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1A DIALECTICA DEL DESEO Y DE LA DEMANDA medida en que ha de mostrar su deseo, pues para é1 ésa es la exigent ‘esencial, slo puede mostrarlo en otra parte, allf donde tiene que superar proeza. El aspecto de hazaia de toda la actividad del obsesivo encuentra agul sus razones y sus motivos. 14 be Mavo 0& 1958 an XXII EL OBSESIVO Y SU DESEO Duplicidad del deseo ‘Significancia del fatasma Guiones sddicos Penniso, prohibein, hazaka Significancia del acting out ‘A través de a exploracin que proseguimos de las estructurs neurétias en cuanto condicionadas por lo que lamamos ls formaciones del incons- cient, la ltima vez legamos a hablar del obsesivo y terminamos nuestro discurso diciendo que ba de constiwirse frente a su deseo evanescent Empezamos a indicar, a partir dela formula el deseo es el deseo del (Otro, por qué su deseo es evanescente. La razsn se ha de buscar en una di fculiad fundamental en su elacién con el Otro, en tanto que éste es el Iu- ‘gar donde el significante ordena el deseo. Esta dimensida es la que tratamos de articular agus, porque creemos que falta de distinguira se introducen las dficultades en Ia teoria y as des- viaciones en la prictica De paso, queremos que se den cuenta de cual es el descubrimiento de Freud, cul es el sentido de su obra sila consideran tras un recorrido sui cientey en su conjunto, Consiste en que el deseo se ordena por et signif ceante — pero, por supuesto, dentro de este fendmeno, el sujeto trata de ex- presar, de manifestar en un efecto de significanteen cuanto tal lo que ocu- ‘re en Su propio abordsje del significado, La misma obra de Freud se inserta, hasta cierto punto, en este esfuerzo. ‘Se ha hablado mucho a propésito de él de un naturalismo, de un esfuerzo de reducciGn de la realidad humana ala naturaleza. Nada de eso, La obra de Freud es una tentativa de pacto entre el ser del hombre y la naturaleza, Este pacto se busca, sin duda, en algo distinto que en una relacién de innatismo, porque en la obra de Freud el hombre siempre se experimenta «en base al hecho de que se consttuye como sujeto de la palabra, como Yo (Ue) del acto de la palabra, {Cmo negarlo, si as es como se experimenta a 1A DIALECTICA DEL DESEO Y DE LA DEMANDA EL OBSESIVO Y SU DESEO encl anliss y de ninguna otra forma’ El hombre se encventa, pues, fen tea la naturaleza en una posturadistinta de la de un portador inmanente Ja vida. Donde Ia relacin del sujeto con la naturaleza encuentra con «it formularse es en el interior de su experiencia de la palabra ‘Surelacén con a vidaresulaestar simbolizada mediante aquel suelo ie aan dels formas dela vida, el significante de fal, yah es el punto orn teal, ams sensible y lami signicativa de todas las encrueijadas signfican tes que exploramos a lo largo del andlisis de sujeto. El flo es el vétice, 1 punto de equilibrio. Ese! significane por excelencia de la ela del hombre conel significado, y por esta ran se encuentra en una posicién privileging, La insercién del hombre en el deseo sexual esté condenaa a una pr blemitica especial, cuyo primer rasgo es que ha de encontrar wn lugar en algo que la precede, Ia dialéctca de la demanda, en la medida en que és siempre pide algo que es mas que la satisfaccién a la que apela, y va més alld, De ah el carécter problemstico y ambiguo del lugar donde se sia el, ‘deseo, Este lugar siempre esti mas all de la demand en tanto que la de- ‘manda spun la satisfaccidn de la necesidad, yesté més ae de lademan- dda en tanto que la demands, por estar aticulada en términos simblicos, ‘va mds alld de todas as satsfacciones a as que apela, es demanda de amor ‘que apunta al ser del Otro, obtener del Otro esta presentificacinesencial — que el Otro dé lo que esté mais all de toda satisfaceién posible, su pro- Pio ser. A eso se apunta, precisamente, en el amor. En el espacio virual entre el requerimiento de la satisfac manda de amor es donde el deseo ha de ocupar su lugar y ha de organiza. se. Por eso slo podemos situarlo en una posicin siempre doble con res pectoala demanda, a la vex mas alli y més acd, segtn el aspecto que coa- ‘ideremos dela demand — demanda con respecto a una necesidad 0 de- manda estructurada en términos de significant. El deseo desborda toda clase de respuesta en el plano de a stisfaccin,re- lamaen s mismo una respuesta absolut, y entonces poyeetasu carter esen- ial de conic absotuta en todo To que se organiza en el interval interior entre os dos planos 6 Ia demanda el plano significado y el plano si te. Eneste intervao es donde el desto ha de ocupar su lugar y hae articularse Por esta azn precisamente, el Otro se convierteen el relevo! del acceso el sujeto a su deseo. E1 Otro en cuanto lugar de la palabra, en tanto que esa 1. Relat. Se pd nner también om “inkemediaro™ (Nd) a4 41a quien se dirige la demanda, ser también el lugar donde se ha de deseu brie deseo, donde se ha de descubrie su formulacién posible. Ahi se ejerce «en todo momento la contradiecin, pues este Oto esti posefdo por un deseo —un deseo que, inayguralmentey Tundamentalmente, es jeno al sujeto. De ai las dificultaes de la formalacién del deseo en las que tropezaré el suje- to, y tanto mds significativamente cuando le veamos desarrllar las estruct- 145 neur6ticas que el descubrimiento analitico ha permitido delinear. Estas estructuras son distntas seg se haga hincapi en la insatistac= dn del deseo, y asf es como la histérica aborda su campo y su necesidad, ‘on la dependencia respecto del Otro en el acceso al deseo, y asf es como este abordaje se le propone al obsesivo, Por esta razén, lo dijimos al aca- ‘bar la tima vez, en el obsesivo ocurre aqui, en (8 © a, algo que es distin- tode laidentificaciga histérica, El deseo es para el histéico un punto enigmiético,y nosotros seguimos indole todavia, por deciro as, esa especie de interpretacin forzada ca- ractristica de todos los primeros planteamientos del andlisis de la histeria Por parte de Freud, Enefecto, Freud no vio que el deseo est situado para el histéric ental posicin, que decile Desea usted a éste oa éstaes siempre una interpreta- ci6n forzada, inexacta, errada. Tanto en las primeras observaciones de Freud como mas tarde en el caso de Dora, incluso, si extendemos el sen- tide de la palabra histria a aquel caso de la joven homosexual que comen ‘amos extensamente aquf el aio pasado, no hay ningdin ejemplo en el que Freud no haya cometido un error y no haya obtenido al menos, sin ninguna clase de excepcién, Ia negativa de la paciente a acceder al sentido del de- sco de sus sntomas y de sus actos, cada ver que asi ha procedido. En efec- to,el deseo de a histérica no es deseo de un objeto sino deseo de un deseo, «esfuerzo por manteners frente a ese punto donde ella convoca a su deseo, el punto donde se encuentra el deseo del Otro. 2. Appel La poise de apple core dee a nada hasta elanacn erigenl el ankle convoeasin IN, del} 45 LA DIALECTICA DEL DESEO Y DE LA DEMANDA Por su pat, ease identifica por el contrario con un objeto. Dra ide tifa con el St. K, Elizabeth von R. se identifica con divers personajes de su familia o de su entomno, Para califcar el punto donde se identifica con _2uien, os términos de yo o de Ideal del yo son igualmente impropios — de hecho, ese alguien se convierte par ella en su otro yo. Se trata de un objets ‘cuya eleccin siempre fue expresamenteaticulada por Freud de una manera ‘confonme con lo que estoy diciéndoles, a saber, que en la medida en que ella ‘él reconoce en otro, 0€n ota os indices desu deseo, o sea, que ella él se encuentra frente al mismo problema de deseo que ella, se produce la iden- tificacién — con todas las formas de contagio, de ersis, de epidemia, de manifestacions sintométicas, tan caracteristicos de a histeva, El obsesivo tiene otras relaciones, porque el problema del deseo del Oto se le presenta de una forma de! todo distnta, Para aculrlo, vamos a tae tar de introducimos através de las etapas que nos ofrece Ia experiencia. En cieto modo, poco importa por dénde abordemos la vivencia del ab sesivo, De lo que se trata es de no olvidar su dversidad, Las via trazadas rel anliss, esas por las que nuestra experiencia, itubeante, hay que de- citlo, nos ha incitado a encontrar a solucién de priblema del absesivo, son parciales o partidarias. Por supuesto, proporcionan un material, Este mate- rial y la forma en que es uilizado, 1o podemos explcar de dstntas formas en relacign con los resultados obtenidos. En primer lugar, podem criticardichas vias en sf mismas. Esa critica hha de ser convergente. Si se deletea la experiencia tal como sea orentado efectivamente, se pone de manifiesto de forma indiscutible que tanto late. a como la prictica han tendido a centrarse en la utlzaciGn de los fantas: 'mas del sujeto. Ahora bien, el papel de ls fantasmas en el caso de la neuro sis obsesiva tiene algo de enigmitico, pues el témino de fantasma nunca se efine. Hemos hablado aqui extensamente de las relaciones imaginarias, de 4a funci6n de la imagen como gufa, por decilo as, del instinto, como canal, come indicacin en el camino de las ealizaciones instintvas, Sabemos pot otra parte hasta qué punto en el hombre es reduce, magro, pobre, uso — hasta donde se puede detectar con certeza— de la funcn de laimagen, pues parece reducirse ala imagen narcissta,especular. Fs, sin embargo, una fun cin extremadamente polivalente y no neutralizada, ya que funciona por igual encl plano de la relacin agresiva y en el dela relacién erica, iCémo podemos articular Is funciones imaginarias esenciales, pre- dominantes, de las que todo el mundo habla, que estin en el corazén de la experiencia analtica, las del fantasma, en el punto donde nos encon- 416 EL OBSESIVO_Y SU DESEO Creo que ah, en (8 0a), el esquema que aguf presentamos nos abre la posibilidad de situar y articular la func del fantasma, Les pido que se lo representen en primer ugar de una forma intuitiva, teniendo en cuenta el hecho de que nose trata de un espacio real, por supuesto, sino de una topo Toga donde pueden trazarse homologtas La relacin con la imagen del otro, (a, se sia en una experiencia in- tegrada ene ctcuito primitivo de la demanda, ene cual el sujeto se dirige en primer lugar al Otro para la satisfaccn de sus necesidades. Es, pues, en algdn lugar de este circuito donde se produce la acomodacién tran- sitvista, el efecto de prestancia que pone al sujeto en una determinada re- Jacin con su semejante en cuanto tal. La relaci6n de la imagen se encuen tra asfen el nivel de las experienciase incluso del tiempo en que el sujeto entra en el juego de la palabra, en el Kite del paso del estado infans al estado habiante. Una vez establecido esto diremos que en el otro campo, all donde buscamos ls vias de la realizacin del deseo del sujeto median” te cl acceso al deseo del Otro, la funcidn del fantasma se sta en un punto hhomlogo, es deciren ($ 0a. El Fantasma lo definizemos, sles parece, como lo imaginario captura- doen cierto uso de significante. Ademés esto se manifiestay se observa de forma caracteristica, aunque s6lo sea cuando hablamos de los fantasmas ‘sdicos, por ejemplo, que desempefian un papel tan importante en la eco- noma dl obsesivo 'Nétese que si lo planteamos en estos términos, si calificamos de sdica la tendencia que ests manifestacones representan para nosotr,esenrelacién ‘con una determinada obra Esta obra, por su pare, no se presenta como una investigacicn de lo instintos sino como un juego que no bastara.con el - ino de imaginario para calificarlo, ni muchos menos, porque es una obra literaria. Ns referimos aescenas, a guiones, en suma — porlo tanto, es algo profundamente aniculado ene significane, Pues bien, cada vez que habla- mos de fantasma, no hay que obviar su aspecto de guidn 0 de historia que ‘constituye una dimensinesencial suya, No es una imagen ciega del instnto de destruccin, no se trata de que el sujeto — aunque yo mismo produzca ‘una imagen para explica lo que quiero decir — vea de pronto ahi delante a supresa, de color rojo, es algo que el sujetoaticulaen una escenificaci6n en Ja que, ademés, se pone en juego 1 mismo. La formula S con su baie, es decir, el sujet en el punto mis aticulado de su presentificacién con respee- toa mindscula es muy vélida aguten cualquier clase de desarollo propia mente fantasmtico de To que nosotros Hamaremos la tendencia sii tanto que puede estar implicadaen la economia del obsesivo. a7 LA DIALECTICA DEL DESEO Y DE LA DEMANDA Adverirn ustedes que siempre hay una escena en Ia que el sujeto se presenta en el guidn bajo formas diversamente enmascaradas, est implie caado en imagenes diversificadas donde se presentiica un otro en cuanto semejante, también como reflejo del sujet. Diré més —no se insiste lo su- ficiente en la presencia de cierto tipo de instrument. ‘Ya me he referido a la importancia del fantasma de flagelaciOn. Freud lo articulé especialmente como algo que pareceria desempefiar un pape! ‘muy particular en el psiquismo femenino, Este es uno de los aspectos de ka ‘comunicacién precisa que hizo sobre el tema. Lo abords desde cierto pun- {ode vista debido a su experiencia, pero este fantasma esta lejos de limi- tarse al campo de los casos de los que hablé Freud en aquella ocasin. $i se examina detenidamente, tl limitacin era perfectamente legstima, pues dicho fantasma desempetia un papel particular en cierto hito del desarrollo de la Sexualidad femenina, y en un punto particular, precisamente en tanto {que en é1 interviene la funci6n del significante falo. Pero esta funcién no {desempefa un papel menor en la neurosis obsesiva y en todos los casos en Jos que vemos surgi ls fantasmas llamado sdicos. {Cul es el elemento que le da su predominio enigmtico a este inst ‘mento? No se puede decir que su funcién biol6gica lo explique bien en forma alguna, Seria posible imaginarlo buscando por el lado de no sé qué relacin con las excitaciones superficiales, las estimulaciones de la piel, pero ustedes pueden aprecar hasta qué punto tales explicaciones tendefan un cardeterincompleto y easi artificial, La funcién de este elemento, que ‘tan a menudo aparece en fantasmas, va unida a una plurvalencia sign ccante que hace decantarse la balanza hacia el significado, y no hacia algo ‘que se pudiera relacionar con una deduecisin de orden bioligico de las ne cesidades, 0 cualquier otra cosa Esta nocign del fantasma como algo que sin lugar a dudas participa del ‘orden imaginario pero, cualquiera que sea el punto donde se aticule,s6t0 adquiere su funcién en la economia por su funciGn significant, nos parece ‘esencial y hasta ahora no a sido formutada de esta forma. Aun dia ms — no ereo que haya ninguna otra forma de concebir los lumados Fantas- ‘mas inconscientes, {Qué es un fantasma inconsciente? — sino lalatencia de algo que, como sabemos por lo que hemos uprendido sobre la organizacign de a esruct adel inconsciente, es totalmente concebible como cadena signifcante, Lo fundamental de la experiencia analitica es que hay en el inconsciente ca- ddenas significantes que subsisten en cuanto tales, que desde ahi estructy- ran, actéan sobre el organismo, influyen en lo que surgeen el exterior como a8 EL_ORSESIVO Y SU DESEO sfntoma. Fs mucho mas dificil eoncebir la incidencia inconscient de algo imaginario que poner el propio fantasma en el nivel de lo que, en su co- min medida, se presenta de entrada para nosotros en el nivel dl incons- ciente,a saber, el signficante. El fantasma es esencialmente un imaginario capturado en una determinada funcién significant. ‘De momento no puedo articular més este planteamiento, y les propon: 0 simplemente que sitden, en el punto S tachada con respecto a.a mints ula, el efecto fantasmitico, Su caracteristica es lade ser una elacinarti- culada y siempre compleja, un gui6n, que puede permanecerlatente durante ‘mucho tempo en un punto determinado del inconsciente, pero sin embar- 0 est organizada — asf como un suefio, por ejemplo, silo se concibe si la funcion del signficante le proporciona su estructura, su consisenciay, al mismo tiempo, su insistencia, Es un dato dela experiencia comin, y ocupa el primer plano en la in- vestigacién analitca de los obsesivos, la confirmacin del lugar que tienen enel obsesivo los fantasmas sdicos. Ocupan este lugar, pero no lo ocupan por fuerza de forma patente y manifesta. Porel contrario, en el metabolis: ‘mo obsesivo, las diversas tentativas del sujeto para reequilbrarse ponen de ‘manifesto cui es el objeto de su tentativa de equilibrio, o sea, conseguir econocerse con respecto a su deseo, Cuando vemos a un obsesivo en bruto 0 en estado de naturaleza, tal como nos llega o se supone que nos Hlega.a través de as observaciones pu- bicadas, vemos alguien que nos habla ante todo de toda clase de impedi- ‘mentos, de inhibiciones, de abstéculos, de temores, de dudas, de prohibi- ciones, También sabemos de entrada que no serd en ese momento cuando nos hable de su vida fantasmética, sino gracias a nuestas intervenciones terapéutica o sus tentativas autGnomas de solucién, de salida, de elabora cidn de su dficultad propiamente obsesiva. Entonces nos confiar la inva sin, més o menos predominant, de su via psiquica por fantasmas. Uste es Sabon hasta qué punto esos Fantasmas pueden adquirie en algunos suje- {os una forma verdaderamenteinvasiva,absorbente, cautivane, que puede engulir partes enteras de su vida psiquca, de sus vivencia, de sus ocupa- ciones mentales. Calificamos estos fantasmas de sédicos — en este caso es una simple «tiqueta, De hecho, nos plantean un enigma, porque no podemos confor ‘marnos con articularlos como las manifestaciones de una tendencia, sino ‘que hemos de veren ellos una organizacién, ella misma significante, de las relaciones del sujeto con el Otro. Para nosotros, de lo que se tata de dar ‘una emul es del papel econsmico de esos fantasmas. 419 LA DIALECTICA DEL DESEO Y DE LA DEMANDA Dichos fantasmas tienen la caraterstca en el sujeto obsesivo de per ‘manecer es el estado de Fantasmas, Sélo son realizados deforma comple tamente excepcional y sus realizaciones son para el sujeto, por otra parte, siempre decepcionantes. En efecto, en este caso observamos la meciinica {de la relacin del sujeto obsesivo con el deseo —a medida que intent, por Tas vias que se le proponen, acercurse l objeto, su deseo se amortigua hasta Hlegar a extinguirse, a desaparecer, Elobsesivo es un Téntal, dita yo sila iconografia, bastante rica, no nos presentara a Téntalo como una imagen sobre todo oral, Sin embargo, no en vano se lo presento a ustedes as, por «que tendremos ocasin de ver Ia subyacencia oral de lo que constituye el [punto de equlibrio del fantasma obsesivo. De todas formas, esta dimensidn oral por fuerza ha de exist, porque a fin de cuentas a este plano fantasmatico va a pararelanalista que he men cionado a propésito de la linea terapéutica trazada en la serie de los tres aticuls citados. Muchos analistas se han lanzado a una préctica de absor. cin fantasmatica con el fin de encontrar un medio de darle al obsesivo,en Ja via de la realizacign de su deseo, una nueva forma de equilibramiento, tuna cierta atemperacién, ; ‘Algunos resultados son indiscutbles, aunque estan pendientes de erica, ‘Observemos ya que si tomamos las cosas pores lado, so vernos una cara del problema, En cuanto ala otra cara, hay que desplegar su abanico sucesivamente, sin obviar To que se presenta de la forma mas aparente en los sintomas del obsesivo y que se suele lamar las exigencias del supery6, {{De que forma hemos de concebir estas exigencias? ,Cual es suraiz en «el obsesivo? De est se trataré a continuacién, Palriamos decir que el obsesivo siempre est pidiendo permiso. Encon rari esto en lo concreto de lo que les dice el obsesivo en sus sintomas —estéinscrito y muy a menudo articulado. Si nos flamos de este esque: ma, ocurre en este nivel, ($ 0 D). Pedir permiso es, precisamente, tener ‘como sueto una determinada relacién con la propia demanda de uno. Pe= dic permiso es, en la misma medida en que Ia dialéctica con el Otro —el (Otro en tanto que habla — es puesta en cuestibn, incluso en peligro, em- plearse afin de cuentas en restituira ese Ot, ponerse en la més extrema, 20 EL OBSESIVO Y SU DESEO ‘dependencia con respecto a él. Esto nos indica ya hasta qué punto al obse- sivo le resulta esencial mantener este lugar. Aqui es donde Vemos la pet nena de fo que Freud siempre llama Versagung, la negaiva, Negativa y permiso se implican. 1 pacto es negado sobre un tasfondo de promesa, esto es mejor que hablar de frustraci. Noes enel plano de la demanda pura y simple donde se plantes el pro- blema de las relaciones con el Oxo, al menos cuando se trata de un sujeto al completo. El problema s6lo se plantea en estos términos cuando tata ‘mos de recurrir al desarrollo e imaginar a un nino impotente frente a su ‘madre, como un objeto @ merced de alguien. Pero como el sujeto esté en tuna elacin con el Otro que hemos definido por la palabra, hay, més all {de toda respuesta del Oto, y precisamente porque Ia palabra crea este més all de su respuesta, un punto viral en alguna parte, Noséloe virtual sno ue, en verdad, si no fuera por el andlisis no podriamos asegurar que nadie accediera a él — salvo mediante ese andlisis esencialy esponténeo que st- pponemos siempre posible en alguien que realizara ala perfeccién el Coné- ete ati mismo. Pero tenemos todas las razones para suponer que hasta hora este punto s6lo sea precisado de forma esrcta en el undlsis Lo que precisa la nocin de Versagung es, hablando con propiedad, una situacién del sujeto con respecto a la demands, Les pido que den aqui el mmismo pequeto paso adelante que les pedi que dieran a propésito del fan- tasma, Cuando hablamos de estados ode relaciones fundamentals con el ‘objeto y os calificamos de orl, de anal, incluso de genital, de que esta ‘mos hablando? De cierto tipo de elacién que estructura la Umwelt del su {eto alrededor de una funciGn central y define su relacién con el mundo a To largo del desarrollo. Tado To que le viene de su entorno tendra asf una significacion especial, debida ala refraccién producida através del objeto \ipico, ora, anal o genital, Aqut hay un espejismo — y esta nocién tnica ‘mente se reconstruye a posteriori y se vuelve a proyecta en el desarrollo, La concepcién que critico ni siquiera esté ariculada habitualmente de ‘una forma tan elaborada,y a menudo se elude, Se habla de objeto y lego, al lado, se habla de entorno, sin pensar un instante siquera en la diferencia ‘que hay entre el objeto tipico de una rlaciGn definida por un estado — de rechazo, por ejemplo — y el entomno conereto, con ls incidencias milti- ples dela plualidad de fs objetos os cuales el sujeto, cualquiera que sea, se encuentra sometido,diga lo que diga, desde su mas tema infancia. Hasta nueva orden, hemos de poner muy en duda la supuesta ausencia de objetos en el nifio de pecho, su supuesto autism. Si creerme, tendrn esta nocién por purament ilusoria. Ba a2 LA DIALECTICA DEL DESEO Y DE LA DEMANDA la observacién directa de los niffos més peque'ios para saber que m0 hay nada de exo, y los objetos del mundo son para tan miiples como intere- santes y estimulantes ‘De qué se trata pues? {Qué hemos descubierto? Podemos definiclo ticular como algo que es, en efecto, cierto estilo de la demanda de! so- jeto. ;Dénde las hemos descubierto, estas manifestaciones que nos han hecho hablar de relaciones con el mundo sucesivamente orale, anales, enitales? Las hemos descubierto en los andlisis de personas que habian ‘uperado mucho tiempo atrs los estadios en cuestiGn, relacionados con el fensas del sujeto. Hoy ya tenemos dos. Primero hemos abordado el papel del fantasma. Ahora veremos, a propésito de la hazata, que la presencia del (Oxo en cuanto tal es fundamental. Hay otro punto al que por lo menos quisiera introducirls. ‘lof hablar de hazaia, han pensado ustedes sin duda en toda clase de ccomportamientos de sus obsesivos. Hay una hazafla que quizés no merece del todo ser etiquetada bajo el mismo titulo, es To que se llama en et anali- sis el acting out. En cuanto a esto, me he dedicado — ustedes se dedicarin a ello tam- Digan, asf lo espero, siguiendo mi ejemplo, aunque s6lo sea para confir- ‘ar lo que planteo — a algunas investigaciones en la literatura, Es muy sorprendente, tanto, que no se encuentran salidas. EI mejor articulo so- bre el tema es el de Phyllis Greenacre, titulado "General Problems of Acting out, publicado en el Psychoanalytic Quarterly, en 1950 — un ariculo muy notable porque muestra que hasta ahora no se haarticulado nada vilido al respect. ‘Creo que es preciso delimitar el problema del acting out, y que es im- posible hacerlo si nos atenemos a la nocién general de que es un sinto- ‘ma, de que es un compromiso, de que tiene un doble sentido, de que es tun acto de repeticisn, porque esto es diluislo entre las compulsiones de repeticin en sus formas més generals. Si este término tiene alin sen- tido, es en la medida en que designa una clase de acto que sobreviene en el curso de una tentativa de solucin del problema de la demanda y del deseo. Por eso se produce de una forma electiva en el curso del andlisis, porque, aunque en efecto puede ocurir fuera del andlisis, se trata cierta ‘mente de una tentativa de solucién del problema de Ia relacin ene e] deseo y la demanda, El acting out se produce sin lugar a dudas «To largo del camino de la ‘ealizaién analitica del deseo inconsciente, Es extremadamente instruct vo, porque si examinamos lo que carateriza al efecto de acting out, encon- tramos en él toda clase de componentes absolutamente necesarios, por «ejemplo lo que lo distngue por completo de lo que se ama un acto fali- do, o sea lo que yo llamo con mas propiedad aqu un acto logrado, quiero decir un sintoma, pues deja ver claramente una tendencia, El acting out conticne siempre un elemento altamente significant, precisamente porque es enigmético, No llamaremos nunca acting out sino aun acto que se pre- sente con un cardeter muy especialmente inmotivado. Esto no significa que 28 EL OBSESIVO Y SU DESEO no tenga cause, sino que e ‘un acto siempre significado, Por otra parte, en el acting out siempre desempetia un papel un objeto — un objeto en el sentido material del término, algo que me veré levado a tratr la prxima vez, para mostrarles precisamente la funcié limitada que ‘convene conceder en toda esta dialéctica al papel del objeto. Hay casi un ‘equivalencia entre el fantasma y el acting out. El acting out esti en general esiructurado de una forma que se parece mucho a Ia de un guidn. A su ‘manera, es del mismo nivel que el fantasma, Una cosa odistingue de Fantasma y también dela hazafa. Sila hazafa sun ejercicio, una provza, un juego de manos destinado a complacer al ‘Ouro, a quien, yas lo he dicho, le importa un bledo, el acting outes distin to. Bs siempre un mensaje, y por eso nos ineresa cuando se produce en un andlisis. Siempre va dirigido al analist, en la medida en que éste no esté en suma demasiado mal stuado, pero tampoco esté del todo en su lugar. En general, es un hint que nos lanza el sujeto, y a veces lega muy lejos, 8 veces es muy grave. Sil acting out se produce fuera de los limites dl tra- tamiento, quiero decir después, es evidente que el analista no pod sacar ‘demasiado provecho de él Cada vez que nos vemos llevados a designar de forma precisa este acto Paradgjco que tratamos de aprehender bajo el nombre de acting out, ve- ‘mos que se trata de alcanzar, en esta linea, una claificacién de las relacio- nes del sujeto con la demanda que revele que cualquier elacin con dicha ‘demanda es fundamentalmente inadecuada para permitirle al sujeto acce- der a la realidad efectva del efecto del significante sobre é, es deci, s tuarseen et nivel del complejo de castracion Esto puede malograrse — tataré de mostrérselo la préxima vez —en Ja media en que, en este espacio intevalar, intermedio, donde se prod cen todos es0s turbios ejercicios que van desde la hazafia al fantasma y desde ! fantasma aun amor apasionado y parcial, hay que decitlo, por el ‘objeto — Abraham no habl6 nunca de objeto parcial, habl6 de amor par- cial del objeto —, e sujeto ha obtenido soluciones ilusoris, yen particu lar aquela solucin que se manifesta en lo que llaman la transferencia ho- ‘mosexual en la neurosis obsesiva, Esto es lo que llamo la solucién ilusoria. La préxima ver espero mos- trarles en detalle por qué es una solucinilusoria. yinjustificable psicoldgicamente, porque es 21 ve mavo ne 1958, 29

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