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linas ¥ con psicélogos ext no hayamos carabizdo mayor ¢ pero sin el concurso de los lado el mismo tipo de preg sa como nadie, ‘ramos a eatregar cl detalle de nuestros cuadros estadisticos y el al ‘o de auestres sujetos de experiencia”, dicen los autores en su préloge. Nes enleramos, asi, de que 2.159 nifios fueron interrogzdos en ocho aitas de trabajo con di colaboradores; pueden consiltarse veinticineo cusdros de porcentajes (: i jusiones —< a las comparaciones y las discusio creyéndose en ade ‘como también, evide utilizados son .da constituyen, fo una inferen- ra controlarles o afinarles, experienciss Nlevadas 2 eabo mucho Nem ampliamente probades por a uso linico y, tambiln, cabaiscr + expuesto, en modo als ieevutt SENETIEAS + 5, Pessprcrivas FUTURAS * ir de Ia itima observacién podemos esborar algunas perspecti- vas faturae, La defensa del méiodo critico, tal como basta aqui lo hemos sxelaye en nada, ni de hecho ni por prineipi a un tiempo precisos y rigurosos, Sélo que fen una segunda fase, en un e 'y ereemos, sobre todo, que It ‘en buena parte, por definirse.- icemos del arsenal A ps 1d de “cont fiones que desde hace unos diez efos venimos, conduciendo con mires a contrastar les pruebas operatorias para la préctica psicoesco- lar o médica nos ban puesto sobre aviso respecto de los. nuevos problemas metodolégicos, asi como de los ries subestimsarlos. Considerar que la api les de a medicién, sobre todo en psicologia del eas y proponea que a cada lagico debe corresponder ua Jinfento, y 2 cada reridimiento un mimero que mida su frecuencia 0 ded. A veces eabe hecerse una idea sucinta de los “objetos” psi- ‘cos. Sin hablar de los casos en los que todas las propiedades de los ros (y de los medidores) se han prestado ilicitamente 2 los fendme~ ido es que con mucha frecuen ici ‘epobrecerse para separar la injormacién el contrario, que hay que proceder, antes bis ro estudiar los datos en su estructura de ct

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