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Jigs? INVENTANDO LA NACION Iberoamérica siglo xrx Anronto ANNINO Francors-Xavier GUERRA (coordinadores) FONDO DE CULTURA ECONOMICA México Primera edicién, 2008 ‘Se prohibe la reproduccién total o parcial de esta obra lncluido el seo tipogrtico y de portada 800 cual fuere el medi, eletréntco 9 mecdnice, ‘sin el ennsentimiento por escrito del editor Comentaresysugeencias etre com me Consite nuestro eatlogs wr: fndodecuturseeonomien coun D.R ©2008, Foxvo oe Cuxrua Econontica Carzetera Picacho-Ajusco, 227; 14200 Mexico, D.F. ISBN 968-16.6956-8 Tmpreso on México Printed in Mesico INTRODUCCION Francois-Kavier Guerea Universidad de Paris I La figura de la nacién domina toda la historia contempordnea. Adm: ada 0 criticada, la nacién es la referencia obligada de todas las cons- trucciones politicas modernas, Ella fuo, ¥ contintia siendo aun donde se intenta superarla, la justificacién suprema de la existencia de estados in- dependientes. La soberania de la nacién es el primer axioma de toda legitimidad poltiea moderna. A pesar de las miltiples critieas de que ha sido objeto y de los muchos conflictos provocados por ella, no existe atin ‘un modelo alternativo al ideal del Estado-nacién que nos legaron las re- voluciones de finales del sigio xvm. Reflexionar sobre ella es salir en-busca de una figura a la ver omni- presente y proteiforme en Ia historia de los dos tiltimos siglos. Desde finales del siglo xvm, nos la encontramos presidiendo el nacimiento de Jos Estados Unidos, triunfante y soberana en la Revolucién francesa, amenazando ya a lo que con ella llamaremos desde entonces el Antiguo ‘Régimen... Ella es quien justifica la constitucién de los nuevos estados independientes en la América Latina en el primer tercio del xxx y la uni- ficacién italiana y alemana pocos lustros después. A ella apelan los mo- vimientos de las nacionalidades en el siglo x1x y los estados que luchan en la primera Guerra Mundial. En’ella se funda la disolucién de los im- perios austro-hingaro y otomano y los movimientos de descolonizacién después de la segunda Guerra Mundial. Por ella, al final del siglo xx, se desagregé lo que fue la URSS, se combatieron los pueblos de la ex Yu- goslavia y, a menudo, reivindiean o se afrontan ain las minorias “étni- cas” en Africa, Asia y América: Pero la nacién no sélo esta presente en el ambito internacional, sino también en la vida interna de los Estados: en lo politico, inseparable- mente unida a la progresién de una modernidad que lleva tanto a regime- nes representativos como a otros, autoritarios; en la politica con movi- mientos y partidos —“nacionalistas’— que dicen actuar en su nombre ‘en su defensa; en lo cultural como motor de empresas de elaboracién y de difusién de identidades, unas veces integradoras y muchas otras disolventes para los Estados; en lo econémico y en lo social, como afirma- 8 INTRODUCCION ign de los derechos do la colectividad contra intereses partieulares o extranjeros... Xs simple enumeracién do su omnipresencia en momentos y ‘campos tan diferentes muestra bien euén dificil es estudiarla, como si se tratoon de un ente con una existencia propia e inmutable. Tanto el estudio serra. tico del término como el andlisis de casos particulares indica, por el spagano, ane la “nacién’ remite a significaciones muy diferentes sogin Jas épocas y los paises. Para evitar, pues, anacronismos o generale hace a2 ine {undadas es preciso prevenir tanto la esencializacién quo hace de las “naciones” contemporéneas realidades atemporales, como considerarlas s6lo una pura invencién o artefacto, ize si; como una combinatoria inédita de ideas, imaginarios, valores % Por gnde, do comportamientos, que conciernen la naturaleza de la oy Gledad, la manera de concebir una colectividad humana: su esttactony intima, el vinculo social, el fundamento de la obligatoriodad politica, su tirde finales del siglo xvm. Por es0, cuando hace ya varios aiios nos reunimos y publicamos uns Primera versién de este libro, nuestro propésito fue dable2 Por tne Parte, aplicar a la América ibérica los nuevos enfoques sobre la nacion Hee gaaban surgiendo en Europa y, por otro, eriticarles y enriquecer el desarrollo de los diversos atributos que la conformean, 1a singularidad de la nacién moderna en Iberoamériga, en efecto, es censiderable, puesto que, como los Estados Unidos, ls ectades leting: como atu, due muchos atin consideran paises nuevos preceden camo estados, como “naciones soberanas”, ala mayoria de los ectathn cae eb8 —incluidas Italia y Alemania—, 0 extracuropeos, Tambien se Treo entre los primeros que, para fundar su existencia, apelaron a Je soberan{a de la nacién, es decir ala voluntad de sus habiteston Foo aos imino L Casto Leia, F-X. Guerra (comps), Dele imperio alas naciones Toeroamérica, Saragesse Ibeeaja, 1994. | INTRODUCCION ® otra parte, la aparicién de estas nuevas “naciones” no esté precedida por movimientos que podrian ser ealificados de “nacionalistas”, sino que resulta de la desintegracién de dos construcciones politicas originales ~la Monarquia hispanica y el Imperio luso-brasilefio— dotadas tanto de una gran heterogeneidad étnica como de una extraordinaria unidad cultural. En fin, su precoz nacimiento revela, con una particular acui- dad, la distancia que separa la nacién como comunidad politica sobera- na de la nacién como una asociacién de individuos-ciudadanos y de la na- cién como identidad colectiva, con un imaginario comin compartido por todos sus habitantes. De ahi que la nacién sea en los paises latino- americanos a la ver un punto de partida y un proyecto todavia en parte inacabado, Por eso en este libro hemos querido seguir paso a paso este largo y ‘multiforme proceso que es uno de los principales hilos conductores de la historia latinoamericana contempordnea. No se trata obviamente de una historia continua y general, sing de una serie de estudios de caso sobre aspectos fundamentals de Ia construccién de la nacién, de los pro. blemas que ésta planteaba y de los compromisos que muchas veces el proyecto tuvo que concluir con la realidad, Nos hemos limitado en este li- bro al siglo xrx por la homogeneidad de sus problematicas, sin que ello quiera decir que la construccién de la nacion en lo politico, en le social yen lo cultural esté ya acabada al final del siglo xx. Empezaremos este recorrido por un examen de las caracteristicas propias de las monarquias espafiola y portuguesa, en las cuales esta- ban incluidas las Américas ibéricas. Estos conjuntos politicos no son creaciones recientes, Su origen se remonta al siglo xvt y fucron construi- dos siguiendo planes diferentes. Es, pues, necesario examinar el tipo de sociedad que edificaron y sus respectivas estructuras politicas. En His- anoamérica particularmente ser4 necesario, sobre todo, eaptar euida- osamente su estructura plural —en reinos—, el papel de las ciudades, el ideal “pactista” en las relacionos entre el rey y los reinos, y las bases de su unidad, entre las euales el providencialismo religioso jugé un papel preponderante. Necesario es también considerar el surgimiento de las identidades regionales, estudiar sus origenes, analizar los niveles y las manifesta- ciones culturales del patriotismo, sin olvidar, por supuesto, las modifi- caciones del pacto imperial —y el imaginario que conllevan—que, a lo largo del xv, por deseo de eficacia y de uniformidad, amenazan viejos derechos y nuevas aspiraciones. La Independencia aparece asf menos como una ‘emancipacién na- cional” largamente anunciada que como una época de crisis politica 10 INTRODUCCION de las grandes potencias. En este juego desigual, Ia identsien Propia Se afirma o se inhibo en la relacin con el otro” Los traumatiernee pro- Yocados por las intervenciones extranjeras y las querellng interameri- naciengy.” Ut Componente esencial de la formacién del sentimainety nacional, {as élite latinoamericanas serén répidamente conscientes de ladis- tancia que separa, a mediados del xrx, sus paises de ses ‘modelos de na- pit: los de las grandes potencias europeas y el de los Rotates Unidos, fara acortar esa distancia van a dedicarse con empena construir la fe ann} ¢} Pueblo modernos, es decir, un pueblo de individuos Hier es INTRODUCCION u La construccién de la nacién requeria mitos compartidos por todos: una historia de la génesis de la nacién, de sus héroes fundadores y de sus enemigos, del horrible pasado del que ha logrado liberarse y del gran- dioso futuro que le cabe esperar... Pero la nacién no era sélo una co- munidad enraizada en un pasado: era también una nueva manera de cexistir, la consecuencia de un vinculo social inédito entre los individuos- ciudadanos, produeto de un nuevo pacto fundador expresado en Ia cons- titucién. La fe en la constitucién, caracteristica del siglo xx es, a la ver, fundamento y proyecto de la nueva sociedad. Frente a una socie- dad que es todavia mayoritariamente grupal y profundamente hetero- génea se hace necesario educar, es decir, transmitir —mediante la es- cuela, los simbolos, el arte, las ceremonias e incluso el urbanismo— esas novedades culturales que eran la nacién y el ciudadano. En espera de que la poblacién se eonvierta on pueblo y que la nacién sxista como una pertenencia interiorizada por todos sus habitantes, a oe en su nombre, aunque ara ello fuera necesario utilizar mocanismos Muy poco modernos en Ha medida en que tenfan que adaptarse a los vinculos y valores de la | vieja sociedad. Pero, a finales del xrx y a medida que la modernizacién econémica y cultural y, a menudo también la inmigracién, dan lugar a Ja aparicidn de nuevos grupos sociales, el modelo liberal de la nacién entraré en crisis. ———— ‘Nos hemos parado aqut puesto que la irrupein progresiva o brutal, segtin los casos, de las “masas” en la escena publica obliga a redefinir politico: a ampliar-el suftagio, a buscar nuevas formas de re- presentacién. La nacidn, cuyo contenido ideal era hasta entonces muy auniversalista, se va también lenando de lo que es —o parece ser— specifico, particular: la latinidad, el indigenismo, el crio- lismo, el hispanismo... Sin que el objetivo pedagégico de creacién de la nacién desaparezea, su contenido se modifica y, sobre todo, el Estado se convierte en un actor supremo y omnipresente. Este otro proceso mereceria un largo estudio, como también las evo- luciones recientes que, en cierta manera, cuestionan la nacién: por en- cima de ella, por Ia internacionalizacién creciente de la economia, de Jos mass-media, de los modos de consumo; por debajo, por las reivindi- caciones étnieas. Razén de mas para volver a ese siglo xix que la vio nacer y dar sus primeros y fundamentales pasos. Primera Parte OR{GENES IMPERIALES 1. LA MONARQUIA CATOLICA Davip A. Brapine Universidad de Cambridge Los conquIstADORES ¥ EL BAPERIO En su Historia general y natural de las Indias (1535), Gonzalo Fernéin- dez de Oviedo, primer cronista general del Imperio espafiol en América, adoptaba una visiGn triunfalista y providencial de la Monarquia eats- Tica y hacfa notar lo siguiente del emperador Carlos V: [le hizo Dios escogido para la suprema dignidad del mundo e replica cristiana y el segundo gladio (y el vicario de Dias el primero) [..] Asfse debe ‘esperar que lo que esté por adquirir y venir al colmo de Ia monarquia univer- sal de nuiestro César [...] para que se conquiste el resto del mundo en lo pon- ga Dis todo y toda la infidelidad debajo de la vandera de J. Hesu Christo y obediencia y servicio de tan Christianisimo monarca (..] Todavia en 1550, cuando el emperador estaba a punto de abdicar, Oviedo expresaba la esperanza de que dirigiera una cruzada para derro- tar al turco y reconquistar Jerusalén. Dentro de este grandioso plan providenciai, las Indias estaban destinadas a desempefiar un papel ‘esencial, pues sus riquezas ofrecian al emperador los recursos necesa- rrios para la guerra, enviando oro y plata en la cantidad requerida para fi- naneiar las guerras contra los protestantes y los turcos. En El antijo- vio (1567), Gonzalo Jiménez. de Quesada, que haba combatido en Italia en la década de 1520, antes de organizar la expedicién que conquist6 y organizé a Nueva Granada, afirmaba que Carlos V, “lugarteniente de Dios’, habfa consumido su vida en defensa de la fe catdlica, haciendo la guerra a los tureos en Tiinez yen Austria y tratando de reprimir por do- quier la herejfa luterana. ‘Tratando de refutar la interpretacién secular y maquiavélica de Paolo Giovio sobre las guerras del emperador, elogiaba a Carlos V por batirse a la cabeza de sus ejércitos, tanto més cuanto las proezas mili- tares del emperador y de sus soldados espafoles no podian ser separa- das, pues ‘contémonos con nuestro principe... todos por un cuerpo pe- 15 16 ORIGENES IMPERIALES antecesores godos de los eastellanos y saludado a sus reyes como ‘escogi- dos por la Providencia para dirigir la guerra perpetua contra el lean Cuando Carlos V convocé a la nobleza y a los empobrecidos hidalgos de Aunque Oviedo salud a los conquistadores como “hombres de bien, gue nacieron pobres o obligados a seguir el habito militar, que es ung reela harto més estrecha que la de la Cartuja e de mayor peligro” y oon Selle oaante Compars a Hornén Cortés a “aquel espejo de la eabaileria, Zullo César”, se vio, de hecho, confundido por los excesos de esos sven, ‘tureros cuya violenta “todicia” fue a menudo la causa de su propio ont uilamiento.¥ cuando reviss el proceso de la conquista en su conjunta, {aiment6 que de ls 2000 espanoles que penetraron en Darién, en 1619, [Linte afios mas tarde s6lo sobrevivieran 40. Comentando el fracase de {os Gonauistadores para enraizarse en el Nuevo Mundo, hacia notes que gn Santo Domingo los primeros pobladores emigraron a México a Peru fa busca de riquezas, adoptando asf con respecto ala ciudad, la aetited baci la madrasira y no la actitud hacia Ia patria, el pats propie yor a que el hombre esti dispuesto a dar la vida. ¥ atin més lamenterd Ovi, do estas tiorras ganadas “a costa de nuostras vidas y on ulilidad de ro nereaderes e pobladores que, con sus manos lavadas, ahora gocen de pucalras sudores ajenos". Pero no eran sélo mereaderes, sino abogados, potatos y jueces los que acudian al Nuevo Mundo y descendian olne los conquistadores como cuervos feroces; abservaba de un juez on Nine Tague que habia legado “para gozar de sudores ajenos, eomo por acd lo acne Rerndndes y Oviedo y Valdés, Quinquagenos dele nablea en Espana, Juan 550 a0, Gealete (coin). 2 os eto Chapel Hil 1974 vp Sect an apa | TA MONARQUIA CATOLICA Ww hhan acostumbrado algunos jueces letrados, y en eso han sabido empear sus estudios e letras, en robos mas que en hacer justicia”. No fi Oviedo el tinico en manifestar parecidas quejas pues Bernal Diaz del Castillo conclufa su relato sobre la conquista de México la- mentando que mientras Cortés y sus Iugartenientes se habian apro- Piado las provincias mas ricas de las Indias, por el contrario, muchos miembros de las primeras bandas de conquistadores se habian visto obligados a asentarse en tierras remotas donde malvivieron y murieron sin recompensa alguna por su duro trabajo y las batallas libradas. En 1568 sobrevivian s6lo einco de los 560 hombres que habjan acompana- do a Cortés en su primera expedicién, “todos muy pobres y cargados de hijos e hijas para casar, y nietos, y con poca renta, y asf pasamos nues- tras vidas con trabajos y miseria”. En estas protestas sobre el olvido de ‘que fueron vietimas y su pobreza encontramos el origen de la que debe ser llamada la coneiencia colonial, una fuerte corriente de sentimiento expresado por conquistadores de grado inferior y transmitido a sus hi- Jos y a sus nietos, en las que se sefialaba que las recompensas de la Con- ‘quista habjan sido denegadas a los hombres que habfan luchado y arries- gado sus vidas en el campo de batalla? Nada alarmé y ofendié més a los conquistadores y alos eronistas que Ja campatia que, a lo largo de su vida, mantuvo Bartolomé de Las Ca- sas en la defensa de los pueblos nativos de América y contra el terror y la explotacién causados por la Conquista. No eran solo su reputacién yy su fama puestos en entredicho. No contento con denunciar las cruel- dadee infligidas por los conquistadores y con exponer detalladamente Jos erimenes en su Brevisima relacién de la destruccién de las Indias (1552), Las Casas, apasionadamente, urgia a Carlos V a que aboliera __las encomiendas-entonces poseidas por los conquistadores. Pero estas ‘concesiones de indios provefan a los prisneros-pobtadores-con una mano de obra gratuita y eran, en consecnencia, la base y el fundamento de la economia hispénica en los primeros afios de la sociedad de la conquis- ta. No obstante, en 1542 el emperador promulg6 las Nuevas Leyes que, en resumen, ordenaban que todos los esclavos indios fuesen liberados; que, en adelante, el trabajo indio fuese remunerado con un salario diario; y que todas las encomiendas revirtieran a la corona a la muerte del entonces beneficiario, De un golpe, los suenios de los conquistadores de es- tablecer una sociedad feudal en el Nuevo Mundo desaparecian. 2 Oviedo, Historia general, vol. pp. 10, 80; vol, p. 96; vols, p. 199; vol, p. 3015, vol. p14; Bernal Diaz del Castillo, Historia verdadera dela conquista dé le Nueva Espaita, Joaquin Ramirez Cabatas (comp), 2 vols, Mexien, 1968, volt, pp. 366-367 yas 8 ORIGENES MPERIALES Ja tinica modificacién importante aportada a las Nuevas Leyes, por las innumerables protestas que provocaron, fue le extensién do las en {eciones con Espafia. En todo easo, los indios eran stbdive libres del rey ¥e habfan sido confindos para que asegurara su conversing al cristia- see jit mejor medida seria abotir la encomienda y atiliras of incre- {os Reyes do Casilla y Lain son vardaderos priacipes soberanos @ univer sue Seles y emperadores sobre muchos reyes, ea quien porenen de cho todo aquelimperio alto @ universal jurisdeeién sobre tates [oe 22 tae Beating, Orbe indiana, Dela manarguta cation ala Repo criotle, The Fea endo de Cultura Beomica, Mésicn 991, pp 150 a er inglesa es Bas, Canaet: The Spanish Monarchy. Creal Patriot ond te see 1492. 1867, Cambridge University Press, Cambridge 190k LAMONARQUIA CATOLICA 1 Indias, por 1a autoridad, concesién y donacién de la dicha Santa Sede Apos- ‘6liea, ¥ asi, por autoridad divina j..] son casi legados y coadjutores de la ‘Sede Apostdlica [...] ministros e instriTmentos e medios idéneos. Del mismo modo que en el siglo vitt coroné el papa a Carlomagno como rey de Jerusalén y emperador del Santo Imperio, Alejandro VI habia, en efecto, creado un Santo Imperio de las Indias, confiriendo la jurisdiccién imperial a los aves Catélicn Catdlieos. Més atin, dado que la fina- lidad de la creacién de ese Imperio era la conversién de los indios, el Imperio espaol debia por ello su existencia a la Divina Providencia.* ‘Aunque la monarqufa temporal y universal del papado no hubiera sido rechazada por Vitoria y su postura hubiera sido aceptada por casi todas las universidades espafolas, los juristas y cronistas que celebra- ron la creacién del Imperio espaiiol, todos consideraron que la donacién alejandrina de 1493 constituia su fundamento legal y espiritual. En su Historia general de las Indias (1552), Francisco Lopez de Gémara, que habia sido capell4n de Cortés, imprimié el texto latino de Ta donacién cn su crénica y con audacia aseguré a Carlos V que “Dios quiso que las Indias fueran descubiertas en vuestro tiempo y por vuestros vasallos, para que se convirtiera a su santa ley”. Del mismo modo, a fines de si- glo, en su Historia general (1601), Antonio de Herrera y Tordesillas, e) mas importante de los cronistas reales de las Indias, aseguraba que Alejandro VI, actuando como “pastor universal del mundo”, habia con- ferido “el soberano imperio y principado de las Indias" a los eatélicos reyes de Castilla. Como su intencién expresa era ofrecer al mundo una versiGn autorizada de los acontecimientos, destinada a preservar “la memoria de las gloriosas hazafias de los Reyes Catélicos y de la nacién castellana”, Herrera elogiaba a Las Casas y manifestaba su admiracion por la campaiia que, en favor de los indios de América, habia realizado. ‘Su finalidad era demostrar que, en todo momento, el dominico habia sido defendido por la corona espafiola y sus ministros, movidos por el deseo de promover el bienestar de sus subditos nativos. En todo esto la in- tencién de Herrera era més la de celebrar la justicia de los monarcas. que la de glorificar las acciones de los conquistadores.® ‘Si Felipe II rechazé la oferta de los encomenderos peruanos de com- ‘Bartolomé de Las Casas, “Tratado comprobatorio del imperio sokerano y principado tunivorsal quo los reyes de Castilla y Lesn tionen sobre las Indias, on Trotados, Lewis ‘Hanke eal (comps) 2 vols, Méxien, 1965, vol. u, pp. 1088, 1117, 1128, 1153 ° Francisoo Lopes de Gémara, Historia gensral de las Indias, Jorgo Gusrfa Lacroix (comp.), Caracas, 1978, pslog, pp. 7-8, 118-119; Antonie de Herrera y Tordesilla, Histo ia general de os hechos de Loe casellanos en las islas Tierra Pirme del mar Océano, 4 vols, Madrid, 1601-1615, prlogo, vl, p- 82. 2 ‘ORIGENES IMPERIALES pray Ia Perpetuidad de los derechos de que entonces gozaban, ello fue, saeerge Poratue Pronto iba a dar los pasos necesarios para asentar ig autoridad real, de manera hasta entonces desconocida, en lng Puntos Francisco de Toledo virrey de Peri, a ena eat Loe ity un rs riuae y monrgua inane Miguel ‘ese Pract. comps), 7 vl, México, 18161085 vl iro Se at so LAMONARQUIA CATOLICA a pueblos esparcidos en la montafia. Su aportacién més significativa ala ‘Monarquia catélica tuvo lugar cuando, invocando un precedente inca, convocé una “mita” anual en las minas de Potosi y Huancaveliea, esto es, la imposicién de un trabajo forzoso a millares de campesinos indios obligados a trabajar en las entrafias de la tierra. Bl resultado de esta :igracién anual supuso un incremento répido de la produccién, de modo que, a finales de la década de 1570, Perd aportaba a Ia tesoreria real més de un millén de pesos. Fue este extraordinario flujo de metales preciosos de las Indias el que le permiti6 a Felipe II mantener un ejér- cito en Flandes e intervenir en Alemania y Francia. Si la corona espafio- Ja se convirti6 en las tiltimas décadas del siglo xv1 en el baluarte de la contrarreforma y en la primera potencia europea eso fue posible, en gran medida, gracias a la dura politica de Toledo o, para ser més francos, gracias al penoso trabajo y al sufrimiento del campesinado andino que trabajaba en las minas.” ‘LA NOBLBZA GRIOLLA ¥ EL IMPERIALISMO PROVIDENCIAL En su Juicio politico, escrito después de los desastres de'1640, las revueltas de Portugal y Catalufia, Juan de Pelafox y Mendoza, visita- dor general de Nueva Espaii, virrey interino y obispo de Puebla, declara que fue sélo durante el reinado de Carlos V cuando Espana asumié la “Monarqufa” de Europa. Tras la unién de las coronas de Castillary de-Aragén, el pais seguia siendo un reino entre otros en el mundo europeo. Pero con Ia conquista de Italia, las derrotas infligidas a Francia y a los turcos, el descubrimiento de las Indias y la adquisi- cién de Portugal, Espafia llegé a ser una verdadera monarquia: “tem- bblé el mundo y se hizo superior Espana a todas lds naciones de Euro- a, comparables a todas las mayores de Africa y América’, Si los fundamentos habfan sido preparados con prudencia y parsimonia por Fernando el Catélico, la monarqufa fue ereada por el valor de Carlos V y perfeccionada més tarde por el celo, por la religién y la justicia de Felipe Il Pero apenas obtenida la perféecién de este Estado universal, los signos de decadencia aparecen, como si el cuarto reino de Daniel reposara sobre pies de barro. Fueron sobre todo la rebelién holandesa y las interminables guerras de Flandes la causa principal de la ruina de Espatia. El conflicto atin reciente con Francia, a propésito de Italia, 7 Roberta Levillior, D. Francisco de Toleda, Madrid 1995, pp. 4-81; Brading, Orbe in iano, pp. 149-168, Geoffrey Parker, The Army of Flondere and the Spanish Read 41567-2689, Cambridge, 1972, p. 239. ORIGENES IMPERIALES sscrita con el proj el divoreio entre la accién politiea luiavelo, Palafox observaba que , Porque aqui obran més la ambi le est en lo temporal lo alto, lo @ afiadir que la oracién y la virtud co ios eatélicos, ¥, a continuacién, publi. to de refutar, apo- Ya ética cristiana “son los reales pala- yado en la Biblia, que defendia Magi ios el corazén d “poder humano, dond no”. Se apresuraba, encontraban también en los pala eaba la vida de Ia hermana del dose Obras, 18 vole, Madeid, 1762, vol. x, pp 87-49, 408, 686-595; vol pp. 856, 541-545, Architecture civil, recta y oblique, LA MONARQUIA CATOLICA 23 cerd, no sin cierta grandilocuencia, la declaracién final de la tradicién imperial espafiola. En su Politica indiana (1648) afirmaba atrevida- mente que Dios todopoderoso habia escogido a Espafia de entre todas Jas naciones para llevar el don de la fe cristiana a las naciones del Nuevo ‘Mundo. De la misma manera, en una atrevida apropiacién de las milena- ristas expectativas franciseanas en México, recuerda que mientras Lu- tero conduce a la herejfa a los pueblos del norte de Europa, los ejéreitos espafioles, ayudados por apariciones de la Virgen y de Santiago habjan conquistado en América nuevas tierras para la Iglesia. En este designio providencial no hay, por lo demés, nada de arbitrario, pues los reyes ca- tlicos y sus sabditos espaftoles eran los “més firmes, puros y limpios en a fe catélica y obediencia de la santa Iglesia romana y sin mezcla de herejfa con la cual se hallaban tan manchadas otras naciones”. Solér- zano aceptaba ademés la doctrina canénica que afirmaba que el papa, como vicario de Cristo, era el monarca universal del mundo, que tenia derecho a desposeer de sus tierras a los principes infieles con el fin de asegurar en ellas la predicacién del evangelio. De ello se deducta que el mejor y mas seguro titulo de propiedad del imperio era la donacién papal de 1493, cuyo texto completo publicd. Atin mas, en oposicién a la postura de Maquiavelo, afirmaba que ‘el seguro, certo estrivo y simiento de los imperios consiste en entablar y propagar, conservar y aumentar la fe, la religién y culto de nuestro verdadero Dios y Sefior”. ‘En ningtin sitio era esta maxima més aplicable que en las Indias, en Jas que los reyes de Espafia gozaban de derechos universales de patro- nato eclesidstico, actuando como “Vicario del Romano Pontifice y como Condestable del ejéreito de Dios y de los predicadores de su divina pa- labra”, En efecto, el rey nombraba a todos los obispos y canénigos en el Imperio americano, una iglesia formidable que comprendia entonces no menos de seis arzobispos, 32 obispos y 960 dignatarios diocesanos, can6nigos y beneficiados. La posesién del Nuevo Mundo, afirmaba So. Iérzano, habfa elevado a Espafia muy por encima de Francia en poder yen prestigio, pues era “una monarquia la més extendida y dilatada que se ha conocido en el mundo”. ¥ si la autoridad del monarea estaba li- mitada en Europa por privilegios y restricciones locales, en América el rey era “libre, absoluto y soberano”. Para agrandar y legitimar la autori- dad real, la Recopilacidn de las leyes de Indias comenzaba con la ex- traordinaria afirmacién de que el Sefior Dios habia dado a los reyes de Castilla 1a posesin y el gobierno de los nuevos paises descubiertos en a otra orilla del Atlantico.1° 4 Juan de Solérzano Pereira, Politica indiana, Miguel Angel Ochoa Brun (comp), Py ORIGENES IMPERIALES ic Europa habfan gobernado siempre sus reinos eon la ayede a una nobleza que 0 pose‘a tierras inalienables o gozaba de une Jurisdiccién feudal. Pero, como se oponia totalmente a eualquier conoeedon de juris- dliccién alos encomenderos,e insistia en que no debian posses teva den- Gf de los limites de las encomiendas sino que debian vivir en cludades Rratizaba su afirmacién sugiriendo que algunos titulos de nahiore ae? berfan ser otorgados, “dos o tres en eada cludad, alos yue te més cstableces artimientos, con jurisdiecién civil y criminal”. El objetive stablecer un sistema mixto de gobierno real y seforial,creandoncn eauilibrio de poder enire Ia corona y Ia nobleza, similar al que prevale- Cuando Solérzano revisé la legislacién que regia las oncomiendas cits el derecho feudal medieval, haciendo notar que lo misie que los no- coneesiones, el.encomendero debia prestar juramento de “fidelidad, es- pecial servicio y vasallaje por esta merced y estar presto y pronto con Belay faballo, para militar y pelear por éi...""Feudatarias al serving del rey" debian establecerse en ciudades cercanas a sus encominnte y estar Preparados para mantener el orden pablico y rechazar las meanae Res oxtranjeras. Al igual que Toledo y Matienzo, Sol6rzano afirraata dolimiame an e279 Pp. 8188,97-109,113.114 vl upp 6, 1829, 28, 359.364;y Gel mismo autor, Obras posthumas, Zaragora, 1076, pp 363,395, oh sey ternonte se) e Franco de Toledo, p. 28,87 259; Rober vile emp) foosaaracy el Per cartany popes siglo, 14 wo. Madrid IDOL ao PP. ahonars ne PP 60321-122; uan do Matienso, Gobie-ne del Ferd boar Genes Lohmann Villena comp.) Parie-Lima, 196%, pp 9400, 9? ge LA MONARQUIA CATOLICA 25 que la preservacién de todo reino dependia de la existencia de una clase noble rica en vasallos. Al cerrar su discusién sobre el tema, lamentaba que algunos de los conquistadores no hubieran recibido encomiendas perpetuas, con jurisdiccién y titulos nobiliarios, pues asi hubieran po- dido evitarles a los indios los abusos de magistrados locales y parrocos, ‘pues ellos hubieran tenido que defender a sus vasallos “por su bien y defensa como por la de sus hijos, y por su hacienda y caudal propio”. La realidad es que muchos de los descendientes de los conquistadores vivian “en una total desnudez y miseria y tan extrema necesidad, que han de mendigar de otros su propio sustento”."? Cuando esto se escribi6 era, sin embargo, demasiado tarde para replantear el problema, pues muchas encomiendas habfan sido revertidas a la corona y otorgadas a personas que vivian en Espafia. En este contexto, Solérzano hacia notar que el derecho canénico exi- sia que los beneficios eclesidsticos fueran ocupados por los nativos del reino o de la discesis, y que iba contra el derecho natural y canénieo el que Jos beneficiarios fueran extranjeros. En este sentido, un rescripto de 1609 declaraba que, en los nombramientos de obispos “se profiriesen siempre los hijos de padre y madre espafioles, nacidos en aquellas pro- vineias”, lo que vania a significar que en las Indias debia darse prece- dencia a los descendientes de los primeros conquistadores y pobladores, siempre que tuviesen las cualidades necesarias. Fue su preocupacién en favor de los espatioles nacidos en América lo que incité a Solérzano a deplorar una nueva préctica introducida entonces en las principales provineias de las 6rdenes mendicantes, mediante la cual, la cleccién a ‘puestos importantes alternaba entre criollos y peninsulares, incluso ‘cuando los europeos eran “forasteros, advenedizos y muy pocos en mi- mero”. Dicho sistema “causa gran dolor y sentimiento a los criollos verse ‘excluides en su patria de estos honores teniendo partes para poder es- perarlos y que los vengan a mandar y sefiorear los extrafios”. Persua- dido del talento y de la virtud de muchos eriollos, Solérzano defendia su derecho a ser nombrados oidores en la audiencia, argumentando que, tanto en estos puestos como en otros cargos seculares, eclesidsti- os 0 militares “Ios que son naturales de un reino deben ser proferides ¥, como algunos dicen, con total exclusion de hombres extranjeros, pe- regrinos o advenedizos". No excluia del caso al Consejo de Indias, pues, conelufa, después de recordar que los Consejos de Aragén, Portugal ¢ Italia estaban compuestos por nativos de esos reinos o por personas que habian servido en ellos: “haya de ordinario algunos consejeros que sean 4 Soldezano, Politica indiana, vel. 1, pp. 8-22, 289-284, 307,317 28 ORIGENES IMPERIALES de una doble jerarquia, la eclesidstica y la secular con minictr y ma- sistrados que fucran ‘imagenes de sus principes” La divine esencial Sredette etistia entre gobernantes y gobernados; ios derechos te los 4 é 8 e e g 5 F 1a aa pepe indian, wl pp. 296-907, 412-423; opp, 49-4450 », Pp. 70-71, 248351, mop ds Fulafor 4 Mendota, Traiades mejisano, FranciacoSéncher-Cattanen apt, Si Beit 1968505». 125; Fuentes pare fa hos aa ey cone raed apr a8 Marfa Castle, od. 8 vole, Marie, ssonises ee px, 457-460, 487-486, LA MONARQUIA CATOLICA 2 de su nobleza”.!® La monarquia absoluta se representaba, pues, como una alianza entre reyes y nobles, y on el caso de la monarqufa universal de los reyes catélieos, como un edificio politico en el que la nobleza es- taba mas identificada con su soberano que con las diferentes provincias y reinos. Bra éste, por supuesto, el punto de vista de un cortesano y antiguo consejero de Estado. La postura de Palafox y de Soldrzano en favor de la nobleza, que se expresé en su apoyo del nombramiento de eriollos para los altos cargos en la Iglesia y el Estado, correspondfa en gran parte a un pronunciado aumento de quejas y peticiones de espaiioles de América durante las, primeras décadas del siglo xvu. En México Gonzalo Gémez de Cervan- tes pedia “una general y perpetua distribucién de indios a los hijos, nietos y otros deseendientes de conquistadores y primeros pobladoros L...] sefiores perpetuos con jurisdiccién civil i criminal [...] hombres ri- cos y mayorazgos son la mejor defensa de los reinos”. Esas concesiones fortalecerian “las casas ¥ los linajes” de la Nueva Espafia y asegurarian 1a prosperidad del reino, puesto que estarfa fundado en “la virtud y no- bleza de caballeros con vasallos”. Con sus fincas e ingresos asegurados or mayorazgos, esos aristéeratas podrian mantener a 30 0 40 allega- dos a sus mesas y asegurar asi el reino contra ataques 0 rebeliones, puesto que hombres ricos y mayorazgos son la mejor defensa de los reinos”. Aunque ése fuera el plan sonado, la realidad fue radicalmente distinta, pues cada virrey viajaba con una “corte” de parientes y clion- tes a los que nombraba alcaldes mayores. También los funcionarios reales obtenfan concesiones especulativas de tierras y retornaban a Espafta cuando se habfan embolsado el beneficio. Pero més perniciosa fue la influencia de los mercaderes en la vida econémica, influencia ejer- cida en detrimento de la agricultura y de la mineria de la plata. La ma- yoria de los inmigrantes espafioles escogian la actividad comercial, y muchos de ellos lograban acumular grandes fortunas. El rosultado fue que los propios oidores de las audieneias y otros altos funcionarios'se disputaban Ja mano de las hijas de los ricos mereaderes, por lo que las hi- jas de los empobrecidos criollos se vefan obligadas a refugiarse en los conventos. La falta de oportunidades era tal, que la juventud criolla se consagraba al estudio de las letras en los nuevos colegios jesuitas para ‘mejor prepararse —inica salida— para el sacerdocio.}° Fray Buenaventura de Salinas y Cérdoba era el portavoz més audaz 45 Palafox, Obras val. v, pp. 297, 314-316; vol. x, pp. 7-8; vol 1 p.361 28 Gonzalo Gimer de Cervantes, La vida econdmice y social de Nueva Bspata al fine lizar el siglo x0, Alberto Maria Carreto (comp.), Mézizo, 1944, pp. 52, 71-82, 91°94, 101, 17-118, 126, 132, 184-185. 28 ORIGENES IMPERIALES de los patriotas criollos. Contemporéneo y amigo de Palafox y de Solér- zano, pidié que se obligara a todos los espafioles que legasen al Pert a {comprar haciendas y rafces” —propiedad urbana—con mires a cons. ‘ruir el pais en vez de despojarlo de sus riquezas y regresar a la Peninsu. |a. Lo que sucedta es que los corregidores eran nombrados en Madrid, © por el virrey entre los miembros de su “corte”. Los periodos de servicio eran de dos a cineo afios, en los cuales acumulaban ganancias de hasta 50 000 pesos para regresar entonces con ese mal ganado dinero a Es. paiia. Las mismas quejas podrian ser dirigidas a la corona, pues los Jmpuestos recaudados en Potosi yen Lima eran enviadas a Madrid, done de servian para mantener a Jos ejércitos espaftoles en Flandes, dejando incluso a los virreyes sin los medios necesarios para defender la costa dei Pacifico contra los ataques de corsarios holandeses, Esto explica que el Callao fuera atacado y saqueado en 1614 y otra vez en 1624 Salinas se lamentaba: “nunca socorre Espafia”. Pert era una posesiGn de ultra, ‘mar, una verdadera vaca lechera para el rey, y el despreocupado sobe. ano vivia demasiado lejos. La enorme distancia entre Pert y Madvid era Ja causa que les impedfa a los criollos el féeil acceso a la corte, fuente de todos los favores y beneficios. Ast, os hijos de los conquistadores han perdido y los fueros y los beneficios de la filiacién por desgracia” Iguales en cardeter e inteligencia a los espanoles de Europa, suftian, sin embargo, la mortificacién de ver cémo los “recién venidos y advone, dizos” eran nombrados corregidores. Pero todavia mas, tante en Pees como en México, el comercio estaba dominado por los advenediz0s, in- Bigrantes de Bspafia que hacian enormes fortunas gracias a la explo. tacién y malos tratos de que eran victimas los indios. No contentos con ello, una vez establecidos, trataban de comprar el honor local convir, tiéndose en regidores de los cabildos.? Francisco Niiiez de Pineda y Bascuiién, terrateniente chileno, enco- mendero y magistrado, elevaba el mismo tipo de queja en su Ceuitive, {io feliz (1675) y atzibuta los males de su pais algobierno a cargo de hom. bres de Europa que venfan a enriquecerse a costa de sus edbuitos, {Qué mayor desgracia para “los hijos de la patria” que el verse gobernasios por “advenedizos y forasteros.. enemigos conocidos dela patria"? Ecos gy- bernadores fueron incapaces de mantener y equiparar on um nivel ago. cuado las fuerzas fronterizas y usaron los subsidios enviados por Lima bara el enriquecimiento de sus séquitos. El resultado de dicha eorrup- ion, infiltrada por dequier, fue el abandono de los soldadas veterans, 7 Runaventura de Salinas y Cérdova, Memorial de les historian del Nuevo Mundo, Breasts © ValeSrcal y Warren L. Cook (comps.), Lima, 1957, pp. 86.49, 100 S00, 214-378, LAMONARQUIA CATOLICA 29 mientras que mercaderes y abogados recibfan toda clase de favores. La nobleza criolla —‘arrinconados y abatidos’—, demasiado pobre para comprar cargos, se veia mortificada al observar cémo los mercaderes empleaban su riqueza en adquirir puestos de regidores y alcaldes para oprimir y robar mds a los pobres. En Chile fueron los gobernadores venidos de Europa los que organizaron las desastrosas expediciones que provocaron la rebelién general de los indios en 1653, que estuvo a pun- to de reducir los poblamientos espafioles a los suburbios de Santiago. Pineda perdié por ello su encomienda y su estancia. En tan extrema circunstancia, y sélo a causa de la gravedad del momento, el gobernador. se vio obligado a acudir a los soldados criollos, hombres de gran expe- riencia en la vida de Ja frontera, para salvar la situacién.1® El bisnieto de Bernal Dfaz del Castillo escribfa a finales del siglo xvi que era entonces dificil encontrar en Guatemala hombres capaces de ser regidores. Hubo un tiempo en que los ciudadanos importantes se es- forzaban en embellecer la ciudad y sus instituciones mediante donacio- ‘nes, pero era tal el declinar de las fortunas que “hoy parece que todos a una la van conduciendo y llevando a empellones al precipicio y ruina total”. Francisco Antonio de Fuentes y Guzman descubrié, al compilar una lista de conquistadores en su Recordacién florida (1695), que sélo un. pufiado de sus descendientes figuraban atin en los cabildos yayunta- mientos. La mayoria arrastraba una penosa subsistencia en el campo, sin poder ni comprarse la ropa que necesitaban para presentarse en publico, Pero para Fuentes y Guzmén, eontrariamente a lo afirmado por Salinas y por Gémez de Cervantes, la causa del mal no habian sido los mercaderes inmigrantes, sino el hecho de que muchos conquistadores no ‘obtuvieron encomiendas y que, por su parte, los encomenderos no logra- ron conservarlas. Anddase a ello que los presidentes de Ia audiencia que goberfiaba Guatemala iban acompaiiados de familias oficiales muy. numerosas, a las que recompensaban con nombramientos de alcaldes mayores, privando asi a los criollos del acceso a esa lucrativa funcién. La impresién de decadencia era tal que condujo a Fuentes y Guzman a afirmar: ‘en el mundo no hay fijeza’, y afadia: “grave dolencia de los Di aun incurable, es a mi ver, tener el rey a gran distancia’.)? 1» Francisco Niiez de Pineda y Baseanan, “Cautiverio felis y raz6n de las guerras dilatadas de Chile", en Coleccibn de Hietoriadores de Chile, vol in, Diego Barros Arana (comp.), Santiago de Chile, 1863, pp. 15, 118, 250-236, 410, 21-426. 18 Franciseo Antonio de Fuentes y Gusmén, Recordaciin florida: discurso historia, natural, material, miliary politico dl reino de Goathemla, Carmelo Séent de Senta Maria (comp,), 8 vols, Madrid, 1969-1972, vo. 1, pp, 169, 166-178; vol, pp. 8,179.93, vol tp. 197 vol. 1, pp. 164-168, 278.279; vol rm, pp. 71-75, 87, 201-204, 30 ORIGENES IMPERIALES ‘TERRATENIENTES, MERCADERES ¥ MAGISTRADOS de gobierno. 21 oo. istruccionee que as virreyes de Nueva Espasa dejaron a sus sucesores, México, 1867, pp. 249-254 255, ‘Berard Lavals, Recherches sur Yapparition de la consience creole dans la LAMONARQUIA CATOLICA a Bl declinar social de los estratos criollos menos présperos no debe cull iento paralelo de una élite criolla poderosa y Francois Chevalier, en una obra ya clésica sobre Ia formacion de Ta propiedad rural en México, ha indicado c6mo los lideres de los enco- menderos, los funcionarios reales y los magistrados, los ganaderos y propietarios de plantaciones, asi como los mineros de la plata, competfan entre si para obtener concesiones de tierras en él centro y el norte de ‘México. Gracias a transacciones especulativas iban formando sus lati- fundios. Era un proceso que ofrecia grandes posibilidades de enrique- cimiento a quienes ocupaban cargos importantes, La numerosa familia del segundo virrey, Luis de Velasco, obtuvo fineas que podian mante- ner dos titulos de nobleza. Del mismo modo, mineros vascos como Diego de Ibarra y Francisco Urdifiola se sirvieron de su fortuna para llegar a ser gobernadores de Nueva Vizcaya y de Coahuila, y desde ahi ineorpo- raron a su propiedad privada vastos torrenos de esos territorios. Legaron asi a sus herederos la base de grandes fortunas en propiedad rural22 A principios-delsiglrxrs, camo ha demostrado José F. de la Pena, exis- tian en Nueva Espatia unos 50-mayorazgos. Tales fortunas, de cardcter ple, eran el soporte de un grupn de familias criollas relacionadas entre si, propietarios de muchas haciendas, y que también acostumbra- ban tener mansiones en la ciudad de México 0 en las capitales de pro- vvincia importantes.*® Aunque poseemos menos informacién de lo que sucedia en Pera, a juzgar por la consolidacién de la gran propiedad rural en os valles costeros, evolucién bien comprobada a finales del siglo xv1, la situaciGn venia a ser idéntica.2* Muchos de los alcaldes mayares y-corregidores nombrados por los virreyes procedfan de esa nobleza-eriolla. En México el conde de San- tiago ocupé los cargos de corregidor de México y de alcalde mayor de Puebla. Niinez de Pineda y Fuentes y Guzmén, eronistas que se quo- Jaban de que los peninsulares ocupaban los altos puestos, obtuvieron ambos nombramientos de alealdes mayores, En la provincia fronteriza de Coahuila, el cargo de gobernador iba en principio asociado al del ti- tular del marquesado de San Miguel de Aguayo, que abarcaba un tercio ice reyauté du Perou:fentagonisme hispano-creole dans ls ores rligieus, XVIeme AVIfeme stl. tess de detarado, 2 vole, Lille, 1982, passim. 2 Frangois Chovaler, La formacidn de os grandes latifundios en Mexice, México, 1956, passim: J Lloyd Mecham, Francisco de Tra and Nueva Viceaya, Durham, 122, ‘Vita Alessio Robes, Coahuila y Texas en la époea colonial, México, 1998" p. 148, 2 José F de la Pena, Oligarquva y propiedad en Nueva Espaka 1580 264, México, 1989, pp 219.233. 3+ Robert G. Keith, Conguest ond Agrarian Change. The Emergence ofthe Hacienda ‘Syatem on the Peruvian Const, Cambridge, Mass, 1976, pp. 109-158, * José F-de la Petia, ligarqutay propiedad, pp. 200-218, 22 ORIGENES IMPERIALES de ese territorio.* Entre la numerosa familia oficial que acompafiaba a virreyes y gobernadores y las élites rurales hubo siempre competen: fia. Pero como log alealdes mayores, si se exeluyen unos cuantos pues. tos bien dotados, ran nombrados por los virreyes, no faltaban lax oca, siones para usar de influencias ¢ incluso para comprar algunos de esos cargos. Bernard Lavallé, en su entretenido relato acerca del tumultue, 80 gobierno del Cuzco por el marqués de Valleumbroso, ha descrito cla. ramente hasta dénde lleg6 el dominio de localidades enteras por los ‘magnates criollos a comienzos del siglo xvus.2" Los fumcionarios ¢ iam, grantes peninsulares corrian sus peligros al oponerse a ellos. Lo mismo sucedia en algunas érdenes religiosas en las que los eriollos se servian de lazos familiares para asegurarse los puestos de mando, sin vacilar en erseguir a los frailes venidos de Espaiia que desafiaban vu autor dad En efecto, en ese periodo de la vida colonial en el que declinata ¢l poder de la corona, la nobleza criolla, con t{tulos o sin ellos, tenia con frecuencia un rango y desempefiaba un papel en la sociedad similar al que gozaban sus homélogos aristécratas en Europa. Tal como Solérza- no y Palafox habian postulado, los monarcas espafioles gobernaben sus extensos y alejados dominios en alianza con la nobleza rural. En 1692, cuando las exhortaciones de los jesuitas y de otros frailes no Jograron sofocar la sedicién en la plaza mayor de la ciudad de México, {ue el criollo conde de Santiago quien, al frente de sus parientes y em, pleados, dispers6 a la multityd. £7 La diferencia entre les prdvincias americanas y las de la peninsula residia en la extraordinaria riqueza y el ereciente los grandes mereaderes de las ciudades- es im beiieficos procedian del comereio trasatldntico con Europa y Asia en el cual las colonias espafolas intercambiaban los lingotes de metales Preciosos por tjidas de luo, hierro y mereurio-Eas grandes casas impor tadoras de las capitales virreinales istribufan la mercanefa a crédito re los comerciantes de provincias, en las que mantenfan almacenes fécilmente accesibles. Asimismo financiaban las actividades de extrac, cién y refinado de la plata y, frecuentemente, terminaban su carrera jnvirtiendo en la propiedad rural, e incluso, cuando la competencia de Ja corona aflojaba, se encargaban de recoger las alcabalas y ayudaban 4a los magistrados con la transmisién al tesoro del dinero tributade % Alessio Robles, Coahuila y Texas pp. 289-296, oo parnard Lavallé, Le Marquis et fe Marchand: les lutte de pouvoir au Cusco 1700-1730, Paris, 1987, passim si Antonio Rubial Garcia, Una monargufaerollala provincia agustina de Mésico en of siglo xv, Mésieo, 1990, pp, 46-108, LAMONARQUIA CATOLICA 38 Subarrendaban también las easas de moneda. Segtin José F. de la Peiia, Ja riqueza de los 25 comerciantes mas importantes de México era equi- parable, a comienzos del siglo xv, a la de los 30 mayorazgos sobre los que posefa informacién.” En esa época, los matrimonios entre la nobleza rural bien asentada y los comerciantes eran escasos. Pero, con el paso del tiempo, los mereaderes compraban puestos como los de regidor, y-varios de ellos figurarian luego como miembros de las érde- nes de caballerfa. El virrey Mancera escribié en 1673: los mereaderes y tratantes, de que se compone en las Indias buena parte de la nacién espafola, se acercan mucho a la nobleza, afectando su porte y trata- miento..., puede suponerse que en estas provincias por la mayor parte el caballero es mereader y el mereader es caballero” 5° De hecho, Mancera afirmaba que los mercaderes mds importantes en Ja América espafiola eran inmigrantes de la peninsula, advenedizos, que se atrasan la ira y los celos de los criollos pobres. Ena década de 1680 las autoridades de Madrid introdujeron la venta sistematica de los cargos coloniales en todos los niveles de gobierno, con lo que desposeyeron a virreyes y gobernadores de sus poderes para nombrar a los magistrados de distrito. Carecemos todavia hoy de una visin clara sobre los efectos producidas por eambio tan radical. La eviden- cia de que disponemos apunta en realidad en varias direcciones. Mark S. Burkholder y D.S. Chandler han demostrado que entre 1687 y 1712, ¢ incluso en la década de 1740, en las audiencias americanas los cargos se oftecfan a la venta a todo pretendiente calificado. En consecuencia, rricos abogados eriollos compraron cargos judiciales en niveles hasta centonces desconocidos, de modo que en la década de 1760 las audiencias territoriales de México, Lima y Santiago de Chile estaban compuestas pot una mayoria de espatioles americanos, hombres relacionados por des- condencia 0 matrimonio con la élite de propietarios de esas capitales. Fue en la década de 1740 cuando esta politica aleanaé su punto maximo, De un total de 66 nombramientos judiciales, 39 fueron puestos a la ven- ta y unos dos tercios de los 36 criollos presentados consiguieron los nombramientos mediante simple compra de los puestos.® En Lima la audiencia principal estuvo controlada, durante la mayor parte del glo xvi, por criollos, La misma politica, con los mismos efectas, se aplics a los cargos municipales y a los eseribanos mayores encargados de re- 2 José F de a Pena, Oligarqufay propiedad, p. 224. £8 Instruciones qua ls virreye.. dejaron,p. 258, 2° Mark S. Burkholder y D.S. Chandler, From Impotence to Authority: The Spanish Crown and the Americen Audicncios 1687-1806, Colombia, Miss, 1977, pp. 104-108; 157, 370, 186. Be ORIGENES IMPERIALES nueva préctica en la Real Hacienda. Sila venta de cargos favorecié el nombramiento de criollos en las altas esferas del poder judicial, traténdose de corregidons yalealdes meet Promevi6 la introduccién de espafioles peninsulares Us jaypatrario de 15 corregim'entos peruanos, entre los ufos 1680 y 1778, indica que 90% de los magistrados eran esjaoles nombrados en Ma. Arid, y que dos torcios de ellos eran militares La causa redrect enel sis- {iidos y de mulas a los indios. Dicho sistema requerfa ine inversién considerable de capital que era, no obstante, muy rentable, y convertia 8 los corrogidores en agentes comerciales de lo ricts manent: imefios Aue Bnanciaban la operacién, Semejantes précticas provecsriae gran Castelfuerte el sabio criollo Podro de Peralta Barnuevo, se atribuyé “la lastimosa decadencia de la nobleza peruana’ a la abolings final de la en- Pore sobre todo, a “la falta de la provisién de los oftios que dake Tos Nitreyes”.%¢ Peralta se lamentaba de ello pues los criotlos, mas al eorrien- rl Tate de lo lreyes que hon gobernad el Pord, Manuel A. Fuentes (comp), 6 vols, Lisa, 1869, vol. m, pp. 38:61, 126128, 130-141, LAMONARQUIA CATOLICA 35 Et nuevo Estapo norsosico En A New Discourse of Trade (1688), sir Josiah Child argumentaba que las poblaciones de Inglaterra y de sus “plantaciones" en América del Norte aumentaban; “el comercio mutuo era fuente de grandes benefi- ios para la madre patria”, No fueron les colonias las que eausaron la caida de poblacién en Espafia, sino més bien su religién, que condujo a la expulsi6n de judios y moriscos y a las guerras perpetuias de Flandes. Por lo dems, las colonias proporcionaban poca ganancia porque no con- sumfan manufacturas espafiolas. En menos de 60 afios, los estableci- mientos ingleses habian erecido més, en poblacién y en prosperidad, que 1a América espafiola en 200 afios. La primera razén fue de orden reli- i080, pues las colonias inglesas adoptaron una tolerancia completa con respecto a todas las formas de cristianismo, Pero Child hacia notar tam- bbién que el costo del transporte desde los puertos espatioles era cuatro veces superior a su equivalente inglés y, en consecuencia, el tipo de in- terés legaba a ser de 12% en vez de 6%. Las tasas aduaneras espatiolas eran también considerablemente superiores.*° Esta critica fue reitera- da, todavia con més fuerza, por Montesquieu en su L'Esprit des lois (1748), donde afirmaria que, al concentrar su esfuerzo en la produceién de metales preciosos, Espafia arruiné a la Peninsula, No gané la corona gran cosa de su vasto Imperio ya que Ia mayoria de las manufacturas exportadas, via Cadiz, procedian de otros paises europeos. Y concluiria ‘Montesquieu afirmando que “Las Indias y Espatia son dos poderes bajo ‘un mismo amo; pero las Indias son el principal, mientras Espafia es s6lo el accesorio”.®* Tales consideraciones estaban destinadas, por lo demas, a gozar de una amplia difusién en todo el mundo hispanico, en él que Montesquieu tuvo gran prestigio, Fue Pedro Rodriguez Campomanes, fiscal y mas tarde presidente del Consejo de Castilla (1762-1791), quien en sus eseritos sobre la industria popular y la educacién, asf como en sus reflexiones manuscritas sobre el comercio espafiol con las Indias, respondi6 a las criticas extranjeras. No fue el descubrimiento de América la causa del declinar espafol, sino sus perpetuas guerras en Flandes y en Italia, combinadas con la ex- pulsin de los moriscos y “la abundancia del clero regular”. De hecho, Ja poblacién de la América espafiola era muy superior a la que habia imaginado Child. Su aumento era debido, en parte, al surgimiento de {9 Sir Josiah Child, A New Discourse of Trade, 4a. ed, Lonires, 1740, pp. 192-219. % Montesquieu, The Spirit of the Laws, traduccion, Thoraas Nugent, 2 vols, Nueva York, 1949, val p37 36 ORIGENES MPERIALES nitig, daa tante clase formada por mestizos y mulatos. Campomanes ad- £08 Debian éstos, sin embargo, ser considerados como morconcte nor- males, exportadas libremente, pues su retencién em Espatia provocaria dad de Bspaiia, y totalmente consciente de su decndenera 5 fines del Siglo xvu, Campomanes decidié servirse del ejemplo extranjero y adop- ‘6 una coneepcién del gobierno totalmente secular: {au fherza de una inonarquta consste en su poblacén y en su eomercio Para marie ponniitd Por ms tiempo, Ahora se entiende ol axivma: Doone maris Dominus orbis. Bl ebsticulo principal en el camino de un “renacimiento" habia sido, y to era todavia, el excesivo nsimero de clérigos y su Lambie Fadre general, que actuabia como “un monarea absolute” Todo jesuita bia, en consecuencia, ser considerado como ‘enemige de la Soberania, depende de un gobierno despético residente on me Pais extranjero”. sents Ligne feet Campomanes, eflesines sobre el comercioeanol a Indias, Viggnte Hombart Roa (comp), Madrid, 1985, pp 290-261, oa Ibid, pp. 48, 251, 251 462. | | LA MONARQUIA CATOLICA 37 {Qué era el Paraguay, se preguntaba Campomanes, sino un reino pro- piedad del Padre general?®® Del mismo modo, se sirvié de la teologia galicana y del derecho canénico regalista para atacar los poderes del apado en lo que concernia al nombramiento de obispos y a sus prerro- gativas jurisdiccionales como corte de apolacién en asuntos eclesiast cos. Citando las leyes medievales de Las Partidas, que declaraban que “viearios de Dios son los reyes cada uno en su reyno”, defendia-que to- dos los privilegios de jurisdiecion y de propiedad de la Iglesia derivaban del poder soberano de los monarcas, que conservaban el derecho tanto de abrogar como de confirmar esos derechos temporales de la Iglesia, En ditimo término, ‘la Iglesia ella misma esta dentro del Estado” y el clero no estaba exento de sus obligaciones como “vasallos de su Majestad y ciudadanos”.#° En su tratado sobre la industria popular, que tuvo una amplia difu- sin, Campomanes afirmaba elaramente que el estado de la industria ‘era “el barémetro més seguro por donde se debe regular la progresién © decadencia del Estado”. Defendia también la necesidad de eliminar todas las restrieciones que afectaban al libre ejercicio del comercio, la abolicién de todos los privilegios gremiales, as{ como la prohibicién de las cofradias artesanales. EI mejor modo de fomentar el desarrollo de la in- dustria artesanal era la promocién de las Sociedades Econémicas de Jos Amigos del Pais, que reclutarian, asi lo esperaba, a “la nobleza de las provincias que, por lo comin, vive ociosa” para ayudar a obtoner datos econémicos, a la organizacién de la escuela y a la ensefanza del dibujo. Los hombres de letras recibian, por su parte, una misién importante; su actividad en la sociedad era comparada con el papel de los oficiales en el ejército, pues eran Ilamados a escribir sobre cosas practicas y a ense- ar a los artesanos y agricultores el conocimiento elemental de las ma- tematicas, las nuevas técnicas y el dibujo. La invencién de la aguja de coser, aseguraba Campomanes, ha sido mucho més til a la humani- dad que toda la logica de Aristoteles y la de sus innumerables comen- tadores. En las ciencias humanas las viejas abstraceiones escolasticas y las de los sofistas debfan ser remplazadas por “un buen raciocinio y el ‘orden geométrieo de comparar las ideas”? 3 Pedro Rodriguez Campomanes, Dictamen fiscal de expulsisn de los jesuitas de Espaiia (1766-1767), Jorge Cejuda y Tesfanes Bgido (comps), Madrid, 1977. pp. 6, 160.63, 70-78, 8486, 147, 185-164 ‘© Pedro Rodriguez Campomanes, Juicioimparcial.., Madrid, 176, pp. 61.58, 98-95, 154, 262.286, 300-308, ‘Pex Rodriguez Campomanes, Discurso sobre el fomento dela industria popular 1774; Discurso sobre a educacién popular de las artesanos y su fomento (1773), John ‘Reeds comp), Madrid, 1975, pp. 119-128, 158-164, 169-177, 248, a8 ORIGENES DPERIALES 11 instramento escogido por el Estado borbénico para promover el oder y la riqueza fue José de Galves, que como visitador gencral dy ingresos fiscales. Desde el punto de vista fiseal, la colecta de lnc hoe Paces sobre mereancias, las aleabalas, eran confiadas a funcionarios asalariados. La venta, yen algunos casos la manufactara, dl tabacy Rereurio, elemento indispensable en el proceso metalingico de le awl, gama, y aseguré un suministro més abundante del procedente to tin Ameri Bourbon Spain and its American Empire’, Conbridge History of Jatin America, Leslie Bethell (ed), vo.1, Cambridge, 1954, yp 880 ane LA.MONARQUIA CATOLICA 39 Almaden. Ofreci6 ademas exenciones de impuestos a las empresas que afrontaban grandes riesgos o a aquellas que debian hacer inversiones importantes. Organiz6 a los mineros en un gremio con jurisdiccién espe- cial en materia de litigacién minera; promulgé un nuevo eédigo juridico y creé un banco para financiar la mineria asf como una escuela de minas. Los empresarios importantes recibieron también titulos nobiliarios. ‘Medidas similares se aplicaron en el Pera y en otras partes del Impe- rio. La importancia atribuida a estas medidas puede calibrarse en la de- claracién de Galvez: “como la minerfa es el origen y fuente tiniea de los, metales que dan espiritu y movimiento a todas las ocupaciones huma- nas y el comercio universal en este mundo, en justicia exige la atencién especial del gobierno” #2 Estas medidas de carécter administrativo y econémico fueron com- pletadas con otras dirigidas contra los privilegios y la propiedad de la Iglesia. La corona inicié en 1749 la secularizacién de las parroquias ad- ministradas por las érdenes mendicantes, un proceso en un principio répido pero cuya completa ejecucién se llevé 20 atios. En 1767 los jesui- tas fueron exiliados a Italia, sus colegios clausurados y sus vastas pro- piedades rurales expropiadas. Mas tarde se convoearon concilios provin- ciales con la idea de reformar al clero colonial. Las érdenes religiosas fueron victimas de Visitas y se limité el ntimero de novicios que podian adnitir. También el clero secular fue objeto de ataques; uno de sus muy estimados privilegios, la inmunidad de jurisdiceién con respecto a los tri- bunales ordinarios, fue de hecho abolido y las salas del crimen de las respectivas audiencias recibieron en 1795 el poder de demandar a cléri- gos acusados de faltas graves, Paralelamente, las audiencias importan- tee desafiaron la autoridad episcopal al recibir, como tribunal superior, ‘casos de apelacisn contra decisiones de los obispos. Al lero, y en particu- lar a los cabildos eclesidsticos, se les impnsieron cargas e impuestos especiales. El acto final de esta campafia se produjo en 1804, cuando la corona exigié la venta de la propiedad eclesidstiea y el envio de los re- sultados obtenidos a la tesoreria real, que, en adelante, se obligaba a pagar un interés por el capital confiscado.** Pero como la corona estaba ya en bancarrota, el clero tuvo que afrontar la posible pérdida de un ‘capital acumulado pacientemente a lo largo de tres siglos. La caracteristica que més atencién ha provocado al estudiar la “re- volucién en el gobierno borbénico” es el recelo, por no decir el desprecio, con el que Galvez y sus principales colaboradores consideraban a los. “© D. A, Brading Minere and Merchants in Bourbon Mexico 1769-1810, Cambridge, 1971, pp. 128-207 “NVM. Farris, Croun ond Clergy in Colonial Mesico 1789-1821, Londres, 1968, passim. Font Lop 40 ‘ORIGENES IMPERIALES “de ingenio y comprensisn féci; pero de juice oco sélido y superficial, duciblog” Baamente Presuntuoso... Son de poco espirit, yonte yre. ducibles”. Bstos sentimientos no quodarfan, ror io demés, en meros Prajucios, pues como ministro de Indias en 1766-1771 tact medidas Lombrd a Sd ages nimero de miembros de las audiencias colonia y la inmensa mayoria de los altos eargos de le administraci6n colonial Signié ocupada, a pesar do todo, por europens.*© Pans atin més, la ex- pansion de la economia colonial hizo que aumentare considerablemente {a inmigracién de comerciantes y empresarice espafioles, que cruzaron A, Brading, Miners and Merchants, pp. 37-42; ‘Burkholder y Chandler, From Impotence ‘Authority. pp, 91-124, ‘LA MONARQUIA CATOLICA a por seneillos principios, que forma la razén natural, ¢ impera en los c0- razones de los hombres”. Aunque sabia bien que, desde el punta de vista constitucional, las Indias formaban parte de la corona de Castilla y que, en consecuencia, los espaiioles no podian ser calificados de extranjeros, el oidor mexicano argumentaba, sin embargo, que la mayoria de los e3- pafioles fueron al Nuevo Mundo para enriquecerse y que nunca identi- ficaron el Pert o Méxieo como su patria” ** Que Galvez fue en un principio el responsable de la politica de exclu- si6n era de sobra conocido, lo que explica que Juan Pablo Vizcardo y Guzmén, un exiliado jesuita peruano, atacara al ministro por su “ma- nifiesto y general odio a todos los criollos”.‘7 Igualmente, las medidas tomadas contra la Iglesia provocaron una enérgica protesta. Por encar- «go del obispo y del eabildo de Michoacan, Manuel Abad y Queipo atacé el decreto que habia abolido el privilegio de inmunidad de jurisdiccién del clero haciendo observar que “las inmunidades del clero espaol for- man parte de nuestra constitucién mondrquica, y no pueden reducirse con exceso sin peligro de alterarse”. Y para reforzar su argumento ol clérigo asturiano no dudé en citar directamente a Montesquieu que afirma en LEsprit des lois: “Quitad en una monarquia las prerrogati- vas de los senores, del clero y de la nobleza, y tendréis bien pronto un estado popular... luego el fuero clerical es el nico vinculo especial que los estrecha al gobierno”. *® Y fue el arzobispo de México, Francisco Javier de Lizana, quien en 1809 se quejaba a la corona: “se han puesto muchas nuevas sucesivas trabas al ejercicio de la jurisdiecién eclesidstica desde la mitad del si- glo xvin” y Tamaba la atencién de Madrid acerca de que “los america- nos han sido y son fieles a Dios y al Rey por medio prineipalmente del lero secular y regular... el que tiene los curas tiene las Indias”.*® Los ministros y funcionarios que se esforzaban en restaurar el poder ¥y la prosperidad de la monarquia espaiiola desplegaron un intolerante ‘esprecio con respecto a la cultura postridentina de la casa de Habsbur- “4 *Representacién humilde que hace la imperial, nobilisima y muy leal ciudad de Mé. ico en favor de sus naturales", 1771, en Coleeién de documents para fa historia de fa guerra de independencia de México de 1608 0 1821, Juan E. Hernandee y Davalos (comp), 6 vols, México, 1877, vol. 1, pp. 427-455; véaue Burkholder y Chandier, From Impotence to duthorty, p. 98. * Los escrito de Juan Pablo Vizard y Guzman, precursor de la Independencia hiv panoamericana, Merle E Simmons (comp), Caracas, 1983, pp. 236-239, 190, 200-201, “8 Manuel Abad y Queipo, series", impresoe en Joes Marta Luis Mora, Obras sul tos, 2 vols, Paris, 1897, ol. 1, pp. 6, 12, 22, 32-93, 64 ‘® Archivo General de Indias, Audioncia de México, legs, 1892 y 2256, Arzobispo a la Corana, 24 de actubre de 1804, 10 de abril de 1808. 2 ORIGENES IMPERIALES Cinética como simples colonias, comparables one azucareras del Garibe que posefan la Gran Bretata ¥ Francia ena reparar la destruc. emit! Imperio trasatlantico. Por mucho éxito dre tuvieran las re. Sprmas administrativas y oconémicas al aumentor ty comercio y la pro. duecion coloniales, la exclusiéa de los cris de ne altos puestos de gobierno, conjugada con los ataques contra los privilegios y la propie- dad de la Iglesia, no podia sino conducir al fe de te dominacién espa. fiola en América 2s Samnamanes Jil parcial. 19; Discurso, pp 28,148 7 habe Lady Phelan, The Pople andthe Rise Te Comunero Revolution in Cotom ia, 1781, Madison, 1978, pp. 181-184 LA MONARQUIA CATOLICA 8 conyirtiéndolos en meros productores y consumidores de mereancias, y a sus paises en simples colonias de la metropoli.®? ‘HACIA LA INDEPENDENCIA Las consecuencias de la revolucién realizada en la manera de gobernar se hicieron evidentes en los agitados aiios 1808-1810 cuando, en todo el Temps ap icy eillag eaten Tote isiok omreeman do obtener cieFta grado de independencia. En ie a cairn de Cuzeo'en 1814; in movimiento que sumergis ciudades tan distantes Jas unas de las otras como Ayacucho, Arequipa y La Paz, Manuel Pardo, regente de la audiencia, afirmé que el eapitin general rebelde José An, gulo, estaba “rodeado de frailes y-clérigos, que eran sus principales consejeros”. De hecho, él cabildo eclesidstico se unié al ayuntamiento y ‘a la diputacién provinciat al elegirle para el cargo, y.uno de los eanéni- gos predicé un sermén en el que defendia la ereacién de un vasto impe- rio independiente, a lo largo y lo ancho del continente, y aclamaba a An- gulo como “nuestro Macabeo peruano”. Desde el punto de vista de Pardo, 1a participacién del clero en los movimientos insurreccionales de ambas mérgenes del Atlintico, en Espafia y en América, estaba inspirada en el mismo motivo, por diferentes que fueran las causas defendidas. En ambos casos, “el objeto era dejar Ia religién con el ropaje del culto exte- rior, bastante para que su ministerio sacase de un pueblo ignorante todo el fruto con que s¢ lisonjeaba su avaricia”. Ahora bien, si la monarquia no podia seguir contando con el elero para predicar la lealtad al rey de Espana, zsobre qué bases podria mantenerse esa autoridad en el Nuevo Mundo? El problema era de muy dificil solucién, pues el mismo Pardo ad- mitfa que quienquiera que viviese en Peri “habré advertido el odio que en general abrigaban en su corazén los eriollos espanoles contra los euro- ‘peos y su gobierno”. Todo lo que Pardo era capaz de sugerir era el eui- dadoso escrutinio al que debian someterse los nambramientos dé altos fancionarios criollos y 1a disolucién de la milicia colonial, seguida de la implantacién de fuertes guarniciones formadas por soldados traidos de Espaia.*® Parecidas reflexiones eran las del obispo electo de Michoacén, Manuel Abad y Queipo, que algunos meses antes de la rebelién de 1810 adver- 5 Simén Bolivar, Obras completas, Vieente Lecuona (comp), 3 vols, Caracas, 1964, volt pp 161-166, 58 Coleccitn documenta de la independencia, tomo us, vl. 7, Manuel Aparicio Vega (comp), Lima, 1974, pp 261-270. | | | | “ ORIGENES IMPERIALES 12.2 8 Regencia que “nuestras posesiones en Amériea, y especialmen- te esta Nueva Espaft, estén muy dispiiestas a una ineorrercig, gene- 'o eléctrico de la revolucién franeesa ha puesto en Acontecimientos a er propie i 54 Cuando su anti- Gus amigo, Miguel Hidalgo y Costila, el parroco de Dolores, da orden s Abad y Queipo denuncia en él el nueva Mahoma Hidalgo” que invo- cr Gibolosreligisos mientras permite a sus seguidores saqonr Pro- Piedades en una insurreceisn “esencialmente andrquica” Y nan més, electo defenderd con fierza a sus compatriotas argumentando que “la cauitia de los gachupines... no significa otra ensa que el deste teats euél cotazén.del hombre de mejorar su condicion, que os el prin Rigvil de las operaciones humanas, y el estimulo de las virtudes Gone Jes de los talentos, aplicacion, economia, frugalidad, valor» constancia on Jas empresas y on las adversidades”. Observando que la imean cidn tra "obra easi propia de los eclesidsticos, pues que ellos con tg io se manifestaron las contradicciones internas del regimen espanol con més claridad que en Pera. La dlite erie ae Aan, sia. de otras ciudades del altiplano se alist en los ejrcitos crests objeto de sospechas irrey Abascal. Aftos més tar- de, al abandonar el mando, Goyeneche hard notar que ion Pueblos de [Abad y Queipo,“Bscrtoe, pp. 0-81, 101-102, TOL a” PP 48, 25:28, 29-4; Carta Pstora, México, 1813, pp 2,94, 48.5, 73.81, 88.101 LAMONARQUIA CATOLICA 6 América habfan perdido la tradicional aceptacién de “Ia santidad de nuestras leyes y la beneficencia del gobierno espail...,el temor es el lunico freno” frente al universal deseo de independencia.® Y Manuel Lorenzo Vidaurre, un oidor eriollo de la audiencia de Cuzco, fue quien, de modo ms grafico, mostré las contradicciones de la politica espafio. Ja, Recibe con alborozo Ia Constitucién liberal de 1812 por el grado do autonomfa local que consentfa. Defiende la monarquia eomo la mejor forma de gobierno, pues descansa, como defendia Montesquieu, en el sentimiento del honor. Por el contrario, la mayoria de las republicas habian sido victimas de la intriga y del desorden, consecuencias de la avaricia y de los desenfrenados egoismos. Y, con audacia, Vidaurre afirma todavia: “Yo me veo a m{ mismo en el espafiol europeo,.. Los es. anoles americanos no somos conquistados, nosotros somos los eon. quistadores, iguales en todo a las personas que nos dieron el ser”. Pero lo mismo que Goyeneche, Vidaurre sera victima de sospechas y desti. tuido. No dud6, a pesar de todo, desde el exilio, de enviar a la Corte nu. merosas peticiones y memorandos en los que critica la propuesta de Abad y Queipo de enviar un ejército de 30.000 hombres de guarnicion fica y Ta exclusién de los criollos de los altos puestos. Medidas Semejantes, afirma, comportan el establecimiento de una auténtica ti, Tania, pues “la monarquia depende de un pacto tdcito o manifiesto con los individuos que la componen". América puede s6lo.mantenerse por la lealtad y los sacrificios de los espanoles dé América. Mas inteligente ue enviar més tropas al Nuevo Mundo seria el enviar un principe de la familia real, investido de la autoridad necesaria para negociar la paz ‘gon los rebeldes. Y Vidaurre concluye recordéndoles a sus compatvion {fa5 europeos que “la gloria de un monarca es gobernar almas libres. + Espatia no es Constantinopla."8? Conciusiones ‘Los 300 afios de gobierno espaol en el Nuevo Mundo estuvieron mar- cados por dos époeas de reforma. En ambas —las décadas de 1560 y-de + 1a corona envié visitadores y virreyes para reforzar la autori. ' Estado colonial y para aumentar los ingresos imperiales, La Luis Herreras de Tejada, El Tenienze General D. José Manuel de Goyencche, Primer Conde de Guagui, Barcelona, 1923, pp. 486-409, 85-489, S$" Manuel Lorenzo de Vidaurre, “Plan de Pera y otros escritos", en Coleeciin docu: mental de a independencia, Los ideslogos, Alberto Tauro (comp. Limos 197% tang ol 8, pp. 217-227, 173-185, 300.306, 245 262, 275, 293, 300, | i 6 ORIGENES IMPERIALES SaPacidad de Felipe IT para hacer la guerra en Europa dependié del ~Sumento considerable de la cantidad de plata recibida del Pera, grat Gono para.ser ficilmente desalojada. De hecho, el intento de Felipe II fe arrancar ol control del Imperio americano alas élites de pobla knee oea, de Jas reformas borbénicas fu imperial. Considerada més de cerca, Mundo, descansaba en un frégil eq

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