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FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA NUEVA CORONICA Y BUEN GOBIERNO PROLOGO En 1908, Richard Pietschmann descubrid en la Biblioteca Real de Copenhague el manuscrito de Felipe Guaman Poma de Ayala, titulado Nueva Cordnica y Buen Gobierno, escrita por este hombre andino cntre los ultimos afios del siglo XVI y los primeros del siglo siguiente; en el XVITE Congreso Internacional de Americanistas CLondres 1912), el mismo Pietschmann presenté una ponencia en la cual hizo conocer a la comunidad cientifica americanista la existencia y el contenido de estc texto, que venia a proporcionar dimensiones exdticas a las tradiciones andi- nas y a sus estudios, y que daba una yersién larga y complicada del pasado y de los habitantes de Jos Andes, aunque también se referia dete- nida y criticamente a su presente colonial. Paco se sabia de su autor —poco es lo que se sigue sabiendo todavia hoy— salvo le que se podia y se puede desprender de sus propias afirmaciones y de algunas decumentos aparecidos en los ultimos tiempos. Las primeras fueron puestas raépida- mente en duda junto con cl relato de uma genealogia personal justifi- eativa y gloriosa que se remontaba no solamente a los incas del Cuzco, sino también a una aristocracia provinciana sometida al Tawantinsuyu, que no se limitaba a los antepasados inmediatos ¢ identificables sino que plantcaba Ja génesis colectiva de los habitantes del Nuevo Mundo como una rama cuasi perdida de los descendientes de Adan, en una forma que ho serd por cierto totalmente extrafia a los historiadores espafioles de fines del siglo XVI, y cspecialmente del siglo XVII, que getteralizaron diversas hipdtesis sabre el peblamiento de América Cver, par ejemplo, Jas obras de Fray Gregorio Garcia, de Fernando de Monte- sinos, de Diego Andrés de Rocha o de Antonio de Leén Pinelo), Sola- mente en 1936 la obra de Guaman Poma alcanzd los honores de una edicién facsimilar en Paris Ca través del Institut d'Fthnologic) gracias a los esfuerzos del insigne americanista Paul Rivet. Su descubridor, Pictschmann, incluyd entonces un estudio preliminar publicado anterior- Ix mente en (Nachrichten von kéniglischen Gesellschaft des Wissenchaften zu Géttingen Philologisch-historische klasse, Berlin 1908: 637-659), que recordé las palabras con-que hizo conocer el documento en Ja reunién de 1912, Conocido americanista y editor también de la Historia Indica de Pedro Sarmiento de Gamboa ', Pietschmann presenté una somera vision del Tawantinsuyu y de la vida andina a través del documento encon- trado por él, consultando a quechuistas y otros especialistas de la época. No deja de ser una aventura introducir al lector en la Nueva Corénica y Buen Gobierno de Felipe Guaman Poma de Ayala. La obra constituye un universo particular que rebasa Jas relacianes de heches notables y las historias clésicas que se hicieron comunes en los Andes de los siglos XVI y XVII, que nos hemos acostumbrado a llamar crénicas, términe que suele incluir desde los relatos mencionados hasta muchos de Jos mas aburridos informes buracraticos; se extiende hasta casi alcanzar una jerarquia enciclopédica andina, asombra a les eruditos por su precisién y su riqueza iematica, especialmente cuando ofrece aquella informacién andina menos “contaminada” con lo curopeo, a la vez que les abruma con un estilo que ha sido calificado en extremo de abigarrada y confuso, o aun de jerigonza ininteligibie. Aunque son relativamente poces los estudios que le han sido dedicados, sobre todo teniendo en cuenta el impacto que produjo su aparicién en los medias ancinas Cyéase la bibliografia al final de esta Introducciéu), sucle encontrarse en muchos de ellos una serie de acusaciones que transitan en torno a la “exactitud histérica” Cmejor dicho, la inexactitud) de sus afirmaciones, que no excluyen el provin- cialismo de su visién del Tawantinsuyu de los incas de] Cuzeo, o de los reinos existentes antes del mismo, cuya presencia y constante men- cién garantiza el ancestro personal glorioso y “noble” del autor; se le reprocha la pasién con que denuncid Jos atropellos del sistema colo- nial ~como si la pasién pudiera ser realmente excluida de ja vivencia personal— y los violentos actos de sus implementadorcs burocrdticos, evangclizadores, sefiores de diversos rangos; se le acusa facilmente de hacer “mala historia” al mismo tiempo que se reconoce el “valor histé- rico” que su obra representa, 0 aun se le sefiala como un case original que, junto al texto de la Historia de los Incas, escrita por el merce- dario Martin de Murta, constituyc el mas importante conjunto de representaciones gréficas de algiin tipo de documento andino durante Ja colonia espaiiola entre los afios finales del siglo XVI y los iniciales del XVIL CCfr. Mendizdbal 1961, Ballesteros 1953 y 1978, Adorno 1978). Sélo una obra muy posterior tiene dibujos competitivos que ilus- tran la vida andina: las acuarelas dicciochescas del obispo trujillano don Baltazar Jaime Martinez de Compan. EL PERSONAJE: LA TENTACION BIOGRAFICA Casi ne importa la fecha de su macimiento que, a falta de registros parro- quiales adecuados, queda librada casi necesariamente a las acostumbradas especulaciones que parten de las fechas, las edades y las multiples refe- rencias que escribe a lo largo de una obra que, por el hecho de haber sido trabajada durante un largo tiempo Ccalculado entre veinte y cuarenta afos por los comentaristas}, o por la dificultad de su autor para manejarse libre- mente en un determinado contexto calenddrico retrospective, no utiliza las mismas cifras para cl mismo hecho. Las discusiones sobre esto pueden ir desde anadir el reproche injustificado de querer confundir voluntariamente al lector, hasta el hecho mds seguro de haberse visto obligado —a lo largo de un proceso de aculturacién andina del cual formé parte activa y pasiva a Ja vez— a traducir en términos occiden- tales categorias de edad, de “acontecimiente” y de tiempo que no eran necesariamente compatibles. El hecho es que Guaman Poma debiéd de nacer pocos aos después de Ja invasién espafiola de Jos Andes ocurrida en 1532, posiblemente en el lugar que él identifica como San Cristébal de~ Suntunto, actual- mente parte del distrite de Cabana, en el departamento de Ayacucho; afirmé tener ochenta afios cuando termind su crénica (:1615?)%, y el 14 de febrero de ese mismo afio indicé tener precisamente esa edad cuando escribié una carta dirigida al rey de Espana desde Guamanga, y en la cual detallé el envio del manuscrito Co su intencién de hacerlo; A.G.L, Lima 154; publicada por Lohmann 1945), Sin embargo, por miiltiples referencias de su crdnica podria también entenderse que “ochen- ta afies” sdlo cumple una funcidn situacional: Ia del anciano que me- rece el respeto de los demas, no sclo por su edad, sino por Ja sabiduria que ha acumulado durante su vida (ver, por ejemplo, H-979 [997], 1108 [1218] y 1094 [1104)>. G. Lébsiger caleulé la fecha del naci- miento de Guaman Poma en 1545, en lugar de otra anterior (1535); Lobsiger 1963; 33; aqui el autor modificd una fecha anterior caleulada en 1526; vid Libsiger 1960: 12). Pero al margen de la exactitud real o ficticia de las fechas, intercsa precisar ciertos contextos que permitan analizar mejor su obra; en primer lugar, su itinerario biogrdfice lo hace tropezar con las situaciones conflictivas posteriores a las “guerras civiles” ocurridas entre los conquistadores entre los afios 40 y la mitad de Ja déeada siguiente en cl siglo XVI; vivid también la época del Taqui Ongoy, después de 1560 *, tal vez al lado de su extirpador, el clérigo Cristébal de Albornoz a quicn retraté en sus dibujos; sufrié como los demas hom- bres andinos de su tiempo las consecuencias de las reformas del virrey Francisco de Toledo (1569-1580) que incluyeron cl tributo, la mita y otras cosas, al Jado de las reducciones; cocxistié finalmente con las composiciones de tierras iniciadas en los aiios finales del siglo XVI Cque, XI precisamente afiadiran datos curiesos a su biografia) y con la crisis de- mografica que asold los Andes desde Jos afios del gobierno toledano men- eionado. Nueva documentacién permite asegurar que el visitador Gabriel Solano de Figueroa, quien hizo la primera composicién de tierras en Huamanga en 1594 “utilizé a un “Don Phelipe Guaman Poma” como “ynterprete de esta visita’... Cuando el juez amparé la posesién de tierras de unos yanaconas de Diego Gavilén en cl rio de Totora de Guamanga, fue Guaman Poma quien dio Ja notificacién a Ios indios. En otro expediente tenemos confirmacién del papel de Guaman Poma como ‘lengua desta visita’... (Stern 1978, vid. Zorrilla 1977: 50 y ss.). Un documento de 1595 lo indica firmando después del Oidor visitador Andrés de Vilela y del escribano Andrés de Wal de Pefia, lo que indica que es muy posiblemente intérprete (lAstima que el documento no haya sido atin pablicado en su integridad; cfr. Porras 1948: 72-73). Vale la pena destacar sus afirmaciones acerca de que tuvo una larga actividad al lado de los nuevos dominadorcs de los Andes en el siglo XVI (Padilla 1943, Porras 1948 y Ludefa 1975 se han ocupado detenida- mente de las afirmaciones de Guaman Poma sobre su propia biografia): fue aparentemente Teniente de Corregidor en la zona de Lucanas y fi- guré refrendando expedientes como secretario o escribano, después del juez o del visitador, quizds fue entonces intérprete*; ello lo vincula directamente con la admiuistracién colonial, Ya menciond antes que fue ayudante de visitadores eclesidsticos, particularmeme de Cristébal de Albornoz, con quien tal vez no sdlo se puso en contacto con cl Taqui Ongoy, sinc que posiblemente acompafid a Albornoz en sus largos viajes por la sierra sur del Perd, de Guamanga al Cuzco vy de aqui a Arequipa, en pos de la “idelatria” descubierta.y de sus ramificaciones atin no bien conocidas; con él) aprendié a “extirparla” y ciertamente a denunciarla come enemiga de la religién verdadera que adquiria, 6) mismo se encarga repetidas veces de afirmarlo asi. La relacién con este visitador quedo ratificada en el texto de la Nueva Cordnica, por ejemplo cuando el cronista precisa haber aprendido a calificar de hechiceria las practicas religiosas y medicinales andinas Cf. 280 [282]}. Junto con estas tareas fue in- térprete, como ya se dijo, y én algin momento se encargé de sefalar que se ocupd de ensefar (gprofesor de aculturacién?, pues sus discipulos eran “cristiancs y Iadinos”), y sindica a don Cristébal de Leén como que fue “discipulo del autor de este dicho libro; y tave otros muchos dis- cipulos y han salido cristianos y ladinos principales, amigos de defender a los pobres” Cf. 495 [499], este mismo don Cristébal de Ledn es el que aparece condenado al cepo por la autoridad cspaiiola, acusado de haber defendido a los hombres andinos, scgin afirmacién de Guaman Poma (f. 494 [498]); sin embargo, hacia el final del libro, Guaman Poma afirmara que don Cristobal de Leén cs uno de “los demas princi- pales que estén nombrados de indios tributarios vy bajos, don Carlos, don XxIL Cristébal de Leén, don Diego Suyca, sdlo quieren recibir cohechos” Cf. 1109 [1119]>, ¢se trata de una duplicidad, una oposicién situacional, o de una equivoca situacién olvidadiza? Cada una de estas actividades significa ana manera especifica de en- carat —o de consolidar, segin el caso, dado que se da por aceptada— la dominacién espafiola en los Andes. Al lado de todo ello, Guaman Poma se relacioné con funcionarios de muy diversa indole, vio Ja trans- formacién de los curacas —los sefiores étnicos de los Andes que los es- pafioles Wamaran “caciques", la actitud de las frailes y de los clérigos evangelizadores, conocié la misma evangelizacién y la informacién que se proporcionaba sobre cl pasado y el presente del munde europea y cristiano. Siendo auxilar de elevados funcionarios religiosos locales, era natural que se manifestara profundamente catélico y que redeara de un bafio de catolicismo toda manifestacién andina o personal de la cual hablara. Sin embargo, aunque consideré en la crémica a los pobladores andinos coma descendientes de Noé, no dejé de relacionar en una larga enumeracién de cierto origen biblico, a los antiguos gobernantes del mundo mediterranco. Todo ello se suma y le permitié escribir esa enor- me “carta al rey” de Espafia que es su obra* que, segtin su propia afir- macién estaba destinada a la enmienda de Ja vida de fos cristianos y andinos, encomenderos, sacerdotes, frailes, mineros, comerciantes y de- m4s personajes del mundo colonizador; pero también sc extenderd Ja influencia de sa obra —asi lo afirma él— a Ja poblaciGn sometida, es- pecialmente la andina, aunque sin olvidar a la africana introducida ya en los Andes: “A solo Vuestra Majestad incumbe el mirar por ellos Clos hombres andinos) como su rey y sefior natural que es de ellos, y se duela de sus miserias y calamidades, y malos tratamientos y peores pagas que continuamente reciben en general de todo género de gente, tratan- delos peor que a esclavos venidos de Guinea, que avin a estos les tratan mejor por costarles el precio que pagan por cello” (carta enviada al rey desde Guamanga, 14-11-1615, Lohmann 1945, reimpresa por Porras 1946; en adelante utilizaré la edician de Porras 1948). La Nueva Cré- nica es asimismo una “carta al rey” que plantea problemas, pero también sugiere soluciones para los mismos, relaciona situaciones ejemplares e introduce la colonizacién como un problema lumano; y por tado ello nos interesa prioritariamente establecer el contexto en el cual se movid; in- tentar precisarlo podria ayudar a perfilar mejor los problemas a que tuvo que enfentarse, las imagenes que se forméd de la sociedad colonial, y el papel que supo —que imagind tal vez— representar en ella. Se han propuesto algunos problemas en relacién con las afirmaciones de Guaman Poma; intercsa tenerlos en cuenta para intentar aproximarnos al peso que tienen sus asertos discutibles o discutidos, en el contexto de la obra. En primer lugar estaria la critica de Porras Barrenechea, quien pudo poner en duda toda la vinculacién —y los hechos novelescos que XU la adornan— con el capitan espafiel Luis Avalos de Ayala, relacidn que determind el origen de su apelativo hispanico. La versisn de Guaman Poma indica que Luis Avalos de Ayala era un soldado fiel a la corona espafola en Jas dificiles épocas de las guerras ocurridas entre los mismos espafioles, después de la invasiém, precisa el cronista que en la gran rebelisn de Gonzalo Pizarro —ocurrida entre 1543 y 1548— y durante la batalla de Huarina (1547) sostenida por Ias tropas de aquél con Jas leales al rey de Espafia comandadas por Diego Centeno, Avalos de Ayala fue derribado del caballo vy estuvo a punto de ser victimado alevemente por Martin de Olmos, pizarrista, fue salvado por la decidida interven- cién de Guaman Mallqui —el padre de nuestro cronista— quien matd a Olmos Cf. 16). De alli le vino a Guaman Mallqui Mamarse también “de Ayala”, apelativo que transmitié al cronista *. Porras discutié inicialmente estas afirmaciones autobiograficas y ge- nealdgicas, basdndose en los cronistas Diego Fernéndez, Namado “El Pa- lentino”, y Pedro Gutiérrez de Santa Clara: Martin de Olmos parece haber abandonado cl bando pizarrista rebelde después de la batalla de Huarina, no muriendo entonces en cella, puesto que figuré destacada- mente después; Lorede lo ha mencionado recibiende una renta en el Hamado “reparto de Guaynarima”, realizado una vez vencido y muerto Gonzalo Pizarro durante ¢l gobierno del Presidente La Gasca (1958: 361), y anos después aparecié figurando como capitan de las trapas espa- fiolas que por orden del virrey Francisco de Teledo fueron a Vilcabamba a someter al ultimo Ika, Tupac Amaru, en [os afios 70 del siglo XVI. De otro lado, sefialé asimismo Porras, Luis Avalos de Ayala llegé al Pert solamente en 1548 junto con el Licenciado Pedro de La Gasca, enviado por cl rey de Espaha para someter al rebelde Gonzalo Pizarro, esto es, un afio después de la mencionada batalla de Huarina (Porras 1948: 16-18; El Palentine [1571] 1964, I: 154, 199; Gutiérrez de Santa Clara [215612] 1964; 333, ciertamente, persiste la sospecha de un posible homénimo no aelarado). Sin embargo, no puede dejar de destacarse un elemento, no mencio- nado por Porras y, aparentemente, secundario: durante la batalla de Huarina, segiin la afirmacién de Guaman Poma, Luis Avalos de Ayala “eayé del caballo de una lanzada al suelo” Cf. 16); alli se habria produ- cido el salvamento del capitan Avalos de Ayala por Guaman Mallqui. El hecho e$ que quien aparece desmontado de su caballo en la batalla es el prepio Gonzalo Pizarre, quien al parecer pasé alli algunos momentos azarosos y fue salvado por la intervencién del capitén Sebastidn Garci- laso de la Vega, padre del autor de los Comentarios Reales de los Incas, seguin informan los cronistas Gémara ([1551] 1954, I: 309) y Zarate (1555, Lib. VI, cap. IL; 250-251); cfr. también E] Palentino €(256 1] 1964 1; 215) y Gutiérrez de Santa Clara ([{15617] 1964, IV: 12-13). En afios ulteriores, cuando Garcilaso de la Vega redacté la segunda parte XIV de los Comentarios Reales, desdijo esto y atribuyé el hecho a los mo- mentos posteriores a la batalla misma ([1616-17] 1960, III: 359°). Es posible que, con alguna informacién de este acontecimiento, Guaman Poma lo adoptara, de la misma manera que el patronimico, establecién- dose asi de facto una “legalizacién” de su status mediador entre la socie- dad andina (a la que pertenecia como descendiente de Jos incas y de las aristecracias locales, segtin su propio dicho) y la sociedad colonial Ca la cual se adscribe como “descendiente” también de un “valeroso conquis- tador”). Porras sefialé coro tampoco aclaré Guaman Poma la forma en que Luis Avalos de Ayala aparecié relacionado con su madre; el medio hermano del cronista, sacerdote, mestizo y santo vardén, parece ser tam- bién de esta manera un elemento mds en una composicién que deviene necesaria al considerar Guaman Poma un universo sincrético que su propia vida y obra ejemplifican. Cabe una pregunta inicial en torno a las afirmaciones de Guaman Poma, que IHevan a descubrir su relacién con el Tawantinsuyu y con los gobernantes Yarovilcas y Allauca-Gu4nuco*, que constituye la parte andi- ha de su genealogia: desciende, segtn propia afirmacién, de los sefieres étnicos de Yarovilca y de los Incas del Cuzco. Ultimamente se ha bus- cado una mayor precisidén en torno a los Yaro, una unidad de poder prehispanico, anterior a los Incas del Cuzco (creo que debemos resistir- nos a llamarla "reino” o “imperio”, a pesar de la extensién (de la impre- cisién] de estes términos), se afirma que “Yaro fue el nombre de un imperio de pastores de origen aymara (poblacién originaria del altiplano del Titicaca) que, a base de conquistas y de invasiones por la regién andina, logré extenderse hasta Cajamarca y Chachapoyas por el norte y hasta Ayacucho por el sur, englobando toda la parte serrana comprendida entre estos dos sectores” (Espinoza 1975: 17); se aiiade que “el imperio Yaro se desarrollé entre los siglos XII y XIII solamente (...}. Deses- tructurado el imperio Yaro a fines del siglo XII] —o quién sabe a co- mienzos del XIV— (€...} el Estado Imperial Yaro quedé circunscrito a una corta jurisdiccién que siguié conservando el nombre” (Ibidem: 18). Bajo Tupac Inca Yupangui (en 1463-1491, segun la cronclogia de Rowe, 1946), los incas del Cuzco conquistaron la regién; aqui es cuan- do Guaman Poma menciona que Cépac Apo Guaman Chaua, su abuelo, aunque alguna vez lo Hama bisabuelo, fue incorporado honorificamente a la burocracia del Cuzco dominante (le dieron el cargo de Incaprantin que los cronistas del siglo XVI, incluyendo al propio Guaman Poma asi- milaron a “virrey” o gobernador delegado; aunque el mismo Guaman Poma lo Hama en otra oportunidad “capitan general’, con un cargo di- ferente). Este abuelo del cronista seria después, cuando llegaran los espaficles, el encargado de darles la bienvenida, fue él quien —en el relato de Guaman Poma— entregé el Tawantinsuyu a Pizarro como “embajador” de Hudscar Inca. Avanzada la conquista, el cronista nos xv relata, sin rencor aparente, que “don Francisco [Pizarro] y don Diego de Almagro y les demas cristianos le mandaron tapiar al excelentisimo sefior Capac Apo Guaman Chaua” Cf. 397 [399]), en los momentos en que se buscaba incrementar el botin de la conquista. Uno de los hijos de éste —Guaman Mallqui— aparece casado con Curi Ocllo —despnés de cristianada Juana Curi Ocllo— “hija” del Inca Tupac Yupanqui, y estos fueron los padres del cromista. Es evidente que no vale la pena juzgar esta genealogia con cénones regulares occidentales; sé trata sin duda alguna de una forma simbdlica de representar y de fijar al mismo tiempo su relacién personal con e] Tawantinsuyu, explicable quizas por el prestigio que éste tuvo en Ja regién, y especialmente cori la “nobleva incaica”, después del momento inicial de represién posterior a la conquista; este prestigio duré prdcticamente durante el siglo XVI, aunque resucité posteriormente, al menos en una determinada forma (vid. Rowe 1951), Al mismo tiempo, esta relacidn estaba dirigida a salvaguardar sy vinculacién y preeminencia étnica, que le era imprescin- dible a un nivel distinto de la probanza de méritos y servicios personales que presentaba en su misma obra ante la burocracia colonial (cosa com- probada después por la carta publicada por Lohmann); el nivel Jocat estaria dado por su funcion como apoderado de comunidades andinas de la zona ayacuchana en litigios varios, y que se han mencionado anterior- mente, Lamentablemente no se conoce todavia esa documentacién en su integridad. Su biografia aparece en retazos en su crénica; también, como hemos dicho, en datos aislados que figuran en documentacién recientemente encontrada. Mencionara varias veces Guaman Poma que su experiencia colonial incluyd ef ejercicio de diferentes oficios en la administracién laica o eclesidstica, se ha apreciado su tarea de intérprete, se ha legado a insinuar que pudo ser intérprete en el Tercer Concilio Limense, al cual se refiere repetidas veces, asi como también menciona a los sacerdotes y tedlogos que participaron en él CAdorno 1978: 78). Luego de una larga vida cuyo seguimiento fatiga las pdginas de la Nueva Cronica, relata camo regresa a su casa y se encuentra desposeido de sus bienes. A la luz de la documentacién encontrada, se aprecia el conflicto, especialmente en el juicio que le siguen antiguos #zitmagkuna Chombres transplantados a otro lugar por decisién del poder, étnico o estatal; en este caso aparen- temente el Tawantinsuyu} de Chachapoyas, quienes lograron quedarse con las tierras discutidas y de paso consiguieron que el juez declarara a Guaman Poma falsario, reo de utilizar cargos v preeminencias que no tenia —de ser Chacerse amar) curaca sin tener derecho a ello—, de usurpar funciones diversas (vid. Zorilla 1977, passim). Sea cual fuere la realidad de todo esto, es evidente que nuestro autor alcga repetidas veces que ha sido desposeido de cargos a los que tenia derecho, mientras que la autoridad, en el unico documento conocido, avala el despojo y XVI lo condena por pretender funciones y cargos a Jos cuales, segtin afirmd la autoridad judicial y sus contrarios en el litigio, no tenia derecho. Este es sin duda alguna un problema solamente sugerido aqui y en ningun mado aclarado. Esté visto, por los aspectos hispénicos de su genecalogia, que Guaman Poma se acogid rdpidamente al vicjo sistema del plagio (no tan sancionado entonces como ahora), en este caso, la adapcidn de vidas y hechos ajenos; no existe documentacién fiable, hasta ahora, que permita una confrontacién real de su genealogia andina, ni tampoco, con Ja exi- gua documentacién de que se dispone, de su biografia personal. LOS TEMAS DE GUAMAN POMA Analizar detenidamente cada uno de los aspectos que Guaman Poma in- cluye en la Nueva Cronica levaria a una presentacién quizds inagotable, pues su obra quicre abarear una totalidad a la vez que configura la ma- nera de hacer idcal el universo que presenta y al que aspira. Oscila entre el “no hay remedio” que ha hecho teftir de lamentos sus palabras, y Ja receta conercta que remedie los males, garantice su papel en Ja vieja y la nueva sociedad, sanee la autoridad del rey a la cual apela en contra de los malos funcionarios, Jogre en buena cuenta cl buen gobierno de las Indias al que aspira. Dentro de esta temdtica tan amplia, buscaré algunas aspectos que inéroduzcan al lector en distintas niveles de la obra de Guaman Poma: cl tiempo y el espacio: las “edades del mundo”, su aporte geografico y su representacién, incluyendo alli la imagen de otra mundo: Guinea o el Africa; cl Tawantinsuyu, la invasién espanola y la coloni- zacion, Cierto que dentro de estos grandes temas caben otras muchos y que se puede imaginar facilmente una amplia tematica cspecifica que contemple todo 0 casi todo lo que una obra de aspiracién universal pre- tende abarcar. Cierto es también que requerir de Guaman Poma una imagen histé- rica. —es decir, occidentalmente histérica— del pasada andina es algo dficil de lograr, si no imposible. Su imagen del pasado estuvo sin duda en un conflicto —compensacién-traduceién— centre los criterios tradi- cionales andinos y los europcas importados en el sigko XVI. Es todavia muy reciente la discusion historiografica y antropoldgica sobre la imagen del pasado en el drca andina y sus pobladores Ccfr. Pease 1978 b); después de muchos afios de aceptacién de una imagen lincalmente “his- térica” recogida por los cronistas, comenzaron a sugerirse primero discre- pancias entre las mismas crénicas, después, a la par y ante el avance de una arqueologia que irrumpia las fronteras de un pasado remoto; algunos estudiasos como José Imbelloni cn la Argentina y Julio C. Tello en el Peru, iniciaren planteamientos en torno a una visidén del pasado més remoto que el de los incas mismos, a la mano del recuerdo de los hom- XVI bres andinos del siglo XVI que nutrieron la informacidn de los cronistas; aunque e] segundo autor mencionado profundizé notoriamente la arqueo- logia peruana, aporté también valiosas sugerencias en torno a los mitos andinos y a la informacién que encerraban, asi como en relacién con la vida religiosa en general de los hombres antiguos de la regidn, todo lo cual suponia revisar bajo la luz de informactones cercanas a la Megada de los espafioles tanto las creencias mas antiguas asequibles a través de las mismas informaciones documentales, como los elementos materiales que la arqueologia permitia analizar. A ello habria que afiadir, y Tello lo hizo a menudo, fa experiencia del morador contempordneo y su testi- monic; cuando John V. Murra ({1970] 1975) reclamé la tarea conjunta de una historia, una arqueologia y una etnologia andinas, hizo recordar que Julio C. Tello habia insistido particularmente en usar el conoci- miento tradicional de la gente para lograr una mejor aproximacién al medio ambiente (lo ecolégico, s¢ diria después). Tanto Imbelloni como Tello Cen 1939, en torno al XXVII Congreso Internacional de America- nistas de Lima) se preocuparon por Jas “edades del mundo” presentadas por los cronistas, especialmente por Guaman Poma, aunque Imbelloni publicé también sus anotaciones sobre Fray Buenaventura de Salinas y Cérdova, sabre el Licenciado Fernanda de Montesinos, y otros casos en les cuales se proponia también una versién de un pasado preingaico y, en el caso de Montesinos, mayor y mas amplio que el que las crdnicas cldsicas se permitian ofrecer, como cs el caso del Inca Garcilaso de la Vega, quien dividia cl pasado andino prehispdnico entre Jos incas del Cuzco y las behetrias anteriores a é1'°. Diversos autores posteriores se ocuparon de Ja forma como la obra de Guaman Poma y otros textos an- dinos permiten hablar de un régimen de cuatro 0 cinco “edades del mun- do”, diferenciadas las propuestas y cl mimero de las edades por diferentes mecanismes ¥ con distintos argumentos. LAS EDADES DEL MUNDO Cuatro o cinco edades del mundo pueden parecer a mucha gente ele- mentos de una discusién erudita, cuando no secundaria; sin. embargo los mites que las recogicron resumieron elementos importantes de la imagen andina del pasado, desde que esas versiones se remitcen a los origenes del tiempo y del hombre, asi como precisan las categorias que consideraban inmutables en su sistema de pensamiente. Los mitos recogidos por los cronistas de los siglos XVI y XVII resumian buena parte de la experiencia del pasado andino, aungue muchas veces reducida a la zona del Cuzco, de donde provino el mds amplio caudal de informacién, justamente por tratarse del centro del poder estatal previo a la Iegada de les cspaholes en el siglo XVI. a formacién de! munda XVHI y la creacién del hombre y de los demas seres vivientes, los origenes de Jas plantas y de las formas de organizacion eran sus temas. Sin embargo, los mismos cronistas incluyeron esta informacién historizada o reducida —en un scgundo caso— al nivel de los cuentos, las fabulas o las con- sejas populares. La versién de las edades del mundo pudo parecer “fal- sa" o ser facilmente considerada “idolatria” en un medio y en un momen- to en los cuales Ia imagen biblica del pasado continuaba siendo Ia Gnica historia antigua verdadera. Guaman Poma refleja en su crénica una visién del pasado que se puede considerar estable mientras no se produce el cataclismo de la in- vasion espafiola de les Andes; sin embargo cuando habla de ésta la mini- miza por motivos determinados de su presente, negando en buena cuenta que hubiera una “conquista” y, en consecuencia, “vencidas”; de cesta ma- nera cesaban les derechos de los conquistadores originedos —cudntas veces se dijo asi— en un contexto de “guerra justa” (i.e. las eneomiendas, cfr. Adorna 1978), la imagen del pasado tradicional puede estar a la mano en su informacién. Como otros cronistas, Guamdn Poma de Ayala nos presenta una serie de cuatro cdades, la ultima de las cuales puede incluir a los incas, y que continga establecicndea una suerte de paralelo entre las edades curopeas (judeo-cristianas) y andinas, que finaliva con la invasién del siglo XVI y el tiempo que la sigue; las edades son las siguientes : Edades Andinas Edades Europeas 1 Wari Uiracecha runa CHIT) 1 Adan y Eva 24 Wari runa (IV) Il WNeé 34 Purun runa (CV) Wl Abrahdn 49s Auca runa CVI) IV David 59 Inea runa (VII) VY Jesucristo 6 ESPANA EN INDIAS (VII) Fstas, cn apariencia seis y cn realidad ocho, edades andinas y del mundo, seis puntos en realidad integrados de diversa manera, estén reu- nidas en el octavo que es comin ("Fspatia en Indias”}, donde a conse- cuencia de Ja inyasién espafiola los Andes vuxelven a ingresar en una linea original y cristiana (llamada asi por el cronista) que abandonaron solo por Ia ruptura Cel alejamiento) del origen y los principios biblicos. No debemos olvidar que al mismo tiempo que Guaman Poma presenta un paralelismo entre las edades andinas y curopeas o cristianas, cstablece simulténeamente una secuencia, pues los andinos son descendientes de Noé, por elle, en una versidén mds coherente, cl ticmmpo transcurrido entre la primera edad andina v la cuarta inclusive, se encuentra en ver- dad encuadrado entre Noé y Cristo, puesto que los Incas resultan con- XIX temporaneos de Jesucristo. Este conjunto de edades no nos dan necesaria- mente seis “cdades del mundo” en una cosmovisién andina vigente du- zante la colonia, ni tampoco cinco edadcs necesariamente (en realidad sicte antes de la conquista espaiiola). Mas bicn quedaria la impresién de que la suma de las edades y Ia acumulacién de los aiios de duracién de cada una (5.000 afios de Jas “edades de indios” y 1.500 de la de los incas) se inscribiria m4s claramente todavia deniro de una imagen histd- rica de corte occidental avalada ademas por el hecho de la identificacion (gforzada?) realizada entre los incas y la edad de Jesucristo, ya que los 1.500 afios de duracién atribuidos a los primeros son una forma de equivalencia para llegar junto con la “edad de Jesucristo” al momento de la invasién espafiola. La edad de los espafoles en el Pertti (67 y VIII cn la acumulativa imagen historizada que el cronista propone) es comin para ambos mundos, el espafol y el andino. Dentro de esta linea, una novena edad sélo podria ser asimilada al tiempo del segundo advenimien- to de Cristo. En las paginas finales de la Nueva Crénica, Guaman Poma licga a presentarse a si mismo como servidor de Cristo, y habla de si mismo como que “venia sirvicndo a un gran hombre grave Hamado Cris- tébal, por decir Cristo metia diciende bal, aunque dijo Cristébal de la Cruz, ... su amo, pregunta ¢no veremos a este hombre?, responde el autor: ahi viene alcanzdndome, ahi le cncontrard si le busca Vuestra Merced” Cf, 1108 [1118]); dos paginas atras invocaba: “Sefior: esperanza tengo que ha de venir Jesueristo otra vez...” Cf. 1106 [1116}>. De esta manera comprueba, en un contexto mesidnico (al anotar este punto, Porras no lo entendié asi, stno coma una muestra de dnimo cazurro, aunque reconace su valor simbdlico; 1948: 35), una imagen que hace ver que prevé una nucva edad del munde coicidente con la nueva venida de Cristo. Coincidentemente, también, esta nueva edad (la novena) co- rrespondcria a la imagen que identifica a Pachacuti Cel noveno Inka de la lista standard cuzquefia) con Manco Capac Cel primero); las cré- nicas identifican Pachacuti Ctanto coma términe, como en cuanto al Inca) con un caos césmico o una yuelva del mundo, y también hacen ver cémo los incas Pachacuti y Manco Capac son iguales entre si (Pease 1970: 71-72; 1973: 62; 1978 a: 66 y ss.}. Sc pucde suponer que, también en Guaman Poma, la nueva venida de Cristo pondrd al mundo en el estado perfecto del momento de la creacién de Adan y Eva. En la primera edad andina —Uxari Uiricocha runa—, Guaman Poma intenté relacionar al dios creador presentado por la mitologia de la sierra sur andina — Wiragocha— con cl creador cristiano, cosa natu- ral cn un cristiano nuevo como era el cronista; y cl paralelo con el cristianismo cs constante desde aqui en toda la extensién de Ja obra. En otro lado me ecuparé del cristianismo de Guaman Poma, que requiere realmente de un cstudio mas amplio en orden a la evangelizacién; sélo quiero precisar aqui que su imagen de Jas edades del mundo parte de XX una “inocencia primordial” en la cual el hombre tenia un conocimiento limitado -—-aunque genuino y adquirido dircctamente, come descen- diente “legitimo” de Noé-— del Creador (Runacdmac Viracocha), el cual no sdlo es presentado a la manera judeo-cristiana, sino asimilado al Yahvé biblico Cff. 49-505. Aqui vareccria haber una relacién con el paratso biblico, reforzada por Ia nocién de una “caida”, que se hace patente en forma gradual a través de las sucesivas edades andinas en Ja pérdida progresiva del conocimiento de Dios, del cual quedé a la larga tan sdlo una “sombra”, a la cual el cronista hard sucesivas referen- cias posteriores. Dicha “caida” cs mds notoria si se tiene en cuenta que la primera edad andina es posterior al diluvio biblico y al reparto de los seis hijos de Noé Cf. 912% [925]). Esta inocencia primordial —mas cristiana cn su imagen— motiva que en aquellos tiempos iniciales los naturales de los Andes no adorasen waq'a Cuaca, escribe el cronista, huaca © guaca escriben otros textos, cs decir “idolos”; cn realidad cs un término andino identificable con lo sagrado}, ni hicieron “idolatrias”. Guaman Poma incorpora de esta manera las nociones de pecado y de idolatria, no solamente a su vocabularic sing también a su explicacién andina. FE] hecho de haber transformado la “caida en el pecado” en uma caida cn “larga duracién”, identificada con la constante pérdida del conuci- miento del Creador, explica también por qué no aparecen més clara- mente caidas espeeificas o crisis destacadas —caos— entre las sucesivas edades del mundo andino. Podria pensarse —aunque el texto no Io consagre especificamente-— que quedaba abolido asi el esquema ciclico de las edades de] mundo o, a Jo menes, introducide en un esquema lineal iniciado con Ja creacion biblica, Ello no obliga a desechar un cierto con- texto mesidnica on la Neeva Crdénica, que ya se ha mencionado antes. El transito a la segunda edad, Uari runa, mantiene Ia inocencia pri- mordial en los hombres andinas, y la relacién “pura” con el Creador Wiragecha Cf. 54). Aqui intreduce el cronista la nocién de Trinidad: “habia un solo Dios, tres personas, de éste decia asi: que el padre era justicicro. .. el hijo caritativo, .. ¢l menor hijo que daba vy aumentaba salud, y daba de comer y enviaba agua del ciclo para darnos de comer y sustento..." CEE. 55-56); luego vinculard el culto a la Trinidad con el rayo, que a su vez configuraria otra triada Crayo-trueno-relampago "*. Fl paso a la tercera edad, Pury runa, significa uma serie de me- joras concretas en el orden material. y el cronista habla aqui de una organizacién legal de la vida diaria y de un incremento de los bienes econdmicos paralelo a la aparicién de los primeros problemas bélices; al mismo ticmpo deja constancia en la crénica de Jas cambios ocurrides con la invencién de la agricultura como Fuente de ingresos y su trans- formacién cn la principal tarea preductora de bienes Cf. 59-60) ™. XXI

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