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GABRIEL KESSLER CONTROVERSIAS SOBRE LA DESIGUALDAD Argentina, 2003-2013 FONDO DF CULTURA KCONOMICA aa nes INDICE, _ Pa a i Seatietnteccn supa a tamge-——- 1 os Is tis on gimme 3 fecal aoe Pere fae St So ata fae ee Dirac diegesoydeebae. $9 ‘aera Seale ne eel ry seme cers reat a zl it eters Se 2 Nha os a (eee eee tit a | ei a ae Cote aoe mina ~~, | Sees: 3 Usa five ay Le I. LA DESIGUALDAD ¥ SUS INTERROGANTES. LA busicuALbao ha sido tan vastarnente tratada porla ‘economia, la filosoiia, la sociologia y otras discipl ‘nas que lejos esté de ser un concepto univoco, Por clio el modo en que formulemos nuestros interrogan- tes vaa configurar en clerta medida, el cuadro de si- ‘uacién resultente, En este capitulo, antes de aden: trarnos en los distintos temas, daremos cuenta de tana serie de decisiones concernientcs a debates no- dlles, que nos guiarén luego en ta indagacién de cada cucstion. [Una saa MULZIDUENSIONAL ‘La pregunta obligada para comenzar es: zdesigual- dad de qué? Durante largo tempo y para muchos atin thoy, fa respuesta ha sido evidente: desigualdad de ‘gresos. Fn la medida en queen las sociedades capita- listase dinero constituye el rector principal de dstti- ‘bucién de otros bienesy servicios, la reparticion dela riqueza ha sido y sigue slendo el tema central de las a preocupaciones acadlérnicas y de las luchas en pos de disminuir las injusticias sociales. Desde esta perspec- tiva, aunque se acepte que las esteras de bienestar son plurales, no tendrfa mayor sentido multiplicar las di- -moensiones por examinar, dado que todas estarfan in- terrelacionadas con las desigualdades de ingreses, como causa explicativa 0, cuando menos, al eviden- ciarse un “are de familia” —-parairascando a Michael Walzer (1993)—entre quienes estén peor ubicados.en Jn distribucisn de cada unode los factores de bienes- tar-Ltlizamos ol concepto de bienestar sabiendo que tiene tras de sf una larg historia de debates. Adopta- mos una perspective cercana 3 la de Amartya Sen (1998), quien lo emplea para dar cuenta de dimensio- nes, esferas 6 Ambitos en tos cuales se produce una distribucién diferencial de bienes y servicios origi- nando grados de libertad, autonomia y posibilidades de realizacion personales desiguales Pero aun la mirade unidimensional no es ajena & debates, como veremos en el préximo capitulo. En efecto, gqué distibucidm es aque capta realmente el arado de desigualdad? -Aquella que se produce entre individuos u hogares, como muestra el cosficiente de Gini? <0, por el contrario, debeviamos atender aa amada disteibucién funcional o primavia, entre ca- pital y trabajo? Asimismo, la reparticindifiere antes de los impuestos y despues, y el panorama cambia ‘cuando se pondera la forma en que el gasto pablico og se distribuye entre los estratos. Jampaco la desigual- dad objetiva y su percepci6n subjetiva por lo general coinciden. Los estudios muestran que los paises se ‘ordenan de modo diferente i se mide la desigualdad objetiva o cuando se utiliza la percepeiéa subjetiva de la poblacién sobre las inequidades (Chauvel, 2006). Asf, aun ia desigualdad de ingresos no est exenta de controversias, ‘A decir verdad, nadie discute su centralidad, pero sf que sea la tinica faceta de bienestar vilida para ‘indagar: Diferentes indicadores han integrado otras dimensiones como salud, educacién, vivienda, a las ‘que se han incorporado condiciones del medio am- Diente, acceso a la justicia, cespeto 0 reconocimiento de la diversidad, entre otras. Tampoco Ia desigual- dad de ingresos se reproduce en forma idéntica en ‘otros ambitos. En cada uno de los temas revisados se versin dindmicas, hitos y temporalidades especifi- 05, y uno de sus corolarios es que ls poltticas para disminuir la desigualdad on cada una de las esferas sern distintas, En efeeto, hay un margen de manio: beas para que las politcas establezcan otros principios istributivos que no sean el ingreso. Asimismo, se plantea la pregunia sobre qué grupos espectficos sequin su género, pertenencia émnice-nacional oa a- ‘guna otra minorfa, lugar de residencia, entre otras— sufren las mayores desigualdades en cada una de las esferas, 29 { #lllamado aincluir acetas del bienestar iferen- (ees al econarrie6 nos iievo. Comienza con una eri- tica al ordenamiento de paises por producto bruto Sntemo (emo por ingresos mesos cuya primera r3- puesta feo indice de desarrollo humane (tm), aes- ‘ado porel Programa de las Naclones Unidas para el Desarrollo (PAD) cn los ator nowenta, ge stinsba Jos ingress, la esperarza de vida y los nivelesechica tivon,ordenatde # ios pases en un ranking. Si bien fue wn avance en cuanto a plaraliza las esferas, los promediosnacionales podfan esconder distints nl veles de desigualdad interna, ra76n por I cual se concibi6 ego un ra sensible a a deigualdad,qve “penalizaba” el valor obtentdo por un pafs en la me- dda ce la inequidad fuera clevada, como veremos en el capitulo wv, nla miama direccién, se extable ci6 un ont sensible al némero para cantar este tipo de slsparidades Tas critics alas mirades unidimensionalesal- canzaron a ctsi todos los indicadoces ambien a In pobreza. Yes as que enlos dtimos aos sitios at desarrollo de mediciones de pobreza mukidimensio- na inchiyendo otras dimensiones adems de la de ingresos. Pero In pobreza, como difmos, también tuvosuseriticos, Se In recusé por dirigirla mirada a un grupo especifco, si develarnecesariament las dinfmicns productoras de esta situscion, como la explotacton, y desatendiendo a les clases sociales y 30 ‘sus conflictivas relaciones, Los aftos noventa fueron al mismo tismpo una décadls de multiplicacion de estuclios sobre la pobreza como del intento de desa- rrollar otras categorfas que pudieran suplic sus fa- Jencias. Uno de las alternativas més difundidas, la ex- clusién social, fue objeto de muchos trabajos, pero nunea de un consenso sobre su definieién. Ass, por ejemplo, para Amartya Sen (2000), quien trata de ars ticular Ia idea de exclusicn soctal con su esquema de capacidades, el eje esta puesto en la exclusicn de rela- clones sociales signficativas, que a su vez puede impli- carJa privacién de otras eapacidades (acceso al crédi to 0 a oportumidades laborales) y levar de ese modo a Ia pobreza, En una vinculacidn mas clésica con las tres esferas, de ciudadania de T. H. Marshall, para Graham Room (2995), la exclusi6n es ia negacidn oa no obtencidin de derechos civiles, sociales y politicos. Por su lado, la COrganizacion tatemnactonal del Trabajo (orn) (Rod= gers, 1994) estableci6 tres esferus de exclusién: del ira bajo, en el trabajo (por no acceso a derechos laborales) y de ciertos bienes y servicios vilidas segrin los distin- tos paises, Luego, siguiendo las particularidades loca~ les, se sefialan otras esferas: la oxclusién dela lerraen los paises con fuerte pobreza vural, de la justicia y la libertad en paises no democriticos, de igualdad de gé- nero en aquellos signados por Ia discriminacién, de crédito en patses con alto grado de informalidad, en: 3s tre otzas, Un debate interesante, sin duda, pero que ‘muestra la diffeultad de acordar un criterio untvoco para definirla exclusion social. ‘América Latina y nuestro pais en particular tam- bién fueron escenario de estos debates ¢ intentos de nuevos modes de esiudiar la cuestign social. En este sentido, en los ailtimos aftos ha cobrado ereciente centralidad la prcocupacisn por Ja desigualdad. En. rigor, el tema nunca ha esiado totalmente ausente pero la situacién de erisis de los anos noventa coutri- ‘buy6 a privilegiar una preocupacién por a pobreza y Ja exclusidn, Tafluyé también que los organismes imuiltilaterales, que fijaron parte de ia agenda de in- vestigacién durante aftos pasados, evitaron por en- tonces discutirel ema, Hoy la desigualdad social ha ‘wueltoal centro del debate piblice y académico. Pero ‘este retorno no puede desconocer Jas miradas multi- ddimensionales ya aceptadas para los otros coneep- tos. La desigualdad plural leva a examinar en cada cuestién causas y consecuencias propiss, asf como se interrelacion con la dindmiea de otros temas, Nuestra postura es que resulta necesario articular cesta mirada multidimensional de la desigualdad con ‘conceptos come exclusién, pobreza, bienestar y con. diciones de vida en general, dado que mientras el pri ‘mero se vincula con procesos sociales mas generale, los segundos permiten apreciar mis claramente la situacién de las poblaciones més vulnerables. En 32 otras palabras, si fue necesario pasar de los grupos cespecificos a los procesos, a la hora de precisar la forma en que la cesigualdad (0 les tendencias contra- puestas) afecta en forma especifica a distintos gru- pos, nos seré de utilidad vincularla con los otros con cceptos para volver nuevamente de los procesas a los ssrupos y las poblaciones, [DIMENSIONES ¥ cOMPARACIONES. Una ver adoptada una mirada multidimensional, la pregunta siguiente es cusles esferas explorar. {Nos cireunscribimos a las éreas de bienestar més clésicas como salud, edueacion o vivienda, o incluimos otras tales como ocio 0 acceso a Is Justicia? A esto se agre= 8 la pregunta de lo que la sociologva llamaria “uni- dades de anélisis” a comparar, que pued duos, grupos étnicos, clases sociales o territorios. A lo largo del libro, en ocasiones examinsremos las diferencias entre individuos; en otras, cotejaremos grupos tradicionalmente tomados en cuenta por las clencias sociales, como las clases sociales o los estra- tos de ingresos; y nuestra mirada tambien se dirigir& al género, alas minorias étnicas 6 de otro tipo, ya los territorios, Sin duda, una decisién atane al modo de incluir la cuestién de género en tanto es un factor explicativo de x desigualdad, tal como las clases so- serindivi- 33 ciales, 11 dilema es sidedicarle un capttulo especifico 0, como haremos, inelurla por medio de una mirada transversal a todas Jas dimensiones (su riesgo tam. bién es conocido: que quede invisibilizada por esta misma transversalidad). Nos preguntamos, asimis- mo, cémo establecer a relacisn entre la desigualdad ‘y temas tales coro diversidad, situacién de las mino- ts y las distntas formas de discriminacién. Una desventaja de abordaje multidimensional esa rmultipicacicn indefinida deesferas. Zygmunt Bauman @011)afirma que, cuando ia oposicion entre eapitals- ‘mo y comunismo estructuraba el campo politica, p= ‘aba cierto acuerdo sobre cules eran las necesidades, yy que estas eran limitadas, Una de las caracteristieas de la Modemnidad tardia es que aparecen como infiitas, transformadas ahora en deseos. Acordamos con la {dea de una multipicociém actual de las dimensiones examinadas bajo la lente dela igualdad y la desig dad. Sin embargo, no creemos que se éeba solo a una expansion de Jos deseos, sino que la demanda por igualdad suele incrementarse cuando la sociedad se ve a si misma més préspera, reavivandose la promesa democritica de mayor justicia social. En otras pala- bbras, cuando ciertas necesidades bésicas parecen es- tar més cublertas, suele extenderse la demanda pra satisfaccién de otras hasta entonces menos presentes enelespacio pablico, Uno de los efectos de esta login expansiva de la demanda por igualdadl es que el des. 34 contento y las denuncias por las injusticias pueden tener tanta © hasta mayor presencia en un periodo de mayor bienestar que em un pasado de inequidad mas pronunciada. El riesgo para un estudio como el nues- tro es no establecer cierta distancia ence el juicio del investigador y el espiritu de la época, Hegando quirgs erréneamente a una conelusién de desigualdades en expansién, Intentando sortear este riesgo, en este libro adop- tamos lo que Paul Ricecur (1995) ha llamado un “pli. ralismo controlado” de Ins esferas por-considerar, legidas en virtud de eres criterias: relevancia, dins- micas propias y controversia, La primera pregunta es. ‘c6mo juzgar Ia relevaneia, Esto nos leva al debate entre una perspectiva estructural y otra constructi- vista. Para la primera, no es tan importante la mirada de los actores sobre si esa desigualdad es significati- ‘va, ya que con ciertos datos objetivos seria suficiente para justi/icar fa eleccién de un problema; mientras ‘que para la segunda, la preeminencia esté dada por el lugar de la cuestién en el espacio piiblico, mas allé de las constataciones objetivas, Al fin de cuentas, un toma puede preocupar, causar indignacién o estar en Ia base de acciones colectivas mucho més que otros ‘cuya gravedad, si se lo evaluara desde determinados: indicadores, podria ser considerads mayor: Tomando elementos de ambas posturas, elegimos dar una res puesta desde la perspectiva de los problemas publi 35 cos. Para este paradigma, existe en cada momento tuna variedad de problemas que compiten entre si para transformarse en un problema de sociedad, in- tentando airaer la consideracién del Estado y de la opinién publica Ahora bien, algo se transforma en un problema piiblico cuando se da una serie de condiciones: con- senso social de que es un tema importante, trabajo de los especialistas, apelacion al Estado a dar respues- tas, existencia de indicadores y catevorias convincen- tes que permiten que un tema se estabilice como preocupacién en la arena pablica, Desde nuestra perspectiva (que no ¢s la de: un constructivismo ex- remo, para el cual no importan las condiciones ob- {etivas para que un coma se emplace en tanto proble- ‘ma pablico), en primer lugar tiene que haber alsin tipo de experiencia colectiva de malestar, desconten- to 0 sufeimiento social sobre la desigualdad en la es era en cuestiOn, y, en segundo lugar, a tal experiencia deberemos poder aunar una serie de datos que ava- Jen su relevancia, En stntesis, cada tema debe reunir preocupacién social con un sustento estpuctiaral Desde esta perspectiva en los das caprtulos que si- jguen nos centramos en dimensiones clisicas, como distribucion del ingreso yluego educacién, salud y vi da. Sobre ellos hay consenso acerea de su relevan- Ja como esieras de bienestar, as{ como existe una se rie de indicadores que conteibuyen 2 ubiearlos en el 36 centro de la discusion sobre desigualdad. A continua ién, enel cuarto capitulo, nos ccupamos de las desi- ‘gualdades teritoriales, un punto de mira complemen: tario a las desigualdades entre individuos o clases. Y nos adentramos en otros problemss cuya relevancia, ‘para una agenda de desigualdad es propia de nuestra poca: nos relerimos « la infraestructura, en particular el transporte, asf como a la euestiGn rural, No duda- mos de que, de manera objetiva, estos temas han sido siempre significativos, pero cobraron centralidad en el debate mas reciententente: en el primer caso, sobre todo por hechos trigicos; en el otro, por la expansion, del modelo sojero, Algo similar sucede con nuestro quinto capitulo, en el que incluimos otro tema que cconjuga alta prescupacién con una relacion cuando menos controvertida con la desigualdad; nos referi- mos al deito ya inseguridad. De este modo, nucstras cesforns y puntos de mira son indisociables de las dis: ‘cusiones actuales de la sociedad argentina. Sin lugara dudas, una década antes 0 en otros contextos, este bro recorreria dimensiones en parte comunes y en parte distintas a las que agut presentaremos. [Nuestra eleccion también se ha guiado por lo que amamos dinémicas propias. 7A qué nos referimos? Alheche de que, sin desconoccr Ia existencia de desi- gualdades econémicas que permean a todas las res- tantes, cuando se mira desde las dimensiones analiza das, existe un margen de maniobra para Inlluir ex 37 ellas. A modo de ejemplo, nadie duda de que cl nivel socioeconémico de los estudiantes influye en su de- sempefio educativo, pero tampoco de que e! peso de cesas desigualdades de origen se puede atenuar ono en elterreno escolar en fa medida que existan polfticas al respecto, Algo similar podrfamos decir de todas las dimensiones elegidas. Con dinamicas propias quere- ‘mos decir, entonees, que hay tun margen de maniobra en las dimensiones estudiadas para que las distintes, politicas sectoxlales, como las de vivienda, educacién, salud o Infrnestructura, entre otras, atenGen la repro- duccién de las desgualdacles econdmicas en su esfera cespecifica. En segundo hgar, asumimos que los proce- s08 pueden tener temporulidad propia, a diferencia de lo que sucede con el decurso de los ingresos. Por ello, cn cada esfera podrén también seftalarse rendencias y proceses con un grado de especificidad propia y dife- rente de las otras. En todas es importante el punto de partida de nuestro perfodo de anslisis: si por un lado elsigno de 2003 ¢s ja profumda crisis socioeconsmica, cierto es que en cada una de las dimensiones cobré manifestaciones especificas. A esto se debe agregar ‘que, en muchos casos, a las nuevas carencias se suma- ron otras persistentes descle tiempo atras El tercer eriterio fue elegir aquellos temas en los cuales se plantean controversias, donde tanto las posturas de los actores como e] examen de los indt- cadores originan debates o al menos podrfan gene- 38 rarlos. Por estas mismas razones, algunas cuestiones se han dejado de lado, cado que el nivel ée controver- sias es menor. Nos referimos, en particular; a temas de diversidad sexual, donde Ia ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad dle género y una acti- tud decididamente mas abierta son innegables y con. forman movimientos en pos de mayor igualdad. En relacién con los distintos grupos sociales, no todes han conocido un trato similar: en particular pensa- mos en la grave situacidn de los pueblos originarios, ‘que seri abordada en distintos capitulos, En otras cuestiones ha habido leyes interesantes, como la vin- culads a la salud mental, pero su aplicacién ha sido poco satisfactoria hasta ahora, o la nueva ley migra- tori, cuyo espfritu incluyente es innegable. En rela cién con el género, ha babido avances en rauchos de sus aspectos; sin embargo, perduran inequidades: ‘que serén tratadas en los cap‘tulos correspondientes, ‘en particularen el de ingresos y mercado de trabajo. Por tiltimo, hay otros temas que nos hubiera gus- {ado tratar y por distintas razones no Jo hemos hecho, Uno €s el acceso a la justicia, un factor de igualdad central, En este caso, nos parectan insuficientes los indicadores a los que accedimos come para pader te- ner y brindar un panorama claro. Es indudable que en ciertas cuestiones como las nombradas recién, como diversidad y discriminacién, ha habido avan- ces importantes en cuanto a derechos, si bien ain 39. testa poder tener una visién sobre su implementa ‘i6n efectiva, El otro tema central, al que solo tan- gencialmente nos referimos en algunos capitulos dado que otras y otros colegas estia ilevando a cabo tun debate importante, os el que incumbe, en Argen: tina yen otcos passes de laregién, al modelo produc tivo actual y su impacto en la igualdad presente ¥ fatura de nuestra sociedad. En efecto, of lamado "neoextractivismo”, o lo que Maristella Svampa 2013) ha Hamada el “nuiewo consenso de ls como. dities", tiene sus puntos de interseccidn sobre el de- bare en como a la desigualdad, en cuanto se discute ‘como afecta a las sociedades un tipo de desarrollo basado en la explotacién de determinados recursos naturales, en su mayor parte no renovables y con in- negable impacto en el medio ambiente y social. Si bien daremos cuenta de parte de este debate al iratar cel modelo sojero, haremos poca referencia al tema de Ih minerfa, tro de los ejes de esta discusion, IxoreADORES PRESINTES ¥ pSADOS {La imagen global de la soviedad resultaré tanto de las csferas que se inchijan encl andlisiscomo de aquellas, {que se excluyan, De hecho, parte de los diferendos ‘actuales se asientan en la consideracién de cuestio. es distintas para apayar tn juicio positive one crt Be ABIAV KIEL cHArniAD {ico. En nuestro caso, en la medida en que nos euia Ja idea de fas tendencias contrapuesias, las esferas ‘que escogimos contribuirdn a ilustrar tal argumento. En los diferendos gravita no solo.la eleccién de esfe- 125, sino también los indicadores utilizados para ex plorar cada una de ellas. En educacién, por ejemplo, un juicio puede derivarse del aumento de la cobertu- ray otro muy distinto si nos centramos en las dispa- ridades en la calidad o en el rendimiento educativo. En relacion con esto, retomamos los principios que guiaron la eleccién de esferas: clegir un grupo de in- dicadores relevantes, aquellos que lo sean estructu ralmente, por la forma en que inciden en cl bienestar xy también por ser parte de las contraversias acuuales. ‘Tambien aqui la perspectiva de los problemas pd blicos nos es de ayuda por dos razones. Ea primer lugar, para el caso de clertas temiiticas quie no eran casi tomadas en cuenta hasta hace pocos afios, como, Ja calidad educativa. Su relativa novedad no quiere decir que el problema sea reciente, sino que no estaba, construido en tanto tal y, por ende, no existia para, nosotros ni para el resto de la sociedad. En efecto, es habitual constwuir imagenes nostalgicas de un pasado len que supuestamente el problema en cuestién no ha- bria existido, cuando en realidad nuestras categorias « indicadores son lo novedoso. Tun solo para sefialar algunos temas, Ia violencia escolar o la de genero te- nen una historia relativamente reciente como proble- 41 ana pablico (con sus leyes, expertos e instituciones), pero nadie afirmaria que sean cuestiones nuevas, EI segundo punto es que muestra posicién como, analistas sociales, nuestros conceptos e indicadores, Jejos de ser considerada como una observacin externa, procedente a catalogar una realidad objetiva preexis- tente, es parte activa (con nuestros juicios y nuestras categorias estadisticas) de la puesta en forma y la puesta en sentido de esa realidad, En otras palabras, jwolviendo al ejemplo dado, no es posible pensar la problematica de la calidad educativa sino en relacién, con el debate, las pruebas internacionales, la pinién de los experios y los rankings. Ahora bien, sostener ‘que un problema es una construcci6n social no im- plica restarle vi yportancia, De lo que se trata es de comprender Ia imposibilidad de pensar y discutirlo sin las categorfas, los relatos y los indica. dores que le dan existencia social. De todos modos, a veces mirar el pasado con las ccategorias de] presente nos ayuda a cuestionar image- nes consolidadas. Por ejemplo, Ja imagen de una so- cledad argentina més igualitaria y con gran movilidad social, tal como aparece en textos eandnicos de la so- ciologia local (como Germani, 1962), cambia si adop- tamos una perspectiva de género y federal, Tales irné- genes se basaron cn investigaciones que se centraron cen Ja regin metropolitan y que no tomaban en cuen- ta [a situacin ni de Jas provinclas ni de las mujeres; 42 Jas encuestas de movilidad inter ¢ intrageneracional, tal como era habitual en tedo el mundo, investigaban 1a ocupacin de los hombres. Se suponia que Ia situa clon masculina definfa la de las mujeres, unidas a un, hombre proveedor principal, Ast las cosas, mirada desde hoy, posiblemente la mevilidad social no haya sido tan evidente para todos y, sobre todo, para todas; ‘yen consonancia, los alias posteriores, vistos como de estancamiento 0 caida, como muestran clertos traba jos Vorrat, 2005), hayan significado para las mujeres tuna situacién més mévil, en particular par un acceso mayor que sus predecesoras a la educacisn ¥ a pues tos mas calificados en el mercado de trabajo. En fin, de lo que se trata es de ser cuidadosos en lo que se deduce de las propias categorias e indicadores ¥ no cacr en la habitual "trampa det realismo", como la lla mo Raymond Boudon (1984), transformando las cate gorfas de los analistas en propiedades de tos hechos. Pr ello, poder dar cuenta de los debates que subya- cen en los indicadores elegidos y poder contrastartos con otros que brinden una perspectiva diferente seri parte de las tareas que nos proponemos. Hivos ComPARATIVOS & INTENSIDADES Para establecer un juicio sabre la igualdad y la desi- gualdad en nuestro periodo, es preciso comparat. El 43 punto que se debe decidires con qué contrastar: Con el pasado? ¢Con otros paises? No es una decisién sin consectiencias:afirmar que las cosas estén mejor que en 2002 es hoy ya una obviedad; pero también usar tun ao puntual del pasado en tanto referencia para dar un juicio conclusivo tlene suis bemoles: puedo ‘escoger uno u otro segtn si quiero enfatizar una m- sada positiva 0 una negativa sobre el presente. Nos parece mis adecuado cotejar tendencias del perfodo presente com otro del pasado, lo que permite una contrastacién més sélida que entre hitos teraporales ‘slados. - En segundo lugar, intentaremos una contraposi- cion con otros paises en una situacién de partida comparable y en un perfodo similar: Esto nos puede dar pistas del desempeito de Argentina en términos relativos, lo que ayuda a justipreciar sila mejora de un indicador es salisfuetoria, En tereer lugar, es ne- ‘cosario poneren relacion los avances oretrocesos en, tun problema con lo acaecido en otros que forman parte de una misma esfera de blenestar. Asi, por ejemplo, si se logra un acceso mis equitativo en fer- ‘Mlizacién asistida o aun en tratamientos para el ‘yiti-sida, pero el mal de Chagas sigue siendo un tera, de alta prevalencia y sus medicamentos son caros 0 no hay seguros para las lamadas ‘enfermedades ca- tastréficas’, esto sin duda afectaré el juicio sobre Ia desigualdad en subd. Otra cuestién para considerar 44 ces la competencia entre temas por la asignacién de recursos: nos referimos a que hay un debate necess- vio entre disminucién de la des'gualdad, asignacisn. de recursos y eficacia del gasto. Qué decie cuando un indicador ba mejorado y las brechas entre los es os han disminuido, pero con un gasto mucho ma- yor al que se obscrva en otros patses que lograron resultados similares o aun mejores? {Podemos soste- ner el mismo juicio que sic! logro se hubiera alean- zado con menor costo y, pr ende, permitiendo que tuna parte de los recursos se destinaran a disminuir otras desigualdades? Hiay otra pregunts que nos interesa plantear, aun- {que tampoco obtengamos facilmente respucstas. [Nos referimos a a intensidad de Ia desigualdad. Mids ‘o menos desigual esl inte:rogante central de este libro, pero quisigramos que la respuesta no fuera solo en términos dicot6micos, sino poder interpre- tar el significado de esas diferencias. En efecto, qué implica una determinada intensidad de desi- ‘gualdad respecto de otra?

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