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V. EL POSCLASICO MESOAMERICANO LNA VISION GENERAL, DEL POSCLASICO [2p bsancion mrss nL cAstco ¥ Bi roscLAsico ena somamonee precisa hace apenas un par de décadas. Al concebirse el primero como una época de paz y climax cultural, y cl segundo como de ines. tabilidacl poltica y guerra, los hombres del Posctisico contrastaban con los lel Clasico como las polillas destructoras de colmenas contias tan con las abejas. En este escenario idealizado, los gobernantes de las, sociedacles clisicas aparecian come sacerdotes entregadas a las espacu laciones flosdficas, al regisro del tiempo y a la observacién de los as fos; en contrapartida, los lideres posclasicos eran conceidos como valientes guerreros obaubilados por la obligacién de entregar 2 los dio. ses Ia sangre de sus enemigos de guerra, Esta vistOn, ereadla fundamen- talmente por los mayistes, empezs # desvanecerse hace wnes cuantos aos en beneficio de concepciones que conducen @ una Imagen mas humana de los pueblos del Clasico. Asi, el desciftamiento de los textos jeroglificos, la arqueologfa, los estudios iconogrificos ¥ los anilisis de Ja antropologia fisica siguen aporando pruebas sobre el caricter beli- caso de las ciudades-estado del Clasico, las pricticas sacrificatorias de sus habitantes y las ambiciones expansionistas cle sus gobernantes. las diferencias entre ambos periodos, aunque se siguen reconacien: do, son ahora menos nitidas, sobre tode si se toma en cuenta que la principal caracteristica del Posclésico fue el militarismo. Por si esto fuera poco, la exacerbacién del aparato belico y ottos clementos defi- nitorias cel Posclisico, como la gran movilidacl demogrifica, la inesta- bilidad politica, la cifusién de elementos culturales y los procesos de expansion hegeménica, tienen sus primeras —aunque modestas— ma nifestaciones en el periodo transicional llamado Epiclasico. Hay ente el Clisico y el Poselasico, sin embargo, una diferencia noxable en can 10 a la posiblicad cle informacion. Para el estudio del Posciésico no sélo se cuenta con la arquealogia y Ia antropologia fisica, sino con los documentos en espanol, en lenguas indfgeaas y, en menor escala, e0 latin, Bsto hace que conozcamos ef Posclisico —al menos en su aki- Ca | | EL POSCEASICO MESO AMERICANO 195 na fase— Con Una precision muy superior a la que podemos Jograr al sproximarnos 2 periodos anteriores Dijimos que cl colapso de las grandes capitales del Clasico produjo desequilibrios en las relaciones politicas, fragmentacion de las redes comerciales ¥ vacios de poder. Gomo se ha visto en capitulos anterio- yes, nucvos centros se encirgaron de restructurar y controlar, al menos jegionalmente, las rutas de comercio; pero la fuerte competencia entre ‘dios desembocd en ef increment del ejercicio de las armas y, con él, ‘en una mayor inestabilidad politica. EI clima de incertidumbre pudo aber sido uno de los facores originales de la movilizacién de gran- es contingentes huraanos, desplazados unos por la guerra, impulsi- os otros por la hisqueds de tertitorios mas propicios @ sus intereses, y otros mis guiados por lo que parecen haber sido francas aventuras de conquista. Un factor que debio de tener mucho peso en esta cade- na de movilizaciones fue la afuencia de sociedades septentrionales, armillas suponia que las condiciones ambientales se volvieron com- pletimente negativas para Jos agricultores del 4rea Norte, generando mnigeaciones multitudinarias hacia regiones mas benignas. El problema llegé a ser tan grave, que hacia el ano 1000 el septentrién mesoameri- cano labia side abandonado por los sedentarios, y dejado a los reco- Ieciores-cazadores. No es descabellado afirmar que esta retraccion de Ia frontera tuvo enormes repercusiones en las Areas vecinas recepto- 128, que, sin centros politicos sGlidos y sin fuerza para resistir cl flujo de las masas de emigrantes nostenos, suftian los efectos de ln enorme presion demogrifica os imuptores eran en buena parte agricultores en desgracia; pero en la comriente humana venian también grupos de recolectores-caza- dores, Todas ellos recibieron el nombre genérico de chichimecas, tér- ino que, en propiedad, slo debia aplicarse a los barbaros, Al llegar aticrras mis benignas del Centro de México, los némadas y los seden- {arios septentrionales asimiiaron formas de vida mas complejas, al mis- ‘mo tiempo que infundieron una nueva tnica militarista a las socie- dades receptoras, Segtin relatan los documentos hisiéricas, pronto s¢ incorporaron a la vida politica de las clistintas regiones y, en algunos casos —en un proceso ascendente inusitado— Hegaron a tomar el poder, Buena parte de su éxito se debi6 a su capacidad militar. Los sim- bolos chichimecas por excelencia fueron el arco y la flecha, armas ma- ngjadas con destreza por Ios recién Megados, En los procesos de restructuracisn politica, y sobre todo en los que ws EL POSCLASICO MESOAMERICAKO. intervenian los pueblos noreios, los centros de poder ya 20 s6lo am, bicionaban un dominio econémico a través del control comercial; bas. caban tambien un sometimiento politico que generara Hujos triburarig, constantes hacia las nuevas capitales, En dicho escenario no se hicie. ron esperar les agresiones, las rivalidades y las luchas de resistencia Este clima dia nacimiento a ideologtas militaristas que proclamabin up muevo orden regional, supméinico, y que justificaban e) uso de ta fuerza cuando los pueblos mis débiles no estaban convencidos de fas bon. dades que ofrecta cl ingreso en la esfera de dominio de los poxlerosos, Tanto las representaciones visusles como los documentos del siglo sey se sefieren a drdenes de guerreros profesionales, muchas veces atavia. dos como animales fieros Caguilas, jaguares, coyotes), que se agrupa. ban en tomo a cults religiosos propias. Los cucrpos militares se des. plazaban a territorios extranjeros en calidad de mercenarios © guardins de comps. La carrera castrense otorgaba prestigio y era cl camino mis, idiéneo para el ascenso social, A esta ideologia militarisa estaba unicin con frecuencia el culto al dios Serpiente Emplumada, cuyo fuega ¢- Vino crefan portar los gobernantes de los nuevos regimenes; asi en- ‘contramos a soberanos que llevaban el nombre de Quetzalesatl en el Centro de México, Kukulcan en el norte de la Peninsula de Yucatan y K’ucumatz en los altos «le Guatemala, Mas adelante veremos e6mo los mites de! dios Quetzalcéatl y la figura de su capital celestial, Tollan, ‘generaban la explicacién y Ia justificacion del auevo orden poltica ‘Ouros mitos cumplien funciones semejantes, entre ellos el del Quinta Sol, que daba un sentido sagrado a las campahas de conquista, impul sando g los guerreros a capturar enemigos que debian ser concucidas ala piedra del sacrificio. A este propSsito debemos aclarar que, aun- que la occision sual era una préctica antiqufsima en Mesoamérica, fue en el Posclisica cuando se vio exageradamente inerementada por pue- blos que fundaban en ella svs pretensiones expansionistas, Se ha visto anteriormente que en el Epictisico proliferaron los sitios erigidos en las alturas y defendidos por fosos y rmurallas. Durante el Posclasico esta necesidad de proteccién fue alin mis acentuada: ast como Mexico-Tenochtitlan y Mexico-TIateloleo lograron la ventaja es twatégica por su insularidad, Tulum Io alcanz6 por sus acantilados y K'umarcaaj ¢ [ximehé por sus barrancos, laderas empinacas, murallas ¥ parapetos. Las expresiones artisticas y culturales también cambiaron sensible: mente del Clisico al Posclisico. 1a escultura, especialmente la reliio- BL POSCLASICD MESOAMERICANO wr 2, perdié su exuberancia para volverse hieritica, marcial y severa. En algunss regiones, entre cllas la Cuenca de México, el arte gurativo se azo menos delicado, ¥ la arquitectura se empobreci radicalmente. La simple comparaci6n entre Teotihuacan y Tula nos oftece uno de los es08 mds notables de tal aansformacién. Debe exchuirse de este juicio global al tertitorio may, pues, al declinar las capitales de la zona cen- tral, hubo un florecimiento en la zona norte, expresado en el técni mente excepcional esiflo arquitecténico del Puuc. Sin embargo, tam- poce debemos olvidar que el drea Sureste, que alcanzara la cispide mesoamericana en escritura y calendario durante el Clisico, simplifies en el Posciésico ambos sistemas, al grado de que el timo dejé de qwsar la cuenta Langa, Por otra parte, el mensaje cransmitido en las artes visuales fue clara- mente bélica. Proliferaron entonces las representaciones de sacrificios humanos, Se labraron en los muros de los templos las figuras de fieras =mamnifetos © aves carnfvoras— que devoraban corizones. Fueron copiadas en las fachadas de los edifictos religiosos las rengleras de ca- beras-trofee conocidas con el nombre athuatl de t2onpantli, Como parte de los edificios destinados al culto —con funciones de colum- nas, telamones, aras o portaestandastes— se aiadieron esculturas de militares armados; ademas, sus figuras en relieve, estucacias y pinta- as, se encuentran en escenas de personajes que desfilan a lo largo de fiisos y banguetas. Todo concordaba con una época de efervescencia que exaltaba el valor de la fuerza ¥ todo tendia a justificar la expan- sion de las nuevas potencizs Ei Posclasico abarea del 2fto 900/100 dC al momento de la conquis- ta expanola, ‘Tradicionalmente se divide en dos pesiodos, el Posclasico ‘Temprano, de 900/1000 a 1200, y el Posclisico Tardio, de 1200 a 1521 E1 hito intermedio esti fundado en acontecimientos politicos muy sig- nificativos, pues en ¢} Altiplano Central Tula cae hacia 1150, y en la eninsula de Yucatén Chichén Itzd es vencida hacia 1250. El Coniro de México se erige como el prototipo del Posclésico me- soatnericano, y esto se clebe a varias razones. Una cle elles consiste en gue, cuando fa frontera septertrional se recomrié hacia el sur, numero- ses pucblos norteiios —agricultores y recolectores-cazadores— inva- ieron el area y provocaron cambios irteversibles en la cultura y la vide politica cle las sociedades autécionas. Esto trajo como consecuen- ia, seguramente, el establecimiento de formas de organizacién pluri- €inicas y muy beligerantes. Otra raz6n de peso es que los simbolos M8 1 roscLésico mEsoaMeRcANS nas importantes de [a ideologiéa militarista del Posclisico procedisn del Centro de Mexico, y que desde alli fueron difundides prirero poy dos toltecas © por sus seguidores, y después por los mexicas. Cabe ‘agregar que este pueblo ejerci6 un dominio nunca antes visto en Me. soamérica. ‘A la importancia hist6rica cel Centro de México durante el Pose, co se suma la historiogrifica. Es enorme el valor dle las Fuentes docu mentales que describen, con un detalle que no tiene parangén en ¢| resto de Mesoamérica, los acontecimientes politicos, costumbres, tdi. ciones, literatura, cecencias y, en resumen, los mis diversos temas de [a vida publica y privada de los mexicas y sus vecinos, sobre todo texeo- ccanos ¥ tlaxcaltecas, Fsto se debic a que los mexicas y la lengua ni. hhuad formaron cl puente de conocimiento con que Europa se apraxi- m6 2 [a realided mesoamericana. AI ser el pueblo mis paderoso en los albores del siglo 201, fue el que suftis el mayor golpe de la invasiin, ¥ sobre su capital se levants el centro administrative y politico de ia Nueva Espaita, Desde alli y tomando a los mexicas como sus priacipa les informantes del pasado indligena, los espafioles registraron en letra latina Ta tradicién de Tos venciclos. El Posclasico del Centro de México puede dividirse en tres momen- tos, si se foman como base los acontecimientos politicos de la cuenca acustre: a) el tolteca, que va de la ccupacién de Tula Grande hasta su decadencia (900-1150); 6) el chichimeca, que s€ inicia 2 fines cel si- glo x con la Hegada de Ia gente de Xélot, y ¢) el mexica, que cuenta desde la formacion de Ia nltima Triple Alianza, en la primera mitad del siglo xv, hasta 1521, afio de [a derrota cde Tenochtitlan por los espaioles En cl Posclisico de Oaxaca destacan dos procesos fundamentales, El primero fue la movilizacin de poblaciGn, jue produjo a la vez con flictos hélicos y centros de poder ocupadas de comiin acuerdo por dos ‘0 mis grupos étnicos. Estos acontecimientes tuvieron como principal escenario el Valle de Oaxaca; aunque mis tarde s¢ generalizaron, vol viendo més complejo el mostico €inico y lingiistico del area. Fl se ‘gunclo proceso tiene que ver directamente con el intento del selior mixteco 8 Venado Gara de Jaguar de constituir una gran unidad po! tica plusiémnica, Pste proyecto results fallido a ke larga, pues, de mane- ra contraria a lo planeado, condujo a una mayor fragmentaciéa ¥ an gonismo a los seftorios mixtecos. $i este fracaso se tomara como pasta para dlividir el Poseldsico, la separaci6n entre Temprano y Tardio que- daria a mediacis del siglo xi, debido a que los partidarios de Ia unift- EL POSCLASICO NESOAMIERICANO 199) qicidn fueron derrotados y el sehor mixteco muerto en 1063. Es de Slbrayarse que durante ¢! Posclisico kos mixtecos dominaron ef trabsa- jo cel 07D, producienda yas admirables. no ssl desele el punto de vista estético, sino tecnico, 31 Occidente adquirié gran presencia durante el Posclisico por ha- ber sido el firca puntera en Ia metalurgia. Sus seeretos habrian llegado inacia el afio 800, probablemente de Ecuador. En cl area no sélo sé pmelujeron bienes suntuarios de oro y plata, sino coas, hachas, esco- plos y Olf0s instrumentos metilioas de cobre, aplicaciones metal fas que, de no haber sido interrumpido el curso de Ia historia por le Conquista, hubieran gestado una importante transformacion tecnol6- gict en Mesoamerica. Entre los objetos de mayor difusiin comercial se quentan los cascabeles de cobre, hechos con la técnica de la cera pere ida; segiin puede verse por su difusién y abundancia arqueologica, llegaron a ser via de las mercancias de mayor atractiva tanto en el resto de Mesoamerica como en la distante Oasisamérica. Fl Posclisico de Occidente puede dividirse en dos subperiodos de uy diferente duracién. Durante ¢l primero de ellos, el area mantiene su tradicional fragmentacién politica y cultural, En con:raste con el rose to de Mesoamérica, no se desarrollé entances una arquitectura snonu- mental, Sin embargo, fue un area préspera, pues en su parle septen- tional se registro un auments denwogratico considerable, quizé debido 11 su posible funcion como corredor comercial que conducia a Oasisa- mérica, El segundo subperiodo, que comprende los siglos x7 y 20, corresponde a la formaciéin y consolidaciGn del poderio tarasco, proce- 50 iniciado en Ia region Incustze de Michoacn con la incorporacién plu- ridinica, casi siempre forvada, de numeroses sefiorios. En poco tiempo, los tarascas se convirtieron en los grandes rivales de los mexicas, a quienes igualaron en fuerza militar, La Conquista los sorprendis en un momento de vertiginoso ascenso, Por su parte, el area del Golfo recibis churante el Posclisico a socie- dacles que procedian del Centro de México. algunos llegaron expul- sides por €| arvibo de los chichimecas, ot7os, por sus ambiciones de conquista, En el nore, la Yuasteca pronto se enlazé con Tula para in- Tegrarse a las rutas de comercio dirigidas hacia la costa del Pacifico, y de alti hacia la frontera noroccidental, También se han supuesto rela ciones entre la Huasteca y la cuenca del Mississippi. Al sur de la ttuas- teca tuvo lugar un heche bistérico que marca un hito en el Golfo. En siglo sa declind El Tajin y fue abandonado en el von, dejando un vacio: 20 FL POSCLASICO MFSOAMERICAKO. de poder en la regién, pues Ja ciudad no fue sustituida por otta po. tencia. En fa parte mericional del frca la prospericad agricola, alean. zada en buena parte por la eficacia de Jos sisternas de riego en un te rritorio féril, permitieon el surgimiento cle centros prospetos, entre elias la ciudad de Cempoala, Sin embargo, la misma riqueza de esta capita fue el atractivo que Uev6 2 los mexicas a derrotarla y someterla a tributo, Finalmente, el acontecer posclasico del Sureste tuvo coincidenciag trascendentales en las tierras bajas ¥ en las tlerras altas, EI motor glo- balizador de su historia fue la toma del poder por parte de poscedores de una ideologia militarista que les sirvid de apoyo para aglutinar a fos distintos pueblos de cada region, En la Peninsula de Yucatén algunos de estos giuipos estin representados en la pintura, en la eseultura y en Jas laminas metalicas repujadks, con armas y atavios semejantes a los de los toltecas del Centro dle México, Bajo el régimen implantado en. tonces, Chichen Itza se situs al frente de los estados hegemdnicos has- ta mediacos del siglo sa, cuando fue derrotada por Mayapan, su antie gus aliada, Meyapén la sustituys hasta 1450, afto de su propia caida Vino después una era de fraginentacion y de pugna entre 4os nume~ Osos reinos, situaci6n que encontraron y aprovecharon los conquista- dores espaioles para someter a los mayas yucatecos. En las tiertas altas hubo durante el Posclisice un ascenso politico y militar de qui- chs, cakchiqueles y rabinales, quienes, por meclio de las armas, fue ron acrecentando sus dominios hasta convertirse en los estados hege- ménicos de la regién. La alianza entre los tres pueblos poderasos tocs su fin al concluir ef siglo xv, con la caida del rey quiché Q'uikab, So- bre la periodizacién del Sureste mesoamericano durante cl Posckisico hay grandes desicverdos entre los especialistas, problema al cual nos. referimos en los capitulos conespondientes. Fs. Centao ew at PoscLisico. Los ToLTECAs as fuentes escritas delinean el rostro del Posclisico mesoamericano, Por el registro de la palabra conocemos nombres dé pueblos, fechas de migraciones y conquistas, perfiles de personajes célebres y listas de gobernantes. En pocas palabras, los documentos nos proporcionan tuna nueva clase de datos y potencian el valor de la informacion obte- rida a partir del andlisis de los restos arqueokigicos, En el Centro de México abundan Las descripciones documentales FL POSCLASICO NESOAMIERICANG mo sobre una famosa ciudad del Pasckisico ‘Temprano- Tula, Fncontramos en dichas fuentes la identificacion de sus fundadores, la descripeién Ge sus edficios, ef relato de las proczas de sus héroes y la noticia de su declinacisn, A partir dle Tula, todo pareciera aclararse en la historia fnesoaraericana. ¥, sin embargo, la historia de Tula y los toltecss €3 un gemillero d& inc6gnilas,

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