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Edward Hallet Carr no e5 s6lo uno de los mas eminentes historindores de nuestra época, sino también uma de las figuras intelectuales que mayor influencia politica han efercido, sobre todo en el dominio de la politica internacional y en momentos cruciales de Ia historia. ‘Terminada la guerra, Carr se consagré a la redaceién de su obra maestra: Ja monumental A History of Soviet Russia, La serie de conferencias que reproduce el presente libro es una meditacién’sobre el objeto, la finalidad y el método de la historia, considerada en su doble y combinado aspecto de investigacién llevada a cabo por el historiador y de los acontecimientos T H 2. Ln, | 6Quées | lahistoria? | 2 LED H Prepay O? oi del pasado que investiga. A la pregunta de si & | puede darse tuna historia objetiva responde el | autor negativamente, conveneido de que la 5 interpretacién es elemento constituyenté del a \ dato hist6rico. Al afirmar el autor que el se \ historindor debe yer el pasado con los ojos del gS presente, abunda en Ja famosa frase de Croce sh. segan Ia cual toda In historia es historia §) contemporanea. \ = = | 1 | \ \ Be, | | a Ane i, dka| Atel ia ff rx = Universidad Nacional i) Federico Villarreal ANTROPOLOGIA http://antropologiaunfv.wordpress.com https://www.facebook.com/antroposinergia iQUE ES LA HISTORIA? E. H. Carr QUE ES gsllGg, La HISTORIA? AS Difusidn gratuita. Conferencias “George Macaitlay Trevelyan” ! 1 dictadas en la Universidad de Cambridge La fotocopia no mata en enero-marzo de 1961 ol (5), Blog a un historiador por Ja precisién de sus datos cs come encomiar a un arquitecto por utilizar, en su edi- ficio, vigas debidamente preparadas 0 cemento bien mezclado. Ello es condicién necesaria de su obra, pero no su funcién esencial. Precisamente en cucstio- nes de éstas se _reconoce al historiad derecho a fundarse enjas que se han Tlamado sciencias aux liaress de Ja historia; la arqueologia, la epigrafia, in numismitica, la cronolog(a, etc. No se espera del historiador que domine las técnicas especiales mer- ced. a Jas cuales-el perito sabré determinar el origen y el perfodo de un fragmento de cerimica o de mér- mol, 0 descifrar una inscripeién oscura, 0 llevar a cabo los complejos edleulos astronomicos necesarios para fijar una fecha precisa. Los lamados datos bi (3) AL Mani Adtromomicon Liber Brinus (2.6 ed 1857, plat ma 87, 4 sicos, que son los mismés para todos les historiado- Fes, mas bien suclen pertenecer a Ja categoria de materias_primas_del_historiader que a Ia historia misma. La segunda observacién que hemos de hacer es que Ia necesidad de fijar estos datos bisicos no se apoya en ninguna cualidad de los hechos mismos, sino en una decisién que formula el historiador a priori. A pesar de la sentencia de C. P, Scott, todo pe~ Tiodista sabe hoy que la forma més eficaz de influir en Ja opinién consiste en seleccionar y ordenar los hechos adecuados, Sella decirse que los hechos ha: bla. por sf solos. Es falso, por supuesto, Los hechos s6lo hablan cuando el historiador apela a ellos: él as quien decide a qué hechos se da paso, y en qué orden y contexto hacerlo. Sino me equivoco, era un personaje de Pirandello quien decis que un hecho es como un saco: no se tiene de pie mis que si mete- ‘mos algo dentro, La tinica razén por la qué nos inte- resa saber que la batalla se libré en Hastings en 1066 estriba en que los historiadores lo consideran hecho histérico de primordial importancia. Es el historiador quien ha decidido, por zazones suyas, qué elpaso de aquel Tiachuelo, ef Rubicén, por César, es un hecho que pertenecé a la historia, en tanto que el paso del Rubicon por millones de otras personas antes y des- pus, no inieresa a nadie en absoluto. El hecho de que ustedes Ilegaran a este edificio hace media hora. a pie, en bicicleta 0 en coche, es un hecho del pasado ‘como pueda serlo el hecho de que César pasara el ‘Rubicon, Pero los historiaduies dejarén seguramente de tener en cuenta el primero de ambos hechos. El profesor Talcott Parsons calificé una vez ta ciencia de «sistema selectivo de orientaciones cognitivas 15 hacia la realidad> (6), Tal vex padria haberse dicho con mis sencillez. Pero lo cierto es que Ia historia es eso, entre otras cosas, El historiador es necesaria- mente selective. La creencia en un niicleo dseo de hechos historicos existentes objetivamente y con in- dependencia de la interpretacién del historiador es una falacia absurda, pero dificilisima de desarraigar. ‘Echemos tuna ojeada sobre el proceso por el cual un maro dato del pasado se convierte en un hecho histérico. En 1850, en Stalybridge Wakes, un vende dor de golosinas era deliberadamente golpeado hasta Ja muerte por una muchedumbre enfurecida, tras una disputa sin importancia. Es ello un hecho histérico? Hace un afio hubiese contestado que no sin vacilar. Lo habia recogido un testigo ocular en eiertas memo- rlas poco conocidas (7); pero nunca vi que ningiin historiador Id considerase digno de mencién. Hace un afio, el Dr. Kitson Clark Jo cité en sus Conferen- clas Ford en Oxford (8). ¢Confiere esto al dato el atri: buto de histérico? Creo que atin no. Su situacién ac- tual, dirfa yo, es Ia de que se ha presentado su candi- datura para el ingreso en el selecto club de los hechos histéricos. Se ecuentra ahora aguardando partida- rios y patrocinadores. Puede que en afios sucesivos veamos aparecer este dato, primero en notas a pie de pagina, y luego en el texto, en articulos y libros acerca de la Inglaterra decimonénica, y que dentro de veinte o treinta afios haya pasado a ser un hecho histérico sélidamente arraigado. Como también puc- 0, Te Zanwone y Suns, Towards «generat teory of (vec. 18s pt. 1dr. HORE De () Lord’ Games Summ, Seventy Years Showman (2: 08. 168), ‘paige. 183-199, 1G) Seria publlendas ex breve Yao ef lo de: The Mekine Victorian Englarid, a * 16 de que nadie 1a menciones, en cuyo caso volverd a sumirse en el limbo de los hechos del pasado no per. tenecientes a Ja historia, de donde el Dr. Kitson Clark ha tratado generosamente de salvarlo, ¢Qué sera 10 que decida cul de ambas cosas ha de suceder? De penderd, pienso yo, de que la tesis o la interpretacién en apoyo de Ja cual el Dr. Kitson Clark cité este in- cidente sea aceptada por los demés historiadores como valida e importante, Su_condicién de hecho historico dependeré de una cuestién de interpreta ciér, Este elemento interpretativo interviene én todos Jos hechos histéricos. Permitaseme evocar un recuerdo personal. Cuando yo estudiaba historia de In Antigiedad en esta misma Universidad, alos ha, hube de dedicarme especiak mente al tema de «Grecia en la época.de las guerras médicass. Reuni en mis estanterias unos quince 0 veirtte voliimenes, dando por supuesto que hallaria, en aquellos tomos, todos los datos relatives a mi tema. Supongamas —lo que era casi del todo cierto— que aquellos libros conteaian todas los datos que se conocian enfonces, 0 que pod{an conocerse, Ni por un momento se me ocurid investigar en virtud de qué accidente 0 de qué proceso de erosién habia so- bresivido aquella reducldisima selecciéa de. datos, entre los miles y miles de hechos que alguna vez tu- vieron que ser conocidos de alguien, para convertirse en Ios hechos de Ja historia. Sospecho que atin hoy una de las fascinaciones que ejerce la historia an- figua y medieval radica en Ia impresién que nos da de tener a nuestra disposicién todos los datos, den- iro de unos Ifmites controlables: 1a movediza barre- ra que separa los hechos histéricos de los que no Jo son se esfuma porque los pocos hechos conocidos 7 son todos ellos histéricos. Como dijo Bury, que estu- di6 ambos periodos, «el acervo de datos con que cuenta la historia antigua y medieval esta plagado de lagunas» (9). Se ha dicho que Ia historia cs un gigan- tesco rompecabezas en el que faltan numerosos tro- zos. Mas el problema principal no estriba en las lee gunasf Nuestra imagen de Grecia en el siglo v antes de nuestra era es deficiente, y no sobre todo por ha- berse perdido tantos fragmentos de ella accidental. mente, sino por ser, en Iineas generales, la imagen que plasmé un reducido grupo de personas de la ciu- dad de Atenas. Nosotros sabemos bastante bien qué opinion tenia de I Grecia del siglo v un ciudadano atgniense; pero ignoramos qué le parecia a tn es- partano, a un corintio’o a un tebano, por no decir aun persa, atin esclavo 0 8 otro residente en Atenas que no fuese ciudadano. Nuestra imagen ha sufrido una seléccién y una determinacién previas antes de llegar a nosotros, no tanto por accidente como por personas consciente o inconscientemente imbuidas de una éptica suya pecnliar, y que penssron que los datos que apoyaban tal punto de vista merecian ser conservados. Asi tambien, cuando leo en una historia contemporinea de Ia Edad Media que la gente, en la Edad Media, era profundamente religiosa, me pre- gunto cémo lo sabemos y si es cferto, Los que conoce- mes como hechos de la historia medieval han stdo casi todos seleccionados para nosotros por genera- ciones de cronistas que por su profesién se ocupa- ban de la teorfa y la practica de la religién y que por lo tanto la conideraban como algo de suprema importancia, y recogian cuanto a ella atafiia y n0 gran cosa mds. La imagen del campesino ruso pro- (©) 3. B, Womy, Selected Essays (150), pg 52 18 imdamente religioso fue destruida por la revolucién de 1917. La imagen del hombre medieval profanda- ioso, sea verdadera o falsa, es indestruc- Hble, ya que casi todos los datos que acerca de él se sonocen fueron seleccionados de antemano por per- sonas que creyeron en ella, y que querfan que los dems la compartieran, en tanto que muchos otros datos, en Jos que acaso hubiéramos hallado pruebas de Jo contrario, se han perdido sin remisién. El peso ‘muerto de generaciones desaparecidas de historiado- ‘illdad de apelacidn muestra idea del pasado.

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