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CAPITULO 1 Introduccién Nauftagios y sobrevivencias del liberalismo latinoamericano! ludn Jaksié y Eduardo Posada Carbé -“Sihubo una ideologfa hegeménica durante el primer siglo” tras la emancipacién cha seialadd David Bushnell-, “aquella fue, por supuesto, el liberalismo”.? En 4 1919, sin embargo, el socidlogo Laureano Vallenilla Lanz proclamaba el triunfo del “Principio Boliviano” como el “canon invariable de la constitucién efectiva” _ de Hispanoamérica”: el triunfo del “hombre necesario” frente a la impersonalidad "delaley.? Desde México hasta la Argentina —“en cien afios de turbulencias y auto- " cracias’-, aquel triunfo lo corroboraba el predominio de la “autoridad tutelar” de [os caudillos, representantes genuinos del pueblo. Esa era, segtin Vallenilla Lanz, _ laconstitucién orgdnica de Hispanoamérica. Quienes defendieron preceptos con- - tarios, “nuestros constitucionalistas”, sélo habian sido “en todas las épocas [...] copistas con mds o menos talento, y quienes careciendo de sentido practico y de " Una versién resumida de esta introduccién fue publicada en Revista de Occidente 341 (Madrid, octubre 2003), pp. 43-60. Agradecemos los comentarios y sugerencias de José Antonio Aguilar y Eduardo * Zimmermann. *David Bushnell, “Assessing the Legacy of Liberalism”, en Vincent C. Peloso y Barbara Tenenbaum, - eds, Liberals, Politics and Power State Formation in Nineteenth-Century Latin America (Athens: The Univer- sity of Georgia Press, 1996), p. 279. Nuestra traduccién. Para apreciaciones similares, véanse también Frank afford, “Talis, Ideology and Society”, en Leslie Bethell, ed., Spanish America after Independence, c.1820- - 1870 (Cambridge: Cambridge University Press, 1987), p. 51; y Charles Hale, “Political and Social Ideas”, ¢n Bethell,ed., Latin America. Economy and Society, 1870-1930 (Cambridge: Cambridge University Press, 1989), pp. 226-227. Segtin Roberto Gargarella, sin embargo, después de 1815 la “posicién hegeménica” y + “dominance” lg habria tenido el “conservadurismo”; Gargarella, Los fundamentos legales de la desigualdad. El * eonsttucionalismo en América, 1760-1860 (Madrid: Siglo XXI, 2005), p. 85. __ ‘ Laurearig Vallenilla Lanz, Cesarismo-democratico. Estudios sobre las bases sociolégicas de la constitucién © ¢fectiva de Venezuela (Caracas: El Cojo, 1919), p. 229. 21 22 LIBERALISMO Y PODER sentido histérico, no han hecho en Venezuela como en toda la América [...] sino el papel del Loquero”.‘ Dificil encontrar un juicio antiliberal mas duro, acompa- fiado de una defensa tan abierta del caudillismo, como la forma “democratica”, necesaria y hasta tinica para gobernar el continente.° Sus argumentos no eran novedosos —fueron en buena parte eco de tesis bolivarianas, autocraticas y conser- vadoras, esgrimidas en uno y otro pais de la regién. Pero su texto logré articular, de manera sistematica, las interpretaciones mas tarde generalizadas en el mundo académico sobre las incompatibilidades del liberalismo con las sociedades latinoa- mericanas. El didlogo intelectual con el liberalismo latinoamericano del sigho XIX ha su- frido altibajos. En el pasado, segtiin observara el mismo Bushnell, sus exponentes parecian haberse ganado “un sitio de honor en la ‘historia’, como portadores del “progreso, comprometidos con la expansién de la esfera de la libertad humana, en oposicién a los intereses corporativos de la Iglesia, el ejército y los grandes terratenientes”.° No es claro, sin embargo, que hubiesen ocupado ese lugar pri- vilegiado por mucho tiempo durante el siglo XX, un siglo més bien identificado con el ocaso liberal, sobre todo a partir de la década de 1920.’ La misma obra de Laureano Vallenilla Lanz, escrita sobre un pais que ya suftfa los rigores de la dic- tadura de Juan Vicente Gémez, anticipaba en su contenido el clima de hostilidad intelectual subsiguiente. El desprecio por el legado liberal decimonénico se acentuéd en las décadas posteriores a 1960. Quizd con el propésito de entender las raices de los regi- menes militares que —con algunas excepciones— se extendieron entonces en el continente, algunos autores Ilegaron a negar la existencia de una tradicién liberal significativa. Sélo pesaba un exclusivo pasado autoritario. Para Claudio Véliz, por ejemplo, las dictaduras que proliferaron en la década de 1970 no fueron aberra- ciones sino “manifestaciones de un estilo de comportamiento politico, una dispo- sicién secular de la sociedad latinoamericana”. Lo ocurrido era fruto del “caracter centralista”, “peculiar” de la regién y distinto, por consiguiente, de las tradiciones 4 Las citas corresponden a Vallenilla Lanz, Cesarismo democnitico. 5 “Liberalismo, radicalismo, jacobinismo, he aqui los diversos disfraces de la anarquia sudamericana”, habja escrito Francisco Garcia Calderén, unos afios antes, en una obra citada por Vallenilla: Les democraties latines d'Amerique (Paris: Flammarion, 1912). El juicio de Vallenilla Lanz coincidia en muchos aspectos con el de Garcia Calderén. La obra de este ultimo se publicé en inglés en 1913 y sdlo fue editada en castellano en 1979: Las democracias latinas de América (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1979), de donde hemos tomado la cita, ibid., p. 133. © Bushnell, “Assessing the Legacy of Liberalism’, p. 278. 7 Sobre los ocasos del liberalismo en México, Argentina y C ile, véanse los respectivos ensayos de José Antonio Aguilar, Eduardo Zimmermann y Sofia Correa Sutil en Marcela Garcia Sebastiani y Fernando del Rey Reguillo, eds., Los desafios de la libertad. Tiansformacién y crisis del liberalismo en Europa y América Latina (Madrid: Biblioteca Nueva, 2008), caps. 6-8, pp. 143-220. NAUFRAGIOS Y SOBREVIVENCIAS DEL LIBERALISMO LATINOAMERICANO 23 del woroccidente europeo. Véliz sefalaba cuatro “ausencias” que explicaban dicha wadicién centralista -las ausencias del feudalismo, del rechazo al conformismo religioso, de la Revolucién Industrial y de los desarrollos asociados con la Re- volutin Francesa-, a las que se sumaba un aceridrado pasado burocrdtico. La ~~ “tradicién centralista” habfa sido asi la regla, el curso casi normal de la vida polf- _ tica latinoamericana. Véliz apenas reconocia una “pausa liberal” —que identificd en esencia con el librecambismo-, iniciada entre 1850 y 1870, y que se habria exténdido al ritmo de la prosperidad exportadora hasta la crisis de 1929. Aquella “pauisa liberal” se caracteriz6 por un “espiritu de imitacién”, 4vido de copiar “todo lo que viniese de Francia y Gran Bretafia e igualmente vehemente en su rechazo de todo Io relacionado con su propio pasado hispanico”.’ Otros enfoques cultura- listas han llegado a conclusiones similares.” Pero las tesis de Véliz sirven aqui para ilusirar algunas de las criticas mas extendidas que sobreviven contra el liberalismo decimonénico: su falta de arraigo en sociedades estructuralmente inhdspitas a sus postulados, su naturaleza “exética” y, ante todo, su impacto limitado, casi nulo, en lacultura politica de la region. ‘Ha llegado la hora de una reevaluacién”, escribié Bushnell en su ensayo publicado en 1996, un valioso esfuerzo revisionista a partir del repaso de la li- tefacura sobre el liberalismo en sus diferentes facetas: como ideologia, accién politica y doctrina econémica.'° Bushnell dio cuenta allf de cierto renovado inte- réen la materia, tras importantes aportes historiograficos como los estudios de Nitalio Botana o Charles A. Hale. Desde 1996, la historiografia del liberalismo decimondnico ha seguido enriqueciéndose en los diversos aspectos estudiados evel ensayo de Bushnell, y ha ampliado al tiempo sus horizontes y perspectivas © Claudio Véliz, Zhe Centralist Tradition of Latin America (Princeton: Princeton University Press, 1980), varias paginas. @ ’ Segin Richard Morse, por ejemplo, los paises hispanoamericanos tras la independencia reproduje- igh el estado patrimonial espaol, cuyas bases se encuentran en el reinado de Felipe II. Los intentos de ducir el liberalismo (como la democracia) contenian “esperanzas” que fueron minadas de manera ie a lo largo del siglo XIX; Morse, “The Heritage of Latin America’, en Louis Hartz, ed., The Muuding of New Societies (Nueva York: A Haryest Book, 1964), pp. 164-167, y “Towards a Theory of Spanish American Government’, Journal of she History of Ideas, 15 (1), 1954. Para un trabajo mas reciente hi identifica la cultuta politica latinoamericana casi exclusivamente con el pasado colonial autoritario, ilimificado con las raices feudales y comistas de una tradicién corporativa, véase Howard J. Wiarda, The {of Latin America (New Haven y Londres: Yale University Press, 2001). Para una critica de Morse y Vé- vase Charles Hale, “The Reconstruction of Nineteenth-Century Politics in Spanish America: A Case i the History of Ideas”, Latin American Research Review, 8 (2), 1973, pp. 55-58. Véase ademas la resefia tica del libro de Wiarda por Alan Knight en International Affairs, 77:4 (octubre 2001), pp. 1031-1032. ra una reciente reafirmacién de las tesis de Wiarda, véase su nota “The Political Sociology of a Concept: jrporatism and che ‘Distinct Tradition”, The Americas, 66:1 (julio 2009), pp. 81-106. " Bushnell, “Assessing the Legacy of Liberalism”, p. 278. 24 LIBERALISMO Y PODER bie § —como en recientes estudios sobre el lenguaje,'! la oratoria 0 la prensa.” Los diss tintos capitulos de este volumen hacen referencia especifica a los significativo$ avances historiograficos sobre el liberalismo en los respectivos paises aqui cubiers tos. Este libro es un intento de retomar el hilo revisionista de Bushnell, aunque con marcado énfasis en las ideas y en la politica -en los componentes centralés del pensamiento liberal. Con ello no estamos desconociendo la importancia del liberalismo econdmico. Sin embargo, como Ezequiel Gallo lo advirtiera, para los pensadores liberales clasicos “los fines que se proponen los hombres libres [..5 no son primordialmente, ni mucho menos, de indole econémica”.'? Benedic 5 Croce introdujo en la década de 1920 el concepto de /iberismo, precisamente pai distinguir y apreciar mejor la naturaleza del liberalismo —ante todo, un principi ético que no debia reducirse a prdcticas ¢ intereses econdmicos.' i Esta obra se ocupa, por consiguiente, del liberalismo politico, identificado en términos generales con “la teorfa y la praxis de la libertad individual, de la pro- teccién juridica y del Estado constitucional”.'* José Merquior nos recuerda un dicotomia ya familiar entre dos formas de concebir el liberalismo: la tradicién “inglesa”, identificada ante todo con las preocupaciones por limitar el poder del Estado; y la “francesa”, en la que han predominado los esfuerzos por “fortalecér la autoridad estatal para garantizar la igualdad ante la ley’, y por “la demolicidin de un orden ‘feudal’ bien arraigado en los privilegios sociales y en el poder de la Iglesia’.'6 La dicotomfa franco-britanica para apreciar distintas concepcionés liberales tiene cierta validez pero, como observa Stuart Jones —en un ensayo que sirve de marco general a los distintos capitulos de este libro—, sdlo “en la medida en que reconozcamos” que dicha antitesis se encuentra también “al interior de ap " Vease, por ejemplo, Elias Palti, El tiempo de la politica. El siglo XIX reconsiderado (Buenos Aixes: Siglo XXI, 2007). Un interesante debate sobre este tiltimo libro entre su autor y José Antonio Aguilar, puctle leerse en Acontracorriente, 6:1 (otofio, 2008), pp. 179-209, disponible en www.ncsu.edu/project/acontrago- rriente. Véase también el capitulo 6, “Liberal/Liberalismo”, en Javier Fernandez Sebastian, dir., Diccionatio politico y social del mundo iberoamericano (Madrid:Fundacién Carolina, Centro de Estudios Politicos y Constitucionales, 2009), pp. 693-848. Paula Alonso, ed., Construcciones impresas. Panfletos, diarios y revistas en Ia formacién de los estallos nacionales en América Latina, 1820-1920 (Buenos Aires: Fondo de Cultura Econémica, 2003); ¢ Ivan Jaksié, ed., The Political Power ofthe Word. Press and Oratory in Nineteenth-Century Latin America (Londies ILAS, 2002). 3 Ezequiel Gallo, Vida, libertad, propiedad. Reflexiones sobre el liberalismo cldsico y la historia (Buenos Aires: Eduntref, 2008), p. 21. 4 Sobre este punto: J.G. Merquior, Liberalism. Old and New (Boston: Twayne Publishers, 1991); 91; y B. Croce, “The Principle, the Ideal, and the Theory of Liberty”, en Croce, Philosophy. Poetry. History. An Anthology of Essays (Londres: Oxford University Press, 1966), pp. 713-718. Ya en 1973, Hale advertia la tendencia entre los estudiosos de Latinoamérica de identificar el término “liberal” exclusivamente coiv'su significado socioeconémico; Hale, “The Reconstruction of Nineteenth-Century Politics”, p. 60. g 5 Giovanni Sartori, ;Qué es la democracia? (Buenos Aires: Taurus, 2003), p. 279. i '6 Merquior, Liberalism. Old and New, p. 13. NAUFRAGIOS Y SOBREVIVENCIAS DEL LIBERALISMO LATINOAMERICANO 25 tradicién nacional”, Los autores de esta compilacién exploramos los desarrollos de las variedades del liberalismo decimonénico en los paises latinoamericanos aqui bajo estudio: Venezuela, Peri, México, Chile, Argentina, Colombia y Brasil. En lo que sigue de esta introduccién, proponemos algunas reflexiones en tres areas que permiten darle cierta unidad a lo que, por su misma naturaleza, ha sido : un ¢jercicio plural y diverso. Primero, oftecemos una panordmica de los ritmos y lugares del liberalismo Latinoamericano a lo largo del siglo. Segundo, confron- tamos las todavia arraigadas nociones sobre el cardcter exdtico del liberalismo en la regién. Y, finalmente, consideramos los impactos de las ideas liberales en los desarrollos politicos durante el siglo XIX. A manera de conclusién, aventuramos un breve balance del legado liberal, tras discutir las razones de sus frecuentes nau- fragios y las fuerzas de sus sobrevivencias. Rirmos, LUGARES Y NOMBRES DEL LIBERALISMO LATINOAMERICANO. Como cuerpo doctrinario y discurso politico, el liberalismo irrumpié con fuerza en Latinoamérica durante la era de la independencia (1808-1825). Su influencia en estas y las siguientes décadas fue notable. Importa precisar bien su cronologfa, por lo menos por dos razones. Ante todo, sitve para identificar mejor su horizonte temporal. Fueron los mis- mos contempordneos quienes se encargaron de difundir la idea que sefialaba la década de 1850 como el parteaguas del liberalismo, el hito que habria marcado el rompimiento definitivo con la colonia. Aquella fue, es cierto, una década de grandes reformas, con mayor o menor intensidad, en casi todos los paises. Pero es un error ignorar las agendas liberales de los afios tempranos de la independencia que, como lo ha mostrado Armando Martinez Garnica para el caso neogranadino, cubrieron un amplio espectro programatico: libertad de imprenta, divisién de poderes, soberanfa del pueblo y gobierno representativo, abolicién de los fueros, supresién del tributo indigena, manumisién de esclavos e intensos esfuerzos de disefios constitucionales que en la Nueva Granada, como en Venezuela y en Chi- le, precedieron a la Carta de Cédiz de 1812.!” El constitucionalismo ganaria mas auge tras la carta gaditana, de impacto continental, aunque desigual y variado en "Armando Martinez Garnica, La agenda liberal temprana en la Nueva Granada, 1800-1850 (Bucara- manga: Universidad Industrial de Santander, 2006); Victor Uribe-Urdn, “Derecho y cultura legal durante la era de la revolucién’ en México, Colombia y Brasil, 1750-1850: La génesis de lo puiblico y lo privado”, en Maria Teresa Calderén y Clément Thibaud, eds., Las revoluciones en el mundo atldnticé (Bogota: Taurus, 2006), p. 283; y Carlos Restrepo Piedrahita, “Las primeras consticuciones politicas de Colombia y Vene- auela’ en J.L, Soberanes Fernandez, ed., El primer constitucionalismo iberoamericano (Madrid: Ayer, 1992), pp. 75-146. 26 : LIBERALISMO Y PODER los distintos paises. Un renovado interés historiografico por la Constitucién de 1812 ha estado acompafiado por la revaloracién de esos “primeros liberalismos” que, para todo el mundo hispanico y Venezuela en particular, Roberto Brefia y Tomas Straka examinan respectivamente en este volumen.'® En segundo lugar, esta precisién cronolégica sirve también para apreciar mejor la participacién latinoamericana en el “momento constitucional de Occidente” entre 1787 y 1830." Como lo sefialé Francois-Xavier Guerra, las revoluciones liberales hispanicas fueron “la tercera gran revolucién del mundo occidental, des- pués de la norteamericana y la francesa”.2° No obstante, fueron hasta hace poco generalmente ignoradas o subvaloradas en la historiografia comparativa del perio- do. Latinoamérica y Espafia —advirtid José Antonio Aguilar— habian sido borra- das de “los anales del experimento constitucional atldntico”.2! Con tal omisién, los estudiosos del liberalismo descuidaron experiencias que, por la amplitud de su geografia y los tiempos de su ocurrencia, tuvieron un profundo significado. Explorar su impacto es por supuesto relevante para la historia de la regién; pero lo es también para la historia general del liberalismo. Es una tarea, pues, con doble propdsito. Al reivindicar la importancia del liberalismo en Latinoamérica a comienzos del siglo XIX, se esta sugiriendo ademas que lo sucedido en diversos paises latinoamericanos en esos afios puede ser titil para entender los desarrollos mismos del liberalismo.” Desde su temprana irrupcidn, los liberalismos latinoamericanos evolucionaron a ritmos diversos con manifestaciones asimismo diversas en los distintos paises de la regién, condicionados por sus diferentes circunstancias —externas e internas. “ Véase también el libro de Roberto Brefia, El primer liberalismo espanol y los procesos de emancipacién de América, 1808-1824. Una revision historiogréfica del liberalismo hispdnico (México D.F: El Colegio de Mexico, 2006). La literatura sobre la Constitucién de Cadiz en América se ha expandido de manera consi- derable en afios recientes, como lo muestra la misma revisién de Brefia. Pueden verse, por ejemplo, Manuel Chust, ed., Doceanismos, constituciones e independencias. La Constitucién de 1812 y América (Madrid: Ma- pfre, 2006); Jaime Rodriguez, “La ciudadania y la Constitucién de Cadiz”, en Ivana Frasquet, ed., Bastillas, cetros y blasones (Madrid: Mapfre, 2006); Izaskun Alvarez Cuartero y Julio Sanchez Gémez, ed., Visiones y revisiones de la independencia americana. La independencia de América, la Constitucién de Cadiz y las cons- tituciones iberoamericanas (Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2007); y Monica Quijada y Manuel Chust, coords., “Monogréfico: liberalismo y doceahismo en el mundo iberoamericano”, Revista de Indias, 68:242 (enero-abril 2008). : ° José Antonio Aguilar, En pos de la quimera. Reflexiones sobre el experimento constitucional atléntico (México D.E: Fondo de Cultura Econémica, 2000). | * Prangois-Xavier Guerra, “El apogeo de los liberalismos hispanicos. Origenes, ldgicas y limites”, Bi- centenario 3:2 (2004), p. 10. *" Aguilar, En pos de la quimera, p. 15. La ausencia de Latinoamérica es notable, por ejemplo, en la obra de R.R. Palmer, 2 vols., The Age of Democratic Revolution (Princeton: Princeton University Press, 1964). Para un examen comparativo reciente, véase el ensayo de Anthony McFarlane, “Guerras e independencias en las Américas”, en Calderon y Thibaud, eds., Las revoluciones en el mundo Atlantico, pp. 171-188. * Aguilar, En pos de la quimera, pp. 16-22. NAUFRAGIOS Y SOBREVIVENCIAS DEL LIBERALISMO LATINOAMERICANO 27 No hubo un patron de desenvolvimiento uniforme. Algunas narrativas —tanto convencionales como revisionistas— sugieren una trayectoria decimondénica en la que después de las independencias, tras un inicial periodo de anarquia, Latino- américa se habria replegado hacia el conservadurismo en las siguientes décadas, hasta mediados de siglo, cuando habria florecido la era liberal para ser reemplaza- da, no obstante, por otra época en que los valores de la libertad fueron perdiendo prioridad ante el orden y el progreso, expresiones del positivismo entonces predo- minante. Tal podria ser, a brocha gorda, la trayectoria politica de algunos paises. Sin embargo, no sdlo las historias politicas variaron fundamentalmente de pais en pais, sino Que es necesario distinguir los ritmos de la historia intelectual de los de la historia politica. | -Considérense, por ejemplo, las décadas de 1830 y 1840. En Argentina se con- ~ fundieron con el régimen tiranico de Juan Manuel de Rosas quien, al asumir la ““suma del poder puiblico” en 1835, dejaba al liberalismo sin espacio alguno. En Chile se identificaron con la consolidacién del orden portaliano, donde el libera- lismo encontraba no obstante acomodamientos. En Colombia sobresalieron, pri- mero, la administracin de Francisco de Paula Santander (1833-1837), de corte liberal, seguida de la época de formacién partidaria, en medio de intensas pugnas. En Méxid fueron las décadas del protagonismo dominante del general Antonio Lopez de, Santa Anna, marcadas por la independencia de Texas (1836) y la guerra contra Estados Unidos (1846-1848), aunque con breves interregnos liberales de algun significado. Este breve relato revela de por si la diversidad de ritmos nacio- ~nales en la historia politica del liberalismo en la regién. Pero los ritmos de su his- -toria intelectual no fueron siempre coincidentes con tales movimientos politicos. En unos y otros, esos fueron afios de importantes desarrollos de las ideas li- -berales, por encima de los colores de sus distintos regimenes. 1837 es el ao que “identifica a la nueva generacién de intelectuales argentinos que contribuyeron a formular el programa liberal que sucedié a la dictadura rosista. Muchos de los textos ndtables de los destacados miembros de esta generacion se escribieron y pu- blicaron durante esta €poca: Fragmento preliminar al estudio del derecho (1837) de Juan Barista Alberdi, Dogma socialista (1838) de Esteban Echeverria, 0 Facundo (1845) de Domingo FE, Sarmiento.” El movimiento literario que se inicié en Chile ¥ i P Orrbs textos posteriores de Alberdi fueron mds claramente liberales. Pero puede identificarse en su _ Fragmentogcredenciales liberales, influenciadas, es cierto, por el historicismo y el romanticismo, en contra- ~ yla del raqfonalismo predominante en la generacién anterior. Debemos esta observacién a Eduardo Zim- - mermann: “Véase Jeremy Adelman, “Between Order and Liberty. Juan Bautista Alberdi and the Intellectual - Origins olpArgentine Constitutionalism”, Latin American Research Review, 42:2 (2007), pp. 89-97. Para otra interpretacin reciente, que traza la evolucién del pensamiento de Alberdi a partir del liberalismo doc- - trinario francés: Daniel Schwartz, ‘ Juan Bautista Alberdi and the Mutation of French Doctrinaire Libera- | - lism in Argentina”, History of Political Thought, 30:1 (primavera 2009). El Dogma Socialista de la Asociacion de Mayo s x publicé primero en El Iniciador de Montevideo en 1838; Esteban Echeverria, Dogma socialista ee

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