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ener ACR eae aan) Cet ranita que sale del GR aut) Pees Ce ey teed Chateau ao eee Conese ek Bree tae eres Por Virginia Morell ara las ranas y los amantes de las ranas la LI} noche era perfecta: oscura, hiimeda y calu- rosa, Caia ademds una persistente lluvia que rartilaba las anchas hojas de los érboles del bosque de Papua Nueva Guinea y resbalaba hasta cl arroyo espumoso a mis pies. A unos pa~ sos, una furiosa caida de agua se precipitaba ‘contra un montén de rocas. Como celebrando aquel mundo liquido, de todas direcciones lle- gaban los chirridos, zumbidos y crujidos del canto de las ranas. El herpetdlogo australiano Stephen Richards, tun hombre de 30 anos, ha pasado buena parte de su vida recorriendo los bosques de Papua ‘Nueva Guinea y Queensland, Australia, en bus- ‘cade ranas, sus esfuerzos se han visto corona- dos con decenas de especies nuevas que puede mostrar al mundo. Y segiin explica: “Quien uiera capturar ranas tiene que salir de noche” ero no una noche cualquiera; también, por lo general, es requisito la luvia. Para una rana, el golpeteo incesante de las gotas de Iluvia es una sefial de que ha llegado el momento de encontrar ‘pareja. Las ranas macho se retinen cerca de las. ‘eorrientes y las charcas para llamar con su recla- ‘mo a las hembras y avisar a sus posibles parejas dénde estan y por qué ellos ~y no otros machos- deben ser los elegidos. Pero sus voces cumplen otra funcién fortuita: ayudan a los cientificos ‘como Richards a encontrarlas. Muchas especies de ranas llevan vidas sosegadas y secretasy como Joexpone Richards, “sino emiten su reclamo, en- contrarlas puede ser muy dificil’ Determinar el paradero de las ranas ha sido desde siempre una de las habilidades bisicas de todo herpetélogo, pero en los dos ultimos dece- nos, conforme la poblacién de ranas ha descen- dido de modo alarmante en todo el mundo, ha cobrado mayor importancia; se ha convertido en un instrumento cada vex més esencial para vigi- lar la salud de las poblaciones y las especies de ra- nas ¢ identifcar las causas de la precipitosa declinacién de algunas especies. Alli, en las re~ ‘motas montafias Star, en el oeste de Papua Nue- vva Guinea, las ranas parecen saludables y sus poblaciones estables. “Pero, qué sabemos en rea- lidad de sus poblaciones? ~pregunta Richards-. 34 Fotografias de George Grall Apenas empezamos a identificar a las especies que viven aqui. Es la misma situacién de muchos otros lugares. Podriamos estar perdiendo espe- ‘ies de ranas que no hemos visto jamais” ‘Quienes se ocupan de estudiar a las ranas, al igual que los estudiosos consumados de las aves, pueden identificar una especie por su ‘canto, por lo que Richards recita una lista com- pleta de las especies que esta por capturar. “Aqui hay tres especies de los géneros Litoria, ‘Nyctimystes y Rana.” Entonces, con paso preci- 50, vadea la corriente, asciende a gatas por la pared donde cae el agua y desaparece en el bos- ‘que; lucgo reaparece y grita por sobre el rumor del agua que se precipita: “Miren esto: son un par de Nyctimystes y estan en amplexo” ‘Noes precisamente facil observar la conduc- ta de las ranas en Ia naturaleza, pero Richards hha encontrado una pareja trabada en pleno apareamiento. Luego atraviesa los helechos y Jos matorrales para poner su premio al alcance de mi mano. En ésta, como en muchas otras especies de ra- nas, a hembra es sustancialmente mayor en ta- ‘majo que el macho y de un intenso verde jade jaspeado; cubre casi por completo el largo de la palma de mi mano, mientras que la longitud del ‘macho es de apenas la mitad. Este la tiene sujeta con sus cojinetes nupciales —pequenias estructu- ras en forma de espina que se encuentran en la superficie interna de cada pulgar-, justo arriba de los miembros delanteros y est montado so- bre su lomo, como un jinete. Nada lo podria cambiar de postura, ni el brillo de nuestras lim- paras ni nuestras largas miradas inquisitivas. “Me parece que acaba de escogerlo —dice Ri- chards y explica que en muchas especies las hem- bras escuchan los coros de machos que las rodean y luego se acercan al macho que eligen-. El curso de la naturaleza Las ranas cornudas de Suramérica se unen en un abrazo de apareamiento. En los estan. ‘ques de lluvias estacionarias, los macho fertilizan los huevos que ponen las hembras ‘mientras flotan en la superficie, En pocos dias inacerén los renacuajos; pocos sobrevivirén. NATIONAL GEOGRAPHIC, MAYO 2001 ragalyennis eae Contra viento y marea Un sitio de erianza para las ranas ninfa del bosque que se aparean en Panama es una fronda sobre una charca. Los embriones de los huevos recién depositados pronto nacerén (der). Ante un predador, los renacuajos pueden acer prematuramente y escapar al agua. Probablemente le dio unos golpecitos para ha- cerle saber quello habia escogido a él, y huego él se le trep6” Richards encontré a la feliz pareja por- que capt6 el brillo de sus ojos en un arbol cerca- no a la orilla del agua. “Ella habia empezado su viaje hacia el arroyo, donde va a desovar ~conti- niia-. Una vez que los huevecillos sean expulsa dos de su cloaca, el macho que escogié va a fertilizarlos. Pero miren dénde planea desovar: aqui, justo en la parte inferior de estas rocas dela corriente impetuosa, un sitio que parece ser el menos hospitalario para que una rana desove 0 Jos renacuajos crezcan; con tanta agua brotando existe la posibilidad de inundaciones o de que las. rocas los aplasten.” Y si, la eleccién era de sorprender; no obs- tante, los renacuajos de las ranas conocidas como de corrientes torrenciales afloran en este am- biente tumultuoso gracias a que han desarro- ado bocas més grandes con labios capaces de 36 succionar que les permiten adherirse a la su- perficie de una roca y alimentarse al mismo tiempo de las algas que crecen en ella Estas ranas son dignas de encomio, pensé. Encontraron la manera de sobrevivir en un am- biente adverso a un animal como una rana; con todo, lograron un triunfo extraordinario, a tal grado que en ese sitio habia numerosas especies de corriente torrencial y los renacuajos de todas ellas se habian adaptado a la vida en medio de las bulliciosas aguas bravas. Un hecho que, como estaba advirtiendo, constituye uno de los place- res que offece observar alas ranas: el descubri- miento de las muchas variaciones que han adoptado en su evolucién para desarrollar las actividades esenciales de la vida. Las ranas no NATIONAL GEOGRAPHIC, MAYO 2001 dejaban de aparecer en sitios ~desiertos dridos, montafas frias, altas caidas de agua~ donde no tendrian por qué estar. También manifestaron muchas formas distintas de apareamiento, deso- ve, crianza y captura de presas. Y mientras que Richards y otros cientificos estan descubriendo todas esas nuevas formas adoptadas por las ra- nas, estos anfibios estén desapareciendo, sus po: blaciones estan menguando, y la comunidad cientifica tiene atin que descubrir el porqué de sus declinaciones o cémo detenerlas. Las ranas han habitado en la Tierra cuando ‘menos durante 190 millones de aitos, y sus an- cestros, los primeros anfibios, aparecieron hace mis o menos 350 millones de afios. Los anfibios fueron los primeros animales con columna ver- tebral que caminaron en tierra firme; algunos eran grandes, del tamafio de cocodrilos, sin em- bargo al paso del tiempo evolucionaron hacia los tres érdenes de animales de menor talla que hoy se conocen: el orden Anura (ranas y sapos), el Caudata (salamandras y tritones) y el Gym nophiona (las cecilias, criaturas en forma de lombriz de tierra que habitan debajo de los montones de hojas caidas o en los arroyos). 08 ANUROS, ¢s decir as ranas y los sapos, son los més prolificos de los anfibios, como hhacen constar sus més 0 menos 4,500 es pecies hasta hoy conocidas, cifra que ha seguido creciendo a paso constante, pues en los tltimos afios los cientificos han descubierto mas 37 de 50 especies nuevas cada ano. Al igual que casi todos los anfibios, las ranas pasan cuando menos cierta parte de st vida en el agua. Aunque podria parecer que ello limita la variedad de lugares donde pueden vivir, se encuentran en casi todos los ambientes terrestres, desde la tundra értica hasta los mas dridos desiertos y desde los man- glares a nivel del mar hasta la meseta tibetana y sus 5,500 metros de altitud, Para sobrevivir en medios tan extremos, las ranas han desarrollado una gama impresio- nante de adaptaciones. La rana de los bosques de América del Norte (Rana sylvatica), por ejemplo, puede sobrevivir a las temperaturas gélidas hasta por un periodo de siete meses gracias a una sustancia natural anticongelante en su sangre que le protege los érganos. Ciertas especies de los bosques secos de Suramérica se- cretan una cubierta cerosa que les impide de: carse, mientras que unas ranas de Australia conocidas como retenedoras de agua almace: nan el vital liquido en la vejiga y bajo la piel para aprovecharlo durante las sequias. Otra rana ustraliana, que tiene la forma de una gran tor- tuga, pasa Ia mayor parte de su vida escondida bajo los monticulos que forman las termitas en los desiertos dridos, donde se alimenta exclusi- vamente de esos insectos, Igualmente fascinante es su conducta repro- ductiva. Muchas ranas y sapos viven una vida de multiples etapas en la que pasan de renacuajos a adultos por un proceso llamado metamorfosis. Existen cuando menos una decena de vias por las que las ranas pueden realizar ese proceso. La mis comtin comienza con los huevecillos fertli zados en alguna rebalsa; luego los ren: rnacen, se alimentan de algas y se transforman et ranas, Esta ruta, sin embargo, es incierta por la gran cantidad de predadores que acechan en el ‘n cambio, han desarro: agua. Muchas especies, Mado métodos que omiten la etapa en la charea. En el Parque Nacional de la Cordillera Palu ma, en Queensland, Australia, Adam Felton, colega de Richards en la Universidad James Cook, desciende por una ladera en un bosque tropical abarrotado de enredaderas. Durante varios meses Felton se ha dedicado a observar a un grupo de machos Cophixalus ornatus a cu- yos musgosos nidos nos lleva directamente a pesar de la negra noche. “Esta especie es un mi crohilido ~explica Fenton, usando el nombre més general de la familia-; todos los microhili- dos australianos presentan lo que llamamos desarrollo directo.” En otras palabras as se desarrollan dentro del huevo. El joven, largirucho y rubio Felton se detiene junto a un tronco en descomposicion y dirige Ia luz de su lampara sobre un tramo de tierra que marcé antes con la bandera roja que usan. Tos observadores de ranas. “;Ve usted ese hue: quito? Es el nido del macho, ¥ esas pelotitas cla ras son los huevecillos que est cuidando... 0 deberia estar cuidando, si estuviera aqui” Pare. ce que papa sali, Al no tener a la vista ningin macho adopta una posicién de rana para mos trar cémo el padre deberi acuclillado sobre los huevecillos, lo cual “los proteg mantiene hiimedos y puede incluso evitar que les crezcan hongos y bacterias” estar los El arduo camino a la vida Una arafa acecha a una ranita ninfa del bosque que acaba de salir de una charca. Como rena- cualo, la anita sobrevivié a libélulas, peces y camarones; en su etapa adulta, ha de evadir 2 murciélagos, aves y serpientes, asicomo a una humanidad sedienta de nuevas tierras. En muchas especies de ranas los machos son los encargados de proteger los huevecillos al 10s, como los Sphenophryne schlaginhaufen de Papua Nueva Guinea, van més lejos las ranitas suben al lomo del padre y deambulan con él por dias. Las ranas Darwin de Suramérica sorben los hucvecillos fertlizados y los conservan en sus sacos vocales hasta que las ranitas nacen. Aoaichnis clicryas En otras especies las hembras se encargan de procurar los cuidados paternos. La hembra de la ana de dardos venenosos (Dendrobates pumili) no sélo cuida de sus huevecillos sino que ademas transporta a los renacuajos una vez que nacen hasta las charcas 4} sn en los huecos de frboles o en la parte mela. Entonces los visita para dejarles huevos sin fertilizar para que se alimenten. La hembra del sapo de Surinam (Pipa pipa), una especie acustica, transforma su lomo en sitio de crianza. En su danza de apareamiento, la hembra y el macho nadan rabadilla contra rabadilla para de- positar los huevecillos fertilizados en sacos sobre el lomo de ella, cuya piel se cierra sobre éstos, protegiéndolos hasta que eclosionar se for erna de las hojas de bro: 39 Riemer Teco) eee ee eee eta rere een uke de rn es la més obvia de las amenaza®, nefo hay otras poco Ce ae eee eae yectos de investigacién han sido mjnimée. Les cient 0s advierten sobre (a posibiidad de que el cambio SE ee eerie Seren ae oe Sr etn aa eee ‘egin 168 cientificos, por suestrecho contacto con el Saree eee ey ree tae st eer ee Ce ies ees Pr rcrnss Prec Trentary Cena ss Peet eer) PN ULy sce ag rere enn ete La lengua mas rapida del Oeste Investigadores tientan a un sapo con un ‘gusano de seda al estudiar la capacidad de prolongacién de su lengua. Estos sapos pue- den desenrrollar su pegajose y larga lengua (der.) en una fraccién de segundo y tragar a ‘su presa completa sin que ésta pueda escapar. Hasta los renacuajos que se quedan solos presentan mecanismos de defensa. En Panam, el herpetélogo Stan Rand me Hleva a una charca donde la rana arbérea Agalyehnis callidryas ha dejado masas de huevecillos gelatinosos sobre las frondas de las palmas. Estos son el alimento preferido de una serpiente arborea que cuando encuentra los huevecillos los sacude, provocan- do que los renacuajos nazcan prematuramente. ‘Las probabilidades de sobrevivir 0 morir son iguales dice Rand, que al mover ligeramente Tos hu illos imita ala serpiente-; no se salva rin de enfrentarse a los depredadores de la charca, pero sino nacieran, la serpiente los de- voraria.” Entonces sacude a los renacuajos y de pronto varios huevecllos eclosionan. Los rena. ccuajos, de apenas seis milimetros de longitud, salen disparados y se precipitan hacia el agua y su propio destino, 2 Bufo woodhovs ombasl (OR MARAVILLOSAS que resulten todas, estas formas de adaptacién, ninguna supera -0 superaba- la que ostenta- ban las ranas de Australia del género que incubaba a su progenie en la cavidad gis- trica, Los investigadores citan las dos especies de este género como los ejemplos més sor- prendentes de lo que las ranas son capaces de hacer, Las ranas habitantes de los arroyos, que median cinco centimetros de largo, tra- gaban sus huevecillos fertilizados o sus rena- ‘cuajos, clausuraban su sistema digestivo y los incubaban; tras un mes, abrian la boca y re. gurgitaban a las ranitas. Keith McDonald ayud6 a vigilar a las dos especies conocidas de incubadoras gistricas casi desde que fueron descubiertas hace 25 aos. “En: de ojos. Estuve observando esta poblacién; re gresé tres meses después, y Fue cuando recibi golpe en el corazén.” Recuerda que las busc6 fie néticamente de aqui para alls junto al arroyo y volteando las rocas. Nadie ha vuelto aver una sola rana incubadora gistrica en libertad desde los anos ochenta, y no hay ninguna en cautiver iodo parece indicar que se extinguieron. Pero esta especie no es la tinica que ha desa- parecido o enfrenta tiempos dificiles. Desde la década de 1970, mis de una decena de especies de ranas de Queensland, sobre todo las que ha- bitaban en arroyos, han desaparecido en masa y de manera repentina. Al mismo tiempo, las ci- fras de muchas poblaciones de ranas de 4 protegidas del centro y el sur de América y el ‘este de Estados Unidos se han desplomado. En ciertos casos, como los de estas Iejanas monta fas de Queensland, al tras especies de ranas de Estados Unidos co ‘menzaron a presentar malformaciones en por- centajes alarmantes, en especial la presencia de extremidades posteriores deformes 0 adiciona les. Algo er do de manera adversa en las ranas, pero nadie sabia con certeza queé era ni cudntos factores debian tomarse en cuenta Ena actualidad, tras un decenio de exhausti vos estudios y programas de observa vestigadores tienen algunas pistas importantes. Algunas de las més reveladoras respecto a las rmuertes masivas provienen de los bosques tro- icales de Queensland. Re gadores se percataron de que un agente afectaba a las ranas de Queensland poco después dein ciado un estudio en el Parque Nacional de la Cordillera Paluma en 1989. Ese ano vivian cua. as cristalinas del nas poblaciones de ra- recieron en cuestin de pocos meses. 1 medio ambiente estaba influyen- ci6n, losin srds y otros investi- tro especies de ranas en las agi rroyo Birth yy; menos de dos afios después, dos de esas es cies habian desaparecido. McDonald habia notado que en el resto de Queensland la poblacién de otra especie, una rana diurna que habitaba muy cerca de las ranas incubadoras gistricas, comenzaba a reducitse. ‘Nunca habjamos prestado mucha atencién a Jas ranas diurnas porque estabamos fascinados con las incubadoras gistricas—dice McDonald-. mas eran muy comunes. Pero yo Las pistas de declinaciones Naar ae Se ea oe eee Peer eee erates eee elimatico y el comercio itegal de mascotas ee Peete algunas regione: perenne tty ea eee ct eres rio San Lorenzo, en Quebec, revelan fre ee ert ey alcanzan el 70 Serene Seer: eee fore eet ene neri Seen eer oer) een eect | Poreetnnnny 1 eee Para) reeks eee) eens Eleurerocseyius skyamaines Las batallas en la hierba Con una fuerza que hincha su longitud 20 mm, ranas macho Eleutherodactylus luchan por el torritorio de apareamiento en Peru. Una arre- mete de un salto sobre la otra (arriba) y ter: ‘mina por tomarla en un abrazo asfixiante (der.) para aplastarle el saco vocal. distrutaba el observarlas, ver cémo se bambo- Teaban. Y de pronto también se habian ido: En 1993, ély otros investigadores encontra- ron por casualidad algunas ranas diurnas ago- nizantes; fue una de las primeras ocasiones en que se encontraban ranas en la agonia de una muerte masiva. Recogieron algunos especime- nes ylos enviaron ya muertos a Rick Speare, es- pecialista en enfermedades infecciosas de la Universidad James Cook, Mientras las ranas australianas desapare- cian, también en los bosques tropicales de las montafas de Costa Rica el nimero de algu- nas ranas comenzaba a reducirse. El caso mas alarmante fue el del sapo dorado costarricense 45 (Bufo periglenes), que también desapareci6. Desde 1989 no se ha vuelto a ver un solo es- pécimen en estado salvaje. Aunque en el mis ‘mo habitat desaparecieron mas especies de ranas, sélo hasta 1996 tuvo un cientifico la oportunidad de estudiar una poblacién ago- nizante. Ese ano, la herpetéloga Karen Lips encontré ranas muertas y agonizantes en los altos bosques tropicales de Panama, yal igual ‘que McDonald, los envié a un experto en en fermedades. Dichos especimenes, junto con los provenientes de Australia y otros del Zoo- légico Nacional de Washington, D.C. llevaron al descubrimiento de un asesino de ranas hasta ese momento desconocido: un hongo ‘que se transporta en el agua y se conoce como hongo quitridio, A mavoriA DE LO quitridios evan a cabo la cdescomposicién de los materiales de las plantas; se conocen algunos que ¥ ‘como parisitos en plantas ¢ invertebra- dos, pero ésta es la primera especie descubierta capaz de infectar -y matar- vertebrados. Los cientificos no conocen atin el mecanismo por el cual el quitridio mata a las ranas. Speare sospe- cha que dicho hongo pudiera liberar una toxina en el momento en que consume la queratina ‘una proteina) de la piel de las ranas. Estamos en presencia de una nueva en- fermedad, del surgimiento de un patégeno”, comenta Speare; lo cual podria convertir al quitridio en una especie de enfermedad de zona critica para las ranas, comparable con el virus del Ebola en los humanos. Ese hongo se ha encontrado en 44 especies de ranas australianas y parece haber sido la causa de la extineién de cuatro, como las in- cubadoras géstricas. Las ranas més vulnera- bles viven al parecer en el agua, a altitudes mayores y més fas Varias de las especies de ranas estadouni dlenses que se sabe que murieron de la misma enfermedad tenian idénticas caracteristica. Se sospecha que el quitridio fue el principal causante de la declinacién repentina de las poblaciones de ranas en las regiones monta- fhosas de Centro y Suramérica. Pero los inves- tigadores no saben atin cual es el lugar de origen del quitridio ni como lego a América 6 Australia o qué pueden hacer para detener su propagacién en la naturaleza, El hongo quitridio no es, por supuesto, el \inico agente exterminador de las ranas. Las al- tas concentraciones de fertilizantes, la luz ultra~ violeta, algunos virus, los cambios climiticos y las especies invasoras, como las ranas toro y las truchas, también han contribuido a los proble- ‘mas de salud que las aquejan. El mayor problema ‘que enfrentan las ranas en estos momentos es la pérdida de su habitat. En realidad, los cientifi os saben muy poco acerca de la extensién de territorio que requiere cualquiera de las espe

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