= BAYLON, Christian y Paul Fabre. 1994. La semintica. Espatia: Paidos.
1. Presentacién de la semantica lingiiistica
1. La seméntica como ciencia del lenguaje
Normalmente, acostumbramos a inscribir bajo el nombre de
semdntica el estudio del sentido. Pero hay que elegir entre las
tealidades que se relacionan con el sentido. Un gesto, por ejem-
plo, el de alzar el dedo indice y ponerlo delante de los labios ce-
Frados, tiene por sentido reclamar el silencio. Sin embargo, no
nos ocuparemos aqui del sentido de estos gestos. Trataremos de
la semantica lingii(stica, es decir, de la seméantica que estudia el
sentido en el lenguaje, y m4s exactamente en las lenguas natura-
les. A diferencia de las lenguas artificiales como el esperanto,
creadas a partir de las lenguas naturales, éstas por ejemplo, el es-
pafiol, el francés, el chino —se cuentan por millares—, se llaman
asi por su naturaleza: los grupos humanos las practican sin que
ninguna persona en concreto las haya creado. En cuanto al térmi-
no de lenguaje, se podria definir, o bien como el conjunto de las
Jenguas, o bien como la facultad que tienen los seres humanos de18 EL AMBITO DE LA SEMANTICA LINGUIS
ICA
aprender y de utilizar estas lenguas. En definitiva, ambas defini-
ciones resultan ser lo mismo.
Pero el adjetivo «lingiifstico» aparece también sustantivado
cuando se aplica a un grupo de disciplinas cientificas, conocidas
como lingiiistica o ciencias del lenguaje, cuyo objeto de estudio es
precisamente el lenguaje, y entre las cuales se incluye la seméantica.
La seméntica constituye una especialidad esencial, ya que el len.
Buaje esta concebido para significar, para comportar un estudio
La semdntica, entendida como componente de la lingilistica,
depende asf de Ja ciencia en general. Sin Hegar aqui a desarrollar
la nocién de ciencia, recordaremos que pertenece a la ciencia
todo estudio que, en un determinado campo, investiga firmemen-
te en el saber guiandose por unas garantfas preestablecidas de mé-
todo y de objetividad. Aunque el grado de certeza al que-se lega
varia segtin el campo de estudio.
Asi ese grado de certeza se considera menor en las ciencias
humanas, de las que depende la semantica, que en las ciencias de
la materia. No obstante, y dado que la semantica progresa, se hace
necesario unir la modestia a la esperanza en el futuro.
2. Sentido y signo
No hay sentido sin signo. En esta afirmacién se fundamenta
un amplio sector de disciplinas, la semiologia o la semiética (del
griego seméion «signo»). En semiologfa, la ciencia de los signos,
se incluyen tanto Ja lingiifstica como su componente semdntico.
Desde esta perspectiva, el lenguaje se concibe como un conjunto
de signos; los mas caracteristicos, o al menos los més conocidos,
son las palabras.
2.1. Los componentes del signo
Segiin la semiologfa, un signo es una entidad compuesta de
dos elementos indisociables: por una parte, un elemento percepti-
ble, por ejemplo, una imagen, 0 un sonido, simple 0 complejo, en
definitiva, una forma; por otra parte, una significacidn (un senti-
do, si se prefiere). Asi, el cartel «peligro» del codigo de circula-
cin es un signo. Su forma consiste en una barra vertical y oscura
sobre un fondo triangular claro que descansa sobre uno de sus la-
dos; el sentido consiste en situarlo en una zona peligrosa.PRESENTACION DE LA SEMANTICA LINGOISTICA 19.
En un registro no técnico, raramente se habla de signo respec
to al Jenguaje, aunque los semidlogos y lingijistas lo hacen cont
nuamente. Por otra parte, se denomina signo a todo aquello que
es visible. Ahora bien, en semiologfa y en lingilfstica, signo se
emplea para designar al conjunto de forma, audible o visible, y su
significacion. El lingilista suizo Ferdinand de Saussure propuso
que se lamara significante a la forma y significado a la significa-
cion, mediante la oposicién entre el participio activo y el pasivo
del verbo significar; asf aparecen de forma solidaria los dos com~-
ponentes del signo. Los hay que prefieren hablar de expresién y
de contenido.
Para aclarar las ideas mediante un ejemplo, la palabra caba-
Ilo, que es un signo, esté compuesta por un significante (por una
expresion) correspondiente a una serie tanto de sonidos orales
como de letras en su escritura; y por un significado (por un conte-
nido), el sentido tal y como lo describen los diccionarios y que se
constituye de una sola realidad psicolégica (veremos que el signi-
ficado no es el animal en concreto). La palabra es un signo gra-
cias a la relaci6n que se establece entre el significante y el signifi-
cado. Formas y significaciones, en otros términos, significante y
significados, contenido y expresi6n, son las dos caras, los dos
planos del signo y, generalmente, de la lengua
2.2. La arbitrariedad del signo lingiitstico
Mientras la expresién concierne ante todo a los sonidos —hay
que guardar un lugar para la escritura, aunque ésta sea secunda-
ria—, el contenido tiende a ser tan variado como la realidad a la
que se aplica y que es el correspondiente del espiritu. El signifi-
cante no tiene ninguna necesidad de parecerse a la realidad desig-
nada, aunque esto ocurra en algunas ocasiones (el significante
onomatopéyico cuchichi, por ejemplo, se parece a los sonidos del
canto de un gallo). En verdad, importa poco qué significante pue-
da corresponder a segiin qué significado. Esta arbitrariedad apa-
rece abiertamente cuando comparamos distintas lenguas entre
si: dos palabras cuyo sentido es practicamente idéntico, por ejem-
plo, hijo en espafiol y Sohn en alemén, tienen formas muy dife-
rentes. Igualmente, a lo largo de la historia de una lengua, la for-
ma de una palabra puede sufrir modificaciones sin que cambie el
sentido: hace mil ochocientos afios la forma correspondiente al sig-
nificado de hijo era filium.20 EL AMBITO DE LA SEMANTICA LINGUISTICA
Si los significantes lingilisticos tuvieran que concordar Gnica-
mente con los significados que tuvieron que ver con los sonidos,
las realidades susceptibles de ser nombradas pertenecerian a un
sector muy restringido del universo. Afortunadamente, esto no es
asi. Gracias a la arbitrariedad, cualquier significado puede encon-
trar un significante. Esta facultad asegura que los signos lingiifsti-
cos gocen de cierta omnipotencia, la capacidad de tener significa-
ciones que atafian a cualquier Ambito.
Frecuentemente, se ha objetado que habrfa que considerar la
relaci6n constitutiva del signo lingtifstico como necesaria: una
vez establecido, se impone a los individuos, que se ven obligados
a utilizar signos so pena de no hacerse entender. Pero este otro
punto de vista, lejos de contradecir lo precedente, es complemen-
tario. Dado que el signo es arbitrario, no hay razones suficientes
para que la situacién cambie. Sin necesidad de obstaculizar el
cambio, este estado contribuye de hecho a la estabilidad de las
lenguas
2.3. La doble articulacién
En un signo lingiifstico, el significante esta formado por una
serie de constituyentes con realizacién fénica, los sonidos del
lenguaje, més exactamente los fonemas. En una lengua dada, la
lista es corta: generalmente algunas decenas. En s{ mismos, los
fonemas no tienen sentido, pertenecen al nivel de la expresién.
Pero aseguran en este nivel una estructuracién que encontramos
en el signo.
Ya en el nivel de los signos, donde la expresion corresponde a
un contenido, mientras en la mayor parte de los sistemas de co-
municacién los signos se emplean aisladamente, un mensaje lin-
giifstico o un enunciado casi siempre se compone de varios sig-
nos, en ocasiones de un gran ntimero. Su combinacién en el seno
de conjuntos como son las oraciones pone de manifiesto regulari-
dades que describe una disciplina estudiada desde la Antigtiedad,
Ja sintaxis. Por todo ello,.se hace necesario tomar en considera-
cién la combinatoria semantica
Hay que insistir en la eficacia de dicha organizacién. En cuan-
to a la expresion, un reducido ntimero de fonemas, al combinarse,
proporciona una cantidad ya considerable de significantes ele-
mentales a las palabras o constituyentes de palabras. A su vez, lasnae Se
pRESENTACION DE LA SEMANTICA LINGUISTICA 24
palabras, dotadas de contenidos, se combinan en un nimero prac
ticamente ilimitado de enunciados complejos. Esta doble articu-
Jacion (expresin que se debe a Martinet) de los fonemas en sig-
nificantes de signos, primero, y de los signos en enunciados com-
plejos, después, es la que da al lenguaje su productividad y su
originalidad: su productividad, ya que siempre es posible crear
huevos mensajes; su originalidad, porque los mensajes son anali-
zables en elementos generalmente faciles de identificar. Las ca-
tacteristicas del nivel de la expresién aseguran al nivel del con-
tenido su soporte lo que, entre otras ventajas, permite que sea
respetado, al menos relativamente, el principio de composiciona-
lidad, del que trataremos seguidamente.
2.4. Sentido de los signos complejos y composicionalidad 1
Tanto las palabras como las series de palabras, llamadas sin-
tagmas después de Saussure, nos han servido hasta ahora para
ejemplificar los signos del lenguaje. Aunque hay muchas pala~
bras que son en sf mismas signos complejos. Hay, por tanto, sig-
nos que componen las palabras. Al mismo tiempo encontramos
signos elementales, los lamados morfemas 9 monemas, que se
identifican en palabras (como casa) y en partes de palabras (el su-
fijo -ita en casita).
Dado que los signos minimos tienen una significacién en sf
mismos, una palabra compleja deberia tener una significacion
que resultara de las significaciones de los signos que 1a compo-
nen. Pero a menudo una palabra compleja no tiene el sentido que
cabria esperar: a pesar de que en el sustantivo calculista encon-
tramos el verbo calcular y el sufijo -ista de nombre de agente, un
calculista no es el que hace célculos sino el que hace proyectos
para una obra de arquitectura o de ingenierfa. De igual modo, una
oracion puede tener un sentido diferente al de las palabras que la
constituyen. Al decir «;Me pasa la sal?», no se est haciendo
una pregunta real, simplemente se ordena a otro comensal que
pase la sal. Al jefe que quiere hablar con uno de sus empleados se
le puede decir que éste «est4 enfermo», indicando asf que el em-
pleado esté ausente. Por estas razones, el significado global de un
enunciado est lejos de reducirse al sentido directamente vincu-
lado a los signos.
En consecuencia, el lenguaje natural no obedece siempre al
principio de composicionalidad, segtin el cual el valor de una se-22 EL AMBITO DE LA SEMANTICA LINGUISTICA
cuencia de elementos se deduce estrictamente del valor de los ele-
mentos, por una parte, y de las reglas de combinaci6n, por otra
También los légicos han denunciado a menudo la falta de rigor de
Jas lenguas naturales. Pero seguin otros, mds realistas, tales como
Wittgenstein, esto se encuentra en la naturaleza misma de las len-
guas, dado que no es posible concebirlas sin composicionalidad
Asimismo, el estudio de los sentidos derivados, sentidos figura-
dos, y sentidos implicitos desempefiaria un papel esencial en la
seméntica contempordnea.
3. Qué es el sentido?
3.1. El sentido no es el referente
Un modo titil, aunque incompleto, de caracterizar el sentido
es indicar primeramente lo que no es. Si integramos la palabra
caballo en la oracién: «Hemos apostado que este caballo ganar
la carrera», estamos ante un caballo de carne y hueso. Pero este
caballo real no forma parte de la palabra, no es el sentido. Se tra-
ta de lo que Ia palabra designa y que los lingilistas llaman el refe-
rente. Los légicos arguyen, con gran sentido del humor, que a di-
ferencia del animal, el referente, la palabra caballo no galopa.
Dado que el lenguaje se utiliza normalmente para evocar refe-
rentes, en ellos es donde los usuarios del lenguaje concentran su
atenci6n.
Estén, por tanto, implicadas tres entidades: 1) la forma de la
palabra, todavia Namada significante, expresion, 2) su significa-
cidn (su significado, su contenido), 3) su referente, que no forma
parte de la palabra. La semiologfa se sirve también, para describir
el funcionamiento del signo, de un esquema Iamado tridngulo
semidtico
significado
significante referentePRESENTACION DE LA SEMANTICA LINGUISTICA 23
‘Aunque no sea en sf mismo el referente, el sentido constituye
generalmente un modo de acceso al referente. El légico aleman
Frege hablaba de «modo de donacién» del referente. Un ejemplo
ya clasico lo hallamos en las expresiones el vencido de Waterloo
y el vencedor de Austerlitz, que se refieren por vias diferentes al
mismo individuo, el emperador Napole6n (también es posible de-
signarlo por este nombre propio).
Sin embargo, un enunciado es aparentemente real de una for-
ma un tanto especial si evoca un mundo imaginario, en el que los
seres y los objetos que se nombran no poseen otra realidad que la
que les otorga la imaginacién que los ha concebido. Robert Martin
califica de proyectivas las palabras referenciales que sirven para
crear universos del discurso puramente ficticios al «proyectar»
fuera de ellas mismas las entidades a las que parecen referirse. Asi
sucede en los cuentos de hadas: «Habfa una vez una princesa...».
Por otra parte, hay palabras que no tienen un referente real, como
por ejemplo unicornio, dado que este término designa un animal
fantastico que s6lo tiene usos proyectivos. Por supuesto, otras pa~
labras, en particular las palabras gramaticales, dan la impresion de
no ser ni referenciales ni proyectivas. En el caso de «Villa de Ma-
drid» no esta claro cual seria el referente de la preposicion de.
3.2. Pero es posible confundir sentido y referente
Cualquier palabra permite una serie de usos referenciales de
tipo esencial. Volviendo al de de «Villa de Madrid», podemos
afiadir que «de sefiala la unién entre los dos sustantivos», donde
el referente es precisamente la palabra de. Nos encontramos en el
mismo caso cuando estamos ante palabras referenciales: en «defi:
namos caballo», lo que constituye el referente es el propio signi
ficado de la palabra.
Veamos otro ejemplo de esta complicacién. Un libro de gra-
mitica espafiola escrito en espafiol usa el espafiol y sus palabras
para describir el espajiol y sus palabras. Leemos extrafiados, aun-
que no por ello sea incorrecto, que «la palabra nombre es un
nombre». El elemento lingiifstico que es una palabra, en este caso
nombre, se sirve de su propio referente. Este es el uso Hamado
metalingiitstico, y Namamos metalengua (0 metalenguaje) al con-
junto de palabras que forman parte de una lengua natural y cuyos
referentes son la lengua misma y sus componentes: por ejemplo,
los términos técnicos de la gramatica.24 EL AMBITO DE LA SEMANTICA LINGUISTICA
En este caso, se da una cierta reflexividad del lenguaje. Meta-
foricamente, el término evoca la reflexién de la luz: una persona
que se mira en un espejo percibe su propia imagen porque ésta, la
emitida, vuelve, se refleja mediante el espejo. De igual modo,
todo lo que va de Ia palabra a su referente vuelve a la palabra,
cuando el referente es la palabra en si misma
Es posible encontrar otras muestras interesantes de esta refle-
xividad en otras lenguas. Cuando prometemos diciendo «yo pro-
meto», el acto de prometer se cumple en el momento en que lo
significado por el verbo, inseparable del enunciado usado para
describirlo, es, al mismo tiempo, significado y referente. Este es
un hecho en el que la lingtifstica contemporanea ha insistido mu-
cho. Paradéjicamente, el hecho de decir es un acto en si mismo,
con lo cual decir es hacer, segtin un libro célebre (Austin, 1970).
3.3. El sentido con o sin referente
{De qué clase es el sentido de las palabras cuando éstas no se
ven orientadas hacia un referente? En primer lugar, no debemos
formarnos una concepcién estrecha. Nadie admitirfa que la inter-
jeccién jchito! est desprovista de sentido. Significa una peticion
de silencio, sin ser del todo referencial. Las palabras y los enun-
ciados referenciales son en principio los que pueden ser califica-
dos de verdaderos o falsos, segtin sean 0 no acordes a la realidad
descrita (0 los casos en los que se trate de usos proyectivos que se
evocan en un nivel superior). Pero éste no es el caso de los enun-
ciados «jchito!», palabra-oracién, 0 de «yo prometo», que ya he-
mos comentado. El primero no puede ser ni verdadero ni falso.
Depende de otra consideraci6n. En tanto que peticién de silencio,
es un acto que desembocar4 en un éxito, si se obtiene silencio, o
en fracaso, si ocurre lo contrario. En cuanto al enunciado «yo
prometo», consigue el éxito casi automaticamente: la promesa se
hace a partir de haber emitido el enunciado; diferente asunto sera
Si se trata de una imposici6n 0 si es sincera. La lingiiistica actual
conffa a una disciplina Hamada pragmatica (del griego pragma
«accién») el estudio de los actos del lenguaje.
Por lo demas, en los enunciados en los que en lugar de inten-
tar describir la realidad se pretende el éxito, es decir, modificar
la realidad (tales como «cierra la puerta», «jchito!»), casi siem-
pre hay un aspecto referencial. En cierto modo, son proyectivos:
evocan un futuro que favorecen y en el que instituyen la realiza-pRESENTACION DE LA SEMANTICA LINGUISTICA
pp
cién del mismo hecho que emiten. La diferencia entre enunciados
de constatacion, cuya principal funcién consiste en describir, y
enunciados activos, en los que decir equivale a hacer, es menor
de lo que parece. Se hace por tanto necesario acercar la semdntica
tradicional, interesada sobre todo en los enunciados referencia-
les, a la pragmdtica, en la que el cumplimiento de actos gracias al
lenguaje puede ser considerado parte integrante del sentido.
De todos modos, se descarta identificar el sentido de una pa-
Jabra o de una expresidn con el conjunto de los fenémenos psico-
J6gicos que entran en juego en su aparicién. Esto contribuiria a
alargar indebidamente la nocién. Si se pretende que en la signifi-
caci6n de una palabra como mesa intervenga la totalidad de ima-
genes que es susceptible de evocar en el individuo el conjunto de
conocimientos que tiene de los referentes, surgen numerosas difi-
cultades. Es preferible limitar el sentido no en lo que tiene efecti-
varnente en comtin —en el sentido, puede no haber acuerdo entre
los interlocutores—, sino al menos en lo que esté condenado a ser
comiin, en el nivel de contenido, entre los participantes en el in-
tercambio lingiifstico.
Lingilistas alemanes como Heger 0 Baldinger han propuesto
sustituir el rridngulo semidtico (véase supra) por un trapecio se-
miético con cuatro componentes en el que figura el concepto (tér-
mino, por otro lado, poco satisfactorio), ademas del significante
del significado y del referente. Es, no obstante, s6lo un esquem:
significado concepto
significante referente
4. Naturaleza del sentido y funcionamientos semanticos
Recapitulemos. Sentido y referente son en principio distintos
aunque a veces se confundan: el primero esta necesariamente «en
la mente» de las personas, mientras que el segundo forma parte del
mundo exterior. Naturalmente, el vinculo entre el sentido, reali-
dad psicolégica, y el referente, en general otra realidad diferente,26 EL AMBITO DE LA SEMANTICA LINGUISTICA
se da gracias a los conocimientos que los usuarios tienen del refe-
rente: un referente totalmente ignorado es totalmente extrafio a
los funcionamientos semdnticos. Acabaremos esta presentacién
describiendo dos o tres aspectos de estos tltimos
En primer lugar, para quien quiera cumplir con las exigencias
de un materialismo cientifico (otra cuestién es la del materialis-
mo metaffsico), es decir, que todos los hechos de los que se ocupa
la ciencia se inscriban en la materia, los fendémenos semanticos
no podrén ser descritos rigurosamente sin ayuda de la neurofisio-
logfa, a la que compete la descripcidn de los procesos fisico-qui-
micos en cuestin. Que hasta el momento no haya sido posible
hacerlo de una manera satisfactoria no significa que no se pueda
lograr. Al menos, asf cabe esperar del progreso reciente de las
neurociencias, que se apoyan en modelos informaticos, la psico-
logia cognitiva y la misma lingiifstica.
En segundo lugar, no se puede adquirir una experiencia valida
o global de las realidades semAnticas cifiéndose exclusivamente al
estudio aislado de un organismo y de su cerebro, porque la activi-
dad lingiiistica es fundamentalmente didlogo. Una colaboracién
—se habla también de negociacién (a veces conflictiva)— se
fundamenta en el sentido entre los participantes durante el inter-
cambio lingiifstico. No hay que olvidar que el proceso seméntico
—el funcionamiento del programa de sentido, como se dice con
toda naturalidad hoy en dia utilizando una metdfora informati-
ca—, no es independiente del que entra en funcionamiento en cada
participante. Por tanto, es necesario tener en cuenta esta interac-
cidn. Las realidades semanticas son movibles porque dependen
de las relaciones, cambiantes, que se dan entre los seres humanos.
Si, como se dice a menudo, una verdadera lingiifstica sdlo puede
ser sociolingtifstica, habrfa que insistir mucho en la dimensién
sociosemdntica de una verdadera semantica.
Se impone, por tanto, una concepeién dindmica del sentido y
del lenguaje, que no se reduce a un conjunto de conocimientos al-
macenados de una vez por todas en la memoria de los usuarios.
Se perfecciona siempre de manera ms o menos original cada vez
que los seres humanos hablan, escriben, leen 0 comprenden. Ha-
bria que insistir mucho en la importancia de los usos en esta acti-
vidad. Asi, para permitir que el auditorio identifique un referente
no es suficiente con que el sentido léxico de la palabra lo designe.
Para responder a la pregunta «jconoce usted esta ciudad?», hay
que saber de qué ciudad se trata, hay que saber si el demostrativo
esta se refiere precisamente 0 bien al contexto de uso, por ejem-PRESENTACION DE LA SEMANTICA LINGUISTICA 27
plo, el nombre de una ciudad que se acaba de citar, o bien a la si-
tuacion de uso, a la ciudad en la que se encuentran los interlocu-
tores.
Se dan asf, al menos, dos niveles de sentido: por una parte, el
sentido de uso —otros prefieren lamarlo efectos de sentido, sen-
tido del discurso, sentido actual, sentido textual, sentido contex-
tual, igual que es posible, en lugar de sentido de lengua, hablar de
sentido potencial, ctc.—. El ms interesante es el sentido de uso,
dado que presenta una infinita variedad.
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