You are on page 1of 12
Rubert de Ventos, X Por qué filosofia, Barcelona, Peninsula, 1993 3 ar 1. VERTIGO DEL SENTIDO? Cémo dar liebre por gato Desperte y busqué en torno un acontecimiento no transformade en noticia, una funcién no codi ficada por una institucién, una préctica que no fuera una profesién, una teoria no apelmazada y exaltada como ideologia. Sali a su encuentro, pero en todas partes me daban licbre por gato: pedia un libro y me daban una Obra, necesitaba un im todo y me ensefiaban una Mctodologia, buscaba un objeto y me ofrecian un Disefio, queria un pais y ne encontraba en un Estado, yo deseaba una mu- jer pero me decian que eso eran cosas de mi Li- bido. La politica y el sexo, el comercio y la informa: cién: todo me parecia cada vez mas sublime y cultural; impregnado por su valor, transmutado en simbolo. Los abjetos con los que me iba topands s6lo parecian existir como excipiente del sentido que debian vehicular. Dondequiera que dirigicra snis pasos me encontraba con algo adaptado ya de antemano a mi asimilacién, cortado a la medida de mis sentidos, expectativas o idvales. Y es en- onces cuando senti aquel extrafio malestar: algo asf como la basca que produce un alimento licua- do, una pupilla gastrica o wn Gerber que se nos es, n Ss curte, tibio y granuloso, por el esdfago. Un males tar que se confundia con Ia nostalgia de los pro- ductos de otro tiempo que habfa ain que mascar y digerir Pronto descubri, sin embargo, el analgesico que me ofrectan para aplacar estas desagrada- bles sensaciones. La sofisticacién del nuevo arte y la nueva cultura debfan servirme ahora para ejercer on digest aquel esfuerzo de asimilacin y adaptacién expulsado de Ia vida cotidiana: una cultura intensa y concentrada que compensaba 1 inactividad intelectual, justo como la gimmasia de- ia compensar mi trabajo sedentario. Realidad cexplicada» y alta cultura «complicada», mundo verosimil y arte abstracto, entorno portpier y es: tética vanguardista formaban asi un sistema per: fectamente equilibrado. En un mundo excesiva mente sfacilitado» y previsible, la dificultad se me ofreefa también como wn servicio 0 una mercancia delicndamente disefiada para inquietarme y sor- prenderme; para dar variedad, color 0 aroma a la papilla; para introducir en mi experiencia los imi- nimos basicos de resistencia que me permitirian recobrar el equilibrio cuando me sintiera Ilevado por el vértigo del sentido. Este fue el primer diagnéstico de mi dolencia. El vértigo, con todo, persistfa. La realidad se me hacta no ya espiritual, sino espirituosa; no ya do- tada de significados, sino impregnada de ellos: significamentosa, Todo me era familiar, y més aun que familiar: intimo. En todas partes me topaba conmigo mismo. Mis pasiones y obsesiones per- fectamente expresadas en los anuncios de colonia para hombres. Mis desperdicios psfquicos se me ofreclan ahora en forma fisica de mercancias. Con 2 taminado por mis propias fantasfas, el entorno me aparecta como un inmenso y caricaturesco espejo de m{ mismo. ¢Cémo romper el hechizo? ¢Cémo abrir una brecha —me decia— en este cerco del hombre por sus propios productos o imdgenes? El tinico me- dio, pensaba, serfa bajar la guardia para permitir el reflujo de todo aquello que est més all de no- sotros, de nuestra capacidad de entender y organi- zar. Pero hasta el momento sélo parecla haberse jentado superar este nislamiento ampliando mas y més el émbito de lo controlado: tratando de ali- viar los males del control técnico_ del. mundo. mediante su controi seraantico; perfeccionando el disefio funcional del eniorno coi Ia adicién de va lores malditos 0 vibraciones gratuitas; ampliando el sistema de produccidn de ideologia o la produc cién de psicologta. Para los epsicélogos radicales» americanos, por ejemplo, se tratarfa de ir sustitu- yendo la produccién de objetos por la produccién de relaciones: ef hardware tecnoldgico por el soft- ware social. Disefio y produccién de relaciones que darfa lugar a una nueva cultura intensa, comunal, sentida y vivida; una nueva sociabilidad hecha de interacciones, contactos y vibraciones. Grupos de encuentro, juegos comunicativos, terapia de senti- mientos, desarrollo del potencial humano, concien- ciacién del propio cuerpo, feed-back bioenergético, chequeo interactivo, masaje psiquico, pedagogia del contacto... E] florilegio de métodos y técnicas parecia in- terminable, pero el mecanismo social detras de to- dos ellos parecia uno y el mismo, Se trataba sim- plemente de cuestionar la adecuacién entre el sa- ber de la gente y su empleo, entre su sensacién 23 Fisica y su salud 0 entre su apetencia y su compe tencia, generando asi un nuevo mercado de gadgets y servicios para el reciclaje del saber o la verifea cion de la salud. Y también un mercado de rela ciones psicolégicas que creaba su propia demanda mediante el doble mecanismo de: 1) fomentar, por un lado, la inseguridad de la gente respecto ‘« su capacidad de comunicar o de asumir las propiay responsabilidades sociales, y 2) yenerar, por utto, unos supuestos esténdares 0 patrones objetivos de intimidad, satisfaccién sexual o integracion social, a cuya altura la gente trataria de llegar con la ayuda de las técnicas y de los especialistas pert nentes. Un vuelo a México Fue en un vuelo Eastern de Nueva York a Me xico donde primero senti de un modo claro esta lesazén ante un entorno cada vee mis personal estimulante y atento a nuestras intenciones. En bundeja del desayuno no encontraba la crema de leche para mecclar con el café: miraba una y otra res y recipientes —inan. tequilla, café, sal, ete—, pero no leia «cremas o sleches en parte alguna, Pregunté por fin a la ea fata, la cual, sorprendida y despectiva, me indics un botecito de plastico. ¥ entonces descubit pos gué no habia sabido reconocerlo: ef bote nu ann Giaba «leche» sino «para su café», Nuestro entorno esté cada vez mas constituido por este tipo de mensajes, que nos cuesta al prin. Cipio descifrar... porque ‘son demasiado fades porque no hay que ira ellos, sino que son ellos hag 4 Bl jd hay que vienen a nosotros. EL rétulo no india gud hay cave bute sino para qud ex; wo descstbe el objeto sino que anticipa —y prescribe mi uso del mis: 10, Las indicaciones de nuestro entorno ya nu se dirigen entonces a nuestra comprensin sino a nuestra reaccién; no se organizan alrededor de nuestra posicidn sino de nuestra iutencidu. De abi que para entender estos ine so joa la retina y acostumbrarnos a no buscar lo que algo es sing para qué es, No atender a lo que queremos un alimento, una persona, un pais, sino divee tamente a lo que en ello buscamos: el valor 0 el vigor, la amistad o la sensacién nueva. Acostum: brarnos, en fin, « vivir en un enjorae catafsrien, donde todo esta anticipando alguna otra cosa —anticipando, casi siempre, nuestras propias reac- ciones del jes dia en Nueva York habia ide a la tienda «Sam Goodies» para comprar discus de Ruth Biting y Ethel Morgan, dos cantantes de los Cuarenta que son cl primer’ recuerdo musical de mi infancia —una melodia que Hegaba a mi ven tina desde la Rosaleda, a través de ana Diagonal silenciosa y hiimeda, Le pregunté al vendedor cu qué hilera podia encontrar estos discos —gen «Me, lodiaside Broadwayz, en «Vocalists Lamosias»? No, nu; busque mejor en hi seccién «Nos alla» este tipo de cambivs nw alta dhe necesis tic lel des tenis attraleza sintstica Tiquido que se afiade al cafe. EI hecho de que uo sean fntencionadas wo los tace, sin emburge, menos sintonui- eos es delib 75 t También las clasificaciones comerciales se hae bian hecho psicoligicas. También para adiv ‘tonde estaba un producto tenfa que pensat ane lo en Ia presumible intencién con que lo bus Volviendo a miviclo de Nueva York - México: slespuiés de desayunar, ya sobre Texas, empece a chatlar con un grupo de jéver chow Nes universitarias, onados, que me rodearon ent sinstas cuando me reconocieron como tn Native gin el cual practicarel casicllano, Mactan wn ving ite estudios —me explicaron— a la provincia we (lianas. Pregunté qué ihan a estudiar: ztotvil, cas rynaitr-antropologta...2 No; se trataba de dos as paturas de ta maestria en «Vida Internacional de la Universidad de Michigar Lag dog a nat we Thon a cursar a San Cristobal y Tuxla Gutic iter se Tamaban, literalmente, «Cimo vivir en ef uanieros y «Trabajo de campo en comprencien de culluras extranjerass ¥ volvt a sen siempre y: igo de un entorne ¥ poblado de rues. genes © propsitos. El mismo vér a el bute de crema ¥ que se confundfa ahora con cl nes atmosféricas que sacudian el de las depresi jon al descen Pone? Ante todo, pienso, 16 dad perentorios. ¥ un cierto respeto, también, por as cosas y por uno mismo: por un nivel de la rea: lidad 0 de Ja intimidad que no puede exponerse sin desnaturalizarse; que como las momias 0 las peliculas, se desintegra o vela a plena luz... Nictz sche misino fue un ferviente defensor de este res: peto, aunque en su afin por desvelar los més se- cretos méviles e intenciones pocas veces supiera mantenerlo. slloy ya no crcemos —escribe— que la verdad siga siendo verdad cuando se revela... El pudor con el que la Naturaleza se ha escondido detrés de velos y enigmas deberia ser tenido en gran esti ma... Hoy consideramos una cuestién de decencia el no querer verlo todo desnudo, presenciarlo todo, entender 0 “saber” todo.» El mas conmovedor ejemplo de este pudor es e! del pequefio Rousseau, que reproduzco aqui de me- noria, JeanJacques ¢¢ un nifio pobre que durante meses va reuniendo monedas para poderse com- prar uno de esos pasteles con que las madres obse- quian a sus hijos a la salida de la escuela. Se cono- ce el escaparate de memoria y hace tiempo que tie- ne decidido el pastel que va a pedir. Pero, cuando entra por fin y la dueiia le pregunta qué desea, él no sabe qué contestar y acaba echéndose a lorar. 2Qué ha ocurride? El nifio ha descubierto lo que en realidad habfa estado deseands tant tetpo: que le dieran un pasiel. No ha estado ahorrando para pagar un pastel, sino para comprar un don. Pero en el mismo momento en que la duefia lé pre- gunta qué desea (como preguntan también los pa- dves con més dinero que tiempo, dispuestos siem- prea comprarle al nifio lo que él desee, sin enten- der que lo que éste quiere no cs un regaio sino que n RRRERAEA FTEs le regalen), entunces la imposibilidad légica de satisfacer ese deseo se hace demasiado parcnte ano, alli donde atin no existe la palabra o bien donde ya no reina la palabra, es decir, en la me rada y en el abrazo, se halla propiamente ly (2 cidad + ~pues solo alli hay libertad incondicional, quimidad y falta absoluta de respeto. Inunano’ Todo lo que en Materia de contactos humanos se halla entre estes dos Polos es débil & insipido; es algo determinado, condicional y limitado por las foavenciones sociales. Alli reina la palable, ess Kerpenda representante de lo ordinario y hubfiaey Sse fino y opaco medio en el que se engerclnd ane ue en ningtin otro la sumisa y mediocre me ral. 78 2. LA PILOSOFIA, ENTRE EL HUESO Y LA PAPILLA El malestar de lo singular Queda por aclarar cémo y cudndo una expe riencia inquictante o irritante como las descritas Nos impulsa precisamente a filosofur. gPor qué torizarla y no, simplemente, hitir o esquivatla? La teoria, creo, emerge w la vee come producto y como antidote de esta experiencia o sensucisn. Ea ini caso por lo menos ha surgide como un intento de comprender la desazin que me producia este entorno tan solicito y tematizado que experimen. té agudamente en el vuelo a México. ‘Yo nunca pienso o escribo de oficio —y menos por viciv, Lo hago solo como whimo recursu: Cuando las impresiones o sensaciones se hacen tan poderosas ¢ incémodas que sélu fornuilindo: Jas alcanzo a neutralizarlas. Esctilas y formula. das, las sensaciones 0 experiencias me apareccn como realidades objetivas e impersonales que puedo contemplar ya coma algo ajeno a mi, Trans formadas en tesis 0 en textos, dispuestas a con Vertirse en verdades, aquellas experiencias no pa recen ya de fiar, pero tampoco dignas de inquie tar? El cariz formulario que adquiere asi lo for. 2. Un conocido ejercicio de la Gestalt Psychology 7) a bt mulado pronto me ayuda a convencerme de que no habla para tanto; que Ja desazin que sentia era tan convencional como el texto mismo en el que Io cuento ahora. Y ast voy conjurando 0 ahuyentando con ta teorfa los demonios que me asalian. Una vez des- critos y formulados, estos demonies se transfor man en productos culturales que circulan y que, por fo mismo, ya no me inquietan ni cico en ellos: he conseguido por fin enombrarlos» y «pa sarlos», Se trata, como puede verse, de una cura catartica 0, mejor atin, homeopatica: las impre- jones demasiado fuertes aplacadas con la esc tura, disueltas en su expresién, evacuadas en su exaltacién, La pena falsificada por la lagrima, la sién por Ia teorla. «La formulacisn y expresién de los sentimientos —decia Hege!— tiene por efecto quitarles su importancia.» «Las ideas —~in- iste Proust— son los suceddneos de las penas; cn el momento en que éstas se transforman en ideas pierden una parte de su accidn nociva so- bre nuestro corazén.» Luego de terminar el Wer- ther, esctibe igualmente Goethe, eme sent{ como muestra un aspecto de este proceso psicolénica, Se su: glere a los asistentes que piensen en un viejo y profundo seereto de sui vida, en algo que no hayan contado nunca @ nadie, y que imaginen cémo reaccionarian los otros al saberlo. A continuncién se les instiga a revelarlo en Ia forma mas contundente y afirmativn para que descubran que, contra lo que habian imaginado, encuentran en ello tun positive orgullo y una renovada confianza en si mis- mos: ef secreto, verim ahora, no era el efecto sino la causa de su vergilonza 80 después de una confesién personal y con derecho a una nueva vida», Estos y otros testimonios parecen confirmar mi impresién de que a menudo narramos para transformar nuestras experiencias en puros «cuen- tos» —como teorizamos para hacer de ellas puras sespeculaciones»—: en cualquier caso, para sacar- les el aguijén de la carne y dotarlas de la ingra videz del espiritu. Y sin embargo, los textos cita- dos hablan de un dolor genérico, pero no de su origen ni del proceso especifico por el que la es- critura aplaca aquel dolor. De esto quiero hablar aqui. Al principio, como con los estudiantes o la crema de leche Eastern, algo me pasa: me gusta un sonido, me angustia una frase, un gesto me inquieta, me atrae una idea o me desagrada una mirada, Trato entonces de «entenders, es decir, de objetivar y neutralizar esta sensacién, y casi siem- pre lo consigo pronto. En el sonido reconoct el timbre o la altura de una melodia querida; la fra- se sonaba a redicha; el gesto no habia surgido de la palabra, sino que parecia incorporado mecéni- camente a ella; la idea era a la vez elemental y radical; la mirada no se detenia en mf, sino que me atravesaba y parecia proyectarse al infinito, a un plano general del que yo era sdlo un ele. ‘mento 0 un contrapunto...’ Alzunas veces, sin em- 3. Scott Fitzgerald describe a menudo sensaciones de este tipo. Luego de haber hecho el amor en la vieja casu. cha con Stahr, tie last Tycoou, Kateleen observa: «Me pregunto cuanto lo decidimos. Hay un momento en el que no lo necesitas, y en el momento siguiente sabes que natia en el mundo podré impedir que pase» A Stahr, or bargo. no encuentro ¢l sentide de lo que he sen. tido —y es entonces cuando pienso. Pienso, pues, cuando no entiendo lo que me pasa, cuando no alcanzo a identificar el origen de la desazén o atraccién que siento. La impresion que no consigo evacuar con una explicacion se constituye entonces en punto de referencia de todo lo que en adelante voy viendo o leyendo, Como aquellas tiras de papel engomado que col gaban del techo para cazar las moscas, esta inn resin va atrayendo y pegando todas las expe: Tiencias mas o menos andlogas que \engo luego al leer, charlar o deambular. Incapaz por el mo. mento de localizar la causa, busco las analogias y voy asf apuntando en una libreta los fendinenos parecidos... Hasta que un dia, de repente, todas estas notas que he tomado parccen organizarse en una figura general de la que mi primera experien. cia no era sino un caso. Ya tengo ahora el sentido de lo sentido, ya he aleandado por fin a newralicar mi experiencia; a explicarmela y a explicarme. En tonces escribo un libro donde la remato —un libro en el que las observaciones © nolas que fui to. mando a lo largo del camino hacen las veces de capitulos 0 apartados. | El dispositive basico desde el que se teoriza serfa aquf un cierto malestar: el malestar frente a las experiencias absolutamente singulares que se nos resisten: que se hacen sentir pero no se observa entonces Scott Fitzgerald, sla frase de Katcloen 4e soné a redicha y, para su propio asombro, ella le gusta todavia més». Son asombros de este tipo los que no arrojan a menudo a la teorla. 82 dejan comprenders ‘Teorizar es, pues, upartarse de una experiencia singular ¢ incomprensible para volver a ella armado ya de palabra y de represen: lacién, Nos ponemos a teorizar porque nuestra mente no esti sintonizada con la sald que eriinentamnas —y lo que asi pretendemos es dlevarla al nivel de abstraccisn vequeridy. para que no se nos escurra entre las neuiunas, Para Freud, esta fendencia q homologar nuestra expe: riencia, a neutralizar Ia diferencia entre nosotius y nuestro mundo, era una manilestacion del «ins tinto de muerte», cuya version gencralizada se co noce hoy como) «principio de entropias! L de la tendencia tanto fisica co car estadios mas probables e indilerenciados; a reducir la tensiéu con el entorne asinilinduse plécidamente @ él, @Quién no ha sentido alguna vee la tentacién de devolver a a ma nica este sector absurdamente acelers tante que su cuerpo usurpa; de renui fina pelicula de carne que Ie conecta — pero tam: Dign le enfrenta— a su entorna? Freud tuvo que anadir ‘Tanatos a Kray para explicar la vida inconscieute, y crea que hay que afadirlo también para explivar ‘cientes, Al (corizar, nuestra mente busca igus larse y equilibrarse’ plécidamente con el entorno de la misma manera que dos superficies de dis; scar analogias entie ta ria a nivel psicologico y las endorfinas (sustancias secre tadas por iv cuerpe para aseguray que aus upe Fuciuues se realicen sin dulus) a nivel biologic. De tw miediat, pues, esta autoanestesia, la sula existencia bielS- kgica seria siempre daloresa, como lo serla la psicoldgica sin la anestesia teérica que aqui se apunta 83 & = tinta temperatura puestas en contacto tienden a un estado neutro, a una temperatura media donde las fuerzas que se movian en ambas direcciones han dejado de operar. Y para ello, al «principio de consistencia psfquicas, que tiende a asimilar la experiencia pasada organizandola desde el pre- sente, se afiade ahora cl «principio de consistencia tedticar, que trata de asimilar la experiencia ac- tual a la pretérita, 10 visio a lo sabido, lo serilido a lo calificado y clasificade? - sLa filosofia escribe Simmel, tratando de sin- teti#ar Aristételes y Kant— satisface la necesidad formal de ofrecer un punto de unidad en todo el embrollo y ias contradicciones del mundo de los fenémenos: un lugar en el que la discontinuidad de‘los elementos cede ante su parentesco. En efec- to, cuando las cosas tocan el alma y han de pe- 5. Entiendo que este bienestar psiquico resulte del haber generalizado activamente nuestra experiencia par- Aicular; nunen del earécter ya general con que pueda alte cérsenos desde el principio. Cuando, por el contrar tsa generalidad se’ nos @a como um punto de partie, ho come conguista, tendemos mas bien a techeatl De aly, ‘segin Otto Rank, nuestra eonifctiva releclon con tun insti sexual que nos aparece al promto comme us impulso genético e impersonal. “El indlviduo.adolescen te depende del nstinto sexual biologico gue quiere el farlo'alepare adn ante Ia deminacion jena en ‘momento preciso em que empieza a senttse Hberade de ia autorna volomann Go Tes pacer Ee ean ber, cuando, por un tado, el individuo se despicrty ain Autonomia voluntaria y, por otto, se deliende contra el dani deta senda conorme's In expect, nd dito encuentra poderosos. motivos ‘para. anropiarse las viejas prohibiciones patern: a tltaria a sia sexualidad més genérica bielones que sobre ella recaen- fernal atin que las prohi- 84 netrar en ella, ésta debe comunicarles su propia forma, debe tratar de reducir la totalidad de sus contenidos a un solo concepto, significado 0 valor.» Ahora bien, este principio de entropfa 0 con- sistencia (edrica puede operar en dos sentidos —los dos caminos que ha seguido desde siempre la reflexién_filosdfica, Bien tratando de, de trafiar el {cardcter genérico |o ut Ide’ To se nos da al pronto como experiencia p: (camino eidealisias seguido en este libro al tema- tizar mis sensaciones); bien pretendiendo mostrar el cardcter material y contingente de lo que nos aparece al principio como universal (el camino ematerialistay de Marx 0 Freud). En ta préctica, Ja reflexién filosdfica posthegeliana ha operado combinando en proporciones variables ambos ex- pedientes: «generalizando» las experiencia y eparticularizandos 1a8 idéai. Pero, desde donde” sea qué &@ mize, 3¢ traia siempre de la misma operacién: homologar_y homogeneizar en lo po- le lo sensible y lo inteligible para alcanzar, mas allé de su «dualismo aparentes, un emonismo real» donde todas Jas contradicciones deberian quedar disueltas y resueltas. Para Kant, la Gnica experiencia inmediata de este tipo era la experiencia estética, en la que se producta un feliz acuerdo entre lo. sensible-y- lo inteligible. Yo entiendo, por el contrario, que tan- to 0 mas habitual —e incluso fundamental— que esta sensacién de lo ajustado o acorde es también su contraria. gNo mostré Popper que, mas que alcanzar Ja verdad, lo que la ciencia puede es de- tectar, identificar y eliminar el error? ¢¥ no es 85 acaso lo que «canta», lo que «no va», lo primer que salta siempre a la vista de la experiencia co. tidiana? Lo acorde y ajustado, en cambio, no des taca, sino que tiende a desaparecer en el conjunto de que forma parte. Sabemos que algo «no vas antes incluso de saber de qué se trata: antes de descubrir, por ejemplo, que es el exagerado de: sorden en la disposicién de los objetos sobre la vi trina lo que delata la preocupacién con que fueron colocados; 0 que es nuestro excesivo interés por una persona lo que nos impide compori argumentar con naturalidad frente a ella rimacia, decimos, de la experiencia del desa. juste, pero, ¢de qué desajuste se trata? Husset! Teconocfa que el punto de partida de la filosofia ¢s precisamente una cierta distancia respecia de los ajustes automaticos de la vida cotidiana y su Weltanschauung, pero siguiendo et modelo elésico definfa ain esta distancia como perplejidad 106 ica. Creo, sin embargo, que cl disposit hos incita a pensar no es tanto una disda tedrica guna ineertidumbre intelectual, como una desa. 26n 0. desajuste personales. Nos ponemos a ello Para neutralizar, por medio de la teoria, aquello aue nos inquieta y que no podemos, no obstante, ni desatender ni destruir. Lo que nos mueve no ¢s tanto el interés por el conacimiento, como Ia necesidad de anular la distancia o desajuste que nos impiden vivir reconciliados con el mundo: l deseo de recuperar ahora, en el mundo piiblico y adulto, las «certezas naturales» y la tranquila ine. falacién en el entorno que se fueron con nuestra infanci Perdido el mundo doméstico, nos 0 gue lanzados a un 86 universo ajeno y extrafo, solo podemos recobrar aquel equilibrio domestisanda el mung: tratan do de recrear tedricamente en él la transparencia y consistencia del paraiso periido. La teoria, pues, como terapia del «complejo de Peter Pans. En el fondo de las teorias filossficas que tratan de «von: prenders la realidad —coina en el fondo de las politicas o técnicas que tratan de transformarla—, pienso que hay mucho mas de nostalyia y aio ranza que de voluntad de dominio Nada, pues, de gratuito 0 deportivo en la fito: sofia: no se siente uno atraido por, sino expulsado a ella. Como la eseritura, de Ta que no siempre puede distinguirse, la teoria es un dispositive nids en la serie de las satisfacciones sustitutivas o los narcéticos con que procuramos compensar el ca racter doloroso y eniginatico de la existencia, Mas que de un movimiento por el que pretendemos dar sentido a los objetos, se wataria de un intento de dar abjetividad a Io sentido: no tantu de colo: nizar la realidad como de sintonizarnos y reinte, grarnos a ella. Pues, si se ha dicho que el arte es un trozo de mundo visto desde un temper mento, Ja filosofia serfa mas bien un temperamen- so vista desde una teoria del mundo. A la diastole del arte cuando trata de personalizar Io objetivo seguirfa asf la sistolg filaséfica tratando de obje: tivar lo personal. El malestar de la cultura Pero una contradiccién flagrante parece haber- se escurrido en estas pocas paginas. Estamos ha. blando de Ja tgaria como busqueda de una nueva a7 ee familiaridad 0 sintonfa con ef medio, como un in- tento de homologar muestro pensamicnta y nues- tras sensaciones, Pero, ¢no decfa al principio que era el malestar producido por un entorno excesi- vamente «personalizedo» el que me habia expul sado aquf a la teorfa? ¢n qué quedamos, pues? éQué es lo que en realidad nos desavona y preten demos con la teoria superar? ¢Es la resistencia ©, por el contratio, la excesiva adectacién de la experiencia sensible a nuestra comprensién y ex pectativas? ¢Nos inquictamos cuando sentimos esta experiencia como un Itteso que nuestra m: te no puede roer, nombrar ni categorizar, 0. cuan do se nos da como una papilla ya predigerida y entendida? La verdad es que ambas experiencias nos desa- zonan —y por el mismo motivo—: porque ni una ni otra nos ofrecen la oportunidad de asimilarlas y hacerlas nuestras. Pero falta aun por aclarar en qué sentido se trata de dos etapas sucesivas, y cémo 0 por qué se pasa de la una a la otra De hecho, este segundo malestar que nos pro: duce un mundo excesivamente «familiar» no es sino el resultado objetivo de los esfuerzos desple gedos individual o colectivamente para neutralizar el primero. Comenzamos a teorizar para defen- dernos de un mundo extrafio: para comprenderlo y volvernos a sentir en él como nos sentiamos en huestra casa, Pero esta teorfa termina por producit un mundo tan nuestro, tan definido y explicado, que acabamos sintiéndonos prisioneros de él, La respuesta ha sido més fuerte que el estimulo, y de rebote nos hemos encontrado no ya en casa, 88 sino en la cuna, en el titero incluso: en un en forno tan pensado y preparado por/para noso- {ros, que no podemos ya ni movernos en él. Suri. mos entonces los efectos de nuestra respuesta ex. cesiva y acabamos sienclo victimas, como tantas veces (ficbre, competencia interespecifica, sintoma neurdtico), de ros propios mecanismos de de: fensa, EI nuevo desajuste ¢ incomodidad que experi mentamos —el que senti en el vuelo a México— resulta ahora de la exquisita funcionalidad y adap tacidn del entorno a nosotros mismus. Miis que con objetos o experiencias que debams compren der, nos topamos ahora con simbolos 0 mensajes manufacturados (snoticias» mundiales, «tenden cias» artisticas, «imagenes» de marca, «ambien faciones» musicales) que parecen poseer ya el 1 vel de generalidad éptimo para sernos inocula, dos. A nada podeinos hacernos, pues todo parece ya hecho para nosotros. Con sélo salir a la calle © abrir un receptor nos sentimos como iméin que atrae un mundo de limaduras muy cuidadlosa mente cargadas con electricidad de signo contra tio. Al primer malestar, el malestar de la jungla donde todo es ajeno, singular y amenazante, sigue Pues, este malestar del aeropuerto donde wo po demos percibir nada que no sean sorientacioness, sindicaciones», «simbolos», «anuncios» o wadver tencias» Y es este segundo malestar el que me ha em Pujado aqui a la teorfa: la desaz6n ante un mun, do que no puedo experimentar porque esta cons: tituido ya por eexperienciass, del que no puvido escapar sin encontrarme a la vez con «curiosida. 89 be les», y en el que en ningin caso puedo intervenis pues anticipa cada uno de mis pasos 0 deseos con una imagen o un mensaje que se me escurre di- rectamente, imperceptiblemente, alma abajo* A partir de aquf querrfa hablar de esta inco- modidad misma, sin olvidar nunca que es de ella —y no de las ideas a las que me ha catapultado— de lo que trato. Describir, pues, mas que teorizar, la inquietud que siento en un medio poblado de significados que van, vienen, corren a mi encuen. (ro, me envuelven y me llevan. Todo ello sin olvi- dar tampoco que la descripcidn de este entorno y dela incomodidad que me produce es, ella misma, jcontradictoria. Contradictoria porque generaliza y tematiza esta experiencia —con lo que la intro. duce a su vez en el circuito ideal de las experien. {is ya explicadag/Se trata de una paradoja and Joga a la apuntada por Hume con la frase «toda afirmacién general es falsa; incluida ésta». Toda descripcin de un mundo excesivamente codifica- do es a su vez codificante. Lo que en este texto se dice confirma y refuerza asf aquello mismo frente a lo que reacciona. El libro resultante ha de ser, asi, un producto de la misma indole que lo por § Como se veré, no pretendo oponer a esta medi cidn una hipotética'e idle srelacién inmediatar con Iss cosas. Estoy convencido, con Cassirer, de que la reall dad s6lo nos es accesible desde un codigo o sistema de |) formas. Simbélieas> Cenguaje. religion’ are esc ste) que necesariamente mediaiizan nuestra expericnere A |e que ocurre es que son estas mismas formas simboll [cas las que no pueden operar interpretando 1a realidad ‘cuando el entorno se transforma en un medio de signi ficaciones ya acabadas, 90 él delatado, un sintoma mas de aquello frente a Jo que reacciona, un ejemplo de lo que acusa, una refutacién, en iltimo extremo, de su propia va- lidez a1

You might also like