You are on page 1of 15
14 rroouccion sea tanto lade un autor frente a, sino también con el otro. Lo que a su ‘ver implica a cada uno frente a ls que nos anteceden y nos rodean en nuestros contextos particulares. En el capitulo 1 enunciamos los cami ‘nos académicos de cada uno de los autores. Por separado, rememoramos cl camino que hemos hecho para intentar “ver con los ots". Mar- tin-Barbero cuenta cémo ha sido habitar, desde América Latin, tanto el ‘mundo hipervisual global como el local/nacional,ylo que lo lev6 ainte- ‘rogarse sobre ellos. Mi historia tiene que ver con el estudio dela visuali- dad, primero entre nifios y medios audiovisualesy, desde hace muchos ‘afios, en contextos indigenss y mi particular acercamiento ala comu- nicacién incercultural. Ese didlogo et la provocacién para crear el capitu- 4o 2. Con base en el trabajo de cada uno, desde diferentes experiencias rcs erpecins teri trzamos una popueta Prt “¥r con Finalmente, en et capislo 3, concluimos en ciertos puntos lave de ‘nuestra propuesta para “ver con los otros" Se tata de un comienzo 4e conjuro contra os diversos “males de ojo". A manera de manifies- to declaramos algunas propuestas que pueden ser ls bases para pensar la imagen desde una perspectiva més incuyente, y de trabsiar con ima ‘genes para que nadie se quede fuera de la foto. Ni siquiera los que se ‘uevan o quienes no corresponden con los estereotipos que Nos perma. ten ver sin tener que ver alos otros, 1 ENTRE EL MIRAR ¥ EL VER LOS INESPERADOS EFECTOS DEUN ESCALOFRIO VISUAL Juss Marrin-Bansen0 ‘Avs de analiza la pregunta zqué hace le gente con lo que ve més ack y ‘mis allé defo que se ween la pantalla? debo situar al lector en et proceso Ineial que, desde mis primerasrelalones con el cine y mis primeros andlisis de ia televisiGn, me condujerona pensar el ver. line fue, desde mi adolescenia, ago mas que una diversion. Er dura posguerrafranquista el cine ere uno de los pocos agujros por 10s ‘cuales eseapar a la tristeza-ambiente. Bs lo que nos proporcionaban Buster Keaton, Charles Chapin, cierta comedia italiana y el western nor~ teamericano: un relaco en imagenes que, peseasufrir Ia mas torpe de las ‘censuras, me sumergiaen un secreto moto de conexién con otras muridos Frente a esos tempranos buceos en el mundo de la imaginacion y sus a~ rrativas ge alzaban la escuela y la Iglesia con su miedo peor ain, si patiiss ante las imgenes, imagenes que cuando nos venian en “tbros ‘ustrados”sufran casi siempre la censura del letero al pie dela i ‘gen diciéndonos lo que estébamos viendo, © peor: To que idebiamas ver! De ahi que muy temprano comencéa escribir sobre las peliculas que veia.Ylo hacia en un alargado cuaderno forado de hue negro, bien te- sistente pues tenia muchas paginas y me duré un montén de ais, hasta ‘que en mi primer viaje largo se me qued6 en alguna parte. Pero, Por suerte a comienzos de los aos sesenta la censurafrangulsta empezd @ avergonzatse de si misma y un buen dia nos legé el cine de Ingmar Bergman: El séptimo sello, EI manantial de la doncella, y muy espe- cialmente Fresas salves Esas tes peliculas fueron las que me ayuda- ron a entender qué era lo que yo buscabafencontraba en el cine, o meio ‘Qué iba a hacer cuando iba al cine. ¥ la respuesta fue: a aprender otro 16 ess waRTin-sanseRO ‘idioma, un lenguaje que ensanchaba mis modos de ver ef mundo. Ya no slo el mundo geogrdfcoo exterior sino el mundo interior, ése del que ‘ya sabia algo a través dela literatura —novela, poesia — que lo sumersia ‘uno en la desconcertante experiencia de I inciacién, det descubri. ‘miento de un otto “yo” oscuro, tan oscuro como el enigma del propio cuerpo. Nunca, antes del cine de Bergman, me habia topado con unas, pesadilas tan capaces de atravesar el espesor de lo cotidiano para salir ‘una “luz” cuya insegurdad era radiante. Ver cine entonces comenz6 a ser el maravilloso modo de excapar dela cotiiana ordinariez pesadilles- xen que el franquismo nos encerraba, y poder mirar entonces 10 mx lejos posible. Fu esa lejanfa, que buscaba y buscaba, la que acabaria lx ‘mindose Colombia: un pais ain sin cine nacional (1963) pero con una cas reign esrenada television. erolatelevisién que me intrigé de veras en Colombia fue la que en conteé al regres de mis estudio de doctorado, a comienzos de los aos setena,yya como extudioso de sus géneros ysus relatos, especialmente de sus comediasy su publicidad: un estudio que conforma las ltimas 50 piginas de mi primer libro: Comunicacién masiva:discurso y poder, Px blicado por Cespal en 1978. Y fue justo en esas piginas donde, de una ‘manera sorprendente para mi mismo, alcancé a vislumbrar el. que seria ello conductor de mi pensamiento durante muchos ais, ¥ a¥€ Con ‘iguraba esta clave: la exis én del ver que, en la mirada de Ios letrado Introducen tas interfeencias de las culcuras pobres(p. 254, en su itima ‘edicin, Clespal, Quito, 2015). Resumo las ideas que constituyen el ger men, olvidado por mi mismo y casi por completo, de la investigacién, tue, casi 10 ais después, se convertria en De los medios a las media Giones,y posterlormente en Los elrccio del ver. El capitulo mencionado se ttula “Discurso de televisin: a soctedad ‘como especticulo’, y arranca con una sproximacién antropol6sica al ver televsina partic de los estudlos de Marcel Mauss sobre et ritoy de 6G. Debord y Baudrillard sobre el expectdculo. “ver televisin” entra a ‘contigurar el nicieo de lo que empecé a llamar massmediacién: wna ex- perienca vivida por el conjunto de la sociedad. ¥ fue con esa idea de ‘massmediacién que buscaba enfrentar el behaviorismo empedernido "0 6lo entre los positivist norceamericanos sino también el de nuestros lnvesigadores surefiosestructuralis marsistas alo Althusser. ¥ de cu yas hegemoniasinelecuales me empefaba en disentir por la muy sen {OS NESPERADOS FECTOS OE UN ESCALOFRIO VISUAL 17 ila razén de que lo que necesitbamos investiga, para comprender lo ‘que le pasaba a gente, no eran sblo ls malvados efectos de la tlevi- in sno las transformaciones de sus props modas de prcepcin, esto 5, de los modat y ls maneras en que la gente del comin miran y ven, coyeny escuchan gustan, gozanygastan ‘Bra una ertiaal ritual en que se habia convertido el ver television, pero asumlendo, tratando de comprender,e larg y ancho de lo que la ‘converta en tempo y espacio de un ritual. ‘Y para lograr es, lo que habia que tratar de entender ea: de qué le hablabaa agente el cotiiano pedazo de espectéculosin el que la mayo~ ria no se seni vviendoenel presente Para aceder a eso desplegué los sabere provenientes de una incplene economia de la imagen yuna so- ‘ologia del ver que nos permita accede ala otra cave: la que converte la telenovela en mercancia, sea, la publicidad telvisiva. Una public ‘dad capas de mover el deseo de poser consumir, ello no por efecto de las meras imagenes sino por “el enganche” que ellas mantienen ‘con elimaginaro mismo de a gente y no mientras se mira a television sno alo largo yancho del dia, y de avid, y eso incluso entre la gente ‘econémicamente mis pobre-Efunclonamlento de ese enganche lo hace posible la complicidad narratva de las telenovelas con la telepubli ‘dad: ene interior falar —rutnaroy precario— de las mayorias, It publicidad televisiva contagia la magia dl ver, un secreto enlace de la incesate exposiiénaesas imagenes con la simbolizacién provenlen~ te de los residuosculturales profundos que moviliza la imaginaién de los elevidentes. ‘Yahi, al habla del anclaje cultural profundo que viene de los cue tosy las leyendasen que arragan las imgenes dela publicidad televis= ‘va, es donde me topé con este pirate: Por debs del funcionamiento de a cultura masive,atravesndolo eine ‘kndolaconsantement, aque Frio Colombe lama a euleura pobre” 1251 propo sender wanformandoesntd de as exprsianes ls conte- ides cusvsobedecen ami ectura acl ¥ ev proce es em certa reds, la revancha del mado oprimiedepercpcén sobre el que le domin yest punto de hacerlo desaparecer. Atravls de eri, qu los emisotes ‘sean a toda costa ce esapareoer, lo que queda dela otra cultura, de laprimid, habia, nen hablar. problema es quela greta de sted 18 jess waRrin-eaeaeKo ‘xs dela informaciény de los massmedislogos pragmatics nos ha vuelto So- os ala palabra que pugna por abrrse amino desde el silencio de nuesras ulturas pobre. sas euler hablan un dloma que desconocemos Cor ‘completo, y para ciyo aprendizaje nuestro sofiicado instrumental con Frecuencia mds un obsdcul que una ayuda (Con aperspectiva que me dan os 40 alos que han pasado desde que eseribi ese primer libro puedo afirmar que ésa ha sido le cuestion, {gue orienté mi investigacion desde los comienzos,y la experiencia que ‘tigin6 la pregunta fue algo que me sucedi6 al poco tlempo de esta ta- ‘bajando en i Universidad del Valle. Lo que les voy arelatar fue tan it~ Portante en mi vida que lo he Hamado un escalfrio epistemoligico, y sora, puesto en la perspectiva de este bro un escalofro visual. Seta {de una experiencia que se vio desbordada del campo de la investi- ‘s2cién cuando el relato acerca de qué hace la gente con lo que ve, 10 que lente ylo que vive, se transforms en creaividad audiovisual, DELAFILOSOFIA ALA ETNOGRAFIA Mi experiencia de iniciacién a la cultura cotidiana del mundo popular cai rnd a anger ee tame snr a nas ences as eatin Snot pa ence ne Stata ime msn eee eee Perpbearonetinnie saree benatpeon ad fone Oa a pen bers pn je a aso tm ‘Sern tonpey yon Fede ae moe dicen cp a el a ss See omy ee tron stmt cata es ame Nea ant een Aru et hnd wenpezdenen en cts ae ame 0S NESPERADOS EFECTOS OE UNESCALOFRIO VISUAL 19, sin emocionada de los rostros con que segufan Ios avatares del drama, 1os ojos lorosos no so de las mujeres sino también de no pocos hom- bres. Yentonces, como en una especie de iuminacién profana, me en contré pregunténdome: “Qué tiene que ver la pelicula que yo estoy ‘Vendo con la que ells ven? Co establecer relacin entre la apasio~ nada atencién de los demas espectadores y nuestro distanciado aburti- rmiento? En dlkima instancia, 2qué veian ellos que yo no podta/sabia, ver?" Yentonces, una de dos: me dedicaba a proclamar no sblo la aliens- ‘bn sino el retrso mental rremediable de aquella pobre gente o empe- taba a aceptar que alien Ia ciudad de Cali a unas pocas cuadras de ‘donde yo vivi, habitaban indigenas de otra cultura muy de veras otra, cas tanto como las de fos habitants de las Islas Trobriand para Mali ‘nowskil Yi lo que sucedia era esto timo, za quiény para qué servian nis acuciososandlsis semiGticos, mis lcturas ideolégicas? A esa gente fo, desde luego Y elo no s6lo porque esas lecturas estaban escritas en lun idioma que no podian entender, sin sobre todo porque Ia pelicula ‘que ellos velan nose parecia en nada ala que yo estaba viendo. Y sitodo ‘mi pomposo trabajo desalienante y “concientzador” no le baa servi & la gente del comin, a esa que padecia la opresién y la alienacin,zpara ‘quién estaba yo trabajando? ue a esa experiencia a la que tiempo después lamé pomposamenté un escalofriovsual-un excalofroinelectual que se transform6 en r4P~ ‘ura epistemoldgica por la necesidad de cambiar el lugar desde donde se formlan las preguntas. Y el desplazamiento metodol6gicoindispenss- ble, hecho ala vex de acercamientoetnogrfico y distanclamiento cule ral, que permiter al invetigador ver con la gente y la gente conta lo Visto por ellos, Es fue lo que andando los aos me permitis descubet, cn a investigacin sobre el uso social de las telenovelas, que de lo gue hhablan las telenovelas To que le dicen la gente, noes algo que esté de una vee dicho ni en el texto de la telenovela ni en las respuesta 818s ‘preguntas de una encuesta, Pues se trata de un decir tejido de sllencos: Tos que tejen la via dela gente ue “no sabe hablar" —y menos eset bir—y aquellos otros de que estéentretejdo el dislogo de la gente con to que sucede en Ia pantalla. Put la telenovela habla menos desde st texto que desde el imtertexzo que forman sus sucesvas y diversas lec- ‘ura, En pocas palabras, nuestro halazgo fue éste: la mayorta de lagen te goca mucho ms Ia telenovela cuando la cuenta que cuando la ve SOS mARTiN-aARBERO Pues se empieza contando lo que pasé en la telenovela pero muy pronto lo que pasé en el capitulo narrado se mezcla con o que le pasaa la gente en su vida, y tan inextricablemente que la telenovela acaba siendo el pre-eeto para que la gente nos cuente su via, “Entonces deci proponer a algunos alumnos que eran a ver la pe- lila y, al salir, invtaran a la gente que venia de verla a tomarse una ‘cerveza o un vino tnto y les pidieran que les contaran la pelicula. Con ‘ese material hice un taller ene! que los estudiantes me contaron la peli- ‘ula que veia la gente. Slo les voy a conta un relato que es el que me ‘qued6 para todala vida. Un alumno dijo: "Yo viaun vejto que salfa lim idndose las ligrimas yl dije:‘gQuiere un vino tinto? Y él me dijo: No, ‘una cerveza.Entonces fuimos a tomarnos una cerveza, nos sentamos ‘a conversa yl die: ‘Bueno, le gust la pelicula? "Uy, sf, muchisimo" “a que fue lo que mis le gust6? A lo que el vielito respondié sin dudar lun segundo: "il persitot” Y como el alurano no entendla de que estaba ‘hablando,l pregunté: perro. qué perre?, yo no vi ninguno”. Enton- ‘es el viejto emocionado empez6 a hablar consigo mismo recordando las escenas en las qu sli "un perrito como el que élhabia tenido en st {nfanca".O sea que roda su pelicula habia girado en torno a que habia ‘un petit que le habia recordado algo de lo mis feliz de su vida. Pues ‘oda su pelicula habia tenido que ver con su infanciay ese sefor se ha ‘ia enganchado a ela or el perrito. Ninguno de los que estabamos al, ‘oyendo lo que le habia contado el viejo habiamos visto al perro. Por eso fuimos a ver la pelicula otra very el perro estaba ahi; evidentemente no tenia el menor protagonismo, solamente ea un pobre perro que atrave- saba la calle. Pero el viejo vio toda a pelicula a partir del recuerdo, de quel perrito que lo le6 a su infanciaen la que se hallaban posiblemen- ‘elas dimensiones mis bela y elcs de toda su vida. ‘Aquella experiencia me transform la vida hasta el punto que mis preguntas ¢investigaciones dearon de partir de los mediosy pasaron a Indagar tas mediaciones que entretzjen la complelarelacion de la gente ‘no s6lo con los medias audiovisuales, sino con todo lo que media el sen- ido de su via. Las preguntas fueron entonces acerca ce cbmo se comu- ‘lca la gente en la plaza del mercado, enlaexquina del bario, en el esta- io. Por ejemplo, muchos van a a iglesia los domingos porque pars ellos 8 un espacio de comunicacién importante con émbitos fundamentales de su vida: la comunidad en la que esa fe se expresa y sus modos de ex- 0S INESPERADOS EFECTOS DE UNESCALOFRIO VISUAL 22 resin. Bsto-me dio una pista muy importante, y fue la de sentirme exi- ido de hacerme antropélogo, pues de esa envergadura era lo que nece- sitaba para comprender la cosmovisin de la gente ala que apasionaba La ley del monte. De no hacer eso no entenderia précticamente nada de lo que ocurra en el plano cotidiano de las socibildades y las eulturas polticas desde las que la gente peribe el mundo y to sufte, pero tam= ‘ign lo gozay lo recrea. - (Cuando hablo de antropologia (en este caso, de una antropotogia vi sual no estoy nombrando la que usa medios audiovisual como instru ‘mento de exploracién etnogréfce, sino aquella que se hace cargo de toda forma de expresin y significacién sin asomarse@ la expresividad ‘corporal ygestual dela gente, alos rtmos del habla y del baile. Hoy me iteresan mucho ms las hablas —siempre en plural y polisémicas— ‘que la gramitica (siempre monoteista). La antropologia visual no Puc de pensarse slo como la que utiliza herramientasvisuales, sino come quella que estudia el funclonamiento de las sensibilidades, y en espe ‘lal dels visulidades en a construccin tanto de as identidades como elas ciudadanias. ‘¥es0 es lo que me permitié la Universidad del Valle cuando me it~ vit6 a erear un plan de estudios en comunicacién social. Entonces YO ‘me atrev a romper con la amalguma de estudios de periodismo-publi- cldad-relaiones pblicas.¥ decid proponer un plan en el que las clen~ clas sociales se hcieran cargo de pensar no “los medios: prensa-radio~ television” sino las transformaciones en las modos de comunicarse 1a (gente en Cali desde la calle alas plazas populares de mercado y en 10s recientes supermercados, la pasin cinematognifca de los jovenes, el len- ‘uaje radial que narraba lo que sucedia ls domingos en ls estadios de {utoly la otra pasién calefa (y ya casi nacional) el baile lamado “salsa "Entoncesdisefmos un plan de estudio para gente altamente interess- 4a y con vocacién po el cine la misica la danza y el teatro. Por ello ftea de talleres de produccién audiovisual fue curricularmente disefiada ‘or Andrés Caicedo, director de cineclubes y de la revista Ojo al Cine. y Ls Ospina, director de cine y primer profesor de ese taller. Un taller ‘que tuvo siempre no sélo el apendizaje de cémo hacer sino también el de investgacin de enguaie, de teméticasy pablicos. "Y fue con base en experiencia que, junto con otros dos profesores de tiempo completo y ls mejores profesores de historia losofiay econo- 22 jess MARTIN-2ARBERO ‘mia, echamos a andar el plan de estudios en comunicacién socal. Con- vertda en departamento esa “carrera” comenaé a incorporar egresados ‘que, como Oscar Campo, realizador de cine, ransformaton la pasién de los adolescentes por la cémara en una seria formacién en cultura audio Visual con Toque la experiencia de los cineclubescalefios se transforms «en expacitacién para elaborar guiones audiovisuales para video, cine y televisin,¥ esa experiencia noes algo que me atribuia sino que surgiéa Darts del encuentro de muchas personas de la ciudad que estaban bus ‘ando por esos mismos lados y nuestro departamento Tes ayud6 a que se conecaran. Los habitantes cali dela cultura audiovisual lleaban, ala escuee-de-comunieaién-social con sus propios modos de ver y de cit, y eso Implicé la necesdad de seguile la pista ala vitalidad de esas culturas urbanas, que no eran iletradas ni antiletradas sino que ya no tenn como efe la prensa escrita sino la musica, el cine y los e6mics. '¥euando digo musica estoy diciendo no solamente salsa sino también rocky poco después vallenato también, Ese proceso cargaba una enorme preocupacién central, & 1a vez 80 aly cultura: de investiga cémo se estaban transformando las cultu- ras cotdianas de la gente en su relacén con los medios audiovisuales, {que eran los medios influyentes en las grandes mayorias det pais y de ‘América Latina. Lo que me comprobé una investigacién que coordiné entre 1985 y 1992 en ses pases de América Latina: México, Colombia, Chile, Pend, Argentina y Brasil sobre los usos sociales de la telenovela, 0 ses, las modalidades de reacin de la gente con la telenovela. ¥ fue as como descubrimos que la gente del comin, que es la que verdaderamen- te digfrua a telenovela, goza mucho més cuando la cuenta que cuando lave. entonceslo-que-pasa-en-la-pantlla le srve ala gente para saber

You might also like