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r e s e ña s MÚ SIC A

música

Carrangueramente alverjas y especias. Finalmente, algu-


nos de los textos escritos por Velosa
ta Germán Izquierdo Manrique y el
artista Jose Arboleda en el libro La
en 1983 enriquecen las canciones al cucharita. Historia de una canción,
La cucharita. Historia completar las historias que ellas solo tenía un precedente ineludible que
de una canción cuentan de manera fragmentaria: es la hacía difícil, pues había que contar
Germán Izquierdo Manrique el caso de “El parlante de mi pueblo”, de nuevo una historia que el propio
Jose Arboleda (Ilustraciones) cuyo origen parece sacado de un libro cantautor boyacense había narrado
Editorial Monigote, Bogotá, 2015, 30 de Guareschi (pero sucede en Ráqui- ya y condicionado con su ascendiente.
págs., il. ra), porque apunta al equilibrio de Para superar el desafío, Izquierdo
poderes establecido entre un cura, que Manrique y Arboleda se propusie-
Este libro es, ante todo, una exce- monopolizó por veinte años el trans- ron un trabajo de reportería que los
lente idea. Porque Jorge Velosa (Rá- porte de la localidad, y un alcalde, que autorizara a fundar sobre bases do-
quira, 1949) es uno de los artistas más manejaba los altoparlantes del pueblo. cumentales sólidas su propia versión
importantes de Colombia, que pasará El capítulo escrito por Velosa acer- de los hechos: entraron en contacto
a la posteridad por su música, por sus ca de “La cucharita” corresponde a ese con Jorge Velosa, visitaron la vereda
papeles televisivos (Don Chinche, Ro- tipo de comentario esclarecedor. En Velandia y en la panadería de Saboyá
meo y Buseta) y por su contribución al efecto, la canción deja perfectamente comenzaron a desenredar el ovillo que
estudio de nuestra realidad, especial- claro que la cucharita en cuestión salió habría de permitirles entrevistarse con
mente la campesina del altiplano cun- de la vereda Velandia, en el municipio Gregorio Martínez, así como con su
diboyacense. Él ha escrutado su folklor de Saboyá, que era de hueso, que se la exesposa y con otros campesinos del
y visión del mundo con mucho respeto obsequió un tal don Gregorio y que sector. Gracias a su acuciosidad, con-
y sapiencia. dos semanas más tarde se la robaron siguieron contar el nacimiento de La
El libro es también una excelente en el centro de Bogotá. No obstante, cucharita de modo distinto al sentado
idea porque “La cucharita” es una Velosa brinda en su comentario de por Velosa hace más de treinta años.
de las canciones más tarareadas del 1983 detalles muy interesantes acerca Consignaron detalles que complemen-
país y la reina de un rico repertorio, del origen de la canción. tan y precisan el origen de la canción.
en el que se destacan también otras Habiendo creado el programa Can- Con ayuda de los testimonios
composiciones (“El rey pobre”, “Julia, ta el pueblo, emitido semanalmente mencionados, Izquierdo Manrique
Julia, Julia”, “Canto a mi vereda”, “La desde Chiquinquirá en la emisora y Arboleda establecieron que Gre-
china que yo tenía”, “La pirinola”, “La Radio Furatena, los miembros del gorio Martínez contaba con 31 años
gallina mellicera” y otras). El libro es, grupo Los Carrangueros destinaron al producirse el encuentro que dio
finalmente, una muy buena idea por- una de las secciones a la lectura de origen a La cucharita, y que usaba
que el estribillo de “La cucharita”, coplas, adivinanzas, cuentos, dichos, alternativamente bastón y muletas.
con su plasticidad sorprendente que poesías y trabalenguas que les remi- Así mismo, que el viaje de Los Carran-
se nutre de su carácter enigmático, tían sus oyentes por correo. Una de gueros a Saboyá se produjo en buena
autoriza una narración acerca de su las cartas que recibieron un día había medida porque la historia remitida
nacimiento. fue escrita desde Saboyá por Gregorio por correo estaba inconclusa porque
El propio Velosa, con el ánimo Martínez y contaba la historia “de un el campesino se habría quedado sin
de explicar el origen de 23 de sus tal Sebastián con unas princesas”. papel para ponerle fin. También fija-
composiciones, publicó en 1983 con El cuento fue seleccionado para ron el modelo del jeep que usaba el
Carlos Valencia Editores un libro de un montaje radial de la semana si- cantautor por aquel entonces y lo que
88 páginas (La cucharita y no sé qué guiente y “por la gana de conocerlo se había servido exactamente durante
más. Historias para cantar), que aún y hacerle una entrevista”, Velosa y el convite y, a partir de las entrevistas y
puede conseguirse con algo de suerte sus compañeros fueron a encontrarse con fotografías de época de la familia
en librerías de viejo. Algunos de sus con su corresponsal en la consabida Martínez, reconstruyeron el aspecto
comentarios son un auxilio de primera vereda de Saboyá, donde Martínez de la casa campesina.
mano para el oyente no boyacense. vivía con mujer e hijos en un rancho No obstante, el rigor documental
Por ejemplo, “El saceño”, indica de paja y tapia pisada, levantado en un que presidió la escritura de La cucha-
el músico en el texto dedicado a esta “tajito de tierra”. Andaba con muletas rita. Historia de una canción cedió al
canción, alude a los numerosos ne- porque había recibido recientemente menos en dos ocasiones a las estre-
gociantes de la vereda de Saza, en el un balazo en la cintura que lo había checes que impone todo álbum ilus-
municipio de Chiquinquirá, que por dejado sin esperanza de caminar de trado. Una de ellas se refiere al suceso
tradición “viven de la compra y reven- nuevo. Durante el “puntal” al que del balazo. Si en su texto, Izquierdo
ta de cueros, lanas y animales”. Otras fueron convidados, una cucharita de Manrique no menciona balazo alguno,
glosas simplemente clarifican asuntos hueso hizo el oficio de salero y fue tan ello no se debe tanto a que resultara
lexicales: “chanchiro es cualquier pie- admirada por Velosa que el anfitrión imposible dar con una versión confia-
za de vestir vuelta pedazos por el uso se la regaló “para que no [se] quedara ble acerca de la desgracia, sino a que,
y el trabajo” y la chucula es lo mismo tuerto”. estando constreñido por el formato,
que el “chocolate de bola”, confeccio- Como se comprenderá, la empresa temía que tal acontecimiento resultara
nado en Boyacá con maíz, trigo, habas, acometida al alimón por el periodis- disruptivo. Por idéntica razón, el viaje

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que iban a hacer todos los Carrangue- seleccionado por el Ministerio de


ros a Velandia, se transformó en una Educación como uno de los títulos
peregrinación solitaria de Velosa. del programa Leer es mi cuento, que
Las ilustraciones de Jose Arbole- promueve la dotación de bibliotecas
da son (casi todas) impecables. (Casi públicas.
todas, porque la imagen de la página El hecho de que un libro como este
19 que enseña la cucharita de hueso y se publique en Colombia y de que un
el proceso de su factura hubiera sido editor, un escritor y un ilustrador ta-
ideal para la portada, en lugar de la lentosos trabajen juntos para rendir
muy deslucida que se quedó con el homenaje a la obra de Jorge Velosa
puesto.) La que abre la historia [págs. y a la cultura campesina del altiplano
4-5] es una representación fidedigna cundiboyacense es más que una buena
del paisaje boyacense con sus parcelas idea: es una prueba fehaciente de que
rojizas y ocres, sus maizales agostados nuestra sociedad está cambiando, se
y sus árboles de un verde indeciso y las ha hecho más compleja y es capaz
que la cierran dejan ver los arreboles de observarse a sí misma con mayor
incendiarios de aquellas tierras, así sofisticación.
como sus labranzas taciturnas a la
caída de la noche [págs. 29 y 31]. Daniel Gutiérrez Ardila
No menos interesantes son los Universidad Externado de Colombia
contrastes que ofrecen cuatro de las
viñetas del libro con la luz y los co-
lores del altiplano: una de ellas, toda
de gris, muestra a Gregorio Martínez
enruanado en su cocina frente al apa-
rato de radio y las paredes tiznadas
por el trajín añoso del fogón. Otras
tres representan la Bogotá céntrica
bajo la lluvia: la Avenida Jiménez con
Monserrate al fondo y los peatones
desdibujados por los paraguas y el
aguacero, el Parque Santander y sus
palomas enlutadas y Jorge Velosa en la
banca de un bus rememorando su viaje
a la vereda Velandia, que se cuela con
una violenta vivacidad cromática por
el techo destartalado, mientras brota
la canción.
Las antenas de transmisión, la sopa
borboteando en la olla vista a través
de la ventana y la cara de Velosa que
lee con los dientes apretados la carta
del cuento inconcluso tienen una gran
eficacia narrativa; para no hablar de la
casa de los Martínez con su techo de
zinc, la gallina blanca esbozada en el
jardín y la mujer que apresuradamente
se dirige a la cocina. O de la imagen
en la que se ve al músico en su viejo
campero que se adentra por un campo
sembrado de flores amarillas, escolta-
do por un perro que ladra y mueve la
cola.
El libro La cucharita. Historia de
una canción ha sido elaborado con
muy buen gusto por Mauricio Gaviria,
quien creó y dirige la Editorial Moni-
gote: pasta dura, buen papel, formato
cómodo, bonitas guardas e impresión
nítida y pulcra. Huelga decir que fue

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