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Xavier ZUBIRI ESTRUCTURA DE LA METAFISICA Alianza Editorial - Fundacion Xavier Zubiri PRESENTACION «Estructura de la metafisica» (EM) es el titulo del curso que Zubiri dicté, en dos lecciones, los dias 17 y 24 de marzo de 1969. Tiempo después, Zubiri empez6 a redactar este curso en forma de libro. Esta redaccién qued6 en parte mecanogra- fiada y, en su mayor parte, como mero manuscrito. En cual- quier caso, Zubiri no llegé a terminar su proyecto de libro, de- jandonos un indice, escrito a mano, de las secciones que ya habia redactado y de las que le faltaban por escribir. Lo que publicamos ahora es el proyectado «libro», tal como Zubiri lo dejé, junto con el curso que le sirvid de base y que, ademas, permite vislumbrar las partes que quedaron sin redactar. Veamos ahora tanto la génesis como una leve explicacién de las partes de este libro. Ante todo, para entender la génesis de EM, hay que tener en cuenta que, con anterioridad al curso EM, entre noviembre y diciembre de 1968, Zubiri habia dictado el curso «Estructura dinamica de la realidad» (EDR), ya publicado como libro (Ma- drid, 1989). De este tltimo curso (EDR) conservamos un indice detallado, lo que parece indicar que Zubiri pensé posterior- mente en redactarlo en forma de libro. Conservamos, ademas, | el inicio mecanografiado de la Introduccién a EDR, que sefiala lo siguiente: En estas paginas se intenta e! estudio del dinamismo de i la realidad como problema estrictamente metafisico. Esto exige de entrada alguna aclaracién, porque no es evidente, sin mds, que el dinamismo de lo real sea algo metafisico. La metafisica, en efecto, trata de averiguar qué es lo real en cuanto tal, mientras que el dinamismo seria el modo de ac- tuar de ciertas realidades, por tanto, algo consecutivo a la realidad en cuanto tal. Parece, pues, que el dinamismo no pertenece a la metafisica 0, cuando menos, que no pertene- | ce a ella a mismo titulo que la realidad. Pretender, entonces, | que el momento dinamico pertenece a la metafisica, asf sin i matizaci6n ni restricci6én alguna, es algo que requiere justifi- i caci6n. Esta justificacién no puede lograrse en plenitud mas i que después del estudio de los diversos dinamismos que ofrece la realidad. Sin embargo, es conveniente comenzar i por una conceptuaci6n precisa, aunque programatica, pro- visional y anticipada de lo que se pretende. Es lo inico que permitiria una inteleccién adecuada del sentido y del alcance de los desarrollos ulteriores. Lo contrario seria exponerse a una falsa interpretacién, dificil ya de corregir al final del es- tudio. En su virtud, a reserva de volver mas ampliamente sobre la cuestién al final del libro, comencemos por esclare- cer de entrada qué es eso de la estructura metafisica de la realidad y la posicién que en ella ocupa el dinamismo. Para hacerlo, es forzoso definir lo que entendernos por metafisica frente a otras concepciones ya clasicas en filoso- fia, No es una cuestién baladf. A primera vista, parece que se trata tan s6lo de una cuestién, en cierto modo, de enci- clopedia filosdfica. Se trataria de ver qué es la ciencia meta- fisica, y el lugar que ocupa en ella, si es que ocupa alguno, la ciencia del dinamismo. Pero a poco que se apuren las ideas, la cuestién cambia répidamente de aspecto. Porque, en el fondo, no se trata de ver la articulaci6n de la «ciencia» metafisica, sino de algo mucho mis grave y radical: es la cuestion de la «conexién» (digémoslo asi) entre realidad y dinamismo. La clasificacién de las ciencias filos6ficas no es sino un despliegue de la estructura metafisica de lo real y parte de ella. Los dos problemas se han presentado de un modo unitario en los mornentos mas importantes de la his- toria de la filosofia. No podia ser de otra manera; lo impone la fuerza misma de las cosas. Pero, por lo mismo, si quere- mos precisar con algtin rigor el concepto de metafisica, sera forzoso desgajar en la historia de «la» metafisica como cien- cia el problema fundamental que subyace a esta ciencia: la indole de «lo» metafisico de la realidad. Sdlo después se es- tard en franquia para abordar e! concepto radical de lo me- tafisico y del dinamismo. Seran los dos capitulos de esta in- troduccién. Zubiri taché toda esta Introduccién y escribié sobre el titulo de EDR: «Estructura de la metafisica>. Ademds, como se sefiala al final de la cita, esta Introduccién a EDR tendria dos capitulos. El Capitulo 1 se llama: «Algunas ideas clasicas acerca de la metafisica». Mas abajo, tachado, se indica lo siguiente: «Acabo de decirlo: en la idea de la metafisica se entreveraron dos cues- tiones: la cuestion de “la” metafisica como ciencia y la cuesti6n de “lo” metafisico como momento de la realidad. Aun a true- que de algunas repeticiones, sera conveniente examinarlas su- cesivamente». Como puede apreciarse, la redaccién del curso EDR en forma de libro llevo finalmente a la idea de redactar EM como libro. El Capitulo 1 recién aludido es precisamente el comienzo del texto de EM, mecanografiado por Zubiri. Esta redaccién mecanografiada debié ocurrir muy probablemente «después» i 4 f ' de haber dictado EM como curso, ya que Zubiri no la utiliza, como suele hacerlo, como apoyo para sus dos lecciones. Ade- mas, en el escrito mecanografiado aparece una exposicién de Leibniz que no aparece en el curso. Ahora bien, con posterioridad al curso EM, desde diciem- bre del mismo ao 1969 hasta enero de 1970, Zubiri dicté «Los problemas fundamentales de la metafisica occidental» (PFMO), también ya publicado como libro (Madrid, 1994). Es una exposici6n muy ampliada precisamente de ese Capitulo 1 mecanografiado y, por tanto, «posterior a él. Prueba de ello es que Zubiri, por ejemplo, cuando expone a Hegel en PFMO, indica en la «Ficha» que lleva al curso una pagina que corres- ponde al texto mecanografiado de EM y, ademas, sigue el or- den que en forma manuscrita ha anotado sobre tal texto. Asi, entonces, hay que situar EM entre EDR y PFMO, al menos en lo que se refiere al curso y al Capitulo 1 de la Primera Parte, puesto que hay algunas notas de Zubiri que son posteriores a PFMO ya que hacen referencia a tal curso. Contextualizadas asi sus fechas posibles, veamos ahora el contenido del libro EM. E] libro (sin una Introduccién general) esta dividido en dos partes, lo cual corresponde también a la divisi6n en dos lecciones del curso. La Primera Parte se titula «El problema de la estructura de la metafisica». Se divide en dos capitulos. El Capitulo 1 llamado «Algunas ideas clasicas acerca de la metafisica» se encuentra enteramente mecanogratiado por Zubiri con algunas anotaciones manuscritas al margen del texto y en «Fichas». Como ya hemos mencionado, este texto mecanografia- do, que us6 como base lo expuesto en la primera leccién de EM, fue redactado originalmente por Zubiri para el proyectado libro sobre la EDR. Mas tarde sirvid de base para el curso PFMO. Aun- que més abreviada que lo expuesto en PFMO, encontramos aqui sninsosianiesonoeoioaat una exposicién més orientada al tema del libro y, ademas, mas precisa, por haber sido mecanografiada y revisada por el propio Zubiri. Hay que tener en cuenta que el final de este Capitulo 1, relativo a Hegel, termina en la p. 72 del texto mecanografiado por Zubiri, Lo que sigue, el inicio del Capitulo 2, contintia en la p. 81. El indice manuscrito de este libro también contempla esta numeracién. Al parecer, entonces, nos faltarian ocho paginas so- bre Hegel. Una posibilidad es que estas hojas esten perdidas o hayan sido destruidas por Zubiri. Otra posibilidad es que Zubiri nunca las haya redactado y tal vez pensara, en algtin momento, en completarlas con las paginas del curse PFMO. Hay algunas pistas que parecen sefialar que esto ultimo podria ser verdad. En primer lugar, el texto que se nos ha conservado sobre Hegel pare- ce concluir las partes que habia anunciado al inicio. Es un texto concluido, no hay indicios de que falte algo. En segundo lugar, hay que mencionar que el texto mecanografiado que conservamos sobre Hegel sirvié de base a lo expuesto en PFMO hasta la lecci6n XI. Es importante destacar que, en un comienzo, PFMO iba a te- ner doce y no trece lecciones. Solo al final de la lecci6n XI sobre Hegel Zubiri anuncié que daria una leccién mas. Lo que se dicté en esa nueva leccién corresponde a lo que nos faltaria en el texto mecanografiado de EM. Podriamos especular que Zubiri habria afadido, a tltima hora, un apartado mas a su texto mecanografia- do sobre Hegel y que estas paginas serfan las que habria pensado agregar a lo ya expuesto en EM. Estas paginas, llamadas «Las etapas de la actividad pensante», corresponden a lo que Zubiri traté en Los problemas fundamentales de la metafisica occi- dental, op. cit., pp. 300-315. En tercer lugar, hay que sefialar que, en el curso de PFMO, sus «Fichas» no llevan ninguna referen- cia a esas posibles paginas perdidas o destruidas por Zubiri. Si esas paginas estaban escritas, gpor qué Zubiri no las utiliz6 en el curso PFMO como si las uttiliz6 en la lecci6n anterior? Ahora bien, a tesis de que Zubiri nunca redacté esas paginas tiene una gran dificultad. Si Zubiri nunca las hubiera redactado (pp. 73-81), no quedaria clara la indicacién exacta de las paginas que faltan (ocho paginas), ntimero bastante menor a las que desarrollé en el men- cionado curso de PFMO. Una posibilidad es que se haya equivo- cado al enumerarlas. En un indice mecanografiado a PFMO, el apartado sobre «Las etapas de la actividad pensante» posee dos partes; la primera empieza en la p. 376 y la otra empieza en la p. 384. Hay exactamente ocho paginas, pero abarcan sélo a la pri- mera parte. Faltaria la segunda. En fin, sea como fuere, lo que conservamos de Hegel parece concluido y puede ser completado con las paginas de PFMO ya mencionadas. El Capitulo 2 se titula «Los problemas fundamentales en estas concepciones de la metafisica». A partir de aqui, el texto se encuentra totalmente manuscrito hasta el final del libro, con algunas «Fichas» manuscritas anexadas, La Segunda Parte del libro se titula «La estructura de la metafisica». Se divide en dos apartados. El Apartado 1 se llama «Lo metafisico de las cosas mis- mas». Poseeria, segtin el indice manuscrito, tres secciones. Las dos primeras estan redactadas, salvo el final de la Seccién 2, es decir, el Capitulo 3, llamado «La transcendentalidad como pro- blema». Muy probablemente este capitulo nunca se escribié porque en el indice manuscrito de Zubiri no aparece su ntimero de pagina, como si aparece en el resto de los acapites. Tampo- co se redacté la Seccién 3, titulada «La estructura transcenden- tal de la realidad». Esta, segiin el indice, tendria dos capitulos: «Capitulo 1. Sistematismo» y «Capitulo 2. Dinamicidad». El Apartado 2, titulado «La metafisica como mado de saber, tampoco fue redactado. Este Apartado tendria a su vez dos capi- tulos: «Capitulo 1. Lo metafisico en las cosas» y «Capitulo 2. La biisqueda metafisica». Este ultimo capitulo se divide, a su vez, en e i dos articulos: «Articulo 1. Dénde se busca: el problema del hori- zonte» y «Articulo 2. Cémo se busca: la raiz del saber metafisico». Hay que tener en cuenta que todo lo que qued6 por redac- tar en la Segunda Parte estaba en estrecha relacién con lo que aparecia en la parte final de la segunda leccion de EM. De este modo, se puede intentar vislumbrar las partes que nos faltan del libro de la siguiente manera: Indice manuscrito del libro Seccién 2. Realidad y transcen- dentalidad, Capitulo 3. La trans- cendentalidad como problema. Capitulo 3. Lo metafisico como buscado. Articulo 1. Qué es lo que se busca (una seccién de este apartado). Capitulo 2. Qué es lo metafisico. Punto Ill. Seccién 3. La estructura trans- cendental de la realidad. Capitu- lo 1. Sistematismo. Seccién 3. La estructura trans- cendental de la realidad. Capitu- lo 2. Dinamicidad. Apartado 2. La metaffsica como modo de saber. Capitulo 1. Lo metafisico en las cosas. Apartado 2. La metafisica como modo de saber. Capitulo 2. La busqueda metafisica. Articulo 1. Dénde se busca: el problema del horizonte. Apartado 2. La metafisica como modo de saber. Capitulo 2. La biisqueda metafisica. Articulo 2. Cémo se busca: la raiz del saber metafisico. Capitulo 2. Qué es lo metaffsico. Punto IV. Capitulo 3. Lo metafisico como buscado. Articulo 1. Qué es lo que se busca. Capftulo 3. Lo metafisico como buscado. Articulo 2. Dénde se busca. Capitulo 3. Lo metaffsico como buscado. Articulo 3. Cémo se busca. De esta manera, el lector puede intentar completar lo que quedé por redactar del libro con lo que aparece en la segunda leccién del curso. Esta conexién se ira indicando en la presente edicién del curso, mediante notas a pie de pagina. Convendria ahora mencionar brevemente los criterios de edicién que se han utilizado. El libro, tanto en su parte mecanografiada como en su par- te manuscrita, ha sido transcrito literalmente. Hay que conside- rar la dificultad de lectura de la letra de Zubiri. En notas a pie de pagina se sefialan algunos pasajes dificiles de leer. Hemos colocado también en notas las «Fichas» que redacté Zubiri para completar lo expuesto en el texto. Por su parte, para la edicién del curso, hemos utilizado, en primer lugar, el texto que transcribe la grabaci6n de sus leccio- nes, incorporando las correcciones manuscritas del propio Zu- biri. En segundo lugar, hemos usado las «Fichas del curso» que Zubiri llevaba consigo para dictar sus lecciones. Estas nos han permitido colocar subtitulos, dividir y numerar parrafos, desta- car palabras en cursivas y completar algunas ideas no muy cla- ras en el texto transcrito. Por ultimo, disponemos de la graba- cién digitalizada del curso que nos ha permitido revisar la trans- cripcién. Para que el texto publicado resulte lo mas fluido posible para el lector, hemos ordenado algunas frases y supri- mido algunas repeticiones, manteniendo siempre que fue posi- ble el texto de Zubiri, e indicando cualquier adicién al texto original. Adernas, coro la divisi6n de las diversas secciones del curso no es homogénea, para uniformar criterios hemos segui- do la misma divisi6n que Zubiri ha hecho en el libro (Parte, Capitulo, Articulo, etc.). Hay que advertir ahora brevemente sobre algunas conven- ciones usadas en la presente edicién. En primer lugar, los sig- etter aaron Ce nos < > se usan para indicar cualquier intervencion del editor, ya sea para insertar titulos, ya sea para completar algunas fra- ses que podrian hacer més inteligible la exposicion. Se han ocupado los corchetes [ ] para destacar alguna frase. Estos cor- chetes son siempre del editor, salvo indicacién contraria. Se han usado las llaves { } para insertar frases y subtitulos de Zubiri que aparecen «s6lo» en las «Fichas del curso». En se- gundo lugar, hemos colocado todas las transcripciones del griego en la grafia originaria para uniformar la edicién. En las referencias a otros autores, hay que tener en cuenta que Zubiri generalmente citaba de memoria durante las lecciones orales, y a veces también en su propio texto. Por ello, las citas en otras lenguas se han corregido cuando correspondia, adoptando el texto original. La traducci6n de Zubiri, en cam- bio, se ha mantenido tal como estaba, porque esto nos da una idea de su interpretaci6n del texto. Colocamos en nota a pie de pagina las posibles referencias, cuando se han podido localizar. Por tiltimo, quisiera agradecer a todas las personas ¢ insti- tuciones que han hecho posible la edicién de este volumen. Al Gobierno de Chile por medio de su Programa MECE Educa- cién Superior y al Proyecto Fondecyt Regular N.° 1140922 los cuales me permitieron dos estancias en Madrid para la investi- gacién de los textos. A la Pontificia Universidad Catdlica de Valparaiso y a su Instituto de Ciencias Religiosas, por todo su apoyo brindado. A la Fundaci6én Zubiri y a su director académi- co Diego Gracia, por toda su confianza depositada. A Nicolas Gutiérrez y a Fernanda Ciineo por ayudarme a revisar el texto. A Elisa Romeu, secretaria de la Fundacién, por su gran ayuda en la elaboracién de este libro. Finalmente, a Antonio Gonza- lez, director de Estudios y Publicaciones de la Fundacién, por toda su inmensa colaboracién brindada, como, por ejemplo, ayudar a planificar la edicién de este libro y a descifrar la dificil letra de Zubiri, revisar los textos y localizar algunas citas, Esteban Vargas Abarztia Madrid, octubre de 2015. ESTRUCTURA DE LA METAFISICA (LIBRO) rence ene eM SPC YP SPEED NEE TCE AU LS IRE TE OE EOS URS AS ovensteannicabitesa b . a : a a : PRIMERA PARTE EL PROBLEMA DE LA ESTRUCTURA DE LA METAFISICA i ‘ | { i | 2 ‘ i aso sp reunsussie ots CapiruLo 1 ALGUNAS IDEAS CLASICAS ACERCA DE LA METAFISICA éDe qué trata la metafisica? No es nada obvio. Su genial creador, Aristételes (aunque no empleara el vocablo}, la llama «ciencia que se busca» (Ttovpévn émotipn). Y ciencia que se busca ha continuado siéndolo a lo largo de toda Ia historia, y lo es hoy todavia. Nunca pudo sospecharlo Aristételes. Recorde- mos algunos de los pasos mas importantes de esta busqueda. ARTICULO 1 ARISTOTELES {Qué es, para Aristételes, esta nueva ciencia que busca? Se trata de una ciencia filoséfica. Pero entendamonos. Los grie- gos no sintieron jamas la diferencia, més o menos tajante, que para nosotros existe entre ciencia y filosofia. Sin entrar en de- talles de interpretaci6n, ajenos a nuestro propésito, recorde- 21 mos tan sélo que se empezé a llamar filosofia, entre los pitag6- ricos y en el circulo de Socrates, a todo saber que, allende la mera constatacién o convenci6n, esta fundado en estrictas sra- zones» (\oyou); un saber estricto y riguroso obtenido por «de- rmostracién» (en el sentido mas amplio del vocablo). A esta for- ma de saber es a lo que se llamé «ciencia> (Emon). El gusto por este saber es lo que se llamo afilosofia>. En este sentido, toda ciencia, la matemética, la fisica, la astronomia, la historia natural, la psicologia, la ética, la politica, etc., son «ciencia filo- séficax. Cuando Aristételes concibe la idea de una nueva cien- cia filoséfica, piensa que lo que hace es crear una ciencia filo- s6fica especial. En cambio, para nosotros, lo que hace es crear esa ciencia de la realidad a la que nosotros llamamos «filosoffay, a diferencia de los otros saberes cientificos (a que acabo de aludir), Gnicos a los que nosotros llamamos «ciencias»'. Aristé- teles, pues, utilizando los vocablos y conceptos de su mentali- dad y de su época, busca una filosofia que sea algo distinta de la ciencia. El nos dird que es una nueva ciencia filoséfica, den- tro de las demas filosofias ya existentes. gCual es el elenco de estos saberes cientificos, de estas filosofias? ZY qué es, dentro de ellas, la nueva ciencia que Aristételes busca? I) Aristételes nunca hizo una «clasificacién» completa y en- ciclopédica de las ciencias. Pero de las diversas clasificaciones parciales que expone, podemos recoger las que més directa- mente afectan a nuestro tema, y que constituyen la articula- cién, que ha pasado a ser clasica, del corpus aristotélico. Ante todo, hay el conjunto de escritos concernientes al I6- gos, considerado como érganon, como instrumento con que el hombre afronta el conocimiento de las cosas; el légos es aque- 1 «Un poco rara la redacciére (nota de Zubiri). 22 | asian acabeas iio ec Faience rude aaninetiiceaneet Slav dnmec na hate apace llo que expresa y aprehende lo que las cosas «son». Esa ciencia de este Idgos es lo que desde entonces se ha llamado Lédgica. Siguen después los escritos propiamente filos6ficos, por- que conciernen, no al Idgos, sino a las cosas mismas. Comen- zando por el final, hay para Aristoteles una filosofia de la praxis (ptAocogia npaxtikh) que estudia la manera como el hombre ha de conducir su vida privada (Etica) y piblica (Politica). Hay una filosofia poyética (ordinariamente se la llama «poética») que versa acerca de la manera de hacer (noinotc) las cosas. Pero hay otras filosofias que versan acerca de lo que son las cosas: son los saberes cientificos teoréticos (piAocogia Sewpntixt)). Aristételes los clasifica en tres grupos. Hay, ante todo, una filosoffa que estudia los entes dotados de naturaleza> (botc), esto es, de un principio intrinseco de acciones y de pasiones. Son los «entes naturales» (pvoet Svta). Aqui, natura- leza» no significa, como para nosotros, algo opuesto a espiritu; es decir, no se trata de una divisién entre las ciencias de la na- turaleza y las ciencias del espfritu?. Para Aristételes, pues, todo lo que tiene un principio intrinseco de operaciones activas y pasivas posee naturaleza, y es objeto de la Fisica, la ciencia de estos entes naturales. Pertenecen a ella no sédlo lo que hoy lla- mariamos fisica, sino también la historia natural, la astronomia, la meteorologia, etc. Pero también la psicologia. La wuxr) es algo «natural en sentido griego. El tratado De anima (nepi Woxijc) es una parte de la fisica. Esta ciencia filos6fica, la fisica, tiene ciertamente mucho de lo que nosotros, con raz6n, consi- derarnos como filoséfico, y no como cientifico. Pero esta mix- tura de filosofia y de «ciencia» es propia de todo el saber anti- guo, y prolonga sus raices hasta el mundo moderno. Recorde- mos que el sistema fisico de Descartes esté expuesto en sus 2 eDecir qué es pboic (nota de Zubiri). 23 Principia philosophiae, y que Newton llama a la mecdnica celeste, que acababa de crear, Philosophiae naturalis princi- pia mathematica. Esta misma observaci6n debe hacerse a propésito del segundo grupo de conocimientos teoréticos, los concernientes a los entes matematicos (14 paOnpatixd), que nunca elaboré Aristételes, y cuya entidad siempre le result6 borrosa y carente de verdadero interés para él. Hay, finalmen- te, una tercera ciencia teorética, la que versa acerca de la gran sustancia separada de la naturaleza entera, el Oedc, Dios. Es lo que Aristételes llama la filosofia teolégica (piAocogia BeoAoyrkn) o teologia. Bien entendido, para ningtin griego son Dios y la teologia lo que son para nosotros. Aunque es ya cosa archisabida, conviene recordarla para entender mejor los desa- rrollos posteriores de este tema. Para un griego, un Gedc, un dios, es todo lo que tiene ca- racter divino (@giov). Y divino, para un griego, no es un carac- ter exclusivo de ciertas entidades separadas de la naturaleza, sino también de la propia naturaleza. Es algo inexhausto, vi- viente, eternamente joven, dotado de inteligencia y de volun- tad, incluso de pasiones. Los dioses no son seres supremos, pues est4n sometidos, si no a la naturaleza, si por lo menos al destino (poipa). Aristételes adopta estas ideas, pero depuran- dolas. Su dios es una sustancia separada, «la» sustancia separa- da, que se basta a si misma, y es inmutable®. Como autosufi- ciente ni siquiera conoce el mundo, pues dependerfa de éste. Sélo piensa en si mismo, y sdlo a si mismo se conoce. Este dios tampoco ha producido el mundo. Solamente lo pone en movi- miento, pero sin ejecutar accién alguna por su parte. Esto le privaria de su inmutabilidad. El 8e6¢ mueve al mundo como el 3 4El Beds es forma pura = pura actualidad, pero en el sentido de forma» (nota de Zubiri). 24 SR Det a aR oe ER a i a i kc amado mueve al amante; es éste quien tiene el deseo. Toda la accion esté solamente en el amante. El Oedc¢ de Aristételes, como sustancia separada, es un «motor inmdvil». Es causa pri- mera s6lo en este sentido de dignidad y de rango, no en el sentido de causa eficiente. Este 8edc carece, pues, de todo ca- racter religioso. Seria absurdo pretender dirigir plegarias o im- plorar ayuda a un simple motor inmévil. Y, correlativamente, la ciencia de este ente, la teologfa, es pura y simplemente una ciencia acerca de esta singular sustancia. No es una doctrina religiosa. Y como el Bedc (0 los Geol, pues Aristételes parecié admitir varios) es la suprema y plena sustancia, asi también la teologia es la suprema filosofia. Il)* Pero aqui comienza la fundamental creacién de Arist6- teles. Dejemos de lado por el momento la teologia. Todas las filosoffas dividen el todo (6Aov), y cada una se cuida de una parte de él, y trata de saber lo que es®. Asf la fisica estudia los entes, pero en cuanto dotados de naturaleza, de pbotc; son los entes moviles (v kivytév, ens mobile). Pero todavia no habia una ciencia que se cuidara del ente en cuanto ente (év 4 dv) prescindiendo de que sea o no mévil. Prescindamos de los en- tes matematicos a los que Aristételes no atiende demasiado. Pues bien, hay que buscar una ciencia que se ocupe del ente en cuanto ente y por si mismo. Las demas se ocupan del ente, pero per accidens. Esta ciencia seria una filosofia, pero de tipo superior a todas las hasta ahora existentes. Seria la filosofia por excelencia: mpdwtn pthooogia, filosofia primera la llamé6 Aris- tételes. Esta filosoffa primera considera, pues, el ente en cuan- to ente, y kaQdAou, expresién que tal vez pudiera traducirse 4 «1.°) El objeto. 2.°) La cognascibilidads (nota de Zubiri). § «Aqui las “zonas” — Fisica» (nota de Zubiri). 25 por sen su omnitud», porque asi queda abierta la pueria a dos interpretaciones: la una, la usual, segdn la cual la filosoffa pri- mera considera el ente en cuanto tal en toda su universalidad, y la otra, segtin la cual trataria del ente en cuanto tal en su to- talidad (o universidad)®. Esta ciencia es, para Aristételes, una filosofia teorética. aCuél es su lugar en el cuerpo de las filosofias teoréticas? La respuesta de Aristoteles es firme. Todas las demas filosofias teoréticas son filosoffa, pero de segundo orden, son filosofia segunda (Sevtepa pthogogia). La fisica, ciencia del ente mévil, es el prototipo de la filosofia segunda. Y, en efecto, toda cien- cia lo es, segtin Aristételes, porque estudia las causas de su objeto. La filosofia fisica busca esa causa que llamamos natura- leza, la cual no es causa sino del ente mévil. Pero la filosofia primera busca las causas del ente en tanto que ente. Y las cau- sas del ente en cuanto tal son supremas (axpotatag aitiac). Ahora bien, la naturaleza no es causa suprema, porque es un tipo determinado de ente. En su virtud, la fisica no es una filo- sofia primera. Con ello, el momento dinamico de la realidad es considerado como movimiento, y la realidad en cuanto dinami- ca queda fuera de la filosofia primera; el ente dindmico es tni- camente un tipo de ente. «Después» de todo lo que Grecia ha- bia pensado y escrito «Acerca de la Naturaleza» (nepi pvoewc) quedaba todavia espacio para una filosoffa primera. [Pero el ente mévil queda fuera de esta filosofia, tan sdlo en cuanto es «este tipo» de ente. Porque, por singular paradoja, su movilidad misma, si bien no entra en la teoria del ente en cuan- to tal, constituye, sin embargo, el horizonte desde el cual la fi- © dnsistir. Aqui los cuatro modos de ser > oboia, Antes el “horizonte”, p. 8 (nota de Zubiri). Zubiri remite a la préxima pagina de su texto que incluye aproxirnadamente los dos parrafos subsiguientes. 26 ieee AA ] 2 : . i i 4 4 ‘a 1 4 losofia primera va a entender este ente en cuanto tal’. El ente, en efecto, se entiende siempre desde un cierto horizonte. Pues bien, Aristételes, como todo buen griego, sobre todo desde Parménides, va a entender que ser es ~permanecem: algo «es» en la medida en que esta ahi, en que permanece; en el limite, en la medida en que es «siempre». Es cierto que, para Herdclito, las cosas son yiyveo@at, devenir. Pero esto no hace excepcion alo que estoy diciendo, porque Heraclito se esforzaraé en hacer ver, en ese devenir, sus estructuras permanentes. Sin grave in- exactitud hist6rica, puede decirse, pues, que en Grecia «ser es algo que es entendido desde el movimiento, desde el horizonte de la movilidad. La bisqueda del ente en cuanto tal se identifica con la btisqueda de lo permanente en las cosas.]® Esto perma- nente esta aprehendido por el voic. El hombre, por su voic, por su inteligencia, esté incardinado en lo que siempre «es», y el Idgos es un esfuerzo por entender dianoéticamente esta vi- sion del ente. Claro esta, se pregunta, entonces, qué sucede con la filoso- fia teolégica. Pues bien, Aristételes la cuenta «también» en la filosoffa primera. Con lo cual, el concepto de la nueva ciencia queda flotando en cierta ambigiiedad: es, por un lado, la cien- cia del ente en cuanto tal y, por otro, es ciencia de la suprema sustancia, del 8edc. Como es sabido, Aristételes no resolvid nunca la cuestién. Y, aunque yo mismo he aventurado alguna vez mi opinién?, no creo necesario, para nuestro tema, entrar en el asunto!®, 7 «Parménides» (nota de Zubiri). ® Corchetes colocados por Zubiri. Al margen sefiala: «Parece un salto». ° Cfr. Cursos Universitarios, Vol. IV, Madrid, 2014, pp. 55-58; Cinco lecciones de filosofia. Con un nuevo curso inédito, Madrid, 2009, p. 32. 10 .Sin embargo, decir algo» (nota de Zubiri). Luego agrega: «ll) La verdad y la inteligibilidade. 27 En definitiva, para Aristételes hay una «ciencia que se bus- ca»: es la filosofia primera que se cuida del ente en cuanto tal, por si mismo y en su omnitud. Sobre este tema Aristételes dejé muchos escritos sin titulo general alguno. Andrénico de Rodas se los encontré colocados «después» de los de la fisica. Y, por eso, los rotulé asi: do que viene después de la fisica» (ta peta Td PvCtKd), titulo que quedé consagrado en el nombre de «me- ta-fisica». La filosofia primera es, pues, una «post-fisicay. Esta ecuacién meramente nominal entre filosofia primera y metafi- sica desencaden6é un grave problema, no sdlo nominal, sino real. Vamos a verlo. ARTICULO 2 LA FILOSOFIA OCCIDENTAL: SANTO TOMAS ]) El pensamiento occidental, en efecto, va a volcar las ideas griegas en general (y desde el siglo xm las de Aristoteles) en un molde absolutamente extrafio al mundo griego. 1.°) Ante todo, por lo que se refiere a la idea de que la filo- sofia primera es una ciencia que estudia el Gedc, esto es, que es teologia. En el clima del pensamiento cristiano (que en este punto es sensiblemente idéntico al judio y al islamico), estos conceptos de Dios y de teologia cobran un sentido radicalmen- te diferente del que tenian en Aristéieles. Dios es ahora una realidad personal que interviene en el mundo y a la cual el hombre esta referido por un conjunto de actos religiosos. Y la teologia es una ciencia religiosa. Por tanto, la filosofia primera, al ser una teologia, queda inscrita, en una forma o en otra, en el marco de la doctrina religiosa. No sélo esto. Este Dios ha creado libremente el mundo desde la nada, ex nihilo sui et subjecti. Y, con ello, no sola- 28 clita el a SUSE i nati imc ara SiinitkchiiS mente ha cambiado la idea de Dios, sino que ha cambiado también el horizonte mismo de la filosoffa primera: surge aho- ra el horizonte de la nihilidad. Para un griego, las cosas empie- zan ya por ser algo. Para el pensamiento occidental, empiezan por ser una nada que pretende ser. Las cosas no sélo podrian haber sido distintas de como son, sino que podrian no haber sido. Ser es «no-ser-nada»: es «ser-creado». Aparece Dios, a diferencia de lo que sucedia en Aristételes, como causa eficien- te primera y causa final ultima de todo. Con Io cual, el proble- ma de la filosofia primera queda inscrito en la linea que va desde la nada a Dios. El hombre, en efecto, es un viador entre la no-nada y Dios. La filesofia primera es la ciencia de esta marcha. ltinerario de la mente a Dios» la llamaba san Buena- ventura. 2.°) En este horizonte aloja santo Tomas las ideas de Aris- tételes. Utilizando el vocablo «metafisica», ajeno a Aristételes, nos dice, sin embargo, santo Tomas que la ciencia filoséfica dicitur scientia divina sive theologia..., metaphysi- ca..., prima philosophia. Santo Tomas explica los tres voca- blos, pero su explicacién no es meramente nominal, sino que es la explicacién de tres conceptos. En ellos se percibe ya la inflexién decisiva del pensamiento occidental respecto del grie- go (In metaph. comm. Proemium). A) En primer lugar, esta ciencia se llama teologia inquan- tum praedictas substantias considerat («en cuanto considera las citadas sustancias»). Son las sustancias separadas de Aristé- teles. Pero esta sustancia ya no es mera sustancia sino persona infinita. B) En segundo lugar, esta ciencia se llama metafisica in- quantum considerat ens et ea quae consequuntur ipsum («en cuanto considera el ente y todo cuanto de él se sigue»). Claro esta, este ipsum se refiere al hecho de ser ente. Y aqui 29 otra grave inflexion. A estos caracteres que se siguen del hecho de ser ente, santo Tomas los llama «trans-fisicos». Aqui el «meta», en el sentido de «después», se ha tornado en «trans». Ya no se trata de una mera «post-fisica», sino de una «transfisica». Este «trans» constituye el conjunto de las notas mas comunes (magis communia) en las que se resuelven las menos comunes (minus communia), y que, por tanto, en el orden del conoci- miento, son conocidas «después» de éstas. Aqui la omnitud de Aristételes se torna en algo distinto: es lo comin a todo ente. C) Finalmente, nos dice, esta ciencia se llama filosofia pri- mera inquantum primas rerum causas considerat («en cuan- to considera las causas primeras de todas las cosas»). Esta pri- mera causa es el Dios creador, causa eficiente primera y causa final ltima de todas las cosas. Decia que santo Tomdas ha situado las ideas de Aristételes en el horizonte de la nihilidad: es lo que significa, en tiltima instancia, la versi6n del «meta» por «trans». A partir de este momento, la ciencia filoséfica serd una metafisica en el sentido de trans-fisica 0, como decia Suarez, de sultra-fisica». éQué significa esto mas concretamente? Il) Puede resumirse la respuesta a esta pregunta en tres puntos que conviene analizar por separado. 1.°) En el orden cognoscitivo. Todos los conocimientos del entendimiento son, para santo Tomas, conceptuales. Y el con- cepto es, para santo Tomas, un abstracto, producto de una abstraccién (a@aipeoic). Dicho sea de paso, Aristételes no ha- bla jamas, en ninguna de sus obras, de concepto: el vocablo y lo por él designado son de origen latino. La abstraccién consis- te en prescindir de algunas notas 0 de algunos caracteres de las notas; con lo cual, a pesar de su fachada negativa, la abstrac- cién deja elaborado ante el entendimiento el 4mbito propio en 30 ane ica URS a eg i a que se constituye lo abstracto como objeto. Esta idea ha sido elaborada por santo Toméas distinguiendo tres grados de abs- traccién. A) Ante todo, la inteligencia abstrae de lo que son los indi- viduos sensibles en su singularidad individual. Queda asf ante el entendimiento la sustancia material en cuanto tal. La concep- tuaci6n de esta sustancia material sensible es el objeto propio de la fisica. B) Pero dentro de la sustancia material, puedo abstraer del caracter sensible de su materia. Queda asi ante el entendimien- to la materia inteligible, esto es, la pura cantidad inteligible. Es, para los medievales, la conceptuacién propia de la mateméati- ca. Es algo completamente extrafio y ajeno a la matemiatica moderna que nada tiene que ver con la ciencia de la cantidad. La mateméatica moderna es ciencia de estructuras de conjuntos abstractos. C) Pero puedo llevar mas lejos atin la abstraccién, y abs- traer de toda materia no sdlo sensible sino inteligible. Entonces queda ante el entendimiento toda cosa por el mero hecho de ser: es el ente, Prescindiendo de su modalidad propia en la I6- gica y en la moral, lo que aqui nos importa es el ente concep- tuado en metafisica. ;Cudles son los caracteres de este concep- to de ente? 1) El concepto de ente, objeto de la metafisica, es algo abstracto, lo supremamente abstracto. Por esto es por lo que los conceptos concernientes al ente son los magis communia. El ente es el concepto comin a todo. Entidad es sinénimo de mdxima comunidad. 2) El concepto de ente no es sélo el mas abstracto, sino que, para santo Tomas, es el concepto en que se resuelven todos los demas conceptos del entendimiento. De suerte que el entendimiento seria la facultad del ente. En esto consiste, para 31

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