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> Sandra Borda, 2019 > Editorial Planets Colombiana $.A.,2019 salle 73 227.60, Bogor SBN 13: 978-958-42-7665-0 SBN 10: 958.42.7665-4 lustracién de portada: © Randy Mora scfio de cubiesta: Departamento de Diseito Grupo Planeta rimera edicién: abril de2019 mpreso por: Colombo Andina de Impresos S.A. mpreso en Colombia - Printed in Colombia leper epodacis tua arial dese libro st vincorpociin 0 sn infor stesso ecules ona por ealgr edo, sce ee clectic, cao, por toc, por aban uote tod nel cro pee ypereackodlesior Sandra Borda Guzman éPor qué somos tan parroquiales? Breve y fragmentada historia de la politica exterior colombiana CRITICA, CAPITULO 1 Ese particular parroquialismo colombiano Colombia es un pafs que se mira de manera constante su ombligo, Lo hace desde el ciudadano comin y corriente, pasando por el empresa. rio y el académico, yllegando hasta el miembro de la clase politica en la ciispide de la pirémide del poder. Nos miramos a nosotros mismos con optimismo exagerado o con pesimismo desmesurado, porque no estamos habituados a compararnos con otros. Nos creemos «el mejor vividero del mundo» o «el ojo del huracan» tinicamente porque no tenemos (y no hemos querido adquirit) informacién suficiente sobre los referentes alrededor de los cuales construimos dichas afirmacio. nes, Somos «el mejor vividero del mundo», ccomparados con quién? Somos «el ojo del huracin», gcon respecto a quiénes? ‘Aunque el asunto no es solamente de falta de informacién. Si ast fuera, el problema se hubiese resuelto con el advenimiento de la glo- balizacién y la consecuente internacionalizacién de las clases medias. La globalizacién nos dio a muchos la oportunidad de tener més acceso al escenario internacional en sus miltiples formas, y més colombianos tuvieron el chance de acercarse al mundo directa 0 indirectamente: hoy se viaja mas, hay més restaurantes internacionales en Colombia, hay és libros disponibles, hay més manifestaciones culturales a nuestra disposicién que llegan de todos los lngares del globo... Hay, en general, sis informacién en la punta de los dedos de més colombianos, Pero, 16 (Por gué wea tn purus? ‘por alguna raz6n, un mayor conocimiento de los referentes internacio- nales con los que constantemente nos comparamos, no nos ha ayudado entender nuestra identidad en una forma mas amplia y que apunte al didlogo con lo global Asf que la adquisicién de més informacién sobre nuestro entoo regional y global puede ayudar eventualmente, pero no ha sido suf. . Una élite criolla que, comparada con su entorno inmediato, siempre se consideré mejor que los otros; pero que, comparada con el llamado «primer mundon, siempre fue una dite de segunda, un remedo de ella, Eran cola de lebn afueray cabeza de P 110. eee desarrollo del siglo xx fue empujando a los miembros de esta élite bogotana y sus aspiraciones ms y mas abajo en el escena- rio internacional: no solo aleanzaron (a durus penas) a ser europeos de segunda, sino que adiionalmente se extrellaron contra un mundo com unas légicas de poder brutales que pusieron al pas (que ellos dis an) en su lugar, de una forma muy brusca, Después del proceso de formacién del Estado nacién, Colombia aterrizé de barriga al iniciar el siglo x la pérdida de Panam’ fue un recorderis aplastante de nuestra condicién de pais tercermundista, de nuestra posicién de debilidad. Semejante atertzaeno fue él paramedic, : Entonces, omamos la decisién de que le bajarfamos un poco ala acrogancia y Ia usariamos solo como recurso de politica interna (un poguito de naconalismo no le senta mal a nadie, y més bien optasia ‘mos por el bajo perfil en lo internacional, Bruce Bagley —académico estadounidense y de los primeros estudiosos extranjeros de la politica exterior colombiana— ha denominado a esta actitud «el enanismo autoimpuesto. Por ahi, de vez en cuando, se cuela por entre las grie tas la arrogancia criolla y «somos el mejor pais del mundo». Pero, en general y hacia fuera, preferimos pasar de largo, sin mucha notoriedad. 18 Porqud sore tx paroites? Elrecurso se volvié incluso més ttl cuando, més adelante, todo se fue ccuesta abajo: alcanzamos la infame categoria de “Estado falda”, nos volvimos exportadores de droga, criminales organizados, violadores de derechos humanos, y otros motes poco felices. Teniamos mas razones de peso que nunca para aislamnos y caminat sin hacer mucho ruido. El siglo xx ha sido el testigo de esta larga, pero contundente, ges- tacién del parroquialismo colombiano, Como lo argumentaré a lo largo del libro, necesariamente este no fue el caso dusante el siglo xix, cuando nos encontrabamos en el proceso de construir el Estado nacién colombiano. Al contratio, en ese momento tuvimnos un compor: lamiento intemacional mucho mas activo y atrevido, una actitud més envalentonada, Pareciamos un Estado adolescente dispuesto a hacerse escuchar y a cantarle Ja tabla al que se nos atravesara en frente, Es ‘como sila pérdida de Panamé hubiese sido esa etapa de transicién de la adolescencia a la adultez, ese momento en el que se le bajan a uno los humos y en cual, a muy corta edad, nos damos cuenta de que el ‘undo ¢s un Jugar duro e inclemente y que si queremos sobrevivir en nos toca andamos con cuidado y sin lamar mucho la atencidn. Desde entonces y hasta ahora, creamos vatios mecanismos de defensa para lidiar con esa dura realidad, El més importante de todos fue el aislamiento. Tomamos la decisién de que si el mundo era ese ugar hostil y brutal en el que estabamos condenados a ser un pais débil ¢ indefenso, lo mejor era mantenernos encerrados. Salit solo cuando fuese necesari, sin hacerse notar mucho y evitando exponemos dema siado. Lépez Michelsen lo sintetizé Japidariamente en una expresin célebre en los estuclios cle politica exterior colombiana: Colombia se habia convertido en el «Tibet suramericanom. Con una capital metida en as entrafias montaiiosas colombianas, habfamos tomado la decisién de certar Ia puerta y salir solo cuando fuese esttictamente necesatio, Esta aproximacién al mundo (o la qusencia de ella) Fue el sustento de ‘muchas de nuestras actitudes y précticas: nos volvimos unos convenci- dos absolutos de nuestra excepcionalidad y ello nos permits justificar un flujo comercial muy mediocre y poco diversficado con el mundo, una politica migratoria introvertida y parroquial, una actitud acom. Plejada en los foros intemacionales, una politica exterior sin norte y ic pcr pregisicno colombine 19 disminuida, unos medios de comunicacién empefiados en hacer sec~ ciones de farindula més largas y sustanciosas que las dedicadas a las noticias internacionales, una Cancilleria débil —sin presupuesto y apo- cada—, un servicio diplomético manejado con criterios politiqueros {ntemes y una discusién piiblica totalmente despojada de anélisis com. parativos internacionales. En sntesis, nuestro trauma internacional de comienzos de siglo trajo como resultado una sociedad, una clase politica yun Estado ensimismados,introvertidosyaislados. YY como sifxera poco, hasta la academia de las Ciencias Sociales se metié en el juego de la excepcionalidad, profundizando aun més nuestro trauma de «nifios diferentes». En mucha de la literatura sobre politica ¢ historia comparada Iatinoamericana, escrita por colom- bianos y extranjeros, nuestro pais siempre fue presentado como una excepcién. No cabia ni en los andlisis comparativos sobre las transi: cones democréticas (en los que el objeto de estudio favorito eran los paises del Cono Sur) ni en la literatura que comparaba a los paises andinos haciendo uso de diversas variables. Colombia era distinta por- ‘que no habia experimentado dictaduras (con la excepcisn del breve hinto de Rojas Pinila), porque tenia conflicto armado, porque era el mayor exportador de cocaina, porque habia albergado Ia gestacién de los grandes y mis importantes cartcles del narcotsfico, ete. Ni siquiera nuestros académicos de las Ciencias Sociales pudicton sacar- nos de esta espiral de la excepcionalidad y se dedicaron a producir «colombianistas ‘Nuestros artistas, cineastas y escritores también sc concentraron, en nuestros propios dramas. En algunos casos —algo raros, ditia yo—, los artistas locales lograron con gran éxito articular estos dra- ‘mas nacionales en un lenguaje mas universal y global (sin duda, el caso ‘més exitoso es el de la literatura de Gabriel Garcfa Marquez). Pero mucho me temo que, durante una buena parte del siglo xx, la gene- ralidad fue més bien una produccién artistica muy pensada hacia una audiencia interna, algo costumbrista y profundamente preocupada con un pais convulsionado en lo doméstico. Este énfasis en el trabajo de académicos artistas es perfectamente explicable y no € mi iten- cién criticarlo aqui. Mi argumento va por otro lado y tiene que ver con 20 cPoranésomos son pomognses? lasuerte de consenso social, cultural y politico que se gest6 y que sus- tent6 por mucho tiempo una versién de lo que deberia ser el papel de Colombia en el concierto internacional que pasaba por el bajo perfily algo de ensimismamiento nacional. Habra quien sugicra (no sin algo de raz6n), que la introversién, ademis de ser un mecanismo de defensa, puede ser més bien una estrategia rea- lista, una téctica que se construye sobre la base de nuestro verdadero lugar en el mundo, sin pretensiones ni aspiraciones excesivas, que nos leven sin remedio a la desilusién. Sin embargo, creo que nuestra intro- versién no solamente ¢s inviable en el mundo de hoy, sino que ademas se ha convertido en una forma sistemética de perder oportunidades. No intento decir que salir al mundo siempre equivaldra a encon- trarse con un jardin de rosas y con abrazos de bienvenida en cada esquina, No, el mundo es un lugar difel, aunque hoy lo es menos que hace un siglo 0 més. Pero el argumento aqui es doble: de un lado, ya ‘no tenemos mucha opcién de quedarnos encertados porque la puerta ue nos mantenia protegidos ya no existe, no se puede cerrar ni abrir, simplemente, ya no existe. De manera inevitable, estamos expues- tos gracias a la globalizacién. Y de otro lado, seguirnos resistiendo, continuar negéndonos a salir a pesar de ya no tener otra opcién, cada dia que pasa tiene un costo més alto, Es un citculo vicioso en el que ‘nuestra situacién histérica de aislamiento y actitud parroquial nutren todos los dias cl miedo a internacionalizatnos, y ese temor nos hace cada dia mis vulnerables y menos preparados para salir a enfrentar- ‘nos al mundo. Esa sensacién de vulnerabilidad y falta de preparacién, al mismo tiempo, son usados como argumentos para justificar nuestra introversién y ali el circulo se cietta, Quién deberia, y en qué lugar seria Preciso, romper este circulo vicioso no es una pregunta de poca monta, Tengo la impresién de que ‘e51un movimiento social y no estatal lo que nos va a sacar de este atolla- dero. Es mas, creo que la éites politicas tradicionales no solo no estiin cquipadas para provocar este cambio, sino que ademés ya no estin partial perguilim colombiong 21 interesadas en que suceda, Han llegado a la conclusién de que una sociedad parroquial es mas fcil de controlar y, por qué no, de engafas, que una sociedad internacionalizada y globalizada. Cada vez que en redes sociales veo a nuestros lideres politicos intentando convencer a los ciudadanos de que sus demandas son absurdas porque «en los paf- ses nérdicos no pasa eso» o «cn Europa eso esté mandado a tecoger», observo con interés y esperanza la reaccién de muchos colombianos comunes y cortientes que ya no se dejan meter los dedos en la boca. Ellos han estado all4, han visto con sus propios ojos lo que hay que ver, han lefdo y aprendido sobre sus demandas en muchos lugares del mundo y no se van a dejar disuadir gracias al arribismo facil y falso de Jos lideres de turno. En otras palabras, nuestea sociedad esta hoy mas preparada que las élites politicas para internacionalizarse y enfrentar al mundo. De hecho, ya esté en ello, Nuestras clases medias y las generaciones més j6venes salen hoy, descle muy temprana edad, a todas las esquinas del planeta a aprender, a observar, a conocer. ;. La globalizacién les ha puesto en bandeja de plata enormes y numerosas posibilidades de edu- carse y exponerse internacionalmente. Ya sea que regresen o no, su trabajo y su esfuerzo de todos los dias, empuja poco a poco, pero con mis fuerza, a este pais al escenario global. Y es su presién la que, de una forma u otta, van a terminar sintiendo las Alites politicas que se aferran al poder y que nos han condenado a ya mas de cien afios de parroquialismo. Se trata de una presién que no van a poder resistir por mucho tiempo y que, inevitablemente, le vaa faclitar a Colombia el camino de vuelta a la arena intemacional; un retorno lleno de retos y de oportunidades, desafiante y Heno de promesas. Es el regreso a un escenario que nos va a permitir la construccién de una versién menos simple y més acertada de quiénes somos, que no esté alimentada por complejos de superioridad c inferioridad y mejor construida alrededor de nuestro verdadero potencial, haciendo una evaluacién rigurosa de nuestras limitaciones, Este libro estd inspirado en esa maravillosa generacién de jévenes colombianos que se van a hacer trabajo humanitario en los rincones sis inhéspitos de este planeta, principalmente gracias a que ellos no 22 Par gutsomos son paroles? creen en la excepcionalidad de la tragedia colombiana. También nace de la esperanza que me da observar a los jévenes que todos los dias ‘egresan a Colombia con la usin de combinat su colombianidad con miles de experiencias internacionales yconvertir esta fusién en miisica, en cocina, en literatura, en cine, en publicidad, en disefio, en produc. cién de conocimiento... Esa generacién de ‘j6venes va a empujar a este pais y, con él, a todos nosotros a saltar hacia un vacio internacional {ue no conocemos bien y al que le hemos temido por mucho tiempo —como sugiero en estas pginas— por razones legitimas, El objetivo central de este libro es contestar ala pregunta epor qué ‘somos tan parroquiales? El argumento, como he intentado exponerlo en este primer capitulo, sugiere que nuestro atertizaje en el mundo, después de habernos constituido como un joven Estado nacién, fue traumético. ¥ en parte lo fue porque las élites locales del siglo xx tenfan una idea muy diferente de lo que seria el papel de Colombia en el mundo. Estas élites, con grandes ambiciones internacionales y con una autoestima bastante alta, se estzellaron contra la pared del mundo de la realpolitik y no pudieron recuperarse después del cho- que. Desde entonces, lo que quedé de esa gran autoestima a veces se ‘manifesta en formas aisladas de arrogancia y el resto, es un complejo de inferioridad alimentado por un siglo xx que planted grandisimas dificultades para el pais, Este argumento es puramente histérico y por esta raz6n, la estructura del libro esté organizado siguiendo una linea de tiempo, Mi intencién es desarrollardistintos arguments que espero provoquen una discusién amplia sobre la naturaleza de nuestra conducta internacional y su poten- cial hacia el futuro. Propongo que el aislacionismo colombiano no fue, ‘ni mucho menos, inevitable. De hecho, desde nuestra independencia, y durante el proceso de consolidacién del Estado nacién colombiano, tuvo lugar un primer —y muy corto— impetu internacionalista, Tam. bién pretendo explicar cémo este impetu fue cortado de ratz gracias ala pérdida de Panamé y por qué durante este dificil periodo —y en patron colombiano 23 reacci6n a esta pérdida— Colombia empez6 a construir una identidad internacional para lidiar con este trauma, En ese contexto, arguyo que el principal mecanismo que desarrollamos para superar el trauma y sentimos mas seguros en lo internacional, fue un alineamiento con los intereses de Estados Unidos que se gesté y profundiz6 en el periodo entre guertas y, por supuesto, durante la Guerra Fria, El siglo 0c y el inicio del siglo 201 constitiyeron una coyunture convulsionada para Colombia a nivel interno y, por tanto, decidimos pensar en lo interna- cional solo como recurso para convivir lo mejor posible con nuestros miiltiples conflictos en casa, y en ese intento, la alianza con Estados Unidos fue fundamental, En buena parte y al final, el siglo xx ha sido para Colombia un desafiante momento de balance entre su tradi nal cercania con la potencia del norte y una regién latinoamericana ue, poco a poco, ha ido adquitiendo dindmicas de comportamiento internacional auténomas. Estos son algunos de los argumentos que comparto aqui y que espero sean de utilidad para analizar, discutir y definir nuestra identidad internacional hacia el futuro. CAPITULO 2 EI siglo xix: La constituci6én del Estado nacién colombiano. Nuestro primer y fugaz impetu internacionalista El nacimiento de los nuevos Estados Iatinoamericanos después de las declaraciones de Independencia, probablemente cs el primer ‘momento en el que las élites criollas empiezan a pensar en el tipo de relacién que desean tener con el mundo en forma auténoma. En. esta reflexién asoman elementos de continuidad y también fuertes elementos de ruptura. Dentro de los primeros, se encuentra el man- tenimiento de los lazos comerciales que se habian construido durante Jaera colonial y a través de la mediacién espaiiola. Por tanto, la Inde- pendencia no implica un rompimiento con los socios comerciales de antafio y, mas bien, se intenta un mantenimiento de este tipo parti- cular de insercién internacional y se le suman algunos intentos de iversificacién, Otro factor de continuidad parcial fue el respeto por el ordenamiento territorial y el acatamiento de la distribucién previa de las provincias espaiiolas. En el plano de lo politico, sin embargo, las transformaciones son grandes, Para las jévenes naciones, la diplomacia es una herra- mienta fundamental para conseguir su mayoria de edad —es decir, su 26

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