis- mo motivo, la censura y la queja de los poetas no es manifestaciones del 12° de Mayo del régimen nacionalsocialista, La os tentacién de Ta organizacién externa de las marchas mul titudinarias escenificadas entre 1935 y 1936 en Berlin, en ef Campo de ‘Tempelhof (la «mayor manifestacion ° Ibidom, pp. 66 8 * RLEWIS/SAELALE, Dus Grosse Wel UNA TEORIA DE LA FIESTA 99 que ha visto la historia» ®), deja en la sombra tanto las fiestas barrocas como fas realizaciones teatrales de Facques-Louis David, Apenas se oculta, por supuesto, su carécter cosctivo; no hubo mucha gente en Alema- nia que pudiera permitirse el mantenerse alejado de las weremonias y marchas, Y no es milagro que, como en Jas fiestas de 1a Revolucién francesa, ccurra exactamen- te lo mismo que la propaganda estatal habia anunciado el dia anterior: « iCoronad vuestras casas y las calles de las ciudades y aldeas con ramas verdes y con los colores del Reich! .. Que ningtin tren ni ningin tran- via circulen en Alemania sin estar adornados con flores y ramos! iLos edificios oficiales, estaciones, oficinas de correos y telégrafos surgirén repletos de fresco ver- dor! »™. Una ciudad alemana cualquiera apenas se dis- tinguia aquellos dias, en su aspecio externo, de una italiana @ espafila, adornada para la procesién del Cot- pus-o para la fiesta del santo patrén. La insulsez de Ia ret6rica, que atrona por los altavoces, no es otra que Ja del simple galimatias («Mi voluntad—ése ha de ser al credo de todos nosotros—es vuestra fe» #). Lo tinico real que verdaderamente ocurre detris de esa huera barahtinda y de esa exhibicién calculada para hacer efecto es, como en el Ettado soviético, Ia totali- taria puesta en servicio de los hombres: fue precisa ® F. Lowa, Der 1. Mal. Der Nationaeiertag des deutschen Volkes. Feiern far Schule und Volkspemetnschaft, Bestin, Newst Berliner Buchvertrieb, 1953, 3 Asi la soflama do J. Goesnets, el 1 de mayo de 1955. ® Discurso de Heriur el 1 de mayo de 1935 (cfr. Gerhard Stanone edit}. Der Nationale Feierisg des deutschen Volkee 1953, 1934, 1953, Berlin, 1935, p. 88) 100 JOSE preeeR mente en una «fiesta del trabajo», la de 1935, donde se promulg6 con cardcter general el trabajo obligatorio centre ef aplauso estruendaso de los afectados por ta medida. Luego ocurrié otra vez el mismo cambio de sentido: también en Ia Alemania nacionalsocialista et 1.” de Mayo, denominado por lo demés @ partir de 1954 «fiesta nacional del pucblo alemén», se convirtié en una ccasién de presentar demostrativamente las ar- mas de exterminio, con cuya acumulacién el régimen preparaba ya la guerra total La idea espantosa, aqui presente, es ésta: Ia fiesta artificial no sslo no es fiesta, sino que limita tan peli- grosamente con lo contrario a 1a fiesta, que puede inad- vertidamente mudarse en la cantifiesta» Crest la guerre gui. correspond a la fet; la moderna equivalencia con la fiesta es la guerra. Con esa frase desafiante responde Roget Caillois ' a la pregunta de qué ¢ lo que hoy en tr-vida de la sociedad ocupa el lugar antes destinado a la fiesta, Primero le asalta la idea de que quiz sean las vacaciones. Luego ve claramente que evacaciGn» y «fiesta» no coinciden, sino que se excluyeni #48 Bien es la guere fo que ocupa el luger de Jas grandes fiesta, En la guerra se encuentran todas las notas conceptuales que caracterizan también la fies ta (que él considera esencialmente como «un tiempo de cexceso»): consumo y desgaste més intensivo de fuerza estallido de energias contenidas, fusiGn de los indivi duos en un acontecimiento total qu los absorbe, derro "Thome ot les 102 JOSEF PIEPER che de lo previsoramente mantenido en comin, deli rante eliminacién de barreras, et. Pasado el primer susto que qui2a pueda producir fa frase al lector, y al mirar en derredor en busca de ar- gumentos en contra, se ve ante todo que hay que con- ceder, para bien o para mal, que no se dan en el mundo indicios tan escasos que hablen en favor de esas tesis extremas. Desde Nietzsche, que se lama a si mismo «al exterminador par excellence» * y que suefia en una co- munidad de hombres que asimismo quieren lamarse exterminadores» ®, es decir, desde hace por io menos tres generaciones, constituye uno de los elementos de fa moderna disposicién de énimo la idea del «nihilismo activo», de la «voluntad dirigida @ In nada»? y del «placer de aniquilar»*. ¥ si se dice que un mito como el de Ia condenacién de tos dioses, que significa una dlstruccién de lo creado, no pertenece ya de ningin modo al reino de Ia imaginacién, tan s6lo”, no hay més remedio que asentir. facluso Pierre Teilhard de Char- din, aun convencido entusigsticamente del futuro triun- fal del cosmos, se ve obligado a hablar de una «crisis orginica de Ia evolucién» que se anuncia y prepara sairas a inguietud contemporénea». EI altimo siglo, dice", ha visto en las Fabricas las primeras huclgas Ecce home. Obrus. 1. 22. 9. 228 Cadanfen wd Enewirle 24 sWie Plilologene, Obras, 7 "Wille sur Mach, Obras, t. 18, p. 22 bide. 48 Ecce homo. Obras, 21, p. 22 Cartsors, Tomine t le Sacr2. pp. 248 s Le phienomiene humuinr, Paris. 1935, p. 235, Der Sense in Kosmos. Munich, 1989. p. UNA TEORIA DE LA FIESTA 103 organizadas; el préximo no concluiré sin el peligro ame- nazador de une «huelga de los espiritus». «Més exacta- mente, el peligro reside en que el mundo, al conocerse por reflexionar sobre s{ mismo, se niegue a s{ mismo.» Esta chuelga» ha comenzado ya. «Indigencia del mun- do», «maldicién de los dioses» °, «ruina de la tealidad», scexistencia absurda», «asco»; as{ rezan por todas par- tes los temas, ya se trate, por lo demés, de expresiones filoséficas 0 titerarias, escultéricas 0 musicales. A la vista de este preponderante coro de negaciones, es una empresa poco esperanzadora, desde el principio, disc tir argumentos y contraargumentos. Se obstine uno, in. flexible, en ser engafiado, y, en consecuencia, segin las palabras de Kierkegaard ®, «ser més sabio que quien ‘no ha sido engafiado». «Quien sie no ha recibido to- davia Je terribte noticia» ". No es que la situaci6n real del mundo no dé motivo suficiente para tal resignacién, Es bueno recordar que, por ejemplo, Jos grandes maestros del Cristianismo es- tén igualmente lejos de un «conformismo» que encon- trara en orden el mundo tal cual es. Por el contrario, egan incluso a opinar que el hombre histérico ha pro fanado fa tierra y su misma persona y las ha arrojado al caos de modo tan indigno que su retorno a la nada, Ja total annihilatio, podria aparecer como un acto de * Las dos formulaciones citadas en primer lugar proceden de Martin Heinecorn, Einjahrung in die Metaphysik, Tabings, 1935, p. $4; eft. tambien p. 29. Stadien auf dem: Lebensweg, fens, 1922, p. 76. " Bertolt Buen, en el magnifico poema Aw die Nachgebo 104 JOSEF TEPER justicia ”. En eontraste con esto, un ingenuo optimismo cree que ef mal del mundo se circunscribe @ determi nados sistemas sociales 0 determinadas «épocas osct ras». Por supuesto que aquellos maestros saben también que n0 hay nadie capaz de revocar el acto de la erea- cién, fuera de} mismo creador; mas éste ha creado todas las cosas «para que scan» (Sap., 1, 14)". Yo no entenderfa de hecho eémo um espiritu insobornable no Tegara a desesperarse a la vista del caos del mundo, a no ser que se apoyara en fa conviccién, eriticamente fundamentada, de que hay una bondad del ser, divina- mente garantizada, inalcanzable por ningin poder des- tructor. Esa es precismente la conviceién de quien entiende ef mundo como creature; por no hablar del creyente, seguro de una salvacién, que supera infinite mente toda bondad creada. Quizé s6lo en el supussto de estas vertezas supraempiticas puede estar ef hombre a la altura de esta tarea, mental y existencialmente exi- gente, de mantener la mirada ante 1a realidad desnuda, sin colorearla ni denostarla, No se trata agut de una dé ferenciacién formal de} pensarmiento, ni tampoco de Ia capacidad psiquica de superar tensiones. Se trata de la verdad. 2No podria ser cierto que quien se angusta, precisamente él, «no haya recibido todavia» cierta «no Tous, ot AvuINo, Quuestiones disp. de Potentia Dei, 5, 4 ad 6: Comentario uw lus Sentencigs, 4, d. 46, 1, 5 ad 6 2Rtada. *"sSieut ‘olas Deus potest creare, ita solus Deus potest ‘reaturas in nihilumn redigere» (TostAs oe AQUINO, Summa theo: ogica, TH. 15, 2. «Creavit enim Deus ut estent omnia, ut di cur Sap."I. 14. non wt in nitlumy ceierente- (Tous Die AQUY- Nee Quaestiones quadlberates, 4.4). UNA TEORIA DE LA FIESTA 105 No es éste el Juger pare ocuparse de fos argumentos “. Serfa tanto como ocultar toda una dimensién de ta realidad el querer negar que tal «afirmacién del no» —antifestiva—no cuenta entre tas posibilidades que re- posan en Ja naturaleza del hombre histSrico. Sin embargo, considero la tesis de la guerra como cquivalente de la fiesta no s6lo una simplificacién pro- hibida, sino francamente falsa, Falso ante todo, como se ha dicho ya técitamente, que en los tiempos presen- tes la fiesta no s6lo no tenga lugar de hecho, sino que sea ademas imposible, No s6lo es posible, sino que in- cfuso se sigue celebrando y asistiendo a ella Bajo ese aspecto, un anilisis realizado con criterio socio y psicolégico, centrado en la sociedad occidental, pondria en evidencin muchos problemas. Ante todo, esto: Ia gran fiesta, la que irradia de ta ceremonia Ii irgica, asocia a todos y cada uno, inunda todos los ™ Kur Benen, Feste der Festiose, p. 9. 106 JOSEF PIEPER dominios de fa vida, conforma tocalmente ta existencia pablica, esa fiesta, concretamente, es imposible de en- contrar. Por el contrario, es considerable la endeblez media de las fiestas artifciosas orgeni2adas por el hom- bre, incluso cuando, como en el caso del xdia de la madre», no exista en segundo plano una coaccién pol tica, No menos peligrosa es la endeblez de los sustitu- tivos répidamente maniputabfe y, por decir asf, mercan- tiles, que producen la apariencia engufiosa de aquello ue sélo puede darse en Jo auténtica fiesta: éxtasi, «olvido», sintonia con el mundo, Ademés, las més de las fiestas tradicionales del Cristianismo se han conver- tido en lamentables perplejidades, mientras que un pat de las grandes, instrumentadas por cl negocio, han dege- nerado, Junto a eso, miles de fetes y parties han prof ferado, radicadas en Ia ilusién que una fiesta no exige mas motivo que tiempo libre y una cartera bien pro- vista. Todo esto es, sin embargo, tierra acondicionada Pere que crezca 1s pompa bullanguera de la seudofiesta, que cada uno puede verse obligado a celebrar, un dia WW otto, por orden de un gobemante cualquiera. Mas no es es0 todo. En ese mismo mundo del pre sonte se mantiene indestructible—en otro caso podria destruitse la naturaleza humana—la capacidad origina via de superar de nuevo la estrechez de un «medio» limitado a ta satisfaccisn de tas mevesidades y a la segue tidad exterior, Una capacidad que no se reduce @ un simple olvido de 19 realidad, sino a un recuerdo infa- lible de 1a suprema y més real realidad. Como siempre, 1 mundo del trabsjo puede ser trascendide por la Poesia y las demés artes: todavia sigue abierto, a tte UNA TEORIA DE LA FIESTA 107 és de Ja conmocién que produce el amor més alld de todas las ilusiones de los sentidos, el acceso al instante pleno de un «ahora» pacificador; hoy, como ayer, la experiencia de la muerte humana, aceptada con un co- raz6n abierto y desarmado, nos confronta con una di- mensién de fa existencia, ante ta que cualquier afén pragmético resulta indiferente; nuevamente puede repe- firse el asombro del filésofo que a Ja vista de una brizna de materia o de un rostro humano se deja sor prender por el misterio del ser. Todo exo, sin duda, no es todavia la fiesta, Se trata de ecos de la fiesta, eto pueden ser también preludios. Todas esas formas de abandonar ef mundo meramente utifitario erecieron alguna vex quizé sobre el suelo de una fiesta hace tiem- PO ausente, ¥ por eso puede, por st capacidad de recor- dar, dar de pronto un paso hacia una nueva fiesta, a celebrar en el futuro. En favor de las posibilidades de a fiesta en nuestro tiempo, es necesario ofrecer resistencia a 1a destruccién sofista de las artes, a la trivializacién del amor, al envilecimiento de fe muerte y 4 Ja tendencia, incluso, de hacer de la Filo- sofia una eiencia especiatizada o utr juego de palabras prandilocuentes que no vinculan. El niclea y ovigen de Ja fiesta misma estin técita- mente presentes en medio de la comunidad humana, hoy no en modo distinto a hace mil afios: en forma de la alabanza livirgica, realizada literalmente cada hora, En virtud de su esencia, es un acto piiblico, una fiesta celebrada a la vista de la cteacién”, ya sea su Gir. Josel Prevee, Bewirken und Bedeuten. on Tradition als Herausforderung, pp. 137 8. los JOSEF PIEPER emplazamiento hisi6rico I eatacumba 0 ta celda del prisionero. Y porque s© mantiene incesante y sigue sien do verdad el motivo de la fiesta—ta garamtia divina del mundo y de Ja salvacién humana—, se celebra en el fondo una tinica fiesta incesante, por fo que le diferen- cia entre fiesta y dia de trabajo aparece superada No obstante, permanecen necesariamente ocultos a una investigacién empirica ambas cosas: la publicidad, ‘que todo lo abarca, de la fiesta Titirgica y su presencia constante. En las épocas més felices se manifiesta lo oculto de tiempo en tiempo en la forma visible de las ndes fiestas, en Tas que se dotiene por un momento el paso huidizo deb tiempo utilizado en el trabajo. En los periodos de tiempo menos felices, en los que, sea por To que sea, las fiestas, incluso escasas, no Megan a prosperar, lo ‘rocede a una latencia todavia mas profunda Pero también Jo oculto es verdadero, ¥ # quien esti seguro de que sigue presente en el mundo, inconmovi ble, pero también encubierto, el origen siempre magné nnimo de toda celebracién Festiva, a ése ha de aparecer el eardecter poco festive de ese mismo mundo, empiri camente innegable, poco desesperanzador, aunque tam- bign como una situacién diffei! de adivinar y sobre tode sriecsa, abierta igualmente a las més extremas po- sibitidades histéricas: Ia manifestacion de la fiesta la- rentemente ineesante v la realizacién radical de Ia «anti Fiesta», El cristiano, no obstante. ests convencido de que nin una aceién demoledora, por muy global que sea y aunque s celehre entusidsticamente como una ervel UNA TEORIA DE LA FIESTA 109 cantifiestan, es capaz de atentar a la sustancia de la ereacién, «Maravillosamente fundada y més meravillo- samente testaurada», es inalcanzable por una «voluntad dirigida a la nada». El emotivo de la fiesta», el nico ‘que justifica e ilumina la fiesta, se mantiene en vigor, sin debilitarse. Y ni siquiera el «éxito» total de la auto- ‘aniquilacién del género humano y Ia total «destruccién de la ticrra» " serian capaces de hacer imposible la fies ta, Por supuesto, no se celebraria cen este e6n, sobre la tierra». Pero esto también ocutre, en ef fondo, como ya hemos visto, con la fiesta que celebramos aqui y ‘ahora en este tiempo histérico. Ciertamente, conducen estos pensamientos natural- mente més lejos de lo que puede hacerlo una teoria filosofica de la fiesta, Se ha alcanzado el limite, en el que el filésofo necesariamente calla, Pero no seria un hecho tan extraordinario si ef callae permitiera al mis- ‘mo tiempo escuchar, Escuchar una embajada més que filoséfica ™ Heroecoen, Einfuhrung in dic Metaphysik, p. 3

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