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Lis vacaciones de Franz VC itistine Néstlinger SUIS ona pane pete de norm cnr a el wer livers se sae ae a oe Helga por und rang We dll AW cen jiu www.norma com acon orga eaten, [SRUENGHECHDEHTEN VOD PRANZ, Ie pbienin dele Feich eter Gh, Hag ‘Coorg 198 jaa Pelee Oto Rp Copyright €10 pm Higersomste yo (ides nae er Lema Mor 3 SAAS gag Colom pets pr Cg Sc de leprae al Irpuener Cokes Pana Cake uss eh inn Ran ta Taisen dla Maeda sine CONTENIDO. Lo que hay que saber acerca de Franz Las cosas que alegran a Franz Franz se queda en distintos lugares De cémo solucioné Franz su problema La huelga de Franz De cémo se veng6 Franz WWW.CHILECOMPARTE.CL DARTH MAGNUS: LO QUE HAY QUE SABER ACERCA DE FRANZ Franz tiene ocho afios. Vive con su mama, su papé y un hermano mayor Hamado Josef. Tiene una abuelita que vive en un ancianato y una amiga que se llama Gabi. Ella es vecina de Franz y también tiene ocho afios, pero le lleva una cabeza de estatura: en reali- dad, Franz es muy pequefio. Tan pe- quefio que la gente suele preguntarle: «z¥a vas a entrar a la escuela?» A Franz esto lo enoja muchisimo y les hace una cara terrible a quienes le hacen esa pregunta tan tonta, La gente le dice entonces: «Eres una ni- ftita muy malcriada!» Esto enoja a Franz todavia mas y, entonces, le saca la lengua a quienes hacen semejante observacién. El no puede evitar ser tan pequefio, pero si puede evitar que lo consideren una nifia. Asi, por ejemplo, durante un tiempo se afeité la cabeza y qued6 calvo: las nifias no son calvas. Durante 8 un tiempo también se peiné los cabe- Ios con gomina y éstos le quedaban parados en forma de cepillo: ninguna nifia tiene lus cabellos en forma de cepillo. Luego, Franz se dej6 crecer nuevamente sus rubios ctespos, pues Gabi le dijo un dfa: —jMe encantan los cabellos rubios ondulados! Ahora Franz anda siempre de cor- bata y en su mufeca lleva un inmenso reloj. También se pone tirantes y botas de vaquero, y en el bolsillo del panta- 16n mantiene una navaja, cuyo estu- che lleva pintada una calavera. De su cinturén cuelgan unas tenazas, una broca y un destornillador. Franz piensa: «S6lo un tonto me confundirfa con una nifia, viendo que evo corbata, tirantes, reloj gigante, botas de vaquero, navaja, tenazas, broca y destornillador! ;¥ no hay que Ppreocuparse por lo que diga un tonto!» Franz también tiene problemas con |** su voz. Esta se le pone muy aguda cuando esta enojado, triste o nervioso. Por eso se ve en dificultades cuando pelea con otros nifios. Puede amena- [? zar, alegar y maldecir cuanto quiera, [ pero sélo provoca risa en los demas. «Piii-piii», lo remedan, sin entender lo que Franz dice nerviosamente. Sélo con Gabi puede pelear de ver- dad. Ella lo conoce desde que nacié y entiende lo que quiere decir con su voz de pito. Con frecuencia, sin em- 10 bargo, cuando quiere jugarle una mala pasada, hace como si no le en- tendiera. Cuando Franz chilla ra- bioso: —Tonta estépida. Ella le pregunta como si nada: —Perdén, gqué me quieres decir? Si Franz vuelve a repetir: —Tonia estipida. Ella sigue pregunténdole con su! voz de mosquita muerta: —Perdén, zqué me has querido de-| cir? Si Franz vuelve a chillar por tercera, vez: —iTonta estipida! Ella dice: —De veras lo siento. jNo entiendo! Franz se muere de la ira, pero se queda como si nada hubiese pasado, | pues sabe que a Gabi le encanta ha- | cerlo rabiar. Entonces toma una hoja de papel y ‘Te escribe: «TONTA ESTUPIDA! Lue- go hace una bolita con el papel y se Ja lanza a Gabi a la cabeza. wi RE OE LAS COSAS QUE ALEGRAN A FRANZ Franz tiene vacaciones cuatro veces al afio. Una vez en octubre, tras Ia entrega de calificaciones, otra en Navidad, otra en Pascua y la tiltima a mediados del afio, durante el verano. Franz no sabe cual es la época de vacaciones que més le gusta. A veces piensa: «jLas vacaciones de Navidad, por el 4rbol, la nieve y los regalos!» Otras veces piensa: «Las vacaci Ya el ultimo dia de las vacaciones nes de verano, porque son las mds de mitad de afio empieza a preguntar: largas!» Luego piensa: «jLas vacaciones octubre, porque puedo salir de| paseo!» Finalmente se le ocurre: «jLas vaca- ciones de Pascua, porque puedo viaj con mi abuela!» Pero, en realidad, las| vacaciones que més le gustan a Franz, json las que estén més cercanas! o “Wal lB —jCuadndo comienzan las vacacio- nes de octubre? ¥ el ultimo dia de vacaciones de Navidad pregunta: —j,Cudndo serén las vacaciones de verano? Si Franz no pudiera pensar en la llegada de las siguientes vacaciones, su vida seria s6lo la mitad de diver- tida. Franz piensa: «Las vacaciones me gustan porque no tengo que hacer nada!» Cuando se acaban las vacaciones, Franz tiene mucho qué hacer. A Jas siete tiene que levantarse y diez minu- tos mas tarde tiene que estar en la ducha. Faltando un cuarto para las ocho tiene que salir de casa y a las ocho en punto debe estar en la es- cuela, frente a su pupitre. Luego tiene que permanecer cuatro horas con la boca cerrada y sélo puede hablar cuando el profesor le pregunte algo. y iY todo el dia es iguatmente aburri- tos!» Y sigue pensando: «No pasaria do! nada si dejara de hacer las tareas, una Tiene que hacer tareas, buscar ej] que otra vez. Al dia siguiente haria uniforme de gimnasia y ordenar la simplemente el doble del dfa anterior, maleta. {Debe aprenderse una poesia Daria lo mismo si cada dia escribiese de memoria y también acostarse tem- prano! Cuando no hay’ vacaciones, la vida de Franz es terriblemente regla- mentada, y eso no le gusta nada. En- tonces piensa: «No pasarfa nada si de vez en cuando Ilegara un poquito mag tarde a la escuela. |De todos modos no se hace nada en los primeros minu- 18 ~ cinco oraciones, o diez oraciones ca dos dias». También piensa: «jNo serfa una tra gedia si por la noche viera un pos mis de televisién. En la escuela sok bostezaria un poquito!» _ a Re Ey Peleg PAISAcroy onuienvot! 20 Con frecuencia Franz se queja y le dice a su mama: — Por qué tengo tantas tareas? ‘Su mami dice entonces: —iSon tus obligaciones! A veces Franz estd en su cuarto y murmura enojado: —Obligacién, obligacién, obliga- - ion... —y cuanto més repite esa pala- bra, més fea le parece, Para Franz la palabra «obligacién» es la mas desa- gtadable de todas. Cuando Megan las vacaciones, las «obligaciones» desaparecen. Puede dormir todo lo que quiera, no hay ta- reas, ni tampoco tiene que ordenar su maleta. Puede quedarse despierto has- ta tarde en las noches, y por la mafia~ na puede dormir todo lo que le plazca. jDurante las vacaciones, la vida es como debiera ser los 365 dias del afio! a FRANZ SE QUEDA EN DISTINTOS LUGARES A Ios padres, en cambio, las vaca- clones de Franz no les gustan mucho. Ellos tienen que trabajar y sus vaca- clones son mucho més cortas que las de su hijo. Cuando Hegan las vacaciones siem- pre se presenta el mismo problema: «gQuién cuidaré a Franz?» A Josef no le gusta cuidar a su hermanito y dice: —jEse enano es un fastidio! Si, de todos modos, tiene que cui- Ese enanc es un & gastidio dar a Franz, se comporta de forma! atroz con él, Cuando la mama regresa| del trabajo, encuentra a Franz llo-| rando, acurrucado en un rincén de su: cuarto. Por eso Ja abuela se ocupa de Franz: en las vacaciones de Pascua y viaja con él a un pueblo cercano. En Navi- dad, la mama toma una semana de: licencia; y en las vacaciones de en- trega de calificaciones estd libre el papa. Para el verano les quedan a los padres Unicamente tres semanas li- bres, jpero las vacaciones de Franz 24 duran nueve semanas! El no puede quedarse solo en casa seis semanas enteras, de lunes a viernes, desde la mafiana hasta la noche, jA los ocho afios todavia no se puede vivir solo! Una persona distinta se ocupa de Franz en cada una de las seis semanas de vacaciones en las que los padres tienen que trabajar. Una semana se queda en casa de Gabi; otra semana viene Lily, una estudiante; la semana siguiente va donde la tia Betty y luego se queda’ con su abuela en el ancia- nato, también durante toda una se- mana. Los siguientes siete dias los pasa donde Daniel Eberhard, un com- paiiero de Ja escuela. Luego le toca el turno al abuelo Pedro; éste no es real- mente su abuelo, sino un sefior de edad que vive en el mismo edificio de Franz. A Franz le encanta pasar cada se- mana en un sitio diferente. Le gusta estar en casa de Gabi porque ella le cae muy bien. La semana con Lily la 25, disfruta mucho porque ella sabe mu-] no le gustan ni a Gabi ni a Lily. Por chos juegos interesantes. A donde suf ejemplo, jugar a que van en un avién abuela también le gusta ir porque to averiado, jugar a asaltar un banco, a dos los viejecitos del ancianato se ale] los piratas, o a los astronautas. La gran mucho con su visita. Con Ia tial semana con el abuelo Pedro es sensa- clonal porque éste sabe contar histo- tias maravillosas. pues ella le permite ver televisi6: todo el dia. Donde su compaiiero Da-| niel péede hacer todas las cosas quel DE COMO SOLUCIONO FRANZ SU PROBLEMA Dos semanas antes del fin del afto escolar, la mamé de Franz le dijo: —jEl abuelo Pedro se muda de casa! 7¥a no podrds pasar con él la semana que siempre pasabas! Franz dijo: —jEntonces me quedaré dos sema- nas en casa de la tia Betty! «Once programas de televisién son tan buenos como las historias del abuelo Pedro», penss. Su mama dijo: —iCon Betty tampoco ser posible, pues ella tiene vacaciones mucho des- pués! Franz dijo: — Bueno, pues visitaré tres sema- nas a la abuela! Y pens6; «jDonde la abuela también hay televisién y sus amigos cuentan historias divertidas!» La mama de Franz agregé: —iNo es posible. En estas vacacio- nes Ja abuela se haré un tratamiento! —y agregé con un suspiro—: ,Y Lily también dijo que no, pues encontré un empleo mejor! Entonces Franz pregunté: ~—~No podria entonces quedarme tres semanas donde Gabi y tres sema- nas donde Daniel? Su mamé agité la cabeza: —iDejarte mas de una semana donde Daniel seria abusar de la bon- dad de la sefiora Eberhard! A Franz le molesté mucho saber 30 que su madre opinaba que su estadfa por més de una semana donde Daniel pudiera convertirse en un abuso. Sin embargo, no dijo nada y sdlo se limité a preguntar: —iNo sera posible, entonces, que me quede cinco semanas donde Gabi? Su mamé observé: —Donde Gabi sélo puedes que- darte dos semanas. Después ella se ira de viaje con sus padres. Franz hizo cuentas: dos semanas con Gabi, una semana con Daniel, tres semanas con sus. padres: eso da seis. semanas. Luego pregunté: —iY donde me quedaré las tres se- manas restantes? —iNo tengo idea! —dijo su mamé, dando un suspiro. Entonces Franz re- cordé que Daniel iba a una casa de vacaciones para nifios. El le habia con- tado con mucho entusiasmo cémo era esa casa; hablaba de lo maravilloso que alli se pasaba: decia que la comida era excelente y que las sefioritas que cuidaban a los chicos eran magnificas personas. Contaba, incluso, que habia un pony para montar y un lago para baiarse. También habfa aparatos para 3 hacer gimnasia. Entonces Franz sugi- rid: —zQué te parece si voy con Eber- hard a la casa de vacaciones? —Esa sf seria una solucién —ob- servé su mama. En Ja casa vacacional quedaba todavia un cupo libre. La mamé de Franz se Fig, Se dia de clases, antes de salir a vac; ciones, ya estaba completamente desi: lusionado de la idea. Jamés habia tado fuera de casa sin su pap, si mamé o su abuela. Hasta entonces, nunca habia pasado una noche si ellos y, sobre todo, sentia miedo de| s6lo imaginarse las noches en Ja de vacaciones. Sin embargo, no se lo} habfa dicho a nadie, pues no queria admitir que tenfa miedo. ;Pensaba| que era tonto sentir miedo de las no- ches sin compaiifa de la familia! Los ultimos dias antes de partir, Franz rezaba: «jDios mfo, enviame un’ sarampi6n! ;Virgen Maria haz que me! dé gripe! jCristo, rémpeme una pierna!» Infortunadamente, sus oraciones no sirvieron de nada: el dia de la partida estaba més saludable que nunca; pero atin conservaba una esperanza: «}Qui- zas haya un atascamiento de autos camino a la estacién! jEntonces per- deré el tren» Mas no hubo ningtin 34 atascamiento, y llegaron mas puntua- les que nunca a la estaci6n. Franz pen- saba: «En este momento lo tinico que me puede salvar es un resbalén con caida y conmocién cerebral». Tres ve- 35 ces intent6 una cafda aparatosa: una vez en la sala de espera de la estacién, otra vez en la escalera automdtica y otra en el andén de acceso al tren. La primera vez su papa lo sustuvo, la segunda, su mamé Io agarré y la ter- cera vez le cay6 a Daniel en los brazos, como un bulto de papas. Este ex- clamé: ——2Estés que te caes de la emoci6n? Franz comprendi6é que ya no podia escapar. Asi que, sin protestar, se-dejé dar el beso de despedida de sus pa- dres; tampoco dijo nada luego, cuando Daniel lo empujé al interior del tren y de un empellén lo senté en un compartimiento. Allf ya habfan to- mado asiento dos muchachos, uno de Jos cuales sefialé a Franz y le pregunté a Daniel: — Es tu hermanito menor? Daniel Eberhard exclamé: —iEstds loco? jFranz es mi compa- fiero de clase! El otro muchacho observé burlén: —jHabré que ponerlo entonces en el libro de récords, como el nifio de ocho afios mas pequefio del mundo! Franz se senté al lado de la ventana y siguié con la mirada a sus padres, 7 La vida en Ja casa vacacional no era tan mala como Franz se la habia ima- ginado. El primer dia, algunos nifios se rieron de él por ser tan pequefio, pero Daniel los puso inmediatamente en su sitio, previniéndoles: —jAl que Ilegue a ofender a Franz, Io volveré papilla! Entonces lo dejaron en paz. La ma- yoria de los nifios, sin embargo, fue- ron amables con Franz desde el pri- mer dia. Las noches tampoco eran tan que ya se disponian a salir de la esta- cién. Unas cuantas l4grimas asoma- ron a sus ojos, — Estds triste? —pregunté Daniel. Franz no respondi6, Triste como es- taba, su voz no hubiera sido mds que un pito agudo. Sélo falté6 que los dos muchachos dijeran: «jHabra que poner también al chiquillo en el libro de los récords, como el que tiene la voz de pito més aguda del mundo!» malas que digamos. Franz dormia con Daniel y Tomy en el mismo cuarto. Ambos parecfan estar en una com: petencia de ronquidos. Daniel ron- caba silbando, al estilo del papd de Franz, y Tomy dando un resoplido, igual que la mamé. jFranz se sentia practicamente como en casa! Una de las sefioritas que los cuida- ban, la sefiorita Ruby, nombré a Fi peinador del pony, jy él estaba feliz de poder peinarle la cola todos los dias! Franz era el que mejor nadaba en el Jago. A pesar de ser una cabeza mas pequefio que los otros, siempre les tomaba un cuerpo de ventaja (un - cuerpo del tamajio de Franz, natural- mente), lo cual lo hacfa sentir muy orgulloso. Hasta ia comida sabia bien en aque- lla casa, salvo el chocolate, que tenfa siempre nata por encima. A Franz, sin embargo, slo le molestaba una cosa: iTodo estaba ya programado y fijado por horario! A las siete y media debian levan- tarse. A las ocho en punto debfan de- al sayunar y a las nueve habfa que ir al campo a jugar. A las doce en punto era la hora del almuerzo. Y asi trans- currfa el dfa en estricto orden hasta la noche. A las ocho ya debfan estar enla cama y a las nueve en punto apagaban A Daniel y a Tomy tampoco les gustaba ese horario tan estricto y siempre le daban Ja raz6n a Franz cuando éste se quejaba: —iAqui siempre estd uno progra- mado! . Un dia, cuando la campana Ilamé a almorzar, Daniel se recost6 sobre la cama, cruzé los brazos y dijo: —1Ya no juego més a esto! ~jLo mismo digo yo! —murmuré Tomy y también cruzé los brazos. 2 —Pero tenemos que ir a almorzar —dijo Franz. —No tenemos que ir —dijeron Tomy y Daniel. Entonces Franz se re- costé también sobre Ia cama, cruzé los as brazos y miré de reojo su reloj. A las doce y doce minutos se abrié la puerta y un chico les grité: -—jOigan, que vengan a almorzar! Los tres ni se mosquearon, y el chico simplemente se limité a decir: —jTontos! —y se fue. Franz conti- nué mirando su reloj. A las doce y veinte volvi6 a abrirse Ja puerta y Ja sefiorita Ruby entré en —Estan enfermos? —pregunté. —Estamos en contra de que nos programen de manera tan estricta — dijo Daniel. Tomy agregé: —jNo queremos estar dependiendo siempre del reloj! Y Franz agregé con su vocecita: —j Porque en las vacaciones no de- ben existir las obligaciones! —Entonces cémo quieren las co- sas? —pregunts la sefiorita Ruby. —Flexibles —dijo Daniel. —De acuerdo con las ganas que uno tenga —observ6 Tomy. —Esponténeamente —dijo Franz con su voz aguda, sintiéndose orgu- lloso de emplear esa palabra tan com- plicada. : —Sélo me temo —dijo la sefiorita Ruby— que si van al comedor espon- téneamente y cuando tengan ganas, jlos demds nifios ya se habran comido todo el jamén! Daniel salté entonces de la cama y salié corriendo del cuarto hacia el co- 5 medor. Tomy salié también a toda carrera detras de éste. jEl jamén era el plato preferido de ambos! —Bueno, zy ti? —le pregunté la sefiorita Ruby a Franz. Este volvié a 46 mirar su reloj. Ya eran las doce y treinta. Franz pens6: «jDace y media es una buena hora para comer y yo mismo la he escogido esponténea y flexible- mente, de acuerdo con las ganas que tengo» Franz se dirigié entonces al come- dor, acompaiiado de la seitorita Ruby. A él le tocé la ultima porcién de ja- mén. Dos dias més tarde le escribié una postal a st mam. En ella se aprecia- ban la casa de vacaciones y el lago; por el reverso decfa: Querida mama: jHemos hecho huelga porque no querfamos ir a almorzar a las doce! Pero como, de todos modos, a las doce tenemos hambre, ahora estamos al- morzando voluntariamente a esa hora. Besos, Franz 7 DE COMO SE VENGO FRANZ Una noche, cuando ya estaban en la cama, Tomy dijo: —jTengo que vengarme de Mi- guell —~Por qué? —pregunté Daniel. —Porque Miguel dijo que yo soy un mico —respondié Tomy. ~—Miguel si que es un mico —dijo Daniel—. ;Y, ademas, creé en fantas- mas! —iMagnifico! —exclamé Tomy—. Lo asustaré con fantasmas. —2¥ cémo? --pregunté Daniel. Franz se enojaba por ello, Tomy le —Me pondré una sdbana sobre la decia simplemente: cabeza —explicé Tomy—. Por debajo —iNo seas tan aburrido! jHay que Tevaré una linterna que alumbraré a divertirse un poquito! través de la sdbana: jse va a morir del susto! jLuego me colaré en su cuarto y rugiré junto a su cama hasta que se despierte! A Franz esto le parecié un poco malvado. Sin embargo, decidié no de- cir nada. Tomy estaba empefiado en ‘su idea y seguramente no le hubiera hecho caso. Franz pens6: «jImpediré que asuste al pobre Miguel!» Y enseguida se le ocurrié una idea. Pensé que, en reali- dad, él mismo tenfa toda la raz6n del mundo para vengarse de Tomy. iTomy molestaba a Franz casi a dia- rio! Le metia una esponja empapada debajo de las cobijas, le escondia los tirantes de los pantalones, le cosia una manga 0 le echaba una mosca de plés- tico en el plato de sopa. jAlguna vez hasta le clavé un zapato al piso! Y si Franz pensaba: «jEspera, Tomy! 50 iSerés victima de tu propio inventol» A la mafiana siguiente, Franz le dijoa Miguel al ofdo: —Tengo que hablar contigo, en se- creto. jSigueme sin que los demas se den cuenta! Detrés de Ja casa, cerca de los conte- nedores de Ja basura, Franz y Miguel. se acurrucaron y conversaron duran- te largo tiempo. Cuchicheaban y se refan. —Todo esté claro? —pregunté Franz finalmente. —jTodo claro! —respondié Miguel. Después del almuerzo, los nifios te- nian una hora de descanso. La mayo- ria de las veces Daniel, Tomy y Franz lefan durante este tiempo. También escribian tarjetas. Ese dia, sin em- bargo, Tomy dijo: —iTengo que dormir; esta noche debo estar en forma para disfrazarme de fantasma! —jA qué hora te vas a disfrazar? —pregunté Franz. a2 —A media noche, naturalmente — | dijo Tomy: Daniel dijo en medio de una risita disimulada: —iLos fantasmas aparecen siempre alas doce en punto! —Sin duda —observé Franz. Luego murmur6é—: Tengo que ir por alli —e hizo como si tuviera que ir al bafio. En realidad fue al cuarto vecino y le susu- 1r6 algo a Miguel en el ofdo. Por la tarde, Franz le pidié prestado el despertador a Andrés; lo puso a las doce menos cinco minutos y se lo dio 53 a Miguel. ;Por supuesto que en el mas absoluto secreto! Tampoco le dijo nada a Daniel Eberhard, pues a éste le parecta formidable la idea de Tomy y ya se alegraba de pensar en lo que pasaria a media noche. ~Nos divertiremos de lo lindo — decia. ~Claro que sf —observé Franz mientras sonrefa picaramente. Ya de noche Tomy esperaba, muy juicioso en su cama, a que fueran las nueve en punto, para que en Ia casa hubiese absoluto silencio y afuera hu- biese total oscuridad. Después de las Ey nueve no podia estar encendida la luz en ningtin cuarto. yPasaron las diez y las once! Daniel bostezaba a més no poder e incluso | Tomy empezaba ya a bostezar un po- quito. Franz, sin embargo, permane- cfa mds despierto que nunca y el cora- z6n le palpitaba con mucha fuerza por Ja emoci6n. De pronto, Eberhard preguntd: -—¢Tomy, no te gustaria adelantar ‘un poco el «espantamiento»? Los ojos ya se me estén cerrando. ~jNi se te ocurra! —dijo Franz con su vocecita chillona—. jMiedo de ver- dad sélo da a media noche! —jExactamente! —dijo Tomy, y continué esperando en medio de la oscuridad. Pero cada cinco minutos encendia la linterna y miraba el reloj. Finalmente dijo: —jTres minutos para las doce! ;Ma- nos a la obra! Daniel y Franz saltaron de sus ca- mas y sacaron las sébanas de los col- chones. A ja luz de la linterna, envol- vieron el cuerpo de Tomy en una sé- bana y le pusieron la otra sobre la cabeza. Tomy, el fantasma, se vefa de ver- dad temible: jcomo para salir co- triendo! jEspecialmente la luz de la 56 linterna, que titilaba opacamente a través de Ja sdbana, era como para poner la piel de gallina! —jAdelante! —murmuré el fantasma; 37 se dirigié a tientas hacia la puerta y salié al corredor. Daniel y Franz salie- ron detrés de él. En el corredor, la oscuridad era total y solamente allé adelante, en la escalera, alumbraba una diminuta lamparilla. El fantasma continué torpemente su camino hacia la alcoba vecina. Sigi- losamente abrié Ia puerta y se colé en. el cuarto. Franz cerré la puerta nueva- mente con un répido movimiento, En el interior del cuarto se oyeron gemidos terribles; resoplidos y rugi- dos fantasmales. jPero no era Tomy el que producia esos sonidos! {Tal vez ni siquiera el mas experto de los fantas- mas podria hacer esos ruidos! Luego se abrié violentamente la puerta y el fantasma Tomy salié del cuarto dando tumbos, para dejarse caer, luego, en los brazos de Daniel. jTemblaba de pies a cabeza! Daniel sostenia en los brazos al tembloroso fantasma y miraba muy sorprendido al interior del cuarto de Miguel. Alli habfa cuatro camas y en cada una de ellas estaba sentado un horrible fan- tasma. Cada uno tenfa una sdbana so- 9 1 bre Ja cabeza, a través de la cual titi- © laba débilmente Ia luz de una linterna. El fantasma que estaba en la cama de Miguel exclamé: —jEres un mico, Tomy! Tomy estaba tan tembloroso, que + casi no era capaz de caminar; Daniel | tuvo que arrastrarlo de regreso a su j cama. El aprendiz de espanto se acos- { té y continué temblando, Sdlo des- | pués de un buen tiempo pudo calmar- | se nuevamente y conciliar el suefio. | A la mafana siguiente, Tomy pre- gunté muy furioso: — ;Cudl de los dos me jugé esa mala pasada? —Jamés lo sabrés —dijo Daniel, quien, a la hora de la verdad, estaba siempre a favor de Franz. Y Franz, por su parte, observé con su vocecita chi- © Hona: —jEso no tiene importancia! jNo seas tan aburrido! jHay que tener sen- tido del humor!

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