Europa y Norteamérica
en el periodo de entreguerras
La Gran Guerra (1914-1918)
Mare Ferro
{Beolo dos Houtes Etudes en ScioncosSocilos Pris!
Al término de la 1 Guerra Mundial, en 1918-1919, des-
pués de tantas matanzas y desgracias initiles y cuando aiin
se creia que aquélla iba a ser la iltima guerra, se hizo evi-
dente el declive de Europa y el ascenso de Eslados Unidos,
‘como fendmenos surgidos del conflicto,
‘Ahora, al cabo de los efios, podemos calibrar mejor hasta
{qué punto los efectos de aquella guerra fueron trascenden-
tales. Podemos decir, por ejemplo, que en buena medida el
‘mundo actual surgié de aquel conflicto y que la Revolucion
rusa do 1917 fue en parte una consecuencia del mismo. Esta
guerra, en sus inicios un conflicto intereuropeo, fue un caldo
de cultivo del que surgiria el fascismo, y revel a los pueblos
coloniales que eventualmente podian producirse enfrenta-
mientos bélicos entre las potencias imperiales. De este
modo, la toma de conciencia de la vulnerabilidad del mundo
occidental, que se manifesté fugazmente en 1905, se consoli-
do entre 1914 y 1918, antes de reafirmarse durante la Il Gue-
ra Mundial.
Caracteristicas de la Gran Guerra
El estallido de la guerra de 1914-1916, lejos de ser senti-
do como una desgracia, liberé las energias y fue recibido
con entusiasmo por la mayoria de los jovenes en edad de
combatir; la Gran Guerra constituye uno de los escasos
conflictos de la historia que logro que los pueblos se unie-
ran en tomo a sus dirigentes. Asi, el pacifismo y el interna-
cionalismo se confundieron con el individualismo y el pa-
triotismo, porque para todos se trataba de una guerra de
defensa patriética y, por tanto, de una guerra justa, v, de to-
dos modos, inevitable.
Desde Iuego, la Gran Guerra tuvo en cada pais sus opo-
‘entes, que sin embargo no eran solidarios del enemigo,
sino que se declaraban pacifistas y adversarios de todos los
Robiernos y de todas las guerras. Condenaban la guerra
simperialista», como Plejanov o Jaurés, pero juzgaban legi-
tima la defensa del territorio nacional si éste se veia ame-
nazado de agresién. Apenas hubo derrotistas. Fueron muy
boos los que, en Francia o en Italia, desearon el castigo de
Dios para su «patria perdida». Por otra parte, los socialistas
radicales, que en 1914 consideraban que nada seria mas
perjudicial para el futuro de la revolucién proletaria que
una victorie militar, la de los ejércitos zaristas en Rusia o la
del ejército imperial en Alemania, tuvieron que modificar
su actitud, pues nadie los apoyaba, De este modo, Lenin se
vio forzado a abandonar su postura aparentemente antipa-
tridtica y, en lo sucesivo, propuso la transformacién de la
guerra europea en guerra civil.
Lo que acabamos de sefialar respecto a Rusia sirve igual-
mente pera Francia, Alemania, y toda Europa, puesto que
para cada pueblo, para cada nacién, estaba claro que eran
verdaderamente victimas de una agresién. A partir de 1888,
la difusion de la instruccién, ya muy avanzada en Alemania
y en Gran Bretaita fue particularmente répida en Francia y
en Rusia; y osta instruccién fue acompaniada del conoci-
rmiento del pasado nacional, que a partir de ese momento pe-
ntré en Is totalidad del cuerpo social. Se habia ensefiado
@ cada pueblo que su destino estaba marcado por la lucha
defensiva contra el enemigo secular: los franceses contra
los alemanes, que les habian «quitado Alsacia-Lorena»;
éstos contra los eslavos y los franceses, que no se resigna-
ban a los éxitos del rey de Prusia; los rusos contra los
amarillos y los germanos, antes tartaros y teutones y ahora
turcos y alemanes. Lo mismo cabe decir de los italianos,
adversarios de Austria, el enemigo de siempre, o de los
turcos, etemos adversarios de los eslavos. Ademés, el im-
perio de los zares y la doble monarquia austro-hingara
eran estados plurinacionales; los pueblos dominantes, el
rruso, el alemén 0 el hiingero, querian a la vez reprimir los
‘movimientos nacionales que empezaban a despertar entre
las minorias y consolidar su hegemonia mediante la expan-
sidn fuera de las fronteras. De este modo, los rusos y los
austriacos tendian a considerar ilegitimas las aspiraciones
de cada minoria a constituir una «nacién» y, a la vez, a glo-
rificar la grandeza de la propia nacién. Al mismo tiempo, se
veian abocados a aterrorizar a dichas minorias mostréndo-
se agresivos con los eventuales protectores de éstas: Serbia
y el Imperio ruso para los eslavos de la doble monarquia
austro-hiingara; Turquia, Prusia y Austria-Hungria para
los musulmanes y otras minorias del Imperio ruso.
De este modo, en cada pais se enseitaban los principios
que alimentaban el espiritu patridtico. Ademas, los jéve-
nes, al llegar a adultos, leian en los poriédicos que su pais
estaba rodeado de enemigos que amanazaban su prosperi-
dad, su seguridad, hasta su propia existencia. La ensefianza
de la historia, las campafias de prensa, incluso las manifes-
taciones deportivas, estimulaban el patriotismo, que pronto
se convertiria en nacionalismo. Estos sentimientos belico-
os aparecian incluso en personas que, en otros aspectos,
eran pacificas, e incluso que creian que sélo la politica
de sus dirigentes podia provocar una guerra. Tales el caso de
1305los lideres del movimiento socialista internacional y porta
voces del pacifismo, como Jaurés o Kautsky. Su patriotismo
estaba tan arraigado que, contrariamente a lo que opinaban
en 1910, que en caso de guerra las responsabilidades cac-
rian sobre la clase dirigente de su pais, en 1914 echaron las
culpas a la clase dirigente del pais enemigo.
Una tradicién profundamente arraigada en cade nacién
hacia presentir que el pais estaba amenazado en su propia
existencia, y este instinto colectivo no engafiaba completa.
mente. El «programa de septiembre de 1914» de los diri-
gentes alemanes se proponia cel debilitamiento de Francia
hasta el punto de que jamas pueda convertirse en una gran
potencia». Por su parte, Delcassé, Poincaré y los jefes mili-
tres franceses pretendian chacer que Alemania vuelva a
su situacion de antes de 1866». La politica rusa de apoyo
a las minorias eslavas del Imperio austro-hingaro apunta-
ba tambien a largo plazo a la destruccién del estado de los
Habsburgo; la politica panturca del sultan amenazaba de
desintegracién al imperio de los zares; ete. Asi pues, para
los pueblos y sus dirigentes Ia guerra de 1914 obedecia a
tuna especie de fetalidad.
Causas econémicas y alianzas
Tres fuerzas trabajaban en favor de la paz: la solidaridad
del proletariado, el trabajo conjunto de los capitales brita-
nicos, franceses y alemanes. y el miedo de los gobiernos a
que la guerra trajese la revolucion. Pero la formacién de la
Triple Entente (Francia, Gran Bretafa y Rusia) y le consoli-
dacion de la Doble Alianza (Austria-Hungria y Alemania)
hicieron inevitable el enfrentamiento entre las naciones.
Entre 1780 y 1805 habia empozado una especie de ciclo his-
torico, definido por el desarrollo industrial de las naciones.
Gran Bretafa habia adquirido entonces una ventaja excep-
ional, puesto que a mediados del siglo xix su potencia
cera igual a la de todos los demas paises juntos. No obstante,
durante la segunda mitad de la centuria la distancia que la
separaba de las demas nacionos industriales fue dismi-
nuyendo paulatinamente, y se formaron otras naciones in-
jue lograron crecer, prosperar y escapar al do-
ico. Primero fue Francia: después Bélgica: més
tarde Estados Unidos, Rusia y Japén; por ailtimo, y sobre
todo, Alemania.
Este pais, que fue uno de los tltimos en unificarse, tuvo
que adaptar su desarrollo a las necesidades de un mun-
do que se habia organizado sin contar con él, un mundo en
el que cada cual tenia su lugar y su papel definidos, sus
mercados reservados y sus materias primas aseguradas. Para,
resistir y vencer a la competencia, ia concentracién fue una
necesidad imperioss, més atin que en Estados Unidos; lo
mismo cabe decir de la coordinacién entre la ciencia y la
industria. De este modo, entre 1880 y 1914 Alemania dio el
salto econémico més prodigioso de la historia. Siguiendo
el ejemplo de ingleses y franceses, adopto la idea do la ex-
pansion a ultramar, ya fuera para abastecerse de materias
primas o bien para ampliar sus mercados. Pero el mundo en-
toro, 0 casi estaba ya conquistado y repartido, y Alemania di-
ficilmente podia encontrar un «lugar bajo el sol». Con su
enorme potencia econémica concenirada en un territorio re-
1306
lativamente pequetio y su campo de extensién estrechamen-
te limitado por las posiciones adquiridas por sus rivales,
Alemania no podia satisfacer su necesidad de crecimiento,
‘mientras que su economia era perfectamente compelitiva.
Gran Bretafa era el pais que se sentia més amenazado
por esta voluntad de desafio. Desde China hasta Africa del
Sur, en todas partes encontraba a Alemania en su camino,
sobre todo a partir de 1900, cuando, bajo la influencia de
los pangermanistas como el almirante Tizpitz, se produjo
‘un gran aumento del poderio naval alemén. Ello suscit6 vi
vvos recelos entre los briténicos. A partir de entonces la ri
validad anglo-alemana se transformé en un enfrentamiento
pliblico que la prensa se encargo de enimar e instrumentar.
La sociedad briténica, con una economia estable, era nece-
sariamente conservadora y contemporizadora, si no abier-
tamente pacifista. Su actitud expresaba la voluntad de no
‘modificar una situacién de hecho. Desde principios de si-
glo los briténicos practicaban la politica del containment;
pero pronto abandonaron definitivamente su politica de aisla-
iento, estrecharon las relaciones que habian contraido con.
Francia y Rusia entre 1904 y 1907 y aceptaron los enormes sa-
crificios militares cuando aparecié oon toda evidencia que
‘Alemania amenazaba efectivamente su hegemonta
Los dirigentes alemanes habian interpretado de modo
erréneo el pacifismo forzado de los britanicos, y después
del atentado de Sarajevo, en plena crisis de julio de i914,
seguian con la certeza de que Gran Bretafta no participaria
jamés en un conflicto continental.
Otros conflicios paralelos y de la misma naturaleza vi-
nieron @ sumarse a este antagonismo fundamental. Por
ejemplo, el que enfrentaba a Alemania y Francia, animadas
por una hostilidad secular. La rivalidad franco-alemana se
Imanilestaba a todos los niveles: el territorio nacional (Alsa-
ccia-Lorena), la expansion colonial. la exportacion de pro-ductos. la conquista de los mercados financieros. Hacia
principios de siglo, el desarrollo econdmico de Francia he:
bie recobrado cierto vigor, pero comparado con el de su ri
val daba signos de fatiga, lo mismo que la curva demografi
cca, y Paris veia con inquietud c6mo crecfa la sombra de su
cenemigo hereditario.
Del mismo modo, Rusia, el otro enemigo secular de Ale-
mania, se sentia amenazada a la vez por el tradicional
Drang nach Osten (expansién hacia el este) y por la répida
difusion de los productos alemanes manufacturados, que
dificultaban el desarrollo de la industria rusa.
Asi, la historia daba sentido y coherencia un sistema de
alianzas cuya légica parecia clara: Alemania contra Gran
Bretafa, y ésta asociada a Francia y Rusia gracias a la di-
plomacia de Delcassé. Lo mismo cabe decir del papel que
‘desempenaron los demas protagonistas de la Gran Guerra.
Austria-Hungria y Turquia, amenazadas de desintegrarse
por la fuerze centrifuga de las nacionalidades, eran necesa-
iamente aliadas de Alemania. Para la primera, le principal
amenaza la constituian los eslavos del sur. apoyados por
los rusos. Para Turquia, el peligro seguia siendo Rusia,
donde el zarismo y el movimiento paneslavista habian ex-
resado claramente sus pretensiones sobre los Estrechos.
Adomés, Gran Bretafia hasta poco antes protectora de Tur-
Guia, se habia asociado con el zarismo, lo cual también
Hlev6 al sultan a aceptar la proteccién de Guillermo Il, En
medio de esta situacién Alemania proclamé que sélo ella
espetaba la independencia de los pueblos de Ultramar.
En agosto de 1914, bajo los efectos de la crisis que siguié
al atentado de Sarajevo, los pueblos y los gobiernos tenian
‘o impresién de que estaban entrando en guerra para la de
fensa de sus derechos, de su honor o de su seguridad. No
obstante, parecia que aquella disputa localizada no
‘ransformarse necesariamente en una guerra continental
‘Aribo.un grupo de voluntarios _esposa, it Douglas Haig y sir
preston juromento en una ofiinaFrunets Berta en una visita al
{de relutamienta de Londres en frente oat, durante Ia I Guorra
1916.4 la iaquierdo otogrofia do Mundial En la pagine anterior, un
los reyes de Inglotera. el prinelpe equipo de eaminicaciones del
de Gales, el presente francés ejreitoalemsin durante la
Poincaré acomporioda de st 1 Guerre Mundial
Y mucho menos se pensaba en que pudiera engendrar un
conflicto mundial, pues la eventualidad de una participa-
cién de Gran Bretafa en una guerra resultaba impensable.
Nadie preveia que Alemania empujaria a la accién a Aus:
tria. Berlin pensaba que Francia, al carecer de artilleria
pesada, frenaria a Rusia, y que de este modo Austria podria
castigar tranquilamente a Serbia. Las probabilidades de
éxito alemén en el caso de un conflicto contra Serbia, Rusia
y Francia unidas nunca habian sido tan grandes.
Pero Poincaré aseguré el apoyo de Francia a Rusia, y San
Petersburgo dio orden de movilizacién; Paris le siguio. y el
dia 1 de agosto estallé la guerra. Después de numerosos in-
tentos de conciliacién, Gran Bretaiia se decidié a interve-
nir, puesto que resultaba evidente que Alemania buscaba
una prueba de fuerza. Al invadir Bélgica, Guillermo Il
crey6 que impresionaria a los briténicos y los mantendria
apartados del conflicto. Pero su previsiOn result6 errénea:
amenazaba a Gran Brotata en sus intereses esenciales, y
ello precipité su entrada en la guerra, En Italia el problema
de su participacion en el conflicto se planteaba de una ma-
nera peculiar, puesto que, dejando aparte las simpatias por
uno u otro bando contendiente, los dirigentes italianos
daban a entender abiertamente que se pondrian de parte
del mejor postor.
El problema de las responsabilidades sigue en pie, pues
Ja respuesta depende del modo como se formule. El com-
portamiento de los responsables alemanes los sefala como
culpables ante el «juicio de la historia»: hicieron inclinar la
balanza @ favor de una solucién radical del conflicto con
Serbia, rechazaron cualquier mediacién cuando el conflic-
'o amenazé con extenderse y asumieron deliberadamente
el riesgo de que Rusia interviniera a su ver. Por el contra-
rio, Gran Bretafia aparece como el «apostol de la paz»: ha-
bia tratado de hallar un arreglo pacifico al conflicto austro-
1307a
1M. EeLove |
serbio, en lugar de agravarlo. En relacién con estas dos
actitudes, el papel de las demas potencias aparece al cabo de
Jos afios particulermente difuminado. Pero las conclusio-
nes serian distintas si nos remontaramos algunos afios para
buscar los origenes de la guerra: la Rusia zarista subven-
cionaba los servicios secretos serbios. y la politica panesla-
vista habria tenido como efecto, a largo plazo, el desmante-
lamiento de la doble monarquia austro-hingara. Visto de
este modo, Austria podia considerarse victima de una agre-
sién permanente. Pero, a su vez, ejercia su opresién sobre
las minorias eslavas; asi pues, habria que poner en tela de
juicio todo el pasado de Europa central y de los Balcanes. Y
también el destino de todo Occidente podria reconsiderar-
se desde esta perspective. Ya hemos visto como Alemania
habia crecido de forma sibita y con un vigor fulgurante,
y habia manifestado una impaciencia agresiva dentro de
Jina Europa que resultaba demasiado pequeha para sus
fenormes ambiciones. Ni Francia, ni Gran Bretafta, ni Rusia
festaban dispuestas a dejarle un lugar a costa de unos sac
ficios que, a la larga, podrian llevar a su aniquilamiento
‘como grandes naciones.
"mbién hay que tener en cuenta la opinién, tanto de los
aliados como de los alemanes y los austriacos, de que cuan-
to antes tuviera lugar la guerra antes podria ser ganada.
‘Todos estaban de acuerdo en un solo punto: la guerra iba &
ser corta y ellos serian los vencedores.
‘Cuando son6 el primer toque de clarin, todos los socialis-
tas respondieron a la llamada y partieron a la guerra, En
pocas horas, Ia Internacional habia quedado reducida a la
nada, si bien es cierto que una vez pasada la sorpresa algu-
nos resucitaron el tema de la oposicién a la guerra. ¥ el pa~
Cifismo que era un simple destello en 1914 iba a abrasar
Europa en 1917.
1308
Las operaciones en 1914
Para las potencias centrales, la crisis del verano de 1914
habia terminado de manera inesperada con la entrada en
querra de Gran Bretafe el 5 de agosto de 1914. Para los
Friados las hostilidades empezaron también con una sor-
presa desagradable, Frente alos rusos, lentos en la movili-
Jacion, los alemanes s6lo-dejaron tropas.de cobertura y.
aplicando la version mas audaz del plan Schlieffen, con-
Contraron sus esfuerzos en el extremo derecho del frente
‘occidental (frente « Belgica), amenazando asi a todo el ejér-
tito francés, orientado hacia el este (frente a Lorena}, con
tun gigantesco movimiento envolvente (tome de Lieja y de
Bruselas, 17-20 de agosto}. La ofensiva de Lorena y la con-
traofensiva de Bélgica se caracterizaron por una serie de
‘graves fracasos franceses. unos més inesperados que otros.
E125 de agosto por la maftana, los franceses se enteraron
por un brutal comunicado de tres lineas que sus ejércitos
se roplogaban «desde el Somme hasta los Vosgos». Al dia
siguiente, los periédicos anunciaban que Paris estaba ame-
nazada. El éxito de la retirada fue otro sorpresa. «La suerte
de Francia -se ha escrito- fue que, despues de haber erra-
do con la espads, Joffre supo no perder el equilibrio» Al
avanzar més alla del Somme (toda Bélgica y el norte de
Francia estaban ocupados}, von Kluck y von Bulow no co
ron rodear el ala izquierda de los ejércitos francobs
tanicos; entonces, Gallieni propuso a Joffre y a French in-
tontar detener al enemigo mediante una incursién en el
Marne. Joffre habia reunido los suficientes efectivos frente
1 Paris para qué la empresa pudiera tener éxito. Visto al
‘cabo del tiempo, parece que la victoria del Marne se debi
tanto a la inteligencia estratégica de Joffre como a los erro-
res cometidos por el mando alemén, sobre todo a la discor-
dia entre von Kluck y von Biilow. Asi mismo, los franceses
supieron sacar partido del dispositive ferroviario. Por otra,
parte, los planes alemanes se habian alterado por una ines-
perada ofensiva de los rusos, que ataceron Prusia a los
quince dias de la movilizacién, sorprendiendo a los alema-
nes en Gumbinnen y obligandolos a hacer volver precipita-
‘damente algunas tropas del frente occidental.
Después del Marne, habia llegado la hora de pasar cuen-
tas. Por ambas partes las pérdidas en hombres eran consi-
derables, pero lo que mas preocupaba a Joffre era la esca-
sez de municiones. Las fuerzas alemanas y los ejeécitos
francobriténicos trataban on vano de replegarse en un
movimiento conjunto conocido como «carrera hacia el
mar». Unos y otros quedaron inmovilizados después de la
sangrionta batalla de Flandes {noviembre de 1914). En el
este, los generalos Hindenburg y Ludendorff consiguieron
rodear age efits russ qu x habian avonturado hasta
‘Tannentferg (27-80 de agosto de 1914}: asi nacié el mito de
Hindenburg, salvador de la patria, quien hizo 92.000 prisio-
neros; pero las fuerzas rusas eslaban muy lejos de haber
sido derrotadas. Lo que hicieron fue dirigir sus esfuerzos
sobre todo contra los austriacos, los soldados peor equipa-
dos de la Gran Guerra. El fracaso de la ofensiva ede ca
go» de la doble monarquia austro-hungara contra Serbia
intensificd la relacién de vasallaje de los austriacos respec
toa los alemanes.
A finales de noviembre de 1914, ni los aliados
sn cence a entencias centrales (a las que se habia unido el Imperio turco)
sabian qué decision tomar. Lo mas espectacular habia sido
el fracaso del plan de guerra aleman; sin embargo, las tr0-
pas del kaiser ocupaban todo el norte de Francia. Al inmo-
vilizar la guerra en suelo galo durante mas de cuatro aiios,
Alemania iba e dejar en Francia profundas cicatrices.
En busca de una nueva estrategia: 1915-1916
Después de la estabilizacién de los frentes, los alemanes
recuperaron le iniciativa, esta vez atacando por el este. Las
operaciones evolucionaron del mismo modo que en el oes-
teen la campafa anterior: los alemanes lograron éxitos es-
pectaculares, ocuparon toda Polonia, Lituania y parte de
Letonia, pero al cabo la iniciativa se les escapé (julio-agosto
de 1915}, Los rusos, que carecian de municiones y de arti-
lleria pesada, no pudieron hacer frente al ataque germano,
y perdieron cerca de dos millones de hombres; pero no sélo
Consiguieron replegarse, sino que edemés, en 1916, el gene-
ral Brusilov pasé a la ofensiva y reconquisté una parte de
Galitzia. Por el oeste, franceses y briténicos lanzaron ata-
ue tras ataque en el Artois, después en Champana y, mas
tarde, de nuevo en el Artois. Pero estos poderosos maza-
208, diigidos contra el punto fuerte del principal enemigo
Tesultaron costosos e ineficaces y se saldaron con espanto-
sas pérdidas. En tales condiciones, no es extrafio que los
Protagonistas pensaran en una nueva estrategia, dirigida al
unto débil de la coalicién enemiga. Desde luego, sila ope-
Tacién no apuntaba al sitio en que el enemigo tenia concen-
El general Ludendorf mucsia al
sgenerl Hindenburg los posiciones
‘de las ropa del Vl Fjército
‘Aleman, que rodearon alas
fuoras rusas del general
‘Somsénov, en Tannenborg. Del 27
‘30 de agosto do 1914
Hindenburg log anigullae y
‘capturar en Tannenberg oles
{de soldados, lejando de este
modo el peligro niso dela frontera
‘oriental de Alemania,
tradas sus fuerzas tenia pocas probabilidades de abatirlo,
pero al menos el ataque podia desorganizar sus planes, re-
ducir el niimero de sus aliados y abrir nuevos caminos a la
victoria. Ambes coaliciones intentaron la experiencia si-
multéneamente, si bien vacilaron antes de abendoner el
punto fuerte para atacar el punto débil. Esta eleccion, tan
necesaria, provocé divergencias entre los medios dirigen-
tes. Como resultado de las disputas entre Churchill, Briand
y el alto mando militar, la expedicion de los Dardanelos
(Gallipoli) se saldé con un fracaso total y cost6 145.000
hombres a los aliados (febrero-noviembre de 1915) Al fra-
cast también estrepitosamente los esfuerzos de los brité-
nicos contra los turcos en Mesopotamia ~capitulacién de
Kut (29 de abril de 1916}-, ela estrategia del punto débil»
perdié prestigio entre los aliados. No obstante, més tarde,
dicha estrategia iba a tomarse el desquite, puesto que en el
aito 1918 el alba de la victoria apareci6 en Oriente.
Las potencias centrales se plantearon el mismo dilema,
aHabia que ensafiarse con el adversario més vulnerable,
Serbia, y debilitar la propia defensa cuando el mas temible
enemigo, los rusos, podia encontrarse a las puertas de
Hungria en cualquier momento? Prevalecié la opinion del
comandante austriaco Conrad von Hoetzendorf, apoyado
1309por Falkenhayn, celoso de los éxitos de su rival Hinden-
burg en el este. Con Ia ayuda balgare, las potencias centra-
les lograron ocupar toda Serbia: pero no se pusieron de
acuerdo sobre le necesidad de proseguir la ofensiva hasta
Sal6nica, que los aliados habian convertido en el principal
centro del frente balcénico. La misma desunién impidié el
éxito de las operaciones contra los italianos. La expedicion
de Serbia, no obstante, culmin6 con un éxito para las poten-
cias contrales. Por segunda ver, los ejércitos alemanes ob-
tenian un éxito decisivo y, por segunda ver, Falkenhayn se
nogaba a transformarlo en une victoria total. Con el fracaso
de los aliados en los Dardanelos y en Serbia, los italianos se
hallaron frente a frente con un ejército eustriaco mas vigo-
roso que antes: Conrad von Hoetzendor! quiso aprovechar
esta situacién favorable. La Strafexpedition fue un éxito,
pero la ofensiva de Brusilov, en la primavera de 1916, impi-
did que los austriacos le sacaran provecho. La victoria de
Asiago (15-31 de mayo de 1915) se convertia, pues, en un
fracaso, y Hoetzendorf tuvo que conducir sus tropas al
1310
frente del este, peligrosamente desguarnecido, mientras
que Falkenhayn tuvo que volver a la estrategia del punto
fuerte del frente occidental, atacando Verdin.
Verdin
BI objetivo de Falkenhayn al atacar Verdiin era-ant
parse a las ofensivas aliadas previstas para el verano: «No
se trataba fundamentalmente de tomar Verdin (..), sino de
detener a las fuerzas francesas, atraerlas a este campo
de batalla, que iban a defender palmo a palmo (..). de agotar
al ejército francés gracias a la superioridad de nuestfa arti-
eria.» Una vez exangie, el ejército francés seria incapaz
de llevar a cabo la ofensiva prevista sobre el Somme, del
mismo modo que el ejército italiano, atacado en las mismas
‘condiciones en Asiago, se habia visto reducido a la impo-
tencia. De este modo, iqué podrian hacer los rusos, apenas
recuperados de la campana de 1915?
Las circunstancias de Ia batalla fueron draméticas; en el
momento en que los defensores de Verdin presentian un
‘taque gigantesco, el alto mando procedia al desarme de
posiciones fortificadas con el fin de reorganizar en profun-
didad la defensa del frente francés. Cuando se mandaron
refuerzos a la plaza ya era demasiado tarde: el adversario
habia cortado la linea de ferrocarril que Hevaba a Verdin,
y antes de que fuera acondicionada la ruta de Bar-Le-Duc,
el drama se habia consumado: las tropas del kaiser derriba-
ban las defensas francesas y ocupaban los fuertes de Vaux
y Douaumont (febrero-marzo de 1916). Joffre, sorprendido
por la magnitud del ataque, comprendié sus méviles, evi-
tanto desabastecer el frente del Somme, donde Foch prepa-
raba la ofensiva «decisivay, dio instrucciones a Pétain y los
defensores de Verdin de aguantar con el minimo de hom-
bres y de artilleria. Durante seis meses los combatientes de
Verdin nunca tuvieron la impresién, como los del Somme,
de que eran los mas fuertes, y de que iban a realizar
la ofensiva «de le victoria»: fueron los jévenes perdidos
del 1916. Se organiz5, como «orniquete>, un sistema turnante
de combatientes a fin de que la defensa de posiciones tan
expuestas como el Mort-Homme, la cota 804, 0 la cota de la,
Oca, quedara totalmente asegurada por soldados del con-
junto del ejército francés. Fue, en verdad la gran prucba
nacional. Asi, con un material inferior, Verdin puede ser
interpretado, en cierto modo, como una victoria de la raza,
en una batalla del hombre contra el hombre.
En 1917 los aliados creyeron que, si sustituian las ofensi-
vas llamadas de ruptura por las ofensivas de desgaste, el
signo de las batallas iba a cambiar infaliblemente. Pero la
ofensiva del Chemin des Dames (16 de abril de 1917) fue un
twgigg fracaso que tuvo como consecuencia inmediata el,
estallido de motines, que «no fueron una negative a luchar,
sino a luchar de cierta manera». El mando francés no se
atrevio ya a lanzar sus hombres al alaque mientras no
dispusiera de una superioridad absoluta en cuanto a mate-
ria: se esperaba que esta superioridad se lograria gracias a
Jos estadounidenses y a los tanques. Sin embargo, en el oto-
fio de 1917 el estado mayor briténico lanz6 una ofensiva en
Passchendaele, en Flandes, que resulté ser una de las bata-
las mas sangrientas e initiles de toda la guerra.La guerra y el material
Paralelamente a la chistoriay, se estaba operando otra
transformacion que tampoco era la Gran Historia de la
Guerra, sino la historia de sus técnicas, vividas dia a dia
Por todos los combatientes, y ganada (0 perdida) por el os-
curo ejército de los inventores. Los alemanes fueron los
Primeros en admitir que las trincheras constituian una
‘nueva realidad a la que habia que adaptarse; los franceses
tuvieron que esperar cerca de dieciocho meses para que el
‘mando afrontara seriamente el problema de las alambra-
das. Los soldados estaban igualmente desprotegidos frente
@ las minas gubterréneas y las explosiones de las minen-
Wwerfer. En 1915 los franceses encontraron la réplica con el
famoso mortero craponillot que también podia disparar a
Corias distancias y en vertical. Ademés, los lanzallamas y
las granadas dieron un cariz. particularmente cruel a los,
Combates. Pero el arma més temida fue el gas asfixiante,
mpleado por primera vez en 1915, Pero ni los alemanes,
El general Foch, generalisimo do
los ojectesaiodos a partir
de 1018 Ta inquierdo, la retirada
flomane después dela batalla del
Somme, en 1017. Ariba, e!
‘desembarco de tropasfrancesas
‘enol puerto de Salénica con
destino Serbia: ala derocha, of
‘generol Petain, héroe de Verdin.
{que fueron los primeros en usatlo, ni los aliados lo utiliza-
ron jamas de forma sistematica.
‘Sin embargo, ni éstos ni los restantes perfeccionamien-
tos en el arte de la guerra fueron capaces de inclinar la
balanza bélica. En 1914 los austro-alemanes y los rusos
disponian de la mejor artilleria, pero muy pronto estos
ultimos fueron incapaces de alimentarla con municién
suficiente. Por su parte, ingleses y franceses consiguieron,
neutralizar la ventaja de los alemanes en artilleria pesada
en julio de 1916, Hasta esta fecha utilizaron sobre todo la
artilleria de campana: el 75 era considerado como el erma
para todo del ejército francés. Hubo otro invento nuevo, el
aeroplano, que pronto tuvo como misién controlar el espa-
cio aéreo y conocer el dispositivo de tierra del enemigo.
Fue la época de los grandes duelos entre los ases de la avia-
cin: Richthofen, Fonck y Guynemer, Mannock, Bishop,
elc., que, sobre todo, producian un considerable impacto
psicol6gico, al igual que los dirigibles Zeppelin, que bom-
bardearon con frecuencia Paris y Londres.
aanCuando los dirigontes politicos y militares vieron que no
lograban ganar la guerra por la fuerza de le armas, trataron
de tomar ventaja haciendo estallar desde dentro el poder
del enemigo. En este sentido, explotaron el movimiento de
las nacionelidades: los aliados apoyaban la causa de los
cchecos, eslovenos y otros eslavos del sur en rebelién abier-
ta contra los Habsburgo, y la de los armenios perseguidos
por los turcos: por su parte, los austro-alemanes apoyaban
la causa de los finlandeses, ucranianos y polacos oprimidos
por los Romanov. y también ayudaron a los irlandeses
cuando en 1916 trataron de sublevarse contra Gran Breta:
fia: fue la derrote de la Pascua sangrienta,
El mundo musulman se vio solicitado por ambos bandos:
los aliados apoyaban la causa de los érabes en rebelion
contra los turcos; por su parte, los alemanes y el sultan tra
taban de hacer que los tartaros de Rusia se sublevaran con-
tra sus opresores, lo mismo que los musulmanes de la India
y del norte de Africa. A corto plazo la ventaja fue para los
aliados: la rebelién de los arabes contribuyé al hundimiento
del Imperio turco. Pero, a largo plazo, la guerra debilitaba la
posicién de las grandes potencias coloniales. especialmente
en Tripolitania, Egipto, la India musulmana y Marruecos. El
ibis geivednd de ia siwacén. En Extremo Oren, la guerra
dio a los japoneses la ocasion de ver, por prin
potenca coropen, Alemania, expulsada de Asi. El mito de
la primacia de Europe pertenecia ya al pasado.
Para aniquilar al adversario los aliados trataron de arrui.
nar su comercio maritimo, con lo que esperaban destruir
las bases de su economia, Cuando se vio claramente que la
guerra no iba a ganarse en una batalla, sistematizaron la lu-
cha en el terreno econémico para agotar las fuentes de
aprovisionamiento de las potencias contrales. Los alema
nes, sorprendids por semejantes medidas, no se preocupa,
ron en tin primer momento, pues el comercio con los paises
neutrales les permitia paliar los inconvenientes de la situa
cién, Sin embargo, cuando los aliados empezaron a contro-
lar el comercio con estos paises, el almirante Tirpite, to-
miendo que la guerra econémica acabara siendo fatal para
‘Alemania, utilizo la guerra submarina como arma preven:
tiva y como amenaza (a partir del 4 de febrero de 1915}. La
flota alemana hundié més barcos a la Home Fleet de los
que perdié ella, pero el bloqueo se mantuvo. En 1917 todo
cambio. Bl kaiser se decidié a practicar la guerra submari
na a ultranza, a hundir todos los barcos que se dirigian
‘2 Gran Bretafie, incluso los neutrales. Alemania estuvo @Fe rae quer, el miico
sear eof donc