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Índice

Una presencia que me cuida


¿Qué es el Yo Superior?
La conexión con tu Yo Superior: la mejor experiencia de tu vida
¿Qué es el Cristo?
Conoce a tu Santo Ser Crístico: tu más querido amigo, guardián e instructor
Cómo volver a unirse con el Yo Superior
Transforma tu cuerpo, mente y alma con la llama violeta: el trampolín para
unirte a tu Yo Superior
Cómo proteger y sostener la conexión con tu Yo Superior
Supérate perdonándote y perdonando a los demás
Consigue lo que necesites del universo
Tu Yo Superior te ayudará a saber qué hacer con tu vida
Practica para transformarte en la imagen divina
El despertar de tu naturaleza divina
Ascender cada día
Decretos de corazón, cabeza y mano
NOTAS
OTROS TÍTULOS
Una presencia
que me cuida

Una noche, antes de nacer yo, mi madre tuvo una visión. La


despertó una resplandeciente luz a los pies de la cama. Era una
alta y palpitante columna de fuego blanco. «Es la Presencia de
Dios», dijo para sus adentros. Sintió que la envolvía en una
sensación de tranquilidad y consuelo. Y supo que la ayudaría en
el parto y cuidaría del bebé.
Esa presencia de Dios, en ocasiones llamada el Yo Superior,
me cuidó en el transcurso de los grandes y pequeños
contratiempos de la niñez y en las dificultades que me deparó la
vida adulta. También ha sido una fuente infalible de amor, guía,
inspiración y energía espiritual ilimitada.
Nunca sé cuándo el Yo Superior va a intervenir de manera
determinante en mi vida. Eso fue lo que aconteció una hermosa
mañana de primavera mientras estaba estudiando en la
Universidad de Boston. Salía a toda prisa por la puerta de mi
dormitorio cuando oí una voz interior que decía: «Ponte el abrigo
grueso». Sabía a cuál se refería. Era tupido y estaba forrado con
piel imitación alpaca. Pensé: «Es una locura, pero bueno, me lo
pondré».
Sin embargo, mi Yo Superior no quedó complacido. «Ponte los
guantes gruesos», ordenó la voz. «Debe de ser una broma», me
dije. «Me pondré el abrigo, pero no esos guantes tan gordos.
¡Hace un calor de espanto!» Así que me puse el abrigo y partí sin
demora, pues llegaba tarde a clase. Crucé la calle sorteando
algunos autos que estaban parados frente a mí en el semáforo. De
repente, ¡pum! Una bicicleta salió a gran velocidad por el lado de
uno de los vehículos, chocó contra mí y me derribó, circunstancia
que me sorprendió con las manos descubiertas. Aterricé sobre un
montón de escombros: el cuerpo quedó protegido por el abrigo,
pero las manos tenían rasguños.
Mi Yo Superior me había evitado sufrir lesiones graves, pero
no pudo hacer lo propio con mi testarudez. La lección que
aprendí ese día es que mantener el contacto con mi Yo Superior
es más valioso que cualquier otra cosa en la vida.
No es nuevo el concepto de que cada uno de nosotros posee
una Presencia personalizada de Dios. La historia revela casos de
personas que han visto esa Presencia. La describen como luz,
poder y gloria. Es la estrella que los Reyes Magos divisaron
cuando buscaban al niño Jesús. Es la columna de fuego que guió
a los hijos de Israel por el desierto, y la gloria de Dios que se
apareció a Moisés, a los profetas y a los místicos. Es el cuerpo de
la verdad que los budistas llaman «la suprema dimensión». El
libro tibetano de los muertos apunta que este cuerpo de la verdad
se aparece en forma de «enorme masa de luz» a los individuos
después de morir.1
Esa luz conforma asimismo una parte fundamental de la
espiritualidad occidental. Mi madre supo de ella por las obras de
Guy W. Ballard, cuyos Discursos del YO SOY tenía en su mesita de
noche. Este autor se refiere en sus libros a la Presencia YO SOY
como la fuente de todo poder, conocimiento y amor. Mi madre
también había leído las obras de Helena Blavatsky, quien fundó
la Sociedad Teosófica en el siglo XIX. Esta autora alude a «la
mónada divino-espiritual» como el origen de la sustancia vital.2
Ralph Waldo Emerson escribe acerca de la «sobrealma» (Over-
Soul), interpretándola como el principio que da vida a nuestro
cuerpo. Lo denomina la luz que «ilumina las cosas a través de
nosotros», la fuente del ingenio, la virtud, el amor, «toda la
sabiduría y todo lo bueno».3
Cuando te sientes unido a esta Presencia, así te sientes con
respecto a toda forma o aspecto de la vida. El místico
estadounidense Howard Thurman dejó escrito que a veces se
sentía unido a una «Presencia» cuando estaba en un bote
pescando en el río cerca de su casa de la Florida. «En algunas
ocasiones parecía que la Tierra, el río, el cielo y yo fuéramos a la
vez una misma pulsación del latido [...]. Llegaba un momento en
que por encima del simple latido, se percibía una sensación de la
Presencia que parecía estar hablándome [...]. Sin embargo, no se
oía voz alguna. No se veía ninguna imagen. No existía la visión.
Existía Dios».4
En las siguientes páginas se te muestran algunas técnicas para
conducirte a ese estado de unidad con la Presencia: tu Presencia
YO SOY.

Es un estado en el que sabes, estás en tu ambiente, tienes


recuerdos. Puedes utilizar dichas técnicas al margen de cuál sea
tu origen o doctrina religiosa. Cuando estés en sintonía con la
Presencia, atraerás hacia ti todo aquello que necesites: desde
alimentos y ropa hasta nuevas amistades e ideas brillantes. Es
más: aprenderás a entrar en ese estado de unidad a voluntad, y
sentirás la alegría, la paz y la autoridad que te corresponden
legítimamente por ser hijo o hija de Dios.
¿Qué es el
Yo Superior?

En la funda de oro está Brahmán [el Dios absoluto], puro, indiviso; es


brillante, luz de luces […]. En Él el Sol no brilla, ni la Luna, ni las
estrellas, ni centellea el relámpago. Él brilla, y todas las cosas atraen
luz de Él. En Su luz todo se torna radiante.
UPANISHAD MUNDAKA 2.2.9-10

Piensa en un sol, un sol espiritual. Su aspecto es blanco e


incandescente, pero tú lo sientes fresco. Porque eres parte de ese
sol. Eres luz, conciencia y energía concentradas, y posees un
potencial impresionante.
Este sol es la fuente espiritual de toda vida. Carece de
coordenadas espaciales. Y no hay distancia que le separe de ti.
Simplemente existe, es Espíritu puro. Es luz. Es Dios. Es tu Padre y
tu Madre. Se le denomina el Sol Central.
En otro tiempo te regocijabas por ser parte de ese sol. Te
deleitabas inmerso en la sensación de unidad con toda la
creación. Sin embargo, también querías experimentar con ese
potencial, con tu propia capacidad de crear, de infundir el
Espíritu a la Materia. Te adentraste en otras dimensiones, a veces
creando de manera perfecta y otras, imperfecta. Tal vez diseñaste
ciudades o jardines, elaboraste esculturas, o simplemente
permaneciste en estado de dicha con las criaturas de Dios.
Al viajar por el mundo de la forma entraste primeramente en
contacto con la imperfección. A medida que interactuabas con los
demás y acogías en tu seno la negatividad, la imperfección se iba
multiplicando y finalmente regresó a tu umbral como un bumerán.
Te enredaste con la creación imperfecta. Olvidaste lo que era ser
parte del Sol. Ya no te fue posible volver a tu estado original.
Perdido en la oscuridad, tu naturaleza ígnea se enfrió. Ya no
podías regresar al hogar porque no eras capaz de soportar el
impresionante calor del Sol en el cual se había forjado tu espíritu.
Tu alma se durmió, y olvidó sus orígenes y su potencial para crear
como Dios.
De todos modos, tu Padre y tu Madre lo habían previsto. Por
ello no te dejaron solo. Te dieron una réplica de ese Sol, una
Presencia YO SOY para que recordases en todo momento de dónde
viniste, y tuvieses siempre una vía de retorno. También te
ofrecieron un mediador que llenase el vacío existente entre tú y tu
Presencia YO SOY y despertase tu alma a su identidad perdida. A
este mediador entre Dios y el hombre se le llama el Yo Crístico.
Los dos juntos, la Presencia YO SOY y el Yo Crístico, conforman lo
que comúnmente se conoce como el Yo Superior.

¿Qué es la
Presencia YO SOY?

Aunque en ocasiones nos referimos a ella como la réplica de


Dios, es más que eso. Hoy día podemos producir réplicas de lo
que sea por millones. Pero no siempre se equiparan al original.
Un avión de juguete se parece al original pero no vuela. La
fotografía de un bebé que ilustra la portada de una revista no
puede gorjear ni hacer gorgoritos. Tu Presencia YO SOY, por el
contrario, no es sólo una imagen o una copia: posee todas las
cualidades del original. Es tu identidad divina personal, tu Yo
Divino. Y Dios es Dios: cada partícula de Él contiene la totalidad.
En este libro aprenderás más sobre tu Presencia YO SOY, sobre
tu contacto directo con el Sol Central y sobre cómo puedes
regresar por medio de tu Yo Crístico al estado de unidad con
Dios, tan cercano y en apariencia tan lejano. Aprenderás que
estás destinado a convertirte en tu Yo Superior. De hecho, tu Yo
Superior es tu Yo real. El Yo con el que te identificas hoy es tan
sólo una fracción minúscula del poderoso ser que eres.
Cuando establezcas contacto con ese estado de unidad,
descubrirás que puedes emplear de nuevo el poder que Dios te ha
conferido para crear. Y te regocijarás en la dicha que conociste
con Él en el principio. Serás capaz de revestirte una vez más a
imagen y semejanza de Dios, como Él te hizo en el origen.
La conexión con
tu Yo Superior:
la mejor experiencia
de tu vida

Joey trabaja de enfermera en una cárcel de alta seguridad


desde hace veinte años. La mayoría de sus compañeras
terminaron agotadas y tuvieron que cambiar de trabajo. Pero Joey
sigue cuidando de las personas que, como ella misma señala, «no
parecen importar a nadie».
¿Qué la hace aguantar? Ella cree que es la relación con su
Presencia YO SOY y Santo Ser Crístico lo que le permite seguir
adelante, cuando otras han tirado la toalla. Siente que ambos la
inspiran y dirigen durante el día. «Es lo único que me mantiene
viva, saludable y todavía en este empleo. De lo contrario, lo
habría dejado hace mucho tiempo», afirma. De hecho, su
Presencia YO SOY le inspiró en cierta ocasión a iniciar una
silenciosa revolución que le salvó el empleo a ella y a otras
trescientas profesionales de la salud en el sistema penitenciario
del condado.
Joey opina que su Presencia le procura asimismo la protección
espiritual que le hace falta para realizar su labor. El ambiente de
trabajo es, cuando menos, hostil. Algunas enfermeras han sido
raptadas. Los miembros de algunas pandillas han provocado la
rescisión de contratos de los empleados que les ofenden. Y
muchos de los presos han demandado judicialmente al condado
con el fin de obtener un mejor trato. Las enfermeras se ponen
trajes a prueba de balas incluso antes de entrar en algunas zonas
de la cárcel. Cuando Joey hace la ronda, la acompañan dos
agentes de seguridad.
Cada día pide a su Presencia YO SOY y Yo Crístico energía en
forma de luz y protección. Pide que la envuelvan en un cilindro de
luz. Cree que esa energía la sostiene y le permite llevar amor a
los presos sin sufrir el impacto de los insultos, el lenguaje injurioso
y las amenazas que profieren contra ella. Define la energía que
su Presencia le envía como una boya, un salvavidas que la rodea
y aísla mientras lleva a cabo las tareas más difíciles.
Joey es responsable de someter a los presos a las pruebas de
enfermedades contagiosas, incluidas el sida y la tuberculosis.
Según ella, la luz de su Presencia es lo que le permite continuar
con su trabajo, incluso en los momentos más dolorosos, tales
como aconsejar a una víctima de violación o informar a un preso
de que es seropositivo.
A Joey le despierta el instinto maternal el trato con muchos de
los presos, a quienes llama «mis chicos». Ellos, a su vez, sienten el
amor que ella les brinda e intentan corresponderlo. Le regalan
crucecitas que hacen trenzando los hilos que arrancan de los
calcetines y advierten a otros internos que no la amenacen: «No
te atrevas a tocar a esa enfermera», espetan.

La revolución silenciosa
Bastante difícil resultaba trabajar en ese entorno, con que
mucho más lo era luchar para mantener el empleo. Un día, Joey y
sus compañeras se quedaron estupefactas al enterarse de que
iban a quedarse sin empleo por un recorte de personal. El consejo
de supervisores del condado y el Departamento de Correccionales
estaban estudiando un plan que preveía prescindir del personal
sanitario de las prisiones al cabo de seis semanas, y reemplazarlo
por personal menos cualificado que cobraría sueldos inferiores.
Parecía un hecho consumado.
Joey sabía que iba a perder su empleo y que los nuevos
trabajadores no serían capaces de ofrecer a los pacientes el nivel
de cuidados que éstos precisaban. Presagiaba una pesadilla de
violencia al alza e incluso de motines, así como un aumento en
los casos de enfermedades contagiosas. Tanto ella como las
demás enfermeras estaban consternadas. ¿Cómo podían
enfrentarse con el condado?
Joey apeló a su Presencia: «Dime qué debo hacer. Soy todo
oídos». Ésta le dijo que llamase a su ex jefa, una enfermera del
sistema público sanitario. Para sorpresa de Joey, dio la
casualidad de que aquélla tenía acceso a investigaciones sobre
planes similares que se habían ejecutado en otras prisiones. «Me
percaté de que contaba con un análisis contable y financiero con
fechas: tenía la información más precisa que existía en todo el
país sobre este tema», explica Joey. La información mostraba que
la privatización del sistema de salud de las prisiones no iba a
ahorrar dinero sino más bien todo lo contrario: costaría más.
Joey fotocopió la información, la resumió en una carta de
protesta y la llevó al trabajo. Denominó este proceso «la
revolución silenciosa». Al poco tiempo reunió cientos de firmas.
Incluso los internos más conflictivos empezaron su propia
campaña con cartas de protesta contra el plan.
En cada etapa su Presencia le indicaba qué debía hacer. «Me
limitaba a preguntar en oración cada día “qué debo hacer”; y la
respuesta era muy directa. Fui guiada en cada paso que di.»
El día de la audiencia ante el consejo de supervisores se
presentaron cien miembros del personal sanitario, ejerciendo Joey
de portavoz. Sólo tenía un minuto para inclinar la balanza a su
favor.
«No tenía ni idea de lo que iba a decir cuando subiera al
estrado», recuerda. Fue entonces cuando su Presencia YO SOY y Yo
Crístico se hicieron cargo. «Lo único que hice fue decir las
palabras que veía en mi mente y todo salió a la perfección.»
El consejo replanteó la cuestión y votó a favor de estudiar otras
soluciones. El resto del personal sanitario quedó sorprendido y a
la vez entusiasmado. «¡Lo conseguiste, nos salvaste!», gritó el
cirujano maxilofacial. Tres años más tarde, los servicios sanitarios
siguen sin haberse subcontratado.
Joey prosigue su labor con los prisioneros. Y con las oraciones
dadas a su Presencia YO SOY: el poder que la hace seguir adelante
y guía su vida.

Beneficios complementarios
Joey tuvo ocasión de experimentar sólo algunos de los
beneficios que entraña la comunión constante con el Yo Superior.
Obtuvo guía, dirección, amor y apoyo en una situación difícil.
También pudo reconectarse con su talento latente: hablar en
público.
Todo el mundo posee ese tipo de talentos, que se encuentran
almacenados a modo de «tesoros en el cielo». En la gráfica de tu
Yo real (imagen de la portada) aparecen dibujados en forma de
anillos coloreados, en torno a la figura superior. Dichos anillos,
que en realidad son esferas dentro de otras esferas, representan el
Cuerpo Causal, esto es, el almacén de la energía que has
calificado de manera positiva en ésta y en vidas anteriores.
¡Fíjate en eso! Toda la energía que has utilizado positivamente,
toda la energía que has dedicado a amar, cuidar, crecer y
aprender, está a tu disposición.
El Cuerpo Causal es la morada que has creado para tu
Presencia YO SOY. Puedes pedirle que te entregue los talentos que
tienes acumulados a fin de emplearlos para hacer más buenas
obras.
En cuanto experimentes la unidad con tu Presencia empezarás
a recibir guía y dirección así como una mayor destreza para
usarlos. Conocerás incluso mayores bendiciones al avanzar hacia
la unión permanente con la Presencia.
Cuando hizo la ascensión, Jesús se unió a su Presencia YO SOY.
Para alcanzar esta meta, debes ante todo identificarte con el Yo
Crístico, que es el Cristo Universal individualizado para cada uno
de nosotros. El Yo Crístico te hace despertar a tu identidad como
hijo o hija de Dios y te ayuda a recorrer el camino que te reunirá
con la Presencia YO SOY.
Aun cuando la Biblia describe la ascensión relatando que Jesús
subió hacia las nubes, se trata en realidad de un proceso
espiritual consistente en la aceleración de la conciencia.
Asimismo, nos convertimos en uno con la Presencia YO SOY al
avanzar hacia la transfiguración espiritual, la resurrección y la
ascensión.
¿Qué es el Cristo?

Jesús les dijo: «He venido a mostrar las posibilidades humanas. Lo que
yo he creado todos los hombres pueden crear. Y lo que yo soy todos
los hombres serán».
ANTIGUO MANUSCRITO TIBETANO CITADO POR EL ANTROPÓLOGO RUSO NICOLÁS
ROERICH EN SU OBRA HIMALAYA (1926)

Tú tienes un Yo Crístico. Yo tengo un Yo Crístico. Sin embargo,


no estamos acostumbrados a identificar otro Cristo más que el de
Jesús. Lo que mucha gente ignora es que Cristo proviene de la
palabra griega Christos, que significa «ungido». A Jesús se le
llama el Cristo porque se unió a su Yo Crístico de manera que fue
ungido con la luz de Dios, la Presencia YO SOY. Cada uno de
nosotros puede también unirse a su Yo Crístico.
Muchos de nosotros pensamos que sólo Jesús puede ser el
Cristo porque el cristianismo nos dice que Jesús es el único Hijo
de Dios. Este concepto se origina en un malentendido del
Evangelio según Juan, concretamente el primer capítulo, que
describe el Verbo de Dios.
Juan 1:14 reza: «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre
nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre».
A primera vista esta frase nos indica que Jesús es el Verbo, el
único Hijo de Dios. Mas los lectores de Juan que entendían el
concepto griego de Verbo, el Logos, lo interpretaban con un
significado distinto. Tanto los filósofos griegos como los místicos
judíos utilizaban la palabra Logos para referirse a la parte de
Dios que actúa en el mundo y media entre el Creador y la
creación. El Verbo, en cierto sentido, es el Hijo de Dios porque
actúa como instrumento del Creador.
Cuando las personas leen que el Verbo se hizo carne y vivió
entre nosotros, inmediatamente deducen que Jesús es el Verbo.
Pero lo que no comprenden es que cuando Juan afirmó que el
Verbo se hizo carne no quería decir que Jesús fuese el único Hijo
de Dios. Quería decir que el Verbo, es decir, el Hijo único de
Dios, se había manifestado en la carne de Jesús.
El autor del Evangelio según Juan estaba sin duda alguna
familiarizado con el concepto del misticismo judío relativo a que
los seres humanos extraordinarios pudieran personificar el Logos,
es decir el Hijo. Por tanto, cuando Juan escribe que Jesús es el
Logos, no pretende excluirnos de nuestra unión con el Logos;
simplemente nos explica que Jesús, el hombre, se unió al Logos, el
único Hijo.
Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes
a él, porque lo veremos tal como él es.
1 JUAN 3:2
Jesús era la encarnación del Verbo, mas eso no significa que
fuera la única encarnación. El Hijo único es el Cristo Universal,
que se ha individualizado para cada uno de nosotros en el Yo
Crístico. Todo aquél que se une al Yo Crístico puede recibir el
nombre de el Cristo. Y éste es siempre el que es ungido con la luz
de la Presencia YO SOY. Como escribió Juan: «La Luz verdadera
que alumbra a todo hombre venía a este mundo».5
Algunos cristianos de los primeros tiempos creían que todos estamos
destinados a unirnos al Logos. Clemente de Alejandría, padre de la Iglesia
del siglo II, señala que cada hombre tiene dentro de sí «la imagen del Verbo
[Logos]».6
Pablo nos recordó que el destino de todo cristiano es
convertirse en el Hijo. En la Epístola a los romanos escribió que
Dios pretendía que los cristianos se tornaran en «verdaderas
imágenes de Su Hijo [el Verbo], para que éste [Jesús] pudiera ser
el mayor de muchos hermanos»7. A decir de otro modo: estamos
destinados a convertirnos en el Verbo, el Logos o el Yo Crístico,
tal como hizo Jesús. En los siguientes apartados veremos cómo
conseguirlo.
Jesús dijo: «Aquél que beba de mi boca se volverá como yo. Yo me convertiré
en él y las cosas que están ocultas le serán reveladas».
EVANGELIO SEGÚN TOMÁS, 108

La historia de Juan
Juan se crió en una familia católica. Era devoto de Jesús y de la
Virgen, y de niño rezaba el Padrenuestro y el Avemaría cada
noche antes de acostarse. A la edad de ocho años, cuando hizo
la primera comunión, pensaba en Jesús como en su mejor amigo.
Pero al poco tiempo empezó a guardarle rencor e incluso a sentir
celos.
¿Cómo es posible —se preguntaba— que Dios hubiese creado
un solo Hijo? Y ¿por qué elegiría a Jesús y no a otro? «Cada
noche al llegar la hora de rezar, me sentía muy apesadumbrado
en mi corazón a causa de esos sentimientos», explica Juan.
Oraba pidiendo respuestas, y pocos días más tarde se levantó
con una sensación de paz. «Estaba convencido de que Jesús
había hablado directamente a mi corazón», comentó. Lo que le
había dicho era: «Soy tu hermano mayor. Yo te enseñaré a seguir
mis pasos. Tú eres un hijo de Dios».
Esa convicción permaneció con Juan desde los once años hasta
que se hizo adulto y descubrió que The Summit Lighthouse
impartía la misma enseñanza. Su comunión con Jesús le había
revelado una verdad universal: todos estamos destinados a tomar
la mano de nuestro Yo Crístico y seguir los pasos de Jesucristo,
nuestro hermano mayor.
Conoce a tu
Santo Ser Crístico:
tu más querido amigo, guardián
e instructor

Jesús explicó el misterio del Yo Crístico en la Última Cena.


Tomó una hogaza de pan —que simbolizaba el Verbo único, el
Cristo único— y la partió diciendo: «Esto es mi cuerpo que por
vosotros es partido».8
Con ello quiso decir: «Éste es el cuerpo del Cristo Universal que
se individualiza para cada uno de vosotros en forma de Yo
Crístico». Aunque sólo hay un solo Dios y un Cristo Universal, el
cuerpo de ese Cristo Universal puede ser partido y cada
fragmento conservará todas las cualidades del todo.
Jesús pidió a los discípulos que comieran el pan. Significa que
debían asimilar el Cristo Universal y unirse a él. Mark Prophet,
fundador de The Summit Lighthouse, lo resumió con unas bellas
palabras que pronunció en 1970:
Veo a Dios como una hogaza muy grande; y veo a Cristo, el Cristo
universal, partiéndola. Las migas son las mónadas individuales: tú y
yo. Todos nosotros somos migas caídas de la mesa del Señor.
Cada uno de nosotros es una gota de agua del océano infinito.
Todos poseemos en nuestro interior las cualidades del océano, de la
realidad infinita, pero nos falta la cantidad. Y sólo cuando nos unamos
de nuevo con el océano, cuando la brillante gota de rocío resbale al
interior del mar, sólo cuando lleguemos a fundirnos con Dios y con
nuestro Yo real, lograremos ser la totalidad de lo que estamos
destinados a ser. La sensación de estar separados de Dios es lo que
nos aleja de nuestra propia realidad.

El primer paso que puedes dar en el proceso de reunirte con tu


Presencia YO SOY es potenciar la relación con tu Yo Crístico, que
es tu instructor interno, tu guardián y tu amigo más íntimo. Es
asimismo la voz de la conciencia que te habla en el corazón,
mostrándote lo que está bien y lo que está mal.
Emerson refiere un «piloto invisible» que se asemeja al Yo
Crístico. No le podemos ver, afirma, ya que es como si caminase
justo detrás de nosotros. Lo compara con un niño que en broma
guía a otro sujetándole las orejas para que éste no pueda girar la
cabeza y mirarle.9
En cuanto comiences a desarrollar la imagen de Cristo en tu interior y
permitas que se extienda y reluzca a través de ti, habrás empezado a vivir.
MARK L. PROPHET

El Yo Crístico es la mano invisible que te ayuda a ver allí


donde te hayan cegado tus hábitos, a los que tus acciones del
pasado han dado forma. También te echa una mano a la hora de
decidir el mejor camino para tu alma.
Es el paraguas que está sobre ti dondequiera que te encuentres
o te dirijas. Te permite ser «consciente del Cristo» en todo
momento o, a decir de otro modo, revestirte de la «conciencia
crística». Cuando la tienes, nunca dudas ni temes. Por el
contrario, posees absoluta confianza en tu capacidad de llevar a
cabo aquello que te propongas. Recibes inspiración y guía.
Una vez que te pones a caminar bajo la dirección de tu Yo
Crístico, empiezas a unirte a él, lo cual te acercará a la unión con
tu Presencia YO SOY.
Emerson escribió que si alguien obedece al piloto invisible, éste
termina por «adoptarle». Así, la persona y el piloto serán uno.
Cuando la persona se una al piloto invisible recibirá «profunda y
abundante sabiduría» y llevará «una vida celestial».10
A medida que te vayas aproximando a tu Yo Crístico —el
«piloto invisible»— te irás percatando de que él es tu Yo real. Te
descubrirás pasando más tiempo con este Yo real, que es una
parte de Dios, y menos, desconectado de Él. Con el tiempo
experimentarás la ascensión, al igual que Jesús, en cuanto tú y tu
Presencia YO SOY seáis uno.
La ascensión se produce cuando te fundes con tu Presencia YO
SOY. Aunque el camino hacia la ascensión es un viaje que implica
muchas vidas, si centras tu atención en ella, puedes alcanzarla al
final de esta vida. Prepararse para la ascensión requiere mucha
práctica en la unión con la Presencia.
Cómo volver a unirse con el Yo
Superior

«Como es arriba es abajo.»


Cinco palabras que resumen una máxima algo más extensa
escrita en el siglo I o II por un maestro griego que empleó el
nombre Hermes Trismegisto. La máxima entera reza: «Todo lo que
está abajo es como lo que está arriba, y todo lo que está arriba
es como lo que está abajo, para que se obren los milagros sobre
cualquier cosa»11. Este principio encierra la clave de nuestra
conexión con el Yo Superior.
Lo que significa es que aquello que está arriba, en el mundo
del Espíritu, también puede estar abajo, en el mundo material. Tu
Presencia YO SOY, la fuente de poder y energía espiritual, se
encuentra en el mundo espiritual. Si quieres verlo desde el punto
de vista espacial, imagínate la Presencia YO SOY flotando en algún
lugar por encima de tu cabeza, entre siete y setenta pies [entre
dos y veinte metros], según cuál sea tu estado de conciencia. Al
afirmar que aquí abajo tú eres la plenitud de esa Presencia YO SOY
que está arriba, puedes hacer realidad esa máxima.

La llama trina
y el cordón cristalino:
tu conexión con Dios
Puedes convertirte en la totalidad de Dios aquí abajo porque
un fragmento de lo divino está sellado dentro de tu corazón. Es
una chispa divina, un fragmento espiritual de Dios que te permite
magnetizar hacia ti más de sí. Esta chispa, conocida también
como la llama trina o la santa llama crística, te reviste de
autoridad para invocar la Presencia YO SOY y crear, al igual que
hace Dios.
Simeón Neoteólogo, santo bizantino del siglo XI, proclamó
sobre la llama del corazón: «¡Qué palabras pueden definir
semejante cosa! [...]. Veo una luz que el mundo no posee.
Sentado en mi celda contemplo en mi interior al Creador del
mundo».12
El Upanishad Chandogya, un texto sagrado hindú, revela que
«la luz que brilla más allá de todo lo que hay en la Tierra, más
allá de todos nosotros, [...] es la luz que brilla en nuestro
corazón».13
Esta chispa es alimentada por la luz de Dios que te llega en
forma de corriente de energía, a la cual denominamos el cordón
cristalino (véase la gráfica). El Libro de Eclesiastés se refiere a él
como «la cadena de plata»14. Dicha corriente de la luz de Dios
que cae a modo de cascada te confiere el poder para pensar,
sentir, experimentar la vida y crecer espiritualmente. A medida
que incrementes el flujo de luz y con ello el tamaño de ese
cordón, verás crecer tu poder espiritual aquí en la Tierra y a tu
Presencia YO SOY, acercarse a ti.
Que Dios inflame el corazón
con Su presencia.
RALPH WALDO EMERSON15
Cómo aumentar
el flujo de luz
Puedes utilizar dos métodos primordiales para aumentar el flujo
de luz que, partiendo de tu Presencia, llega a ti. El primero
consiste en meditar sobre la Presencia Divina y la llama de tu
corazón y permanecer en contemplación. Cuando te concentras
en esa llama en meditación u oración, atraes la luz de tu
Presencia YO SOY al corazón. De este modo expandes la porción
del cielo que resplandece desde tu corazón. Así, estás
reafirmando «como es arriba es abajo», de manera que recibirás
una mayor cantidad de Dios.
Otra forma de aumentar el flujo de luz de tu Presencia YO SOY
es por medio de los decretos, un método de oración que surgió a
principios del siglo XX en los Estados Unidos*. Los decretos
constituyen el paso más importante que cabe dar para lograr la
ascensión en esta vida ya que se libera una enorme cantidad de
energía y poder espirituales hacia el que los practica. Cuando
empleas esta energía para hacer buenas obras te estás
aproximando a la unión con Dios.
Los decretos se sirven del nombre de Dios «YO SOY EL QUE YO
SOY». Cuando Dios habló a Moisés desde la zarza ardiente, le
reveló que su nombre era YO SOY EL QUE YO SOY. Por este motivo
llamas a la Presencia la Presencia YO SOY.
Al decir las palabras «YO SOY EL QUE YO SOY» estás afirmando
que Dios está donde tú estás. En efecto, estás diciendo: «Así como
Dios está en el cielo, está en la Tierra conmigo. Allí donde yo
estoy, está Dios. Yo soy el que “YO SOY”». Cada vez que utilizas
este nombre estás haciendo realidad «como es arriba es abajo».
Los decretos suelen utilizar simplemente «YO SOY» en lugar de la
fórmula completa «YO SOY EL QUE YO SOY». Puedes decir «YO SOY
íntegro», «YO SOY libre», «YO SOY amoroso». Cuando haces estas
afirmaciones mientras te mantienes concentrado en tu Presencia
YO SOY, lo que quieres decir es: «Yo soy íntegro, al igual que mi
Presencia YO SOY es íntegra», o «yo soy amoroso, al igual que mi
Presencia YO SOY es amorosa», y así sucesivamente.
A continuación te muestro un decreto sencillo que puedes
memorizar y repetir: «¡YO SOY un ser inmortal y libre en Dios!».
Cada vez que dices «YO SOY» seguido de una palabra o una frase
como «un ser inmortal y libre en Dios», te estás acercando más a
tu Presencia YO SOY.
En el siguiente apartado te presentamos una serie de decretos
que te transportarán por el camino que conduce a la unión
permanente con la Presencia YO SOY, esto es, la ascensión.

La ruta hacia Dios en un papel arrugado


Mark Prophet escribió muchos decretos. Éstos son revelaciones
de los maestros ascendidos* —santos y sabios de Oriente y
Occidente que han pasado a ser inmortales por medio de su
reunión con la Presencia YO SOY.
Los decretos que seguidamente leerás, conocidos como
Decretos de corazón, cabeza y mano, fueron dictados por el
Maestro Ascendido El Morya a Mark, quien los recibió un día
mientras hacía la ruta habitual con su hijo en Washington, D.C.
Mark encontró un papel arrugado y un lápiz casi sin punta, con el
que escribió los ocho decretos durante ese recorrido: con una
mano escribía y con la otra sujetaba el volante. No tuvo que
buscar rimas ni corregir los versos porque descendían de su
Presencia yO SOY y de El Morya.
Estos decretos definen las etapas que atravesamos para llegar
a ser uno con Dios. Cuando los recites a diario, te brindarán
apoyo en tu viaje espiritual y reafirmarán tu meta. Además,
empezarás a experimentar en tu propia dimensión las fases por
las que pasó Jesús de camino al hogar. Cada vez que los
pronuncias, estás avanzando hacia la unión final con la Presencia
YO SOY y el Yo Crístico.

Empecé a utilizar los decretos a principios de la década de


1960, y desde entonces han cambiado mi vida. Me di cuenta de
que eran lo más fantástico que me había ocurrido y que por
medio de ellos podía convertirme en cocreadora con Dios, ya que
hacen posible dirigir Su luz y energía. Mi vida emergió con un
nuevo entusiasmo.
También tú puedes participar de esta sensación renovadora si
practicas los decretos y los ejercitas hasta que asciendas en la luz
de Dios.
El resto del libro es un recorrido por etapas basado en los
«decretos de corazón, cabeza y mano». Lee cada uno y, después,
la explicación de los conceptos. Al final, verás que los decretos
están repetidos, para que así te sea más fácil utilizarlos en tus
meditaciones diarias.
Transforma tu cuerpo, mente y
alma con la llama violeta: el
trampolín para unirte a tu Yo
Superior

Fuego violeta
Corazón
¡Fuego violeta, divino Amor,
arde en éste, mi corazón!
Misericordia verdadera Tú eres siempre,
mantenme en armonía contigo eternamente.

Cabeza
YO SOY Luz, tú, Cristo en mí,
libera mi mente ahora y por siempre;
Fuego Violeta brilla aquí,
en lo profundo de ésta, mi mente.
Dios que me das el pan de cada día,
con Fuego Violeta mi cabeza llena.
Que tu bello resplandor celestial
haga de mi mente una mente de Luz.

Mano
YO SOY la mano de Dios en acción,
logrando la Victoria cada día;
para mi alma pura es una gran satisfacción
seguir el sendero de la Vía Media.

Recitar las primeras estrofas de los decretos de corazón,


cabeza y mano es como tomar un baño o una ducha... de luz
violeta. Son muchas las frecuencias de energía que descienden de
tu Presencia, apareciendo a la vista espiritual como rayos de luz y
llamas centelleantes. Pero sólo la llama violeta posee la especial
capacidad de transmutar la energía negativa. Transforma el odio
en amor; el miedo, en valentía; la rabia, en compasión. También
se la conoce como la llama del Espíritu Santo. (En la gráfica que
figura en la portada, la paloma del Espíritu Santo desciende
desde el Dios Padre/Madre, la Presencia YO SOY, como mensajera
de esperanza, consuelo y alegría.) Si quieres establecer contacto
con tu Presencia YO SOY y Yo Crístico debes ante todo limpiarte
con la llama violeta. ¿Para qué? Sólo piensa en todo lo que has
hecho desde que naciste y en todo lo que te ha sucedido.
Los escombros mentales y emocionales se han acumulado en tu
interior y a tu alrededor: desde el primer berrinche de la infancia
hasta la última pelea con tu pareja; desde comentarios
despectivos de padres o hermanos hasta experiencias violentas
grabadas en la psique. Además, tienes el cuerpo físico obstruido
a causa de todo lo que has comido, bebido, fumado e inhalado:
pesticidas y sustancias químicas en la comida, medicamentos,
contaminación atmosférica, etc. El primer paso para comulgar con
tu Presencia es librarte de esa energía negativa acumulada.
El decreto «Fuego violeta» se divide en tres apartados:
«Corazón», «Cabeza» y «Mano». Al decretar, visualiza la luz
violeta en torno a esas partes de tu cuerpo. Respecto al corazón,
observa cómo la llama violeta disuelve en él los recuerdos de
odio, ira y ansiedad. Visualiza o imagina la llama violeta
rodeándote el corazón y palpitando con cada latido.
Cuando recites el apartado «Cabeza», visualiza tu mente
siendo purificada de todo sentimiento negativo o limitante, así
como de la ignorancia y los bloqueos mentales. Puedes incluso
imaginar que las células del cerebro quedan limpias de
contaminación, medicamentos, sustancias químicas y nicotina;
porque una de las formas en que actúa la llama violeta es
limpiando y curando el cuerpo físico.
La mano es el instrumento de que te sirves en el mundo.
Cuando dirijas la llama violeta a las manos, observa cómo rodea
no sólo a éstas sino al cuerpo entero. Visualízala disolviendo los
recuerdos de todo aquello que desearías no haber hecho.
A medida que vayas recitando este decreto de «llama violeta»
cada día, te descubrirás moviéndote con mayor libertad, libre de
los pesares que te han abrumado. Podrás pensar con más
claridad y actuar con más decisión. Y, de paso, te conectarás
más fácilmente con tu Yo Superior siempre que necesites guía o
dirección.

La historia de Chris
A Chris, diseñador gráfico, le gusta recitar cinco minutos de
llama violeta cada día. Afirma que ello mejora su calidad de
vida. Cuando hace sus decretos de llama violeta, siente que tiene
energía suficiente para lo que le haga falta. Si se le olvida, le dan
ganas de echar una siesta.
Sin la llama violeta, la energía le basta sólo para hacer su
trabajo. Pero cuando se acuerda de invocarla, de repente se
siente con fuerzas para alcanzar sus metas: leer, estudiar o salir y
hacer amigos.
En sus propias palabras: «Invocar la llama violeta es una de
esas cosas que uno hace todos los días, como cepillarse los
dientes o tomarse las vitaminas».
Cómo proteger y sostener la
conexión con tu Yo Superior

Yo seré para ella, dice el Señor, muro de fuego en derredor, y para


gloria estaré en medio de ella.
ZACARÍAS 2:5

Tubo de Luz
Amada y radiante Presencia YO SOY, séllame ahora en tu tubo de
Luz
de llama de Maestro Ascendido
ahora invocada en el nombre de Dios.
Que mantenga libre mi templo aquí
de toda discordia enviada a mí.
YO SOY quien invoca el Fuego Violeta,
para que arda y transmute todo deseo,
persistiendo en nombre de la libertad,
hasta que yo me una a la Llama Violeta.

Ya seas taxista, ama de casa, abogado o vendedor, te habrás


dado cuenta de lo necesario que resulta estar tranquilo cuando te
hallas inmerso en una crisis. Puede que al final del día te hayas
visto bombardeado por los miedos, las opiniones negativas o las
continuas exigencias de los demás. ¿Cómo consigues permanecer
centrado y en paz?
El tubo de luz es un muro impenetrable de luz que te protege
de la energía negativa y los peligros físicos. Es una extensión de
tu Presencia YO SOY que desciende en respuesta a tu llamado.
Imagina el tubo de luz alrededor de ti como una botella
gigantesca de leche, de unos nueve pies [tres metros] de
diámetro; un cilindro de energía lleno de una luz blanca y
brillante, que se extiende desde tu Presencia YO SOY hasta unos
tres pies [un metro] por debajo de los pies.
Este cilindro de luz de color blanco acerado te mantiene a
salvo de la energía negativa y te sella en la llama violeta,
ayudándote con ello a permanecer conectado a tu Presencia YO
SOY y Santo Ser Crístico. Te protege de las energías de odio, ira y
celos, así como de la influencia de conceptos ajenos sobre el
modo en que deberías ser, pensar o actuar.
Si empiezas el día con el tubo de luz, puedes rodearte de esa
protección antes de que cualquier energía negativa o peligro te
salga al acecho. Pese a que la energía negativa del exterior no
puede rasgar el tubo de luz, sí puede éste disiparse si apartas la
atención de tu Presencia YO SOY. Asimismo, puede desgarrarse por
un tiempo si abres la puerta a la irritación o al disgusto.
Puesto que la mayoría de nosotros nos distraemos y no
mantenemos una conexión constante con la Presencia, te conviene
recitar este decreto cada mañana a fin de restablecer el campo
energético de luz a tu alrededor. También lo puedes reforzar
repitiéndolo de vez en cuando durante el día. Es preferible hacer
el decreto tres veces.
Observarás que en él le pides al fuego violeta que «arda y
transmute todo deseo». La palabra transmutar significa
transformar algo en energía divina. Y lo que queremos transmutar
son esos deseos que nos separan de Dios. Una vez que
establezcamos la conexión con Dios por medio de la Presencia YO
SOY, lo que sea mejor para nuestra alma nos vendrá
automáticamente.
Es buena idea tener una imagen de la gráfica del Yo Divino
frente a ti cuando recites el decreto porque te ayuda a visualizar
el tubo de luz en torno a ti. De todos modos puedes también
hacer el decreto sin ver la gráfica —si estás en el auto o mientras
realizas las faenas de la casa— siempre y cuando retengas en la
mente la imagen del tubo de luz.

La historia de Kobina
Cada día Kobina se ponía de pie ante el altar que tenía en su
casa e invocaba el tubo de luz. A la vez que miraba la gráfica,
visualizaba el tubo de luz que salía de su Presencia YO SOY,
descendiendo a su alrededor. Podía sentir la protección espiritual
que le proporcionaba. Además, tuvo ocasión de experimentar de
primera mano la naturaleza física de esa protección.
Kobina era un ministro de alto rango en el gobierno de Kwame
Nkrumah, presidente de Ghana, en África occidental. En 1966 un
grupo de oficiales del Ejército inició un sangriento golpe de
Estado. Unos cuantos soldados empezaron a rodear y a disparar
a las casas que había en los alrededores de la residencia
fortificada del presidente.
Lo que primero preocupó a Kobina fue su familia, la cual vivía
cerca de Nkrumah. Así que se dirigió a su casa, los fue
colocando uno a uno dentro del auto, y se los llevó de allí. Los
soldados los vieron y comenzaron a dispararles, pero
consiguieron escapar ilesos. De hecho, Kobina recuerda que «ni
una sola bala alcanzó el vehículo ni a ninguno de nosotros». Al
menos mataron a veinte personas ese día e hirieron a unas
cuarenta entre la casa del presidente y las que la circundaban,
pero Kobina y su familia escaparon. ¿Fue cuestión de suerte?
Más tarde Kobina reunió pruebas adicionales de la protección
del tubo de luz. Después de conducir a su familia a un lugar
seguro regresó al hogar a recoger algunos objetos personales. Los
soldados que habían arrestado y matado a los leales a Nkrumah
le arrestaron y hablaron de la posibilidad de asesinarle. Por
alguna razón no lo hicieron, pero le mandaron a un cuartel
adonde habían llevado a otros políticos. Más tarde, el nuevo
gobierno le exculpó.
Cuando se le permitió volver a casa, escoltado por soldados,
descubrió que la habían saqueado por completo: hasta las
bombillas se habían llevado. Pero había una cosa que los
saqueadores no se habían llevado: la gráfica. Kobina se acuerda
de que los soldados le contaron que los saqueadores habían
tratado de llevársela, pero «cada vez que lo intentaban, les daba
una descarga eléctrica, como si fuera fuego, de manera que la
dejaron». Este relato se propagó como la pólvora y promovió
entre los habitantes de Ghana un enorme respeto por la Presencia
YO SOY.

La experiencia de Kobina aporta un significado renovado al


versículo del libro de los Salmos: «El que habita al abrigo [en el
lugar secreto] del Altísimo morará bajo la sombra del
Omnipotente». Nos está diciendo que si colocamos nuestra
conciencia a la lumbre de nuestra Presencia YO SOY, viviremos
bajo la sombra de nuestro Dios. Entonces podremos afirmar con el
Señor: «No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de
día».16
Supérate perdonándote y
perdonando a los demás

Perdón
YO SOY el perdón aquí actuando,
disolviendo las dudas y los temores,
la Victoria Cósmica despliega sus alas
liberando por siempre a todos los hombres.
YO SOY quien invoca con pleno poder
en todo momento la ley del Perdón;
a toda la vida y en todo lugar
inundo con la gracia del Perdón.

El perdón constituye el siguiente paso en el sendero que


conduce a la reunión con tu Presencia YO SOY. Cuando perdonas,
restableces la unión con tu Yo Crístico. Asimismo te liberas de
conceptos que te limitan y de la esclavitud para con otras
personas. Todo el daño que hayas hecho al prójimo y todo el
rencor que albergues por el daño que te han hecho a ti, te
separan de Dios.
Cuando no perdonas, a quien por encima de todo estás
perjudicando es a ti mismo. Como explica M. Scott Peck: «La
razón por la que hemos de perdonar a los demás no es por su
bien, [...] es por el nuestro. Es por nuestra salud. Es porque por
encima de ese aspecto que necesita curación, si nos aferramos a
nuestra ira, dejamos de crecer y el alma se nos empieza a
encoger».17
Al perdonar a los demás, te liberas a ti mismo a la vez que a
ellos. Una mujer llamada Teresa tuvo ocasión de comprobar cómo
los decretos del perdón podían generar notables cambios en su
vida y en la de aquéllos a quienes perdonó. Un día, después de
iniciar su sesión diaria de decretos, empezaron a llamarla
personas conocidas por lo que le habían hecho veinte años atrás.
Su hermana la telefoneó para decirle que por fin había podido
perdonarle un error del pasado. Los beneficios tuvieron eco hasta
en su propia casa: concretamente se extendieron a su ex esposo e
hijos.
Habían transcurrido siete años desde que Teresa se divorció.
No obstante, todavía sentía resentimiento y amargura que bien
sabía le estaban haciendo daño a ella, pero también a su ex
marido y a los niños. «Puse todo mi empeño en perdonar cada
día un poco más –comenta— liberando los resentimientos y el
dolor». Los resultados no se hicieron esperar. «Cuantos más
decretos daba, invocando la llama violeta y el perdón, más
alegre se volvía mi vida».
Al parecer, los decretos también afectaron al ex cónyuge, el
cual pidió perdón a los hijos por no haber estado a su lado
cuando eran más pequeños. Les explicó que había dicho cosas de
Teresa que no eran ciertas y pidió perdón por el dolor que les
había causado. «Sin duda esto es un milagro como nunca se ha
visto antes», apuntó Teresa.
Así pues, vemos cómo el perdón de una mujer pudo sanar a
toda una familia y acompañarla hasta un estado de felicidad.
Ciertamente, tú mismo eres el principal beneficiario de tu propio
perdón. Cuando perdones, no te olvides de perdonarte a ti
mismo. A veces ésa es la parte más difícil.

Cómo perdonar
Todos recordamos algo que pensamos nunca seremos capaces
de soltar: un comentario cruel, una paliza, o incluso una
decepción, alguna persona que no estuvo a nuestro lado cuando
necesitábamos ayuda. El decreto del perdón puede ayudarte a
perdonar y a soltar, a desprenderte de algo. Antes de recitarlo,
haz una sencilla oración como: «Envío perdón a todos aquellos a
quienes haya ofendido alguna vez y a todos los que me hayan
ofendido». A continuación comienza el decreto. Piensa en el
incidente que jamás creíste que podrías superar. Date permiso
para sentirte lleno de ira.
Luego visualiza una llama de amor de color rosa intenso
envolviendo esa ira. Observa cómo se mezcla con la llama violeta
que ya te rodea. Visualiza la llama violeta transmutando esa ira.
Seguidamente, la llama del perdón —de intenso rosa, violeta y
morado— se expande en tu corazón y da vueltas. Se convierte en
esferas de luz que salen de tu corazón. De ellas brotan unas alas
o filamentos de energía que vuelan desde tu corazón hasta el de
aquéllos a quienes necesitas perdonar.
Cada vez que recites este decreto, repite la visualización
entera. Observa cómo las esferas van cada vez más lejos.
Envíalas a quien se te ocurra.
Si es a ti a quien necesitas perdonar, visualiza la esfera de
llama violeta como fuegos artificiales que estallan sobre el
recuerdo de todo aquello que desearías no haber hecho. Ve cómo
la llama violeta borra y disuelve todos tus pensamientos y
sentimientos vinculados a esas acciones. Deposita todo
sentimiento de culpa y vergüenza en el fuego violeta.
Es buena idea hacer el decreto del perdón por lo menos una
vez cada veinticuatro horas. Descubrirás que los recuerdos de
acontecimientos negativos perderán su carga emocional a medida
que se vaya liberando la energía que les mantuvo con vida. Las
circunstancias negativas más recientes empezarán a disminuir en
tu mente a medida que las vayas transmutando. A continuación,
los acontecimientos del pasado comenzarán a salir a la
superficie, y, a su vez, desaparecerán en cuanto los transmutes,
permitiéndote ser libre para seguir avanzando en tu vida.
Consigue
lo que necesites
del universo

Provisión
Libre YO SOY de duda y temor, desechando la miseria y toda la
pobreza,
sabiendo que la buena Provisión
proviene de los reinos celestiales .
YO SOY la mano de la Fortuna de Dios
derramando sobre el mundo Tesoros de Luz,
recibiendo ahora la Abundancia plena
las necesidades de mi vida quedan satisfechas.

Estás meditando en la Presencia YO SOY. Te has limpiado con la


llama violeta. Te has protegido y sellado con el tubo de luz. Por
medio del perdón te has liberado de tus pesares.
Tu atención está centrada en la llama del corazón, que es un
regalo de tu Presencia. Te sientes atraído hacia la luz. Ésta se
vuelve más brillante, casi cegadora, y tienes la sensación de que
te absorbe. De repente, atraviesas ese punto y emerges en el otro
lado. Respiras profundamente. Estás flotando en un mar de luz.
Meciéndose serenamente en el mar, se acerca a ti un nenúfar
gigante. Permanece sentada encima de él una bella mujer,
Lakshmi, la diosa hindú de la riqueza, quien personifica al Dios
Padre/Madre único. Lleva puestos collares y pulseras de oro.
Sostiene en la mano una flor de loto.
La flor representa el mayor tesoro de todos: lograr poder y
perfeccionamiento espirituales por medio de la autorrealización o
unidad con el Yo Superior. Lakshmi tiene dentro de la flor de loto
la clave para la siguiente etapa de tu desarrollo espiritual.
En la tradición hindú, Lakshmi, portadora de riqueza material,
también proporciona riqueza espiritual: inteligencia, iluminación y
el despertar del Dios interno. Dios quiere que tengas toda la
riqueza que tu alma necesite.
Lo que has leído al principio de este capítulo corresponde a un
apartado de los decretos de corazón, cabeza y mano llamado
«Provisión». Dios suplirá tus necesidades una vez que remuevas
los obstáculos entre tú y tu Presencia YO SOY y Santo Ser Crístico.
Tal vez sean aquéllos lo que te impide recibir la riqueza y talento
que requieres a fin de llevar a cabo tu razón de ser.
Una de las medidas que puedes tomar para eliminar los
obstáculos a tu riqueza es disolver la energía que has invertido en
miedo y dudas sobre ti mismo. Puede que ni siquiera sepas que
tienes ese miedo, pero quizás aflore mientras estás decretando. Si
ése es el caso, deberías visualizar la llama violeta disolviéndolo.
Al disolver el miedo y las dudas, estarás liberando energía que
puede retornar a ti en forma de riqueza y talento. Después de
visualizar la llama violeta removiendo esos bloqueos, puedes
visualizar cómo descienden tus talentos y todo aquello que
necesites.
Observa esa abundancia descender de tu Presencia en forma
de rayos de energía blanca con matices verdes y dorados. Al
alcanzar el nivel de tu corazón, esos rayos estallan formando una
llama esmeralda. Puedes incluso ver la llama que hay en tu
corazón resplandeciendo en ese tono verde rodeado de violeta.
El verde esmeralda representa la abundancia no sólo de dinero
sino también del brote de una nueva vida, de creatividad, ingenio
e ideas.
A medida que vayas recitando a diario los decretos de
corazón, cabeza y mano, repitiéndolos tres, nueve o treinta y seis
veces seguidas, irás viendo llegar a tu vida lo que necesitas
gracias al poder de tu Presencia YO SOY. Y algún día verás a la
diosa Lakshmi acercándose a ti en un mar calmo, con una flor de
loto en la mano.

La historia de Ralph
Tras dieciocho años de trabajar como operador informático
[que introduce datos en la computadora] en Pacific Bell Yellow
Pages, Ralph decidió cambiar de profesión. Sin embargo, sus
aptitudes estaban por encima de los empleos que solicitaba, con
lo cual le rechazaban. Al final, decidió aceptar un empleo de
cuidador de ancianos para costearse los estudios de informática.
Empezó cuidando a una anciana a cambio de un pequeño
salario y alojamiento. No era lo ideal: la paga le alcanzaba justo
para salir adelante y la mujer tenía mal carácter. Para colmo, a
menudo se paseaba por la casa de noche, se caía y tenía
dificultad para levantarse de nuevo. Haciendo acopio de grandes
dosis de paciencia, Ralph la ayudaba a volver a la cama.
No cayó en la cuenta de pedir que le pagaran las horas
extraordinarias que perdía de sueño. Pero empezó a recitar el
apartado «Provisión» de los decretos de corazón, cabeza y
mano, además de otros decretos de provisión. Al cabo de un mes
y medio su situación financiera dio un giro radical. La hija de la
anciana decidió aumentarle el sueldo. Empezó a pagarle por
levantarse de noche y le reembolsó jornada y media más doble
jornada por los fines de semana y paga extra por las horas
nocturnas. Y eso fue sólo el principio: el hijo de la señora le
bonificó con doscientos dólares.
Ralph continuó cuidando fielmente a la anciana tres meses
más, hasta que ésta falleció. Más tarde rememoraba: «El hijo y la
hija estaban tan agradecidos por mi servicio, el cual superaba
con creces el cumplimiento de mis obligaciones, que quisieron
darme otra recompensa». De ahí que le regalaran el Cadillac de
su madre (él tenía un viejo Volkswagen cucaracha).
Al poco tiempo, Ralph consiguió un nuevo empleo en el que le
pagaban mejor y le dejaba libres los fines de semana. Está
agradecido por el beneficio tanto espiritual como material que le
han brindado los decretos. Dice que las enseñanzas sobre el Yo
Superior «me han hecho más rico de cuanto jamás soñé, incluso
cuando mis bolsillos estaban vacíos».
Tu Yo Superior te ayudará a
saber qué hacer con tu vida

Perfección
Vida de Dirección Divina YO SOY,

que arda en mí tu luz de la Verdad.


Concentra aquí la Perfección de Dios,
líbrame de toda la discordia ya.
Guárdame siempre muy bien anclado
en la Justicia de tu Plan sagrado,
¡YO SOY la Presencia de la Perfección viviendo en el hombre la
Vida de Dios!

Karen, que ha mantenido un estrecho contacto consciente con


su Presencia YO SOY durante veintitrés años, cree que ésta le ha
guiado a la hora de tomar decisiones tanto de escasa como de
suma importancia. Ahora enseña a sus hijos a invocar a la
Presencia YO SOY cuando no pueden encontrar o recordar algo, ya
sea su taza preferida o un número de teléfono.
«Tal vez olvide citas o compromisos, o pierda una hora
buscando algo, presa de una frustración total. Pero cuando me
acuerdo de pedir ayuda, las cosas cambian», explica Karen.
«Lo que digo es “Poderosa Presencia YO SOY, en el nombre del
Cristo, ayúdame a encontrar mi certificado de nacimiento.
Tráemelo ahora mismo.” Y ¡he aquí! Aparece en mi mente una
imagen del certificado y veo dónde lo dejé.»
Esto no es más que un ejemplo de cómo el hecho de estar en
sintonía con la Presencia YO SOY y el Santo Ser Crístico te puede
ayudar en los desafíos del día a día.
Este decreto te ayudará a recibir dirección de Dios cuando la
necesites. El decreto se denomina «Perfección» porque invoca los
patrones perfectos de tu Presencia YO SOY y Yo Crístico y los
incorpora a tu vida. Tal vez no te conviertas en una persona
«perfecta» por recitar este decreto, pero tus pensamientos,
sentimientos, palabras y acciones serán más crísticos y más
divinos.
Cuando vivas inmerso en la corriente de la perfección de Dios,
conectado a tu Presencia YO SOY y Santo Ser Crístico, te
descubrirás reaccionando positivamente incluso a las situaciones
más adversas, a sabiendas de que la vida es un examen en el
que cada respuesta correcta te acerca más al hogar. Se te
conducirá hacia la gente que necesites conocer y a las situaciones
que te ayudarán a aprender todo lo que te hace falta saber a fin
de llevar a cabo el plan de Dios para tu vida.
Cuando recites este decreto, visualízate de pie dentro de una
brillante esfera azul de energía, esto es, una manifestación de la
perfección de Dios que te ayudará a ver el plan perfecto de Dios
y a adentrarte en él.

La historia de Susan
Susan estaba hecha un lío. Había viajado hasta Oaxaca, al sur
de México, en busca de cierto sanador. Pero no estaba allí y
nadie sabía de su paradero. A los amigos de Susan les
interesaban sobre todo las drogas; sin embargo, ella empezaba a
sentir que quería algo diferente para su vida. «En cierto modo,
quería dejar de hacer lo que estaba haciendo», aclara.
Le vinieron a la mente unos amigos lejanos que pasaron por su
casa antes de marcharse de Ohio. Le habían regalado los
Decretos de corazón, cabeza y mano, mostrando gran
entusiasmo, e insistieron en que los repitiera con ellos en voz alta.
Susan acostumbraba rezar en silencio o en voz muy baja, de
modo que sentía curiosidad por saber cómo sería hacer oraciones
en voz alta.
Mientras sus amigos repetían los decretos con sumo gozo, ella
los seguía en voz baja algo indecisa. Los muchachos sintieron una
afluencia de energía espiritual. «¿Lo sientes?», preguntaron.
No sentía nada en particular, pero los decretos le parecían
interesantes. No entendía qué era la Presencia YO SOY, si bien veía
los decretos como una forma de atraer diferentes aspectos de Dios
a su vida. Los copió en un trozo de papel que depositó en la
cartera, y se olvidó del tema. Meses más tarde se fue a México.
Una vez allí, mientras pasaba por momentos difíciles, se
acordó de los decretos y se dijo a sí misma: «Quizás eso de
decretar sirva para algo. Voy a probar para ver si funciona».
No estaba acostumbrada a rezar todos los días ni, desde
luego, a pedir a Dios lo que necesitaba. Y lo que le hacía falta en
ese momento era orientación. ¿Qué quería hacer con su vida?
Sacó los decretos, partió de su cabaña en dirección a una
zona boscosa y se sentó bajo unos pinos. Los recitó una vez en
voz alta tal como había oído a sus amigos hacerlo. Esta vez sí «lo
sintió». Notó una llama que ardía en su corazón, idéntica a la
que mostraba la imagen de la gráfica que sus amigos le habían
enseñado. Y también percibió una sensación de dirección, de
orientación.
Al instante se levantó y se sintió envuelta en un halo de
claridad. Pensó: «¡Caray! ¡Esto sí funciona!» Se dio cuenta de que
tenía que abandonar México y regresar a los Estados Unidos, y
que a continuación se le mostraría el siguiente paso.
«Vida de dirección divina yo soy», repetía. «Ahora mismo
tengo dirección». «Se me despejó la mente por completo»,
recuerda hoy día.
Hizo autostop (aventón) para ir a la playa, donde conoció a un
anciano que le dijo haber visto tanta luz alrededor de ella que
creía se trataba del arcángel Gabriel. Poco después, partió en
tren hacia los Estados Unidos, de continuo inmersa en esa
sensación de dirección.
«Era como si mi Presencia YO SOY no fuera a tocarme hasta que
yo diera un paso, actuase. Con el tiempo me quedé sola sin
apenas avanzar, para terminar embrollada en situaciones que me
atrapaban como el fango hasta que estuve lista para afirmar: “De
acuerdo, necesito a Dios”, y para dar el decreto y hacer el
llamado.»
Susan explica que la Presencia la ha guiado desde entonces.
No ha visto todavía el plan por entero, pero sí ha sabido qué
paso debía dar cada vez. «Sentí que alguien cuidaba totalmente
de mí. Podía depositar mi mano en la de Dios y decir: De
acuerdo, iré adonde quieras que vaya.»
Practica para transformarte en la
imagen divina

Transfiguración
YO ESTOY transformando todas mis prendas,
cambiando las viejas por el nuevo día;
con el sol del entendimiento
por todo el camino YO SOY el que brilla.
YO SOY Luz por dentro, por fuera;
YO SOY Luz por todas partes.
¡Lléname, líberame, glorifícame!
¡Séllame, sáname, purifícame!
Hasta que así transfigurado todos me describan:
¡YO SOY quien brilla como el Hijo, YO SOY quien brilla como el Sol!

Este decreto te invita a visualizarte cambiando tus prendas: los


viejos y sucios harapos, por una brillante vestidura blanca.
El concepto de cambiar las vestiduras se ha utilizado con
frecuencia en la literatura espiritual para definir una
transformación. Cuando Jesús se transfiguró, sus prendas se
tornaron tan brillantes que los discípulos apenas podían mirarle.
San Pablo habló de «la morada terrestre» que se «deshace» y del
deseo de «ser revestidos de aquella nuestra habitación
celestial»18. Por otro lado, un texto místico judío describe la visión
que tuvo el patriarca Enoc en la que se le despoja de la
«vestidura terrenal» y se le envuelve en «prendas de gloria».19
En la literatura mística, cuando alguien habla de cambiar sus
vestiduras, a menudo se refiere a la experiencia de transformarse
en Dios o en un ser celestial. En la visión de Enoc, éste se observa
a sí mismo después de habérsele cambiado las vestimentas y
descubre que es como uno de los «seres gloriosos» que rodean al
trono divino. Este decreto está pensado para facilitar tu
transformación en un ser divino, es decir, aquél que se ha unido a
la Presencia YO SOY.
La transfiguración que Jesús experimentó consiste en una
transformación momentánea que precede a la ascensión, siendo
esta última la unión permanente con el YO SOY EL QUE YO SOY. La luz
de la transfiguración crea un puente entre la materia y el Espíritu.
Cada vez que recites este decreto, visualízate absorbiendo más
luz de Dios y acercándote al momento de tu propia
transfiguración.
Al repetir el decreto imagina una vestidura blanca que
desciende a ti como símbolo de tu transformación. Piensa en algo
que no te guste de ti y visualiza la luz blanca y brillante
consumiéndolo.
Observa esa luz descendiendo a tu corazón y al mismo tiempo
la luz de tu llama trina expandiéndose hasta el punto en que está
tan brillante que parece un sol. Al decir «YO SOY quien brilla como
el sol» ve cómo esa luz se expande y se vuelve cada vez más
brillante. Resplandece tanto que casi no puedes mirarla.
Ahora visualízate entrando en ese sol e inclinándote ante tu Yo
Crístico. A continuación, empiezas a fusionarte con él.
Cuanto más recites este decreto, más cerca te hallarás del día
en que, al igual que Jesús, resplandecerás como el sol, esto es, el
Sol de tu Dios Padre/Madre.

La historia de Joan
Joan llevaba unos meses dando decretos a su Presencia YO SOY
cuando un día experimentó la unidad con su Yo Crístico. Estaba
sentada en el sofá de la sala de estar, mirando la televisión con
sus hijos cuando de repente vio una luz violeta a su alrededor. Se
levantó del sofá y se dirigió al espejo que había encima de la
chimenea.
Cuando se miró, vio reflejada esa misma luz brillante. Y en
lugar de su cara, vio la de su Yo Crístico.
«No puedo describir con palabras la belleza y santidad de la
experiencia», explica. Califica el rostro de hermoso y radiante,
más allá de lo que las palabras puedan describir, y dotado de un
tono dorado en la piel.
Mientras duró la experiencia tuvo la sensación de que nada
podía hacerle daño en tanto estuviera envuelta en esa luz.
Después de un rato, sintió que su Yo Crístico retornó a un plano
más elevado de conciencia.
Joan cree que se le permitió experimentar esa seguridad,
protección y felicidad como anticipación de lo que será la unión
permanente con su Yo Crístico. También piensa que otras
personas pueden igualmente vivir esa experiencia. «Si esta
vivencia es factible para una persona, lo es para cualquier otra»,
concluye.
Cuando empieces a decretar, tú también podrás experimentar
esa unidad a medida que tu conciencia se vaya acercando a tu
Presencia YO SOY y Yo Crístico.
El despertar de tu naturaleza
divina

Resurrección
YO SOY la llama de la Resurrección,
a través de mí arde la pura Luz de Dios.
YO SOY quien eleva a cada átomo ahora,
YO SOY liberado de todas las sombras.
YO SOY la Luz de la Presencia Divina,
yo vivo por siempre libre.
La Llama de la Vida eterna
se eleva ahora hacia la Victoria.

Cuando escuchamos la palabra resurrección, la mayoría de


nosotros piensa en el retorno de Jesús a la vida después de ser
crucificado o en el tan esperado regreso de los cristianos a la
vida al final de los tiempos. Mas la resurrección no significa
necesariamente que el cuerpo físico vuelva a vivir después de la
muerte.
Algunas palabras griegas que figuran traducidas en el Nuevo
Testamento como «resurrección» significan también «despertar».
En sentido místico, la resurrección puede implicar que te
transformas de un estado en el que estás espiritualmente muerto o
dormido a uno en el que estás espiritualmente vivo o despierto.
La resurrección es el despertar del alma a su naturaleza divina.
Comprender que eres Dios es más que tener percepción
intelectual de que ello es así: consiste en afirmar y manifestar tu
divinidad en cada partícula de tu ser físico y espiritual. Cuando
despiertas a la verdad de que eres Dios, comienza la
transformación en el ser divino que eras en el momento de la
creación.
Como expone el texto gnóstico Treatise on the Resurrection
[Tratado sobre la resurrección]: «La resurrección [...] es la
revelación de lo que es y la transformación de las cosas, y una
transición hacia la renovación». Quienes pasan por la
resurrección, explica el libro, «reciben de nuevo lo que eran al
principio»20. Cuando resucitas, pues, no sólo entiendes tu
naturaleza divina, sino que también tienes acceso al poder que
conociste en el momento de la creación, cuando estabas unido a
tu Presencia YO SOY.
Al igual que sucede en otras etapas del camino a la unión con
Dios, la resurrección se produce por incrementos progresivos.
Cada vez que recitas este decreto todo tu ser es imbuido de la
llama de la resurrección, la cual constituye una forma especial de
energía espiritual regeneradora.
Cuando invoques con regularidad la llama de la resurrección,
ésta abrirá poco a poco tus centros de energía espiritual,
llamados chakras, de modo que podrán recibir más luz,
concretamente la de la ascensión.
Pese a que la llama de la resurrección puede influir de manera
beneficiosa en el cuerpo, no necesariamente evita que la gente
muera desde el punto de vista físico. Su función principal es
impulsar al alma para que entre en un estado de vida eterna, esto
es, la unión con Dios.
Jesús dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,
aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no
morirá [vivirá] eternamente».21
Cuando repetimos las palabras de Jesús y decimos «YO SOY la
resurrección y la vida», y a continuación recitamos otros decretos
a la llama de la resurrección, nos estamos recordando que en
realidad estamos y estaremos por siempre unidos a la Presencia
YO SOY. Así pues, como Jesús prometió, aunque muramos,
viviremos: nuestra alma vivirá por siempre aun después de nuestro
cuerpo tornarse polvo.

Cómo actúa la llama de la resurrección


en las células
Así como la llama de la resurrección te transforma el alma,
también te revitaliza el cuerpo. Cuando la invocas empieza a
trabajar en el interior de tus células, iniciando en el centrosoma,
dentro de la célula, y expandiéndose hasta impregnar cada parte
de tu cuerpo, mente y emociones.
Algunas personas han descubierto que al invocar la llama de la
resurrección pueden sentir retroceder los efectos del
envejecimiento y la enfermedad. Otras se liberan de conceptos
limitantes acerca de sí mismas y se llenan del ímpetu y la
capacidad de hacer lo que siempre han querido hacer.
Mark Prophet habló de los beneficios físicos, mentales y
espirituales de utilizar dicha llama en estos términos: «He notado
que después de usar la llama de la resurrección pasan cosas. Me
siento más fuerte físicamente. Si antes tenía fatiga mental, me
encuentro con que mi cuerpo empieza a aligerarse. También
percibo una sensación de bienestar, estoy más a gusto en el
universo, tengo la sensación de ser inmortal».
El hecho de invocar la llama de la resurrección te imbuirá de
esa sensación de inmortalidad a la vez que revitalizará tu cuerpo
y mente.

Visualización para el decreto de la


resurrección
Cuando invoques la llama de la resurrección, visualiza una
llama de color nacarado, que da vueltas e irradia una luz de
color blanco con matices de tonos rosado y oro, y
esporádicamente un destello azul en el centro. Imagínala
rodeando cada célula y átomo de tu cuerpo, envolviéndolos y
acelerándolos para que giren más deprisa. Visualiza esta llama
transformándote la mente y las emociones. Así, transformará
también tu alma.
Al hacer de los decretos de la resurrección un ritual diario,
descubrirás que todo tu cuerpo se está acelerando. También
observarás que los centros espirituales situados en la corona de la
cabeza y en el medio de la frente comenzarán a abrirse, como
flores que despiertan al amanecer.
Ascender cada día

Ascensión
YO SOY la luz de la Ascensión
fluye libre la Victoria aquí,
todo lo Bueno ganado al fin
por toda la eternidad.
YO SOY Luz, desvanecido todo peso,
en el aire ahora me elevo;
con el pleno Poder de Dios
mi canto de alabanza a todos expreso.
¡Salve! YO SOy el Cristo viviente, un ser de amor por siempre.
¡Ascendido ahora con el Poder de Dios
YO SOY un sol resplandeciente!

Cuando asciendes, tu alma se acelera hacia la unión


permanente con tu Presencia YO SOY. A veces, como fue el caso de
Jesucristo, el cuerpo físico también asciende. Si estuvieras en un
cuerpo físico en el momento de ascender, parecería que
desaparecieras elevándote a una nube, que es como la Biblia
define la ascensión de Jesús. Tus átomos y moléculas empezarían
a vibrar a frecuencias invisibles al ojo humano, y simplemente
desaparecerías de la vista.
De todos modos, la mayoría de las personas no ascienden
desde un cuerpo físico. Si cumplen con todos los requisitos para
ascender, culminan esa fase poco después de morir.
La ascensión es la única forma de evitar reencarnar en la Tierra
o, dicho en otros términos, regresar a un cuerpo físico después de
la muerte. Cuando asciendes, pasas del tiempo y el espacio a la
eternidad. No es un fin, sino un comienzo. Porque después de la
ascensión adquieres la libertad de desplazarte por otras
dimensiones y de crear, aprender y amar como nunca antes.
Para ascender al término de esta vida tienes que haber saldado
más de la mitad de tu karma —el cincuenta y uno por ciento,
para ser exactos. Tu alma tiene que haber llevado a cabo su
misión y haberse unido con su Santo Ser Crístico.
Una vez que has ascendido, pasas a ser un maestro
ascendido. Muchas otras personas aparte de Jesús —desde
conocidos santos hasta humildes siervos de la humanidad— han
ascendido en los últimos dos mil años.
Tenía dieciocho años cuando me di cuenta por primera vez de
que la ascensión es la meta de la existencia humana. Estaba en
las escaleras de la iglesia de la Ciencia Cristiana en mi pueblo
natal, Red Bank, en New Jersey (EE.UU.).
Llevaba desde los nueve años estudiando la Ciencia Cristiana,
la cual, como la mayoría de iglesias cristianas, enseña que Jesús
es el único que ha ascendido. Sin embargo, sucedió algo que me
hizo comprender que todo el mundo está destinado a ascender,
aunque yo no sabía muy bien cómo. Ésta es la historia.
Era una hermosa mañana de domingo. Me sentía inmersa en la
alegría de Dios. De repente, percibí una energía, un fuego
sagrado que descendía sobre mí, el cual transportó una oleada
de júbilo a mi corazón. Al instante, sin entender siquiera lo que
estaba diciendo, me oí exclamar: «¡Vaya, tengo que ascender en
esta vida!» Lo supe en ese momento. ¡Menuda sorpresa!
Tras oír lo que había dicho, pensé para mis adentros: «¿Qué
significa eso?» No tenía la menor idea de lo que implicaba la
ascensión o de cómo iba a ocurrir, pero ahí lo tenía.
Más tarde supe que aquélla consiste en unirse a Dios. Y la
ascensión de Jesús tal como la describe la Biblia constituía la
antesala de una experiencia espiritual que cada hijo e hija de
Dios está destinado a vivir.
Me alegraba profundamente reconocer que esa era la meta de
la vida: ¡que seamos libres, que nos unamos a Dios! Ninguno de
mis maestros en la Tierra me lo había dicho. Hasta ese momento
no había entendido que la ascensión fuera la meta.
Pocos años después, siendo pupila de los maestros ascendidos
Saint Germain y Jesucristo, me di cuenta de que la presencia que
me había hablado en las escaleras era el arcángel Gabriel.
Fue Gabriel quien anunció el nacimiento de Jesús a la madre
de éste. Fue Gabriel quien dio el Corán a Mahoma. Y es Gabriel
quien anuncia la ascensión a cada alma. Se aparece a cada uno
de nosotros para quien la ascensión es posible revestido de una
blanca luz brillante. Y proclama: «En esta vida Dios ha ordenado
que hagas la ascensión, que te reúnas con él, que no reencarnes
otra vez».
Si crees que tu alma ha vivido esa experiencia o simplemente
piensas que estás destinado a ascender en esta vida, ahora es el
momento de iniciar el viaje. Imagina tu vida como una espiral
ascendente y a ti, subiendo por ella. Arriba de la espiral, que
significa de aquí a unos cuantos años, en el futuro, visualiza el
símbolo del infinito, un número ocho en posición horizontal, el
cual representa la culminación de tu vida, la ascensión.
Toma esta decisión: «Ése es el punto adonde quiero llegar al
final de mi vida. Voy a acelerar mi ingreso a la conciencia de
Dios y a permanecer allí, el lugar en el que me reuniré con la
llama viva y seguiré vivo por siempre».
Los maestros ascendidos han señalado que recitar cada día los
«decretos de corazón, cabeza y mano», incluido el de la
ascensión, nos ayudará a alcanzar la ascensión en esta vida, en
el supuesto de que reunamos también los demás requisitos.

Visualización para
la ascensión
La llama de la ascensión es una energía blanca, brillante y
chispeante. Cuando recites el decreto de la ascensión, imagínate
rodeado de una luz blanca, subiendo por una escalera de
caracol. Observa cómo esa luz inunda a raudales todo tu ser y te
eleva por cada escalón hasta llegar a la cima. Cada vez que te
visualizas alcanzando la cima te estás preparando para que la
ascensión realmente ocurra, pues algún día estarás en lo alto de
la escalera y la llama de la ascensión te acelerará el corazón y el
alma hasta transformarte en el ser indestructible: un Hijo, una Hija
de Dios.
Acercaos a Dios,
y él se acercará a vosotros.
SANTIAGO 4:8
Decretos de
corazón,
cabeza y mano
El Morya

Fuego violeta
Corazón
¡Fuego violeta, divino Amor,
arde en éste, mi corazón!
Misericordia verdadera Tú eres siempre,
mantenme en armonía contigo eternamente.

Cabeza
YO SOY Luz, tú, Cristo en mí,
libera mi mente ahora y por siempre;
Fuego Violeta brilla aquí,
en lo profundo de ésta, mi mente.
Dios que me das el pan de cada día,
con Fuego Violeta mi cabeza llena.
Que tu bello resplandor celestial
haga de mi mente una mente de Luz.

Mano
YO SOY la mano de Dios en acción,
logrando la Victoria cada día;
para mi alma pura es una gran satisfacción
seguir el sendero de la Vía Media.

Tubo de Luz
Amada y radiante Presencia YO SOY, séllame ahora en tu tubo de
Luz
de llama de Maestro Ascendido
ahora invocada en el nombre de Dios.
Que mantenga libre mi templo aquí
de toda discordia enviada a mí.
YO SOY quien invoca el Fuego Violeta,
para que arda y transmute todo deseo,
persistiendo en nombre de la libertad,
hasta que yo me una a la Llama Violeta.

Perdón
YO SOY el perdón aquí actuando,
disolviendo las dudas y los temores,
la Victoria Cósmica despliega sus alas
liberando por siempre a todos los hombres.
YO SOY quien invoca con pleno poder
en todo momento la ley del Perdón;
a toda la vida y en todo lugar
inundo con la gracia del Perdón.

Provisión
Libre YO SOY de duda y temor, desechando la miseria y toda la
pobreza,
sabiendo que la buena Provisión
proviene de los reinos celestiales .
YO SOY la mano de la Fortuna de Dios
derramando sobre el mundo Tesoros de Luz,
recibiendo ahora la Abundancia plena
las necesidades de mi vida quedan satisfechas.

Perfección
Vida de Dirección Divina YO SOY,

que arda en mí tu luz de la Verdad.


Concentra aquí la Perfección de Dios,
líbrame de toda la discordia ya.
Guárdame siempre muy bien anclado
en la Justicia de tu Plan sagrado,
¡YO SOY la Presencia de la Perfección viviendo en el hombre la
Vida de Dios!
Transfiguración
YO ESTOY transformando todas mis prendas,
cambiando las viejas por el nuevo día;
con el sol del entendimiento
por todo el camino YO SOY el que brilla.
YO SOY Luz por dentro, por fuera;
YO SOY Luz por todas partes.
¡Lléname, líberame, glorifícame!
¡Séllame, sáname, purifícame!
Hasta que así transfigurado todos me describan:
¡YO SOY quien brilla como el Hijo, YO SOY quien brilla como el Sol!

Resurrección
YO SOY la llama de la Resurrección,
a través de mí arde la pura Luz de Dios.
YO SOY quien eleva a cada átomo ahora,
YO SOY liberado de todas las sombras.
YO SOY la Luz de la Presencia Divina,
yo vivo por siempre libre.
La Llama de la Vida eterna
se eleva ahora hacia la Victoria.

Ascensión
YO SOY la luz de la Ascensión
fluye libre la Victoria aquí,
todo lo Bueno ganado al fin
por toda la eternidad.
YO SOY Luz, desvanecido todo peso,
en el aire ahora me elevo;
con el pleno Poder de Dios
mi canto de alabanza a todos expreso.
¡Salve! YO SOY el Cristo viviente, un ser de amor por siempre.
¡Ascendido ahora con el Poder de Dios
YO SOY un sol resplandeciente!
Elizabeth Clare Prophet es una autora de renombre internacional y pionera en
espiritualidad práctica. Entre sus libros más conocidos se encuentran la
popular serie sobre espiritualidad práctica, que incluye Cómo trabajar con los
ángeles, Arcángel Miguel, ayúdame, Llamas gemelas y almas compañeras y
Disuelve tus problemas. Se encuentra disponible una amplia selección de sus
títulos en un total de 32 idiomas.
Summit University Press continúa publicando las obras inéditas de Mark L.
Prophet y Elizabeth Clare Prophet.
Notas

1. Robert A. F. Thurman, trad., The Tibetan Book of the Dead (El libro tibetano de los muertos), Nueva York:
Bantam Books, 1994, p. 126.
2. Véase H. P. Blavatsky, Collected Writings 1889-1890 (Colección de textos 1889-1890), vol. 12, Wheaton,
Ill.: Theosophical Publishing House, 1980, p. 531.
3. Ralph Waldo Emerson, “The Over-Soul” en Self Reliance: The Wisdom of Ralph Waldo Emerson as
Inspiration for Daily Living (Confianza en sí mismo: La sabiduría de Ralph Waldo Emerson como inspiración
para el día a día), ed. Richard Whelan, Nueva York: Bell Tower, Crown Publishers, 1991, p. 60.

4. Howard Thurman, Disciplines of the Spirit (Disciplinas del Espíritu), citado en American Mysticism: From
William James to Zen (El misticismo americano: de William James al Zen), ed. Hal Bridges, Lakemont, Ga.:
CSA Press, 1970, p. 54.
5. Juan 1:9. Todos los versículos de la Biblia corresponden a la versión Reina-Valera, a menos que se indique
lo contrario.
6. Clemente de Alejandría, Exhortation to the Greeks 10 (Exhortación a los griegos), citado en David Fideler,
Jesus Christ, Sun of God: Ancient Cosmology and Early Christian Symbolism (Jesucristo, Sol de Dios: La
cosmología antigua y el simbolismo cristiano primitivo), Wheaton, Ill.: Theosophical Publishing House, Quest
Books, 1993, p. 42.

7. Romanos 8:19. Biblia de Jerusalén.


8. 1 Corintios 11:24
9. “Transcendentalism” (“Trascendentalismo”), en Ralph Waldo Emerson on Man and God: Thoughts Collected
from the Essays and Journals (Ralph Waldo Emerson habla sobre el hombre y Dios: Pensamientos recopilados
de sus ensayos y diarios), Mount Vernon, Nueva York: Peter Pauper Press, 1961, p. 11.

10. Ibíd. p. 12.


11. Hermes Trismegisto, “The Emerald Tablet” (“La tabla esmeralda”), en Fideler, Jesus Christ: Sun of God
(Jesucristo: Sol de Dios), p. 233.
12. Simeón Neoteólogo, citado en Sergio Bolshakoff, Russian Mystics (Místicos rusos), Kalamazoo, Mich.:
Cistercian Publications, 1980, pp. 35-36.

13. Chandogya Upanishad 3.13, 14, citado en Kathleen Healy, Entering the Cave of the Heart: Eastern Ways
of Prayer for Western Christians (Entrar en la cueva del corazón: formas de oración orientales para cristianos
occidentales), Nueva York: Paulist Press, 1986, p. 102.
14. Eclesiastés 12:6
15. Emerson, “The Over-Soul”, en Self-Reliance (Confianza en sí mismo), pp. 68-69.

* El principio consistente en utilizar «YO SOY EL QUE YO SOY» en la oración lo desarrolló Emma Curtis Hopkins,
quien empezó siendo estudiante de Mary Baker Eddy, la fundadora de la Ciencia Cristiana (Christian
Science). Más tarde, Hopkins fundó el Movimiento del Nuevo Pensamiento (New Thought Movement). En
1887 comenzó a utilizar el término «decreto» refiriéndolo a afirmaciones positivas precedidas por «YO SOY»,
como por ejemplo «YO SOY íntegro». En 1931 Guy y Edna Ballard fundaron el movimiento «YO SOY» (I AM
Religious Activity), que también empleaba los decretos. A partir de 1958 Mark y Elizabeth Prophet recibieron
muchos decretos de los maestros ascendidos.
* Los maestros ascendidos son seres espirituales iluminados que en otro tiempo vivieron en la Tierra, llevaron a
término su razón de ser y ascendieron, es decir, volvieron a unirse a Dios. Un maestro ascendido ya no tiene
las limitaciones de un cuerpo físico, sino que se desplaza en un cuerpo espiritual, siendo uno con Dios,
poseyendo todo el poder, la sabiduría, y guiándonos y enseñándonos desde los reinos de luz.

16. Salmos 91:1, 5.


17. M. Scott Peck, Further Along the Road Less Traveled: The Unending Journey toward Spiritual Growth (Más
allá de La nueva psicología del amor: El viaje sin fin hacia el crecimiento espiritual), Nueva York: Simon and
Schuster, 1993, p. 46.
18. 2 Corintios 5:1, 2.

19. El libro de los secretos de Enoc 22:8, Miami: Porcia Ediciones, 2014, pp. 55.
20. Treatise on the Resurrection (Tratado sobre la resurrección), 48:31, 34-38; 49:35-36, en James M.
Robinson, ed., The Nag Hammadi Library in English (La Biblioteca de Nag Hammadi en inglés), tercera
edición revisada, San Francisco, Harper and Row, 1988, p. 56.
21. Juan 11:25-26.
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Activar los chakras


Alquimia del corazón
Almas compañeras y llamas gemelas
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