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CONDICIONES Y CONSECUENCIAS DEL NACIMIENTO
DEL CONSTITUCIONALISMO MODERNO
1. LA CONSTITUCION COMO. INNOVACION
1. Objetivo de la investigacion
El surgimiento del constitucionalismo moderno al final del siglo xvm
en Norteamérica y Francia est relativamente bien investigado y do-
cumentado. No obstante, falta atin una explicacién satisfactoria de
por qué la constitucién pudo introducirse precisamente en esa €poca
y convertirse con tal rapidez en la cuesti6n central del momento. Una
jnnovacién tan radical y de tales consecuencias remite, de entrada, a
determinadas condiciones que no se daban previamente y que po-
drian volver a desaparecer; sin la reconstruccién de dichas condicio-
nes no puede entenderse histéricamente la constituci6n ni hacerse
un pronéstico sobre ella. Por lo demas, la pregunta por el futuro de
la constitucién es cualquier cosa menos superflua: su difusién uni-
versal y su capacidad para implantarse, aumentada por los tribunales
constitucionales, no pueden obviar la peculiar debilidad y el vacia-
miento de significado en el que se halla en Ja actualidad frente a los
problemas planteados por el moderno Estado de bienestar. El objeti-
vo de esta investigacion consiste en hallar una explicaci6n del pasado
dirigida hacia el presente y el futuro; por ello en las paginas siguien-
tes el acento se pondra en el aspecto histérico, mientras que la pro-
blematica actual slo se tratard al final y a grandes rasgos.
45CONSTITUCIONALISMO Y DERECHOS FUNDAMENTALES
2. Tradicién e innovacién
Que la constitucién representa una innovaci6n histérica no es algo
evidente si consideramos su concepto ms antiguo, usado hasta hoy
en el andlisis de épocas pasadas. Por ello, lo mas urgente es identifi-
car aquellos elementos que constituyen su novedad: en este sentido,
la génesis de los fenémenos que han creado el tipo de la constitucién
moderna no puede proporcionarnos sino indicios. Las constitucio-
nes norteamericanas posteriores a 1776, la constitucién federal ame-
ricana de 1787, con la Bill of Rights reclamada ya durante la ratifica-
cién de aquélla en 1791, la constitucién francesa de 1791, que
incorpora la Declaracién de Derechos del Hombre y del Ciudadano
de 1789, fueron producto de revoluciones que derrocaron el poder
tradicional para erigir uno nuevo. Naturalmente, la historia no es
parca en acontecimientos de este tipo. Sin embargo, éstos se diferen-
cian de los numerosos cambios de poder que les precedieron en que
sus autores no se contentaron con el cambio de gobernantes y de
formas de gobierno, sino que antes construyeron intelectualmente
las condiciones del poder legitimo y trasladaron esta construccién a
normas jurfdicas obligatorias. Sélo sobre la base de tales condiciones
normativas se Ilamaba al poder a las personas y sdlo en el marco de
dichas normas se las facultaba para el ejercicio del poder.
La novedad, considerada en si misma, no consistia en la cons-
truccién intelectual de las condiciones del poder legitimo ni en la
sujeci6n juridica del poder. La legitimacién del poder ha constituido
siempre un problema capital de la filosoffa social. Desde que el mo-
delo religioso de legitimacién se desvanecié como consecuencia del
cisma religioso, se hizo necesaria una nueva respucsta; ésta se encon-
tr6 en la doctrina de! contrato estatal, para la cual el poder politico
se consideraba legitimo si podfa pensarse como fundado contractual-
mente. Con frecuencia se pretendié que las condiciones de Jegitima-
cién desarrolladas en la teoria del contrato tuvieran validez jurfdica;
pero se trataba de un tipo de validez suprapositivo, que no encontré
gran aprobacidn entre los gobernantes ni tampoco presencia alguna
en el derecho positivo. Frente al derecho publico positivo, el derecho
natural, que se remontaba al contrato estatal, se presentaba, depen-
1. Véase sobre las raices antiguas de la constitucién moderna H. Hofmann,
«Zur Idee des Staatsgrundgesetzes», en id., Recht ~ Politik - Verfassung. Studien zur
Geschichte der politischen Philosophie, 1986, p. 261; ademas, W. Naf, «Der Durch-
bruch des Verfassungsgedankens im 18. Jahrhundert»: Schweizer Beitrage zur Allge-
meinen Geschichte 2 (1953), p. 108.
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EL NACIMIENTO DEL CONSTITUCIONALISMO MODERNO
diendo de su contenido, como una teorfa ya critica, ya sancionadora
de lo existente.
Ciertamente, de la carencia de fuerza vinculante del derecho na-
tural no puede concluirse la existencia de un poder carente de limites
juridicos. La teoria de la soberanfa de Bodino, segiin la cual el sobe-
rano estaba facultado para crear derecho obligatorio para todos sin
estar a su vez juridicamente sometido, legitimaba la facultad del go-
bernante para ordenar la sociedad, inevitable tras el colapso del or-
den medieval, pero no proporcionaba una descripcién completa de
la realidad. Por el contrario, la creciente concentracion de! poder
territorial en manos del monarca desperté la necesidad de limitacién
jurfdica de ese poder; en efecto, hacia mediados del siglo xv, apro-
vechando la ausencia 0 la debilidad del soberano, los estamentos ame-
nazados presionaron para llevar a cabo una serie de compilaciones
que proporcionaban normas para el ejercicio del poder publico (cier-
tamente de manera asistematica, pero desde luego comprensiva y con
tendencia a salvaguardar los derechos estamentales)*. Sin embargo,
este intento de retardar normativamente el progreso del moderno
Estado soberano fundandolo, no en una voluntad subjetiva, sino en
la presién objetiva de los problemas, practicamente no tuvo conse-
cuencias. A muy pocas de las denominadas formas de gobierno les
estaba destinado un periodo de vigencia mds amplio.
Sin embargo, e] monarca absoluto, liberado ya del gobierno com-
partido con los estamentos y asegurado su propio poder en el ejérci-
to y el funcionariado, tampoco disfrutaba en modo alguno de un
poder juridicamente ilimitado: aunque habfa sido capaz de eludir los
intentos de regulacién total como los pretendidos mediante las for-
mas de gobierno estamentales del siglo xvi, se encontraba ante una
serie de las denominadas leyes fundamentales 0 contratos de domi-
naci6n, que se distinguian precisamente porque obligaban al gober-
nante en términos juridico-positivos y no podian ser modificados
unilateralmente por él. Recogidos en su mayoria por escrito, muchas
veces imponibles por via judicial, cumplian todas las condiciones del
derecho de rango superior y eran considerados, de manera absoluta,
como marcos del poder soberano, incluido el derecho a legistar’. En
2. Véase G. Oestreich, «Vom Herrschaftsvertrag zur Verfassungsurkunde. Die
“Regicrungsformen’ des 17. Jahrhunderts als konstitutionelle Instrumente», en R.
Vierhaus (ed.), Herrschaftsvertriige, Wahlkapitulationen, Fundamentalgesetze, 1977,
p. 45.
3. Véase R. Vierhaus (ed.), Herrschaftsvertrage..., cit.; H. Hofmann, «Zur
Idee...», cits W. Naf, «Herrschaftsvertrige und Lehre vom Herrschaftsvertrag: Schwei-
zer Beitrage zur allgemeinen Geschichte 7 (1949), p. 265 F. Hartung, «Herrschaftsver-
47CONSTITUCIONALISMO Y CERECHOS FUNDAMENTALES
cuanto a su génesis, eran de origen predominantemente contractual,
Jo cual indica que tras ellos se hallaban grupos sociales de poder que
contaban con importantes y duraderos servicios en favor del poder
monarquico, habiendo obtenido de ello la posibilidad de exigir como
contrapartida al gobernante renuncias particulares a su soberania, asi
como la garantia de su obligatoriedad juridica. Pero, dado su funda-
mento contractual, no tenfan su origen en sf mismos, sino en el poder
del soberano, al que regulaban sélo en un sentido particular, en favor
de algunos stibditos privilegiados.
Frente a esto, la novedad de las constituciones modernas se halla
en Ia reunién de dos lineas que dan validez al modelo juridico esbo-
zado de manera teérica. Por una parte, la validez juridico-positiva
diferencia a la constitucién del derecho natural; por otra, se distin-
gue de los antiguos vinculos juridicos del poder estatal por una am-
pliacién de sus funciones y de su validez en tres sentidos distintos, a
saber:
1) Mientras los contratos de dominacién y las leyes fundamenta-
les daban siempre por supuesto el poder estatal legitimo y regulaban
tinicamente lo referido a las formas particulares de su ejercicio, la
constituci6n moderna generaba un poder estatal legitimo: por consi-
guiente, no producia efectos modificadores del poder, sino constitu-
tivos del mismo.
2) Las antiguas formas de vinculacién juridica del gobernante
s6lo obligaban al poder estatal en aspectos particulares; la constitu-
cién moderna exigia la regulaci6n sin excepciones del poder. De este
modo, sus efectos eran completos, no concretos.
3) Por altimo, las antiguas formas de vinculacién juridica, cuyo
fundamento era su origen contractual, sdlo eran validas entre las
partes contratantes; en cambio, las modernas obligaciones juridico-
constitucionales redundaban en beneficio de todos los sometidos al
poder: por tanto, su efectos no eran particulares, sino universales.
triige und standischer Dualismus in dentschen Territorien», en id., Staatsbildende
Krafte der Neuzeit, 1961, p. 625 C. Link, Herrschaftsordnung und biirgerliche Freiheit,
1979, pp. 178 ss.; H. Mohnhaupt, «Die Lehre von der ‘Lex fundamentalis’ und die
Hausgesetzgebung curopaischer Dynastien», en J. Kunisch (ed.), Der dynastische Fiirs-
tenstaat, 1982, p. 3; H. Mohnhaupt, «Verfassung I», en O. Brunner, W. Conze y R.
Koselleck (eds.), Geschichtliche Grundbegriffe. Historisches Lexikon zur politisch-so-
zialen Sprache in Deutschland V1, 1990, pp. 852 ss.; A. Lemaire, Les lois foridamen-
tales de la monarchie francaise d’apres les théoriciens de I'ancien régime, 1907; J. W.
Gough, Fundamental Law in English Constitutional History, 1955.
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EL NACIMIENTO DEL CONSTITUCIONALISMO MODERNO
3. El nuevo y el viejo concepto de constitucion
El significado revolucionario de la constitucién moderna permanece
oculto a causa de su vinculacién con las tradiciones existentes y de su
uso de conceptos importados. Las denominaciones del nuevo fend-
meno (Verfassung, Konstitution y, en sus paises de origen, constitu-
tion) eran ya familiares antes de las revoluciones, aunque en aquella
época tenian otro significado*. Constitutio y constitution solian de-
signar una clase de leyes que no contenian necesariamente referencia
alguna al ejercicio del poder; constitution o Verfassung aludian de
ordinario a la condicién de un Estado (al principio en sentido am-
plio, a la manera en que habia Ilegado a configurarse a través del
desarrollo histérico, los hechos naturales y el orden juridico, mas
tarde reducido al status que le confierén convenciones, leyes funda-
mentales y contratos de dominacién). Pero, incluso en este sentido
mas estricto, el término «constitucién» continuaba refiriéndose a la
condicién juridicamente configurada, sin designar a Ja norma jurfdi-
ca misma que la crea; de ahi que todo Estado tuviese una determina-
da constitucién y que donde no habia constitucién alguna que fuese
presumible, no existiesc Estado. Por consiguiente, el viejo concepto
de constitucién era un concepto del dmbito del ser.
En cambio, la constitucién moderna fijaba en un documento con
forma juridica, con pretensién sistematica y exhaustiva, la cxigencia
de cémo debia organizarse y ejercerse el poder estatal; de este modo,
la constitucién se hizo una con la ley que regulaba la organizacién y
el ejercicio del poder del Estado. Ya no se referia a la situacién juridi-
camente creada, sino a la norma creadora de aquélla: la constitucién
se erigié asi en concepto normativo. En este nuevo sentido, en modo
alguno podia decirse que todos los Estados tuvieran una. La existen-
cia de un documento constitucional, que contuviera los derechos fun-
damentales y la representacién popular, se convirtié en la caracteris
tica distintiva para clasificar el poder estatal y la pregunta sobre si
sélo podria pretender legitimidad un Estado constitucional entendi-
do en este sentido dominé a lo largo de todo el siglo xix.
El antiguo concepto descriptivo de constitucién fue desplazado
4. Véase, en este mismo volumen, «Bl concepto de constitucién en su desarrollo
historico», pp. 107-154; ademés, EW. Béckenférde, «Geschichtliche Entwicklung und
Bedeutungswandel der Verfassung>, en Festschrift fiir Rudolf Gmutr, 1983, p. 7; C. H.
Mcllwain, Constitutionalism, ancient and modern, 1966; id., «Some Illustrations of
the Influence of Unchanged Names for Changing Institutions», en P. Sayre (ed.), Ir
terpretations of Modem Legal Philosophies. Essays in Honor of Roscoe Pound, 1947;
H. Boldt, Einfihrung in die Verfassungsgeschichte, 1984, pp. 119 ss.
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