COMO SE RECUERDAN
LAS VIDAS PASADAS
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JINARA AVADASA
EDICIONES OBELISCOJINARAJADASA
COMO SE RECUERDAN
LAS VIDAS PASADAS
A
EDICIGNES OBELISCO|, Cémo se recuerdan las
vidas pasadas
Entre Jas numerosas doctrinas que han aliviado la car-
ga de los hombres, no cabe la menor duda de que fa de
Ja reencamacién es la mas cficaz. Eso no solo se expli-
ca por el hecho de que uno nazca rodeado por el lujo y
otro en medio de la pobreza, porque el unc sea un genio
y 2] otro un deficiente, sino también porque nos aporta
la certidumbre de que fos hombres se encuentran preci-
samenic con aquella que han sembrado en e! pasado;
asi pues, el pobre y el rico de hoy encontraran en la vida
fulura aquello que desean, con tal de que empiecen a ac-
tuar en ese mismo sentido a partir de ahora mismo; y de
ese modo, hasta el deficiente, al actuar en una vida tas
otra, $¢ formard una mente que, en un futuro lejano,
sera similar a la de un genio.
Cuande se oye hablar por primera vez de la reencar-
acion, se supene, casi de modo natural, que se trata de
una doctrina procedente de la India, ya que, como suele
saberse, esta doctrina constituye ¢1 fundamento tanto del
hinduismo como del budisme.
No obsiante, la doctrina de la reencarnacién ha sido
aceplada por numerosas creencias, ¥ no hay que buscar
7sus origenes exclusivamente en las fuentes indias, Se
oye hablar de Ja reencarnacién entre los aborigenes de la
lejana Australia, y se cuenta de un indigena australiano
que, al ser Ilevada al patibulo, se mostrs muy contento,
¥ que en respuesla a su actitud desenfadada, dijo: «Cag
ef hombre negra y nace ef hombre bianco, que dispane
de un monton de dinero para pastary.
Esta doctrina ya era ensefiada por los druidas de la
antigua Galia, y Julio César narra cOmo se impartia la
doctrina de la reencarnacion a los javenes galos, y como
consecuencia de la cual éstos no tenian miedo alguno de
enfrentarse a la muerte.
Les filésofos griegos también conocieron esta docri-
na. Pitagoras, por ejemplo, afirno ante sus discipulos
que en su vida pasada habia sido un guerrero en él ase-
dig de Troya, y que después se encamé en el fildsofo
Armetime de Glazomene.
La doctrina tampoce fue ignorada por el cristianis-
mo, si es que aceplamos las afirmaciones exactlas de Je-
sis cuando se le pregunte si Juan el Bautista era el pro-
fela Elias renacide: «Si queréis, poddéis creer que este es
Elias que ha regresadon, a lo que se afiaden las siguien-
tes palabras sipnificativas: «Quden tenga oidos para oir,
que Giga»,
En ia tradicién hebraica posterior vuelve a aparecer
la misma idea y el Talmud cita diversos casos de reen-
camacion.
La doctrina de Ja recncamacién ejerce una gran fas-
cinacion para muchas personas, y Schopenhauer no exa-
gera mucho cuando dice: «fe comprobudo gue esta
docirina parece evidente a todos aquellos que han oido
hablar de ella por primera vem».Algunos creen en ella repentinamente, y la reciben
come un rayo de luz procedente de las tinieblas, y en-
tonces comprenden con claridad el problema de la vida,
al acepiar que la reencamacion es la solucién.
Para otros, en cambiv, la creencia se forma gradual-
mente, a medida que las dudas se van transformandg en
claridad y que las preguntas encuentran una respuesta.
Existe, sin embargo, una abjecién que se puede con-
traponer légicamente a la creencia en la reencamacion
entendida correctamente, tal como ensefia ta teasofia.
La vbjecién consiste en plantear la siguiente pregunta:
«Si es come dice, si he vivide en ia tiernt en otros cuer-
Pos, Zpor qué no recuerdo ef pasado?»,
$i la reencarnacion es un hecho natural, deben exis-
tit, ciertamente, otras muchos factores concomilantes
que indiquen su existencia.
Ningim hecho naturai permanece aislado y, por con-
siguiente, deberia ser posible descubrir el hecho pot vias
diversas,
Lo mismo puede decirse de la reenearnacién; en efec-
to, hay moultitud de hechos de orden psicolégico que de-
Thusstran al investipador que la reencarnacién debe ser
an heche de Ja naturaleza, y no una simple teoria.
Al contestar a la pregunta de por qué no recordamos
nuesiras vidas pasadas, lo primero que tenemos que di-
lucidar es qué entendemos exactamente por «memoria.
Una vez que tengames las ideas claras sobre el meca-
tusme de la memoria, no tardaremos en comprender por
qué recordamos o no recordames nuestras vidas pasa-
das,En resumen, podemos decir que aquello que entende-
Mos por memoria no ¢s una recopilacién de los aconte-
cimientos que se han experimentado. Al recordar aquei
incidente que me ocurrié ayer, cuando me corté un dedo,
hay dos elementos que aparecen en mi memoria: en pri-
mer lugar, la serie de acontecimientos que produjeron el
dolor, como el manejo erréneo del cuchillo, el corte, la
aparicion de la sangre, la reaccién sensible dei cerebro,
2] gesto de la mano, etc. Fn segundo lugar, la sensacién
causada por ¢] dolor.
A medida que transcurren los dias, las causas del do-
lor retroceden hacia la periferia de la conciencia, micn-
tras que los efectos, es decir, el dolor mismo, permane-
cen en el centro. A continuacién, el recuerdo mismo del
dolor retrocede hacia el fondo, por lo que ya no guarda-
mes un recuerdo directo del acontecimiento, sino un Te-
cuerdy indirecto, como una especie de tendencia, que se
expresa en el mayor cuidado que llevamos al manejar
instrumentos corlantes.
Este proceso se desarrolla continuamente: la causa se
olvida poco a poco por cuanto se la puede evocar en la
mente subconsciente, bajo la influencia de Ja hipnosis,
Mientras que el efecto permanece, cransformandose en
una tendencia adquirida.
En este proceso encontramos la ayuda de nuestro ce-
tebro. Podemos considerar el cerebro como una registra-
dora de los recuerdos, pero su funcion mas eficaz con-
siste precisamente en eliminar los registros mnemdnicos
que ya han sucedide; asi pues, el cerebro tiene una do-
ble funcion, la de registrar y la de olvidar,
Nuestra vida seria imposible si no tuviéramos la ca-
pacidad para olvidar. Si cada vez que tratamos de mover
10una extremidad tuviérames que recordar todos los es-
fuerzos que hicimos de nifics para realizar ese mismo
movimiento, junto con la excitacion y las dudas, y tam-
bién con el sufrimiento que cso implicé cn aquellos mo-
Tnentos, nuestra conciencia se encontraria tan sobrecar-
gada de recuerdos, que el necesario movimiento de esa
extremidad se verfa considerablemente retrasado e in-
cluso impedido.
Lo misme podriamos decir con respecte a cualquier
otra funcién que ahora realizamos de forma automiatica,
pero que en su momento fue algo que adquirimos cons-
cientemente,
Elio se debe, precisamente, al hecho de que olvida-
mos el proceso de Ja adquisicién, a pesar de lo cual uti-
lizamos la facullad que hemos adquirido.
Ese proceso se produce continuamente en la concien-
cia de todos y cada uno de nosotros.
Se produce, én otros términos, un proces de trans-
Mmutacién, cemo cuando se cambian las monedas de co-
bre por las de plata, del mismo valor pero de menor
peso; éslas se pueden cambiar a su vez per billetes de
bance que representan precigamente su valor, o bien por
un trozo de papel en forma de pagaré, cuyo valor incrin-
seco cs nulo. En tal caso, basta firmar el pagaré para
que se ponga en funcionamiente todo el mecanismo del
cambio.
Pues bien, con nuestros recuerdos de {as sensaciones,
{os sentimientos y los pensamientos se produce un pro-
ceso similar. Estos se guardan en categorias y se trans-
forman en placeres y desagrados (en inclinaciones y
aversiones), y Finalmente en talentos o facullades.
Ahora sabemos que cuando manifestamos un placer
i(inclinacién) o un desagrado (aversidn), para cada una
de esas cosas con las que expresamos cualquier actitud
especial, no hacemos otra cosa que recordar nuestro pa-
sado, @ pesar de que no recordamos las detalles de la ex-
pericncia que generd, en un principio, la emucion o la
facultad.
Micniras escribo estas palabras sobre la pagina, debo
recordar algunos otros tiempos en las que me encontré
por primera vez con cada una de las palabras en los
Jibros de Jectura, y descubri su significado en algiin dic-
cionario, cuando aprendi las ieccioney escolasticas, Aho-
Ta, ch cambio, utilize esos recuerdos transfermados.
En efecto, recordamos continuamente, y si no fuera
por esos recuerdos acumulados en alguna parle de mi
eonciencia {ya sea en las células cerebrales o en cual-
quier otro Jugar, esc no viene ahora al caso), ni siquiera
estaria en disposicién de conocer la palabra apropiada
para expresar mi pensamiento o incluso para escnbirla
de mode que el tipdgrafo pudiera reconocer las letras
para componer la misma palabra. Por otro lado, se ha
observado el hecho de que elvidamos efectivamente las
causas uma 4 Lina; seria una verdadera locura si, cuando
escnibo una palabra, tuviera que recordar cuando la vi
por pimera vez. El cerebro es un instrumento de regis-
tro de tal calibre que no obedece a la conciencia cuando
deseamos remontarnos al ongen de los acontecimientos,
excepto en algunos casos particulares.
El deseo de recordar no va necesariamente seguido
por recuerdos relativos, y eso es un hecho que debemos
aceptar tal cual es. Bergson ha demostrado bastante
apropiadamente que «pensamos inicamente con una pe-
quefia pare del pasado, mientras que deseamos, quere-
2mos y actuamos con todo nuestro pasado y con el im-
pulse original de nuestra alma».
Esta clato, que seria inutil tatar de recordar nuestras
vidas pasadas con el simple ejercicia de la mente; a pe-
sar de que el pensamiento puede recordar cualquier cosa
del pasado, eso no es mds que una fraccién del todo.
Por otro lado, basta sentir y a¢tuar para descubrir que
nuestros sentimientos o acciones no son mds que el re-
sultado del pasado que convergen en nuestra individuali-
dad actual.
Por esla razon, si queremos localizar los recuerdos de
Tuestras vidas pasadas y ‘levarios a nuestra couciencia
actual, en estado normal, debemos observar céma senti-
Ings y como actuames, ya que bien poco podremos re-
cordar simplemente con ej esfuerzo mental.
Asi pues, cada uno de nuestros sentimientos o accio-
nes pueden ayudarnos a encontrar la pista de sus compo
nentes que forman las expresioues exteriores y las reac-
ciones interiores. Eso mismo puede decirse de cada uno
de nosotros y por ello podemes reconstruir lambien el
pasado de los otros cbservando cémo sienten y acruan,
siempre y cuando lo hagamos de forma comin.
Pero 5i &) otro manifiesta un modo de sentir o de pen-
gar uo comin, ese modo se hace incomprensible para
nosotros ¥ por ello necesilamnos de las explicaciones,
para comprenderlo. Los sentimientos y pensamientos co-
Tunes se pueden explicar con facilidad cuando son el
Tesyliady de cxpericncias comunes, mientras que los sen-
timientos y acciones no comunes exigen de las explica-
siones, ya que Henen causas completamente insdlitas
para nosotros.
13Si el autor de estas lineas, siendo de origen indio, pro-
Tunciara wna conferencia en inglés, hallandose en la In-
dia, donde son muchos Jos que hablan inglés, el publico
asistente podria eslar seguro de que habia asistido a una
escuela y a la universidad, sin necesidad de averiguar
posteriormente cudndo 9 donde ocurris esa.
Si, en cambio, esta persona hablara espafiol, los asis-
tentes a la conferencia tendrian curicsidad por saber
cémo y cuando adquird la capacidad para hablar en es-
paiiol,
Por otro lado, si entre el piblico asistente a la confe-
rencia hubiera un espafiol, comprenderia, a partir del
modo de hablar y del tono, que el conferenciante habria
tenido que vivir en Espaiia, o haber pasado algun tiem-
po entre espafioles,
Asi pues, podemos concluir diciendo que cada vez
que se produce Ja manifestaciGn de sentimientos o de
acciones, asi como de ciertas expresiones del pensa-
miento, que revelen la cualidad de una especializacion,
debeunos Jlegar a ta conclusion de que tal facultad se ha
adquirido gradualmente por medio de la experiencia, y
que es el resultado de experimentes o intentos realiza-
dos en una direccién en particuiar.
Ahora bien, cada uno de nosotros posee muchas cua-
lidades comunes y algunas cualidades especiaiizadas.
Las primeras, naturalmente, se deben a las experiencias
que sen comunes a todos,
Examinemos, por ejemplo, algunas de las facultades
especializadas y tratemos de ver si podemos atnbuirlas
a una hipotesis distinta a la de la reencamacién.
14Aquelle que caracteriza principalmente a los setes
humanos son las cosas que les agradan (inclinacicnes) o
desagradan (aversiones). A veces, estas pueden ser razo-
nables, es decir, propiag de un tipo de individuo, que las
posee normalmente en e! grado de evolucion en que 3¢
encuentra. Consideramos como normales las cosas que
nos agradan y desagradan cuando podemos experimen-
tarlas como lales dentro de Jas mismas condiciones.
Examinemos, por ejemplo, un caso excepcional, como
1 que suele definirse como «enamorarse a primera vis-
la», Dos personas sé encuentcan en circunstancias apa-
rentemente fortuitas, a veces procedentes de dos partes
extremas del munde. Ninguma de las dos conoce ta exis-
lencia de Ja otra; entonces se manifiesla el extrafio fend-
meno por medio del cual se reconocen reciprocamente.
La vida seria verdaderamente feliz si pudi¢ramos
sentir un afecto profundo por todas aqueilas personas
con las que nog encontramos; sabemos, sin embargo,
que eso no es pasible si no existe previamente ese mis-
mo sentimiento en nuestra naturaleza. Entonces, ;por
qué pertenece a nuestra natumleza el «enamoramos» de
una persona detenninada?
{Pot qué estames dispuestos a sacrificarla todo por
esa persona a la que hemos encontrado pocas veces, al
menos en la vida actual?
i Cémo se produce esa situacién en la que parecemos
conocer e] funcionamiento intima de su corazén y de su
cercbro, a pesar de los pocos indicios que revelan Tues-
tras primeras telaciones convencionales?
El hecho de «enamorarse» constituye, en efecto, un
fenémeno psicolégico misterioso, pero el proceso po-
15dria describirse mucho mejor como un impulsa de
amor, debido al cuai el individuo casi se ve obligado a
obedecerlo, sin poderse resistir.
Existen por lo menos dos oxplicaciones légicas posi-
bles: una seria aquella segin Ja cual se trataria de fiber-
tinaje, es decit, de una forma de histena y de demencia
incipiente, debida tal vez a complejos psiquicos; la otra,
en cambio, indicaria que este profundo sentimiento de
un individuo por el otro no represenlaria mds que un
huevo encuenn, el ultimo de otros muchos, ya que pre-
cisamente esos otros muchos se habrian producido en
las vidas pasadas.
Dénde y cuando tuvieron lugar esos encuentros, es
algo que tiene muy poca importancia para los amantes.
Rudyard Kipling, en su libro La historia mas Rermo-
sa del mundo, dice que tos dioses nos hicicron beber en
el rio def ofvido, antes de dejarmos regresar a la Tierra,
Pprecisamente para procurarnos la divina sensacion de
enamoramos de Ja persona amada.
E] punto principai que debemos observar en este egla-
do emocional, el de estar enamorado, es que Ja amislad
no surge, por asi decirlo, sinu que es continua, porque en
el comportamiento psicolégice de los dos amantes se ex-
presa ei recuerdo que ha permanecido de las existencias
pasadas, en las que se encontraron, amaron y se sacrifi-
caron el uno por el otro.
Un ejemplo no muy distinto del apego comin, que
fiene su expresién mas intensa en el enamorarse, es el
de la aversién reciproca comun, algo que no resulta tan
rare encontrar en la experiencia de los seres humanos.
Hay algunas aversiones normales que pueden ser expli-
16cadas con facilidad, pero tomemos, por ejemplo, a dos
individuos que se encuentran por primera vez, que nun-
ca se han conocido, ni tan siquiers de vista, pero que, al
encontrarse, expenimentan un fenémenc de aversion re-
ciproca, no debida a ninguna clase de gesto exterior,
sino al sentimiento interior y a la intuicién.
Lo més extraiio de todos los casos de aversion es que
no se trala de ningun sentimiento personal, ¢s decir, que
ne sé experimenta una violenta sensacion de «no te
amo», sino que se traia mds bien de un estado de con-
ciencia mental impersonal, en ¢l que no se manifiesta
casi ningun sentimiente y que podria expresarse con las
palabras: «Es mejor no tener nada que ver con esta per-
sonan.
En ocasiones, queremos seguir de inmediato esta in-
tuicién, pero en seguida Ja consideramos como una des-
cortesia, y luego tratamos de comprender con ia mente a
esla nueva persona a la que hemos conocido, Ofras ve-
ces, sucede que la persona comienza a gustarnos, y has-
ta empezamos a amarla. En tal caso hemos olvidado
huesita primera impresion, o bien Ja hemos rechazado
por considerarla come un impulse irracional.
Hay que considerar, efectivamente, que muchas aver-
siones se deben puramente a impulsos irracionales, pero
que también hay casos en que los acontecimientos que
ocurren con postenoridad demuestran que en un princi-
pio no se Irataba tanto de un impulso, sino de uma infui-
clon Muy exacta,
Puede suceder que, a pesar de nouchos anos de rela-
ciones amistosas, nuestro amigo nos propine un golpe
morial por la espalda, de una forma imprevista y sin
ninguna razén; enlonces, suntidos en el dolor de la hu-
17millacién padecida, recordames aquella primera impre-
sién que tuvimos de esa persona, y habriamos querido
hacerle caso.
¢De donde surge, pues, esa primera impresion?
La reencarnacion ofrece una solucién; eso podemas
explicaclo con el hecho de que, en las vidas pasadas, la
misma persona, nos ha producido un gran disgusta, y el
tecuerdo de ese hecho relampaguea en la mente como
una intuicién en cuanto se produce el primer contacto
con esa misma persona.
Mas caracteristicos sen aquellos casos en los que se
producen al mismo tiempo apego y aversién, amor y re-
sentimiento. Recuerte a una sefiora que describié muy
bien su actitud en los enfrentamienta con el amiga al
que se sentia profundamente apegada: «Le amo, pero
al mismo tiempo lo desprecion.
Cuantas mujeres actuales repiten laa mismas palabras
con respecto a sus maridos, y cuantos maridos dicen lo
mismo de sus mujeres.
{Por qué surge esta confusién incomprensible de sen-
timientos contradictorios?
La pista que nos permite dilucidar esta confusion fue
expresada eficazmente por W. E. Henley en su poema.
En él narra cémo el protagonista ve a una hermosa jo-
ven en los templos de Babilonia, y la toma y la abando-
na sucesivamente. A pesar de todo, ella seguia aman-
dole, aunque, después del rratamiento de que era objeto,
tan desgarrador para el corazén, terminé por suicidarse.
Es natural, pues, que Ja joven muriera con un senti-
miento de amor y de resentimiento hacia la misma per-
soa ¥, Como quiera que aquello que sembramos es lo
18que cosechamos, ambos personajes se encontraron al re-
nacer con el resultado de las causas pasadas, bajo la for-
ma de apego emocional,
En esia nueva ocasién, cl hombre ama ova vez a la
deseada; ella, a su vez, corresponde a su amor, pero
ahora no quiere ceder a los deseos del hombre, a causa
del oscuro y iriste recuerdo de su vida pagada.
Por eso, el amante exclama:
Tu orgulic, que yo desderé, ahora me quebranta y
hasta me desdefia...
El! antiguo resentimiento es tenaz, como Ja muerte.
Me amas, pero te contienes;
el corazin se me rompe por {a aspera perfidia,
yen vano fate en mi pecho...
Henley, en su visién poética, vislumbra que esa clase
de sityaciones no pueden mantenerse para siempre, por
fo que debe ilegar el dia en que haya enwe los dos ver-
dadero amor y comprensién.
E] poema acaba narrando como el antiguo orgullo se
transforma en la resignacién del presente, en el recuerdo
del bien pasado, que no debe ser despreciado.
En el mas alld de fa tumba, ef hecho cometida,
no hublera gueride consumarto,
cuando fui un rey de Babilonia
yi una virgen esclava.
Sélo puede Ilegarse a una conclusion, la que encon-
tramos en la narracion de los hechos; pero ésta exige un
universo en el que esté el uno al que se ama, donde:
13Los senderos terminan
alli donde se encuentran los amantes,
alli donde esta ef hija de toda sabio.
Hasta aqui hemos considerado las manifestaciones de
Ja taturaleza emotiva del individno y por ello es eviden-
te que, a partir de Jas propias experiencias se pueden
juzgar ¥ comprender las emociones de los demas, natu-
Talmente en la medida en que tales emoctones sean, en
general, similares a las que hemos conocido nosotros.
Pero zqué podemos decir de aquellas personas que
comprenden perfectamente tales experiencias sin haber-
las llegado a vivir nunca?
Shakespeare, por ejemplo, comprende profundamen-
te cl desgaste del corazén y de ia mente de Ja mujer, asi
como el complicade proceso mental del waidor; Dic-
kens, a su vez, comprende perfectamente io que siente
un homicida después de haber cometido su delito.
Hay, por otra parte, personas /uminadas que, cuando
expenmentan emociones, las generalizan, considerando-
las también como extensibies a los demas, mienwas que
hay ous, no tan iluminados, que a pesar de haber sido
polpeados ya una vez, no evitan por segunda vez el peli-
gro ni Ilegan a ser apreciablemente mas sabtos por el
hecho de haber pasado varias veces por la misma expe-
Tiencia.
E] ifvminado wata de descubtir la cualidad universal
en toda experiencia singular y, de ese modo, puede anti-
cipar el resuliado de experiencias de naturaleza afin,
tanto para si mismo como para los dem4s; es capaz de
catalogar sus experiencias reduciéndolas a férmulas al-
20gebraicas, en cada una de las cugles comprende, me-
diante una definicién general, todos los casos particula-
res. Sus pensamienlos y sentimientos son como los de
los aforismos, que transforman todas las experiencias en
una inica y gran experiencia.
La facuhad de generalizar las definiciones extraidas
de las emociones individuales, constituye una cualidad
fara, tanto come la de formular una filosofia a partir de
los pensamientos particulares que nos hayamos formado
sobre las cosas.
La generalizacion de las emociones particulares es ti-
Pica del pocla, y cuanlo mas universales sean sus gene-
talizaciones, tanto mas grande puede ser considerado el
poew.
{Por qué, entonces, surge aqui y alla un individuo
que posce la maravillosa capacidad de ver a los hombres
como representantes de tipos, y las emociones particula-
Tes como expresiones de emociones universales? De un
hombre asi sclemos deciz que es un gemo, pero la pala-
bra genio describe el hecho, no Lo explica.
Hay genios en todos los sectores de la vida, en la re-
ligién, en la poesia, en ef arte, en Ja musica, en la politi-
ca, en el teatro, ef la estrategia, en el cometcio y en
otros aspectos de la vida.
Esos genios se caracterizan por poseer numerosas
cualidades anormates, son hombres del futuro, y no de
su tiempo; cada gemo <8 un legislador para las genera-
ciones Futuras en su ambito concreto de actividad pero,
sobretodo, el genio vive emocional y menialmenie a
base de amplias generalizaciones.
éDe dénde proviene esta maravillosa capacidad?
Se trata de explicarlo acudiendo a las leyes de la he-
21rencia. Pero, ciertamente, no sabemos hasta qué punto
queda el genio explicado por la herencia.
Segun la teoria comvinmente acepzada de la herencia,
cada gencracion afade alguna cosa a ia calidad alcanza-
da por las generaciones precedentes, y ésta transmite a
las sucesivas todo aquelio que ha acumulado en el pasa-
do; las generaciones sucesivas Lransmiten a su vez a la
siguiente generacién todo aquelio que han recibide, ade-
mas de su propia contribucién, y de ese modo se pasa
de una generacién a otra, hasta que Ilegamos a una ge-
neracién en particular, y a un individuo concrete de la
misma, en el que Ja cvalidad especial se concentra de un
made misterioso y el individuo se manifiesta come an
Benio.
Seguin esta teoria popular, cualquier antepasado de
Shakespeare posceria un rasgo de su genic, que transmi-
ié a sus descendientes pot medio de la herencia; estos
descendientes, habiendo mantenido inlacto lo que les
habian transmitido sus progenitores, afiadieron su propia
experiencia y luego transmitieron una y otra a sus des-
cendientes, y asi sucesivamente a las generaciones si-
guientes, cada una de Jas cuales atesoraria las experien-
cias de las generaciones pasadas y amiadiria algo propio
antes de transmitirlo a Jas generaciones posteriores.
Entendido de ese modo, fa individualidad de Shakes-
peare seria como un torrente contenido por un dique,
que se va hinchande gradualmente hasta que se romper
los diques cuando la presidn de las aguas supera el limi-
te de resistencia.
Este concepto de la herencia se basa en la hipkitesis
de que todo aquellg que el individuo adquiere en el uso
22de sus facullades, como resultado de la adaptacién al
ambiente, acaba siendo transmitido a los descendientes.
Esta es la conclusién a la que ha llegado la escuela
danyinisla de biclogia, al analizar aquello que sucede en
la naturaleza.
En el transcurse de jos ditimos afos, la investigacién
biologica se ha dingido en buena medida a trauar de de-
mostrar la validez de la teoria de la transmision de tas
caracteristicas adquiridas; pero no sdlo no se ha descu-
bierto ni uN solo caso cierto sino que, antes al contrario,
todos los experimentos realizados a base de cruces y
crias han acumulado jas pruebas necesarias para demos-
trar exactamente lo contrario.
La escuela bialggica de Mendel ha legado por su
parle a conclusiones sobre la herencia que no solo son
Tuevas, sino asombrosas.
Segun esta escuela, fas caracteristicas estructunales,
de las que dependen tas capacidades mentales py mora-
ies del individuo, existen plenamente en todos fos ante-
pasados; asi, todas las caracteristicas estructurales tuvie-
ron que haber eslado presentes en el polvillo primordial
de la matena viva. Ninguna de ellas ba sido afiadida per
la evolucion a este polvillo original y a sus potencialida-
des protoplasmaticas.
Tede genio existia ya potencialmente, tanto los que
ha conocido el mundo, como los que conocer en cl fu-
turo, por cuznto que deben esperarse millones de atios
antes de que surjan los hechos genéticos apropiados, a
fin de que pueda aparecer ¢s¢ genio sobre el escenario
de Ja evolucion.
La naturaleza no ha desarrollado la compleja estruc-
23tura del cerebro de Shakespeare a partir de los cerebros
rudimentarios de fos mamiferos, puesto que esa comple-
jidad ya existia en cada célula protoptasmatica.
La naturaleza no ha evolucionado para dar lugar al
genio, sino que mas bien le ha liberado de las cepas on-
vueltas del protoplasma primordial, eliminando, una ge-
neracién tras otra, jos factores penélicos que impedian
ja expresion de su manifestacién tipica.
Bateson resume esta teoria moderna al decir.
«Opino que la cualidad artistica de ia kumanidad se
demostrara como debida na ya en cualquier cosa que
se afiada a da formacion de un hombre comiin, sino mas
bien en ta eliminacién de aquellos factores que inhiben,
en ia persona normal, ef desarrofio de esas mismas
cuatidades,
»ES casi seguro que podemos considerarlas came li-
beraciones de poderes que normaimente son inhibidas.
a&f insirumenio existe, pero se ve impedide de ac-
mary
(Discurso presidenciat pronunciado ante la
Asociacién Brilénica de la Ciencia, 1914.)
Solo el tiempo demostrara hasta qué punto se tendran
que modificar las cuncepciones de Mendel a medida
que se realicen nuevos descubrimientos, pero lo ¢ierto
es que la concepcidn darwinista de la herencia cs insos-
tenible, cuando se llega a la conclusidn de que ef genio
debe bien poco a los lopres iniclectuales y emocienales
de sus antepasades.
A pesar de todo, ¥ aun admitiendo, con los mendetia-
nos, que el genio es liberado de las obstacules que re-
24presentan los factores inhibidores y que no es, por Lanto,
el resultado de una lenta acumulacidn, seguimos sin re-
solver e] misterio, és decir, la explicacién de la capaci-
dad sintética del genio.
No ubstante, nos encontramos mas cerca de la com-
prensién de la naturaleza del genio a partir de Mendel
que de Darwin,
Las teorias cientificas sc refieren sobre toda a cuales
son las condiciones en las que se manifiesta el genio en
un caso, o no se manifiesta cn el otra.
La Unica leoria racional que explica al genio y que
admite los hechos cientificos sobre la herencia del genia
es precisamente la de la reencarnacion.
Si admitimos que el individuo ¢s un aima, y que ésla
8 un ente en evolucidn ¢ immertal que sc manifiesla por
Medio de un cuerpo apropiado a la fase de desarrollo en
que s¢ encuenima, y a la tarea que debe desarrollar en ese
cuerpo, resulta evidente que los atnibulos emotives y men-
lales no son mas que los resultados de experiencias mo-
dificadoras vividas en las existencias pasadas.
Pero dade el hecho de que éstas deben expresarse 8o-
bre tode por medio de un cuerpo ¥ de un cerebro adap-
lado, éste debe posecr las caracteristicas que la propia
naturaleza ha seleccionade paralelamente con la herencia
para alcanzar asi cl fin preestablecido.
Asi pues, la manifeslacién de toda capacidad supe-
nior depende de dos factores indispensables: por un lado,
la existencia de un ente o conciencia que haya desarre-
Wado aquella capacidad por medio de experiencias repe-
tiday en el pasado, y por el otro de la existencia de un
instromenio adaptado, es decir, de un cuerpo fisico cuya
25nafuraleza estructural haga posible la expresién de la
misma capacidad.
Pero si considerarnos la cualidad del genio que posee
un cuerpo modelado por tales factores genéticos que in-
hiben su genialidad, ésta se mantendra en estado peten-
cial, por decirlo al modo de Bateson, y se vera impedida
la expresion de su gemalidad. Por otro lada, si la natura-
leza produjera miles de cuerpes adaptados, no tendria-
mos por ello miles de genias. Por eso, tienen que con-
vergee en un sclo punto dos corrientes evolutivas antes
de que pueda mantfestarse cualquier cualidad que no
sea puramente funcional.
La primera exige Ja evolucién de una conciencia in-
destructible, que expermenta la vida continuamente y
que se especializa lentamente; Ja segunda, a su vez, exi-
ge la evolucion de la estructura fisica, seleccionada per
la herencia, para responder a los estimulos interiores
panliculares.
Si armados con esta premisa, derivada de Io que su-
cede en Ja naturaleza, examinamos a los diversus genios
que ha producido el mundo, descubriremos que éstos no
hacen otra cosa que recordar su existencia pasada al
mismo tiempo que manifiestan su genialidad.
Examinemos, por ejemplo, un genio como el del jo-
ven vighinista Mischa Eiman, que comenzé hace varios
afios su carrera musical, en aquel entonces no era mas
que un nifio, aunque ya manifestaba una técnica maravi-
llosa.
De acuerdo con la teoria de Mendel! podriames atri-
buir Jegitimamente su capacidad técnica a una rara con-
vergencia de factores genéticos, a pesar de que ninguna
teoria de la herencia fisica puede explicar aquello que
26mas sorprende a los mas grandes criticos de la masica,
es decir, su interpretacién particular de la musica que
suena.
Es propio de esta interpretacién que el amante de la
Musica pueda vislumbrar el alma del ejecutante, es de-
cir, si se trala dé un alma grande o pequefia, si ef ejecu-
tante percibe la vida superficialmente o en profundidad.
La interpretacién de Mischa Elman era absolulamente
espontanea, y no una imitacién de ningtn maestro, es
decir, la propia de un hombre, y no la de un muchacho,
No es, pues, sorprendente, que muchos criticos se sin-
ticran azorados, come per ejemplo el del Dailp Tele-
graph, de Londres, que dijo:
«La itevia caia rumorosamente sobre ef tejado v et
fone perturbaba ef aria, pero Mischa Elman, con caina,
seguia interpretando fas partituras de Paganini, Bach p
Hieniawsky. Su palabra era tranquila, no altiva. ¥a he-
mos visio en ofras acasiones a nittos prodigic en nues-
tros escenarios, pero los ofros eran “altivos”. Mischa
Elman, en cambio, no es ni lo uno ni fo otro. Mientras
mueve ef arco, una gran paz se extiende a todo su aire-
dedor y, de vez en cuando, apaya un poco mas ef men—
fon sobre el instrumente, coma para acogerse al impul-
so de sus vibraciones a como para comurticarle ef ritmo
de su propia alman.
Aceplando Ja teoria de Ja reencarnacion, y suponien-
do que Mischa Elman es un alma que en vidas pasadas
ascendia al vérlice supremo y por eso conectd con la
profundidad de la vida humana, encentraremos una ex-
plicacion razonabdle de su genialidad. En cada una de
27suS interprelacionés 3¢ refleja la suma de todas sus ex-
periencias pasadas y, por eso, las alegrias y doiores de
los hombres que él mismo experimenté en sus existen-
cias pasadas y de las que conserva recuerdos celativos
en las generalizaciones emetivas ¢ intelectuales.
Esta explicacién viene confirmada por la ciencia,
puesto que la teoria de la reencarnacién del genio impli-
ca, para el alma musical, la necesidad de que exista un
cuerpo pariicularmente adaptado y convergente con la
herencia musical, seleccionado por la evalucién y for-
mado por faciores genéticos apropiados.
Sélo la reencammacion explica la existencia de otro
genio, algo que para cualquier otra teoria sigue siendo
um enigma.
Keals destaca en la poesia inglesa como ¢} pocta mas
prego de los ingleses, Poscia, come un don natural, ese
sentimiento tinico de la vida que constituye el tesoro del
temperamento helenistico.
Si él hubiera sido un estudiosa del griego y versado
en Jas tradiciones de ja cultura gricga, podriamos consi-
derar que esa anima naturaliter Groeca de Keats no era
griega.
Pero si tenemos en cuenta que Keats sabia poco de
latin y mucho menos de gnego, ¥ que inicio su carrera
come cirujano, no podemos dejar de sorprendernos al
comprobar que no canta como un poela cristiano, sino
come un pastor gnego, tacido en las laderas del Ema.
El estuper desaparece si admitimos que Keats fue la
Teencamacion de un poeta griego y que no hizo otra
cosa sino recordar su existencia pasada, cuando pensaba
y sentia a la manera de los gri¢gos.
Siguiendo e] camino de la reencarnacién, resulta in-
28teresante conslalar camo, en un anélisis general, esta-
mos en disposicién de decir dénde vivid un individua en
el pasado.
En la cultura de Europa y de América encontramos
tres corfientés principales de retorno, la de Roma, la de
Grecia y la de la India. Cualquiera que haya estudiado
las instituciones romanas y ej conceplo romano de Ja
vida no tendrd dificultad en constatar hasta qué punto es
el 1emperamente inglés afin al de la antigua Roma, aun-
que bajo el aspecto de la modemidad. Los escritos his-
téricos de Gibbon, Macaulay y Hume son practicamente
idénticos a los escritos de los historiadores romanos Sa-
lustio, Tacito y Livio, respectivamente.
Por otro lado, si examinamos a los historiadores fran-
Ceses, NO encontraremos e] temperamento romano, sino
algo bastante més afin al griego. La ecuacién Tennyson
igual a Virgilio no es inexacta por aquello que conoce-
Mos de ambos poetas.
El regreso al espintu de Grecia podemos detectarlo
claramente en escritores como Goethe, Schiller y Les-
sing, Por qué otra razon habrian proclanrade estos es-
critores en Alemania el «regreso a Grecia», con un entu-
siasmo indescrptible, si no hubieran visto en sus existen-
cias pasadas aquella que la cultura helenistica guardaba
au para los hombres?
éQué puede ser el entusiasmo sino el impulso del
alma hacia la experiencia, y la alegria que ya se experi-
Mmenté en otra tiempo y de la que ahora se reconoce su
llamada?
Los hombres entusiastas, pioneros del futuro, no son
del todo burlas de Ja naturaleza, sino que debemnos con-
siderarlos como almas reencarnadas que recuerdan en su
23entusiasmo las existencias pasadas; y tampoco son ex-
cepciones, sino los primeros frutos de una glomosa hu-
manidad que debe surgir.
Todo aquei que haya estudiado a Jos filosofos indius
reconoce a los antiguos vedanti en ios nombres de Kant,
Fichte y Hegel, ¥ a un fildsofo budista en Schopenhauer.
Tedos regresaron a sus filosofias de Ja existencia pasa-
da, aunque expresando sus convicciones de una forma
siempre mas brillante.
Cada vez que fos aspectos mds profundos del ser hu-
mano se manifiestan en el mundo en cualquier crea~
cion, ya sea de ta filusofia, de fa literatura, de} arte o de
fa clencia, podemos observar ta tendencia que encuen-
dra su origen en fas existencias del pasado.
E] despliegue de Ja vida del hombre no se proyecla y
se desarrolla en unos pocos y breves aiios que se inician
con su nacimiento, y quien conoce la ley de la reencar-
hacién puede descubrir con relativa facilidad dénde se
compusjeron lag diversas partes del desfile de aconteci-
Mientos que constituyen ia vida humana.
La reencamacion, puesto que afecla a una gran masa
de individuos, constituiria un estudio fascinante para
quienes tuvieran la agudeza historica para Ilevarle a
cabo.
He dicho anteriormente que la raza inglesa es, en
gran parte, una mencamacion de ia de la antigua Roma;
pero aqui y ailé vemos rastros putos de los gricgos,
como en Byron, Ruskin, Matthew, Amold y aquellos
hombres y mujeres ingleses que tuvieron ei sentido he-
lénico de Ja vila y que se sinticron opmmides por las
30tradiciones inglesas, como si fueran extranjeros en un
pais extranjero.
Un griego renavido, al margen de donde kaya nacido,
trasladado a {a Italia meridional o a Grecia, empieza en
seguida a recordar su existencia pasada, con la familiari-
dad instintiva con la que percibir4 el espirity nacido en
el arbol, en el lago o en Ja colina.
Sentiré como ningin ciro, excepto el griego, una gran
alegria a la visla del sol, de 193 naranjos, de los vitiedos
y las cascadas de agua que en Grecia Gansmiten e] men-
saje de la naturaleza como en ningun otro pais del
mundo.
‘Otros, que vivieron su Gltima existencia en épocas
medievales, en cualquier parte de Europa, ya fuera cn
flalia, en Espafa o en Alemania, ai visilar estos paises
sentiran una extrafia familiaridad con lay cosas que ob-
servarén en: ellos. Comprenderin, de un modo extrafio,
la vida de aquellas gentes y Jas razanes de las cosas.
Para unos pocos, este sentido misterioso det recuerdo
puede manifestarse con mucha mayor fuerza en Egipto,
en la India o en Sapén; pero podemos afirmar que cada
vez que tenemos una comptension intuitiva de un pueblo
exfranjerp, vistumbramos une de {es modos de recordar
nuestras existencias pasadas.
En la actitud intelectual tipica de los franceses vis-
Jumbramos Ja reencarnacién de aquello que se desarro-
Né en la Grecia antigua.
La claridad intelectual de Jos franceses, y su agudeza
sin prejuicios para ver las cosas como gon (ya sea en el
aspecto material o en cualquier otro), son tipicamente
helénicos. Acaso podriames conocer la vida de los fem-
31cios mucho mejor que de cualquier otro modo si estu-
diaramos a los fenicios renacidos en la Alemania actual.
La rivalidad comercial entre [nglaterra y Alemania
por el dominio de los mercados occidentales no consti-
tuye mas que el regreso de la antigua rivalidad entre
Roma ¥ Carlago por el dominio de los mercados medi-
terrincos. La irmupeién de su ego helenistice resulta evi-
dente incluso en Estados Unidos, En la costa del Pacifi-
co, ¢n particular, se observa a numerosos hombres y
mujeres que tienen un Lemperamento griego, del periodo
anterior a Pericles, como también demuestran a menudo
sus antepasados, los purilanos de Nueva [nelaterra.
En Estados Unidos descubrimos a los sofistas grie-
gos en toda la plenitud de «pensamiento nuevo» que en
ese pais hace brotar a escritores nuevos casi cada mes
que pasa, En ellos detectames las mismas caractcristicas
que les sofistas helenisticos, a los que tanto acusaba
Platén; peseian muy buen sentido, ideas utiles, sentido
de la independencia con respecto a las tradiciones, con-
fianza sin limites en la propia panacea y en la difusion
de su mensaje espiritual.
La ausencia de distincién mental enwe ei sofismo y
la cordura, como sucedia en Grecia, regresa ahora, en el
siglo veinte, como una confusidn entre el nuevo pensa-
miento y Ja vida divina con respecto a la verdadera vida
del espiritu.
No obstante, cabe esperar que del mismo modo que
los sofistas antiguos aportaron la Edad de Oro en Ja an-
tigua Grecia, el «nuevo pensamiento» sea ahora el pre-
cursor del pensamiento verdadero que alberga y que no
€s ni antiguo ni modermo.
En ia India actual encontramos a muchos que no son
3zen realidad hindies, aunque es cierto que la mayoria de
los hindies modemos no parece que hayan eslada en
otra tierra en su existencia precedente; a pesar de todo,
descubrimos aqui y all4 a hombres y mujeres para quie-
hes ne tienen sentido las sacrosantas instituciones orto-
doxas, y que asimilan con avidez. las ideas occidentales
de progreso. Muchas de esas personas son ingleses que
han vuelto a reencamarse y por eso ¢s explicable la
mentalidad que muestran ahora.
Pero también encontramos a personas que munca han
abandonado 1a India, que fueron educadas en la ortodo-
xia mds severa y que incluso combaten con entusiasmo
en favor def modo extranjero de pensar, Jo que indica,
cierlamente, que debe de tatarse de europeos reencar-
nados que proceden de Grecia o de Roma, o de cual-
quier otro pais de occidente.
No debemos olvidar llamar la atencién sobre el ego
de Grecia, que regresd a Europa para inaugurar el siglo
del arte.
A quienes conozcan la escultura y la arquitectura
griegas no les seri dificil descubrir artistas griegos reen-
camados en los grandes maestros italianos de la pintura
y de Ja arquitectura.
El culto no es e} de Palladio y el de los dioses, sino
él culto de la Virgen Maria y de los santos, que corona-
ren cen aureolas celestes.
&De dénde obrivieron los macstros ilalianos la segu-
tidad de] trazo sinc en la pasada existencia en Grecia?
Es realmente asombrose cl hecho de que los romanes,
que fueron excelentes retratistas, s¢ hayan reencamnado
en los pintores retratistas ingleses: Gainsborough, Rey-
nolds, Lawrence y otros.
33Podemos recordar incluso a aquellos griegos que
inundaron Inglaterra, en los templos de la teina Isabel:
Marlowe, Beaumont, Flechter, Peele, Johnson y otros,
qué eran paganos habilmente camouflados entre Ja forma
inglesa de su tiempe. Ellos sentian la vida de una forma
que no era inglesa; ellos fueron los primeros en percibir
y¥ luego en expresar en pengamientos sus propios seriti-
Tientos.
Un eriego sigue siendo un griego, al margen de Ia
lengua que hable, y no puede dejar de reconocerse su
Sello en la literatura ¥ en ef arte.
Una fuerte impresion causada sobre la conciencia de
Ja existencia pasada aparece 2 menudo en la actual con
un extrafic modo de sentir.
A ceces, s¢ manifiesla con el terror de los animales
arrastrados por ¢] fuego o por las heridas; estas fabias
pueden explicarse de este modo, del mismo modo que
pueden explicarse algunas degradaciones subconscientes
de la vida actual.
En los casos en que existan tales hechos en el sub-
consciente de la vida presente, oo cabe la menor duda
que se deben a una muerte viclenla experimentada en fa
existencia pasaca.
Los efectos péstumos aparecen bajo la forme de uo
terror incontrolable o incluso de una incomodidad en
presencia de los mismos objetos que causaron la con-
mocidn.
Mas extrafio todavia es el comportamiente de un in-
dividuo en el respeto que tiene por otro, y que viene de-
terminado por la vida anterior.
34Se observa con frecuencia el extrafio caso de una
fifia de diez o doce anos que cuida de su propia madre
con una actitud maternal, como si las posiciones estu-
vieran invertidas, y como si la nifia tuviera el respeto de
la madre.
Un hecho de naturaleza psicolégica mas profunda se
da cuando una mujer se casa con un hombre que !a hace
sufrir, mientras que ella demuestra una gran piedad por él,
no como si sc tratase del mando, sino de su propio hijo.
En este caso descubrimos una reminiscencia de la
vida en la que 41 era efectivamente su hijo ¥ se manifes-
{6 su mejor naturaleza cuando ella mantuve con é! esa
clase de relaciones materne-filiales.
Encontramos también una reminiscencia de la exis-
tencia pasada cuando se produce un cambio del sexo del
cuerpo. En occidente, sobre todo, se observa una distin-
cidn mas marcada en el temperamento entre los dos se-
X05 que en Oriente; se produce asi el caso de la nifia que
ho quiere jugar con mufiecas, sina que prefiere jugar
con los nifies; se trata, en efecto, de un ege que ha asu-
mido un cucrpo del sexo opuesto al que habia estado
habituado en las vidas pasadas.
A muchas jovenes les dispustan los vestidos, y trans-
carfen muchos anos antes de que se decidan a llevarlos,
Hay mujeres cuyo mismo rostro y su modo de compar-
tarse parecen revelar de un modo bastante visible su ul-
tima encarnacidn masculina. Algo similar puede obser-
varse tambiéo en clertos hombres, que recuerdan en su
exislencia actual los restos de su costumbres habituales
de pensamiento y de sentimiento, cuando vivieron en
cuerpas femeninos.
Teniendo en cuenta los numerosos enigmas psicolé-
35gicos que he enumerado, se demuestra con suficiente
claridad que la gemte recuerda bastante sus propias exis-
fencias pasadas. Naturalmente, su recuerdo cs indirecta
y se manifiesta como habito, actitud o modo de com-
portarse; en cualquier caso, cllo se debe ai recuerdo
subconsciente de la existencia pasada.
Es bastante natural que una gran parte de las perso-
nas que tienden a aceptar la teoria de Ja reencarnacioén
como un hecho real, se pregunten: «Pero gpor qué no
recordamos por completo los hechos?»,
Ante esta pregunta se puede responder que es mucho
mejor no recordar directa o completamente, al menos
hasta el momento en que esos recuerdos puedan ser so-
pesados. Asi, ng mostramos tendencia a recordar hasta
que ne estamos en disposicién de ser influidos por los
recuerdos del pasado.
Alli donde, por ejemplo, se tiene el recuerdo de un
acontecimiento dolorpsa, el pasado ejerce no sdlo in-
fluencia sobre nuestro presente, sino también, y hasta
cierto punto, sobre nuestro futuro, Ambos pueden pro-
ducirse de una forma nociva y, por esa razén, nuestros
caracteres se verian debilitados, y no reforzados, por los
recuerdos del pasado, a menos qué nos encontremos ya
mas alld de ia esfera de influencia del pasado.
Examinemos un ejemplo tipico: supongamos que un
hombre se suicidé en la vida pasada como el medio mas
facil para desprenderse de laa dificultades.
Al mont de lal modo conservara en su mente woa
sensacién de gran suffimiento y, particularmente, ie fal-
tara por completo Ja confianza en su capacidad para do-
minar las tempestades de la vida.
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