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Alianza Races y razones Consejo editorial de la colecci6n. John H. Coatsworth Adolfo Gilly Friedrich Katz Enrique Semo Iién Semo John Womack tigaciones mas notables y recientes sobre historia de México. || de Raices y razones pretende poner al alcance, s en donde se dé cuenta del John H\Coatsworth | Nueve ensayos de historia econémica de México en los siglos XVII y XIX "Alianza Editorial \ Los origenes del atraso : Shinstaia m1 UVLO SERVICIOS Dé Nene senor IV. LOS OBSTACULOS AL DESARROLLO ECONOMICO EN EL SIGLO XIX* La historia econémica de México ha avanzado notablemente en los ‘iltimos afios. La labor de revisi6n mas importante se ha concentrado en los sigios xvHry XIX, aunque también han aparecido obras importantes sobre los siglos XVI, XVILy Xx.! Gran parte de la nueva ha sido cuantitativa o comparativa, y ha mexicanoscon corrientes metodol le los Estados Unidos y de Europa occidental.” Hoy es posi algunas de tas principales hipétesis acerca del relativo atraso de México desde fines del periodo arse estimaciones comparativas del producto nacional bruto mexicano en el siglo XIX para evaluar la repercusién dela labor de revisién sobr ‘erpretaciones tradicionales de la historia econémica de México, :lesde los Borbones hasta la Revolucién de 1910. sg original fe puleadaenAmecan Hr! Reve, 8:1 (1978) pip. 80- Para el periodo colonial, véase ia excelente crtca de Charles Gibson, “Writings on Mexico", en Hats, 55 (1975), pigs. 287-323. Para una revsin de la obra de los siglos xx y xy, véase Enviqué Floreseano, "Ensayo de interpretaei6n”;Intzoduccin ala seccifn sobre Mésico, en Roberto Cortés Conde y Stanley J. Stein (comps.), Latin ropio TePaske sobre datos de le Colonia oftece un le ejemplo de las nuevas tendencias: “La Real Hacienda", Obsticulos al desarrotto econémico a1 1 Las estimaciones del ingreso nacional de México revelan tendencias es- peradas. El ingreso per capita asi como el total bajaban hasta después ‘de 1860. Cierta recuperaci6n comenzé durante ia Repablica restau- rada (1867-1876), pero México no sobrepasé los niveles coloniales de ingreso hasta bien entrado el Porfiriato (1877-1910). Entre 1877 y 1910, el ingreso nacional per capita aument6 a una tasa media anual de 2.3%: un desarrollo extremadamente rapido para las normas mundiales de la época, tan répido que el ingreso per capita se duplic6, con creces, en 33 afios En cl cuadro IV.A he reunido eélculos del ingreso nacional para México, Brasil, Gran Bretafla y los Estados Unidos, en afios selec- cionados de 1800 a 1910. (Estos son los tnicos paises de los que se dispone de estimaciones durante todo rativos muestran que cl ingreso nacional per capita en México estuvo més cerca del de Gran Bretafa y los Estados Unidos en 1800 que en ningin otro momento més adelante. En aquel afio, México produjo més de un tercio det ingreso per capita de Gran Bretafia y casi la mitad del de los Estados Unidos. La brecha en produ nomfa mexicana y la de los paises avanzados del hua sido tan pequefia como entonces. Para 1877, el ingreso per capita de {éxico habia cafdo poco mas de un décimo del de las naciones indus- iriales, Desde entonces ha fluctuado entre el 10y el 15% del ingreso per Estados Unidos. La comparacién con Brasil muestra una paula: 0 \greso per capita de México era de casi un 20% por encima del de Brasil. Mientras que la productividad mexicana se redujo durante mas de menté y sobrepas6 a la de México. na crecié muy répidamente, y para 1910 ‘per capita de México era 40% superior al de Brasil. Hoy, la diferencia ‘entre estos dos paises se encuentra aproximadamente como en 1800.* 1 contraste entre México y las joa, 1500-1914, 1 (Ann Arbor, University Mi juergo para construir estimaciones de “Iimite sy a partir de 1520. 7), pag. 724, para wn reso nacional mexieano 82 John H, Coatsw agudo. facia 1800, México producia mas de la mitad de los bienes y servicios de los Estados Unidos. En 1877, México slo produjo'un 2% de fa produccién que salfa de las fabricas, granjas y depdsitas del coloso del norte, y s6l0 5% del total de la produccidn briténica, El aumento de ia poblacién explica en gran parte la diferencia entre México y estas dos economfas indusiriales. En 1800, la poblacién de México (seis millones) era mayor que la de los Estados Unidos (poco mas de cinco millones) y més de la mitad de la poblacién de la Gran Bretafia (casi 11 millones, sin incluir Irlanda), En 1910, 1a poblacién de México era de 15 millones, la det Reino Unido de 45 millones y la de los Estados Unidos de 92 millones. Aun Brasil, cuya poblaci6n én 1800 s6lo era de poco més de tres millones, sobrepas6 a México durante el siglo XIX, y ego a set de més de 22 millones en 1910. Los Estados Unidos y Brasil recibieron grandes masas de inmigrantes, sobre todo después de 1890. ‘México atrajo a muy pocos inmigrantes, en tanto que las altas tasas de fallecimiento mantenfan bajo ef aumento natural de la poblacién hasta el decenio de 1930." ‘Aunque las estimaciones que aparecen en el cuadro IV.1 pueden con- tener errores, es improbable que la posici6n relativa de los cuatro pafses y la magnitud de las brechas entre ellos fueran afectadas si se obtuvie~ Tan datos més precisos. Para un andlisis del atraso relativo de México en el siglo xx, se destacan dos aspectos de Ja comparacién. El primero es la diferencia considerable entre ias economtas de México y de los Es- ‘tados Unidos a comienzos det sigio. En 1800, los Estados Unidas fue un pafs predominantemente agrario, a décadas de distancia todavia de la Revolucién Industrial, En ef mismo afio, México era la colonia mas de rica de Espafia en el Nuevo Mundo, con una avanzada industria minera «que exportaba grandes cantidades de metales procesados. En realidad, el valor de las exportaciones estadunidenses y mexicanas a finales del siglo xvin era muy similar’ 2Por qué empez6 ta economfa mexicana el siglo XIX con menos de la mitad de la produccién que Ta de los Esta,, La estimacién briténica de 1910 incluye a Irlanda, Para datos de poblacin de estos palses, weanse Tas fuentes citadas en el euadro IV.l; para Mézico, véase El Colegio de México, Esiadécicas econémicas del Poririato: Fueraa de irabajo y actividad por sectores (México, El Colegio de México, s/), 1. SLos Estados Unidos. Pipers, 7. Clase & Commerce and Navigation (Washington, 1830) 1 346 dats del comer extesioe mescanecomienzan en 1796" Mientas auc el comerco de os Estados Unidos aumens imorcadamente durante la guetta, el de Mévio nolo hz. Lerdo de Tjnda, Comer eteior de Mac, sn paginas ios al desarrollo econémico 3 CUADRO IV.L. INGRESOS NACIONALES, 1800-1910 (délares de 1950) A. Ingreso per capita Alto México Brasil Gran Bretaia Estados Unidos 1800 B 62 (118) 196 37) 1845 56 72 (8) 323 7) 1860 9 TT (6A) 370 (13) 1877 oe 83 (75) 491 (12) 1895 1 89 (102) 745 (12) 1910 132 94 (140) 807 (16) 1035 (13) B. Ingreso total (en millones) Alo México Brasil Gran Breiana Estados Unidos 1800 438 198 (221) 2.094 (21) 858 (51) 1845 420 510 (62) 6293 (7) 5493 (8) 1860 392 778 (50) 8510 (5) 10900 (4) 1977 613 «1115 (55) 16690 (4) 21629 (3) 189511461633 (70) 27930 (4) 50754 (2) 1910-2006 -2.129 (94) 36.556 (5) 95201 @) ‘cada estimacin Todos los céleulos sc computaron en délares estadunidenses de 1950. FUENTES: Las estimaciones del PIB de México se explican con més detalle en el capitulo $ (iia), Para Brasil, véase Nathaniel 1. Leff, “A Technique for Estimating Income Tiends {rom Currency Data and an Application to Brazil”, Review of Income and Wealth, S (1972), gs. 355-368, Lest ¢ 0.4% entre 1822 y ciéleulo de 98 délares 16 que el ingreso nacional de Brasil crecfaa un ritmo medio anual opment in Brazil, vol. 1, Beonomie Siructure and Change, 1822-1947 (Londres, Allen y ‘Unwin, 1982), cap. 3, Para Gran Bretaiia, véase Phyllis Deane y W.A. Cole, Bris Eeo- Trends and Sinucture (Cantbridge, 1962), pags. 282, 329-330. anda el fndice de precios de mayoreo de Wa- (WPIBLS) en e1 US. Bureau of the Census, torial Times to 1957 (Washington, 1958), PR y @ a x E g » 8 John H. Coatsworth 2 El segundo aspecto sorprendente de lo: es Ja medida en que 1a brecha entre México y los dos se ensanché entre 1800 y el 6 mexicana se de los Estados Unidos durante todo el siglo, México habria llegado a su nivel de in- ‘greso per capita'de 1950 antes de la Revolucién de 1910. entre México y los Estados Unidos hubiese seguido siendo la misma, de 1800 a la actualidad, México se encontrarfa hoy entre las potencias industriales det mundo. Desde la perspec vertir la pregunta hecha anteriorment mexicana tan atrds de los gigantes in durante el siglo xix 0 ‘Tres obstculos principales al desarrollo econémico han sido propues- tos para explicar el relativo atraso de México a finales del periodo co- Jonial: el colonialismo espafiol, el sistema de tenencia de la tierra y la Iglesia catélica, Todos ellos deben rechazarse, sobre Ia base de la evi- dencia de los efectos econmicos directos. Primero, puesto que Espafia administré —o “desadministro”— sus colonias del Nuevo Mundo durante t fue sin duda lograron o dejaron de lograr, tudiosos ¢ historiadores desde que Alexander von Hum! popularizé en sus monumentales ias espaftolas en el primer decenio del siglo XIX. in de Espatia prometia pocos beneficias, Con fines Jos costos del colonialismo espafiol serén definidos como aquellas limitaciones econémicas que la Independencia en realidad el miné: 1 i al comercio directo con paises tranjeros, y 2) la exportacién no compensada del oro y la plata extrafdos por el gobierno colonial como ingresos fiscales netos. (1 deja para su ulterior estudio los efectos del colo: axioma que ha sido repetido por imaciones de! ingreso nacional, en la US. Bureau iste, pig. 139. N6tese que la cifta de 1877 es un promedio in estiiacion de 1895 es un promedio para 1892-1896. __ que puede buscarse respuestas precisas, Obsticulos al desarrollo econémico 85 subsistieron después de la Independencia.) Hay dos preguntas a las i Cuanto habria ganado la eco- nomia mexicana si la independencia de Espafia se hubiese logrado mas temprano, es decir, a finales del siglo XvilI? ZY qué parte de la diferen- cia en productividad entre las cconomfas estadunidense y mexicana se hal avances? lones de las respuestas. Compara el costo promedio anual del ¥y 1820, con el costo del coloni: fe con Europa ias oveidentales) y rest de esta pérdida cier- tos beneficios (subsidios para la produccidn de materiales estratégicos, roteceién naval y de las fronteras, y similares). Las estima xicanas tienen dos componentes. El primero es un célculo del colonial perdido por las restricciones impuestas por Espafia al com a los célculos de Thomas espafiolas, 0 para ténicos no fijaron en Madrid.* Puesto q impuestos directos internos, esa carga no exist Robert P. Thomas, “A. Q tish Imperial Policy upon Color pigs. 615-638. Thomas ha sido ct (1965), pigs_370-381,y Joseph D. Rei, J. "On Navigae Navigation Acts with Peter B. MeCleland: Comment’, en American Econoric Review, 60 (1970), pgs. 949-955, “La pétdida de ingrsos se cleul6 transbordo,splicados al valor de izando datos de aranceles y de costos de legaimente intercambiados entre 1797 y slicidad-precio de demanda Nerteamériea 86 John Hi. Coatsworth CUADRO IV.2, COMPARACION DE LOS COSTOS DEL MERCANTILISMO BRITANICO Y ESPAROL, SSUES eee eee ese Colonia Costo (millones Costo per capita —_Costo como de pesos) (p2s08) ‘porcentaje del ingreso colonial Norteamérica briténica (1775) as 026 03 Nueva Espafia (1797-1820) ‘Carga comercial 12 1.20 3.0 ‘Carga fiscal 10.1 1.68 42 Tol 173 2.88 72 [Notas El ingreso colonial para las trece colonias biti rmacisn per capita de 1800 (90 détares es ) 1775. En pesos cortientes de 1800, esto llega a un ingres0 | [Nétese, sin embargo, que Thomas estims los estos del meteantilismo bri ‘antes de lainflacién que comenz6 en la década de 1780. De este a magnitud dela carga britanica como porcentaje dl totaly del ingreso per capi std um tanto exagerada, Para la Nueva Espaa, las estimaciones son promedios enuales de 1797 a 1820. Fupwres: Para la Norteamérica briténica, véase Robert Paul Thomas, “A Quantitative Appros ‘Study of the Effects of British Imperial Policy upon Colonial Welfar Jeutrnal of Econamie History, 25 (3965), pgs. 615-638, Para ls estimaciones mexicanas, ‘véase texto y notas 7-8. 7 Como Io muestra cl cuadro 1V.2, el costo total de la soberania espafiola llegé a ser poco més de 1° nes de pesos an contraste, el costo del colonialismo briténico s6lo fue de medio millén de pesos. Por consiguiente, ta carga espafiola era 35 veces de los briténicos. Sin embargo, el cuadro TV.2 también muestra que la, ‘carga espafiola equivalia a menos de tres pesos per capita a comienzos del siglo xix Desde luego, uno puede preguntarse si los esplendores de la ciudadanfa espafiola valfan tanto. De todos modos, en términos estrictamente econémicos, un 7.2% del ingreso de 1800 se perdid, 1o una cantidad nada insignificante. Pero aun si esta estimacion cinco 0 diez veces demasiado baja, la Independencia no habria nado la brecha en productividad entre las economfas mexicana y que ‘Obstéculos al desarrollo econémico 87 estadunidense en 1800. Si afiadimos tres pesos al ingreso mexicano per capita, ain quedarfa en menos de la mitad del de los Estados Unidos, Muchos mexicanos en cl siglo XIX, y més adelante no pocos histo- riadores, se han preguntade gor qué ta Independencia no estimul economia mexicana Muchos han buscado la respuesta a esta pregunta 10 de Id lucha por la independencia y en la consiguiente a, Sin duda, estos fenémenos ayudaron a dept fa después de 1810; pero mas importante todavfa, el ingreso de ‘México no aument6 espectacularmente norque la Independencia tuvo resultados econémicos directamente adversos, que contrapesaron con creces los beneficios. Er continua depresi6n en la cruci dustria minera, que persis parte el resultado de un costo de la Independencia que no se anticip6: Ja pérdida de abastecimientos seguros dé azogue —indispensable para procesar mineraies de bajo grado— que Espana habia aportado a pre- ios bajos y fijos, de la enorme mina de azogue de Almadén de propie- dad estatal.” En segundo lugar, un importante obstéculo al avance econdmico ci- lado en loses jonales es el sistema de tenencia de la tierra mas precisamente,, fa organiz produccién agricola grandes haciendas. Esta explicacién generat puede dividirse nero de afirmationes distintas, de las cuales al menos dos : 1) que las grandes haciendas del iodo Pee Ureerere parie arab an nee np a dad de la tierra caus6 per se despilfarro y mala asignaciGn de los recur- sos. Es imposibte abordar en un espacio tan limitado toda la discusién sobre el sistema de tenencia de la tierra. Por fortuna, hoy podemos de- pender de gran ntimero de estudios sobre Ia hacienda, muchos de los cuales se completaron en los wiltimos afios, Gran parte de las hacien- das estudiadas se encontraban en la meseta central, desde Oaxaca en el sur hasta San Luis Potosf en el norté} Se han estudiado intensivamer los archivos —ineluyendo libros de cuentas, correspondencia y docu- ‘mentos de transferencia de propicdad— de més de cincuenta grandes haciendas, mientras que se ha examinado con menor detalle el doble de ese niimero. Estos archivos a menudo cubrian més de un siglo de activi- Jean Paul Berthe, “El problema de) abastecimiento del azogue a las minas de plata en México independiente” (ponencia presentada al XLI Congreso Internacional ‘de Americanistas, México, 1974), men 2RQnn mR e ener vaeze one pero trabajos recientes se han concentrado también en las haciendas del siglo xix." Ademas, se ha afiadido un buen mimero de estudios re- gionales a la obra pionera de Charles Gibson sobre Tlaxcala y el de México en la época de la Colonia. Estos contienen, a menudo, la r informacién de que disponemos sobre la agricultura de otro tipo ‘omo datos sobre las condiciones del trabajo y la situaciGn de arrendatarios y aparceros. estudios sobre haciendas y regiones han trans- cultura mexicana y de la adminis- traciGn de las tierras. Aunque son primariamente deseripciones narra- tivas de las operaciones y la organizaci6n de las propiedades, sus efec- generaciOn de obras econométricas sobre Ja agricultura con mano de ‘obra esclava para la historia del sur de los Estados Unidos. No se ha encontrado un solo propietario de haciendas que pudiese pasar por el tipo de aristécrata absolutamente incompetente en materias econémi- as, obsesionado por el prestigio, que en un tiempo se consider como €l tipico hacendado hispanoamericano. ‘Todos ellos eran ambiciosos, ; hasta los administradores de las propieda- raciones, experimentaban con nuevas cosechas y métodos y buscaban "Juan Felipe Leal y Mario Huacuja claboraron en 1975 una excelente bibligratia ‘que cubre la mayor pare dea obra de siglo xix: "Fuentes, ‘en México, 1856-1940" (México, Centro de Estadios Lat rique Florescano (comp.) Haciendas, fa ‘@Mésico, Siglo Veintiuno Editores, 1975); hacienda mexicane, 1780-1880 (Méxi Van Young, Hacienda and Marker siglo xv Crecimientoydesigualdad Econémica, 1979) Y, desdeluego, Obstéculos al desarrollo econémico 89 nuevos mercados. En periodos de dificultades econémicas, cambiaban de [a agricultura a la ganaderfa, reorganizaban sus haciendas en nuevas formas de tenencia, vendian para reducir las pérdidas, o abandonaban ‘por comipleto sus posesiones. Dados los costos relativos de la mano de obra, el capital y especialmente la administraci6n y supervision, su ‘ racionalidad econémica era comparable a la de los mpresarios mo- demos. Hasta ahora no se han encontrado pruebas que sostengan la hipGtesis de que el sector de las haciendas de la economia agricola me- xicana despilfarr6 recursos que habrian podido ponerse en uso mds pro- ductivo on diferentes condiciones de tenencia de la tierra;** El cuadto de la agricultura en el México colonial y del sigio xix que surge de los testimonigs de que hay disponemos parece indicar dos con- clusiones principales. ‘La agricultura de la hacienda gozaba de ventajas de que no disponian ios pueblos de indios, los pequefios propietarios Jos aparceros: economifas de escala, acceso a crédito exterior, infor- macion acerca de nuevas tecnologias y mercados lej teccién ante funcionarios demasiado vidos y mayor seguridad de ta . teneneia, A pesar de estas ventajas, y por importantes que fueran, no climinaBan la produccién en pequefia escala, porque no bastaban compensar los altos costos de reclutar y supervisar la mano de obra. Las grandes haciendas tenfan una ventaja comparativa en la produccién de ganado vacuno, ovejas, lana, granos alimentarios, pulque, azticar y he- productos que nec ym muy mi- jente motivados) para producir o para ransportar sin grandes pérdidas, los pueblos y los productores en pe- ‘quefa escala tenfan ventaja: frutas, productos de las huertas como to- mates y chiles, seda, coci ‘animales pequeiios, incluyendo cerdos, aves de corral, huevos y sit algod6n, tabaco y vi producidos cominmente por los pueblos y los pequeiios propi La espe in de productos mano, on y organi- zacién de inte de lo que hubiera sido de otra manera, Ademis, Ia cise $s mercados locales y regionales actuaba para favorecer una bucién de los tamatios de las unidades de produccisn en términos de que un economista moderno describiria como “mezcla 6ptima”. Le- jos de distorsionar Ia asignacién de recursos en ¢l México agrario, la os dela hacienda enfoca directamente Ia cuestiOn de la pro- ‘de Barrett ofrece un excelente modelo para los historiado- tones analfteas aqut planteadas: The Sugar Hacienda, 90 John Hi. Coatsworth -concentracién de la tenencia de la tierra funcioné para permitir una produccién més eficiente de las coséchas apropiadas para grandes uni- dades, sin sacrificar las ventajas de la produccion de unidades pequefias para otros productos." ‘A finales del siglo XIX, 1a mayor disponibilidad de nuevos transportes y tecnologfas de produccién volvid ineficiente a Jaya tradicional divisin el trabajo entre agricultura de hacienda y la de otro tipo. La balanza ‘ccondmica se inclin6 espectacularmente en favor de las grandes hacien- das, La productividad agricola, estancada durante el medio siglo que siguié a fa Independencia, aument6 répidamente cuando las haciendas se agrandaron a expensas de puebios libres y pequefios terratenientes." Pueden aducirse prucbas adicionales a partir de datos comparativos. En 1800, entre el 70 y 80% de la fuerza laboral mexicana trabajaba en la ayticultura, para rendir aproximadamente un 40% dei producto bruto de la colonia, Casi idénticas son las mejores estimaciones en el mismo ‘iio para los Estados Unidos: ligeramente més de] 80% de la fuerza la~ oral en la agricultura producfa aproximadamente un 40% del ingreso dela nacién. La brecha en la productividad agricola entre las dos regio- nes era exactamente igual a la brecha en la productividad no agricola entre fas dos economias. México obtenia la mitad de lo que productan los Estados Unidos, tanto en produccién agricola como no agricola.'* Por consiguiente, en términos comparativos, ¢] sector agricola de la eco- nomfa mexicana no fue un lastre impuesto al desarrollo de la nacién. ‘Aunque este testimonio no es decisivo, deja al menos una sugerencia a Jos historiadores que buscan los obstaculos que dificultaron el desa- rrolto de fa economia mexicana en la época colonial y en él siglo xix: concentrarse menos en las condiciones de un solo séctor, por impor- tante que fuera, y mas en las condiciones que afectaban a la economia ensw conjunto. .ndo ios pucblos, véase William B. ‘en Historia Mericana, 23 (1973) abell, Los dieemos; He Woodrow Borah, Si ia! Mexico (Berkeley, University of California Press, 1943), “sAnotaciones sobre Ia produccién de alimentos durante ct Para datos de los Estados Unidos, vésse Stanley Lebergott, Manpower Economie Growth: The American Record since 1800 (Nueva York, McGraw-Hill, 1968), David, “The Growth of Real Product in the United States before Bid: New Evidence, Controlled Conjectures", en oul of Economic History, 21 (1967), ‘igs. 151-197, Para estimaciones mexicanas, véase cap. V, infra. Obstéculos al desarrolio econémico 1 En tercer lugar, se supone que la Iglesia retard6 el desarrollo eco- némico de México durante el periodo colonial y, al menos, durante tres décadas después de la Independencia, hasta que la revoluci6n liberal logré expropiar los bienes del clero y reducir su papel en la vida polltica de la nacion.) El argumento anticlerical ocupa voltimenes enteros de muy densa prosay atremete no s6lo contra las actividades estrictamente econémicas de la Iglesia, sino también con su influencia politica, social y cultural, La parte del argumento que hoy se puede rechazar es Ja que atribuye importancia a las actividades estrictamente econdmicas de la Iglesia: 1) cl diezmo, 2) los préstamos hipotecarios, y 3) la propiedad de bienes de manos muertas. = (El diezmo era un impuestd de 10% al producto bruto, que se fijaba principaimente a la produccién agricola y ganadera de las haciendas privadas, Como cualquier impuesto directo de hoy, el diezmo reducia la rentabilidad de la empresa agricola, Pero, 6cudnto redujo este impuesto e] producto nacional bruto de México? A menudo se ha supuesto implfcitamente que la produccién agricola (y por cllo el PNB) se redujo en la cantidad exacta del impuesto, es decir, en un 10%, como si los. cobradores del impuesto se hubiesen llevado una décima parte de cada cosecha para ofrendarla como sacrificio. Y aun si se midiera de esta manera, absolutamente inapropiada, Ia reducci6n en el ingreso per capita provocado por el diezmo en 1800 habria sido de menos de la mitad de un peso, €s decir, poco més del 1% del ingreso nacional. Para Ia época de la Independencia (hasta 1833, cuando tue abolido el diezmo como obligacién legal de la ciudadanfa), los ingresos de la Igiesia por esta fuente ya se habfan reducido a sumas insignificantes.”* ‘Una medida apropiada de la importancia del diezmo habria sido to- mar en cuenta su efecto sobre la rentabilidad de la empresa agricola privada, Al reducir I sultura privada, el diezmo Tedujo el empleo y n en ese sector de ia economia, hi que capital y trabajo se desplazaran a otras actividades menos produc: tivas Asf pues, el efecto negativo sobre el PNB es la diferencia entre lo que el capital y el trabajo producian en otras actividades al ser expulsa- dos por el efecto del diezmo de la agricultura y fo que habria producido (a falta de diezmo) si se hubiesen quedado en las haciendas. La canti- dad de mano de obra y de capital que abandons la agricultura privada Wyichael Costeloe, Ch iy of the “Tungado de Copatantas” in the Arcibishopric of Mexico, 1800-1856 (Cambridge, Cambridge University Press, 1967), pags. 14-18, 2 John H. Coatsworth fue insignificante; por ello, esta diferencia es de alrededor de cero, cuando el cobro de diezmos Megara a su maximo a fi La Iglesia misma y los pueblos it ganado de la colonia (apar- indo asf una porcién considerable de la agricultura de los efectos del iezmo), sino que Jas diferencias de productividad entre Ia agricultura privada y el resto de la economfa indican que las empresas n0 agricolas ya eran inds productivas que la agricultura. Por consiguiente, 8 efecto mds importante del diezmo fue de distribuci6n: la Iglesia y los pueblos de indios conservaron una mayor parte de la tierra de la que habrian conseguido si no se hubiera aplicado el diezmo.” Aun cuando los historiadores se han dado cuenta de que el cobro jezmo no redujo directamente el producto nacional bruto, han su- embargo que fa Iglesia dio un uso improductivo a este in- igar de invertir sus ganancias en nuevas industrias y empre- de la produccién econémica en sas 0 en la paga de sacerdotes, Esta afir- tades. Primera, el efecto multiplicador del gasto “improductivo” en los tiempos modernos ha demostrado ser razonablemente eficaz para estimular, en lugar de deprimir, la actividad econémica; y no hay razén para suponer a priori que este efecto estu- viese ausente en el México colonial. Y segundo, la Igle: parte considerable de sus ingresos en présiamos hipotecarios a empro- sarios privados. En realidad, la Iglesia probablemente aument6 la tasa de inversi6n en 1a economia por encima de lo que habria ocutrido si los ingresos del diczmo hubiesen permanecido en manos privadas, ‘También se ha interpretado mal el papel de 1a Iglesia como princi- pal institucién bancaria del pais. La Iglesia obtenia un ingreso neto del diezmo, de los donativos privados y de sus diversas propiedades. Ademés, actuaba como agente fiduciario de los fideicomisos que esta. ban a su cuidado, La Iglesia invertfa una gran porcién de su ingreso neto y de todo el capital de fideicomisos que administraba, habitual- mente con intereses del 6% en préstamos hipotecarios. Como cobraba una baja tasa de interés, que no era la del mercad domin6 el mereado de préstamos hipotecarios. éQué efect actividad econdmi sis de la importanci del diczmo esté en deuda con Pascual Garcfs Alba, “Los liberals y ls bienes del ciero” (manvserit inédito, El Colegio de México, 1974). | ‘Obstéculos al desarrollo econémico 93 fondos por debajo de la tasa de interés del mercado, aunque los recep- tores del crédito de la Iglesia lo ganaran. Actuaba como un modern banco de desarrollo, gravando a tos contribuyentes para subsidiar la acumulacién de capital privado. La Iglesia no impuso obstaculos lega- les o précticos para impedir que los receptores invirtieran en faloricas y no en haciendas 0 en articulos suntuarios.® Si no se construyeron fabri cas, ello se debié a razones distintas de la administradas como las que se encontraron en manos privadas. Las ha- ciendas mds grandes de la Iglesia gozaban de considerables ventajas, luyendo una red de comunicaciones a larga distancia que hacia posi ble planar a la vez comprasy ventas para aprovechar las condiciones de mercado en areas bastante dispersas."” Después de la Independencia, la mayor parte de las haciendas de la Iglesia fueron alquiladas a particu- lares, por lo que la eficiencia de estas propiedades no dependiG en ab- soluto de la administracion eclesidstica.” La principal diferencia entre los sectores eclesidstico y privado se encontré en que la Iglesia estuvo exenta de la mayor parte de los impuestos fijados a Ia empresa privada por los gobiernos coloniales y, después, nacionales. Sin embargo, no hay evidencia de que la autoridad pabiica hubiese dado mejor uso a los ingresos obtenidos fijand Ia Iglesia; en realidad, muchos Por ejemplo, después de fa expropiacién de los bienes del clero por los gobiernos liberates en los ahos 1850, desaparecié gran ntimero de actividades de caridad mante- nidas por la Ig modo que el efecto a corto plazo de traspasar las propiedades ec! as al sector privado gravable parece haber sido una pérdida para el bienestar de los pobres. mu Hubo dos obstéculos principales al desarrollo econémico en el México colonialjque, en conju 'SCoesteloe, Church Herman Konrad, 4 (Stanford, Stanford "yan Bazant, Al in Mexico, cap. 1. Hacienda in Colonial Mexico: Santa Lucta, 1576-1767 versity Press, 1980), Of Church Weal 1856-1875 (Cara i 94 John H. Coatsworth, sad entre las economfas mexicana y estadunidense en 1800: transportes inadecuados y una ineficiente organizacién econémica, 0 sea, geografia y“feudalismo”, La poblacién y Ia actividad econédmica de México siempre so han concentrado en altos vailes y mesetas alejados del mar. No existian vias acuaticas al i Se las habria podido construir. Por consi- guiente, toda la economfa depends de un costoso transporte por tierra, para lev es y personas. Un ejemplo bastard para mostrar como Ja geografia afecté los costos de transporte y, de esta manera, el de- sarrollo de mercados y el aumento de la productividad. A finales dol 16 que esta ciu- das dentro de metros)" A las tasas prevalecientes en un radio de diez leguas (55 esta zona, los productores tenfan que pagar entre un real y yanrdal y un tercio (0.125 a 0.165 pesos) por tonelada-kildmetro para embarcar bie- nes comercialmente.” El precio del maiz fluctuaba enormemente, pero para dar una idea ilustrativa, lo fijaremos en $0 pesos por tonelada.” Las haciendas situadas al margen de este radio de 55 kil6metros tenfan que pagar mds de 8 pesos (40% del precio de venta del maiz) tan s6lo para llevarlo a Guanajuato. Si los productores de maiz. hubiesen 1o- ‘grado embarcarlo a Guanajuato, a ios mismos precios pagados por em- ‘arque en canoa en los lagos que rodeaban @ la ciudad de México, el ccimiento de Guanajuato habria aumentado hasta entre metros." Los efectos de este transporte barato s6lo po- os, pero el ingreso nacional habria demos imagi sido enorme: una mayor especializacién regional y una mayor divisiGn de trabajo, nuevos centros de produccién previamente sin explotar a causa dé la distancia de los centros de poblacién y los mercados, ma- yor dependencia de los mercados para intercambiar productos, mayor 2Para el radio de abastecimiento para Guanajuato, véase la cita en Wolf, “The Mexican Bajio”, pg, 183. ‘Ziprading y Potash eitan costes idénticos para el fete, cuando se les convierte @ Merchants, pég, 16, y Robert Potash, toncladas-sllémetros. Véase Brading, tustria, 1821-1846 (México, Fondo de El Banco de Avfo de Mésico: El fomento de Cultura Ezondmice, 1959), péy, 17. BPara el precio del mafzcitado, véase Brading, Miners and Merchants, pag 16,y Wol “The Mexican Bajo”, pig. 17, donde la cifras sparecen como aproximadamente once reales por fancge. “Hara los costos por eanoa en 10s lagos Poltical Esny, Ol. 2, pgs. VTA-17. Ia ciudad de Mésico, véase Humboldt Obstdculos al desarrollo econémico 95 y trabajo, economias externas debidas a mejores i Desde luego, los Estados Unidos ya posefan ventajas. Si México las hubiese comp: i dad cntre las economias mexicana y estadunidense se habrfa reducido, ceteris paribus, al menos en un tercio. {a conclusién se basa en lo que en realidad sucedié cuando se construyeron los ferrocarriles durante el Porfitiato. Los costos del transporte de carga se tedujeron a menos de un décimo de sus niveles Los ahorros sociales, para 1910, sumaban al menos un . ‘oducto interno bruto, equivalente a un tercio de fos avances de product mexicana entre 1895 y 19107" México hubiese contado con un sistema de rfos como los que bay a lo go de la costa este de los Estados Unidos, una parte importante de ja de los Estados Unidos de comienzos del siglo XIX se habria vitreinal bien habria podido aumentar las alcabalas hasta eli redueciones de los costos del transporte. O Madrid habria podido or- denar al gobierno colonial que negara licencias a los empresarios que querian aprovechar reducidos costos del transporte ¢ invertir pronta- mente en nuevas empresas produetivas. O la Corona habria podido decidir que el transporte fuese un monopolio real (estanco, del que se deriva estancar) y controlar el abasto de los embarques para poder co- brar fletes casi tan altos como los det transporte terrestre. O el Con sejo de Indias habria podido pedir al rey que protegiera a la poblacién indigena, prohibiendo su empleo en la produceiGn de articulos que se vendfan en lugares remotos. O, después de incontables pleitos legates jas décadas, Ia’ Audiencia habria podido decidirse en favor de las peticiones de atrieros, carreteros y venteros, y ordenado que todos Jos botes, balsas y piraguas de la colonia debian ser propie- de los exarriéros, carreteros y venteros registrados ante, 28Para Jos datos del ferrocaril, véase John H. Coatsworth, Crecinniento conta desa~ trollos Elimpacio econémico de los ferocaniles en ef Porfriaco (México, Ediciones Era, 1984), nH. Coatsworth 6mico de México fue una organizacién econémica ineficiente. Este significa que las haciendas privadas o compafias mineras desperdiciaran recursos, dado el medio al que se enfrentaban. En cam- bio, ¥e refiere a un conjunto de medidas politicas, leyes tuciones que ampliaron, en lugar de reducir, la brecha entre los bencficios priva- dos y tos sociales ‘dad econémica Durante la época colonial y la mayor parte del siglo x1X, actividades que habrfan podido contri- buir al desarrollo econdmico nunca se emprendieron porque prometian ganancias demasiado pequefias a los potenciales propietarios y produc- tores. La ley o la practica existentes iban en contra de una empresa més produetiva,o de leyes y précticas nuevas, necesarias para proteget una actividad productiva que nunca se desarroll6. En el periodo nes legales impuestas a a movi- lidad del capital y el trabajo impidieron el desarrollo del mercado de factores de producci6n,2” Minuciosas regulaciones piiblicas de La act dad econdmica, con fines fiscales y de otros tipos, aumentaron los co: tos iniciales y desalentaron a fos empresarios.” El sistema judicial au- ‘ment6 los riesgos de la actividad empresarial al no aplicar un conjunto bien definido de derechos de propiedad. La politica fiscal hizo mas ‘costosas las transacclones, desalents el uso de los mercados como me- 2+Véase North y Thomas, Te Rise ofthe Westem World, cap. 1 Para un and festricciones a Ia movilidad geogréfica y ocupacional, veasc 179-183. La movi muy diversas maneras, Por eemplo, estaba pr ‘grupos Iaborales (como clérigosy funciona piblicos) y poblacién (indios y personas con mezcla de antepasados indios y europeos). Guillermo Hernéndez Peialose, El derecho en Indiayen su metrdpolf (Bogota, Editorial emis, 1969), gs. 408-4 i&xico, Tip. 3. Guerra Jaci es, Elder pigs. 183-301. Véase tambien, Eni rigs, 1521-1763 (Mésico, Ed En elsigo legals expats, ), pag, 152. Adomds, la ley 5 de Bilbao, modernizadas espués de su promulgacién inicial en 1459, y en 1783 se expidid un 0, las Ordenanzas de Minerfa. John T. Vance y Helen L. Claget, A teraaure of Mexico (Washington, wavs cigs menos, ue ” dlsposciones i Obstéculos al desarrollo cconémico 7 dio de intercambiar productos y contribuyé al aislamiento geografico de Jos mercados regionales y locales que si se desarrollaror,{° Los monopo- lios reales de la produccién y distribucién de muchos articulos alteraron Jos precios y redujeron la produccién" La inversiGn, por autoridades diblicas o agencias voluntarias, en infraestructura o capital humano, i Iegislacién general que promoviera la por medio de sociedades anéni- de privilegios que la realizaci6n de econom! jovaci6n fue desalentada por un sist aba una gana inventor oak caci6n de procesos nuevos. jos riesgos y limi fa por la Corona a grupos de aumentar la carga a los demds. Los t llegar su destino, era emitido un nuevo documento que debfascrtransportado smente al lgar de origen del embarque y sometido, en un periodo especifico, para ‘cal de a Nueva Espaia”, pigs. 388-389. "juon dela Torre, Leglaciin de patentesy marcas: Coleccion completa de tadas las dn, competencia y procedimientos de renta de N. Chavez, 1874), pig. 35. 98. John H. Coatsworth das no podian utilizarse como garantfa de préstamos hipotecarios, al- quilarse durante periodos extensos a un solo aparcero, ni ser vendidas a nadie. Por mucho que estas limitaciones fuesen evadidas o aun vio- Jadas en la prdctica, ellas ayudaron a inmovilizar recursos 0 desviarlos hacia usos menos productivos. En lo més alto de este sistema de gobierno se hallaba la Corona, ‘cuyo poder era constitucionalmente absoluto, Ningdn derecho de los ciudadanos, ninguna ley, regulacién o costumbre limitaba la libertad de accién det rey en las colonias. Todos los actos legis derivaban su autoridad de la Corona. El rey podfa conceder exenciones individuales —y a menudo lo hizo— de {a aplicacién de sus leyes, 0 cemitir por petici6n decisiones judiciales que contrac sus propios decretos, para tomar en cuenta los méritos personales de los No pocas veces, los ministros del rey, los virreyes y los trib apelacién actuaron de “La natutaleza raren forma sumamente politizada, aprovechando redes de parentesco, influencia pol ir diversas estratagemas para rec de obra, cobrar deudas 0 aplicar contratos, evadir impucstos o la accion de los tribunales, o defender o afirmar derechos sobre la tierra. El éxito ‘el fracaso en el terreno econdmico dependia siempre de las del productor con las autoridades politicas, ya con funcionarios locales para arreglar asuntos inme Jonia para una interpret local, cuando las condic ley 0 intervenci6n nes lo exigian. La pequefia empresa, excl 'y de favores politicos, se vefa ol ‘ado permanente de semiclandestinidad, siempre al margen de la ley, a merced de pequefios funcionarios, nunca segura ante posibles actos arbitratios y nunca protegida contra los derechos de os més poderosos. Este sistema de gobierno hacfa imposil tan s6lo una cuestién de politicas, leyes € ‘empresa. No era mes especificas, o de o que desatentaba el espiritu de empresa. El obstéculo principal era la naturaleza del Estado mismo, sus principios de operacién, ef fundamento de todos, José Marfa Ots Cape colonial (México, Fondo de Cul spat en América: El regi fa Econdmica, 1959), caps. 2-3, Obstéculos al desarrollo econémico 99 sus actos. Para ser més eficiente, la organizacién econ6mica de México taba una revolucién en la relacién misma entre el Estado y la Lamentablemente, el enfoque de costos-beneficios identificar el efecto de ia organizacién econ6i sugeridas por una ‘comparscion internacional del potencial del propio México para el Sin oberg, un punto de partida para futuros trabajos bien puede ser la hipstesis de que la mayor parte de la brecha entre las economfas mexicana y estadunidense en 1800 se debi6 a diferencias en su organizaci6n ‘econémica. ‘ca—habrian podido ser pendencia, en 1821, emanci durante el deceni en la década de rales cortes espahi «do un ferrocartl tan de 1837, La linea asf planeada, dela ciud slo se completé en 1873. John G. Chapman, La consiruccin del Ferrocaril Mexicano, 1857-1880 (Mésico, SepiSetentas, 1974), pags. 22-25, 160. 100 John H. Coatsworth impuestas a la actividad econémica. Fueron abolidas las distinciones idadanos en materia de empleo, fisco y justicia; los derechos de propiedad corporativa fueron limitados a la iglesia y a los pueblos indfgenas y cabildos; se redujo el niimero de los monopolios Teales y se impusieron cortapisas a sus actividades; se eliminaron los privilegios corporativos de ciertos grupos ¢ incluso de la mayor parte de los gremios; se hicieron esfuerzos por modernizar el sistema judi- cial, y se inicié una revisién de los anticuados c6digos juridicos.* Pero Tego México cay en medio sigio de guerras politicas, sociales e inter- nacionales. La caida de un gobierno estable anulé los efectos potencial- mente positivos de los cambios que acompafiaron a la Independencia, privando al nuevo gobierno y al sector privado de los recursos necesa- ios para mejorar los transportes. La Independencia lleg6 a México por medio de un virtual coup d’Etat de la élite criolta de la Colonia, levado a cabo en gran parte para sepa- Tara México del proceso liberalizador que estaba en marcha en Espatia. Durante el medio siglo siguiente se hicieron repetidos esfuerzos por re- crear cl centralismo arbitrario del Estado coloni tidario de estos esfuerzos conservadores fue un limitado grupo social de grandes terratenientes ¢ industriales situados en el centro del pats, a menudo residentes de la ciudad de México. Estos habian si principales beneficiarios del intervencionismo de la Corona dura €poca colonial 0, como las grandes casas mercantiles de la caf taban de recuperar los privitegios que la propia Corona ha io en las reformas de finales de la época borbénica. Aliada a estos gru- os estaba la Iglesia, que intentaba conservar su pos y revertir cl anticlericalismo de los ejército profesional, dotado de priv riores, cuya principal raz6n de ser era encargarse de practicar el nuevo centralismo contra las demandas regionales de mayor autonomia y el clamor de reforma de los liberales.*” ira Bcondmla, 1973), pags 438-49, y Jon Baran A Conciee Into or Mexico from Hidalgo to Cardenas, 1805-1940 (Carabridge, ri iniversit 8, somes Ten ot pital, hay pocos testimonios que in Obstéculos al desarrollo econémico 101 Las descripciones tradicio! de México después de la Indepen- fn Moderada o conservadora de los s a la influencia de una clase terra- los primeros gobi locales. En este sentido, de Europa parece muy apropiado. de esta interpretacién, sin embargo, ha si gue siendo una falta de datos sisteméticos sobre la composici6n s de las fuerzas politicas que luchaban por aduefiarse del destino de 1a nueva nacién, Dejando aparte el pequefio grupo de magnates de la ca- ismo conservador entre los terr incluyendo importantes ca beral, porque les prometia menos en los asuntos locales. Este apoyo, a su vez, ayud6 a la Iglesia en esfuerzos por convencer a fa poblacin indigena de que apoyara a la capital contra los liberales de diversas localidades. El feudalismo, en la amplia concepci6n de los historiadores marxis- tas, suele vincularse con la servidumbre. Los siervos eran campesinos petmanentemente asignados a las personas 0 a las propiedades de los aristécratas. Trabajaban con sus propias herramientas y estaban obli- gados a ceder una parte de su producto 0 a prestar una parte de su tra- bajo al amo. Sin embargo, en México no existfa la servidumbre legal, y recientes investigaciones han demostrado que el peonaje por deuda (que a menudo se supuso era su equivalente en el Nuevo Mundo) se practicé, efectivamente, s6lo en algunas partes de los muy escasamente poblados extremos geogréficos del pais. En realidad, los terratenien- tes de México no gozaban de ninguno de tos privilegios de 1a antigua nobleza europea, ni antes ni después de la Independencia. La raison Etat espaiiola —principalmente el temor de una nobleza americana que se levantara exigiendo soberanta sobre las poblaciones del Nuevo ‘Mundo— impidi6 semejante desarrollo. El acceso de los indfgenas a la tierra procedia de la Corona en forma de concesiones corporativas, y por tanto inalienables, a los pueblos. La Corona nunca toler6 obliga- ciones legales entre los pobladores ind{genas y los terratenientes, salvo as reguladas por decreto real y administradas por funcionarios de la Coréna. Las cortes reales y la tenaz resistencia de los propios indigenas impidieron la incorporaciéa de éstos y de sus tierras a las haciendas. La conservacién de obligaciones serviles inexistentes u otros pri 102 John H, Coatsworth ejercié ninguna determinacién en la composicién sox tra en el México independiente.® terratenientes de México no gozaban de privil estaban indefensos. AI design: I de los bandos ios, tampoco lades corpo- la poblacién de comuni- indigenas. La mayorfa de los indigenas de los pueblos trabajaban por temporadas en las grandes haciendas que quedaban en las inmediaciones de sus hogares. A me- nudo, lo hacfan por simple necesidad: protegieron menos los titulos de tierra de los pueblos, en tai des haciendas se extendian para aprovechar la prosperidad color muchas regiones, el trabajo por temporada en las haciendas adquirié la fuerza de habito por muchos afios, o continu6 como forma de renta que se cobraba por tener acceso al agua, la sal 0 los bosques. ibargo, la coacci6n era difundida y continua. Por-lo gene- ral, inclufa varios tipos de presiones aplicadas por los terratenientes, de acuerdo con las autoridades civiles 0 eclesidsticas del lugar. Las es- trategias empleadas variaban de un lugar a otro, asi como el éxito de los terratenientes que de ellas se valfan. Las autoridades coloniales se opusieron a estos intentos de obligar a los indigenas, pero sus esfuerzos ‘nunca fueron enteramente eficaces, pues la capacidad del terrateniente pata manipular el medio local era siempre decisiva. Lejos de desear ‘una restauraciOn del centralismo bord6nico, la mayorfa de los terrate- nientes deseaba que s¢ les dejara la mano libre para controlar su medio circundante. La composici6n social de 1o que Hlegaria a ser el movimiento libe- ral no ha recibido de I estudio importante de esta cuestién —un andlisis de los delegados a la Convenci6n Constitucional de 1856-1857— ha revelado que la mavoria de los participantes eran abogados o generales de las fuerzas liberales.° En las ciudades portuarias del Golto de Mexico, el apoyo a los gobier- Sobre el peonaje en el lejano norte yen el sur del pals, véase Friedrich Katz, “Labor 1 on Haciendas in Porfirian Mexico: Some Ttends and Tender 74), passim. Para un periodo anterior, véanse lo estudlos de hacienda citados en fa nota 10. ‘i Richard N. Si Analysis", en HAM? ~The Merican Cons 1973), pgs. 126 nal Congress, 1856-57: A St c -——— jp Obstéculos al desarrollo econémico 103 nos liberales era aparentemente muy poderoso, lo que parek yn comerciantes y mercaderes, ademds de los terratenientes y locales. Los liberales también apelaron a las “clases profe- , abogados, médicos, pequefios propictarios, comerciantes, las roy del ejército™# Aunque el grueso de as de- le el ejemplo de los Estados Unidos y de Europa occidental, Ja bu de México —cualquiera que sea la definici6n del término— constituia ii fragmentado. No puede formaran una clase na- irse que los terrat -cional gobernante en el México independiente. Con mds de cincuenta -no en medio siglo, ningtin grupo domin6 eficazmente el gobierno nacional." z ‘Dado que luch6 por impedir el cambio institucional, la I importante al desarrollo econ6mico, aun ‘tamente econdmicas no obstaculi i servadora hace imposibl tema de tenencia de la tierra fue un obstéculo importante al avance econ6mico. La base social del movit fue determinada por la naturaleza de las relaciones por el tipo de relaciones entre una estrecha capa de la él —como sea que hiciera sus fortunas— y el gobierno central. Tanto en el México coloniai como en el independiente, ha sido brillantemente precisa la observaci6n de Enrique Semo: “El feudalismo en México es més fuerte en la superestructura que en el modo de la producci6n.” Por una multitud de razones en las que no es necesario detenernos, el liberalismo surgié triunfante del torbellino post-independiente en México. La cltima esperanza de restauraci6n de un tipo de gobierno co- onial terminé cuando el efimero régimen del emperador Maximiliano rurales, sino econémica “‘®Conteloe, La Primera Repdbilca Federal de México, pg. 43, ico de México y de sus rio nacional, que pas6 a fsmo en la minerfa y la agricultura de la ‘2Bnrique Semo, “El desarrollo del cay pag. 5 Nueva Espafia", en Historia y Sociedad, 5

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