You are on page 1of 4
Marx Carlos (1955) 1ordlogo de la coritribucicn ala critica de la ecanomra politica” en Obras &: ao de Thats yf togels. Ores roe rogreso Mosc) Cc. MARX F. ENGELS OBRAS ESCOGIDAS ea BDITORIAL PROGRESO Moscu 180 at Bonaparte, la estatua de bronce de Napoleéa se vendré a ti Io alto de la Columna de Vendome", Sra terra dese ©. Marx Escrito por C. Marx en ciombre de 185t-marzo de seaardo, con 13a, ss con lata de eee PROLOGO DE LA CONTRIBUCION A LA CRITICA Carlos Marx, como primer Se DE LA ECONOMIA POLITICA™* Here eet over Fradsto aot wont 7 York. Estudio el sistema de la Economia burguesa por este orden: capital, propiedad del suelo, trabajo asalariado; Estado, comercio ezlerior, mercado mundial. Bajo los tres primeros titulos, investigo fas condiciones econémicas de vida de las tres grandes clases en que se divide la moderna sociedad burguesa; la conexién entre los tres, titulos restantes salta a la vista. La primera seccién del libro primero, que trata del capital, contiene los siguientes capitulos: 1) la meroan- Gia; 2) ol dinero o la circulacién simple; 3) el capital, en general. ‘Los dos primeros capitulos forman el contenido del presente fasciculo. ‘Tengo ante mi todos los materiales de la obra en forma de monografias, redactadas con grandes intervalos de tiempo para el esclarecimiento de mis propias ideas y no para su publicacién; la elaboracién siste- mitica de todos estos materiales con arreglo al plan apuntado depen- deré de circunstancias externas. ‘Aunque habia esbozado una introduecién general ‘*, prescindo de ella, pues, bien pensada la cosa, creo que el adelantar los resul- tados que han de demostrarse, mis bien seria un estorbo, y el leo- tor que quiera realmente seguirme deberd estar dispuesto a remon- tarse de lo particular a lo general. En cambio, me parecen oportunas aqui algunas referencias acerca de la trayectoria de mis estudios de Economia Politica. Mis estudios profesionales eran los de Jurisprudencia, de le que, sin embargo, s6lo me preocupé como disciplina secundaria, al lado de la Filosotia y la Historia. En 1842-43, siendo redactor de la Gaceta del Rin me vi por ver primera en el trance dificil de tener que opinar acerca de les Hlamados intereses materiales. Los debates de la Dieta renana sobre la tala furtiva y la parcelacién de la pro- piedad del suelo, 1a polémica oficial mantenida entre el sefior von Bchaper, a la sazén gobernador de la provincia renana, y 1a Gaceta del Hin acerca do la situacién de los campesinos del Mosela, y, final- mente, los debates sobre el libre cambio y el proteccionismo, fue Fe 182 c. Manx Jo que me movié a ocuparme por vez primera de cuestiones econs- micas, Por otra parte, en aquellos tiempos en que el buen deseo de «marchar adelantes superaba con mucho el conocimiento de la mate. ria, la Gaceta del Rin dejaba traslucir un eco del socialismo y del comunismo francés, tefido de un tenue matiz filos6fico. Yo. me declaré en contra de aquellas chapucerfas, pero confesando al mismo tiempo redondamente, en una controvetsia con la Gaceta general de Augsburgo™*, que mis estudios hasta entonces no me permitian aventurar ningiin juicio acerca del contenido propiamente dicho de las tendencias francesas. Con tanto mayor dosoo aproveché la ilusién de los gerentes de la Gaceta del Rin, quienes creian que suavi- zando la posicién del periédico iban a conseguir que se revocase 1a sentencia de muerte ya decretada contra él, para retirarme de la es- cona piblica a mi cuarto de estudio. Mi primer trabajo, emprendido para resolver las dudas que me asaltaban, fue una revisién critica de la filosofia hegeliana del de- recho*, trabajo cuya introduccién** vio la luz en 1844 en los Anales Sranco-alemanes™", que se publicaban en Paris. Mi investigacion desembocaba en el resultado de que, tanto las relaciones juridicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por si mismas ni por la Hamada evolucién general del espiritu humano, sino que tadican, por el contrario, en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel, siguiondo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de esociedad civile, y que Ja anatomfa de Ja sociedad civil hay que buscarla en la Economia Politica. En Bruselas, a donde me trasladé en virtud de una orden de destierro dictada por el sedor Guizot, hube de proseguir mis estu- dios de Economia Politica, comenzados en Paris..El resultado gene. ral a que Iegué y que, una vez obtenido, sirvié de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse asi: en la produccién social de su vida, Jos hombres contraen determinadas relaciones necesarias ¢ indepen: dientes de su voluntad, relaciones de produccién, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas ma- teriales. El conjunto de estas relaciones de produccién forma Ia es- tructura econémica de la sociedad, Ia base real sobre la que se levanta, Ja superestructura juridica y politica y a la que corresponden deter- minadas formas de conciencia social. El modo de produccién do 1 vida material condiciona el proceso de la vida social, politica y e ritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su con- Ciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas ©. Marx. Contribuetén a Ia eritlea de la filosafia hegeliana de! derecho, (W. de ta Bate ** C. Marx. Contribuclém a Ia erttlea de In filowfta hegeliana dst derecho, Introduecién. (i. de le Edit) PROLOGO DE LA CONTRIBUGION ALA CRIT. DE LA ECONON, POLITICA 183 roductivas materiales de la sociedad entran en contradiecién con ae ales real ecccne tiene neta exprosién juridica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de'las cuales se han desenvuelto hasta alli. De formas de dessrrollo de Ins fuerzas produotivas, estas rolaciones se convierten en trabas suyas. Y se abreast una época de revolucin socal. Al cambiar a base tconémica, se revoluciona, més 0 menos rapidamente, toda Iain- mensa superostructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas revolucioues, hay que distingui siempro entre los cambios materia; tes oourides on Tas condiciones econémican de produccion 4 ja exactitu fa de las ciencias naturales, Pande rei efdica, politics, religion, atistics 0 floslicas, 2 a palabras formes Ideoldgicas en que los hombres adquieren Conciensia de este conflicto y Iuchan por resolverlo. Y_ del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de Sh no podemos juagar tampoco a estas époeas de revolucién por su Gonciencta, sino que, por el contrario, bay que explicarse sta con- Ciencia por las contradicciones de la vida material, por el confics existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de produccion. Ninguna formactén social desaparece antes de que so desurrollen todas las fuersas productivas que caben dentro de ella, yy jamés aparecen nuevas y més altas relaciones de produecién antes de que las condiciones materiales para su existencia bayan madura en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, 1a humanidad so propone siompre Gnicamente los ebjetivos que puede aleanzar, puss, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos s6lo brota ‘cuando ya se dan 0, por lo menos, se estan gestando, las condiciones materiales para su realizacién. A’ grandes rasgos, podemos designar Gomo otras tantas épocas de progreso, en la formacién econémica de la sociedad, el modo de produccién asidtico, el antiguo, el feudal y el moderno ‘burgués. Las relaciones burguesas de produccién son Ta iltima forma antagénica del proceso social de produccién; antagé- nice, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un anta gouismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los indi duos. ero las fuersas produstivas que se desarrollan en el seno de Ia sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solucién de esto antagonismo. Con esta formaci See a eae Federico Bugels, con el que yo mantenia un constante intereambio escrito de ideas desde Ie publicacién de su genial bosquefo sobre le eritica do la eategorins econ6micas® (en los Analesfranco-alemane), habia iegado por dstinto camino (véase su Libro La situactin de lt clase obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo. Y cuando, * PF, Engels, Bo-yucjos pare ta erittea de ta Econamta Politica. (W. de a a) —$—— eee Pea MARX Ja primavera de 1845, se estableci6 también en Bruselas, acordamos contrestar conjuntamente nuestro punto de vista con el ideolégico de la filosofia alemana; en realidad, liquidar cuentas con nuestra con- ciencia filosdfica anterior. El propésito fue realizado bajo la forma de una critica de la filosofia posthegeliana*. El manuscrito —dos gruesos voliimenes en octavo— Ilevaba ya la mar de tiempo en West- falia, on el sitio en que habia de editarse, cuando nos enteramos de que ‘nuevas circunstancias imprevistas impedian su publicacién. En vista de esto, entregamos el manuscrito a la critica roedora de los ratones, ‘muy de buen grado, pues nuestro objeto principal: esclarecer nuestras propias ideas, estaba ya conseguido. Entre los trabajos dispersos en que por aquel entonces expusimos al piblico nuestras ideas, bajo tines 1 otros aspectos, sélo citaré el Manifiesto del Partido Comunista®* redactado por Engels y por mi, y un Discurso sobre el librecambio, que yo publiqué. Los puntos decisivos de nuestra concepeién fueron expuestos por ver primera, cientificamente, aunque sélo enforma polémica, en la obra Miseria de la Filosofta, etc., publicada por mi en 1847 y dirigida contra Proudhon. La publicacién de un estudio escrito en aleman sobre el Trabajo asalariado*** en el que recogia Jas conferencias que habia dado acerca de este tema en la Asocia~ cién Obrera Alemana de Bruselas*, fue interrumpida por la revolu- ign de febrero‘, que trajo como consecuencia mi abandono forzoso de Bélgica. La publicacién de la Nueva Gaceta del Rin® (1848-1849) y los acontecimientos posteriores interrumpieron mis estudios econémi- cos, que no pude reanudar hasta 1850, en Londres. Los inmensos materiales para la historia de la Economia Politica acumulados en el British Museum, la posicién tan favorable que brinda Londres para la observaci6n de la sociedad burguesa, y, finalmente, la nueva fase de desarrollo en que parecia entrar ésta con el descubrimiento del oro de California y de Australia, me impulsaron a volver a empezar desde el principio, abriéndome paso, de un modo critico, a través de los nuevos materiales. Estos estudios me levaban, a veces, p si mismos, a campos aparentemente alejados y en los que tenia que detenerme durante més v menos tiempo. Pero lo que sobre todo me mermaba el tiempo de que disponfa era la necesidad imperiosa de trabajar para vivir. Mi colaboracién desde hace ya ocho afios en‘el primer periédico anglo-americano, el New York DailyTribune™* me cbligaba a desperdigar extraordinariamente mis estudios, ya que sélo en casos excepcionales me dedico a escribir para la prensa correspondencies propiamente dichas. Sin embargo, los articulos sobre los acontecimientos econémicos més salientes do Inglaterra + G. Marz y F. Engels. La tdeologte alemena. (WN. de ta Edit.) #5 Vease la presente recopilacton, pags. 260 (N. de Ta Edit.) +46 Vase In presente recopilaci6n’phgs. 0902 (N. de ta dit.) PROLOGO DE LA CONTRIBUGION ALA CRIT. DE LA ECONOM. POLITICA 165 ntivente formaben una parte tan importante de mi, colabora- continent or pligabe a femiliarizarme con una serie do detalles Meta Gata dela cionela Propia- yel t Gién, que esto me obligaba a familic do cardcter préctico situados fuera ‘mente econdmica. ‘Este esbozo sobre la trayes Economia Politica tiende simp) ea ae de largos aiios de concienzuda investigacién. Y a la puerta de da Ae ea Ogni vilté convien che qui sia morta’ C. Marz Londres, enero de 1859. ‘Se publica de acuerdo con el texto del libro. ‘Traducido del alemén. Publicado en el libro: Karl ‘Marz. slur Kritie der politischer Ockonomtes. Erstes He Berlin, 1859 © Déjee agut cuanto sea recto, See aa cea wiesa. (Dante. La Divina Comedla.)(W. dele Edlt.)

You might also like