Professional Documents
Culture Documents
María y Cartas A Lorenzo
María y Cartas A Lorenzo
1
Sirio López Velasco
2
María y cartas a Sirio Lorenzo
MARÍA
Y
CARTAS A
SIRIO LORENZO
3
Sirio López Velasco
S171p
VELASCO. Sírio López,
ISBN: 978-65-88994-03-0
4
María y cartas a Sirio Lorenzo
MARÍA
Y
CARTAS A
SIRIO LORENZO
5
Sirio López Velasco
SUMÁRIO
MARÍA .......................................................................................7
CARTAS A SIRIO LORENZO ..............................................131
6
María y cartas a Sirio Lorenzo
MARÍA
7
Sirio López Velasco
DEDICATORIA
A mi esposa.
8
María y cartas a Sirio Lorenzo
9
Sirio López Velasco
cama, casi sin probar bocado. Desde aquel día evitó pisar
siquiera una hormiga, y nunca dejó de mirar al piso cuando
pisaba en el parque.
Ese mismo año tomó conciencia de donde iban a
pasar el verano en familia. Su padre y una pareja de tíos hacían
una larga excursión para llegar a una casa aislada que sólo una
calle separaba del mar. María ponía en una bolsa todas las
muñecas que hasta la noche anterior ocupaban casi toda la
cama, dejándole sólo un rinconcito que la obligaba a dormir
en incómoda posición. Y después venían las ollitas y los
platitos, y algunos mueblecitos en madera de colores alegres.
Cada vez que la bolsa estaba llena a más no poder su padre
aparecía en la puerta para repetirle en alta voz a su mujer que
el auto estaba completamente lleno y que allí no cabía ni un
alfiler. Y a cada vez la madre de María le daba la razón al
marido, pero bajaba la bolsa y lograba acomodarla en un
borde de la baca, justo antes de que su marido apretara la carga
con fuertes correas elásticas. Después venían los días de arena
casi blanca, y el uso obligatorio del molesto sombrero. Su
hermano y sus dos primos varones la salpicaban cada vez que
volvían del agua, y más de una vez le voltearon las ollas
acomodadas en las mesitas en miniatura. Pero eso no la
enojaba, pues los arbustos que cubrían parte de las dunas
proveían abundante comida para los comensales de goma y
plástico.
Cuando tuvo algunos pocos años más vio como su
padre disecaba ante los ojos curiosos de su hermano una
víbora que un vecino había matado. Y para su asombro vio
deslizarse hacia los cercanos pastos a varias viboritas oscuras.
Su padre los miró a los ojos y les pidió que recordaran que
incluso en la muerte la vida triunfa.
En esa época se sorprendió de que en algunas fiestas
familiares los abuelos y algunos tíos se aprecian trayendo un
par de zanahorias unos, y un par de cebollas o papas otros.
10
María y cartas a Sirio Lorenzo
11
Sirio López Velasco
12
María y cartas a Sirio Lorenzo
13
Sirio López Velasco
14
María y cartas a Sirio Lorenzo
15
Sirio López Velasco
16
María y cartas a Sirio Lorenzo
17
Sirio López Velasco
18
María y cartas a Sirio Lorenzo
19
Sirio López Velasco
20
María y cartas a Sirio Lorenzo
21
Sirio López Velasco
22
María y cartas a Sirio Lorenzo
salir con ella se pusiera lo mejor que tuviese, pues incluso los
empleados del Hotel podrían sospechar por su apariencia de
guerrillera. A su hijo le dijo lo mismo, aunque él no podía
quedarse en el hotel. María encontró en su mochila lo que
correspondía al deseo de su madre, y los tres combinaron
algunos paseos por Santiago en tren de turistas. Una de esas
salidas la hicieron en compañía del primo y de su compañera,
que habían vuelto a la capital para ver a la tía y mandar a través
de ella cartas a sus familias. María quiso que Tito se les sumara
en uno de los almuerzos y después oyó de él que por el precio
que su madre había pagado por aquel pollo, el menú debería
haber sido de mucho mejor calidad. Tito se despidió de su
suegra y volvió a sus actividades. Ella y su hermano
acompañaron a su madre hasta el aeropuerto. Hubo pocas
lágrimas y muchos besos. Sólo mucho después María se dio
cuenta de que tendrían que haber exigido que su madre se
quedara en Chile, pues en su país podría ser presa, como
tantos otros a los que sólo se podría reprochar actividades
militantes menores. Pero no se lo exigieron y ella declaró con
énfasis que tenía muchas cosas pendientes como para pensar
siquiera en un cambio de país. Había decidido retomar la
carrera de Medicina, pues sólo algo más de un año la separaba
del título. Sus hijos no contuvieron la sorpresa, y María le
aseguró que no tenía dudas de que sus estudios serían
coronados por el éxito. El avión se perdió entre las nubes,
subiendo hacia la cordillera. María se separó de su hermano
en Santiago, y esa misma tarde fue llevada por Tito hasta el
nuevo campamento.
Hicieron trasbordo de ómnibus en Rancagua y el
segundo vehículo los dejó en las Termas de Cauquenes. Una
docena de casas modestas, que culminaban en un almacén,
rodeaban de uno y otro lado de la carretera, que allí moría, al
amplio Hotel termal. El compañero que los esperaba frente al
Hotel les explicó que incluso San Martín había disfrutado de
23
Sirio López Velasco
24
María y cartas a Sirio Lorenzo
25
Sirio López Velasco
26
María y cartas a Sirio Lorenzo
27
Sirio López Velasco
28
María y cartas a Sirio Lorenzo
29
Sirio López Velasco
puesto entre dos árboles, Tito llegó con la noticia de que los
campamentos serían disueltos y que, de vuelta en Santiago, los
compañeros recibirían nuevas órdenes. María se despidió con
nostalgia anticipada de aquellos árboles, del delicado pasto, y
del río rumoroso y frío.
En Santiago caminaba María una vez junto a Tito,
rumbo a un local céntrico donde habría una reunión, cuando
vio una manifestación bastante numerosa que avanzaba entre
los gases tirados por los Carabineros. Cuando algunos
jóvenes pasaron corriendo ante ellos, oyeron que gritaban
improperios contra Allende. María pensó que estaba ante una
escena de la Historia al revés. En la reunión quedó establecido
que ella haría parte de los primeros dos grupos que partirían
hacia Cuba. Tito explicó que aquello hacía parte de un plan de
la Dirección de una nueva etapa de formación política, y
también militar, para algunos, y también de una precaución
ante el futuro incierto de Chile.
María recibió un pasaporte uruguayo, pero con otro
nombre y que la acreditaba con 21 años de edad. Trató de
aparentar la edad en la manera de vestirse y maquillarse. Tito
no pudo acompañarla al aeropuerto. En el avión de Cubana
ocupó un lugar junto a un extraño, pero vio a su alrededor a
varias caras conocidas. La cordillera quedó atrás, casi
totalmente cubierta por densas nubes blancas. María se alegró
porque el vuelo no trascurría en su altura máxima y algo del
mar y luego de la tierra se distinguía con nitidez. La región
amazónica se presentó como una compacta masa verde que
lo ocupaba todo. Y luego otra vez el mar. Cuando el cansancio
la invadía oyó a la azafata anunciando el próximo aterrizaje.
Abajo un campo ondulado mostraba abundantes palmeras y
algunas casas dispersas. Rancho Boyeros era un aeropuerto
provincial al lado de Pudahuel. Pero desde el tono cantarín de
la mujer que la atendió en inmigración, María entendió que
estaba en otro mundo. Al lado de la funcionaria un hombre
30
María y cartas a Sirio Lorenzo
31
Sirio López Velasco
32
María y cartas a Sirio Lorenzo
33
Sirio López Velasco
34
María y cartas a Sirio Lorenzo
35
Sirio López Velasco
36
María y cartas a Sirio Lorenzo
37
Sirio López Velasco
38
María y cartas a Sirio Lorenzo
39
Sirio López Velasco
40
María y cartas a Sirio Lorenzo
41
Sirio López Velasco
42
María y cartas a Sirio Lorenzo
43
Sirio López Velasco
44
María y cartas a Sirio Lorenzo
45
Sirio López Velasco
46
María y cartas a Sirio Lorenzo
47
Sirio López Velasco
48
María y cartas a Sirio Lorenzo
49
Sirio López Velasco
50
María y cartas a Sirio Lorenzo
51
Sirio López Velasco
52
María y cartas a Sirio Lorenzo
53
Sirio López Velasco
54
María y cartas a Sirio Lorenzo
55
Sirio López Velasco
56
María y cartas a Sirio Lorenzo
57
Sirio López Velasco
58
María y cartas a Sirio Lorenzo
59
Sirio López Velasco
60
María y cartas a Sirio Lorenzo
61
Sirio López Velasco
62
María y cartas a Sirio Lorenzo
63
Sirio López Velasco
64
María y cartas a Sirio Lorenzo
65
Sirio López Velasco
66
María y cartas a Sirio Lorenzo
67
Sirio López Velasco
68
María y cartas a Sirio Lorenzo
69
Sirio López Velasco
70
María y cartas a Sirio Lorenzo
71
Sirio López Velasco
72
María y cartas a Sirio Lorenzo
73
Sirio López Velasco
74
María y cartas a Sirio Lorenzo
75
Sirio López Velasco
76
María y cartas a Sirio Lorenzo
77
Sirio López Velasco
78
María y cartas a Sirio Lorenzo
79
Sirio López Velasco
80
María y cartas a Sirio Lorenzo
81
Sirio López Velasco
82
María y cartas a Sirio Lorenzo
83
Sirio López Velasco
84
María y cartas a Sirio Lorenzo
85
Sirio López Velasco
86
María y cartas a Sirio Lorenzo
87
Sirio López Velasco
88
María y cartas a Sirio Lorenzo
89
Sirio López Velasco
90
María y cartas a Sirio Lorenzo
91
Sirio López Velasco
92
María y cartas a Sirio Lorenzo
93
Sirio López Velasco
94
María y cartas a Sirio Lorenzo
95
Sirio López Velasco
96
María y cartas a Sirio Lorenzo
97
Sirio López Velasco
98
María y cartas a Sirio Lorenzo
99
Sirio López Velasco
100
María y cartas a Sirio Lorenzo
101
Sirio López Velasco
102
María y cartas a Sirio Lorenzo
103
Sirio López Velasco
104
María y cartas a Sirio Lorenzo
105
Sirio López Velasco
106
María y cartas a Sirio Lorenzo
107
Sirio López Velasco
108
María y cartas a Sirio Lorenzo
109
Sirio López Velasco
110
María y cartas a Sirio Lorenzo
111
Sirio López Velasco
112
María y cartas a Sirio Lorenzo
113
Sirio López Velasco
114
María y cartas a Sirio Lorenzo
de todos los colores que estaba allí por otros motivos. María
concluyó que harapiento o candidato a Doctor, un extranjero
es un extranjero en cualquier parte del mundo. La nota
diferente la puso la administración de Vallecas que los
empadronó sin muchas preguntas, y les dio la tarjeta pública
de asistencia sanitaria. Cuando Tito llegó María tenía que
elaborar sus primeros trabajos para ser evaluada en la primera
fase del doctorado que los españoles llamaban Diploma de
Estudios Avanzados. La presencia de su marido le dio la
tranquilidad para enfrentar con éxito esos primeros desafíos.
Máxime que una amiga de Elsa que se marchó a Uruguay por
un mes, les dejó su minúsculo apartamento en el centro
madrileño para que estudiaran a gusto. Ese retiro era tanto
más necesario que antes de irse a España y para ahorrar algún
dinero, habían vendido la llave del apartamento de Rivera,
pero la madre de Tito, en vez de irse a Cassino, había decidido
vivir uno o dos años con su hermana Elsa en Madrid. El
apartamentito de Susana era ideal para estudiar, pues era tan
pequeño que no había nada con lo que distraerse. Pero tenía
un habitante. Era Segismundo, su gato. Tito lo bautizó con
ese nombre pues tenía una obsesión con el sexo, ya que cada
vez que la pareja se iba al cuarto, el gato venía
indefectiblemente a caminarles por arriba una y otra vez,
queriendo integrarse al juego. Entre los trabajos que tuvo que
redactar María (en la computadora de Susana, pues hasta el
momento ella carecía de una) hubo uno sobre el bilingüismo
en Catalunya, lo que le exigió leer por primera vez un par de
libros en catalán, y otro que la obligaba a revisitar la Gramática
Generativa y Transformacional y sus incómodos esquemas en
forma de árboles gráficos. Esas pruebas fueron aprobadas, y,
con la vuelta de Susana, volvieron al apartamento de Elsa. Por
aquellos días aparecieron los primeros billetes de Euro. Tito
comentó que parecían sacados de un juego de Monopoly.
115
Sirio López Velasco
116
María y cartas a Sirio Lorenzo
117
Sirio López Velasco
118
María y cartas a Sirio Lorenzo
119
Sirio López Velasco
120
María y cartas a Sirio Lorenzo
121
Sirio López Velasco
122
María y cartas a Sirio Lorenzo
123
Sirio López Velasco
124
María y cartas a Sirio Lorenzo
125
Sirio López Velasco
126
María y cartas a Sirio Lorenzo
127
Sirio López Velasco
128
María y cartas a Sirio Lorenzo
129
Sirio López Velasco
130
María y cartas a Sirio Lorenzo
CARTAS A
SIRIO LORENZO
131
Sirio López Velasco
DEDICATORIA
A Sirio Lorenzo, con el amor
de toda la familia
132
María y cartas a Sirio Lorenzo
INTRODUCCIÓN
Querido Sirio Lorenzo: en estas líneas va todo el amor
que sentimos por ti tus padres (Olivia y Sirio Roberto), la
abuela María Josefina, la tía Carolina y toda la familia. Espero
que los mensajes cortos te sean llevaderos, y, como los viejos
tenemos la mala costumbre de sermonear, deseo que el humor
y el vuelo de imaginación que matizan estas palabras, te
ayuden a recibirlas de buen grado. Algunas de estas notas que
empecé a redactar en junio de 2019 fueron subidas (con
ciertas variantes) al canal sirio velasco de youtube, para que en
tus primeros años la forma audiovisual pueda captar tu
atención.
El nacimiento
134
María y cartas a Sirio Lorenzo
La tía carolina
136
María y cartas a Sirio Lorenzo
138
María y cartas a Sirio Lorenzo
Otros familares
Visitas en el patio
145
Sirio López Velasco
146
María y cartas a Sirio Lorenzo
La amistad
147
Sirio López Velasco
El pantalón cortito
El primer viaje
9 de mayo de 2020
En Cuba dieron por consigna a las y los Pioneros
“Seremos como el Che”. Y eso me parece una peligrosa
exageración cuando se pone a cada niña y niño ante la
angustiosa obligación de reunir las muchas cualidades que se
le atribuían a Ernesto Guevara. El Che, a su vez, en la carta
de despedida de sus hijos cuando partió de Cuba a cumplir
misiones internacionalistas, les pidió que supieran sentir en la
propia mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre.
Eso me parece un pedido más humano y alcanzable; y lo que
se espera de esa sensibilidad es que, como el Quijote (con
quien Guevara se comparó más de una vez), se tenga la
disposición de deshacer los entuertos que afectan a los
demás. Mas esa misión será asumida dentro de la
imperfección humana, pues no se necesita ser perfecto para
156
María y cartas a Sirio Lorenzo
163
Sirio López Velasco
168
María y cartas a Sirio Lorenzo
www.phillosacademy.com
169