Una minga para el postdesarrollo
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Este suefio no era creacién exclusiva de Estados Unidos, sino resultado
dela coyuntura histérica especifica de finales de la Segunda Guerra Msn
dial. En pocos aitos, recibié el respaldo universal de los poderosos. See
embargo, no se consideraba un proceso facil; como era de esperarse, les
obstéculos contribuyeron a consolidar la misién. Uno de los documentos
mds influyentes de la época, preparado por un grapo de expertos com
‘gregados por Naciones Unidas con el objeto disefiar politicas y medidas
concretas «para el desarrollo econdmico de los pafses subdesarrollados=
lo expresaba asf:
Hay un sentido en el que el progreso econémico acelerado es impo
sible sin ajustes dolorosos. Las filosofias ancestrales deben ser erra-
dicadas; las viejas instituciones sociales tienen que desintegrarse; los
azos de casta, credo y raza deben romperse; y grandes masas de pe
sonas incapaces de seguir el ritmo del progreso debersn ver frustea-
das sus expectativas de una vida cémoda. Muy pocas comunidades
estén dispuestas a pagar el precio del progreso econémico (United
Nations: 1954: 15),
Lo que proponia el informe era nada menos que la reestructuracion total
de las sociedades «subdesarrolladas». La declaracién podria parecernos
hoy sorprendentemente etnocéntrica y arrogante, ingenua en el mejor
de los casos; sin embargo, lo que requiere explicacién es precisamente el
hecho de que se emitiera y tuviera sentido. Demostraba la voluntad cre-
ciente de transformar de manera drastica dos terceras partes del mundo
en pos de los objetivos de prosperidad material y progreso econémico.
A comienzos de los afios cincuenta, esta voluntad era ya hegeménica en
los circulos de poder.
Este libro!’ narra la historia de aquel suefio, y de como poco a poco se
convirti6 en pesadilla. Porque en vez del reino de abundancia prometido
por te6ricos y politicos de los aiios cincuenta, el discurso y Ia estrategia
del desarrollo produjeron lo contrario: miseria y subdesarrollo masivo,
explotacién y opresion sin nombre, La crisis de la deuda, la hambruna
(saheliana), la creciente pobreza, desnutrici6n y violencia son apenas los
sintomas més patéticos del fracaso de cincuenta afios de desarrollo. De
esta manera, el libro puede leerse como la historia de la perdida de una
‘Para un jntresnte anlisis contemparineo de este documento véase Frankel, 1953, en especial
las pp 82-110,
15. El autor se refer «I publiaciba dela cul aca exraido primer capitulo: Escobar, Arturo.
1996. La invenciom del Tercer Mundo. Consruccian » deconsiruccn del desarrollo, Bogs:
‘Norma‘Una minga para el postdesarrollo
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Ja accién social con criterio diferente a formas de pensamiento econo-
micistas y reduccionistas”.
En los aiios setenta, se descubrié que las mujeres habfan sido ignoradas
por las intervenciones del desarrollo. Tal «descubrimiento» trajo como
Fesultado desde finales de los afios setenta, la aparicién de un novedo-
so enfoque, «mujer en el desarrollo» (MYD), el cual ha sido estudiado
como régimen de representaci6n por varias investigadoras feministas,
entre las cuales se destacan Adele Mueller (1986, 1987a, 1991) y Chan-
dra Mohanty. En el centro de estos trabajos se halla un andlisis profun-
do de las prdcticas de las instituciones dominantes del desarrollo en la
‘creacién y administracién de sus poblaciones-cliente. Para comprender el
fancionamiento del desarrollo como discurso se requiere contribuciones
analiticas similares en campos especificos del desarrollo y seguramente
continuaran apareciendo™.
Un grupo de antropélogos suecos trabaja sobre cémo los conceptos de
‘adesatrollo» y «modernidad> se usan, interpretan, cuestionan 0 repro-
ducen en diversos contextos sociales de distintos lugares del mundo.
Esta investigacién muestra una constelacién completa de usos, modos
de operacion y efectos locales asociados a los conceptos. Tratese de
tuna aldea de Papua Nueva Guinea o de pequeiios poblados de Kenya
0 Etiopia, las versiones locales del desarrollo y Ia modernidad se for
mulan siguiendo procesos complejos que incluyen pricticas culturales
tradicionales, historias del pasado colonialista, y la ubieacién contem-
pordnea dentro de la economia global de bienes y simbolos (Dahl y
Rabo, eds, 1992). Estas etnografias locales del desarrollo y la moderni-
dad también son estudiados por Pigg (1992) en su trabajo acerca de la
introduccién de préeticas de salud en Nepal.
Por ailtimo, ¢s importante mencionar algunos trabajos que se refieren
al rol de las disciplinas convencionales dentro del discurso del desarro-
eH grape congreyado bsjo el patocino del United Nations World Institute for Development
FEecuomics Research (wider) ¥ encabezado por Stephen Margin y Fréerique Apfel Marlin,
cate rewnido durante varios aos, inclaye a algunas de Ias personas mencionadss €0
‘as anterior Ya ae publicaron dos volimenes como resultado del proyecto (Margin y Apfel
“Maralin, 1990 y 199).
Thitren proceso de compilacién una sleccin de discusos sobre el desarrollo a cargo de
‘Joathan Crust (Queens University, Canada). Tncloye anilisis de wlenguajs del desartolon.
(Gras ed. 1998). Anilisis de dacurso de campos de desarolo es el tema del proyecto
(Gurlopment and Social Science Knowledge, patroinado por Social Science Research
‘Count (SSRC) ¥ coordinado por Fredrich Cooper (Universidad de Michigan) y Randall
Packard (Tufts Universiy),
_‘Una minga para el postdesarrollo
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a mayoria de los antropélogos sociales a tomar en serio la estructura de
poder dentro de la cual se ha estructurado su disciplina» (p. 5), es decir,
toda la problematica del colonialismo y el neocolonialismo, su economia
politica y sus instituciones. 2No posibilita el desarrollo hoy en dia, como
en su época lo hiciera el colonialismo, «el tipo de intimidad humana que
sirve de base al trabajo de campo antropolégico, y que dicha intimidad
siga teniendo un cariz unilateral y provisional» (p. 17), aunque los sujetos
contempordneos se resistan y respondan? Ademés, si durante el periodo
colonial «la tendencia general de la comprensién antropologica no cons-
tituia un reto esencial ante el mundo desigual representado por el sistema
colonial» (p. 18), no es este también el caso del «sistema de desarrollo»?
En sintesis, zno podemos hablar con igual propiedad de «la antropologia
yelencaentro del desarrollo»?
Por lo general resulta cierto que en su conjunto la antropologia no ha
encarado en forma explicita el hecho de que su préctica se desarrolla en
el marco del encuentro entre naciones ricas y pobres establecido por el
discurso del desarrollo de la segunda posguerra. Aunque algunos antro-
pOlogos se han opuesto a las intervenciones del desarrollo, en particular
en representaci6n de los pueblos indigenas*, un mimero igualmente apre-
ciable ha estado comprometido con organizaciones de desarrollo como el
Banco Mundial y la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados
Unidos. Este nexo problematico fue muy notable en la década 1975-1985,
y ha sido estudiado en otro trabajo (Escobar, 1991). Como bien lo sefiala
Stacey Leigh Pigg (1992), la mayoria de los antropélogos ha estado dentro
del desarrollo, como antropélogos aplicados, o fuera de él, decididamente
a favor de lo autéctono y del punto de vista del «nativo». Con ello, des-
conocen los modos en que opera el desarrollo como escenario del enfren-
tamiento cultural y la construccién de la identidad. Sin embargo, algunos
;pocos antropélogos han estudiado las formas y los procesos de resistencia
ante las intervenciones del desarrollo (Taussig, 1980; Fals Borda, 1984;
Scott, 1985; Ong, 1987; véase también Comaroff, 1985; véase acerca de la
resistencia en el contexto colonial, Comaroff y Comaroff, 1991).
La ausencia de los antropélogos en las discusiones sobre el desarrollo
como régimen de representacidn es lamentable porque, si bien es cierto
que muchos aspectos del colonialismo ya han sido superados, no por
25 Ente lambidn es el easo de In organizacion cultural Survival, por ejemplo, y ss atropaogia
fen nombre de los pueblos indigenas (Maybury-Lewis, 1985). Su trabajo rvila algunas
‘coneqpcions problemitias de a antropologia, como su pretensién de hablar a nombre de los
natives» (Escobar, 1991), Véase tambien en Price (1989) un ejemplo de sntropslogos que se
‘opusiton aun proyecto del Banco Mundial en dafesa de pobiciones indigent.
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