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ENSAYO SOBRE FL GUSTO cen las cosas de la naturaleza y del arte En nuestra manera de ser, nuestra ala goza de tres pl eres. Unos los obtiene del fondo de su son resultado de su unién con el cuerpc estén fundados en los pliegues y prejuicios que ciertas ins- tituciones, ciertos usos y habitos le han producido. Son éstos los diferentes placeres de nuestra alma que forman los objetos del gusto, como lo bello, lo bueno, lo agradable, lo ingenuo, lo delicado, lo tierno, lo gracioso, el tno sé qué, lo noble, lo grande, lo sublime, lo majestuoso, etc. Por ejemplo, cuando hallamos placer en ver una cosa que nos es util, decimos que es buena; cuando hallamos placer en ve presente, a lamamos bella. Por tanto, las fuentes de lo be able, etc, estén en nosotros mismos e investigar esas, razones ¢s investigar las causas de los placeres de nuestra alma. Examinemos, pues, nuestra alma; estudiémosla en sus cescultura, la arquitectura, 1¢g05, las obras de la naturaleza y del arte, NUESTRA ALMA E1 alma, independientemente de los placeres que le vie- nen de los sentidos, posee placeres i de ellos y que le son propios: tales son los que dan la yrandeza, de sus perfecciones, a idea de su existencia, opuesta al sentimiento de la nada, e cer de abarcarlo todo con una idea general, el de ver imero de cosas, et. ente de los sentidos, porque pertenecen a -s totalmente ‘en cualquier caso, siempre los tiene y son los objetos del 2% ‘gusto. Por iremos los placeres que le vie- nen al alma de su naturaleza de }s otros que nen de su unién con el cuerpo; lamaremos a todos éstos pplaceres naturales, que distinguiremos de los placeres, adquiridos, los cuales el alma produce mediante ciertas ‘modo y por igual raz6n, distinguiremos el gusto natural del gusto adquirido. Es conveniente conocer la fuente de los placeres cuyo {gusto es la medida. El conocimiento de los placeres natu- tales y adquiridos podra servi gusto natural y nuestro gusto adquirido. del estado de nuestro ser y conocer cuales son sus place- res, para llegar a medirlos e incluso algunas veces a sen- tirlos. Ihubiese conocido; al presente casi no amamos més que lo {que no conocemos. Nuestra manera de ser es completamente arbitraria; odriamos haber sido hechos como somos o de cualquier ‘otto modo, Pero, si hubiéramos sido hechos de otro organo de s en nuestra maquina hubiera producido ‘modo, veriamos las cosas de otra manera; mis o de mei ‘tra elocuencia, otra poesta; una contextura diferente de los mismos drganos también hubiera dado otra poesia; Por ejemplo, si la constitucién de nuestros Srganos nos a Det EspfRiTU EN GENERAL Elespiritu es el género, el cual tiene bajo si varias espe- 1 buen sentido, el discernimiento, la recti- el talento y el gusto. tu consiste en tener los drganos bien constitu dos, en relacién a las cosas a que se aplica. Si la cosa es se llama talento; si guarda jén con un cierto placer delicado de las gentes mundanas, se llama gusto; sila cosa particular es tinica en tun pueblo, el talento se llama espiritu, como el arte de la ‘guerra y de la agricultura entre los romanos, la caza para los pueblos salvajes, etc. Dé LA CURIOSIDAD Nuestra alma esté hecha para pensar; es decir, para apercibir. Ahora bien, tal ser debe tener curiosidad pues, como todas las cosas estén encadenadas, de forma que @ cada idea le precede una y le sigue otra, no se puede que- rer ver una cosa sin desear ver otra; y, si no tuviéramos ningiin deseo por ésta, no tendriamos ningtin placer en la otra, Asi, cuando se nos muestra una parte de un cuadro, deseamos ver la parte que se nos oculta en proporcién al placer que nos produce lo que hemos vist. Por tanto, es el placer que nos produce un objeto lo que 1nos lleva hacia otro; por eso el alma investiga siempre las, cosas nuevas y no reposa jamés, Asi, siempre se estard seguro de complacer al alma cuando se le hace ver muchas cosas 0 mas de las que hubiera esperado ver. Por ello, se puede explicar la razén de por qué tenemos placer cuando vemos un jardin muy arreglado, y por qué tenemos mucho més cuando vemos uno sin cultivo: es la misma causa la que produce estos efectos. Como nos complace ver un gran nimeto de objetos, quisiéramos extender nuestra mirada, estar en varios lugares, abarcar ‘més espacio; en fin, nuestra alma rehuye ites, ¥ qui- siera, por decirlo asi, ampliar la esfera de su preset es un gran placer para ir su vista a lo lejos. Pero, jcémo hacerlo? En las ciudades nuestra vista queda limitada por las casas; en los campos, por mil obstaculos apenas podemos ver tres 0 cuatro érboles. El arte viene en nuestra ayuda y nos descubre la naturaleza que se oculta en si misma, Amamos al arte, y lo amamos més que a la naturaleza, es decir, que a la naturaleza que se oculta a nuestra mirada; pero, cuando encontramos lugares her- 10505, cuando nuestra mirada en libertad puede ver a lo Iejos prados, riachuelos, colinas y esas disposiciones que son, por decirlo asi, creadas expresamente, queda mucho més encantada que cuando ve los jardines de Le Notre; naturaleza no se copia, mientras que el arte se ase~ 3 Se produce ordinariamente un gran pensaniento cuan- do se dice alguna cosa que ras, y nos hace descubrir de golpe esperable tras un nero de gozarla: Cum victoria poss 3 da una idea total de la guerra de Macedoni do dice: Fue entrar y vencer: Introisse victoria fui ‘Nos da en especticulo toda la vida de Esci Se cree ver u ain hace ver el gran cardcter de Anibal, la situacién del universo y toda la grandeza del pueblo romano cuando dice: "Anibal fugitivo buscaba un ene! go al pueblo romano por todo el universo: Qui, profugus tex Africa, hostem populo romano toto orbe quaerebat [DE 10s PLACERES DEL ORDEN No ¢s bastante con mostrar al alma muchas cosas, sino que es necesario mostrérselas con orden, pues en ese caso rememoramos lo que hemos visto y comenzamos a ima- ginarnos lo que veremo: de su extensién y de su penetracién; no hay orden, el alma siente a cada instante como se per- turba aq ie ella quiere meter en el conjunto. El resultado que el autor persigue y el que nosotros nos hace- nada; queda humillada por la confusién de sus ideas, por Ja inanidad resultante; queda vanamente fatigada y no star de placer alguno. Por esta razén, cuando no se trata de mostrar 0 de an en un primer pl ‘mientras la confusién se Aesenvuelve en el fondo y er i [DE 10S PLACERES DE LA VARIEDAD Pero, sies preci sa variedad. Semejantes le parecen las mismas y, si una parte de un con gusto las obras del espiritu tienen y se crean una inf nidad de sensaciones de que los demas hombres carecen, DEL No sé que Algunas veces hay en las personas o en las cosas un. encanto invisible, una gracia natural que no se ha podido ‘que ha forzado a denominarla el no sé qué. Me parece que es un efecto fundado principalmente en la sor- presa. Nos impresiona que una persona nos agrade més de lo que en principio nos parecia que debia agradarnos, y quedamos gustosamente sorprendidos de que haya sabi- do vencer los defectos que nivestros ojos nos muestran ¥ que el corazén no cree. He aqui por qué las mujeres feas tienen frecuentemente gracias, y por qué es raro que las hermosas las tengan. tuna persona hermosa hace or te lo contrario de lo que habiamos esperado llega a parecernos menos amable; después de habernos sorprendido para bien, nos sorprende para mal; pero la impresién buena es anterior, la mala reciente. Las personas hermosas producen rara ‘mente grandes pasiones, casi siempre reservadas para las que poseen gracias, es decir atractivos que no esperiba- ‘mos y que no tenfamos por qué esperar. Los gt atuendos raramente son graciosos, y frecuentemente lo son las vestiduras de los pastores. Admiramos la m: de los pafios de Pablo Veronés, pero nos impre 46 simplicidad de Rafael y la pureza del Coreggio. Pablo Veronés promete mucho, y da lo que promete. Rafael y el Correggio prometen po: place més La gracia se halla més frecuentemente en el espiritu que en el rostro, pues un rostro bello se muestra de una vez y no oculta casi nada; pero el espiritu sélo se muestra poco, 1 poco, cuando quiere y cuanto él quiere; puede ocultarse para mostrarse, produciendo esa especie de sorpresa que constituye la gracia La gracia se halla menos en los rasgos del rostro que en Jas maneras, pues las maneras nacen a cada instante y pueden crear sorpresas en todos los momentos. En una palabra: una mujer apenas puede ser bella més que de una forma, pero es bonita de cien mi La ley de los dos sexos ha establecido, tanto en las naciones cultas como en las salvajes, que los hombres dan mucho; esto nos com: pidan y que las mujeres no hagan més que conceder: de ne que la gracia ests més particularmente vincula- da a la mujer. Como todo lo tienen que defender, todo lo tienen que ocultar; la menor palabra, el menor gesto, todo lo que, sin conculcar el primer deber, se muestra en ellas, lo que se pone en libertad, es en ellas una gra Ja sabiduria de la naturaleza, que aquello que no nada sin la ley del pudor, ha legado a ser de valor i to después de esta acertada ley que constituy del universo. a ‘Como la contencién y la afectacién no sabrian sorpren. dernos, la gracia no se halla ni en las maneras contenidas en las maneras afectadas, sino en cierta libertad o faci lidad que esta entre ambos extremos; y el alma queda agradablemente sorprendida de ver que se han evitado ja que las maneras naturales s menos, pues la edu: ne, nos hace perder naturalidad. Pues bien, quedamos encantados de verla aparecer. Nada complace mas en el vestir que esa negligencia 0 desorden que nos oculta los cuidados no exigidos por la Slo provienen de la vanidad; y slo hay gracia cuando lo que se ha dicho es hallado y no Cuando decis cosas que os han costado mucho, hackis ver muy bien que poseéis espiritu, pero no gracia en el Para hacerla ver, es preciso que no la vedis voso- ¥ que los demés, a quienes, por otro lado, algo de simple y de ingenuo en vuestro aspecto nada pro- metia, queden dulcemente sorprendidos al apercibirse de allo. , la gracia no se adquiere; para tenerla es preciso ser acer para ser ingenuo? Una de las més bellas ficciones de Homero es la de aquel cinturén que daba a Venus el arte de agradar. Nada es més adecuado para hacer sentir esta magia y este poder de la gracia, que parece ha sido otorgada a una persona por un 48 j poder invisible y que se Ahora bien, este cinturén sélo a Venus podia haber sido dado. No podia convenir a la belleza majestuosa de Juno, ‘pues la majestad exige cierta gravedad, es decir una con- tencién opuesta a la ingenuidad de la gracia. No podia ‘convenir a la orgullosa belleza de Palas, pues el orgullo se opone a la dulzura de la gracia, y, por otra parte, frecuen- temente, puede ser sospechoso de afectacién. SSION DE LA SORPRESA las grandes bellezas es la sorpresa que pero que se ta y nos lleva después hasta la admiracié Rafael conmueven poco a la primera mirada: imitan tan bien la naturaleza, que al principio quedamos tan poco cextrafiados como si se viera el objeto mismo, el cual no causaria Pero una expresién extraordin fuerte, una rara actitud, nos impresionaria en otro pintor a la primera ojeada, porque no se tiene costumbre de ver ede comparar Rafael a Virgilio, y los pintores venecianos, con sus actitudes for- més natural, impresiona menos Las obras de , para después conmovernos més; Lucano impresiona més al principio, para luego conmovernos ‘menos. 0

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