You are on page 1of 85
El campo grupal Notas para una genealogia Ana Maria Fernandez . leva Vision Laz Coleccién Psicologia Contemporénea Ana Maria Fernandez El campo grupal Notas para una genealogia Prdlogo de Armando Bauleo Biblioteca UCP. ‘LAA 25346" 316.35 FER Ediciones Nueva Visién « Buenos Aires a i Femandez, Ana Maria El campo grupal. Notas para una genealogia - 1* ed., 14° reimp.- Buenos Aires: Nueva Visién, 2008. 192 p.; 19x18 cm. (Psicologia Contemporanea) | 1.S.B.N. 978-950-602-197-9 1, Psicologia Grupat |.Titulo cop 302.34 | | J IS.B.N.: 978-950-602-197-9 ‘Toda reproduccién total o parcial deesta obra por cualquier sistema —incluyendo el fotocopiado- queno haya sido expresamente autorizada por el editor constituye una infraccidn alos derechos del autor y seré reprimida con penas de hasta seis afios de prisién (art. 62 de la ley 11.728 y art, 172 del Cédigo Penal). © 1986 por Ediciones Nueva Visién SAIC. Tucumén 3748, (C1189AAV) Buenos Aires, Republica Argentina. Queda hecho el depésito que marea la ley 11.723. Impreso en la Argentina / Printed in Argentina El libro que aquf se presenta tiene su antecedente en el trabajo ori- ginal escrito como postulante al Concurso de la Cétedra de Teoria y Técnica de Grupos dela Facultad de Psicologia de la Universidad {de Buenos Aires, sustanciado en 1985, Aquella primera produccién tenfa como ee el tema solicitado en tal concurso: “{Existen los grupos humanos. Fundamentaciones”. Sucesivas reclaboraciones han transformado aquel texto de seten- ta paginas en el volumen que se ofrece hoy a su publicaciGn. Si bien Juego de casi tres afios de trabajo poco queda de aquel primer tex- to, el actual conserva un eje de ciertos recorridos temsticos y de au- tores, consecuencia del requisito académico en el marco del cual fueron pensados los problemas centrales de este libro. Fuerte motor de sus distintas versiones ha sido el didlogo con los alumnos, quienes con sus preguntas ¢ impresiones han orientedo muchos de sus tramos. Al mismo tiempo, la discusi6n y la erftica del equipo docente de dicha cétedra han permitido su enriqueci- miento y profundizacién. Sin ei estimulo de tal marco académico es probable que este Hib no hubiera sido posible. Sus piginas levan la impronta de targos didlogos con Juan Carlos de Brasi, Marcelo Percia y José Antonio Castorina. Su pre- sencia va mucho més alld de las citas en que son mencionados pun- tualmente. También Ilevan el afecto y la eficiencia de Mercedes L6pez, Sandra Borakievich e Isabel Temprano, quienes realizaron el “invisible” trabajo mecanografico. A todos ellos, muchas gra Ana Maria Fernindez Buenos Aires, diciembre de 1988. Si bien en la historia de sus abordajes hospitalarios, las interven- ciones “psi” —en general— sc han delimitado a sf mismas en se Giferenciacisn de las formas y valores médicos de operar con el st~ frimiento —y esto ha sido posible en funcién de la nocién de cura operando como organizador— todavia se nos presentan algunas confusiones que es necesario trabajar y debatir. ‘Dos son las caracteristicas de fa Argentina hoy que hacen més necesatios estos debates. Por una parte, la continuidad democréti- cca, que més alld de sus inconsistencias y debilidades permite otra articulacién entre una comunidad profesional y el Estado. Esto ha- je y necesaria nuestra participacién en la planificacién de politicas en salud, Por oira parte, lacrisis econémica,de una dimen- sign que es dificil imaginar atin, va configurando un angustiante perfil de patologfas en relacién ala violencia y a la carencia extre ‘ma para lo cual, bueno es reconocerlo, estamos poco preparados. Volvicndo ala primera cuestidn, {cuales el lugar de los “psi” en laplanificacién de politicasen salud”, ;cudl es su lugar, estos, qué debe hacer porejemplo enun servicio de psicopatologta infantil en relacién a otra institucién, la escuela, derivadora de fracasos esco- lares?, ,qué acciones “psi” implementar, més alld de “atender el ca so”? Obsérvese que transformar aese nifio en paciente, y por lo tan- to “ponerlo en tratamiento”, supone obturar muchas cuestiones al mismo tiempo. Otra vez: un universo de significaciones clausura la posibilidad de captar la singularidad del sentido. ‘Sino pensamos el lugar social y politico de los “psi” —mds alld de las preferencias personales— en la planificacién de politicas en salud, si no pensamos su lugar frente a diversas demandas de Ja comunidad, mas alld de lo asistencial, si restringimos nuestros dis- positivos a la asistencia de pacientes, aunque ésta cubra todos los Fequisitos te6rico-tGenicos, el fantasma de la nocién médica de cu- racién que habfamos echado por la puerta grande de la conceptua- lizacidn te6rica, vuelve a colarse por la pequefia pero implacable ventana de las pricticas cotidianas. 180 INDICE Prélogo de uno incluido como lector en el texto “El campo grupal. Notas para una genealogla” Armando Bauleo ... — Introduccibn ... rere ‘A. Para una elucidacién critica del campo grupal B. Una manera de leer, una manera de pensar CC. Los tres momentos epistémicos .. I El vocablo grupo y su campo seméntico.. A. Produccisn hist6rica del vocablo grupo B. Lineas de significacién so C. Referentes etimoldgicos ene D. Primeras puntuaciones antes de avanzat renner 35 II Lo singular y lo colectivo A. Antinomia individuo-sociedad B. Espacios ..... seseaneee C. Larrelacién grupo-sociedad D. La categoria de intermediario E, Problema epistémico IILa demanda por los grupos A. La ilusi6n de los origenes B. La dinamica de grupos ..... C. Criterios epistémicos de Kurt. Lewin. D. Primer momento epistémico: el todo es mas que la suma de las partes Anilisis de la demanda .. essences F El nacimiento de lo grupal..... TV Hacia una clinica grupal 0s. ‘A. Primeros dispositivos grupales terapéuticos B. Aplicaciones iniciales del psicoandlisis a los grupo: C. El todo no lo es todo... . . D. Del lider al oréculo V El segundo momento epistémico 101 A. Cierta especificidad grupal (la nocién de supuestos bésicos).. 101 B. El segundo momento epistémico: los organizadores grupales. C.E. encargo a Bion y su produccisn teérica... VI Los organizadores fantasméticos A. Hacia la enunciabilidad de los organizadores fentasmalicos 6... : B. Problemas de demarcacién C. Tercer momento epistémico: El agotamiento del objeto discreto VII El nado grupal x... ‘A. Lo grupal como campo de problemiticas B. Un nimero numerable de personas (cuerpos discemibies) C. La relacién texto-contexto grupal « D. La latencia grupal E, Lugar del coordinador .. F. La dimensién institucional de los grupos 158 G. Algunos impensables 163 ‘Addenda El campo grupal: cura e imaginario s0Cial ...ssseeees IT 182 Esta edicién, de 1000 ejemplares, se terminé de imprimir en agosto de 2010 en Impresiones Sud Amé- rica, Andrés Ferreyra 3767/69, Ciudad Auténoma de Buenos Aires. sinorética y sociedad por imteraccién”, uno de los pioneros en estas perspectivas.® Hice estas consideraciones también siguiendo los pasos freudia- nos. Si la teorfa de Freud tiene tres soportes, como él mismo afir- ma: Sexualidad infantil, Represidn y Transferencia, podemos ver que en uno de ellos existe un elemento hipotético importante. Me refiero al concepto de represiGn primaria. Hip6tesis necesaria pa- ra seguir pensando el aparato psiquico. Creo haber demostrado hasta dénde el libro de Ana Marfa Fer- ndndez, puede estimular nuestras intuiciones, o ensamblar pensa- mientos perdidos, 0 atraemos y envolvemos en una polémica fas- cinante, 0 simplemente ayudamos a reflexionar. Como puede imaginarse esperamos las respuestas (es decir, con otros que también creo abrirén interrogaciones), asf que estoy cu- rioso esperando el segundo tomo sobre estos argumentos. Armando Bauleo Venezia, junio de 1989. * Meltzer, D. Losiluppokleiniano, T.3 Bion, Borla, Rom, 1982,y Studi di Me- 1apsicologia Allar gata, F. Cortina, Milano, 1987. Bleger, J. Temas de Psicologia, Nueva Visién, Buenos Aires, 1978, 16 INTRODUCCION Elucidares el trabajo por el cual loshom- ‘bres intentan pensar Io que hacen y saber Jo que piensan. C. Castoriadis A. Para una elucidacién critica del campo gzupal s indudable que a partir de la institucién de los primeros disposi- tivos grupales, mucho se ha escrito sobre grupos. Puede observar- se que a lo largo de los tiltimos cincuenta afios se implementaron formas de trabajo muy diversas que incluyen abordajes colectivos entre sus recursos tecnol6gicos: capacitacién de personal de em- presas, modemas pedagogias, programacién de actividades creati- vvas, gestiGn de participacin social, implementacién de politicas de salud, proyectos de investigacién-accién, educacién sexual, inves- tigaciones participativas, intervenciones comunitarias, etcétera. ‘Los campos de aplicacion que Ilegaron a instituirse en este terreno hubieran sido francamente impensables en décadas anteriores. El campo de la clinica no queds por fuera de este fendmeno; con notable celeridad se multiplicaron diferentes dispositivos de pe- quefio grupo con fines psicoterapéuticos, apoyados —con mayor o menor fortuna— en distintos referentes tedricos. 'Asf las cosas, los discursos con respecto a la grupalidad fueron onganizando una infatigable Torre de Babel. Cémo transitar por ella? Los miltiples campos de intervencién instituidos, las variadas iécnicas implementadas, la enunciaci6n de discursos tesricos de di- verso origen dibujaron, en su devenir, un cierto recorte disciplina- rio, Sin embargo no puede considerarse —hasta el presente— que sea pertinente hablar de un cuerpo te6rico sistematico de lo grupal Lo que sf puede encontrarse en su Babel es un damero de opciones 7 te6rico-técnicas y ciertos perfiles profesionales que utilizan abor- dajes grupales en sus respectivos campos de trabajo, Otravez.la pregunta: ,c6mo organizaruna indagacién de las pro- ducciones que tal campo despliega? ;Desde qué criterios poner a consideracién su legitimidad disciplinaria? {Con qué formas de lectura localizar aquellos nudos probleméticos que insisten y atra- vViesan los diversos dispositivos que se instituyen? La propuesta que aqui se presenta intenta introducir al lector en algunas de las principales Ifneas problemiticas que el campo de lo grupal presenta. En lugar de realizar un recorrido por las diferen- tes teorias sobre grupos aspira a plantear problemas. En tal sentido, cuando se detiene en alguna de ellas no trata de presentar sus ideas cn apretada sintesis: més bien se apoya en sus nociones para inte- rrogar los problemas que tales teorizaciones han hecho posibles y asf analizar sus criterios de demarcacién y la inscripcién de sus précticas. Interroga algunas producciones te6ricas problematizin- dolas; las abre a la orftica: pregunta de qué premisas parti6 un au- toro corriente, qué interrogaciones se formuld, cémo las respondié, por qué habré producido tales respuestas y no otras, cuales fueron Sus impensables. Desde sus respuestas reconstruir sus preguntas, desde sus cnunciados teéricos inferirlas condiciones de posibilidad de tal produccién, Desplegar sus enunciados para poder sostenerun desafio: ,cémo hacer para pensar tales problemas de otro modo? 1 sinlesis, se propone un ctiterio de elucidacién critica: | Elucidar es una: labor propositiva, una exploracién acerca de... ina- cabada, sujetaa revisiones y ajustes provisorios, aunque no por eso ‘menos igurosos; se trataréde pensar sobre lo hecho micntras se bus- card conocer con mayor precisidn eso que como hecho debera ser deshecho, para entender su irradiaca composicidn, otorgando a la actividad de-constructiva un lugar central en la tarea de cluci- dacién.! Se hace necesario para tales objetivos, en primer lugar, una re- misi6n hist6rica a los saberes y précticas grupales; historia en un * De Brasi,1.C. “Elucidaciones sobre el ECRO”, en Lo Grupal 4, Biisqueda, Buenos Aires, 1986. 18 sentido genealégico, es decir con el interés de indagar cémo se han constituido los saberes sus discursos, sus disefios grupales, sus dominios de objeto, la instituci6n de sus pricticas y sus demarca- ciones disciplinarias. Analizar, por lo tanto, las condiciones de produccién de tales saberes: teéricas y epistémicas, pero también institucionales ¢ hist6rico-sociales; en sintesis, no sélo lo que una teorfa dice, sino las formas hist6ricas de gestién de los conocimien- tos que enuncia; no yala descripcién de sus pricticas, sino mas bien el analisis de Jas demandas a las que tales practicas dan respuesta, En rigor de verdad, este libro no desarrolla cl conjunto de de- construcciones y re-construcciones de las teorfas y précticas que un estudio genealdgico exigirta. Poro si, en cl marco de lo antedicho, propone algunas puntuaciones que permitan focalizar los niicleos que —en sus insistencias— conforman ciertas demarcaciones del campo grupal. _ Si bien no despliega el exhaustivo recorrido historiogrifico que el rigor geneal6gico necesita, abre ciertos signos de pregunta sobre algunos lugares comunes que han cristalizado en los saberes y pric~ licas grupales en nuestro medio. En tal sentido es que aqui se habla de puntuaciones, proponiendo al lector algunas localizaciones cri- ticas que ofrece como sus notas —sus primeras notas— para una genealogfa de lo grupal. Su intencién se aleja de definir qué son los, grupos, y se orienta a esbozar algunas ideas que otorguen instru- mentos bisicos para pensar una teorfa de 1o que hacemos cuando instituimos grupos. ; En primer lugar, se enfatiza una diferenciacién: los grupos no son lo grupat; importa por lo tanto una teorfa de To que hacemos y no una leorfa de lo que es.? En ese sentido su preocupacién es epis- témica (cémo se construyen los conocimientos sobre lo grupal) y no 6ntica (qué son los grupos). En segundo lugar, es importante subrayar que las diferentes teo- fas sobre lo grupal —como de todo campo disciplinario— no son s6lo producciones discursivas; son, por el contrario, el resultado de una serie de factores articulados. Interesa reflexionar, particular- mente, sobre la relacion existente entre un cuerpo tesrico y el dise- 2 Delewze, G, Empirismo y subjetividad, Gedisa, Barcelona, 1977. 19 fio técnico que organiza sus formas de trabajo grupal, el lugar que tal corriente o pensador sostenga como sus a priori enlatensién sin- gular-colectivo,’ Ia demanda socio-hist6rica a la que sus dispositi- ‘os son respuesta y, en muchos casos, las urgencias de legitimacién institucional que marcan sus indagaciones. En tercer lugar, no hay que olvidar que una teorfa demarca sus ‘reas de visibilidad e invisibilidad, sus enunciados y sus silencios, como resultado de la articulacién de los factores mencionados. En {al sentido, una indagacién que se propone critica lejos estard de buscar acuerdos 0 desacuerdos con los autores abordados. Des- plegaré sus reflexiones en los pliegues de visibilidades y enun- ciados, en las soluciones de compromiso entre discursos, prdcticas y demandas; entre los “themas” que demarcan sus preocupaciones tedricas y aquellas regiones que han permanecido como impen- sables. Un trabajo de clucidacién critica abre la posibilidad de focalizar centre los cursos y recursos de la Babel de los grupos aquellas direas de visibilidad sobre los acontecimientos grupales que determina- dos dispositivos grupales han posibilitado y cudleshan quedado ne- cesariamente invisibles. Lo invisible dentro de una teorfa, es el re- uultado necesario y no contingente de la forma en que se ha estruc~ turado dentro de ella el campo de lo visible. Por lo tanto “critica” aqui no significa, como se sefiala lineas arriba, evidenciar los erro- res, mostrar desacuerdos 0 adhesiones, sino mds bien presuponer que aquello que una teorfa “no ve" es interior al ver; en tal sentido sus invisibles son sus objetos prohibidos o denegados; puede pen- sarse entonces que el nivel de lo enunciable que una teor‘a desplic- ga serd la transacci6n, el compromiso discursivo, pero también ins- titucional-historico de sus visibilidades y sus invisibilidades, de aquello que le es posible pensar y de sus impensables, de sus obje- tos afirmados y sus objetos denegados. Teorizaciones posteriores, en tanto acumulan, refutan, redefi nen las producciones te6ricas previas y se siltian desde otras de- ‘mandas sociales y otros marcos institucionales, producen a su vez dispositivos grupales que generan “fenémenos” grupales y/o se po- 2 Véase capitulo I 20 sicionan en otro lugar del a priori individuo-sociedad construyen- do otros enunciados tedricos. Estos nuevos discursos, por ende, cir- cullariin desde otras transacciones entre Io visible y lo invisible, se onganizardn desde otras demarcaciones y gestionardn précticas guiadas por sus propias preocupaciones tesrico-técnicas. En sintesis, cl criterio propuesto no se sostiene en la premura de legitimar lo que ya se sabe, sino en abrir interrogaciones sobre lo enunciado y sus practicas que permita, a su vez, pensar los proble- mas de otf modo. En tal sentido se propone un doble camino dede- construccién y re-construccién de teorias y précticas. Esto tiene va- rias implicancias, fundamentalmente la intencién de de-sustancia- lizar los conceptos y desmarcar la lectura, el texto, el autor de un efecto de verdad, juego de de-construcciGn/re-construccién que al poner en evidencia los silencios de enunciado, los objetos denega- dos, los impensables en su doble dimensi6n, teérica y profesional, haga posible pensar de otro modo los problemas recurrentes de 1a disciplina y cree condiciones para pensar lo hasta entonces impen- sable. - | Por eso elucidacién que se propone critica y en tanto critica, ética. Obviamente, presentar una elucidacién erftica con todos los re- quisitos sefialados enesta introduccién conformarfa una obrade en- vergadura muy superior a los objetivos de este libro. Serfa muy in- teresante al respecto, una labor colectiva; frente a tal anhelo es que .e espera puedan resultar de utilidad estas primeras notas para una genealogia del campo grupal. B. Una manera de leer, una manera de pensar Lamanera de leer que una actitud de elucidacién critica implica s aleja cuidadosamente de un tipo de abordaje a los textos y autores muy difundido en el medio “psi”. Necesariamente debe buscar cri- terios de lectura que se aparten del texto-verdad, es decir se distan cien del supuesto por et cual la préctica de lectura es un acto de re velacién; esta forma “biblica” de pensar el texto como continente deuna verdad-revelada-ahf pone al lector en una tinica posicién: el desciframiento; su préctica-religiosa, se dirige a la repeticién des- cifrada —con mayor 9 menor fortuna— de las ensefanzas de un maestro, poscedor de dicha verdad. Bueno es aclarar que si bien es- (amanera de Ieer suele ser muy caracterfstica en el medio “psi”, no es privativa de é1; muy por el contrario, puede observarse en diver- sos medios académicos y politicos. Varias son las consecuencias de esta manera de leer; una de las més relevantes es la dogmatizacién del cuerpo te6rico; este proce- 0 posibilita en el plano te6rico mismo la gestin de una ilusin: la teorfa completa; a partir de esta ficcién ninguna invisibilidad sera posible de ser pensada, la actitud de interrogacién cacré bajo sos- pecha, las falacias de autoridad seran una préctica cotidiana de le- gitimacién, Un efecto institucional muy caracterfstico de esta situacién es la repeticisnal infinito de la necesidad —podria decirse la urgencia— de clasificaciones que tipifiquen a sus integrantes en ortodoxos y heterodoxos; expulsiones, rupturas y fracciones y pleitos de mem- brecia se suceden cotidianamente. Estos procesos tedrico-institucionales van produciendo una transformacién en la posicién del discurso en cuestidn: de consti- tuir un discurso autorizado —tegitimamente autorizado por su sis tematizacisn te6rica, su rigor metodolégico, ete— pasa. instituir- se como el discurso de la autoridad. Frente a esta forma de lectura ¢s importante evitar tanto la sumi- sidn ala repeticién del discurso legitimado, como ladescalificacién de sus valores de cnunciado.* Por ambos caminos, aunque de dife- rente, se empobrece 1a reflexién (e6rica. El campo grupal no pre- senta un cuerpo te6rico sistematizado; en ese sentido esta situacién podrfa transformarse en una ventaja ya que puede ofrecer mejores condiciones para la formacién de un mélodo de pensamiento criti- co, Para cllo deberé desandar un camino que ha recorrido en los til- timos tiempos; aquel que ha intentado territorializarlo como un campo de aplicacién de campos te6ricos instituidos como sistemas conceptuales totalizadores Esta descalificacién suele ser expresién de rebeldias fallidas frente alos tos de autoritarismo tesrico mencionados La tradicién de la teoria critica’ ha evitado la produccién de sis- temas te6ricos cerrados, prefiriendo el contrapunto y la interroga- cién con diversos sistemas de pensamiento. En ese sentido es que en esta propuesta se ha clegido un criterio de lectura de-construc- cignvre-construccién donde los enlaces tedricos puedan realizarse através de confrontaciones locales y no globales; donde las teorfas puedan pensarse desde lo mailtiple y no desde Io uno. Uno de los propdsitos de este libro es proporcionar algunas he- rramientas conceptuales que ayuden a desdibujar los efrculos que muchas veces encierran importantes producciones tedricas en grandes relatos totalizadores. Cuando un sistema te6rico se totali- 740 bien sufre un proceso de banalizacién al ser“aplicado” a otros ‘campos disciplinarios o bien opera reduccionismos insalvables so- bre el campo encuestién, Porel contrario, si se crean condicions pa- ra su des-totalizaci6n, al trabajarse sus conceptos local y no global- mente, éstos vuelven a adquirir la polivalencia te6rica imprescin- dible para producir nuevas nociones, para pensar articulaciones hasta ahora invisibles, cuestionar sus certezas, pensar aquello que habfaquedado como impensable. En sintesis, el contrapunto y lain- tetrogacién como método para que Jas teorfas mantengan su vigor en la subversin de aquello que se ha cristalizado como obvio. Al mismo tiempo, y desde esta perspectiva, la legitimaci6n det campo grupal no pasaria por lograr constituir una Teorfa de los Grupos sino por plantearse tal espacio como un campo de proble- mdticas en el seno del cual habrfa que discutir sus criterios de de- ‘marcaci6n, los rigores epistémicos y metodol6gicos para que sus contrapuntos locales y no globales puedan operar como “caja de he- rramientas” y no como patch-work te6ri de lo anterior— se pueda: . diluir el fantasma que atraviesa las formaciones grupales, Fantasma {que confunde las acciones en grupo (dispersivas e intrascendentes) con lasexperiencias grupales que se ealizan orientadas por unacon- cepei6n desde la cual se analizan y justifican S Jay, M. La imaginacién dialéctica Taurus, Madrid, 1986. De Brasi, JC. “Desarrollos sobre el Grupo Formacién”, en Lo Grupal 5 Bis queda, Buenos Aires, 1987 C. Los tres momentos epistémicos Con el propésito de buscar algén ordenamiento para la indagacion arealizar a través de la Babel de los grupos, se sefialaran tres mo- ‘mentos epistémicos, En la constitucién de saberes y quehaceres ‘grupales, tales momentos, mas que indicar un sentido cronolégico, expresan ciertas formas caracteristicas de pensar las legalidades grupales. No puede decirse que unos succdan a otros linealmente, sino que si bien es posible delimitarlos con cierta claridad, frecuen- temente se pueden encontrar rasgos de un momento epistémico en los siguientes. Los autores 0 corrientes que se analizan en cada uno de ellos no son excluyentes; ni siquiera podrian considerarse undnimemente como los mas importantes. Simplemente son aquellos de mayord fusidn enel mundo académico en ef marco del cual este libro ha s do gestado..’ Si son ellos y no otros los que se toman en considera- idn, esto se debe a que han sustentado algunas cristalizaciones de cicrtos lugares comunes que interesa poner en interrogaci6n en es- te libro, El primer momento epistémico se organiza a partir de pensar al ‘grupo como un todo. La influencia de la Gestaltheorie hizo posible afirmar que en un grupo, el “todo es més que lasuma de las partes”.* Hay allf un primera intuicién, aquella que otorga a los pequetios co- lectivos un plus irreductible a la suma de sus integrantes. 3s en Ia indagacién de tal plus que se delimitan los primeros re- cortes disciplinarios. Entre ellos se destaca, sin duda, la Dindmic: de los Grupos. Mas alld de la difusi6n de las teorizaciones que esta corriente po- ne en enunciado con respecto a los grupos, es importante destacar ? $i bien mencionados puntualmenteen varios pasajes de este libro, no se ofre ce una elucidacién més sistemética de los dispositivos grupslesinstituidos por la concepcisn operativa de grupos y el psicodrama psicoanalitico. Sin embargo, han consttuido instrumentos terico-téenicas de sumna importancia en mi formacign, Futuros trabajos intentardn salvar tal user * Véase capitulo II 24 glie aproximadamente entre 1930 y 1940” se instituyeron ciertos er terios en virtud de los cuales comenz6 a pensarse en “artificios” grupales para abordar algunos conflictos que acontecfan en las re- Iaciones sociales. Cobran visibilidad conflictos humanos en la pro- duceién econémica, en la salud, en la educacién, en la familia, y las instancias organizativas de la sociedad pasan a considerarlos como parte de los problemas que deben resolver. ‘Sinembargo, pareciera suponerse quetales conflictos no pueden ser abordados mediante los recursos previamente existentes; exi- gen nuevas formas de intervenci6n y especialistas adecuados a ta- les fines. Desde diferentes puntos de origen se inventa una nueva tecno- ogfa: el Dispositivo Grupal, y un nuevo técnico: el coordinador de grupos. Rapidamente se multiplican los diagramas técnicos y los campos posibles de aplicacién. A su vez, muy disimiles sersin las tcorizaciones que intentarén dar cuenta de aquello que acontece en los dispositivos grupales instituidos. Estos movimientos se sostuvieron desde una conviccién: el gru- po, en tanto todo, es mas que la suma de las partes. Tal plus grupal hace de los grupos, a partir de alli, espacios tdcticos con los que se intentard dar respuesta a multiples problemas que el avance de la modemidad despliega Desde entonces, teorizar el plus grupal ha sido una preocupacién constante de las diferentes corrientes grupalistas. Todas enfrentan una misma dificultad: el plus grupal es facil de poner en evidencia, pero se vuelve sumamente dificil producir enunciados tedricos que den cuenta de 61 y del orden de legalidades que lo sostienen. El segundo momento epistémico se focaliza alrededor de la bais- queda de organizaciones grupales; es decir nuclea aquellos inten- ios que buscan dar cuenta de las instancias de determinacién que hacen posibles los movimientos grupales que habfan cobrado visi bilidad en los dispositivos que se institusan por doquier. El psico- nilisis hace aqué aportes insustituibles,” tanto en el plano te6rico * Si bien este desarollo se inicia en BE-UU. y algunos puses de Europa, se ex- tiende répidamente a cieros paises periféricns como la Argentina "© Yéanse capitulos IV, V y VL come enel diseiio y difusién de dispositivos grupales en el 4rea de lacclinica psicoterapéutica. Lo mismo podria decirse de los grupos operativos de Pichon Rivitre aunque cn dreas mas vastas: educa- ciGn, salud, intervenciones comunitarias, eteéctera. En el interior del campo psicoanalttico, la polémica se centraré en dilucidar si los grupos constituyen un campo de aplicacién del saber y la técnica psicoanalitica, o si exigiran la claboracién de ins- trumentos tedricos y técnicos especificos; constituirdn sus propios contextos de descubrimiento y —1o que es ms— si podran legiti- mar sus propias demarcaciones disciplinarias. Al mismo ticmpo, en este derrotero se perfila un conflicto que implicard una dimensién te6rica y otra institucional. Tedricamente se discute si el psicoanlisis puede dar cuenta de los aspectos fun- dantes del campo grupal. O dicho de otra manera jel orden de de- terminaciones valido en el campo psicoanalitico en funcidn del objeto de estudio que esta disciplina ha delimitado, puede exten- derse legitimamente al campo grupal?, ¢son los organizadores fan- tasmaticos que diferentes escuclas psicoanaliticas pusicron en enuriciado, los tinicos organizadores grupales?, grop ——> groppo———>grupo (alemén) —(provenzal) (italiano) Masa NUDO redgndeada | Circulo] — Cohesién Grupo Estdn presentes, entonces, en el vocablo dos Ifneas que frecuen- mente se encuentran en la reflexidn sobre lo grupal, o—dicho de tra manera— dos lineas que insisten en dicha reflexién. Por una arte, a linea de insistencia Nudo; si bien para Anzicula figuracién tudo remite al grado de “cohesién necesaria entre los miembros del rupo”, para la perspectiva de investigacién elegida en este traba- >, la figura nudo abre otra forma de interrogacién sobre la misma uuestiOn: ,qué anudamientos-desanudamientos se organizan den- “0 de un conjunto reducido de personas? Por otra, lamasa redondeada parecerfa portar, implicitamente, la Jea de cfrculo, en el sentido de reunion de personas: agrupaciones c oficios, comerciales, clubes, politicos, etc., que retomando una ntigua tradici6n celta darfa idea de cérculo de igualesjSon ilustra- vos al respecto Los Caballeros de la Mesa Redonda y la orden re- giosa de Los Templarios, cuyo altar circular hacfa posible que to- ds los caballeros de la orden estuviesen, en misa, a igual distancia e Dios. Notese que aun en Ia actualidad generalmente se clige la distri- ucién circularen el trabajo con grupos. Esta forma tan caracteris- caconnota algo que trasciende el espacio mismo, que va més allé clacventual organizacion de sus actividades; implica, en realidad na particular estructuraciOn de los intercambios entre los inte- rantes. Es frecuente encontrar en este punto la acentuacién de la gualdad jerdrquica atribuida a la forma circular de ubicacién; es- > significa afirmar que sentarse en circulo horizontaliza 0 demo- ratiza la relacién enire los miembros de un grupo. En realidad, el aero sentarse en circulo no determina igualdades jerirquicas ni tenia los jucgos de poder en el mismo. Por el contrario, parecerfan 31 ser de mucho mis peso aquellos intercambios que se organizan des de ese circular —en principio de miradas—que la distribucién es- pacial clegida posibilita.* C. Referentes etimolégicos En primer lugar sorprende !a modernidad del vocablo. Qué signi- ficacion tendré que con anterioridad a la modernidad no existiera un término que diera cuenta de una reuni6n de un nimero restrin- gido de personas con un cierto objetivo comin? Enotrasteméticasha sido investigada la relaci6n entre la presen- cia 0 ausencia de determinados vocablos y su significaci6n en la cultura de la época. Asi Ph. Ariés® ha trabajado la ausencia de la no- cin de nifio en la sociedad feudal y 1a correlativa ausencia de vo- cablos que nominaran a los nifios, 0 lo que es igual, la presencia de distintos términos que dan la idea de nifio a partir del momento his- UGrico en que éste comicnza a particularizarse del mundo de los adultos. Muestra, asimismo, c6mo se produce una correlacién entre este proceso de “poner palabra” y la construccién de campos dis- ciplinarios especfficos —en este caso la pedagogia— y las nuevas précticas sociales que se desarrollaron en este proceso: aparicin del “sentimiento de infancia”, matemaje realizado por su propia madre, escolarizacién de los nifios, etcétera. El groppo aparece con el Renacimiento, momento de profundas transformaciones, politicas, econémicas, familiares; momento de giros epistémicos y de modificaciones de las weltanschauungen. Es cn cl complejo iransito de las servidumbres con Dios, el sefior, ya fe hacia las autonomfas, las ciencias, las artes no religiosas y el libre mercado donde se van creando las prefiguraciones del indivi- duum; trénsitos que harén posible a partir de Descartes, las grandes “Desde el psicoandisis se ha rabajado en profundidad el temade la mirada co- mo posibilitadora de los juegos identificatoros grupales seria interesante eruzar estos sports eon aquellos que lo investigan como forma real eimaginariade con- trol social. Foucault, M Vigilar y castigar, Siglo xxt, Madrid, 1981 Aris, Ph. ‘enfant et la vie familiale sous f Ancien Régime, Du Seuil, Paris, 1973. 32 ‘eflexiones modemas del sujeto y el surgimiento de las manas. El groppo se autonomiza‘al separarse del tandose en los atrios y en las plazas. Al mismo tiempo se produce Ta nuclearizaci6n de ia familia; ésta inicia un proceso de transfor- maciones reduciéndose desde sus extensas redes de sociabilidad feudal hasta conformar la familia nuclear modema. Este transito de “Ia casa” ala familia” no es una cuesti6n atinen- te s6lo a la historia de la vida cotidiana, sino que puntita trénsitos claves desde las relaciones de produccién hasta la constitucion de las subjetividades; se acentia la intimidad, la individuacion, las identidades personales, el uso de nombres y apellidos particulari- zados, etcétera. La preocupacién por la nocidn de individuo comparte el escena- rio de surgimiento de las ciencias humanas; con ellas nace dentro dela gran pregunta ala que estas nuevas éreas del saber intentan dar respuesta: Qué es el Hombre? cada una de ellas desde su éngulo de mira, pero todas preocupadas por la individualidad; preocupa- cién ésta impensable dentro de las sociedades feudales. En las formas del ser social del feudalismo no habia lugar para ninguna pregunta sobre el individuo; sf tenfan una fuerte vigencia los inte rrogantes respecto a las obligaciones de los hombres con Dios, por ejemplo; pero ausentes estaban las nociones de individuo, indivi- dualidad, intimidad, éxito individual, felicidad personal. + Latematica de la individualidad o de la identidad personal, co- mienza a desarrollarse con el advenimiento de la sociedad in- dustrial, al mismo tiempo que lo privado y lo péblico reestructuran tanto sus tertitorios como sus significaciones, y se organiza un cambio radical en las prioridades de la vida, apareciendo en primer plano el libre albedrio y la felicidad personal. Paulatinamente se van delineando las 4reas del saber que confor- marin las ciencias humanas 0 humanidades y las antropologias filos6ficas. El Hombre, él mismo, se tomard como objeto privile- giado de reflexién en estos campos de saberes; los tiempos de las laxonomafas serdn reemplazados —Descartes mediante— por la pregunta por cl ser de lo humano. La temdtica de la subjetividad adviene asf al escenario filos6fico-cientifico de la época., Shorter, . Naissance de la famille moderne, Du Sevil, Puis, 1977. 33 Puede pensarse entonces que la produccién del vocablo grup es contempordnea a la formacién de la subjetividad moderna y Ja constitucién del grupo familiar restringido. Enel marco del capitalismo naciente hasta las dltimas fibras di tejido social se reorganizan en figuras impensables hasta entonce. Las sociabilidades feudales, las obligaciones cerradas con Dios, « sefior feudal, el rey, el padre y los fuertes intereses corporativos, n dejaban intersticios sociales suficientes para individuaciones, int midades o enlaces en pequefios grupos. La “grupalizacion” de | vida familiar al restringir la familia extensa —nuclearizdndola implicard algo mas que una reducci6n de personas. Sostiene u cambio significativo estructural podria decirse— en los anud: mientos subjetivos de sus miembros, Tal parecerfa ser a relevancia de estas cuestiones, que historic dores como Shorter’ han llamado Reyolucién Sentimental del sigl xvitialaaparicién” del amormatemal, del amorconyugal y cl ser timiento doméstico de intimidad. {Qué transformaciones se ha producido? Han cambiado sin duda las prioridades en las vidas d las personas, pero también los enlaces tanto contractuales com subjetivos entre los integrantes de la familia. Cambio en cl espaci micro social que reproduce y sostiene, pero también produce al ir finito, las nuevas formas de gobemabilidad y consenso. El vocablo grupo, en su acepcién actual, se produce en aquel mo mento hist6rico que vuelve “necesaria” tal palabra para la produc cciGn de representaciones de! mundo social. Su nominacién vucly visible una forma de sociabilidad —los pequefios colectivos huma mm que con la modernidad cobra la suficiente relevancia en la pricticas sociales, como para generar una palabra espectfica, L aparicién de este vocablo se inscribe en el complejo proceso d transformaciones tanto de las formas de sociabilidad, de las prac ticas sociales y de las subjetividades, como de nuevas figuracione que los actores sociales darén a las “representaciones” que cons truyen del mundo en que viven. Con respecto a la relacidn entre el proceso de la nuclearizacié de la familia y la aparici6n de la palabra grupo, es necesario acla rar que no se plantea aqut que tal proceso haya creado las condicio 7 Shomer, E. Op. cit es para laaparici6n del vocablo grupo, sino mas bien que las trans- prmaiciones socio-histsricas que dan origen ala constitucién de la uubjetividad modemason parte de los procesos de gestién de los pe- uciios agrupamientos, entre ellos !a nuclearizacién de la Familia En sfntesis, el vocablo grupo surge en el momento de constitu- n de la subjetividad moderna. Su etimologfa refiere a un mime- orestringido de personas asociadas por un algo en comin. Sedes- {can dos Iineas en tal rastreo etimolégico: Ia figuraci6n nudo, que ugicre interrogaci6n sobre qué es lo que hace nudo y eva implt- itos necesarios enlaces y desenlaces entre sus integrantes, y la fi- “uraci6n cérculo, que remite a las formas de intercambio que se ‘roducen entre los miembros de tales grupos. Se insistir mas adelante en la lineas de figuracién nudo como oma de referirse alos grupos. Avanzando un poco més, tal vez uuera pertinente aclarar que no se usa aquf el término nudo en un entido analégico: “el grupo es como un nudo”, sino —-por el con- rario— en un sentido metaf6rico, en tanto figura nudo que aspira producir efecto de significacién. Con Ia figura nudo, se intenta subrayar los anudamientos-desa- tudamientos de subjetividades, los enlaces-desenlaces diversos, yuntuales, simulténeos, fugaces 0 duraderos, de subjetividades que ¢ producen en los acontecimientos grupales. En este sentido pre- untarse por la especificidad de lo grupal es abrir interrogacién vor las particularidades de tales anudamientos cuando se consti- uyen en lo que se ha dado en llamar pequefios grupos. Anuda- nientos-desanudamientos que por organizarse entre un conjunto umerable de personas cobrardn caracteristicas diferenciales con especto a otras formas de enlace sociales tales como grupos implios, masas, duplas, etcétera. ones antes de avanzar 9, Primeras puntua nego de esta somera incursién por el campo seméntico del vo- sablo grupo, se hace necesario realizar algunas puntuaciones que dermitan delimitar con mayor precisi6n el drea de reflexi6n del pre- 35 sente trabajo. Frente a algunas preguntas muy clsicas respecto a los grupos, como “;cudntos individuos conforman un grupo?” se centrari la reflexién sobre conjuntos restringidos de personas; quedan por tanto excluidos de esta elucidacién grupos humanos mis amplios, colectividades, masas, clases sociales, etcétera. Scha visto yaque el mero “juntarse” no constituye un grupo; en- tones, “gcudndo un conjunto de personas se conforma como gru- po?”, Desde la ctimologia ha podido observarse que el groppo scul- torico poscfa cierta forma particular de agrupamiento y que poste- riormente cl vocablo grupo comenzé a designar reunion de perso- nas, circulo de personas con algo en comin, “agrupaciones de oficios, comerciales, etc.” Es decir que serdn necesarias determi- nada actividad en comin y ciertas formas organizacionales, Por otra parte, la Figura nudo indica que en tal agrupamiento se formardn “anudamientos-desanudamicntos”. El nimero restringi- do de personas no remite, simplemente, a una cuestiGn formal o nu- mérica; en tanto se lo ha asociado con la figura nudo, se afirma que esta caractertstica: niimero restringido, orientard en forma signifi- cativa los intercembios que entre tales personas se produzcan ‘A su ver, si se toma distancia de la inmediatez. de su existencia féctica, se vuelve necesario abrir interrogacidn con respecto a las instancias organizadoras de estos colectivos humanos, o sea las formas que sus legalidades adquieren. Habrd que interrogar también si estas peculiares formas de inter- cambio que jyarecen ser los grupos, organizan a, 0 se organizan desde algunas particularidades de las formaciones psiquicas de st integrantes, o si—avanzando un poco mas— producen “formacio- nes psiquicas propias”. Por diltimo, se advierte que en lo que respecta a los discursos sobre la grupalidad, no es intencidn de este trabajo realizar un and- lisis de 10 que ha dicho cada corriente significativa con respecto a qué son los grupos; se tomarén tan s6lo algunos momentos de tales discursos, aquellos que resulten més instrumentales para el desa- rrollo propuesto. Esto cs, aquellos aportes fundantes de los tres momentos episté- micos delimitados en paginas anteriores, cn la constitucién de los saberes y pricticas grupales: cl todo es mas que la suma de las par- tes; los organizadores grupales yel agotamiento del objeto discreto. Capitulo I LO SINGULAR Y LO COLECTIVO Y mi soledad no ataca més que Ia inteligibilidad de las cosas. ‘Mina hasta el fundamento mismo de su existencia. Cada vez ‘me asaltan mas dudas sobre a veracidad del testimonio de mis sentidos. Sé ahora que la tierra sobre la que se apoyan mis dos pies necesitaria parano tambalearse que otros, distintos de los ‘ios, lapisaran, Contra Ia ilusi6n dptica, el espejismo, la alu- cinacién, el sofiar despierto, el fantasma, el delirio, la pertur- bacién del ofdo..., el baluarte mis seguro es nuestro amigo 0 nuestro enemigo, pero... alguien, of dioses, alguien." A. Antinomia individuo-sociedad Sibiencn laactualidad puede considerarse que las relaciones de los setes humanos con el medio que los rodea son inherentes a la pro- pia humanizaci6n, el problema de /a relacidn de los individuos en- tre siba sido considerado desde diferentes puntos de vista. Podrfan cesquematizarse las posiciones més opuestas diciendo que desde una de ellas se considera al individuo, en tanto singularidad, como tuna realidad en sf mismo; s6lo é1 percibe, piensa, ama u odia, se siente responsable, toma decisiones, eteétera. El grupo, la socie- dad, lo colectivo serfan generalizaciones tedricas que no tendrfan otra consistencia que la realidad misma de ese individuo. En latesis contraria, el individuo como tal, independientemente de los demas serfauna mera entidad l6gica. Unicamente el grupo, cl colectivo, la sociedad, son reales; s6l0 a través de dicha realidad se presentifi- ca la instancia individual. Segiin esta concepcién, el individuo se- rfa producto de su ambiente, sea é1 consciente 0 no de ello. O, di- cho de otra manera, el individuo seria un cruce de relacionses so- ciales. Del Jog-book-de Robinson en la isla Speranza, antes dela legada de Viernes. Michael Tournier. Viernes o los limbos del Pacifico, Alfsguara, Madrid, 1986, 37 sente trabajo. Frente a algunas preguntas muy clisicas respecto a Jos grupos, como “;cudntos individuos conforman un grupo?”, se centrard la reflexién sobre conjuntos restringidos de personas; quedan por tanto excluidos de esta elucidacién grupos humanos més amplios, colectividades, masas, clases sociales, etcétera Seha visto ya que el mero “juntarse” no constituye un grupo; en- tones, “;cudndo un conjunto de personas se conforma como gru- po?”, Desde la ctimologfa ha podido observarse que el groppo scul- torico posefa cierta forma particular de agrupamiento y que poste- riommente cl vocablo grupo comenz6 a designar reunidn de perso- nas, circulo de personas con algo en comin, “agrupaciones de oficios, comerciales, etc.” Es decir que serdn necesarias determi- nada actividad en comin y ciertas formas organizacionales. Por otra parte, la figura nudo indica que en tal agrupamiento se formaran “anudamientos-desanudamicntos”. El numero restringi- do de persona: ’implemente, a una cuesti6n formal o nu- mérica; en tanto se lo ha asociado con la figura nudo, se afirma que esta caracteristica: mimero restringido, orientard en forma signifi- cativa los intercembios que entre tales personas se produzcan. A su vez, si se toma distancia de la inmediatez de su existencia factica, se vuelve necesario abrir interrogacién con respecto a las instancias organizadoras de estos colectivos humanos, 0 sea las formas que sus legalidades adquieren, Habra que interrogartambién si estas peculiares formas de inter- cambio que parecen scr los grupos, organizan a, 0 se organizan desde algunas particularidades de las formaciones psfquicas de sus integrantes, 0 si —avanzando un poco més— producen “formacio- nes psiquicas propias” Por ultimo, se advierte que en to que respecta a los discursos sobre la grupalidad, no es intencidn de este trabajo realizar un and lisis de lo que ha dicho cada corriente significativa con respecto a qué son los grupos; se tomardn tan solo algunos momentos de tales discursos, aquellos que resulten mds instrumentales para el desa- rrollo propuesto. Esto es, aquellos aportes fundantes de los tres momentos episté- micos delimitados en péginas anteriores, en la constitucidn de los saberes y précticas grupales: el todo es mas que la suma de las par- tes; los organizadores grupales y el agotamiento del objeto discreto. 36 Capitulo II ULAR Y LO COLECTIVO LO SIN Y misoledad no ataca més que la inteligibilidad de las cosas, ‘Mina hasta el fundamento mismo de su existencia. Cada vez ‘me aseltan mas dua sobre la veracidad del estimonio demis sentidos. é ahora que la tierra sobre la que se apoyan mis dos pies necesitaria parano tambalearse que otros, distintos de los :mios, lapisaran. Contralailusién éptica, el espejismo, la alu- Cinacién, el sofiardespierto el fantasma, el delirio, la perur- bacign del ofdo..,e] baluarte més seguro es nuesto amigo o nuestro enemigo, pero... alguien, oh dioses, alguien? A, Antinomia individuo-sociedad Sibienen la actualidad puede considerarse que las relaciones de los seres humanos con el medio que los rodea son inherentes a la pro- pia humanizaci6n, el problema de Ja relacién de los individuos en- tre s{ha sido considerado desde diferentes puntos de vista. Podrian esquematizarse las posiciones mds opuestas diciendo que desde una de ellas se considera al individuo, en tanto singularidad, como una realidad en sf mismo; sélo é1 percibe, piensa, ama u odia, se siente responsable, toma decisiones, etcétera, El grupo, la socie- dad, Jo colectivo serfan generalizaciones tedricas que no tendrfan otra consistencia que la realidad misma de ese individuo. Enlatesis contraria, el individuo como tal, independientemente de los demas serfa una mera entidad l6gica, Unicamente el grupo, el colectivo, la sociedad, son reales; s6lo a través de dicha realidad se presentifi- ca la instancia individual. Seguin esta concepeién, el individuo se- rfa producto de su ambiente, sea él consciente 0 no de ello. O, di- cho de otra manera, el individuo serfa un cruce de relacionses so- ciales. Del og-bookde Robinson en sla Serena, ants dea lege de Viernes. MichaslToumier Viernes. o los linbos det Pacfico,alfaguara, Mars, 1986 37 Como puede observarse, tanto en una como en otra posicién,jlz relaci6n individuo-sociedad esté pensada desde uncriterio antago nico, es decir, que ambas “'resuclven” la compleja tensién entre 10 singular y lo colectivo desde un paradigma disyuntivo —muy pro- pio del pensamiento occidental— segtin el cual singularidad y co- lectividad conforman un par de contrarios; presentan, por lo tanto, intereses “esencialmente” opuestos y se constituyen desde 6gicas “esencialmente” diferentes./ * Se pueden puntuar en ese sentido dos formas tipicas de “resol- ver" tal tensi6n: el psicologismo y el sociologismo. El primero més frecuente en el pensamiento liberal, conserva la tendencia a redu- cir los conceptos sociales a conceptos individuales y psicolégicos; el segundo, més frecuente en el pensamiento socialista, ha ido en sentido contrario: hacia la reduccién de los conceptos individuales a.una idea globalizada de la historia y de la sociedad, Ambos fo- ‘mentan un antagonismo entre individuos y sociedades, el primero cn favorde una idea abstracta de individuo, e! segundo en favor de una idea abstracta de la sociedad? Enmuchos tramos de este libro se 6bservard cierta insistencia en el seffalamiento de sesgos psicologistas 0 de operaciones de psi- coanalismo. No debe entenderse esta preferencia como una consi- deracién de mayor importancia del psicologismo con respecto al sociologismo; la justificaciGn de tal insistencia radica en otra afir- macign: aquella que ubica al psicologismo o al psicoanalismo como los impensables més frecuentes de la cultura “psi”. Asf, por ejemplo, dentro de las posiciones psicologistas en la psicologia académica, puede observarse la presencia de 1a antinomia Indivi- duo-Sociedad en el campo grupal, en la tajante divisoria de aguas entre “individualistas” y “mentalistas” que recorrié los primeros ramos de este campo disciplinario. A su ve7, esta polémica desa- rrolla nuevas formas argumentales en el campo del psicoandlisis, cuando esta disciplina incorpora formas grupales de trabajo clini- co;,aquf una de las divisorias se ha establecido entre aquellos que han nominado a su quehacer grupal como psicoandlisis en grupo y aquellos que lo han llamado psicoandlisis de grupo. 2 Russell, J. La amnesia social, Dos culturas, Barcelona, 1977 38 Peroel interés de estas puntuacionesno es s6lo histérico, la preo- cupacién con respecto a la tensiGn entre lo singular y lo colectivo, como asi también la necesidad de su reflexién por caminos que no se desticen hacia los clsicos reduccionismos cobra absoluta vigen- ciaen la actualidad tratando de superar las formas dicotémicas de abordaje de esta tematica, Asi por ejemplo interrogaciones tales co- mo: ;cudl es la dimensi6n de lo social hist6rico en la constitucién de la subjetividad?, ;cudl es el papel de la subjetividad en los pro- cesos hist6rico-sociales?,* dan cuenta de lanecesidad actual de des- dibujar las formas antinomicas de pensar esta cuestién, Son intere- santes al respecto las preocupaciones que nuclean a los historiado- res de Annales para quienes una sociedad no se explica solamente por sus fundamentos econdmicos, sino también por las representa- ciones que ella se hace de sf misma. Ha dicho G. Duby en una de sus lecciones inaugurales en el Colegio de Francia: El sentimicnto que experimentan los individuos y los grupos de sus posiciones respectivas y las conductas que dicta ese sentimiento, no son determinados inmediatamente por la realidad de su condicién econdmica sino por la imagen que de ella se hacen, la cual jamas es fiel, sino que es siempre la inflexién del juego de un conjunto com- plejo de representaciones mentales.* Obsérvese cémo desde este tipo de planteos, quedan en cuestio- namiento diversas antinomias simulténeamente, asf no s6lo Io sin- gular y lo colectivo sino también lo objetivo y lo subjetivo, lo ma- terial y lo ideal, la economia y la cultura, abriendo nuevas formas de eniace entre lo imaginario y lo social. 9 Castoriadis, C. La instituciéin imaginaria de la sociedad, Tusquets, Barcelo- ‘na, 1983, Véase al respecto el término “imaginario social” usado por el autor, Bonnet, J.""Le mental ot Ie fonetionnement des sociétés", Rev. L'Aren® 72, Pais. 39 B. Espaci La preocupacién por pensar las relaciones y diferencias entre indi- viduos y sociedades es, sin duda, una caracteristica fundante en las ciencias humanas, las filosofias y las ciencias y practicas politicas de la Modemidad. En este sentido, se sefialan dos espacios donde estas consideraciones se han desplegado; si bien cada uno de ellos hha dado caracteristicas propias al tratamiento de 1a tensign entre lo singular y lo colectivo, no est de més subrayar que suelen presen- tar amplias zonas de entrecruzamiento. Se hace asf referencia al es- acio cientifico-académico y al ético-politico. 1. Espacio cientifico-académico La oposicién Individuo-Sociedad ha atravesado la psicologia y la pedagogfa a través de las interminables polémicas nature-nuriure y la sociologfa a través, por ejemplo, de la célebre oposicién Tar- de-Durkheim; estas polémicas “‘cldsicas” no slo han constituido los debates fundadores de las ciencias humanas, por el contrario, pueden encontrarse aun hoy, por ejemplo, en las discusiones sobre el origen del lenguaje, la psicologia del conocimiento, etcétera, Atraviesan, asimismo, tanto las diferentes conceptualizaciones so- bre los grupos humanos en las diversas orientaciones de la psico- logfa social como también los abordajes psicoanaliticos con gru- pos: andlisis del grupo o en grupo, etcétera, Senha sefialado que los primeros intentos para comprender, en el campo de la psicolegfa, la problemética grupal, se organizaron en un traslado mecénico de conceptos de la psicologfa “individual” de Ia época; en reaccién a esta forma de abordaje de corte “individua- lista” se ubicaron las tesis sustentadas por McDougall, Durkheim, eic., que se reficrieron al grupo enuneiando una mentalidad grupal. Esta polémica se desarrolla en el cruce de un debate entre dos po- siciones doctrinarias encontradas, latesis individualista y latesis de Jamentalidad de grupo; da cuenta, de alguna manera, de la dificul- 5 Asch, S. Psicologla social, Budebs, Buenos Aires, 1964. 40 tad de poder comprender la articulacién del funcionamiento de las, Tuerzas sociales con los actos de los individuos. Ya Asch sefialaba que “los grupos parecen més poderosos y a la vez. menos reales que Jos individuos y, si bien parecen poser propiedades que trascien- den las individuales, s6lo los individuos pueden originarlos” * Para la resis individualista, los individuos constituyen la dnica realidad y tiende a negar realidad a los grupos, en tanto sostienc que Jos procesos psicoldgicos ocurren tan s6lo en los individuos y és- tosconstituyen las tnicas unidades accesibles ala obscrvacién, Por Jo tanto, si los individuos son los tinicos actores reales, el témino ‘grupo constituye una ficticia abstraccién cuando pretende algo mas que referirse a la suma de reacciones rec{procas de los individuos. Deesta forma, parala esis individualista, en rigor, no existen los grupos; “grupo” seré un término colectivo, que hace referencia a una mulliplicidad de procesos individuales, Siguiendo esta linea de rellexi6n, para comprender los fenéme- nos sociales deLemos rastrearlos hasta llegar a las propiedades de losindividuos; de tal forma en tanto éstos son los tinicos actores so- ciales, los acontecimientos de un grupo, las instituciones, creencias y practicas, siguen los principios de la psicologta individual y son producto de las motivaciones individuales. En sintesis, no existe en Jos grupos, en las instituciones, ni en las sociedades, nada que no haya existido previamente en el individuo.’ “Las acciones de todos no son nada mds que la suma de las acciones individuales tomadas separadamente”* En oposicién a las tesis individualistas, se desarroll6 la nocién dementalidad de grupo. A partir de la observacién porla cual cuan- do los seres humanos viven y actéan en grupos, surgen “fuerzas y fenémenos” que siguen sus propias leyes y que no pueden ser des- critos en términos de las propicdades de los individuos que los com- ponen; afirmarén, por ejemplo, que el lenguaje, la tecnologfa o las relaciones de parentesco no constituyen cl producto de las menta- lidades y motivaciones individuales sino que, por el contrario, son procesos que poscen leyes propias, diferentes e irreductibles a los Asch, 8. Op. cit id * Allport, FH. (1924). Citado por Asch, op. cit. 41 individuos. Algunos autores como Durkheim se refieren al grupo como una entidad mental: “las mentalidades individuales al formar Jos grupos {...] originan un ser {...] que constituye una individua- lidad psiquica de una nueva fndoie”.” Consideran al grupo como unaentidad distinta dea suma de los individuos; afirmarén, asimis- mo, el efecto de las fuerzas sociales y de las instituciones sobre los individuos. De acuerdo con esta tesitura el individuo aislado cons- tituye una abstracciGn; fuera del grupo no posee cardcter definido, si bien sus potencialidades son necesarias para cl funcionamiento del grupo, no son causa de los acontecimientos del mismo. La nocién de mentalidad de grupo intenta explicar la frecuente observacisn por la cual muchos acontecimientos colectivos exhi- ben una direccién definida, se desarrollan y manticnen a menudo sin relacion con las intenciones de los individuos, atribuyendo en- tonces intencionalidad al proceso en cuestidn; en ese sentido es que Asch puntualizé aquello que denomin6 “la falacia antropomérfi- cade latesis de lamentalidad de grupo” yaque,sibien estacorrien- te parte de una premisa correcta, por la cual se constata que la ac cién de un grupo produce efectos que superan los efectos de los in- dividuos aistados, a partir de ello deduce la existencia de una men- te de grupo que otorgarfa direccidn e intencionalidad alos momen- tos grupales. Esta “mente de grupo”, en consecuencia, seria cuali- tativamente andloga a la “mente individual aunque cuantitativa- ‘mente supra individual” En sintesis, si bien operaron una importante reaccién a las tesis individualistas tal vez la unica respuesta posible en tal momen: to hist6rico— focalizando la especificidad de lo grupal, quedaron limitados por cierto sustancialismo de la época, no pudicron soste: ner que los grupos “existian” de un modo cualitativamente diferen- te alos individuos. Pareciera ser que este antropomorfismo fue le ‘inica alternativa con que contaron los primeros pensadores que pu: dieron demarear cierta particularidad de lo grupal, no reductible 2 sus integrantes, De esta forma qued6 abierto —ya desde ellos— el camino para largas y reiteradas traspolaciones, en tanto el grupo es pensado como un gupra individuo, con los mismos mecanismos de Tuncionamiento interno, a lo sumo con algunas diferencias de su: ° Durkheim, E. Citado por Asch, op. cit 2 perficie en cuanto a su falta de sostén biolégico, pero que en todotiCrEe, ‘aso alectan a la semejanza y no a la analogfa, entre ambos tipos de “individuos”."° aise Esta polémica de tipo académico-doctrinario si bien puede en- contrarse en la arqueologfa de 1a disciplina, ha atravesado insisten- temente el campo grupal. Se hace necesario, por lo tanto, someter aclucidacién critica —desconstruir— dos ficciones. Por un lado, la fieci6n del individuo que impide pensar cualquier plus grupal; porel otro la ficcién del grupo como intencionalidad que permite imaginar que el plus grupal radicarfa en que ese colectivo —como unidad— posce intenciones, descos o sentimiento: Esimportante subrayar que estas referencias ala psicologfa aca- démica no tienen un interés meramente hist6rico; puede encontrar se esta polémica en diversos abordajes psicoanaliticos actuales en el campo grupal, donde no es raro encontrar tendencias a personi- ficar al grupo, adscribitle vivencias o tomar las partes por el todo enel andlisis de los acontecimientos grupales; "' también pueden encontrarse, por el otro lado, fuertes negativas a pensar alguna es- pecificidad de lo grupal. Ambas posiciones producen, cada cual a su modo, sus obstdculos para poder indagar qué herramientas con- ceptuales especificas habra que desarrollar desde el psicoandlisis, para dar cuenta de aquellos acontecimientos especificos de los gru- pos: re-producen, sin saberio, una polémica que ha atravesado dis- Ciplinas de las cuales cl psicoandlisis no se considera tributario. Enconsecuencia, es importante subrayar que esta antinomia cla sica de las ideas sociales —la relacién individuo-sociedad en cl ses- {20 que adquicra— se encuentra implicita en toda concepcién sobre Io grupal, y generalmente determina en alto grado el “dibujo” que un pensador realiza sobre los grupos. Opera como verdadero aprio- riconceptual, como premisa implicita desde donde no sélo se pien- sa laarticulacién de lo singulary 10 colectivo, sino también se “lee” el conjunto de los acontecimientos grupal ° Colapinto, J."La Psicologia Grupal: Algunas consideracionescrticas” Rev Arg. de Psicologia, w 8, Buenos Aires, 1971 * Colapinto. Op. ct, 25346 43 En las ciencias humanas, los a priori conceptuales forman par- ie del campo epistémico desde donde se constituyen las condicio- nes de posibilidad de un saber, se delimitan sus areas de visibilidad ¢ invisibilidad, sus principios de ordenamiento y sus formas de ‘enunciabilidad, Operan, porlo tanto, en alto nivel de productividad organizando la I6gica interna de las nociones teGricas y el disefio de Jos dispositivos tecnoldgicos de una disciplina, desde donde se in- Lerpretan los acontecimientos allf gestados. Es decir, que si bien ac- tan en forma implicita lo realizan desde el corazén mismo de las teorizaciones ¢ intervenciones de un campo disciplinario. En general estos a priori hacen posible la “resolucién” dela ten- sidn de los pares antitéticos por los que oscilan estos campos de! sa- ber, los cuales desde su constituci6n se despliegan en tres pares de opuestos: Individuo-Sociedad, Naturaleza-Cultura, [dentidad-Di- ferencia." Cuando esta tensién es “resuelta” puede observarse con frecuencia que suele producirse desde criterios dicot6micos—muy propios del pensamiento occidental— a pantir de los cuales se sub- Sime la l6gica especifica de uno de los polos al polo contrario que, por lo mismo, cobra caracteristicas hegem6nicas. De esta forma son fundamento de los diferentes reduccionismos, en el caso:par- ticular de los a priori referidos al par Individuo-Sociedad, los re- duccionismos psicologistas y sociologistas, respectivamente. Ast como estos tres pares antitéticos operan desde los momen- tos fundacionales de las ciencias humanas, podria incluirse en los Uiltimos decenios otro par: Acontecimiento-Estructura, de marcada conflictividad en vastas regiones disciplinarias de estos campos de saberes y précticas. En las distintas teorizaciones sobre los colectivos humanos di nominados pequefios grupos, el a priori individuo-sociedad con: tituye una pieza clave en la demarcacién de lo posible de ser pen- sado, en la organizacién de aquello que las experiencias grupales demostrarfan, como asf también en las formas de enunciabilidad de sus teorizaciones; y lo que es més, el perisar “individuos” vs. “so- ' Para un andlisis de a priori Mdentidad-Diferencia véase Femnéndlez, AM, La diferencia sexual en Psicoandlisis: :teorta 0 itusién?. Depto. Publicaciones, Fac. de Psicologia, U-B.A,, Buenos Aires, 1985. 44 ciedades” se instituye como una fuerte evidencia, es decir como algo natural. En ese sentido, se intenta problematizar, interrogar iticamente los componentes de tal a priori, Paracllo habré que de- construir su naturalizaci6n, es decir remitir a la Historia. {De dénde surge esta concepcign antagénica de individuos ver- sus sociedades? Cobra presencia en el escenario liberal curopeo de los siglos xvu y xvi, pero merece responder hoy a una fuerte revi- sién por cuanto qué dimensién es el individuo? qué dimension es la sociedad? ;hasta d6nde Megan uno y otra? En realidad, el polo “individuo” es una perspicaz.falacia de las teorfas que creen que la sociedad puede definirse como una agregacién de individuos, y a su vez el polo “sociedad” es algo mucho mas complejo que su for- mulacién descriptiva. Mas atin, 1o més cuestionable consiste, tal vez, en colocar al individuo y a la sociedad en una relacién antind- mica.” En este sentido es elocuente el planteo de Canguilhem quizdino se ha observado bastante que la etimologfa de la palabra ha- ce en realidad del concepto individuo una negacién. El individuo es tun ser en el limite del no ser, dado que no puede ser fragmentado, sin perder sus caracteres propios. Es un minimo ser. Pero ningiin se tun minimo, El individuo supone, necesariamente en sf su relacion con un ser més vasto, y apela aun fondo de continuidad que se des- ace Como se planteaba en el capitulo anterior 1a nocién del “indi- viduo" se produce en aquel momento de la historia de Occidente a través del cual la “scciedad” es pensada como un conjunto de pro- ductores libres; sostiene asf las indagaciones de las filosofias del sujeto que se interrogan por el conocimiento del mundo, abando- nando las certezas que otorga la fe y el orden religioso para des- plegar las diferentes probleméticas de la subjetividad; en este inci- piente horizonte econémico, tecnolégico, pelitico y filoséfico se destacard una nueva figura: el individuo, solida ilusién del capita- ' Kaminsky, G. Seminario “Instituciones”, Cétedra de Psicologfa Social, Ca nrera de Psicologia, U.B.A., 1985. ™ Canguilhem, G, La feorfa celular, citado por Pontalis, J. en Después de Freud, Sudamericans, Buenos Aires, 1974 45 lismo naciente por la que es pensado indiviso, libre y auténomo. Se erean asf las condiciones para el paulatino nacimiento de las cien- cias humanas; e] Hombre se constituye desde diferentes saberes pa- ra ser pensado abriendo un espacio propio a los humanismos, an tropologias filoséficas y ciencias humanas; en palabras de Lévi- Strauss: EL pensamiento clésico y todos aquellos que lo precedieron han po- dido hablar del espiritu y del cuerpo, del ser humano, de su lugar tan limitado en el universo, de todos los limites que miden su conoci- mento o su libertad, pues ninguno de ellos ha conocido al Hombre tal como se da en el saber modemno. El humanismo del Renacimien- to 0 el racionalismo de los clisicos han podido dar un buen privile- gio a los humanos en el orden del mundo, pero no han podido pen- sar al Hombre."® Esentonces con la nocién de individuo (sujeto no dividido de la conciencia) que los saberes modernos organizaron sus reflexiones sobre cl Hombre. Pero aun mds, también la nocién de individuo sus- tentard las practicas y teorfas del libre mercado, las figuras de la go- bemabilidad con el contrato, el consumo y la representatividad de las democracias de 1a modernidad. Nuevas formas politicas y sub- Jetivas de pensar Jos enlaces sociales, la regulacién de sus conflic- tos y la forma de negociacién de sus contratos. Come una mera referencia cronolégica y sin pretender igualar jerarquicamente estas dreas disciplinarias, puede constatarse que los siglos xvit y xvit formulan sus interrogaciones centrales hacia el ser del individuo, el siglo xrx hacia el ser de la sociedad (Durk- heim, Marx), pero habré que esperarhasta el siglo xx para que pue- dan tomar forma aquellas cuestiones referidas al ser de los grupos. De todos modos pareciera bastante explicable que los primeros dis- cursos sobre la grupalidad fueran desplegando sus enunciadosen el paradigma de individuo-sociedad como pares antagonicos. Para- digma que si bien comienza a ser cuestionado, presenta todavia fuerte vigencia; en realidad, a fuer de verdad, debe reconocerse que si bien transita por un momento de problematizacién critica, de de- Lévi-Straus:, C, Seminario: La Identidad, Petrel, Barcelona, 1981 46 construcci6n, no puede hablarse atin de 1a constitucién de un para- digma alternativo que haya encontrado los caminos de superacién {que los “impasses” que la antinomia individuo-sociedad propor- cionaron a vastas regiones de las disciplinas involucradas, Las teorizaciones que colocan a los grupos humanos como cam- pos de mediaciones entre Individuo y Sociedad, suelen reproducir sin revisar las propiedades antinémicas de estos términos y, en tan- to parten de dos conjuntos de opuestos, aquellos campos de la re~ alidad que no serfan estrictamente indivisos ni estrictamente ma- crosociales, como los grupos y las instituciones s6lo pueden ser pensados como puentes o instancias mediadoras, En forma muy esquemitica podrfa decirse que el a priori con- ceptual opera en los diferentes discursos sobre la grupalidad, de la siguiente manera: + La especificidad de lo grupal la aportan Ios individuos que lo forman; habré que estudiar individuos en grupo. + La especificidad de lo grupal es aportada por un plus a los in- dividuos agregados; habré que estudiar grupos. A primera vista se podria pensar que tomara los grupos como to- talidades ubicarfa alas teorfas que esto sostienen, a favor de la exis- tencia de una especificidad grupal, pero se verd mas adelante que no siempre esto es asf. 2. Espacio ético-politico La antinomia Individuo-Sociedad tiene también una inscripeién Gtico-filos6fica de gran importancia en el plano politico, cuyo origen modemo podria ubicarse en 1a controversia Locke-Rousse au, polémica que se encuentra en la base de la discusiGn de las de- mocracias modemas, en tanto han planteado como disyuntiva éti- co-politica «qué debers priorizarse, los intereses individuales 0 los intereses colectivos?** "Dott J. y Transform Pundacién Banco Patricios, setiembre 1985, Estos presupuestos ético-filoséficos se hallan presentes implici- iamente en Jas diferentes preocupaciones por las relaciones de los seres humanos entre sf y opera, desde variados puntos de entrecru- ientos —habitualmente invisibles pero eficaces— en las dis- Lintas teorizaciones sobre lo grupal. Su operatividad se vuelve vi- sible segiin se privilegie lo individual 0 1o colectivo. Es frecuente encontrar fuertes explicitaciones de utopfas socia- Jes transformadoras en aquellos que desde Fourier en adelante han priorizado lo colectivo. Si bien en quienes han priorizado lo indi- vidual no siempre su paradigma ético-polftico se encuentra tan desplegado, podrian ubicarse aquf aquellas teorizaciones que racterizan, por ejemplo, los fenémenos de masas y los fenémenos grupales acentuando su irracionalidad, lo regresivo 0 penséndolos como espacios que amenazan de una u otra forma la identidad, es- to es, remarcando su negatividad.” Estos presupuestos forman parte de los a priori conceptuales mencionados Iineas arriba; operan creando las condiciones para que Ios colectivos humanos slo puedan ser indagados desde las mismas categorfas que se suponen Iegitimas para pensar los “indi- viduos”. Puede observarse que también desde las précticas y teorfas po- Iiticas se han ido desarrollando determinadas preocupaciones por los grupos humanos. Algunos autores ubican incluso sus apories como parte de una psicologfa social no oficial. Si bien en este tra- bajo se abordaran las preocupaciones académico-cientificas sobre los grupos, omitiendo deliberadamente las reflexiones que desde el plano politico han merecido los grupos humanos, sin embargo no podra dejar de mencionarse el interés que a los politicos y alos cien- tistas politicos han despertado algunas incdgnitas con respecto al grado de participacisn o pasividad de los colectivos humanos; ha insistido una interrogacién: ,a partir de qué condiciones es posible desarrollaro frenar tal potencial participativo? Esta tematica ha es- Feméndez, A. M."Formaciones colectivas y represién social”, trabajo pre- sentado en las jomadas del mismo nombre, Buenos Aires, 1985. '* Bauleo, “Psicologia Social y Grupos”, en Contrainstitucién y grupos, Fun- damentos, Buenos Aires, 1977, 48 tado siempre presente en las polémicas politicas de los movimien- revolucionarios, sea en la oposiciGn Robespierre-Danton, 0 Le- gestiva de los grupos politicos), o Guevara-Bettelheim (estimulos morales versus estimulos materiales), organizaciGn versus espon- tanefsmo, el Partido como vanguardia “concientizadora” —o no— de las masas, eteétera. Excede el propésito de este trabajo el andlisis de los supuestos que han guiado estas polémicas; de todos modos —y sélo a modo de puntuacién— merece sefialarse que uno de los maiiltipies ejes de debate ha estado centrado en dos concepciones politicas de los co- lectivos humanos, bien diferenciadas. Aquella que ha centrado su interés en guiar, concientizar —y por qué no, muchas veces mani- pular—tales colectivos y aquetla que ha puesto el énfasis en el pro- tagonismo autogestivo de los mismos. ‘Obsérvese que la preocupacidn con respecto al montaje de di positivos grupales eficaces en disponer condiciones de posibilidad para la gestién y la produccién colectiva versus la manipulacién y a sugestién de tales colectivos humanos —bien denunciada hace ya tiempo por Pontalis—” es un debate te6rico-técnico, pero tam- bién ético de absoluta vigencia en el campo grupal. Asf, por ejem- plo, muchos trabajos de elucidacicn sobre el lugar del coordinador sosticnen este tipo de interés: c6mo crear, desde 1a coordinacién, condiciones de posibilidad para la produccién colectiva, cémo evi- tar deslizarse hacia la sugestidn, la manipulacién; en sintesis, emo no inducir.2” Estas investigaciones se despliegan a partir de una convicci6n, aquella por la cual los pequefios grupos son signific dos como expacios virtuales de produccién colectiva, y por lo tan- 10 portadores de un plus respecto de la produccién individual. En rigor de verdad esta enumeracién en espacios cientifico- démico, ético-politico, presenta solamente un valor expositivo; en Jos hechos entrecruzamientos permanentes de estos espacios han 18 Pontalis, .B. Después de Freud, Sudamericana, Buenos Aires, 1968. 2 Percia, M. "Taller Abierto Permanente”, Cétedra Teoria y Técnica de Gra- pos, Facultad de Psicologia, UBA, 1986. 49

You might also like