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COMBATE ESPIRITUAL, POR EL V. P. D. LORENZO ESCUPOLI, DEL ORDEN DE LOS PP. CLERIGOS REGULARES DE SAN CAYETANO. FRADECEDO BBL ITALIANO POR D. DAMIAN GONZALEZ DEL CUETO, y Feducido a la pureza del original por el padre D. BAMON GUNINEL, del mismo érden. NUEVA EDICION CORREGIDA CON ESMERO. TOMO I. Con aprobacion del Ordinario. LIBBEBIA BELIGIOSA. Mayo de 1880. Vos hodie contra inimicos vestros pugnam committi- tis: non pertimescat cor vestrum, nolite metuere, nolite cedere, nec formidetis eos quia Dominus Deus vester in ‘medio vestri est, et pro vobis conira adversarios dimica— bit, ut erwat vos de periculo. (Deuter. xx , 3 et 4). Vosotros entrais hoy en batalla contra vuestros enemi— 0S: no desmaye vuestro corazon, no os intimideis, no volvais pié atrés, ni les tengais miedo; porque el Sefior Dios vuestro esta en medio de vosotros, y peleara por vosotros contra los enemigos , para sacaros del peligro. ELOGIOS DEL COMBATE ESPIRITUAL, sacados de las obras de san Francisco de Sates, Obispo de Ginebra, y su discipulo el Ilmo. Camis. El Combate Espiritual es uno de aquellos li- bros excelentes, cuyo solo titulo es su mayor elogio. Los hombres mas eminentes del siglo xvii se han derramado en sus alabanzas ; pero la mayor prueba de su excelencia y precio, son las que ha merecido de san Francisco de Sa- les, el cual lo proponia como unica instruccion alas almas que aspiraban 4 la perfeccion cris- tiana, como se vera en los honresos elogios.que este gran Santo le hace, especialmente en sus cartas. En el libro de Ja Introduccion 4 la Vida Be- vota, llamado comunmente Ja Philotea, en la parte segunda, capitulo xvi, encomienda el Santo la leccion del Combate Espiritual, y le propone con algunos libros de Santos Padres, y 1 T. 1L.— Xvi. VI de autores muy ilustrados, y que fueron dotados de grande sabiduria en materia de espiritu. En las cartas del mismo Santo, parte primera, libro 1, carta 32, instruyendo’a una viuda enel modo de servirse de la imaginacion para medi- tarla dice: El libro del método de servir d Dios es muy bueno; pero confuso,.y'no 08 conviene : el Combate Espiritual trae con mejor orden, mejor claridad , y con distinction , lo necesario para vuestro provecho.- En la carla 55, dando algunos consejos 4 una viuda, dice: El Combate Espiritual es un gran libro: yo quince afios que le llevo continuamente en el bolsillo, nunca le he leido sin sacar algun provecho. En la misma parte, libro im, carta 46, prescri- biendo algunos ejercicios de devocion 4 una sefiora casada, dice en el fin: Leed frecuente- mente el Combate Espiritual , yo os encomiendo mutho este libro. En la segunda parte, libro rv, carta 94, escri- biendo 4 una viuda, y exhortandola 4 la sim- plicidad y pureza de corazon, y 4 no desear con robrada eficacia verse libre de las tentaciones, ladice: Amada hija mia, leed el capitylo xxix (en la presente obra es Lix) del Combate Espiri- tual, que es mi libro favorecido y privilegiado: yo hé diez y ocho aitos que le Wevo siempre con- migo, y no le leo jamds sin fruto y provecho. Vil Julio 24 de 1607. Esta carta se registro en los Pprocesos de la beatificacion y canonizacion del Santo. . : En la misma segunda parte, libro v, carta 48, exhortando 4 una Religiosa Abadesa 4 la paz interior , dice: Amada hija mia , leed los capi- _tulos xv , xvi yxvui del Combate Espiritual , y unid su doctrina é lo dicho: y esto basta por ahora. En el mismo lugar , carta 75, escribiendo 4 una sefiora viuda, y consolandola en la muerte de un hijo suyo, dice: Conviene que hagamos una vez en la semana un ejerctcio particular de querer y amar mas vigorosamente la voluntad de Dios ; esto es, mas tiernamente y mas amorosa- tmente que ninguna cosa del mundo; y esto no so- lamente en los accidentes que nos parecen tole- rables , sino tambien en los mas insufribles. Vos hallaréis un no sé qué para este intento en el Combate Espiritual ; que es et libro que tantas neces 08 he encomendado. Hija mia, para decir Ja verdad , esta doctrina es alta ; pero Dios , que nos la dicta y ensena en este libro, es altisimo. El Iustrisimo Seior Don Pedro Camis, Obis- po de Belley , en el libro que intituld : E) Espi- ritu de san Francisco de Sales, parte tercera, seccion x1i, que se titula del Combate espiri- tual, dice: Este libro todo de oro (habla del libro de la Imitacion de Cristo) ewcede & toda alaban- Vat za; pero con todo esto no era este el libro que aconsejaba mas nuestro Padre, sino el Combate Espiritual: este era su libro privilegiado y fa- vorecido. El mismo autor en la parte séptima, seccion vil, que tiene por titulo: De los libros de Devo- cion, dice: Tres libros pequefios de devocion eran los que nuestro Santo tenia en alta estima- cion: el primero era el Combate Espiritual: este, hermanas mias , es el libro de que tantas veces os he hablado : este es el libro que os encomendé tan particularmente el mismo Santo , y que en- comendaba con particular estudio d sus discipu- los , confesdndoles que lo habia ilevado consigo diez y siete aftos, continuos , leyendo todos los dias algun capttulo , y siempre con nuevas luces del cielo. EI mismo autor en el libro citado, parte de- cimacuarta, seccion xv, que tiene por titulo: Consejo & un Director espiritual, dice: Yo le pregunté un dia gquién era su director 6 maes- tro de espiritu? y me respondié , sacando ‘del bolsillo el Combate Espiritual : Este es el que con la divina asistencia me ha gobernado desde mi juventud : este es mi maestro en las cosas de esptritu y dela vida interior. Después que sien- do estudiante en Padua un Padre Teatino me did noticia de él, y me aconsejé le leyese , he se- guido su parecer y me hatlo muy bien conél. Fue 1x compuesto por una persona muy grave de agtella Tlustre Congregacion, que oculté su nombre par- ticular , y le dejo correr con el de su Religion, que se sirve de él en la misma forma que los VV. PP. de la Compafiia de Jesus del libro de los Ejercicios de su Santo P. Ignacio de Loyola. Nora Hemos suprimido algunas citas de san Francisco de Sales por creer bastantes las que van puestas, y tambien las de los otros au- tores que se han esmerado en elogiar el Combate Espiritual para no fastidiar 4 nuestros lectores. ( Nota de les Editores). Google XI AL SUPREMO CAPITAN © J gloriosisimo triunfador JESUCRISTO, HISO DE MARIA SANTISIMA Y SENOR NUESTRO. Siempre agradaron, Seftor, 4V.D.M. los sacrificios y ofrendas que los mor- tales hacen con pura intencion de vues- tra santisima gloria: por esta razon os ofrezco este breve tratado del Comba- te Espiritual. No me desanima que la ofrenda sea pequeiia : porque no igno- TO que sois aquel sublime Sefior que se deleita en las cosas humildes y despre- cia las grandezas del mundo, sti ambi- ~ cion y sus vanidades. Pero, ,cdmo pudie- xu rayo, sin grave delrimento mio, y sin que se me imputase 4 culpa, dedicarle 4 otro que 4 V. D. M., Rey del cielo y de la tierra? Los documentos de este libro salieron de vuestra escuela, y vuestra es su doctrina ; pues nos ensefiais y man- dais que -~ Desconfiando de nosotros , Confiemos en Vos, Combatamos, y oremos. Ademis , en todo el Combate se necesita de un cabo experimentado que guie los escuadrones, y anime los soldados, que tanto mas valerosamente pelean , cuanto creen mas invencible al capitan, debajo decuya bandera militan; y gno tendréne- cesidad de un valeroso y experimentado caudillo este Espiritual Combate? A Vos, pues, poderosisimo Jestis , escogemos por nuestro capitan, todos los que estamos resueltos 4 combatir con nuestras pasio- nes , y 4 vencer 4 nuestros enemigos: 4 xn Vos, digo, que habeis vencido al mundo y al principe de las tinieblas, y con vues- tra preciosisima sangre y sacratisima pasion y muerte habeis fortalecido la fragilidad de los que valerosamente pe- learon, y peleardn hasta la fin del mun- do. Cuando disponia, Sefior; y ordenaba este Combate, me ocurrian 4la memoria aquellas palabras de vuestro vaso de elec- cion: Non quod suficientes simus cogita- re aliquid & nobis, quasi ex nobis‘; que sin Vos y sin vuestra asistencia, no po- demos tener un solo pensamiento que sea bueno; ,cémo, pues, podrémos solos pe- lear con tantos y tan poderosos enemigos, yno caeren las ocultasredes que tienden, ni en los lazos * que para nuestra ruina disimuladamente nos arman? Vuestro es, Sefior, este Combate por todas razones; porque, como he dicho, vuestra es su 1 Cor. m, 5. 2 Psalm. cxxxix, 6. . XIV doctrina, y vuestros son los que militan en esta espiritual milicia , entre los cua- ._ les estamos alistados los Clérigos Regla- res Teatinos; y asi postrados todos 4 vuestros sacratisimos piés , os pedimos que acepteis ésta ofrenda, y recibais este Combate , moviendo siempre , y esfor- zando nuestra flaqueza con el auxilio de vuestra gracia actual, para pelear gene-. rosamente ; estando, como estamos cier- tos, que combatiendo Vos en nosotros *, Y con nosotros, alcanzarémos la deseada victoria , para gloria vuestra y de vues- tra madre, Maria santisima nuestra Se- flora. Vuestro mas humilde siervo, redimido con vuestra preciosisima sangre, Lorenzo Escupoli, C.R. t Judit. v.—S. Ciprian. ad Martir, et Gonfess. epist 8. COMBATE ESPIRITUAL. PRIMERA PARTE. Non coronabitur, nisi qui legitime certaverit. (1 Timot, 11, 25). CAPITULO I. En qué consista la perfeccion eristiana, y para adquirirla es necesario pelear y combatir; y de.cuatro cosas que.se re quieren para este Combate. Si deseas, 6 hija muy amada en Jesu- cristo, legar al mas alto y eminente gra- do de la santidad y de la perfeccion cris- tiana, y unirte de tal suerte 4 Dios, que yengas 4 ser un mismo espiritu con él, que es la mayor hazaiia y Ja mas alta y gloriosa empresa que puede decirse é ima- ginarse, conviene que sepas primeramen- Google te — 16 — te en qué consiste la verdadera y per- fecta vida espiritual. Muchos, no atendiendo 4 la gravedad de la materia, creyeron que la perfeccion consiste en el rigor de la vida, en la mor- tificacion de Ja carne, en los cilicios, dis-’ ciplinas, ayunos, vigilias y en. otras pe- nitencias y obras exteriores. Otros, y particularmente Jas mujeres, cuando rezan muchas oraciones, oyen mu- chas misas, asisten 4 todos los oficios di- vinos, y frecuentan las iglesias y comu- niones, creen que han Ilegado al grado supremo de la perfeceion. Algunos, aun de los mismos que pro- fesan vida religiosa, se persuaden 4 que la perfeccion consiste Gnicamente én fre- cuentar el coro, en amar la soledad y el silencio, y en observar exactamente la disciplina regular y todos sus estatutos. As{ los unos ponen todo el ‘fundamen- to de la perfeccion evangélica en estos: Jos otros en aquellos 6 semejantes ejerci- cios; pero es cierto que todos igualmente een —17— % se engaiian , porque no siendo otra cosa las mencionadas obras que 6 disposicio- nes y medios para adquirir la santidad, 6 frutos de la santidad misma, no pue- de decirse que en semejantes obras con- sista la perfeccion cristiana y el verdadero -espiritu. . No es dudable que son medios muy poderosos para adquirir la verdadera per- feccion y el verdadero espiritu, en los que las usan con prudencia y con discre- cion para fortificarse contra la propia ma- licia y fragilidad, para defenderse de los asaltos y tentaciones de nuestro comun enemigo ; y en fin, para obtener de la, misericordia de Dios los auxilios y socor- ros que son necesarios 4 todos los que se ejercitan en la virtud, y particularmente 4los nuevos y principiantes. Son tambien frutos del Espiritu Santo -en las personas verdaderamente espiritua- les y santas, las cuales afligen y mortifi- can su cuerpo para castigar sus rebeldias pasadas contra el espiritu, y para humi- . — 18 — Marlo y tenerlo sujeto 4 su Criador : vi- ven en la soledad y en una entera abs- traccion de las criaturas para preservarse ‘de los menores defectos y no tener con- versacion sino en el cielo (Phil. m, 20) con los angeles. y bienaventurados : oca- panse en el culto divino y en las dbyenes obras : vacan 4 Ja oracion, y meditan en Ja vida y pasion de nuestro Redentor, no por curiosidad, ni por gustos 6 consele- ciones sensibles,'mas por conocer mej6r la bondad y misericordia divina y la in- gtatitud y malicia propia; por ejercitarse mas cada dia al amor de Dios y al odio .de si mismos, siguiendo con la-cfuz: y con la renunciacion (Matth. xvr,.24) de la propia voluntad, los pasos del Hijo de Dios: frecuentan los Sacramentos sin otro fin que el del honor y gloria de Dios, y de unirse mas estrechamente con sy di- vina Majestad, y de cobrar nuevo vigor y fuerza contra sus enemigos. Lo contrario sucede é las almas imper- fectas, que ponen todo el fundamento de — 19 — su devocion en las obras exteriores, las cuales muchas veces son causa de su per- dicion y ruina, y les ocasionan mayor da- fio que los pecados manifiestos : no por- que semejantes obras no sean buenas y loables en si mismas; sino porque se ocu- pan de tal suerte en ellas, que se olvidan enteramente de la reforma del corazon, y de velar sobre sus movimientos; y dején- dole que siga libremente sus inclinacio- nes, lo exponen 4 las asechanzas y lazos, del demonio; y entonces este maligno es- piritu viendo que se divierten y apartan del verdadero camino, no solamente las deja continuar con gusto sus acostumbra- dos ejercicios, pero lena Ja imaginacion de quiméricas y vanas ideas de las deli- cias y deleites del paraiso, donde pien- san algunas veces que se hallan ya entre los coros de los angeles, como almas sin- gularmente escogidas y privilegiadas, y que sienten 4 Dios dentro de si- mismas. Usa tambien del artificio de sugerirles en” Ja oracion pensamientos sublimes, curio- — 20 — "sos y agradables, 4 fin de que imagimdn- dose, como san Pablo, arrebatadas al tercer cielo (1, Cor. xi, 2), y persua- diéndose 4 que no son ya de esta baja region del mundo, vivan en una abstrac- cion total de si mismas, y en un profun- do olvido de todas aquellas cosas en que deberian mas ocuparse. Mas en cuéhtos errores y engaiios vi- van envueltas semejantes almas, y cudn ,léjos se hallen de la perfeccion que va- mos buscando, se puede reconocer facil- mente de su..vida y de sus costumbres; porque en todas las cosas grandes 6 pe- quefias desean ser siempre preferidas 4 los demés : son caprichosas, indéciles y . obstinadas en su propio parecer y juicios y siendo ciegas en sus propias acciones, tienen siempre los ojos abiertos para ob- servar y censurar las ajenas, y si a]guno las toca, aunque sea muy levemente, en la opiion y estimacion que tienen cork cebida de si mismas, 6 las quiere apar- tarde aquellas devociones en que sa ocu- — 21 — pan por costumbre, se enojan, se turban y se inquietan sobremanera; y en fin, si Dios para redueirlas al verdadero cono-. emmiento de si mismas, y al camino de la perfeceion, les envia. trabajos, enferme- dades y persecuciones (que.son:las prue- bas mas céertas de la fidelidad de sus sier- ves, y que no suceden jamés sin érden . 6 permision de su providencia) entonees descubren su. falso fondo, y su interior corrompido y gastado de la soberbia; porque en-cualquiera sucesos tristes y ale- gres, felices 6 advyersos de esta vida, no quieren conformar su veluntad con la de Dios, ai humiHarse debajo de su divina mano, ni rendirse § sus adorables juicios, no menos justos que impenetrables : ni sujetarse, 4 imitacion de su santisimo Hi- jo, 4 todas Jas criaturas, amando 4 sus perseguidores como. 4 instrumentos de Ja bondad divina, que cooperan 4 su mor- tifeacion , perfeceion y. eterna salud. De aqui nace el hallarse siempre ‘en-un funesto y:evidente peligro de perecer ; 2 T. 1L— Xvi. So porque como tienen viviados y oscure- eidos los ojos con el amor propio y ape- -tito de la propia estimacion, y se mirdn siempre con ellos 4 si mismas, y 4.sas obras exteriores, que de si son buenas, se atribtiyen muchos grados de perfeecion; y llenas de prosuacion y.seberbia censur ran-y condenan 4 los.demés; y 4 veces las deslumbra y ciega.de tal -suerte.su orgullo, que es necesaria una gracia ex- traordinaria del cielo para convertirlas y sacarlas de su engaiio, pues como mues- tra cada dia la experiencia, con mas fa- cilidad se convierte y se reduce al bien el pecador manifiesto , que el-que-se ocul- ta y eubre con el magto de la virtud. De todo jo referido podr&s, hija mia, cémprender con claridad que la vida es- piritual no consiste en alguno de estos ejereicios y obras exteriores; com que sue- Je confundirse la santidad, y: que.son mu- chos{es que en este punto se dejan Pree: cupat de grandes errores. * Si quieres, pues; entender-en qué eon~ — 23 — siste el fondo de la verdadera piedad, y toda la perfeccion del oristianismo, sabe que no consiste en otra cosa, que en co- nocer la. bondad y:la grandeza infinita de Dios, y la bajeza y propension de nues- tra naturalega al mal:en amar & Dios, y aborrecernos 4 nosotros:mismos: en sn- jetarnos no solamente :4 su divina Majes- tad, sino tambiea 4 todas las criataras por-su amoz::.en renunciar enteramente nuestra propia voluntad, 4 fin de seguir siempre la suya; y. sobre todo-en. hacer todas estas cosas Gnicamente por la hon- ra y gloria de Dios, sin otra intencion: 6 fin que agradarle, y porque:su divina Ma- jestad quiere y merece ser amado y ser- vido de sus criaturas. Esta es aquella-ley de amor que -el Espiritu Santo ha grabado en los cora- zones de los justos (Deut. v4, .5.— Matt. xx, 37): esta es aquella abnegacion de si.mismo. y-crucifixion del hombre .inte- rior, tan encomendada .de Jesucristo en el, Exangelio.(sMatt. xvini): este es su yu- — wh go suave y su peso leve (Matt. xt, 22): esta es. aquella perfecta obediencia: que este divino Maestro nosha ensefiado siem- pre con sus palabras y con sus ojemmplos (Phileph. 11). Si aspiras, pues, hija mia, no sola- mente & la santidad, sino 4 la perfeccion de la santidad, siende forzoso para ad- quirirla en este sublime grado combatir todas las inclinaciones viciosas, sujetar los sentidos 41a razon, y desarraigar los vicios, lo cual no es posible sin una apli- cacion infatigable y continua, conviene que con 4nimo pronto y determinado te dispongas y te prepares 4 esta batalla; porque la corona no se da sino 4 los que combaten generosamente (11, Timoth. 11, 28). Pero advierte, hija mia, que asi como esta guerra es la mas dificil de todas, pues . combatiendo eontra nosotros mismos , somos combatidos de nosotros’ mismos (1. Petr. 11), asi la victoria que se alcan- za es la mas agradable 4 Dios, y la fas — B— gloriosa al vencedor : porque quien con valor y resolucion mortifica sus pasiones, doma sus apetitos,y reprime Hasta los menores movimientos de su propia yolun- tad, ejecuta una obra de mucho. mayor mérito dlos ojos.de Dios, que siconser- vando alguna de ellas viva en su corazon, afligiese y maltratase su cuerpo con los mas Asperos cilicios, disciplinas, 6 ayu- nase con mas austeridad y rigor que los antiguos anacoretas del desierto, 6 con- virtiese 4 Dios millares de pecadores ; por- que aunque no es dudable que Dios es- tima y aprecia mas la conversion de una alma considerando este ejercicio en si, que la mortificacion de un apetito 6 deseo desordenado; no obstante ta no debes poner tu principal,cuidado en querer y ejecutar lo que segun su naturaleza es mas noble y mas excelente, sino en obrar lo que Dios pide y desea particularmen- te de ti: y es constante, que Dios se agra- da mas de que trabajes en mortificar tus pasiones, que si dejando viva en tu co- — 6 — razon una sola con voluntad y adverten- cia le sirvieses en cualquiera otra cosa, aunque fuese mas considerable y de ma- yor epnsecuencia. Ya, pues, que has-visto, hija mia, en qué o#nsiste la perfeccion cristiana , y que para adquirirta es necesario que te deter mines 4 una continua guerra contra ti misma, conviene que te proveas de cua- tro cosas, como de armas seguras y ne- cesarias para conseguir la palma y que- dar vencedora.en esta espiritual batalla: estas son, la desconfianza de nosotros mis- mos, la confianza en Dios, el ejercicio y la oracion, de las cuales tratarémos clara y sucintamente con la ayuda de Béos en tos capitules siguientes. . - « CAPITULO HI. . De la destonfianza de si mismo. La desconfianza propia, hija mia, nos es tam neceseria en el combate espiri- 0 aes tual, que sin esta virtud no’ solamente no podrémos triunfar de nuestros enemi- gos, pero ni aun vencer Ja menor 6 la mas leve de nuestras pasiones. Esta verdad debes imprimir y grabar profundamente en tu espiritu; Porque aunque verdaderamente no somos sino un puro nada, no obstante no dejamos de concebir una falsa estimacion de no- sotros mismos, y persuadiéndones sin al- gun fundamento 4 que somos algo, pre- sumimos vanamente de. nuestras propias fuerzas. . Este vicio, hija mia, es un funesto y monstruoso efecto de Ja corrupcion de nuestra naturaleza, y desagrada mucho — alos ojos de Dios, el cual desea siem- pre en nosotros un fiel y profundo cono- cimiento de esta verdad : que no hay vir- tud ni-gracia en nosotros que no proceda de su -bondad, como de fuente y origen de todo bien, y que de nosotros no pue- de nacer algun pensamiento que le sea agradable. — — 28 — Pero si bien esta importante descon- fianza de nosotros mismos es un don del cielo, que Dios comunica 4 sus escogi- dos, ya con santas inspiraciones, ya con Asperos castigos, ya con violentas y cési insuperables tentaciones, ya con otros medios que nos son ocultos ; no obstan- te, porque su divina Majestad quiere que hagamos de nuestra parte todo el esfuer- zo posible para adquirirla, te proppngo cuatro medios, con los cuales, ayudada del socorro de la gracia, infaliblemente la alcanzards. EI primero es que consideres tu vileza y tunada, y reconozcas que con tus fuer- zas naturales no eres capaz de obrar al- gun bien por el cual merezcas entrar en el reino de los cielos. El segundo, que: con fervor y humil- dad pidas frecuentemente 4 Dios esta vir- tud; porque es don suyo, y para obte- nerla debes desde luego persuadirte, no solamente 4 que no la tienes, sino tam- bien 4 que nunca podrés adquirirla por — 99 — ti_ misma. Después postréndote en la pre- ~ sencia del Sefior se la pedirés con fe viva ‘de que por su infinita bondad se dignara concedértela; y si perseverazes constan- te en esta esperanza por todo el tiempo que dispusiere su providencia, no dudes Ja alcanearés. E] tercer medio es que te acostumbres poco 4 poco 4no fiarte de ti misma, y 4 temer las ilusiones de tu propiejuicio, la violenta inclinacion de nuestra natu- raleza al pecado, la formidable multitud de enemigos que nos cercan de todas par- tes, que son sin comparacion mas astu- tos y fuertes que nosotros, que saben transformarse en Angeles de luz (11 Cor. x1, 14), y ocultamente nos tienden lazos en el camino mismo del cielo. El cuarto medio es que cuando caye- sesen alguna falta, entres mas vivamen- te en la consideracion de tu propia fla- queza, y entiendas que Dios no permite nuestras caidas sino solamente-4 fin de que alumbrados de una nueva luz nos — 30 — conozcames mejor y aprendamos 4 me- nospreciarnos como viles criaturas, y con- ° cibamos un sincero deseo de ser menos- preciados de los demds. Sin este menosprecio, hija mia, no esperes adquirir jamés perfectamente la desconfianza de ti misma, la cual se fun- da en. la verdadera humildad, y en un conocimiento experimental de nuestra mi- seria ; porque es cosa infalible y clara, que quien desea unirse con la soberana luz y verdad increada, debe conocerse bien 4 si mismo, y no ser como los so- berbios y presuntaosos, que se instruyen con sus propias caidas, y solo empiezan 4 abrir los ojos cuando han incurrido en algun grave error y desérden de que va- namente imaginaban que podrian defen- derse, permitiéndolo Dios asi 4 fin de que reconozcan su flaqueza, y con esta fu- nesta experiencia vengan 4 desconfiar de sus propias fuerzas. Pero Dios no, se sirve ordinariamente de un remedio tan dspero para curar su — 31 — presuncion, sino cuando los remedios mas faciles y suaves no han producido el efec- to que su divina Majestad pretende. Su providencia permite que el hombre caiga mas 6 menos veces, segun ve que es ma- yor y menor su presuncion y soberbia: de manera, que si alguno no se hallase tan exento de este vicio como lo fue la bienaventurada Virgen Maria nuestra Se- jiora, es constante que no-caeria jamas en alguna falta. Todas Ias veces, pues, que cayeres, recurre sin tardanza al humilde conoci- miento de ti misma, y con ferviente ora- cion pide al Sefior que te dé su luz para que te conozcas tal cual eres verdadera- mente 4 sus ojos, y no presumas de tu virtud ; de otra suerte no dejaris de rein- cidir de nuevo en las mismas faltas, y por ventura cometerds otras mas graves, que causarén la pérdida de tu alma. — 32 — * CAPITULO IL. De la confianza en Dios. Aunque la.desconfianza propia.es tan importante y necesaria en este combate, como hemos mostrado, no obstante, si se halla-sola esta virtud en nosotros y no tiene otros socorros, serémos facil- mente desarmados y vencidos de ‘nues- tros enemigos. Por esta causa es necesa- rio que 4 la desconfianza propia aiiadas una entera confianza en Dios, que es el autor de todo nuestro bien, y de quien solamente debemos esperar la victoria; porque asi como de nosotros que nada somos no potlemos prometernos sino-fre- cuentes -y peligrosas caidas, por cuyo motivo debemos desconfiar siempre de nuestras propias fuerzas; asi con, el so- corro y asistencia de Dios conseguirémos grandes victorias y ventajas sobre nues- tros enemigos, si convencidos perfecta- — 38 — . mente de nuestra flaqueza,armamos nues- tro corazon dé una viva. y generosa .con- fianza en su infinita. bondad. Cuatro: son los:medios con que nen adquirir esta-excelente virtud. El primero es pedirla con areas al Sefior, 08 5 El segundo considerar y mirar con los ojos de la-fe la omnipotencia y: sabidu- ria infinita de aquel Ser soberano, 4 quien nada es imposible ni dificil, y que por susuma bondad y por el exceso.con que nos ama se halla pronto y dispues- to 4 darnos cada: hora y cada instante todo lo-que nos es necesario para Ja vida espiritual, y para la entera victoria de nosotros mismos, como recurramos 4 sus brazos con filial confianza. _Cémo seré. posible que este dulce y amable Pastor, que-por el espacio de treinta y tres afios ha corrido tras la oveja perdida y descaminada (Zuc. xv, 7) con tanto ‘sudor, sangre y costa suya, para reducirla y traerla de los despeiaderos:y — 34— veredas,,peligrosas 4 un camino. santo. y seguro, de la perdicion 4 la:salud., .del dafio al remedio, de Ja maverte 4 la vida? gcémo seri posible que este Pastor idi- vino, viendo que :su -ovejuela le busca. y le sigue.con Ja obediencia de sus precep _ tos, 6 4 lo menos con un deseo sincero, bien que imperfecto y taco, de.obéde- cerle, no yuelva 4 ella sus pjos de vida y de misericordia, no oiga sus gemidos, y no la recoja-amorosamente y la ponga sobre sus divinos hombros , alegréndose con los dngetes del cielo de que vuelva a‘su:redil y ganado, y: deje el pasto ve- nenoso y mortal del mundo por el suave y regalado de-la virtud? Si con tanto ardor y diligencia busca la dracma del Evangelio (idem., 18) que es la figura del-pecador, ,cdémo- seré po- sible que abandone: 4 quien como ove- juela triste y afligida de ao ver 4 su pas- tor lo’ busea y Jo Mama?- . .gQuién. pedré persuadirse 4 que Dios, que. llama eontinuamente 4 la puerta de nuestro corazon (Apoc. in, 21) gpn de- seo de entrar en é] y comuniearse 4 noso~ tros, y colmarnos de sus dones-y gracias, hallando-la ‘puerta abierta, 'y viendo que le pedimos que nos. honre. con.su. visita, no se dignaré de poncoeerno el toe que deseamos?- El tercer medio para adquérin esta san- ta confianza es recorrer con la memoria fas verdades y oréculos infalibles de la divina Escritura, que nos aseguran clara Y expresamente que los que esperan y confian en Dios no caerén jamés-en la confusion (Psalm 1, 17.—Ecel. 1, 41). El cuarto y altimo medio con que jun- tamente podrémos adquirir la desconfian- za de nosotros mismos y la confianza en Dios, es que cuando nos resolyiéremos 4 ejeoutar alguna obra buena, 6 4 comba- tir alguna pasion viciosa, antes de em- prender cosa: alguna, pongamos los: ojws de una parte sobre nuestra flaqueza, y de la otra sobse el poder, sabiduria y bondad infinita de Dios ; y templando el — 36 — temor gue nace de nosotros con Ja segu- ridad y confianza que Dios nos inspira, nos determinarémos 4 ebrar..y. combatir generosamente. Con estas armas, unidas Ala oracion, como dirémos en. su lugar, serds caparz, hija mia, de obrar cosas gran- des, y de conseguir insignes victorias. . Pero si no observares esta regla, aun- que te parezca que obras animada de una verdadera confianza en Dios, te hallaras engafiada ; porque es tan natural en el hombre la presuncion de si mismo, que insensiblemente se mezcla con la confian- za que imagina que tiene en Dios, y con la desconfianza que cree tener de si mismo. Para alejarte, pues, hija mia, cuanto te sea posible de Ja presuncion, y. para obrar siempre con las dos virtudes que son opuestas 4 este vicio, es-necesario que la consideracion de tu flaqueza yaya delante de la consideracion de la omnipotencia de Dios ; y que la una y la otra precedan 4 todas tus oor = — 37 — CAPITULO IV. Como podrémos conocer si obramos-con la desconfianza de-nosotros mismos, y con ta confianza en Dios. Muchas veces imagina y cree una alma presuntuosa que ha adquirido la descon- fianza de si misma y la janza en Dios; pero este es un esate te no se conoce bien sino cuando se cae en algun pecado, porque entonces si ¢] alma se inquieta , si se aflige, si se desalienta y pierde la es~ peranza-de hacer algun progreso en levir- tad, es sefial ¢vidente de que puso su con- fianza, no en Dios, sino en si misma; y si fuere grande su tristeza y desesperacion, es argumento claro de que confiaba ‘mu- cho en si y poco en Dios. Porque si ¢l que'desconfia mucho de sj nrismo y confia mucho en Dios comete al- guna falta, no ¢ maravilla, no se turba, ® ni se entristece conociendo que su caida 3 T. 1.—XVII. — 38 — es-efecto natural de su-flaqueza, y del po~ co cuidado que ha tenido de establecer “ su confianza en Dios, antes bien con esta experiencia aprende 4 desconfiar mas de ‘sus propias fuerzas, y confiar con mayor humildad en Dios; y detestando sobre to-, dias las cosas su falta, y.las pasiones de- sordenadas que la ocasionaron, con un dolor quieto y pacifico de la ofensa de Dios, yuelve 4 sus ejercicios, y persigue 4 sus enemigos com mayor animo y reso- lucion que antes. Esto seria bien que considerasen algu- nas personas espirituales, que apenas caen en alguna falta se afligen y'se turban con exceso, y muchas veces mas por librarse de la inquietud-y pena qne les causa su amor propio, que por algun otro motivo, buscan eon impaciencia 4 su director 6 padre espiritual, al cual deberian recur- rir principalmente para lavarse de sus pe- cados por el sacramento de la penitencia, y fortalecerse contra su8 recaidas por el de la Eucaristia. ' — a _— CAPITULO 1 v. Del error ‘de. algunas personas que tienen 4 la pusilanimidad por virtud. Es tambien una ilusion muy comun el atribuir 4 virtud Ja pusilanimidad y la in- * quietud que ‘se-siente después del pecado, porque aunque ta inquietud que nace del pecado sea acompafiada de algun dolor, no obstante, siempre procede de una se- creta presuncion y soberbia, fundada en la confianza que se tiene de las propias fuerzas. Ordinariamente ‘las almas pre- suntuosas que por juzgarse bien estable- cidas en la virtud menosprecian los peli- gros y tentaciones, si vienen 4 caer en alguna falta, y 4 conocer por experiencia su fragilidad y. miseria, se maravillan y se turban de su caida como de una cosa nueva; y‘viendo derribado el apoyo en el que vanamente se habian confiado, pier- den el 4nimo, y como pusilénimes y flacas _— 40 —. se dejan domjnar de la tristeza y de la desesperacion. Esta desgracia, hija“mia, no sucede ja- © ands 4 las altnas ‘Humildes que no presu- ‘men de si mismas y se apoyan tinicamente -en' Dios ; porque_cuando: caen en alguna falta, aunque sientan grande dolor de ha- berla cométido , no se maravillan ni se * inquietan , conociendo cen fa luz de la verdad que las ilumina, que su caida es un-efecto natural de su inconstancia y de su flaqueza. Reet et ‘CAPITULO VI. De otros _avisos ‘importantes para adgiui- rirla desconfianza de a mismo y ia con- fianza en Dios. Como toda la fuerza de que necesita- mos para vencer 4’ nuestros enemigos, depende de la desconfianza de nosotros mismos y de la confianza en Dios, me -ha aprecido darte algunos nuevos avisos, — i — que:son muy tiles y necesarios para ob- tener estas virtudes. | - Primeramente, hija mia, has de tener por verdad indubitable, que ni con todos Jos talentos 6 dones, ya.scan naturales, ya adquiridos,. ni con. todas las gracias. gratditas, ni con la inteligencia de toda la sagrada Escritura, ni con haber ser- vido 4 Dios por largo espacio de tiempo, y estar acostumbrado 4 servirle, te ha- llards capaz de cumplir Ja voluntad Di- vina y de satisfacer 4 tus obligaciones, si la mano poderosa de Dios con especial proteccion no fortifica tu-corazon en cual- quiera ocasion que se te presentare, 6 de hacer alguna buena obra, 6 de vencer al- guna tentacion, 6.de salir de algun peli- gro, 6 de sufrir alguna cruz y tribulacion. Es necesario, pues, que imprimas pro- ’ fundamente en tu corazon esta importan- te verdad, y que no pase dia alguno sin que la medites-y consideres; y por este medio te alejarés y preservarés del. vi- cio de la presuncion, y no te atreverds 4

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