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LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES* JOSE MIGUEL GAMBRA La teorfa de los predicables, como es sabido, tiene importancia fundamental para comprender Ja légica de Arist6teles y, en general, todo su pensamiento. Los modos de predicacién, sin embargo, no hallaron en la obra del Estagirita una exposici6n sistematica y com- pleta. Sdlo aparecen aqui y all4 retazos que luego compuso Porfirio, no con entero acierto, en su Introduccién a las Categorias. Lo que ya noes tan conocido es que, a lo largo de toda su obra, aunque princi- palmente en sus primeros tratados del Organon, Aristotcles hizo uso de una coleccién de leyes ldgicas apoyadas sobre esas funciones que son los cinco mods de predicacién, aunque tampoco esto aparece, en momento alguno, tratado con detenimiento en su obra . Pero creo que una ordenaci6n rigurosa de este género de reglas arrojarfa tanta luz sobre los Tépicos y las Refutaciones Sofisticas como la Isagogé sobre las Categorias. La intencién de este articulo es més modesta, pues ordenar un conjunto de reglas 0 de leyes es lo mismo que cons- truir con ellas un célculo, cosa que en este caso ofrece dificultades bastante serias’. Nos conformaremos, por tanto, con presentar, bajo cierto orden, las leyes de predicables que hemos hallado suficiente- mente fundadas en Ja obra de Aristételes. Hecho esto, mostraremos cémo el Estagirita usé ampliamente los modos de predicacién para re- solver buen mimero de los paralogismos que aparccen n las Refuta- ciones Sofisticas, con lo cual se hard manifiesta la utilidad de las mencionadas leyes. Para la presentacién de estas leyes hay que establecer una lista de los diversos enunciados simples, atendiendo a los modos de predica- cin o a la identidad, y un procedimiento simb6lico para representar- Agradezco a Angel dOrs la ayuda prestada en la elaboracién de este escrito Sobre todo porque, como se verd, este cAlculo tendria un mimero bastante elevado de funciones diferentes. 89 JOSE MIGUEL GAMBRA las. A este fin, lo primero que conviene ¢s enumerar los términos que, a juicio de Aristételes, pueden formar parte de una atribucién; luego habran de considerarse las relaciones de identidad y predicacién que entre ellos pueden establecerse. En orden a la predicacién las cosas? se dividen en cosas singulares y universales (An. Pr. I, 43a25 ss. y Cat. 2). Las cosas singulares, scan substancias como Cleén 0 este caballo, sean accidentes como este blanco 0 este conocimiento grama- tical, las desi gnaremos por medio de letras mindsculas. La cosas uni- versales como hombre © conocimiento, sean accidentes o substancias, seran designadas por medio de letras maydsculas. Para nuestro asunto no nos ha interesado distinguir entre las cosas singulares designadas por medio de un nombre propio y las que se nombran por medio de un demostrativo seguido de un universal (v.gr. este hombre). Sin embargo conviene considerar aparte el caso en que un objeto singular es designado por medio de un universal que s6lo a él corresponde, como ocurre cuando designamos a un indivi- duo por medio de la locucién "el que esté sentado". Esta manera de designar un individuo tiene un interés especial, como luego se verd, y por ello no utilizaremos para simbolizarlo una letra mintiscula, sino que nos serviremos de un signo de predicado universal (letra mayus~ cula) precedido del signo "I". 2 Arisisteles parece entender, de forma constante, que la atribucién o predica- cién (para lo cual emplea los verbos xarnyopéw -Cat. 3, 1b10; An. Pr. I, 27, 43425-, yw Cat. 2, 1420- € Undpxw -De Int. 5, 17422-) se da, no entre térmi- nos 0 conceptos, sino més bien entre cosas (np¢'ynara) o enue seres (Svra) lo cual casa perfectamente con su concepcién del enunciado asertérico: los enunciados Qdyos anopavrucds -De Int. 5, 1747) simples significan la atribucién o no atribucién de una cosa a otra, Aristételes, quizds por su realismo, tiende gustosa- mente a hablar de estas relaciones como si se dieran entre cosas, en vez de hablar de 1a composicién de signos o conceptos, pues aquello es fundamento de esto 3 Aristételes afirma que este modo de designar un individuo es un propio sélo especto de otras cosas y s6lo en alguna ocasin (Top. V, 129833). A nuestro jui- cio el fundamento de estas aserciones se encuentra en Ia concepcién aristotélica de la individualidad: los universales, por complejos que sean nunca pueden definir al individuo, que es inefable, Por ello las notas universales que permiten diferenciar a un individuo siempre deben ser accidentes que le caracterizan momenténeamente por relacién a otros objetos singulares, pero no pueden caracterizarlo absolutamen- te. 90 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES Con esto ya tenemos los términos 0 elementos de predicacion que necesitamos. Antes de enumerar los diversos modos de predicacién que pueden darse, debe sefialarse que s6lo los universales pueden predicarse cn el sentido propio de la palabra (An. Pr. I, 27, 43239) y que, por el contrario, pueden hacer de sujeto de predicacién tanto un universal como una cosa singular de cualquiera de los tipos que he- mos visto. La primera divisi6n de los modos de predicacién separa la predicacién por el accidente de las predicaciones esenciales. A su vez, éstas pueden ser por la especie, por el género, por la diferencia, por la definicién y seguramente, de alguna manera, también es predicacién esencial la de la propiedad‘. No presentaremos aqui el criterio de estas divisiones por razones de brevedad. Sin embargo, debe destacarse una caracteristica muy particular de la especie: asf como todos los otros modos de predicaciGn pueden realizarse tanto sobre individuos como sobre universales, la predicacién por la especie sélo puede tener individuos como sujetos®. 4 Los predicados esenciales son aquellos universales que son idénticos parcial 6 totalmente al sujeto universal o a la especie del sujeto singular. En cambio, los predicados accidentales no expresan lo mismo que el sujeto universal ni que la es- pecie del singular: el fundamento de la predicacién entonces no es la identidad de! sujeto y del predicado, sino la coincidencia de sujeto y predicado en una substancia singular, es decir en un compuesto de concepto y materia. Tal es, en resumen, a nuestro juicio, el fundamento metafisico de las dos principales clases de predica- cién (Cfr. Met. X, 9; An. Post. I, 21, 83220 ss.) 5 Me refiero naturalmente a las especies infimas, pues las especies interme- dias solamente son tales respecto de sus géneros superiores, pero cuando se predi- can de los inferiores universales o singulares se predican como géneros. La afirmacién de que las especies {nfimas s6lo se predican como especies de individuos se apoya sobre An. Post. Il, 13, 96b10, También se siguen del razona- miento siguiente: si un universal simple (con lo cual se excluyen las definiciones. Top. 1, 6, 10283) se dice de otro, expresara o no las notas que definen a éste. Si lo hace, las expresard parcial o totalmente, Si lo hace parcialmente se dird de 61 como género 0 diferencia (Top. I, 8, 103b12). Si lo hace totalmente sera idéntico por el nombre a su sujeto y de esta manera se dird de é1. Si no expresa las notas definito- rias del sujeto se diré de é1 bien porque uno y otro universales no tienen nada en ‘comiin mas que estar en la misma substancia individual, de modo que la predica- cidn seré accidental (Mer. V, 6, 1015b12; Top. I, 8, 103b16), bien porque el su- jeto esté en la definicién del predicado y, entonces, ser propiedad de aquél (An. 1 JOSE MIGUEL GAMBRA Para expresar simbélicamente los modos de predicacién recurrire- mos a. una notacién con estructura similar a las funciones monédicas, pero con superindices®, que indicaran los modos de predicacién con- forme a las siglas siguientes: por el género di = por la diferencia de = por la definicién por la especie por la propiedad a=por cl accidente De este modo tendremos que si a es Calias y B cs bipedo, Bdla viene a significar que bipedo se dice de Calias como su diferencia es- pecffica. En cambio, si A est4 puesto por hombre y B por animal B9A significa que animal se predica de hombre como género. La identidad entre dos cosas uniyersales o singulares puede ser de varias clases. Aqui solamente nos interesa la que Aristételes Hama identidad numérica, que se da cuando los nombres son varios y 1a co- sacs sdlo una (Top. I, 7, 102b9). Esta identidad cs, en otras pala- bras, una relacién que se establece entre dos términos cuando denotan exactamente los mismos individuos, aunque dichos términos difieran entre si por diversas razones. Y, precisamente, en atencién a estas ra- zones tendremos las diversas clases de identidad numérica: si la dis- paridad entre dos términos numéricamente idénticos es meramente nominal, entonces estaremos ante una identidad numérica por el nom- bre; si uno de los términos expresa una especie y el otro su definicién, tendremos una identidad numérica por la definicién; en fin, si uno ex- presa la especie y el otro una propiedad de esa misma especie, se trata de una identidad numérica por la propiedad (Top. I, 7, 103a7 ss.) Estos tres tipos de identidad numérica se dan entre términos co- munes 0 universales. Faltan por considerar dos modos de la identidad entre cosas individuales. El primero de ellos es el que se da entre dos nombres propios de un mismo objeto, y ¢s una identidad por ¢l nom- Post. 1, 22, 84a12 y I, 4, 73437). No queda lugar para la predicacién por la especie sobre un sujeto universal, © Este modo de simbolizar me fué sugerido por Alfredo Burrieza. 2 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES bre aunque entre individuos”. El segundo se da cuando una misma cosa es designada por un accidente universal utilizado como propic- dad de un individuo y por otro término singular cualquiera, y enton- ces tenemos lo que Aristételes llama identidad por el accidente (Top. I, 7, 103a30 ss.). Seran, pues, idénticos por el nombre Marco Tulio y Cicerén, pero idénticos por el accidente Sécrates y el que estd sen- tado, o el maestro de Platén y el que esta sentado, Cabe que entre los términos de una atribucién haya o no haya identidad numérica. Mas cuando se da semejante relacién, ya hay fundamento suficiente para predicar cualquiera de los idénticos del otro. Es decir, los idénticos son intercambiables en la atribucién. Para indicar que entre los términos de una predicacién hay identidad nu- mérica de algin tipo haremos uso del signo de la igualdad, junto al cual escribiremos las siglas del modo de predicacién por la definicién (de), por la propiedad (p) o por el accident (a). Para sefialar que la identidad que se da es por cl nombre, usaremos el superindice "n". Asf la formula A=?B significa que el universal A se dice del univer- sal B como su propiedad y que entre ambos hay una identidad por la propiedad. En cambio la formula IB=a expresa que un accidente B usado como propiedad caracterfstica de un individuo se dice con identidad por el accidente de la cosa singular a. En la lista de los mo- dos de predicacién posibles que ofreceremos luego climinaremos los casos de predicacién sin mds, cuando esa predicacién conlleve identi- dad. No aparecer4, por ejemplo, 8%A, dado que aparecerd la predica- cién con identidad B=4a. También suprimiremos, por razones de simplicidad, las atribuciones con identidad recfprocas de otras que ya aparezcan en el cuadro. Asi, aparecerd, por ejemplo, Bsa pero no ="1B. Finalmente eliminaremos también las predicaciones sin identi- dad donde el sujeto sea un individuo designado por medio de un acci- dente usado como propiedad de ese individuo, pues en tal caso se tra- ta de la misma predicacién que la que se da sobre cualquier otro tér- mino singular®. 7 No he hallado en Aristételes ejemplos de este tipo de identidad por el nom- bre entre nombres propios. ® El modo de predicacién sobre una cosa individual se determina por relacién a la especie de dicho individuo, Esto vale para cualquier procedimiento que tenga- mos de designar al individuo. Asi tanto cuando decimos “Sécrates es hombre" como cuando decimos "el que est. sentado es hombre" nos hallamos ante una pre- dicacién por la especie (Cfr. Top. I, 7, 103232). No porque se emplee un término 93 JOSE MIGUEL GAMBRA Hechas estas precisiones, se entender que todas las predicaciones posibles entre los términos arriba enumerados queden reducidas a las que aparecen en el cuadro siguiente: BPa —Sécrates es risible I Ba —Sécrates es animal con sujeto Sderates es hombre singular ‘Socrates es bipedo: lentre términos | (predicacién)) ‘Sécrates es chato que no son Sécrates es animal bipedo Jnuméricemente | TL Hidénticos con sujeto |B9A el hombre es animal univers] | B®A el hombre es bipedo modos (predicacion)| B°A el hombre es chato &e decirs ml B=PA el hombre es risible Jentre términos| B=“°A el hombre es animal bipedo juniversales | B="A cl abrigo cs gabén jentre términos |(predicacién) Jque son /niimericamente | IV. jidénticos Jentre términos| 8="b Marco Tulio es Cicerén singulares | IA=®a_Sécrates es el que est sentado (00 hay TA=*IB Bt macctro de Pltsn es et que predicacién) cestf sentado En principio deben bastar fSrmulas como las que aparecen en este cuadro para representar todas las proposiciones no cuantificadas con sujeto y predicado simples, dando al mismo tiempo a conocer el modo de predicacién que las caracteriza. Conviene, en todo caso, observar que las formulas del grupo IV no son propiamente predicaciones, pues carecen de términos universales usados como tales. No obstante, accidental ajeno al género del sujeto para designarlo, se hace accidental una predicacién como la que acabamos de ver. Por tanto, aunque "lo misico es hom- bbre” es una predicacién por el accidente (Met. V, 3, 1017a13) “el que es miisico es hombre" es una predicacién por la especie, supuesto que "el que es misico" se en- tienda como accidente usado a la manera de una propiedad de un indiv iduo. 94 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES como, de alguna manera, los nombres de cosas individuales pueden decirse de otros, siempre singulares (Cf. Met. V, 9, 1017b32), he- mos inclufdo en el cuadro las oraciones con términos singulares que siempre se fundan en una identidad. Las leyes ldgicas que con estas formulas pueden constituirse, usando los funtores enunciativos, ya forman una buena parte de lo que podria llamarse cAlculo de predicables. Mas adelante deberemos complicar este cAlculo afiadiendo los términos complejos, de modo que en él se incluyan otras leyes aristotélicas de interés nada despre- ciable, Aunque cl uso de estas leyes —esperamos que se vea con claridad al final de este escrito— fué una forma de razonar frecuentemente empleada y estudiada por el Estagirita, éste no pens6 en organizarlas como un calculo. Por cllo, un buen numero de las Ieyes que ofrece s6lo dice que si hay predicaciones de tal o cual tipo se puede concluir que se predica una cosa de otra, sin especificar el modo de predica- ci6n resultante. Esta es una de las mayores dificultades que deber4 superar el que quiera construir un célculo con estas leyes, pues si se desconoce el modo de predicacién que resulta de aplicar una ley, luego no cabe aplicar otra ley para establecer una cadena de deriva- cién. Seguramente esta dificultad puede salvarse completando la doctrina aristotélica de los predicables, aunque ello sea tarea Ilena de escollos. Mas como aqui tratamos de cefiimos alo que Aristételes dice, dejare- mos a menudo sin determinar el modo de predicacién, cuando los textos del Estagirita no permitan establecerlo con facilidad. Por esta raz6n apareccrdn frecuentemente formulas como BA, Ba 0 A=B, cn las cuales no se precisa el modo de predicacién. No obstante, cuando sea muy claro, aunque no explicito, nos aventuraremos a dar, entre paréntesis, tal precisién. Estos preémbulos son suficientes para que emprendamos la enu- meraci6n de leyes de predicables que dividiremos en tres grandes apartados: las leyes con estructura silogistica sin negaci6n, las leyes con negacién y las leyes con términos complejos. JOSE MIGUEL GAMBRA LEYES CON ESTRUCTURA DE SILOGISMOS AFIRMATIVOS. L. Es necesario que los enunciados (\éyov) de los géneros se prediquen de la especie y de las cosas que participan de la especie (Top. IV, 2, 122b9)?. Por enunciado debemos entender aqui el género unido a la dife- rencia especifica o cada una de estas cosas por separado (vid. infra ley 91). En cuanto al término especie ha de notarse que puede referirse a la especie infima o a las especies intermedias. Lo que participa de la especie intermedia son los individuos y las especies inferiores, de manera que la especie es género de aquellos y de éstas. Lo que parti- cipa de la especie infima son solamente los individuos de los cuales se dice como especie. Aceptadas estas precisiones, el p4rrafo citado sirve de fundamento para las leyes siguientes: 1) BA, AIG > BUC 2) Bea, ADC + BIE 3) BA, AIC — BIA 4) BOA, Aa + Bila 5) B=!A , Afa > Ba 6) BA, Ata > Bila 7) BOA, Aba > Bidla 8) B=°A 4 ASa > Be 9) BA 4 Ala = Bidila IL.- todo lo que se predica de una [de dos cosas numéricamente idénticas] es ne- cesario que se predique también de la otra, y, de aquello de lo que se predica una, es necesario que se predique también la otra (Top. VIL, 1, 152b27. Chr. ibid, 152432). ° Cfr. 5, 2a19 y 3b1. En estos textos se expresa la misma regla, pero res- tringida al género de Ia substancia. Las traducciones de los textos aristotélicos citados en este trabajo estén ins- piradas, por lo general, en las de Miguel CANDEL para los Tépicos y Refutaciones Sofisticas (Tratados de Légica, Gredos, Madrid, 1982), Luis M. VALDES VILLA- NUEVA para las Categorias (Teorema, Valencia, 1983), Alfonso GARCIA SUAREZ y Julian VELARDE para el De Interpretatione (Teorems, Valencia, 1977) y en lade Valentin GARCIA YEBRA para la Metaffsica (Gredos, Madrid, 1970). 96 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES IIL Es evidente que [...] no ¢s necesario que lo que es verdadero del accidente lo sea también de la cosa. Pues solamente a las cosas que son indiferenciadas en su esencia y que son una y la misma cosa, pertenecen todos los mismos. atributos (Ref. Sof. 24, 179834). Estos dos textos se complementan de tal manera que ¢l primero da una regla general que el otro matiza y restringe. El pérrafo II afirma que si una cosa se dice de otra con identidad, entonces cualquier pre- dicado de una de ellas se dice de la otra. En otras palabras, si tenemos en una de las premisas una de las maneras de decirse con identidad (grupos III y IV del cuadro) y, en la otra premisa, una predicacién cualquiera (modos de decirse de los grupos I, II y I) de tal manera que el sujeto sea uno de los términos de la primera premisa, entonces el predicado se dice necesariamente del otro término. El parrafo III restringe la regla anterior a los casos en los que la primera premisa tiene términos idénticos por la esencia: es decir que la primera premisa s6lo puede tener la estructura del grupo de modos de predicacién Ill y de a="b, pues los numéricamente idénticos por el accidente son los unicos que no son esencialmente idénticos. Conforme a estos textos, tendremos que son Icyes las formulas siguientes: 10) A=PB A C9A + CB 22) ASB A > cB 11) A=PB ACTA + CB 23) A="B A 2 clip 12) A=PB on C*A > CB 24) A > cp 13) A=?B 4 C=PA > C=B 258) A + Csl)B 14) BoA > 26) A 3 Csltela 15) ASPB ee 27) b > c=(B 16) BA > 28) a > Bib 17) Bn = 29) a = Bib 18) BA > 30) a = Bb 19) BA - 31) a > BOOM 20) Bon > 32) a = Bb 21) A="*B y > 33) A = Bit) Como los términos idénticos son intercambiables en la predicacién (si uno se dice del otro el otro se dice del uno) también valen, por las mismas razones aducidas, la serie de formulas que tienen la estructura siguiente: 97 JOSE MIGUEL GAMBRA 34) AsPBAC9B > CA atc.!9 Estos conjuntos de {6rmulas que responden al texto de Aristételes, han sido establecidos por simple combinaci6n de las diferentes posi- bilidades. El consecuente ha sido completado, en lo que al modo de predicacion se refiere, en los casos que no dejan lugar a duda. El signo de identidad que, a menudo, aparece en él se justifica facilmente por la transitividad de la identidad que, sin duda, acepta Aristételes (Top. VII, 1, 152a31 y Ref. Sof. 6, 168632). El procedimiento combinatorio empleado nos ha llevado a admitir algunas leyes un tanto extrafias, como las que llevan los nimeros 16, 17 y 20, que suponen Ia posibilidad de que una definicién tenga un género, una diferencia y una definicién superiores. Sin embargo, basta consultar los Tépicos (I, 5, 102a2) para que desaparezca nuestra extrafieza, El texto III también indica que determinadas férmulas de predica- bles no son validas. La primera parte de dicho texto afirma que lo predicado de un accidente no se dice necesariamente del sujeto del que este accidente se predica. Por consiguiente las formulas que siguen no son validas: *35) BtanC*B - Call *35) B'AnCOB + CA La segunda parte del texto IIT dice implfcitamente que cuando dos cosas no son esencialmente idénticas no es necesario que el atributo de la una se diga de la otra. Por atributo debe aqui entenderse un pre- dicado accidental, pues, de otro modo, no valdrfan, por ejemplo, las formulas numeradas del 1 al 9. Por tanto, lo que rechaza esta parte del parrafo II es que cuanto se dice por accidente de una cosa se predique 10 _Asf se obtienen otras veinticuatro leyes que tienen Ja peculiaridad de extraer como conclusién lo que era premisa y tomar como premisa lo que antes era con- chusién en las leyes respectivas 10-33, Por esta razn la forma de estas leyes no es apta para la demostraci6n, que tiene un orden absoluto de prioridad y posterioridad, y no admite que algo pueda indiferentemente hacer el papel de premisa y conclu- sin, No obstante estas leyes son stiles para la dialéctica donde el orden entre pre- misas y conclusiGn ¢s relativo al interlocutor. Por esto dice Aristétcles que el si- logismo que coneluye Ia esencia es un silogismo dialéctico (An. Post. II, 8, 93a13) y que la esencia no puede demostrarse (I... Il, 4, 91435 y Il, 8, 9339). 1. Las formulas precedidas de un asterisco son férmulas no vélidas. 98 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES necesariamente de aquello de lo que ésta se dice, a no ser que entre estas dos tiltimas cosas haya una identidad no accidental. No son pues validas, por ejemplo, estas formulas; 36) B8CACIA > BA +37) I ACA + Ca Notese que estas restricciones sélo atafien a los razonamientos que tienen en las premisas una predicacién accidental, y no a los que tie- nen en las premisas s6lo identidades por accidente, ya que éstas no son predicaciones. Efectivamente, por la regla de transitividad de la identidad arriba mencionada, son validas, entre otras, las siguicntes formulas: 38) as"b A cab 39) astlA a > 40) 1A="1B 4 = 41) @=4A 4 IA=*b > Las tres ultimas de éstas formulas tienen una premisa en que se di- ce algo por accidente, pero como lo que se dice de esa manera es sin- gular y no universal, no se trata de una predicacién y por tanto no afecta la restricci6n a estos casos. El texto II no sdlo dice que todo cuanto se predica de una de dos cosas idénticas se predica de la otra, sino que también dice que dadas dos cosas idénticas, si una se predica de una tercera también se predi- ca la otra. Pero esta vez no es el texto III el que ofrece las restriccio- nes de esta regla, sino que debemos recurrir a este otro parrafo: IV. En efecto admitimos que las cosas que son idénticas a una sola y la misma son también idénticas entre sf, y tal es la base de la refutacién del conse- cuente. Ahora bien, esto no es verdadero en todos los casos, por ejemplo, cuando se dice que A y B son la misma cosa que C por accidente: pues, a la ver, la nieve y el cisne son los mismos que lo blanco (Ref. Sof. 6, 168631), Aqui, dado el contexto, debe entenderse que si un mismo predicado se dice de dos cosas accidentalmente, no puede predicarse por ello una de la otra. JOSE MIGUEL GAMBRA Conforme, pues, al pérrafo Il y a las restricciones introducidas por TV, serén vdlidas tantas formulas como hay de la 10 ala 33, pero con la siguiente estructura. 42) A=PBABIC = AC ete. y por la reciprocidad de la identidad en la predicacién valdrén también Jas formulas de la seric siguiente: 43) A=PBAAIC + BC ate. ‘Sin embargo, no seran validas formulas como *44) C8A,C8B = BA precisamente por el texto IV. V..- justamente, del mismo modo en que las substancias primeras se comportan respecto de las demés cosas, asi también se comportan las especies y los ‘géneros de las substancias primeras respecto de todo lo demés, puesto que todo lo demés se predica de aquéllas; de este modo si dices de un hombre individual que es gramético, estés diciendo, consecuentemente, que tanto el hombre como el universal son graméticos; lo mismo sucede en todos los demés casos (Cat, 5, 3al). En este texto, donde "las demés cosas" se refieren a predicados accidentales, se viene a decir que si un universal se predica acciden- talmente de una substancia individual y ésta pertenece a un género 0 especie determinado, entonces de ese género o especie se predica ac- cidentalmente lo mismo que antes se habfa predicado de la substancia individual. Aunque este p4rrafo se restringe al caso de que la substancia oficie de sujeto de predicacién, nada impide extender la regla a los casos en que el sujeto es un accidente individual’. 12 fr. Met. V, 6, 1015b16 ss. donde Aristételes dice que hay unidad por accidente no sélo entre una substancia primera y un accidente (lo miisico y Co- risco) sino también entre dos accidentes de una substancia como lo miisico y lo justo. 100 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES Son validas, por tanto, las implicaciones siguientes: 45) B'a,CSa — B*C 46) BtanC®a — B*C VL.- Todo lo que se da en la especie se da también en el género (Top. II, 4, 111221). En esta frase, por hallarse en el contexto de los lugares del acci- dente, y por los ejemplos, "todo lo que se da" debe entenderse que hace referencia a los predicados accidentales. De ello se colige que cuando de una especie (el sujeto de una predicacién por el género) se predica un accidente, entonces se predica también del género. Es, pues, valida la formula siguiente: 47) BIAACIA + BC VIL.- Pero partes del enunciado son s6lo las de la especie, y el enunciado es del universal [...] Pero de la cosa eonereta, por ejemplo de este efrculo determi- nado y de cualquier individuo sensible o inteligible [...] de estos no hay de- finieién (Met. VII, 10, 1035638) [...] la definicién es del universal y de la especie (Ibid, 1036228), Si, pues, la definicidn y sus partes —género y diferencia— son s6lo del universal y de la especie y nunca del individuo, cuando de un individuo se prediquen aquellos, se predicar4n en raz6n de la especie ala que el individuo pertenece, de modo que también se predicarén de dicha especie. De aqui se sigue, no de manera tan explicita como en los textos anteriores, unas leyes evidentes que usaremos mds adelante: 48) Bla , C% + BIC 49) Bea , C!a + Bate 50) Ba » C's + Btic LEYES CON NEGACIONES. Hasta el momento sélo hemos usado dos funtores enunciativos diddicos. Sin embargo, en varios pasajes de Aristételes se hace tam- bién uso de la negacién, aunque aparentemente se emplea de maneras 101 JOSE MIGUEL GAMBRA diversas, Por lo que se verd a continuacién, todos estos usos se puc- den, a mi juicio, reducir a Ia negacién de un modo determinado de predicacién, Para fundamentar esta doctrina, no exenta de dificulta- des, conviene ver cada uno de tales usos, que son en ntimero de cua- tro. A) VIII.- En efecto, ninguna diferencia es de les cosas que se dan por accidente, como tampoco el género: pues no es posible que la diferencia se dé y no se dé en algo (Top. VI, 6, 144423). La palmaria afirmacién que contienen estas frases da pie a admitir como validas las f6rmulas siguientes: 51) B%a + —Bia 53) Bea — —B9a 32) BSA + BOA 54) BSA - —BA La negacién, en este caso afecta a un modo de predicacién muy determinado: —B#a, por ejemplo, no dice que B no se diga de ninguna forma de A, sino sélo que B no se dice como diferencia de A. Este mismo sentido adquiere la negacién en los textos que examinaremos a continuacién. IX.- la diferencia no es género de nada (Top. IV, 2, 122b16). Esto se expresaria simbélicamente por medio de la formula; 55) =((A8B v ASa) 4 (AX v AMb)) que, segiin el cdlculo de enunciados es equivalente a esta otra 56) (A9B 4 —A9a) v (ASIC 4 Alby de lo cual se deduce, por ejemplo 57) ASIC > —AB 13 13 Obsérvese que en este pérrafo se dice que si algtin universal es diferencia de algo, entonces no es género de nada. Ello viene simbélicamente expresado con el 102 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES donde otra vez la negacién afecta a un modo determinado de predica- cién. X.- todo lo que no se da en el género tampoco se da en 1a especie (Top. II, 4, 111230) Nuevamente tenemos, en este texto —separado por pocas Ifneas del texto VI— que "lo que no se da" se refiere a los predicados acci- dentales, de modo que el contenido de este texto queda expresado en Ja formula siguiente: 58) AD°CAC°B > —D8B donde la negacién también se aplica a un modo bien determinado de predicaci6n. B) La negacién, en otras ocasiones, no se restringe a un solo predica- ble, sino que se aplica, a un tiempo, a todos los modos de predicacién esenciales. En tal caso la negacién rechaza que el predicado se diga del sujeto como género, como diferencia, como definicién, o como especic. (No hemos hallado ejemplos donde se haga mencién de la negacién de la propiedad de manera que no se hace necesario dilucidar aqui si la propiedad es o no un modo de predicacién esencial). Para expresar en conjunto estos modos de predicacién, a veces emplea Arist6tcles el verbo participar (ueréxew) que, a este efecto, es expli- citamente definido con esta frase: "La definicién de participar de algo es admitir el enunciado (aéyov) de lo participado (Top. IV, 1, 121a11). Otras veces emplea la expresién "predicar esencialmente” (& 16 1€ ort xarnyopéctm). Veamos, pues, algunos parrafos donde Aristételes ofrece leyes del calculo de predicables con negacio- nes de esta clase. cambio de la variable que oficia de sujeto. En esto difiere esta fSrmula de las expresiones 51-54, donde se dice que si algo es accidente de una cosa entonces no es diferencia de esa misma cosa. 103 JOSE MIGUEL GAMBRA XL.- Todo lo que participa del género o es especie 0 es un individuo; en cambio la diferencia no es ni especie ni individuo: asf pues es evidente que la dife- rencia no participa del género (Top. IV, 2, 122621) Esto, traducido a nuestro lenguaje simbélico, se expresa por medio de la formula siguiente: 59) BOAACTA — BEC, “B%C ,—B="C que es equivalente, conforme al cdlculo de enunciados, al producto de estas tres formulas: 60) BIAACIA > —B°C 61) BIAACIA — BIC 62) BOA ACA — —B=0¢ Igualmente se colige del texto X esta otra ley: 63) B8anC%a — —B%a, Ba ,—Ba%a que se escinde en otras tres férmulas, de manera andloga al caso anterior. XIL- Es evidente, pues, que las especies participan de los géneros, pero no los ‘géneros de las especies: pues la especie admite el enunciado del género, pero el género no admite la definicién de la especie (Top. IV, 1, 121412). Lo que aqui se dice queda explicitamente expresado en la formula siguiente: 64) BOA > sA=¢eB ,—ASIB A ASB, lo cual es equivalente a la conjuncién de formulas siguientes, que, por tanto, también son leyes de este célculo: 65) BOA + —A=°°B 66) BOA + AB 67) BOA + —A9B 104 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES XIIL.- ¥ atin en os casos en los que la especie expuesta se predica como gé- nero, mirar si también el género dado como explicacién se predica esen- cialmente de aquellas mismas cosas de las que también se predica la especie, y, de manera semejante, si todos los superiores all género se predican asf también. En efecto, si hay alguna discordancia, es evidente que lo dado como explicacién no es ¢| género: pues si lo fuera, todos los superiores a 41, y €1 mismo, se predicarian esencialmente de aquellas cosas de las que también la especie se predica esencialmente (Top. IV, 2, 122431). Las leyes mds simples que este p4rrafo parece fundamentar, aten- diendo a nuestra interpretaci6n de lo que se predica esenciamente, son de este tipo: 68) C8BA-C9AA-CTAA-C=7°A > BIA Esta ley puede simplificarse conforme a la formula 55, de la cual se sigue que si una cosa es género de otra, entonces no es diferencia de nada. Por tanto, en el antecedente, puede suprimirse CA, pues ello ya esta implicito en CoB. De esta manera obtenemos, por tanto: 69) C8BASC9An—Ca%A > — BOA Vale igualmente la ley 70) C9BA=C9an—C=%p > —B0a Sin embargo, cl pérrafo XIII sirve de fundamento para leyes ms complejas como: 71) C8BAD9C ADEA A-D=%A > —COA Estas leyes se podrian complicar indefinidamente, segxin se fueran englobando cn el antecedente las "cosas superiores al género”, si no fuera porque este ascenso est4 limitado por los géneros supremos. Nos conformaremos, sin embargo, con las leyes hasta aquf extrafdas del texto en cuestién. Como puede verse, ¢] segundo tipo de negaciones que acabamos de considerar puede reducirse a las negaciones de un solo modo de predicacién, aunque ello en ocasiones da lugar a formulas bastante largas como ocurre en los tiltimos casos expuestos. 105 JOSE MIGUEL GAMBRA io) En otras ocasiones Arist6teles hace uso de la negacién pura y sim- ple, es decir de la negacién que afecta a todos los modos de predica- cién a la vez. Asi ocurre con las leyes implicitamente contenidas en este texto: XIV.- Adem4s respecto de las cosas que estén en un sujeto, nada impide que el nombre se predique algunas veces del sujeto, mientras que es imposible que se predique el enunciado (Méyov) (Cat. 3415) Este parrafo s6lo se refiere explicitamente a los accidentes de la substancia (las cosas que estan en un sujeto), pero, de manera similar a lo que hicimos en la interpretacién del texto V, la ley que aquf se enuncia puede, sin duda, extenderse a lo que se predica accidental- mente de sujetos que pertenecen a cualquier género ajeno a la subs- tancia. Aceptada esta ampliacién, conviene observar que el texto re- cién citado afirma la imposibilidad de que determinados predicados (los predicados esenciales de lo predicado accidentalmente) se digan del sujeto de 1a predicacién accidental. No se niega que un predicado se diga de determinada manera de un sujeto, dejando abierta la posi- bilidad de que se atribuya de otro modo, sino que la negacidn es completa. Esta negacién podemos, pues, representarla como una conjuncién de las negaciones de cada modo de predicacién. Conforme a ello te- nemos que el texto de las Cazegorfas arriba citado puede representarse por medio de las formulas siguientes: 72) B*A 7 CIB + CIA A Seq CK ,-CPA np = CA 73) BA A CoB + COA a A naCUA ACPA ny =C8A 74) BEA ACB + —COA , aC=!A , CSA ACPA ny —CPA a 75) BYa ACOB > —C9a 4, =C%a A-Ca 7—CPa n—C¥an—Ca 76) BY ACOB + Cia 4 Co A—Ctla ACP n—C8an—CPa 71) Ba ACB — —C9a n =C%a ACen -CPa n—=C*an—Coa ‘También podrian emplearse expresiones como Ca 0 CA, sin in- dicar el modo de predicaci6n, para sefialar este tipo de negaciones, de modo que la primera férmula quedarfa reducida a esta otra: 106 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES 78) BEAA COB + —CA Este tipo de negacién, como el anterior, queda pues reducido al primero. D) Hemos dejado para el final el caso de unas negaciones de proposi- ciones simples que, atendiendo a lo que Aristételes dice, no es facil ver de qué tipo de negacién se trata. He aqui los principales textos de donde surge la dificultad: XV.- Ademés debe considerarse si se predica del género la diferencia o la espe- ie 0 algo subordinado a la especie, entonces la cosa no estard definida: pues ninguna de las cosas mencionadas puede predicarse del género, puesto que el _género es lo que se dice sobre més cosas (Top. VI, 6, 144827) XVL- Ia especie hace de sujeto para el género, puesto que los géneros se predi- can de las especies, pero las especies no se predican, inversamente, de los géneros(Cat. 2b19) XVIL- De manera semejante hay que considerar también si la especie, 0 alguna cosa inferior a la especie, se predica de la diferencia: en efecto esto es impo- sible, puesto que la diferencia se dice sobre mAs cosas que las especies (op. VI, 6, 144b4). Simbolicemos moment4neamente la negacién presente en estos textos, cuya naturaleza nos resulta desconocida, por medio de formu- las similares a esta: —B’A, El primero de los textos da pié a la aceptacién de las siguientes formulas: 79) BOA ACOA + —B’C 81) BIA + —A’B 80) Ba ,C¥a + —B’C 82) B9AACB + —A'C De estas férmulas, las dos primeras afirman que la diferencia no se dice del género, la tercera que la especie no se dice del género y la cuarta que la especie de un género no se dice de otro superior a éste. La tercera de estas formulas expresa simbélicamente lo mismo que dice el texto XVI recién citado. 107 JOSE MIGUEL GAMBRA Las formulas que corresponden al tercer texto son las siguientes: 83) Ba,Cea + —C’B 84) BUA + —=A’B 85) BAA ASC + —C’B La primera de ellas niega que la especie infima se diga de la diferencia especifica, la segunda que la especie (sca 0 no iiltima) sc diga de la diferencia espectfica’ y la tercera que lo inferior a una especie (Ia es- pecie subordinada a otra especie que es su género) se diga de la dife- rencia de la especi Estos dos conjuntos de leyes expresan las condiciones en que dos universales, dentro de un mismo género, no se predican uno del otro. La regla general que parece regir este ambito puede expresarse como sigue: no se predican esencialmente los inferiores de los supe- riores ni género y diferencia mutuamente. Que el género no se predica esencialmente de la diferencia cs cosa que ya viene expresada por las leycs 59 y 63; que los géneros no se predican esencialmente de las especies por la ley 64. Pues bien, las {6rmulas 79-85 pueden facil- mente interpretarse como complemento de las anteriores para expresar la regla general arriba expuesta, de forma que los modos de predica- cién que en ellas se niegan serian los modos de predicacién esencial. Y asf por ejemplo, las férmulas 79 y 80 vendrfan a decir que la dife- rencia no se predica esencialmente del géncro, la formula 81 seria una repeticidn de la ley 64 y la frmula 84 que la especie no se dice esen- cialmente de la diferencia. Por consiguiente, si esta interpretacién cs exacta, las expresiones con interrogante deberian sustituirse en las le- yes 79-85 por la conjuncién de negaciones que significan la negacién de cualquier predicacién esencial. De esta manera obtenemos, por ejemplo, en lugar de 79 la formula: 86) BAA CSA + 484 ,4B9C ,B="C Se trata, pues, en los textos XV, XVI y XVI, de una negacién parcial del tipo B que deja abierta la posibilidad de la afirmacién segin 14 Esta interpretacién de la ley 84 supone que si algo se predica como diferen- ccia de otra cosa, esta iltima es especie de un individuo (es especie infima) 0 es gé- nero de un universal (es especie intermedia), Ello podrfa expresarse con esta for- mula B4A ~ A®a v ASC. 108 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES otros modos de predicacién. Y efectivamente, si tenemos que animal se dice de hombre como su género, es claro que de alguna manera se puede decir hombre de animal. Pero ,c6mo se produce esto? Facil es responder a esta pregunta si empleamos la cuantificacién del sujeto: cl género se dice universalmente de la especie, pero la especie no se dice universal sino particularmente del género. En otras palabras, dada la universal afirmativa también vale la conversa por accidente. Pero utilizando como funciones s6lo los modos de predicacién no ¢s cosa facil expresar esto mismo: el género se dice como tal de la especie, mas {c6mo se dice la especie del género? jy la diferencia del género? iy ¢l género de la diferencia? Estas cosas evidentemente se predican unas de otras y, sin embargo, no parece que ninguno de los modos de predicacién exprese adecuadamente la manera en que esto se produce. Hay aqui, sin. duda, una laguna en la teorfa de los predicables; pero la exposicién de los problemas que esto acarrea es cosa que supera los limites de este escrito. LOS SUJETOS Y PREDICADOS COMPLEJOS. Aristételes, en el De Interpretatione, distingue entre las afirmacio- nes 0 negaciones que son unitarias y las que son multiples. "Es unita- ria, dice, la afirmaci6n o la negaci6n que significa una cosa tinica res- pecto de algo tinico” (De Int. 8, 18412), La unidad de las oraciones unitarias no consiste, pues, en que los términos de la predicacién sean simples, sino en que su significado sea simple. Por consiguiente, ‘cuando los términos que ofician de sujeto y predicado, atin siendo simples, tienen un significado multiple, como ocurre con los términos equivocos, entonces la afirmacién no es unitaria (De Int. 5, 17a15). En cambio, cuando los términos que hacen de sujeto 0 de predicado son complejos, pueden, no obstante, constituir algo unitario (J. c. 17a13). Aquf s6lo nos vamos a ocupar de las predicaciones entre tér- minos complejos pues, como se ver4, en buena parte su estudio viene determinado por los modos de predicacién, Varios pasajes dedica el Estagirita a estudiar c6mo, a partir de pre- dicaciones con términos complejos se pueden establecer predicaciones con términos simples y viceversa. Sobre ellos se fundan unas leyes de notable interés para la légica de los predicables, aunque introducen en ella cierta complicacién. JOSE MIGUEL GAMBRA Las frases més representativas de dichos pasajes son estas cua- ‘tro: XVIIL- De las cosas predicadas y de las que resultan sujetos de predicacién, cuantas se dicen accidentalmente, bien de la misma cosa o bien de otra, no serdn unitarias (De Int. 11, 2187). XIX.- Asi, en cuantas predicaciones que no contengan ninguna contrariedad, si se substituyen los nombres por las definiciones, y se predican por sf mis- mas y no accidentalmente, en éstos serd verdadero hablar de la cosa determi- nada incluso simpliciter (De Int. 11, 21429), XX.- En efecto, lo que se da en una cosa a la que Je sobreviene un accidente, también se daré en el accidente tomado conjuntamente con la cosa ala que sobreviene, v. gr.: lo que se da en el hombre se dard también en el hombre blanco, si es que hay un hombre blanco, y Jo que se da en el hombre blanco se dard también en el hombre.(Top. V, 4, 133617) XXL- Toda diferencia especifica, junto con el género, produce una especie (op. VI. 6, 14308). Empezaremos por el pdrrafo XXI. Implicitamente dice que, si de una cosa se predica el género y la diferencia se obticne un predicado complejo que es idéntico a la especie de esa misma cosa. La identidad que asf se logra es sin duda por la definicién (Met. VII, 12, 1037b28). Son yalidas conforme a esto las formulas: 87) Bla, CSa,D°a — (CB)="9D 87) C8Dn BOD — (CB)=“D Estas f6rmulas, donde encerramos entre paréntesis los términos com- plejos, implican una importante dificultad para nuestra notacién: el género ha de ser el género préximo y la diferencia ha de ser tltima para que pueda concluirse 1a identidad por la definici6n entre la espe- cic y el compuesto del género y la diferencia. Si se tratara de géneros superiores y sus diferencias no habria identidad entre (CB) y D sino mera predicacién sin identidad. Para indicar que se trata del género y la diferencia inmediatos a la especie infima podria recurrirse a indices numéricos, de manera que la ley mencionada se veria transformada en la siguiente: 110 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES 88) Bola, Cola, Deas (CB)="°D Asimismo valdria la ley: 89) Banta, COMA, DOTA (CB)=4°D Sin embargo, como el uso de {indices numéricos introducirfa una complicacién excesiva, prescindiremos de ellos y sobreentenderemos el buen orden de los predicados esenciales que constituyen la defini- cién de una especie. Baste, por el momento, con la dificultad sobreafiadida que supone ¢l uso de términos complejos. Esta dificultad no ¢s nada desdefiable, pues, por ejemplo, las leyes de la definicién que acabamos de expo- ner, exigen la transformaci6n de todas las anteriores donde aparece la predicaci6n por la definicién con o sin identidad, ya que la definicion siempre es un término compuesto de género y diferencia. Asf, por ejemplo, la ley 19 deberfa escribirse de esta manera: 90) (AB)="*D ,C=P(AB) — C=PD Del parrafo XX también puede concluirse la ley inversa de la 87', segtin la cual, si dos téminos sirven de definicién de otro, entonces el primero es su género y el segundo su diferencia espectfica. Es decir: 91) (AB)=*C — AoC » BIC Volvamos ahora al pérrafo XVIII. En él se limita la posibilidad de componer varios predicados dichos de una misma cosa: cuando dos predicados son accidentales no cabe por ello establecer la predicacién compuesta de ambos. ‘Unas Ifneas més abajo Aristételes establece una nueva restriccién: no se puede concluir la predicacién compuesta de dos predicados di- chos de una misma cosa cuando uno est4 contenido en el otro, es de- cir, cuando uno forma parte de la definicién del otro (De Int. 11, 21al6). Estas restricciones 0 normas negativas para la combinacién de predicados de un mismo sujeto, evitan la construccién de paralogis- mos. Sin embargo, para colegir de ellas uma regla general positiva de derivacién hemos de suponer que no hay otras restricciones, lo cual Wt JOSE MIGUEL GAMBRA no parece tener nada en contra. Por tanto ser4 valida la norma positiva que reza asf: Cuando se predican por separado de una misma cosa dos universales, al me- nos uno de los cuales se predica de ella esencialmente y que no estén conte- nidos el uno en el otro (que no se predican esencialmente uno de otro), en- tonces se puede concluir Ia predicacién conjunta de dichos universales. De ello se sigue que son leyes las formulas siguientes: 92) Bean Cla + (BC)%%a 96) BEA ACA — (BC)=°°A 93) Boa ,C*a > (BC)a 97) BOAAC*A — (BC)A 94) (BC)*a ,D%a + (BCD)a 98) (BC)="A ,D'A — (BCD)A 95) Boa Aa + (BC)a —99) BOA ACSA —> (BC)AIS y no serdn vélidas, por la primera restricci6n, formulas como 100) Bn C% — (BC)a ni, por la segunda restriccién, formulas como *101) Ban C’a = (BC)a pues, como sabemos por 48, si B9a , Ca entonces B9C, de modo que B se dice esencialmente de C. Con esto no se ha agotado, sin embargo, lo que dice el pérrafo XVIII, pues también da pie para entender que las mismas limitaciones de la composicién de predicados valen para los sujetos. Es decir, un sujeto simple se puede combinar con todo lo que se diga de él no esencialmente. Esto es precisamente lo que viene a decir, no por medio de restric- ciones sino positivamente, el texto XX, que afirma que cuanto se dice de un sujeto se dice también de ese sujcto unido a su accidente. Valen Por tanto estas leyes légicas: 15 Nétese que los predicados que aqui se componen no se contienen o partici- pan el uno del otro: en las leyes 92 y 96, por ejemplo, se ve que uno no esté con- tenido en el otro por virtud de las leyes 59 y 63. La ley 96 es la misma que aparece arriba como 87’. La ley 87 se sigue de las leyes 92 y 49. 112 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES 102) B8AA(CD)="*A -» (CD)(AB) 103) B*AAC%A -+ C(AB) 104) B8A,CPA -+ C(AB) 105) B8AACSA -+ C(AB) 106) BSAAG*A > C(AB) En cambio no ser valida: *107) BAA CA — C(AB) porque A est contenido en B como el género en la especie. Falta por interpretar el texto XIX, que hemes dejado para el final en virtud de las dificultades que ofrece. En él no se habla de la com- binacién de sujetos o predicados, sino de la simplificacién de estos Uiltimos. Sobre esta operacién ofrece el citado parrafo una regla segiin la cual, cuando hay una predicacién compleja acerca de un sujeto, se puede concluir la predicacién simple, a condicidn de que los predica- dos se digan por sf mismos del sujeto y no por accidente, y a condi- cién de que no se opongan el uno al otro. Esta tiltima condicién es muy importante, porque impide que se concluya desde "Sdcrates es hombre muerto" que es hombre, dado que muerto se opone a viviente, que es género de hombre. Sin em- bargo, no atenderemos aqui a esta exigencia, ya que la representacién simb6lica de la oposici6n de conceptos conlleva, sin duda, notables complicaciones. Pero, aunque supongamos que no hay oposicién entre los univer- sales que constituyen cl predicado complejo, la interpretacién de la regla sigue erizada de dificultades. A primera vista, parece decir algo muy claro: si cada una de las partes de un predicado complejo se dice por si (i.e, esencialmente) y no por accidente de un mismo sujeto, entonces una y otra se predican separadamente de dicho sujeto. Pero, asi entendida, esta regla carece de todo interés, pues si ambos componentes se predican separadamente por sf, es una verdad de Perogrullo que se predican por separado. Es ms, semejante regla re- sulta completamente inutil para la cuestién que Aristoteles trata de resolver con ella, que no es sino la determinacién de un criterio de distincién entre los predicados complejos que pueden decirse por se- parado y los que no. Porque en algunos casos no cabe hacer tal esci- sién, como ocurre al pasar de "Homero es poeta” a "Homero es", y 113 JOSE MIGUEL GAMBRA en otros si, como al pasar de "este individuo es hombre blanco" a la afirmacién de que es hombre y es blanco. Tendemos a pensar, contra lo anterior, que la regla XIX dice que si una de las partes de un predicado complejo se dice esencialmente del sujeto, entonces ambas pueden predicarse por separado de dicho sujeto. Esta sf es una ley interesante, pues basta con conocer que uno de los elementos del predicado compuesto se dice de determinada ma- nera (esto es, por el género, la diferencia, la definicién o la especie) para que se pueda concluir que, no slo ese, sino también el otro ele- mento se predican por separado del sujeto. Esta segunda interpretaci6n tiene la virtud de resolver, de alguna manera, el problema planteado por Arist6teles. Efectivamente, en el caso de Homero no hallamos que ninguno de los predicados se diga esencialmente, de modo que no se puede por ello concluir que cada uno se predique por separado. En cambio, si se considera el predi- cado complejo "hombre blanco", se hallard que hombre se dice por la especie del sujeto, de modo que se justifica la predicacién separada tanto de hombre como de blanco. we esta manera de entender el parrafo XIX fuera acertada, valdria la ula: 108) (AB)CA(ASCVASICVA="°CyBSCVBSCVB=4C) > ACABC pero no serfa valida #109) (AB) ,(A°C vB®C) > AC ABC Sin embargo, debemos reconocer que esta interpretacién no se acomoda muy bien a los textos del Estagirita, y en especial a la forma en que resuelve el sofisma de Homero: Tomemos "Homero es algo", por ejemplo poeta jse sigue, pues, también que es o no? "Es" se predica accidentalmente de Homero; pues es porque es poeta y no por sf mismo por lo que se predica "es" (De Int. 11, 21426). En este parrafo —donde se defiende que "es" no se puede predicar simplemente de Homero dada la premisa "Homero es poeta"— por la locuci6n "se predica accidentalmente” no puede entenderse que hay predicaci6n accidental en el sentido usado hasta aqu{. Porque si le 14 LA LOGICA ARISTOTELICA DE LOS PREDICABLES diéramos ese sentido, como la predicacién por accidente es una pre- dicacién, habria de concluirse que "es" sf se predica de Homero. Algunos comentaristas (v. gr. CAYETANO, Jn Peri Hermeneias, Lect. VII, n. 281, en S, THOMAE AQUINATIS, Jn libros Peri Herme- neias et Post. An. expositio, Marietti, Torino,1964 y J. PACIUS, In Porphyrii Isagoge et Aristotelis Organum Commentarius, in cap. XI De Int. n.10, p. 95, G. Olms, Hildesheim, 1966), en consonancia con el ultimo texto han defendido que, en el parrafo XIX, cuando se dice que una cosa se predica por si y no por accidente, no se dice que esa cosa se predique esencialmente, sino que se predica por sf misma y No por otra cosa (segiin esto, "es" se predica de Homero porque de 61 se dice poeta y no por si mismo). Asf interpretada esta regla nada tendria que ver con el calculo de predicables. Creemos, sin embargo, que es, cuando menos, defendible el sen- tido dado arriba al p4rrafo XIX, aunque una adecuada justificacién de esto excede los limites del presente escrito, EL CALCULO DE PREDICABLES Y LOS SOFISMAS. Seguramente los pérrafos ofrecidos hasta aqui ya muestran, de manera fidedigna, que las leyes de predicables es uno de los recursos metodolégicos mas usados por Aristételes, sobre todo en los Tépi- cos, aunque también en obras posteriores. Pero para que ello se haga mAs evidente, vamos a exponer c6mo, gracias a este célculo, pudo Aristételes resolver unos cuantos de los paralogismos que se exami- nan en las Refutaciones Sofisticas. Y empezaremos por el caso mas patente: el sofisma de accidente. Entre los discursos que incluye el sofisma de accidente, s6lo pre- sentaré dos de ellos, pues los restantes casos tienen andloga solucién: A.-Corisco es el que viene El que viene es un desconocido para tf Luego Corisco es un desconocido para ti B.- El perro es padre El perro es tuyo Luego el perro es tu padre. 115

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