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DANIEL R. HEADRICK EL PODER Y EL IMPERIO La tecnologia y el imperialismo, de 1400 a la actualidad Traduccién castellana de Juanmari Madariaga RITICA Cc BARCELONA Primera edicién: marzo de 2011 No se permite la reproduccién total o parcial de este libro, ni su incorporacién a un sistema informitico, ni su transmisin en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrénico, mecénico, por fotocopia, por grabacién u otros métodos, sin el ppermiso previo y por escrito del editor. La infraccidn de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra Ia propiedad intelectual (Ant 270 y siguientes del Cédigo Penal) Dirjjase a CEDRO (Centro Espatiol de Derechos Reprogrificos) si necesita fotocopiar ‘ escanear algin fragmento de esta obra, Puede contactar con CEDRO a través dela ‘web www.conlicencia.com o por teléfono en el 91 702 19 70 /93 272 04 47 Diseiio de la eubierta: Jaime Fernandez ustracién de la cubierta: © AGE fotostock ‘Composicién: gama, s1 ‘Titulo original: Power Over Peoples © 2010 Princeton University Press © 2010 de la traduccién Juanmari Madariaga ©2011 de la presente edicion para Espatia y América: CRITICA, S.L., Diagonal 662-664, 08034 Barcelona editorial @ed-critica.es wwwed-criticnes ISBN: 978-84-9892- 182-3, Depésito legal: B. 3.459-2011 2011, Impreso y encuadernado en Espaiia por Egedsa AGRADECIMIENTOS ‘Muchas personas e instituciones me han ayudado a completar este libro. Con todas ellas tengo una profunda deuda de gratitud En primer lugar quiero agradecer a mis amigos Joel Mokyr, Alex Roland, Brad Hunt, Michael Bryson y Suzanne Moon su aliento y va- liosos consejos. Estoy sinceramente agradecido a Giancarlo Casale por haberme permitido leer su tesis The Ottoman Age of Exploration y aprender de ella, antes de que estuviera disponible para el piblico en general, y a Brigitta van Rheinberg, Clara Platter, Jill Harris, Heath Renfroe y Jennifer Backer, de Princeton University Press, el entusias- mo con el que guiaron mi manuscrito a través del proceso editorial. También agradezco a la Universidad Roosevelt que me concediera un permiso de excedencia para realizar mi investigacién, al personal de su biblioteca Murray-Green la localizacién de libros poco habitua- les y a las bibliotecas Regenstein y Crerar de la Universidad de Chica- {g0 que me proporcionaran mas informacién de la que yo hubiera podi- do imaginar que existia, asi como un espacio tranquilo para leer una pequefia parte de los textos. Varias instituciones y sociedades de investigacién me invitaron a presentar partes de esta obra: la Great Lakes History Conference en la Universidad Estatal Grand Valley de Grand Rapids, Michigan; ta Con- ferencia de la Society for Military History en Manhattan, Kansas; la Conferencia sobre Technology in the Colony en el Harvey Mudd Co- lege de Claremont, California; la Universidad Embry-Riddle Aetonau- tical en Daytona Beach, Florida; la Universidad de Illinois en Chica- 20; la Biblioteca Newberry de Chicago; y la Conferencia Media and 8 EL PODER Y EL IMPERIO. Imperialism de la Universidad de Amsterdam, Tanto a ellas como al publico asistente, que me planted preguntas inteligentes y sugerentes, les expreso mi gratitud. Agradezco a mi mujer, Kate, su apoyo y aliento infatigables. Pero sobre todo quiero agradecer a mi amigo y mentor William H. MeNéeill cuatro décadas de inspiracién, consejos y orientacidn en el estudio y la comprensién de la historia mundial. A él es a quien dedico este libro, Daniel Headrick New Haven, Connecticut, 2008 Introduccién IMPERIALISMO Y TECNOLOGIA Durante més de cinco siglos los europeos y sus descendientes en otros continentes han dominado los océanos dei mundo, asi como gran parte de la tierra y sus pueblos. Esa dominacién ha sido desafiada mu- chas veces, como lo est siendo de nuevo ante nuestros ojos. Ahora que el imperialismo ha vuelto al primer plano de los acontecimientos mundiales, seguramente es buen momento para revisar su historia y extraer las lecciones pertinentes. SOBRE EL IMPERIALISMO El imperialismo occidental no es sino el caso més reciente de un fenémeno que se remonta a tiempos muy antiguos y que culminé en las conquistas de Gengis Jan. La primera fase de expansién europea, a la que se suele denominar «de los viejos imperios», comenz6 a prin- cipios del siglo xv1 con la conquista espaftola de México y Perit y la dominacién portuguesa del océano Indico. A principios del siglo xix los esfuerzos imperialistas europeos en China, Asia central, Africa y Jas Américas parecian ofrecer rendimientos decrecientes, pero a me- diados de siglo se produjo una nueva oleada —el Nuevo Imperialis- mo— que duré hasta el estallido de la segunda guerra mundial. Desde entonces entramos en una tercera fase, en la que las potencias occiden- tales (incluida Rusia) han tratado de mantener el dominio sobre sus colonias y subordinados e incluso de ampliar sus esferas de influencia, pero en vano, 10 FL PODER Y EL IMPERIO Los historiadores han escrito con mucho detalle sobre el imperia- lismo occidental, llamandolo a menudo «expansién europea»; su se- gunda fase, el Nuevo Imperialism, ha sido durante mucho tiempo ob- jeto de controversia entre los historiadores debido a su extraordinaria velocidad y amplitud: segin un informe, el area terrestre controlada por los europeos aumenté del 35 por 100 del total en 1800 al 84,4 por 100 en 1914.! Para explicar esa gigantesca expansién, los historiado- res se han centrado en los motivos de los exploradores, misioneros, comerciantes, militares, diplomaticos y lideres politicos, tan diversos como ellos mismos. Algunos querian extender el cristianismo 0 la éti- ca, las leyes y la cultura occidental a todo ef mundo; otros ambiciona- ban bienes valiosos, mercados para sus productos u oportunidades de inversién; habia quienes veian la expansién imperial como un medio para obtener gloria personal, prestigio nacional o ventajas estratégicas; Y por supuesto muchos de ellos tenian mas de un motivo.? Pero en su fascinacién por los motivos de los imperialistas, la mayoria de los his- toriadores daba por supuesto que las potencias europeas y Estados Unidos disponian de los medios técnicos y financieros para convertir sus ambiciones en realidad. Algunos hablaban de esos medios como «prerrequisitos», «un desequilibrio» o «una ventaja de poder», sin pro- fundizar més en la investigacién.? Otros consideraban la cuestién de- masiado trivial como para mencionarla siquiera. Pero los acontecimientos requieren no s6lo motivos y oportunida- des, sino también medios. Qué medios les permitieron a los imperia- tas materializar sus ambiciones? Esta es la pregunta que me planteé hace veinticinco afios en un libro titulado The Tools of Empire: Tech- nology and European Imperialism in the Nineteenth Century [Los ins- trumentos del imperio. Tecnologia e imperialismo europeo en el siglo xnX],4en el que describia las relaciones entre las innovaciones tecnolé- gicas y las conquistas coloniales europeas en Africa y Asia en el marco del Nuevo Imperialismo. Entre los factores que explican aquella es- pectacular expansi6n, algunas innovaciones tecnolégicas —en parti- cular la maquina de vapor, el perfeccionamiento de las armas de fuego ¥ los avances médicos— desempedaron un papel de primer orden, La tecnologia se reconoce ahora ampliamente como razén necesaria, aun- que no suficiente, para el Nuevo Imperialismo en Africa y Asia, ‘Como autor, resulta gratificante observar que mi libro alcanzé gran éxito y que las conclusiones que extraje sobre el papel de la tecnologia IMPERIALISMO Y TECNOLOGIA in cen el imperialismo europeo del siglo x1x han sido citadas y difundi- das en muchos otros libros. Sin embargo, al extraer conclusiones de lo acontecido en un momento y lugar, existe la tentacién de generalizar sa situacién especifica a otras, y de convertir una conclusién contin- gente en una /ey historica. Aceptar la idea de que las innovaciones tec- noligicas fueron esenciales para las conquistas europeas del siglo x1X, cimplica que también lo fueron para las conquistas de otros momentos del pasado? ¢Se sigue de abi que la clave para las invasiones victorio- sas de nuestra época descansa en la posesién de tecnologias mas pode- rosas que las de los oponentes? 0 fue el imperialismo europeo del s glo xix sélo una casualidad, una desviacién? Esas son las preguntas que me incitaron a escribir este nuevo libro. SOBRE LA TECNOLOGIA, Antes de intentar responder a esas preguntas, permitaseme una de- finicién de tecnologia. Dicho simplemente, por tecnologia entiendo todas las formas de utilizacién de los materiales y la energia de su en- tomo que los seres humanos aplican para sus propios fines, mas alld de lo que pueden hacer con su cuerpo. Bajo ese término incluyo, pues, no sdlo los artefactos, las plantas y los animales domesticados, sino tam- bign las habilidades necesarias para utilizarlos y los sistemas en los que estin insertos: tocar el violin, por ejemplo, pero no cantar; montar a caballo, pero no correr, escribir una carta o hablar por teléfono, pero no de viva voz con alguien cercano; utilizar medicaments, més que plegarias, para combatir una enfermedad. En su creacién, como en su uso, todas las tecnologias son resultado del ingenio humano. La histo- ria de la tecnologia es la historia de Ia creciente capacidad de los seres humanos para manipular la naturaleza, desde las hachas de la Edad de Piedra hasta las bombas nucleares, de las canoas vaciadas en un tronco a los superpetroleros, de la jardineria a la ingenieria genética Al adoptar nuevas tecnologias, éstas se suelen considerar «supe- riores» a las antiguas que sustituyen. Lo que entendemos por «superio- res» es que dan a sus poseedores mayor poder sobre la naturaleza —por ejemplo, la capacidad de viajar més rapidamente, de comunicar- se a mayor distancia, de vivir més tiempo o con mayor salud, o de ma- tar de un modo més eficiente— comparados con quienes carecen de 12 EL PODER Y EL IMPERIO. ellas; pero esa superioridad instrumental, que permite a la gente hacer mas cosas, no es Io mismo que superioridad moral. Debemos ser cui- dadosos para no confundir ambas cosas. Solemos asociar las innovaciones tecnolégicas a la civilizacién occidental. Sin embargo, observando el transcurso de la historia hu- mana, la ventaja tecnolégica de Occidente sobre otras culturas es un fenémeno reciente. Hasta el siglo xv chinos y érabes ostentaban la pri- macia en cuanto a la tecnologia. Hasta mediados del siglo xv no co- menzaron a adelantarse los europeos occidentales. La capacidad de innovacién de Occidente provino de dos fuentes: una, de tipo cultural, era el aliento al dominio de la naturaleza mediante la experimentacién, la investigacién ciemtfica y las ganancias del capitalismo; la otra era el caricter competitivo del mundo occidental, en el que Estados suficien- temente poderosos para desafiarse mutuamente —Espajia, Francia, Gran Bretafia, Alemania, Rusia y Estados Unidos— buscaron en un mo- ‘mento u otto el dominio mundial. Tampoco eran los Estados los tinicos elementos competitivos de la civilizacién europea: los banqueros y co- ‘merciantes competian entre si y alentaban la competencia entre reyes y Estados; individuos desarraigados y aventureros buscaban gloria, ri- queza y honores mediante hazafias heroicas.5 Las tecnologias nunca estén distribuidas por igual. Su distribucién desigual permite —aunque no obliga— a quienes poseen una tecnolo- ia determinada compartirla con otros, vedarles el acceso a ella o uti zatla contra ellos. Gracias a las tecnologias de que dispone, alguna gen- te disfruta de una vida més larga, més saludable o més confortable y entretenida que otros, a los que puede coartar o intimidar mediante las armas, los medios de vigilancia y los sistemas administrativos u organi- zativos. La distribucién desigual da a algunos pueblos ventaja sobre otros. En palabras del fildsofo Leon Kass, «lo que realmente significa el “poder de! hombre sobre la naturaleza” es un poder ejercido por algunas personas sobre otras, con el conocimiento de la naturaleza como instru- ‘mento».* Son las desigualdades en el conocimiento de la naturaleza—y en instituciones como las universidades, gobiemos y corporaciones que transforman ese conocimiento en aplicaciones pricticas— las que han fomentado los desequilibrios de poder asociados al cambio tecnol6gico. Aunque ninguna tecnologia obliga a la gente a utilizarla, cualquier nueva forma de poder sobre la naturaleza despierta una sugestiva ten- tacién de hacerlo. Ha habido casos en los que pueblos o sus lideres se IMPERIALISMO ¥ TECNOLOGIA B han abstenido de utilizar determinada tecnologia; desde 1945, por ejemplo, las potencias nucleares han evitado utilizar sus armas atémi- cas. Pero demasiado a menudo los pueblos o sus gobiernos sucumben a la tentacién. Una vez que se hace posible, por ejemplo, llevar gente a la Luna o mantener un cuerpo vivo después de que su cerebro haya muerto, resulta tentador hacerlo, ¢ igualmente lo es emplear la ventaja tecnolégica de la que se dispone para obligar a otros a hacer lo que uno quiere, En la mayoria de las sociedades esa disparidad se evidencia en los poderes policiales del Estado, y entre distintos Estados en la dispa- ridad de poder econémico y militar y a veces en la guerra, Cuando un Estado poderoso utiliza la fuerza o la amenaza para imponer su volun- tad a otro mas débil, especialmente cuando se trata de un pueblo de otra cultura, hablamos de imperialismo. {.Cuailes son las relaciones entre las innovaciones tecnol6gicas y el imperialismo occidental? Una de sus manifestaciones, como ha argu- ‘mentado el historiador Michael Adas, es la arrogancia de Occidente, la creencia de que la superioridad tecnolégica evidencia una supuesta su- perioridad religiosa, cultural e incluso biol6gica de los «blancos» so- bre otros pueblos.” Otra es el deseo de someterlos, conguistarlos o con trolarlos: una ventaja tecnologica es de por si una motivacién para el imperialismo y la tentacién de la coercidn resulta especialmente irre- sistible cuando las sociedades més débiles no se pliegan «voluntaria- mente» a las apetencias de los poderosos, por ejemplo practicando una religién diferente, manteniendo costumbres juzgadas inadmisibles, amenazando a sus vecinos o reservando para si recursos valiosos. Entre el siglo xv y el xvi, como han mostrado los historiadores Carlo Cipolla y Geoffrey Parker, la superioridad tecnolégica europea se manifest6 en otros continentes en forma de naves y armas de fuego.* Durante el siglo xix, como argumenté yo mismo en Los instrumentos del imperio, las tecnologias que otorgaban ventaja a Occidente eran los bareos y lanchas de vapor, Ios fusiles, los cafiones y las ametralla-

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